Capítulo 8 - El Centro Comercial


El lugar estaba devastado. Se notaba que había habido una feroz resistencia e intento fútil de sobrevivir por todos los consumidores que habían estado presentes en el centro comercial en el momento en que el desastre ocurrió y alguna abominación llegó a las puertas del establecimiento. Había sangre en el suelo y paredes como si de una exhibición de arte se tratara, las macetas, sillas, bancas y demás estaban o tiradas por doquier o arrimadas contra las puertas de los locales a modo de barricadas; por no mencionar la cantidad de partes aleatorias de cuerpos que se le debían haber caído a los infectados a lo largo de su estadía por ahí.
¿Por qué es que siempre se les caían los ojos? (T/N) sintió ganas de vomitar.

Sintió tantas ganas de vomitar, que no pudo aguantarlo. La vista era simplemente muy cruda para ella, sin contar el hecho de que apestaba a... bueno, sí: apestaba a muerto. Se tambaleó hasta un tacho de basura y dejó que su estómago se limpiara como quisiera. Era terrible, se sentía terrible: estaban en medio de una apocalípsis biológica y en uno de los lugares tal vez más peligrosos y ahí estaba (T/N) (T/A), vomitando. Su lado emocional había quedado tan impactado que simplemente cesó con su insistencia de llorar, mientras que su lado racional la regañaba por el terrible desperdicio de nutrientes que significaba eso.
Wendy permanecía de pie a su lado, mirando inquieta al resto del centro comercial para que ningún infectado las atacara sin que se dieran cuenta. Ya ni siquiera tenía lágrimas para llorar, y de cuando en cuando se sobaba los ojos con fuerza para que no se secaran.

Una vez la mayor terminó de descargarse, comenzaron su incursión por el lugar. Habían entrado por la puerta del estacionamiento, por lo que no les tomó mucho llegar al patio de comidas. (T/N) guió a la niña hasta un local cualquiera de comida rápida y buscó servilletas para limpiarse la boca. También rebuscó alguna gaseosa, aunque fuera una que no le gustara, solo para retenerla un rato el boca y usarla para quitarse el sabor a vómito.
Ni siquiera intentó beberla, en ese momento no confiaba en que su estómago pudiera soportar cualquier cosa. La escupió de vuelta en el lavabo de la cocina y continuaron buscando algo que les fuera útil.

En uno de los locales había jugo de naranja junto con las gaseosas, así que (T/N) le sirvió en silencio un vaso a la niña. Mientras la pequeña bebía apostada contra el counter al lado de la mayor, ella consideró servirse un poco y beber.
Pero Wendy acabó antes de que se hubiera decidido y optó por continuar la búsqueda.

Recorrieron un par de pasillos donde, uno por uno y con la mejor estrategia de sigilo que se le pudo ocurrir a la joven, fueron rematando infectados para abrir su paso. (T/N) escuchaba sus zapatos resonar contra el piso y consideró seriamente quitárselos, ya que ahora no había guijarros para dañar sus pies. Claro que al ver la piscina de sangre sobre la que corrían la idea se esfumó de su mente.

Por suerte, no les tomó mucho encontrar una tienda de alpinismo.
Pasaron por la barricada que había sido rota en cuando los infectados quisieron salir y la re-armaron en silencio, de modo que no volverían a pasar por otro evento similar al de la farmacia. Acabaron con uno que estaba deambulando entre los pasillos y lo dejaron tirado a un costado para revisar entre la mercancía con calma.

(T/N) tomó la mejor mochila que encontró y simplemente metió la mochila-manta dentro, no tenía tiempo para ponerse a organizarla. Le probó una casaca impermeable a la niña que acabó quedándole como vestido y encontró unas botas de suela dentada diseñada para amortiguar el impacto contra el piso.
En palabras que le importaban: botas que no hacían ruido al caminar. Y mucho mejor, que no iban a destrozar sus tobillos como lo estaban haciendo sus zapatos a pesar de la curita.
No perdió un segundo en cambiarse el calzado.

Continuaron avanzando. Pasaron por una tienda de ropa y por el supermercado, teniendo que regresar a regañadientes a la tienda de alpinismo por una segunda mochila, cruzada esta vez, en la que guardar más cosas. La rellenaron de ropa y de comida, usando una bolsa plástica de las cajas registradoras para separar unas cosas de las otras.
Ya estaban escondiéndose de unos tres infectados moviéndose de un pasillo al otro para cuando llegaron a la zona de jardinería dentro del supermercado. A (T/N) le hubiera gustado detenerse a evaluar qué semillas les servían más, pero la presencia de los infectados y el recordatorio constante de Wendy tirando aterrada de su vestido para moverse le indicó que no tenían tiempo para eso.
Así que simplemente agarró dos paquetes de cada fila y los metió en la maleta más grande.

Se las habían arreglado para dejar el supermercado sin atraer la atención de los infectados ahí dentro para cuando escucharon a alguien gritar desde el piso de arriba. Las abominaciones dentro de la tienda se alertaron por el ruido y decidieron salir a investigar, obviamente topándose con (T/N) y la niña en el camino.
La (nacionalidad) maldijo entre dientes y sintió una rabia indescriptible hacia quien fuera que hubiera gritado. ¡Tanto trabajo evadiéndolos para eso!

Levantó a Wendy del piso y corrió hacia el centro del gran pasillo, cerca a la pileta. Por suerte aún tenía agua, pero era demasiado pequeña como para que la joven se metiera y quedase lo suficientemente lejos del borde para estar a salvo. Se metió de todas formas, pero solo para alzar a la niña y dejar que se aferrara a la plataforma más alta de la estructura y que trepara a la seguridad.
Dos metros debían ser suficientes.

Una vez la pequeña estuvo arriba, (T/N) se giró para encarar a las abominaciones y vio a la persona que había gritado. Desde el vidrio que actuaba como pared en el pasillo del segundo piso había una persona colgando. Una segunda persona estaba inclinada sobre la baranda, sujetando con fuerza la mano de quien colgaba.
Había una tercera persona, quien parecía estar en pánico por los infectados que los rodeaban.

La persona que colgaba se zarandeó del agarre de la otra, cayendo los cuatro metros que le separaban del piso y aterrizando aparatosamente. (T/N), más armada de rabia que de valor, se acercó a quien había caído e intentaba pararse y lo jaló de un tirón hacia atrás y fuera del alcance del zarpazo de uno de los tres infectados salidos del supermercado. Molesta y con adrenalina invadiendo sus venas, la joven procedió a disponer de las abominaciones con seis fuertes palazos que añadieron sangre y un par de ojos más a la piscina del suelo.

(T/N) se giró hacia la persona, quien aún estaba tirada sobre su trasero en absoluto terror.
Era un joven algo mayor que ella, de cabello marrón hasta sus hombros y ojos verdes como el pasto. Llevaba una mochila cruzada y sus ropas estaban cubiertas de raspones y gotas de sangre ajena.

-G-G-Graci- -tartamudeó, aún aterrado, pero reconociendo lo obvio: ella le había salvado.
-¡¿Por qué gritaste?! -lo interrumpió en un susurro (T/N), irritada. Lo cierto es que, tomando en cuenta de dónde había venido, era más que probable que se hubiera caído por el barandal por culpa de las abominaciones del piso superior. Pero aún así.- ¡¿Quieres que todos los monstruos del centro se enteren de nuestra presencia?! -señaló con sus brazos extendidos el resto del amplio pasillo.

El joven estuvo a punto de defenderse, cuando otra persona cayó del segundo piso. Este sí aterrizó con más habilidad, aunque su expresión inmediata indicó que de todas formas le había dolido. Era quien había estado sujetando al de ojos verdes de la mano para que no cayera, y llevaba una tubería ensangrentada en una mano.
Dos cosas pasaron por la cabeza de la joven en ese instante.
A) El sujeto de la tubería era amigo del de ojos verdes y era quien había estado peleando contra los infectados allá arriba antes de que el otro se cayera, o...
B) No era un hombre pacífico y él y el de ojos verdes se habían comenzado a pelear en el segundo piso antes de que el otro se cayera. A fin de cuentas, el que ella acababa de salvar se había zarandeado del agarre del otro.

(T/N) solo atinó a agarrar el palo de contención con fuerza para cuando una tercera persona cayó del segundo piso.
Y cayó terrible. Se resbaló con la sangre y se fue de espaldas.

-¡Cosette! -exclamó en un susurro el de la tubería, alarmado, mientras que el de ojos verdes salió de su estado en pánico e intentó ponerse en pie de nuevo.

La persona que había caído era una joven de su edad, rubia trenzada a un lado y con unas gafas de montura magenta. Su expresión indicaba que estaba al borde de las lágrimas por el dolor de la caída.

El de ojos verdes se apresuró hacia los otros dos un segundo antes de que dos infectados se cayeran del barandal del piso superior y se partieran el cráneo y otros huesos al impactar contra el piso.
(T/N) tuvo que mirar a un lado y cubrir su boca para no vomitar de nuevo.

Hubo un silencio sepulcral por cerca de un minuto mientras todos los presentes salían de su estado de shock y rogaban porque ningún otro infectado en la zona hubiera oído el grito de hace un rato. (T/N) se tragó la sensación de querer volver a arrojar y se dirigió a la fuente para bajar a la niña.
Wendy se había hecho bolita.

-Toris, ¿estás bien? -la (nacionalidad) oyó que el de la tubería susurraba. Así que sí era amigo de los otros dos. Si Cosette era la chica, eso quería decir que Toris era el de ojos verdes.
-S-Sí, la chica de ahí me salvó. -respondió el otro.

Escuchando que la mencionaban, (T/N) se giró a verlos una vez Wendy estuvo sobre sus pies en el suelo y aferrada a su mano libre.
Observó que el de la tubería le asentía a modo de agradecimiento, claramente queriendo dejar el centro comercial de inmediato.

-Perdón por gritar. -se disculpó el supuesto Toris.- Me asusté y el golpe contra la baranda me hizo abrir la boca por falta de aire. Solo... se me salió el grito. -se excusó, avergonzado. Ahora que se había calmado, parecía ser consciente de lo mal que pudo salir todo de haber habido más abominaciones en las cercanías. Y todo hubiera sido su culpa.
-Está bien. -(T/N) suspiró cansada. El mundo ya los estaba tratando lo suficientemente mal, no tenía energías para seguir molesta con ese extraño.- Cuídense.

Salir del centro comercial fue otra gran misión de sigilo, pero gracias a que ya no traía zapatos inadecuados la joven se sentía mucho más tranquila.
Y ahora que lo pensaba, se había olvidado sus zapatos viejos en la tienda de alpinismo.
Oh bueno.

Recorrieron todo el camino de regreso hasta la carretera. Se hacía tarde, y conforme dejaban de encontrar autos (T/N) se ponía alerta en busca del río por el que habían salido. En el camino encontraron una pistola tirada en el suelo, falta de balas, y la dejaron ser. Debió ser de alguien que decidió aventurarse en la ciudad en cuanto se le acabaron los recursos.

Casi como por milagro, Wendy distinguió la marca en el pavimento que la joven hizo al dejar el río. Así que dentro del agua les tomó menos de media hora recorrer su camino de vuelta hasta la base de la montaña.
Ambas suspiraron en silencio, aliviadas a más no poder, cuando divisaron la cortina de helechos en la distancia.

Ya de vuelta en la cabaña tomaron otra ducha y comieron manzanas y peras. Tenían hambre, sí, pero no creía buena idea preparar algo complicado justo antes de ir a dormir.

Igual no importó, porque (T/N) tampoco fue capaz de dormir esa noche. A este paso iba necesitar preparar alguna infusión que le ayudara a conciliar el sueño, o se iba a morir de insomnia. Tirada en la cama al lado de Wendy, la joven sintió sus manos dolidas por el uso del palo de contención y contempló todo lo que había pasado en un solo día. Había entrado a la ciudad incapaz de enfrentarse a un infectado cara a cara, y había salido acabando con ellos uno por uno sin que se dieran cuenta.Los humanos sí que daban miedo.


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Y no, esas no cuentan como presentaciones formales :v

Aquí tienen mi especie de disculpa por dejarles una semana sin noticias
Lo siento ;~;

Nos vemos el martes (ahora sí, espero (??))

Les loveo <3

-Gray

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