Capítulo 5 - El Claro


Al ser la más grande de las dos, la mano de (T/N) llegó a las hojas antes que la de la pequeña; pero la esperó. Apartaron los helechos casi al mismo tiempo y dieron un paso fuera de la cueva y sobre el pasto aún inundado.
Y ambas se quedaron inmóviles de la impresión.

Frente a sus ojos tenían lo que sería más sencillo describir como: un claro del bosque rodeado de montañas. Se encontraban alto sobre una colina, habiendo emergido de ese pequeño pasillo inundado que comprendía un hueco en una de las montañas. El pasto era alto y verde de distintos tonos, plagado de flores aquí y allá.
Las puntas del césped rozaban con suavidad los heridos tobillos de la joven y las pantorrillas de la niña.

Las montañas tenían árboles creciendo en ellas, pero solo en las partes superiores. Era muy probable que todas las caras que no miraban dentro del claro estuvieran cubiertas de vegetación, y parte de las plantas hubiera "rebasado" por los bordes de las formaciones rocosas. Debido a eso, la luz natural del Sol que llegaba a la superficie lo hacía pasando por el agujero que dejaban libre las copas de los árboles a todo el rededor de la formación.
Por lo que esa área estaba mucho mejor iluminada que el resto del bosque.

Ambas comenzaron a caminar con lentitud colina abajo. Estaban demasiado concentradas admirando la parte alta de la zona como para percatarse de lo que había al centro.
Pero todo a su tiempo.

Por la cara de la montaña de la que habían salido (y de varias otras, en realidad) discurrían varios conductos de agua que bajaban hasta las colinas y se cruzaban y giraban en el centro del claro para seguir su curso subterráneamente.

(T/N) miró atrás, hacia la cortina de helechos por la que acababan de salir, y admiró la corriente de agua que bajaba por la derecha y filtraba parte del líquido por el pasto y dentro del pasillo.
Eso explicaba por qué recién un par de metros fuera de la cueva comenzaran a encontrar pasto no-inundado.

Regresó su vista al frente, ignorando a la niña que avanzaba algo más adelante que ella, y continuó con su admiración del lugar.

Los pequeños ríos que discurrían tanto por esa como por las otras montañas se cruzaban y se unían casi al centro, rodeando un trozo de tierra que quedaba aislado del resto del claro justo en el medio. El agua a su alrededor fluía sin detenerse, bajando de las montañas y desapareciendo bajo tierra en los complejos de ríos subterráneos que seguramente recorrían el bosque hasta llegar al mar.

Y sobre el trozo cubierto de pasto rodeado por el río había una cabaña.

Emocionadas pero asustadas al mismo tiempo, tanto (T/N) como la niña querían explorar la cabaña, pero sabían que si alguien había vivido dentro era posible que estuviera infectado.
¿O no?

La joven volvió a mirar la escena y reaccionó. ¡Claro que no! La única manera de llegar al claro era pasar por el pasillo inundado que los infectados no podían cruzar. Y si de alguna forma lograban subir las montañas y pasar dentro del claro, no podrían avanzar sobre el río que rodeaba el islote en el que se encontraba la cabaña.
Así que, incluso si había alguien, no había forma de que estuviera infectado.

Nuestra protagonista, algo más confiada y calmada, le explicó a la niña por qué no había nada que temer. Y aunque Wendy no comprendió muy bien las razones, sí entendió lo importante: estaban a salvo.

De modo que caminaron con calma y sin apuros colina abajo hasta llegar al río que las separaba del islote central. (T/N) saltó primero, pisando en una roca y aterrizando sin mayores complicaciones más allá de sus dolidos tobillos en el otro lado. La niña saltó y la joven la ayudó a llegar, siguiendo su camino y andando tranquilamente hasta la entrada principal de la cabaña.

La construcción parecía hecha entera de una fuerte madera sin teñir (o sea, aún era marrón), y el techo a dos aguas estaba cubierto de tejas color ladrillo. La puerta principal no era demasiado grande, al igual que el resto de la casa, y tenía un pequeño techito sostenido por un par de columnas a modo de entrada.
Todo estaba algo desgastado y corroído por el tiempo, y claramente abandonado.

Trataron de abrir la puerta, pero por supuesto que estaba cerrada con seguro. Le dieron la vuelta a la casa, pasando por varias ventanas con las cortinas echadas. Un gran ventanal en una sección circular del perímetro les dejaba ver dentro, revelando que esa sección era para una pequeña mesa en la cocina que podían ver también desde ese ángulo.
Vacío, todo vacío. No había ni un alma.

Siguieron caminando por el perímetro hasta llegar a lo que debía ser la terraza trasera. Frente a la terraza y en la gran porción restante del islote (pues la casa ocupaba algo más de la mitad) se podía identificar una especie de cultivo abandonado. Había un par de ramitas secas sobresaliendo de la tierra, pero era claro que nadie se había encargado de arar y plantar el cultivo otra vez.

La terraza misma, por otro lado, consistía de un amplio piso de madera protegido por un techo dos aguas cubierto de tejas al igual que el resto de la casa, que se apoyaba en un par de columnas al final de la sección. Una lamparita colgaba de una de las vigas laterales del techo.

Caminaron sobre el piso de madera (claro que se sacudieron un poco los zapatos antes) hasta llegar al ventanal corredizo que las separaba del interior de la casa. No podían ver mucho ya que las cortinas estaban echadas, pero sí podían ver que eran mamparas corredizas que se aseguraban con un pestillo en el piso.

Así que (T/N) se acercó a la unión entre las dos porciones (de cuatro) que se movían y se arrodilló. Wendy observó desde atrás en silencio mientras su compañera forzaba el pestillo desde dentro con un gancho, tratando de levantarlo para poder correr al menos una puerta e ingresar.

Con algo de maña y luego de un par de minutos de intentarlo, la (nacionalidad) logró quitarle el seguro a una de las dos mamparas que podían abrirse. La deslizó con lentitud y con cuidado, pero también teniendo que aplicar fuerza al estar atascada por la falta de uso.

Una vez abrieron en ventanal lo suficiente, (T/N) y Wendy se colaron entre las gruesas cortinas y entraron en silencio a la abandonada cabaña.

Por dentro el ambiente olía a madera guardada y vieja. La sala que tenían en frente estaba amoblada con una gran alfombra no tan lejos de ellas, sobre la que descansaban dos sillones individuales frente a uno para tres personas, separados al medio por una mesita rectangular con un florero vacío y un marco de fotos vacío encima. Un par de lamparas altas reposaban a ambos lados del sillón más grande y contra la pared.

En la pared del frente se podía ver una puerta con huecos en el muro a los lados. Estaban ahí para que se pudiera hablar desde la sala a lo que parecía ser la cocina.

Debido a que los muebles de la sala estaban acomodados hacia la pared de la derecha (mirando desde la mampara), el espacio libre por la izquierda servía de corredor hacia lo que parecía ser la entrada de la casa. La puerta se podía ver desde donde estaban y en la pared de la izquierda al lado de la entrada había una cómoda con otro florero, un par de marcos para fotos y un pedazo de papel.

Curiosa, (T/N) (seguida de cerca de la niña) caminó con calma sobre el piso de madera hasta la cómoda de la entrada y examinó el papel sobre ella.
Estaba escrito en una letra corrida y redondeada que parecía ser de mujer, y leía algo así:

"Querido Fredrick,

Si estás leyendo esto, entonces pido que me perdones, pues no habré sido capaz de soportar la incertidumbre de tu condición y habré decidido partir a buscarte en tu ausencia.
Incluso aunque sea para poder llevar flores a tu sepultura si el destino así lo quiere.

Siempre tuya,
Lydia."

-¿Qué dice, (T/N)? -preguntó la niña, parándose en puntillas en un intento inútil de ver el papel.

-Es una carta de una chica a un chico. -le explicó ella.- Dice que va a ir a buscarlo, por lo que eso significa que esta casa -se giró a mirar a la sala.- fue abandonada hace mucho tiempo.

Wendy miró a su alrededor, pensativa, y regresó su atención a la joven.

-¿O sea que nos la podemos quedar?

(T/N) guardó silencio, pensando acerca de lo que había dicho la niña. Sí, podían quedarse con la casa, es más, era perfecta. Era, al menos hasta donde sabían, a prueba de infectados; tenía un huerto que, si bien estaba marchito ahora, indicaba que la tierra era fértil. El viento que se colaba cuesta abajo por las montañas rodeando el claro hacía el lugar frío y ventoso, poco atractivo para mosquitos.

Era el refugio perfecto. Casi, al menos. ¿El problema? Estaba en medio del bosque. El bosque era peligroso, y si bien la ciudad era peor, al menos allí había comida y cosas básicas.

-Podríamos quedarnos con ella, sí. -sopesó al final.- Pero todavía no podremos instalarnos aquí, no hasta que hayamos conseguido provisiones.

Luego de una corta explicación sobre qué significaba "provisiones", caminaron con calma por la casa para terminar de conocerla.

En el corredor que daba a la entrada de la cabaña había una puerta que abría al baño de visitas. La (nacionalidad) bajó la palanca del inodoro por curiosidad y descubrió que no funcionaba por, al parecer, falta de agua. Razonó un poco y se dió cuenta de que, si vas a dejar tu casa para siempre en tan buen estado, lo más probable es que apagues en generador principal de energía.

Por lo que si había alguna probabilidad de que el baño, el agua y la luz funcionacen, primero tendría que encontrar el panel eléctrico y encenderlo.

Lo que no le tomó mucho, ya que estaba justo en el pasillo que daba a lo que parecían ser los dormitorios. Lo abrió con un poco de esfuerzo y activó los interruptores indicados, uno por uno, caminando luego al baño para probar el agua y el desagüe.

La niña le seguía en silencio y con curiosidad.

La (nacionalidad) bajó la palanca del inodoro y descubrió que, de alguna forma, funcionaba a la perfección. Giró una de las llaves del lavabo y el agua salió marrón y esporádica al principio para luego estabilizarse y aclararse.

Se lavó las manos y la cara y ayudó a Wendy a hacer lo mismo, secándose ambas con sus propias ropas ya que la toalla que estaba disponible no estaba del todo... bueno, disponible. Las polillas la habían llenado de huecos y estaba tiesa de la sequedad.

(T/N) supuso que podrían usarla como estropajo.

Siguieron recorriendo la casa. El pasillo interior (el del panel eléctrico) daba a tres habitaciones. Una era claramente el cuarto de la pareja a la que perteneció la cabaña: tenía un gran baño, un ropero, dos mesas de noche, una cama matrimonial y un gran ventanal cubierto por dos gruesas cortinas. No había pertenencias personales más allá de un marco de fotos vacío y un polo ahuecado de mangas cortas que también usarían de estropajo.

La habitación siguiente era un antiguo dormitorio que debió haber pasado a ser un almacén. Tenía unas cuantas cajas hacia la pared, pero el resto era un cuarto de una persona. Había una cama de una plaza, una mesa de noche, un pequeño ropero, un baño, una ventana con las cortinas echadas y una silla solitaria apoyada contra la pared.

Las cajas contenían herramientas de jardinería, herramientas para la casa, un par de libros viejos y un lápiz olvidado.

Una de las cajas estaba vacía.

La tercera habitación era un pequeño estudio. Las estanterías estaban casi vacías, a excepción de un par de tomos viejos y empolvados, un par de atlas y un diccionario. La mesa que daba la espalda al ventanal cubierto por las cortinas tenía una computadora de esas antiguas y gordas, un fax, un teléfono viejo (no de los de disco, no tanto), una lamparita y un lápiz. Los cajones estaban vacíos y el sillón de cuero estaba en perfecto estado.

Comprobaron que las luces encendían en las tres habitaciones y se dirigieron de vuelta a la sala y hacia la cocina.

Era pequeña pero cómoda, con una refri-congeladora vacía y una cocina con cuatro hornillas, y al encender una (T/N) comprobó que era a gas y que el tanque estaba casi lleno. Había vajilla para seis personas, un par de sartenes, un par de ollas, tres cuchillos de cocinero, un delantal, un rodillo, una bandeja para horno, un molde grande para torta, dos galones más de gas, y un secador que tendría que ser degradado a estropajo. En la esquina había una escoba y su recogedor.

El comedor era una pequeña mesa redonda con cuatro sillas a su alrededor ubicada en la misma cocina, pero en la zona del ventanal panorámico que habían visto desde fuera.

(T/N) estaba maravillada.


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Capítulo chill para relajarse del desastre de la parte anterior

Si alguien recuerda quién es Fredrick y sabe decírmelo, le doy una galletita okno

(when necesitas nombres para personajes irrelevantes por lo que no quieres poner a gente de Hetalia pero tampoco crees en los papeles que, convenientemente, tienen solo los nombres borrados o "corridos con el tiempo")

Reusando ocs por tercera vez sin importancia para la historia :'v

Nos vemos el siguiente martes ^^7

Les loveo <3

-Gray

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