Capítulo 35 - La Bodega
Caminaron dos días más, y no comieron al segundo. Los que se encontraban en el medio del grupo habían comenzado un callado juego de ritmo agogó, pero por lo demás continuaron en un tenso silencio de espera.
El asentamiento al que se habían estado dirigiendo lo divisaron sin problemas. Eran un grupo de casas y un par de bodegas construidas todas a lo largo de una porción de la carretera, un par de establos situados a unos minutos de caminata que se notaba habían sido abandonados incluso antes de la catástrofe.
Tan cerca a la frontera, uno esperaría que estas personas hubieran tenido la suerte de evitarse todo el desastre, pero al parecer los infectados viajaron a todo lo largo y ancho del país. (T/N) y compañía hasta se sorprendieron un poco cuando tuvieron que deshacerse de un par de infectados en el camino, caminando entre una gran cantidad de cuerpos descompuestos que no podían haber sido de gente sana.
Por lo que no fue extraño ver a la gente alcanzar sus armas por si acaso en cuanto divisaron sus siluetas acercarse en la distancia.
Las personas les miraban con cuidado, algunos desde la seguridad de sus hogares y otros de pie frente a las puertas de sus casas. Nadie decía nada, solo observaban. Esperaban. A ver si el pequeño grupo decidía atacarlos o solo buscaban pasar en paz.
Algunos, incluso, los miraban con sospecha.
(T/N) no estaba muy segura de si quería saber por qué.
Intentando no tomarse las miradas a pecho, el grupo siguió la carretera hasta llegar a una de las bodegas, de esas que también servían el ocasional menú barato del día.
Lo más sorprendente de todo era que todavía insistían en utilizar la economía previa al desastre.
Era bueno, entonces, que a Cosette se le hubiera ocurrido traer bastante dinero.
Se sentaron como pudieron alrededor de las pocas mesas de plástico disponibles y almorzaron en un tenso silencio. No era nada del otro mundo, una sopa un tanto aguada, pero en las condiciones en las que se encontraban (T/N) no podía pedir más.
El primero en terminar fue Ivan, y (T/N) se apresuró en acabar su plato para seguirlo. Ambos se levantaron de la mesa en la que estaban y se acercaron a la vitrina tras la cual estaba sentada la aparente dueña del establecimiento.
Tomó un poco de explicación, pero al final lograron convencerla de venderles provisiones para poder llegar a la frontera. No les faltaba mucho, así que no necesitaban demasiado; pero incluso una sola zanahoria era valiosa para la gente trabajadora de una comunidad tan apartada en tiempos tan difíciles.
Mientras la señora se encontraba fuera de la tienda, habiendo dejado su puesto por una pequeña puerta para buscar las provisiones, (T/N) e Ivan esperaron con calma.
Hasta que un sujeto golpeó el counter de la vitrina contra la que ellos se estaban apoyando, sobresaltando un poco a ambos.
(T/N) e Ivan se giraron a encarar al tipo, confundidos y (en caso de ella) alertas.
—Cuidado con el vidrio. —comentó la (nacionalidad), manteniendo la calma, a modo de inicio de conversación sin inmediatamente acusar al sujeto de cualquiera que fueran sus intenciones.
—El vidrio será el último de tus problemas. —el sujeto se burló, pero la burla no llegaba a sus ojos.— ¿Qué hacen aquí?
—Abasteciéndonos de provisiones, evidentemente. —respondió ella, decidiendo que no ganaba nada intentando mentir.
—Evidentemente. —el tipo prácticamente escupió, repitiendo lo que ella dijo con desdén.— Querrás decir robando.
—Si utilizaras tus ojos habrías visto que pagamos. —(T/N) frunció el entrecejo, más irritada con cada palabra que dejaba al tipo. Ivan permanecía nervioso a su lado.
—Monedas y billetes no nos van a alimentar ni mantener con vida aquí. —insistió el sujeto, acercándose.
—Lleva tus quejas con la que aceptó el dinero para empezar. —retortó ella.
—¡Ustedes son los que pidieron llevarse comida! —otro golpe al vidrio, y esta vez un trozo de la vitrina se partió con un sonido molesto.— Solo se las están dando porque la casera es demasiado buena para negarse. ¡Ustedes la presionaron a aceptar!
—Convencer no es lo mismo que presionar. —siseó la (nacionalidad), parte de su concentración dedicada a no levantar su voz.
—¿Y robar no es lo mismo que llevarse sin permiso? —rió enojado el hombre.— ¿Por eso se "llevaron" pan de La Planicie?
(T/N) se tomó unos segundos para pensar en la acusación del tipo.
¿La Planicie? ¿Pan? El único pan que habían conseguido hace poco fue el que le fue entregado a Alfred en la comuna.
Entonces ese debía ser el nombre del lugar.
Por un instante, la mirada de la (nacionalidad) cayó en el rubio de lentes, tensa. Los demás se habían levantado de sus sitios o permanecían sentados con cuidado, observando la escena.
No, supuso ella. Alfred no robaría.
Como mínimo, confiaba en eso.
Estaba segura.
Su atención regresó al sujeto.
—¡¿Entonces?! —el tipo se acercó más.— ¿Se van a "llevar" comida de aquí también y dejarnos a morir de hambre?
Ah.
Al final, de eso se trataba todo.
De alguna forma, los indeseables de la comuna habían previsto que llegarían a este asentamiento, y habían cortado camino directo hacia aquí en lugar de seguirlos en la dirección opuesta.
—No robamos pan. —declaró ella, tratando de mantener la calma. Desde la periferia de su campo de visión se percató de un grupo de gente aglomerándose a la entrada de la bodega, algunos ya de pié dentro, y resultó un poco más difícil estar tranquila.— Ni siquiera lo pedimos, en primer lugar. Nos dieron pan antes de irnos.
—Les hayan dado o no les hayan dado, nadie consultó con nosotros. —el sujeto espetó.— Los productos generados allá están bajo nuestra jurisdicción. Ustedes se llevaron algo de lo que no nos enteramos. Ustedes robaron.
—Los productos generados allá están bajo la jurisdicción de la gente que los produce. —retortó ella, ahora completamente irritada.— No es nuestra culpa que ustedes estén jugando a la dictadura con pobres inocentes. Ahora, hazme un favor y vete a la mierda.
Fue como si alguien presionara el gatillo de una ametralladora.
El sujeto sacó uno de los trozos del vidrio e intentó cortarla con eso, pero (T/N) logró esquivar hacia atrás al haber estado alerta. El resto de los presentes en la bodega inmediatamente intentaron socorrerla y capturar al tipo, pero el grupo de gente fuera se abalanzó contra ellos antes de que pudieran llegar lejos.
Mientras retrocedía con Ivan lejos del sujeto armado e intentaba hacerse a su palo de contención, (T/N) escuchaba las voces de los demás no muy lejos de ellos. Parecía más una terrible discusión que una pelea, más gritos y preguntas que golpes y disparos, por lo que ella supuso que debían estar intentando capturarlos en lugar de eliminarlos.
Acababa de desenredar el palo para sostenerlo cuando una silla salió volando en dirección a ellos, tomando a la (nacionalidad) tan por sorpresa que apenas tuvo un instante para verla venir antes de que la hubiera golpeado contra la vitrina.
Fue por algún tipo de intervención divina que el vidrio no se rompió por el golpe.
Ivan se apresuró a atacar al sujeto con su tubería.
(T/N) recobró el sentido del oído luego de unos instantes, incorporándose con la cabeza dándole vueltas. Sostuvo su palo y se puso en pie, ignorando el dolor, justo cuando Ivan logró atinar un golpe a la quijada del tipo.
El sujeto se tragó un grito de dolor y atrapó la tubería con un brazo, el otro blandiendo el trozo de vidrio hacia-
La (nacionalidad) logró jalar a Ivan de su abrigo, el vidrio haciendo un corte en su mano en lugar de atravesar su palma por completo. (T/N) ignoró (con mucho esfuerzo) el pequeño grito de dolor del ruso, empujándolo tras ella y lejos del sujeto.
Se asió al palo y esquivó una puñalada del vidrio, tacleando al sujeto con el batón en ambas manos y hundiéndose en su abdomen.
Para su infortunio, el sujeto resistió. (T/N) tuvo apenas un instante para percatarse de su error cuando una mano jaló de sus cabellos y algo frío se posó en su cuello.
Alarmada, logró con esfuerzo mirar lo suficientemente abajo sin mover su cabeza para encontrar el reflejo del trozo de vidrio apoyado contra su yugular, el sujeto sosteniéndola firmemente de su cabello.
(T/N) no retiró su batón de donde seguía hundido en el torso del otro, pero tampoco lo empujó más.
—¡(T/N)! —Ivan gritó, alarmado.
Ella se quedó inmóvil.
Al igual que el resto del lugar.
Hubo un silencio tenso y sepulcral en la escena mientras la pelea se detenía y todos se giraban a ver lo que estaba sucediendo.
El tipo soltó un sonido de cansancio y burla, y se giró a ver a los demás sin quitar el vidrio de su pulso.
—Bien. —comenzó, claramente orgulloso de su logro.— Ahora pongan sus armas en el piso.
—Escucha, —Cheng levantó las manos en rendición, ya que él no había tenido un arma para empezar. Actualmente se encontraba balanceando una silla con su pierna para alejar a un tipo que sin duda había estado intentando llegar a Mei escondida tras su primo.— nos iremos sin llevar las provisiones-
—Dije. Que pongan sus armas. En el piso. —el tipo insistió, amenazante, apretando su agarre en los cabellos de la (nacionalidad). Ella se tragó un sonido de dolor.
—Lo que quieres es que no nos llevemos comida, ¿verdad? —Cheng intentó continuar negociando, claramente pretendiendo estar más tranquilo de lo que estaba.— De acuerdo, no la llevaremos. Sólo-
—No me sirve ya ahora que almorzaron la mitad de todo el menú. —el tipo espetó, y los labios del asiático se apretaron en una fina línea de frustración y miedo.— ¿Van a dejar eso también? ¿Debería ayudar con mi dedo en su garganta para que lo boten?
—Te hubieras acercado para evitar que almorcemos en primer lugar, entonces. —Cheng intentó, sus manos en el aire temblando apenas. (T/N) se percató de Arthur y Vash ambos tratando de alistar sus armas sin que los demás se dieran cuenta.
—¡Calla, mierda! —el tipo jaló sus cabellos con fuerza, y (T/N) podía sentir sus propias manos en el palo de contención temblando un poco.— ¡Les dije que pongan las armas en el piso!
—Aleja el vidrio de su cuello. —el asiático insistió, pero solo servía para seguir distrayendo al tipo. Al ver las expresiones de los otros dos, (T/N) sabía que eso era todo lo que necesitaban.
Enojado, el sujeto puso su atención en el que había estado forcejeando con Cheng. Con un movimiento de cabeza, el otro entendió lo que quería, y pateó la silla contra el asiático.
Aprovechando la conmoción, Arthur disparó.
La bala atravesó el hombro del sujeto, y el dolor y la sorpresa fueron suficientes para que soltara su agarre en la (nacionalidad), pero no lo suficiente para distraerlo del todo.
(T/N) intentó escapar hacia abajo, despegando el palo de contención del torso del sujeto y sacando su cabeza de donde había estado entre sus manos. El tipo, previendo que ella escaparía, empujó el vidrio hacia delante en un intento de atraparla antes de que se fuera, la mano que había estado en su cabello cayendo inútil a su lado por el dolor en el hombro.
(T/N) sintió el aire antes del frío, y el frío antes del dolor.
Gritó.
No sabía ni dónde era que le dolía. La pequeña parte no histérica de su cerebro reconoció que el vidrio debió ser la causa, pero todo en la cabeza le dolía tanto que no sabía qué era lo que pasaba.
Escuchó disparos, pero no mucho más. Sintió a alguien dirigirla con cuidado hacia un lado, pero ella solo podía intentar no seguir gritando.
Llevó una mano a su rostro. Encontró algo mojado - sangre, ayudó su parte racional. Derramándose desde algún lado en su cara y chorreando más allá de su boca, a lo largo de su cuello, entre sus dedos. Un olor y sabor terrible a metal caliente a su derecha, pronto mezclado con la sal de sus lágrimas derramándose por su lado izquierdo, cualquiera que hubiera habido del otro lado probablemente cubierta por la sangre.
Su mano ensangrentada cubría su ojo derecho, el lado izquierdo apenas brindándole mucha ayuda cuando intentó ver lo que sucedía a su alrededor. Pudo distinguir más sangre en la vitrina, y un cuerpo en el piso; era probable que alguien le hubiera disparado al sujeto, tal vez Vash. Podía ver a Ivan a su lado y a Mei acercándose con lágrimas en sus ojos.
La pelea... ¿Todavía estaban peleando?
¿Por qué mierda seguían peleando?
Todo le dolía demasiado. La cabeza parecía que le iba a reventar.
Solo quería que hubiera paz y calma por un maldito segundo.
—¡CÁLLENSE! —gritó, su garganta destrozada por todo el ruido que había estado haciendo de dolor.— ¡Cállense, carajo, cállense!
—¡Dejen sus armas en el piso y ríndanse! —una mujer pidió entre la conmoción, probablemente parte de los desgraciados que los estaban intentando atrapar.
—¡Ya les dijimos que no nos llevaremos la comida, déjenos ir! —Mei lloró, desesperada, sus manos temblando donde se aferraban del brazo libre de la (nacionalidad).
—¡Dejen sus armas-!
—¡No, mierda, no! —(T/N) la interrumpió, enfurecida, levantando su cabeza como pudo para encontrar a la mujer entre la gente. La tipa pareció detenerse en sorpresa, su pala forcejeando contra el remo de Lovino.— ¡¿Cuál es su puto problema?! ¡Estamos intentando ayudar!
—¡Si quisieran ayudar ya se habrían rendido! —uno de los sujetos insistió.
—¡No a ustedes, tremendo idiota! —la (nacionalidad) ladró, por poco y matándolo con la mirada, aparentemente. No se detuvo a cuestionar por qué el sujeto se asustó tanto cuando lo miró.— ¡Ustedes pueden morir mañana, por todo lo que me importa! ¡Estamos intentando ayudar a la gente que sí quiere sobrevivir!
—¡Nosotros también queremos sobrevivir! —la tipa de antes intentó discutir.
—¡Ah, verga! ¡¿Entonces qué coño hacen esclavizando a los demás?! —gritó (T/N). La tipa se calló del miedo.— Ustedes quieren jugar a ser los que están en control. Demasiado concentrados en su propio beneficio para percatarse que están matando a los demás. ¡Jódanse! ¡Yo quiero sobrevivir, y si tengo que usar tu columna vertebral como soga para salir de este hueco, pues lo haré! ¡Ahora, lárguense!
Algunas armas cayeron al piso, unos cuantos del grupo retrocendiendo con cuidado.
—¡LÁRGUENSE! —insistió la (nacionalidad).
Uno tras otro, los que les habían estado atacando pusieron pies en polvorosa y salieron corriendo de la bodega.
(T/N) cayó al piso en sus rodillas, ambas manos rojas sobre el lado de su rostro que punzaba del dolor como si tuviera una espada atravesada en el cráneo, las lágrimas cayendo por el otro lado.
—¡(T/N)! —varios de su grupo gritaron en preocupación, acercándose entre las mesas y las sillas tiradas.
—(T/N), por favor, mírame. —Mei rogó, su voz temblorosa, directamente a su lado.
La (nacionalidad) apenas podía levantar su rostro. Haber gritado tanto solo había empeorado su dolor de cabeza. Pero, en realidad, su ojo derecho le dolía mucho más, ahora que ya podía discernir qué parte en específico era lo que le molestaba.
—Duele... —logró lloriquear, patética, apretando sus manos donde dolía intentando ofuscar la agonía.
—¡No, no te aprietes! —Ivan se apresuró a corregir sus manos.— Agh, necesitamos limpiar todo esto...
—¿Alguien tiene vendas? —se escuchó la voz de Arthur, imperativa y comandante.
—¡Yo, yo! —Feliciano ofreció, su voz rasposa.
—Oh no, oh no... —la asiática lamentaba, asustada.— Vendas no van a ser suficiente...
—¡Yo tengo anestesia! —una voz desconocida llegó de detrás de las vitrinas, y a (T/N) le costó mucho esfuerzo reconocerla como la señora dueña de la tienda. No sabía cuándo había regresado, pero a juzgar por el miedo en su tono, era seguro asumir que había presenciado parte de la pelea.— ¡Tengo unas almohadas, también! ¡Tráiganla aquí atrás!
—¡Muchas gracias! —Elise, aterrada, agradeció al tiempo en que la (nacionalidad) sentía que alguien la cargaba.
(T/N) apenas podía prestar atención a otra cosa que no fuera su dolor mientras la llevaban de un lado a otro, sobre vidrios rotos, a una habitación menos iluminada. Escuchaba a la señora indicarles dónde colocarla, que tengan cuidado, que volvería de inmediato con la anestesia.
—Vamos, (T/N), tú puedes. —Mei la alentaba a su lado. Por qué, ella no tenía ni idea.
—Oh, mierda, esto va a doler... —Romeo maldijo desde un costado.
—Hey, ¿(T/N)? —la voz temerosa de Alfred llamando por ella la obligó a prestar un poco más de atención. — Shit, no sé como decir esto...
La (nacionalidad) se las arregló para soltar un sonido que indicaba que lo estaba escuchando, aunque no podía ni abrir sus ojos por la agonía.
—¿De qué color vas a querer tu parche? —preguntó en su lugar Sadik, preocupado.
—Yo tengo uno negro, creo. —Arthur ofreció no muy lejos de donde ella estaba.— Peter lo encontró en una tienda, todavía debería tenerlo.
—¡Oh! ¡Yo le haré un bordado bonito! —Elise ofreció, casi llorando.— Lo haremos súper lindo, ¿okay, (T/N)? Así que por favor resiste esto...
(T/N) no sabía exactamente de qué estaban hablando, ni de qué tenía que ver un parche en todo esto. No sentía que nada de su ropa hubiera sido rota, así que no debían estar hablando de uno de esos parches.
Un parche negro... ¿Por qué diablos tendría Peter un parche negro de una tienda?
¿Un parche pirata, tal vez? ¿De ojo?
Ah-
Ahora que lo pensaba...
No podía abrir su ojo derecho.
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tengan un cap algo más largo para su goze y disfrute durante esta cuarentena hahah
me re desacostumbré a actualizar semanal wow
okok
les veré en el cap que sigue <3
-Gray
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