Capítulo 34 - Continúa el viaje


Si algo le irritaba a (T/N) de la situación, obviando por supuesto el dolor punzante en su nuca y el vértigo, era que ahora estaba mentalmente dividida en dos.

Por un lado, estaba la parte fría de ella que había sobrevivido día tras día por toda esta gigante pesadilla, endureciéndose poco a poco para soportar cualquier adversidad. Por otro lado, estaba la parte suave y aterrada que acababa de entrar a dicha pesadilla como si fuera el primer día, carne fresca para todo el desastre, que insistía que el mejor plan era dejar que la tierra las tragase y llorar un río abajo.

La peor parte de todo, por supuesto, era que ambos lados le resultaban igual de válidos. Recordar todo de golpe no solo había sido horrible y un mal susto, sino que también le había abierto los ojos por la fuerza y le había obligado a ver la realidad como se había estado negando a verla.
Sin embargo, la parte de ella que las había salvado hasta ese momento había enterrado sus talones en la tierra y no pensaba moverse de su lugar. Aterrada o no, exhausta o no, la verdad de los hechos era que ya no podían echarse atrás. Ya no podían pretender ser capaces de colocarse a un lado de la acción y dejar que los demás se encargaran de todo, convertirse en una persona más de las masas que debían ser protegidas porque no podían protegerse solas. Habían llegado tan lejos, e involucrado a tantas personas en su camino, que dar media vuelta estaba fuera de las alternativas.

Quisieran o no, debían continuar adelante.

De cierta forma, (T/N) supuso que era bueno haber descubierto esa parte aterrada de ella que todavía sentía como ella había sentido la noche en que saltó por la ventana de su cuarto.
Porque ahora que sabía dónde estaba, podía encerrarla bajo llave y tirarla a las profundidades de su consciencia.

Tal vez, cuando todo hubiera terminado, la liberaría.
Aunque no estaba muy segura si sería capaz de lidiar con ella cuando llegara el momento.

—Perdón. —murmuró, intentando aclarar su garganta, alejándose de Cheng mientras se limpiaba los ojos.— No sé que pasó.

Claro que sabes.

—No hay problema. —Cheng sonrió de todas formas, amable, ordenando sus cabellos de nuevo. (T/N) podría haberle agradecido por no hacer preguntas, pero eso no hubiera tenido sentido.— Me alegra que estés bien.

¿Lo estaba?

(T/N) sacudió su cabeza y caminó hacia el resto del grupo, quienes uno por uno dejaron lo que estaban haciendo para mirarla aliviados. Ella supuso que estaban enjuagando las suelas de todos los zapatos porque se habían enlodado con combustible. En retrospectiva, eso también explicaba por qué Feliciano estaba con el torso al descubierto.

—Alguien por favor explíqueme qué pasó, más allá de que escaparon. —(T/N) suspiró, cansada.

—No mucho. —Alfred informó, limpiando sus lentes.— Una chica me dio una canasta con pan a escondidas un poco antes que te noquearan. Sadik te levantó y Toris usó tu mapa para sacarnos de ahí. —una pausa.— Corrimos como media hora antes de armar la fogata aquí.

—¿Media hora? —la (nacionalidad) se alarmó un poco.— No quiero arruinar la victoria, pero media hora no es nada.

El grupo la miró, confundidos.

—Okay, no puedo creer que voy a hacer esta comparación, pero es necesario avanzar por lo menos cinco mil bloques lejos de cero-cero y alejarte de las líneas cardinales para estar a salvo. —(T/N) intentó explicar, y Alfred hizo una mueca de vergüenza.

—Ah. —soltó el rubio. Así que él sí entendió la referencia, interesante. Los otros seguían perdidos.— Ah, no, no te preocupes. Toris se aseguró de dirigirnos en zig-zag. No corrimos en línea recta.

—De acuerdo. —permitió ella, sentándose frente a la fogata. Honestamente, no quería discutir eso.— De acuerdo, esperemos que eso sea suficiente.

—Considerando que llevamos una hora aquí y aún no han venido por nosotros, yo diría que sí lo es. —Ivan musitó.

(T/N) evitó soltar un "hubieran empezado diciendo eso", y se concentró en la fogata y en entrar un poco en calor.

Hora de analizar la situación general.

No habían perdido a nadie todavía, y aún no habían tenido la necesidad de utilizar los antídotos con los que cargaban. (T/N) había estado pensando en dejar algunos frascos con la comuna pero, eh, evidentemente eso no había sido posible.

Sin provisiones sustanciales que ella había esperado podrían conseguir en la comuna, eso les daba un par de días más antes de tener que detenerse a buscar qué comer. La frontera estaba relativamente cerca, así que era más un tema de qué ruta tomar que les daría la oportunidad de recolectar comida o cazar algo--

—¿Dónde está mi mapa? —preguntó, ojos fijos en la fogata. Tenía que trazar un nuevo camino.

Toris rebuscó en su mochila antes de sacar el papel plastificado doblado en varias mitades. Una vez lo tenía en sus manos, lo extrajo del equipaje para entregárselo, pero se detuvo a medio camino como si dudara algo.

Luego, levantó la vista hacia ella en una expresión seria de determinación y... ¿nervios?

—¿Cuál es tu plan? —demandó Toris, manteniendo el mapa cerca de él en lugar de entregárselo.

Quieren que los incluyas--

(T/N) sacudió su cabeza para limpiar sus pensamientos, y extendió su mano para recibir el papel.

Derrotado, Toris obedeció.

Pero en lugar de observar el mapa ella sola, se giró lejos de la fogata y lo extendió sobre el pasto a la vista de todos.
Inmediatamente, varios de los demás se movieron para sentarse alrededor y poder ver mejor, al parecer sorprendidos.

—La frontera está cerca, pero no tan cerca como para llegar con las provisiones que tenemos ahora. —explicó ella.— Una canasta de pan no va a mantenernos a todos, así que...

—Debemos cambiar el rumbo. —Arthur completó.

—Eso mismo. —asintió (T/N).

Y comenzaron a trazar posibles líneas de recorrido sobre el mapa.

A los cinco minutos, se escuchó un sonido de sorpresa proveniente de un lado del grupo, y entonces--

—¡Vash! —Elise lloró, aliviada, y (T/N) alcanzó a ver su sonrisa antes de que escondiera su rostro en el pecho de su hermano.

El rubio se había despertado, y como es natural, parte de la atención del grupo fue derivada a asegurarse que estuviera bien.

La misma (nacionalidad) soltó un pequeño suspiro de alivio antes de retornar su concentración al mapa.

Eventualmente, y tras mucho debate, llegaron a una conclusión: se detendrían en en el pequeño asentamiento a medio día de la frontera. Si bien eso quería decir que corrían un gran riesgo si es que resultaba que habían personas violentas ahí, la única otra opción viable era internarse en el bosque montaña arriba y tratar de cazar algo.

Lo cual no solo no sonaba prometedor, sino que además les obligaría a desviarse del camino por un día y medio de caminata.

Y ya no podían seguir perdiendo tiempo.

Esa noche, Ivan y Toris se las arreglaron para convencer a Vash y (T/N) de no formar parte de los turnos de guardia, considerando que ambos necesitaban descansar bastante.

Así que (T/N) durmió a lo largo y ancho de toda la noche, despertándose a la mañana siguiente con un humor terrible.
Tal vez si la hubieran dejado montar guardia, al momento de despertarla para su turno, alguien la habría salvado de su pesadilla. Y tal vez, cuando hubiera intentado dormirse de nuevo, habría tenido un sueño más decente.

Ella misma sabía que eso último era muy poco probable, pero eso no ayudó con su molestia.

De todas formas, enterraron los restos de la fogata y enrumbaron hacia su nueva dirección.

La mañana estaba clara y despejada, con poca neblina de la que preocuparse mientras caminaban entre el bosque en busca de la carretera. (T/N) suponía que eso era bueno, ya que así podrían estar al tanto de sus alrededores y ver a alguien antes que ese alguien les viera a ellos.

Todavía no estaba dispuesta a descontar la posibilidad que los desgraciados de la comuna intenten seguirles. La cautela nunca estaba de más. Sobre todo si habían causado tanto desastre como ella recordaba. Una buena parte de los hombres (y mujeres, sí llegó a ver unas cuantas en la pelea) que les atacaron quedaron sanos y salvos, privilegio de ser el grupo más grande en la batalla. (T/N) no estaría extrañada si aquellos que quedaron conscientes y vivos pensaran en su grupo con desdén y odio. Después de todo, habían aparecido de la relativa nada, se los habían cargado a golpes, y se habían largado sin más.
Lo extraño sería que no les resintiesen.

Por costumbre, (T/N) escaneó a su grupo a su alrededor para asegurarse que todos seguían ahí. Cansados, alertas, los quince que habían partido con ella de la ciudad caminaban a su alrededor en la misma formación del inicio.

Pero unos cuantos no dejaban de lanzar miradas sobre sus hombros, como si algo les preocupara.

—¿Pasa algo? —la (nacionalidad) preguntó, una mano acercándose al palo de contención colgando de su cintura.

—¿Eh-? Ah. No. —Feliciano regresó su mirada al frente, algo avergonzado. Mei, Cheng y Alfred le imitaron, y Toris quedó mirando atrás por un rato más.— No, solo pensaba...

El chico no continuó con lo que iba a decir, sus palabras quedando suspendidas en el aire, y (T/N) relajó su postura.

Solo pensaba, ¿eh?

Pensaba en la comuna, probablemente. En las personas que le habían regalado la canasta de pan a Alfred en medio de la pelea, aventurándose al desastre llenos de miedo para contribuir como pudieran a su causa. En todos los demás inocentes víctimas de la situación que habían dejado atrás, a la merced de esos desgraciados.

(T/N) nunca se había considerado una salvadora, del tipo de personas que van por ahí rescatando gente y sacándolos de situaciones difíciles. Si bien es cierto que había cargado con muchos a lo largo de toda esta desventura, no había salvado a ninguno. Tal vez solo a Vash, y por consiguiente a Elise. Y tal vez también a Mei y Cheng. Pero más allá de eso, lo único que había hecho era ofrecerles una mano para que se levanten de nuevo, metafóricamente hablando. Mejorar sus probabilidades de sobrevivir, como lo hizo con Romeo y Alfred. Como lo hizo con todos los del resort, de cierta forma.

No habría salvado a nadie hasta que los infectados fueran algo del pasado y pudiera echarse sobre el pasto a esperar con calma que las plantas se la traguen.

No, todo eso lo había hecho en el nombre de la supervivencia. Su propia supervivencia, y la de la humanidad que estaba dispuesta a colaborar para lograrlo.

Pero, todo eso de lado, sí tenía que admitir que ella, también, sentía que tenían que hacer algo más por los que dejaron ahí en la comuna. No sentaba bien con ella llegar, presenciar semejante situación, e irse sin intentar cambiar algo, ayudar de alguna forma.

—Volveremos. —prometió a nadie (T/N), causando que todo el grupo se girara a mirarla. Los que habían estado preocupados por la comuna parecían esperanzados.— Cuando hayamos conseguido ayuda, haremos una parada ahí antes de regresar a la ciudad.

Feliciano sonrió, aún preocupado, pero sonrió; y le siguieron los demás a quienes les pesaba lo que había pasado allá atrás en la consciencia.

Sí, volverían. Cuando no fueran solo ellos dieciséis, y cuando estuvieran seguros que no irían para ayudar sino para salvarlos, volverían.

¿Qué era el peso de un par de vidas más cuando ya se cargaba con cientos de otras?

Si el antídoto había sido su primera pequeña idea para apoyar en la supervivencia de todos, este viaje era el llamado final.

Ya habían llegado tan lejos.

¿Por qué no llevar a todos, igual?


~~~~~~~~~~~

el grupo marcha de nuevo 👀

les veré pronto <3

-Gray

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