Capítulo 31 - Lo que dejaron atrás
La comitiva se reunió, casi una hora después, en el punto acordado. Al ver la cantidad de provisiones que habían recolectado cada uno de los dúos, (T/N) sintió una oleada de... algo.
Lo cual la confundió.
Todos habían recolectado más que ella y Alfred, mucho más. Y si bien nadie estaba juzgando que hubieran encontrado menos provisiones, sí presentaron orgullosos los frutos de su trabajo a ella, como si buscaran su aprobación.
Otra cosa que también la confundió.
Pero el problema no era la confusión, no; el problema era que, solo entonces, (T/N) se percató que no había estado esperando que encontraran más comida que ellos.
No porque pensaba que ella y Alfred eran el dúo dinámico de la comitiva, sino porque... Bueno, en realidad no estaba segura de porqué supuso que los demás no serían igual o más efectivos que ellos.
Tal vez... ¿Acaso los creía incompetentes?
No. No, eso no era cierto, ella era consciente de que todos eran adultos capaces de recolectar su propia comida.
¿Entonces?
—Buen trabajo. —fue lo único que dijo luego de pasar por todo un cuestionamiento mental que duró medio segundo.— Sigamos avanzando.
Y si alguien se percató de su debate interno, fueron lo suficientemente considerados como para no comentar palabra alguna al respecto.
La niebla se había despejado, y todos parecían mucho más relajados. La conversación durante el camino había dejado de ser susurros y se había convertido en algún momento en cháchara a volumen normal.
Lo cual ponía a la (nacionalidad) en estado de alerta máximo, pero por alguna razón no encontró voluntad para silenciarlos.
—Diablos, cuando todo regrese a la normalidad voy a tener demasiados episodios con los que ponerme al día... —lamentó Mei.
Eso llenó a (T/N) de una extraña sensación de alivio. ¿Tal vez felicidad? No lo sabía.
Pero había algo en los demás pensando en lo que harían cuando todo fuera como antes que la alegraba. Tenían por seguro que lo lograrían, que todo volvería a ser, en efecto, como era antes.
Era un sentimiento dulce que no sabía describir, pero era, al mismo tiempo, aterrador.
¿En serio confiaban tanto en su plan? Apenas recordaba el nombre de la mitad de ellos, ¿cómo es que entonces estaban dispuestos a seguirla en una misión suicida?
Nuevamente, (T/N) empujó esos pensamientos a una esquina y pensó de nuevo en las palabras de Mei. Probablemente estaba refiriéndose a alguna serie que estaba en emisión antes de que todo sucediera.
Sin embargo, eso también le hizo pensar en algo.
No se había percatado, ya que el día que dejó su casa lo hizo sin sus cosas, pero... ¿por qué nadie usaba sus celulares y/o electrónicos para comunicarse con el mundo exterior?
—Ahora que lo pienso, —comenzó ella, y todos se callaron de inmediato, como si no hubieran pensado que se uniría a la conversación.— ¿acaso no tienen acceso a internet? Yo no pude tomar ni mi celular ni mi laptop cuando todo inició, así que no he tenido la oportunidad de comprobarlo.
—No, no hay internet. —negó Elise.— Al menos no ha habido desde ese día.
—Bueno, en realidad, —intervino Romeo.— Ni bien inició el caos aún había internet. Yo intenté llamar a Feliciano para decirle que se reuniera con nosotros dos, pero las líneas y la señal estaban tan congestionadas con todas las personas intentando lo mismo que... bueno, todo colapsó.
—Después de eso un camión de gas en un choque triple se fue contra la antena principal de señal telefónica. —informó Sadik, y todos lo miraron.— Explotó. Supongo que eso habrá impactado la conexión a internet general.
—A las diez de la noche nosotros intentamos llamar a nuestros primos. —Cheng comentó, y Mei asintió a su lado.— Pero para ese entonces ya no había señal.
—Claro, —rio en seco Sadik.— porque lo del camión fue a las nueve y media.
—O sea qué, ¿nos quedamos sin señal y conección solo porque un idiota se chocó contra la central? —Cosette se cruzó de brazos.
—Bueno, con todo el caos, en realidad me sorprende que no hayan explotado más cosas. —se encogió de hombros Sadik.— Pero sí, básicamente.
(T/N) suspiró cansada y regresó su atención a la carretera frente a ellos.
Habían dejado atrás las montañas boscosas y a su alrededor se podían ver largos campos de sembrío y ganado, las plantas un poco sobre crecidas debido al descuido durante las últimas semanas del caos.
Por alguna razón, la cháchara pareció relajarse aún más, llegando a niveles de volumen parecidos a los de una conversación normal.
La (nacionalidad) ya no estaba muy segura de si valía la pena decirles que guardaran silencio.
Para sorpresa de nadie, continuaron caminando hasta el cansancio; lo cual significaba que caminaron hasta que (T/N) tuvo la piedad de decir que pasarían la noche en ese lugar.
Así que armaron una fogata para cocinar y se acomodaron contra los troncos de los árboles.
La (nacionalidad) los observó en silencio. Arthur y Vash comían sin decir palabra, en un extraño compañerismo que hasta entonces ella no se había detenido a cuestionar. Las tres chicas parecían quejarse en silencio acerca de la falta de golosinas en sus vidas últimamente, y Feliciano se unió entusiasmado a la conversación cuando, de alguna forma, Cheng la transformó en un debate sobre postres y pastelería.
Era estúpido que conversaran de esas cosas en la situación en la que estaban, pero (T/N) no podía negarles la calma que venía con olvidar los problemas por unos momentos y simplemente ser.
No todos estaban igual de relajados, sin embargo.
—Estarán bien. —escuchó a Toris murmurarle a Ivan, como si intentara tranquilizarlo.— Me contaste que una de ellas era cinta negra, ¿verdad? ¿Y la mayor era enfermera? —sonrió apenas.— Si están juntas, es probable que estén más preocupadas por tí que tú por ellas.
—¿Familiares? —Alfred preguntó con cuidado, el resto de la conversación alrededor bajando el volumen para escuchar.
—Mis hermanas... —Ivan confirmó, suspirando del cansancio.— Estaban juntas en una cafetería cuando todo pasó. Lo último que supe de ellas es que lograron escapar de la ciudad, pero...
—Igual no hay lugar seguro. —Alfred completó, comprendiendo, y el otro asintió. Hubo silencio un momento en el grupo antes de que el de lentes regresara su atención a la fogata y añadiera.— Igual mi hermano. No dudo que sepa defenderse, puede noquear a un oso mano a mano, pero... —suspiró.— Me preocupa su estado mental.
—A decir verdad, Aurel también me preocupa. —Vladimir admitió, en un aparente esfuerzo por afirmar a los dos preocupados que estaba bien sentirse así.— Sé que está a salvo con los demás, pero... me gustaría estar ahí con él, ahora que mamá y papá no están.
—Igual con Peter. —Arthur asintió a su otro costado, sus ojos fijándose en un punto en la oscuridad, como si recordara algo.— Un amigo, también. Pero probablemente se integró a la fuerza en algún grupo, sí se las sabe arreglar.
—Nuestros primos son expertos en artes marciales, pero eso no sirve de mucho contra otras personas armadas. —Mei susurró, sus manos frotándose entre ellas en preocupación. Cheng le dió unas palmaditas en la espalda para recordarle que él estaba ahí.
—Un primo mío y su hermana son al revés, tienen armas pero no sé si puedan arreglárselas para manejar provisiones. —Cosette exhaló, no tan preocupada como los demás, pero igual de seria con el tema.
—Mis primos deberían estar bien si se quedan juntos. —Matthias comentó, sonriendo nervioso.— Asumiendo que se encontraron entre ellos, claro. Si no...
—La última cosa que supe de mis amigos era que iban a intentar encontrarse. —Toris comentó.— Lo malo es que, cuando cayó la conexión, perdí todo rastro de ellos.
—Yo igual. —Sadik asintió, y buena parte del grupo imitó el gesto.
—Esto no hubiera pasado si ese condenado camionero no se hubiera chocado contra la torre. —Lovino espetó, irritado.— Hubiéramos podido encontrarte antes. —agregó, mirando de reojo a Romeo, quien sonrió triste.
—Por lo menos ustedes tres están juntos. —Elise sonrió, sentada al lado de su hermano.— Yo apenas me separé de Vash por una hora, pero casi me dió algo en ese tiempo.
—Sí, bueno, solo estamos juntos porque (T/N) le salvó el culo a este idiota. —Lovino masculló, y Feliciano le pegó en la cabeza. El otro ni se inmutó.— ¿Qué? Es cierto. Yo le dije que no se separara de mí, pero no. Tuvo la brillante idea de regresar a buscarte.
—Yo ni siquiera estaba en la cafetería. —las cejas de Feliciano se juntaron, confundido.
—Eso fue exactamente lo mismo que le dije. —Lovino suspiró exasperado.
—¡Estaba preocupado! —Romeo intentó defenderse.
La pequeña discusión entre los hermanos comenzó a desviarse a temas sin sentido, y (T/N) estaba a un paso de decirles que se callen.
—¿Y qué hay de tí, (T/N)? —la voz de Sadik dirigida a ella regresó su atención a los demás, ignorando la pelea a un costado.— Yo tengo un amigo del que dudo su capacidad de sobrevivir, y Vash y Elise también tienen un par de conocidos que les preocupan. —una pausa.— Tú eres la única que no ha dicho nada.
Hubo silencio por un momento, la discusión entre los hermanos deteniéndose como si los tres considerasen su respuesta como más interesante que lo que sea que habían estado debatiendo.
Todos la miraron, y ella simplemente se encogió de hombros, sin mayor expresión en su cara.
—¿Nadie? —Sadik tradujo, frunciendo el entrecejo como si no le creyera.
—Wendy está con los demás, no pesa realmente en mi conciencia. —dijo ella, impasible.— Mis padres murieron cuando inició todo, y no tengo ni tíos ni primos ni hermanos de los que preocuparme.
—¿No tenías amigos? —Alfred insistió, incrédulo, y Toris y Mei tuvieron un segundo para regalarle una mirada asesina ante su tono acusatorio.
—Todos vivían cerca al centro, así que asumí lo peor el primer día y continué desde ahí. —reveló ella, no afectada para nada por su voz.— Es más, creo que reconocí a un par de ellos entre los cadáveres que sacamos del búnker.
Hubo silencio nuevamente, pero no duró mucho.
—¿Me estás diciendo que nunca te preocupó nadie? —Mei preguntó, suave, y (T/N) no estuvo muy segura de por qué tenía esa expresión de pena.
—Estuve un poco ocupada tratando de mantener a Wendy cuerda y a salvo, pero... —la (nacionalidad) inició, barriéndolos con la mirada, considerando la pregunta. Sus ojos cayeron sobre Arthur y se quedaron ahí un momento.— O sea...
Los demás siguieron su mirada, como si intentaran averiguar qué pensaba, y Arthur frunció el entrecejo en confusión por un segundo.
Se señaló a sí mismo, sorprendido, y (T/N) asintió aunque no quisiera.
—¿En serio? —el rubio soltó una risa de sorpresa, alegre por quién sabe qué.
—Peter y tú fueron los únicos con los que realmente interactué al principio. —intentó excusarse ella, avergonzada por alguna razón.— Pero solo fue al inicio. Luego hubo otras cosas más importantes en las que pensar.
—El antídoto. —Cheng murmuró, aunque todos le escucharon.
Por alguna razón, eso causó que un silencio sepulcral cayera sobre la escena, y la expresión relajada y entretenida de Arthur se convirtió en una de preocupación.
—El antídoto, sí. —afirmó (T/N).
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antes de que me linchen me gustaría que miraran la fecha de hoy (de publicación de este cap, en caso estén leyendo esto en el futuro)
listo? ahora sí, ya pueden sacar sus antorchas xd
no mentía cuando dije que no iba a abandonar esta historia lmao
les veo luego
- Gray
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