Capítulo 28 - Partida


-¡¿Estás loca?!

(T/N) parpadeó en confusión, observando con cuidado a los ex-encargados del resort y a Alfred mirándola como si le hubiera salido otra cabeza. Los demás que se encontraban en la plaza en ese momento estaban en silencio, también dándole miradas de escepticismo.

El resto habían ido a buscar un lugar en el qué pasar la noche, dejando al pequeño comité encargado de hacer las decisiones grandes para que pensaran cuál era el siguiente paso ahora que la ciudad estaba barricada y limpia de infectados.

-¿Hay algún problema? -preguntó ella, extrañada ante las reacciones.

-¿Algún proble-? -uno de los ex-encargados se masajeó la frente, estresado.- Escucha, no sé tú, pero el resto de nosotros vamos a necesitar o querer por lo menos un par de días antes de volver a... a hacer algo. -soltó un suspiro de exasperación.- ¿Estás tú en condiciones de hacer lo que acabas de proponer, siquiera?

-Estoy cansada, pero aún puedo caminar. -se encogió de hombros la (nacionalidad).- Y esto es urgente.

-No. -Alfred sonó extrañado.- No, no es urgente. -ante la mirada incrédula de ella, rodó los ojos.- Okay, no es urgente todavía. Pero igual no va a serlo por un tiempo. Algunos de nosotros queremos descansar.

-Eso es obvio. -ella se cruzó de brazos, impaciente.- En ningún momento dije que todos tenían que ir.

-Pero- ¡Argh! -el de lentes lanzó sus brazos al aire, irritado.

-(T/N), la intención es buena y sí, yo concuerdo con que eventualmente tenemos que hacerlo. -Sadik intervino, al parecer intentando mediar con la discusión que estaba comenzando a surgir.- Pero no ahora. No sé como decirte que mandar a un grupo fuera de la ciudad en un viaje en busca de ayuda del que podrían no regresar y por un tiempo que podría ser por siempre justo después de haber estado más de tres días luchando sin parar para limpiar una ciudad de infectados no es... la más brillante de las ideas, que digamos.

-¿Entonces pretendes que esperemos hasta que la situación vuelva a ser tan precaria como lo era en el resort para hacer el intento? -retortó ella, y los ex-encargados pusieron expresiones de sorpresa y dolor, como si acabara de tirarles una cachetada a todos.

-¿Cómo...? -murmuró uno.

-Si esperamos y el viaje resulta tomar demasiado tiempo, estaríamos poniendo en riesgo las vidas de todos los que se queden aquí en la ciudad. -continuó ella.- No puedes ponerle curitas a una herida abierta por siempre; tienes que cerrarla cuanto antes. De igual manera, la situación en la que estamos ahora no puede continuar, tenemos que movernos de inmediato.

Un silencio sepulcral reinó en la plaza por los minutos que siguieron.

Los tres ex-encargados se miraron entre ellos, expresiones de preocupación y nerviosismo en sus rostros. Cheng observaba todo desde un lado, preocupado, mientras Sadik y Alfred buscaban qué decir.
Arthur permanecía cruzado de brazos a un costado, mirada ilegible.

Mientras los demás parecían debatir mentalmente la cuestión, (T/N) tamborileaba sus dedos sobre su brazo en espera.
No podían seguir perdiendo tiempo jugando a esconderse. Tenían que actuar, y tenían que hacerlo de inmediato. Eso ya no era una cuestión de si ellos querían o no; si decidían no mandar a nadie en la comitiva de búsqueda, pues entonces (T/N) iría sola.
Sí querían tener una oportunidad para dejar de sobrevivir y poder dedicarse de nuevo a vivir, esa era la única opción.

-Si no quieren arriesgarse a perder a alguien más pues bien, no tienen por qué enviar a nadie. -habló de nuevo la (nacionalidad), y todos la miraron confundidos.- Pero alguien tiene que ir. Y si no va ir una comitiva, entonces iré sola.

-¡¿Qué?! -exclamó Alfred.

-¡(T/N), no puedes ir por tu cuenta, sería demasiado peligroso! -Cheng rompió su silencio, preocupado.- ¡Ni siquiera sabemos si hay algún otro grupo de gente cerca como para que pidas ayuda!

-En teoría, la siguiente ciudad siguiendo la carretera está relativamente poblada-

-¡No ayudas! -Alfred interrumpió a Arthur.

-...pero aún así dudo que sean capaces de ayudarnos. -Arthur continuó, ignorando al de lentes.- Si he entendido bien tu idea, lo que necesitamos es saber si esta crisis es mundial o si está reservada a este país. -musitó, y (T/N) asintió. Alfred miró al inglés con cara de "¿cómo diablos llegaste a esa conclusión?".- En ese caso, es más que probable que tengas que viajar hasta la frontera. Una vez ahí debería ser sencillo determinar si somos los únicos o no.

-Es más que probable que sea algo mundial, en realidad. -comentó ella.

-¿Por qué?

El silencio volvió a reinar, todos demasiado atentos a la conversación entre ella y el inglés como para atreverse a interrumpir.
La pregunta no había sido acusatoria; Arthur le estaba preguntando por qué ella creía que ese era el caso. Sin embargo, a dureza en sus ojos le daban la impresión de que había algo más que no estaba diciendo.

De todas formas, la (nacionalidad) se detuvo a pensar por un momento. ¿Por qué era probable que fuera una crisis mundial? ¿Cuál había sido su razonamiento cuando determinó eso?

-¿Porque, de no ser mundial, los demás países ya se habrían enterado y habríamos recibido apoyo hace tiempo? -sugirió Arthur, y ella asintió.

Sí, eso era lo que se le había ocurrido. Pero, ahora que lo pensaba mejor, ¿por qué tendrían que haber estado recibiendo apoyo?
Los países tenían una tendencia a ignorar los problemas de los demás, de todas formas. Siempre habían sido así. ¿Por qué había pensado que esto lo haría diferente?
Por supuesto que no recibirían ayuda a menos que fueran a pedirla con una buena justificación, así funcionaban las organizaciones.
Y más aún con algo biológico como eso; simplemente no les convenía intervenir.

-Esa mirada me dice que ya te diste cuenta. -volvió a hablar Arthur, su tono extrañamente decepcionado.

-En todo caso, mejor para nosotros. -insistió (T/N).- Sólo tendré que ir hasta la frontera para encontrarme con alguien que pueda llevarme a los generales. Con una buena razón, no tendrían forma de negarse a ayudarnos. No si las Naciones Unidas se enteran de esto. -argumentó.- Y si aún así se niegan, cerca a la frontera debería tener señal ya que sus torres seguirían intactas.

-¿E ir al internet por ayuda? -preguntó el inglés.

-Suele funcionar. ¿Qué otra opción nos quedaría? -(T/N) no cedió.- ¿Queremos volver a vivir en paz o nos vamos a contentar con sobrevivir entre la mugre?

Nuevamente, hubo silencio.
Pero no por mucho.

-De acuerdo. -suspiró uno de los ex-encargados.- De acuerdo, se hará una comitiva. Pero por lo menos deja que esperen hasta mañana en la tarde; no llegarán muy lejos si se van cansados desde ahora.

-Mañana a las cuatro en punto estaré en la entrada sur de la ciudad. -declaró la (nacionalidad).- Los que vayan a ir, que me encuentren ahí.

Luego de la pequeña reunión, (T/N) recorrió la ciudad en silencio, recolectando cosas que necesitaría en el viaje. Empacó comida y bienes, asegurándose que tendría suficiente para ella y un par de personas más, no muy segura de cuántos exactamente querrían ir.
Al parecer la gente estaba más preocupada por descansar que por trabajar para salir de sus problemas, pero bueno. El día que decidió hacer un antídoto fue el día en que decidió sacar a todos de ese desastre.
Y no iba a dar marcha atrás ahora, aunque tuviera que ir sola.

De vuelta en el lugar donde se estaban quedando para pasar la noche, el que resultó ser un club deportivo, (T/N) fue interceptada en las puertas de entrada por Arthur.

-¿Necesitas algo? -apremió ella, en realidad esperando que la dejara entrar. Iba a necesitar todas las horas de sueño que pudiera conseguir, después de todo.

-Podrías decir eso, sí. -asintió él, y (T/N) tuvo que evitar suspirar por la pequeña inconveniencia.

-Bueno. -pasó su peso de un pie al otro, paciente.- ¿Qué?

El inglés inclinó su cabeza hacia un lado para luego caminar en esa dirección.
Suponiendo que quería que lo siguiera, la (nacionalidad) se apresuró para alcanzarlo.

No se alejaron demasiado de la entrada, pero sí lo suficiente como para que nadie les escuchara si salían o entraban.
Por lo que, lo que fuera que Arthur quería, debía ser importante.

Pero por importante que fuera, ella igual necesitaba dormir.

-¿Entonces? -apuró, voz baja por si acaso.

-¿Sucedió algo? -preguntó él.

(T/N) le regaló una mirada incrédula por un momento.
Espera, el inglés estaba hablando en serio.

-Vas a tener que ser más específico, Arthur. -(T/N) se cruzó de brazos, esperando.

Él la miró por un momento, como si debatiera qué decir.

-¿No tienes miedo? -dijo eventualmente. La (nacionalidad) casi rueda sus ojos, pero decidió seguirle el juego y responder.

-¿De qué?

-De mañana. -explicó el inglés.- ¿Realmente irás sola si no hay voluntarios?

-Fue mi idea, así que sí. -asintió ella, segura.- ¿Qué otra opción tenemos? Necesitamos ayuda, y la necesitamos lo más pronto posible. Alguien tiene que ir.

-Sí sabes que ese alguien no tienes que ser tú, ¿verdad?

(T/N) guardó silencio.

-Pero yo propuse el plan. -recalcó, extrañada.- Si alguien va a ir, tengo que ser yo, ¿o no? Sería injusto de otra forma.

-¿Injusto? No del todo. -negó Arthur, tranquilo, como si tuvieran todo el tiempo del mundo.- Has estado al frente de todo lo que se ha hecho desde que dejamos el resort esa madrugada. (T/N), los encargados confían en la validez de tus ideas, la única razón por la cual hoy te cuestionaron fue porque realmente necesitamos descansar antes de movilizarnos de nuevo. -hubo una pequeña pausa.- Nadie espera que lideres todo lo que propones, y aunque eso sea lo que hayas estado haciendo hasta ahora, todos siguen dispuestos a dejar que tomes un sitio en las segundas filas y te tomes un descanso. A nadie le parecería injusto si te quedas atrás en el viaje de mañana.

-Solo puedo asegurarme de que las cosas salgan bien si estoy ahí para verificarlo. -insistió ella.- Tengo que ir. Y, de todas formas, no tengo razones para quedarme en la ciudad.

-No necesitas una razón para quedarte. -suspiró él, cansado, y se quedó en silencio por un momento antes de volver a hablar.- No tienes que depender de nadie para avanzar, ¿de acuerdo? Pero sí vamos a necesitar que confíes en nosotros para que esto funcione. -declaró, pasando de largo de su lado con una palmada en el hombro.- Nos vemos mañana en la tarde.

La mañana siguiente inició con un poco de conmoción mientras los ex-encargados comunicaban al grupo general sobre el plan para la tarde. Las miradas nerviosas alrededor del salón principal de club indicaban que todos comprendían la idea detrás de la decisión, pero nadie sabía si realmente querían ir.

Incluso luego de la pequeña asamblea se podían escuchar los murmullos de amigos o compañeros debatiendo sobre si era mejor idea quedarse o no.

(T/N), por su parte, recorrió la ciudad una vez más para asegurarse de que no necesitaba nada más antes de organizar su equipaje. Se aseguró de llevar antídotos y un mapa, entre todo, para evitar desviarse y llegar a la frontera lo antes posible.
Si al final resultaba que sí la iba a acompañar una comitiva, dudaba que la dejarían correr por buena parte del trayecto, así que tendrían que manejar su tiempo lo más eficiente posible.

Llegada la tarde, la (nacionalidad) esperaba pacientemente sobre la barricada de la entrada sur a que llegaran los ex-encargados con la comitiva o, en un caso posible, a decirle que tendría que ir sola.

Claro que no esperaba que llegaran todos.
Absolutamente todos.

Ante su mirada incrédula, uno de los ex-encargados rio un poco.

-No, vinimos a verlos irse. -aclaró, y ella se relajó.

-¿Verlos? -inquirió de todas formas. ¿Plural? ¿O sea que habían voluntarios?

De entre el grupo general avanzaron unas quince personas y se detuvieron a los pies de la barricada, girándose a ver a los demás.
¿Quince voluntarios?

-Queremos unos minutos para que puedan despedirse, ¿está bien? -le preguntó uno de los ex-encargados, y ella asintió con algo de confusión. No necesitaban su permiso para esas cosas.

El grupo general se aglomeró alrededor de la barricada y los quince de antes se reintegraron para despedirse de sus conocidos y amigos. (T/N) bajó del capó del auto sobre el que había estado sentada y esperó paciente a que terminaran para que los centinelas abriesen la barricada y pudieran irse.

A su posición se acercó el grupo de los niños, y de entre ellos salió Wendy en dirección suya.
(T/N) la miró por un momento antes de arrodillarse para estar a su altura, suponiendo que quería decirle algo.

-¿Estarás bien? -preguntó la niña.

-... -la (nacionalidad) abrió su boca para hablar, pero la cerró de inmediato. ¿Estaría bien? No lo sabía. Nada le garantizaba que no moriría en el camino. Claro que no estaba entre sus planes morir antes de regresar, pero eso no era algo que se le puede decir a una niña de cinco.- Por su puesto. -dijo al final.

Wendy la observó en silencio por un momento, mirando sus ojos como si algo en ellos hubiera atrapado su atención.
(T/N) se preguntaba si la niña había crecido. Parecía más alta.

El silencio se prolongó por cerca de un minuto.

-¿...Wendy? -apremió ella, confundida.

La pequeña extendió su mano hasta el rostro de la mayor y apoyó sus dedos en su mejilla.

-¿Estás bien? -preguntó la niña.

(T/N) evitó parpadear o mover su cabeza en su confusión. ¿A qué venía esa pregunta?

-¿Si...? -respondió ella, aunque sonó insegura.- ¿Por qué preguntas?

-Tus ojos... -murmuró Wendy, pero no continuó.

-¿Mis ojos...? -repitió la (nacionalidad), extrañada. Hizo un chequeo mental y no, no estaba llorando. ¿Entonces?

-Tus ojos... -dijo de nuevo la niña, ya no en un susurro.- ... están llenos de miedo.


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*race of a thousand ants sonando en el fondo*

galletita al que sepa de dónde salió la última línea de Wendy sin buscar la canción ewe

Nos vemos el martes que sigue ^^7
Les loveo <3

-Gray

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