Capítulo 27 - El Inicio


Convencer a todos de desistir por el día y buscar refugio de la lluvia no fue para nada difícil. Con un simple recordatorio de cómo reaccionaban los infectados ante el agua y cualquiera dentro de ella fue más que suficiente para que todos asintieran con un "bien, sí, eso tiene sentido" cansado.

No, el problema fue encontrar a todos.

Les tomó cerca de una hora recorrer la ciudad en medio de la lluvia sin romper las líneas defensivas en busca de todos los participantes. Con la confusión acerca de la falta de atención que les prestaban los infectados, la gente se había dispersado sin darse cuenta en un intento de continuar con la misión a pesar de la situación.
Lo cual, si bien encomendable, solo hizo el trabajo de los demás al buscarlos más difícil.

Pero, eventualmente, todos habían logrado reunirse en un museo relativamente limpio no muy lejos de la plaza central.
Aunque ya debía ser cerca de medianoche.

-¿Cuántos días más creen que nos tome limpiar la ciudad? -preguntó cansada Mei, sosteniendo una taza con chocolate caliente entre sus manos y con una manta rodeando sus hombros, sentada en unas escaleras.

-Si el clima cambia mañana y nos esforzamos, yo diría que podemos terminar para el atardecer. -musitó Vash, echado sobre el piso y ojos fijos en el techo.

-¿Mañana? -se animó Toris, y la asiática pareció igual de sorprendida.- ¿En serio?

-Las piscinas de agua que debería dejar este diluvio son una mayor ventaja de la que crees. -suspiró Arthur, también tirado en el piso.

-Pero... ¿y luego qué? -cuestionó Cosette, mirando el suelo.

-¿A qué te refieres? -se confundió la (nacionalidad).

-¿Qué haremos luego de que la ciudad esté limpia? -corrigió la de lentes.- Todo está hecho un desastre. Buena parte de todos ni siquiera eran de esta zona cuando inició todo, y otra parte de los residentes están... bueno, muertos.

Hubo silencio por un rato, (T/N) bajando la vista para pensar.

Cosette tenía razón. Liberar la ciudad era una cosa, pero... ¿regresarla a lo que era antes?
¿Podrían? ¿Lograrían evitar que se convirtiera en un desastre anárquico?

-Creo que primero deberíamos asegurarnos de tener una ciudad que restaurar antes de pensar en cómo hacerlo. -rio cansado Matthías.

-Sí, supongo. -se rindió Cosette.

-Ya duérmanse, ¿quieren? -se quejó Sadik, echado sobre el piso.

La mañana siguiente llegó más rápido de lo que todos hubieran querido, pero igual estaban de pie y listos para salir en cuanto abrieron las puertas del museo.

Había dejado de llover en algún momento de la madrugada y buena parte de las calles estaban ahora inundadas con más de treinta centímetros de agua, cubriendo a todos hasta las pantorrillas. Las que no eran una piscina para niños tenían decentes charcos a lo largo de las veredas y entre los autos destartalados, por lo que no presentaban un problema.

La limpieza de la ciudad continuó en cuanto todos se encontraban despiertos y en sus cinco sentidos.

Las seis carnadas fueron relegadas a las segundas filas, (T/N) contentándose con ayudar a los heridos a caminar. Los médicos le asignaron a Alfred, así que avanzó de un lado a otro con el grupo de apoyo con un brazo del rubio al rededor de sus hombros para ayudarlo a cojear. Aquellos que habían escapado del resort estaban siendo cuidados por otro grupo más pequeño en la plaza norte, no queriendo tener a nadie cerca de la central debido al hedor del búnker.
El cual, ahora que lo pensaba bien, debía estar inundado.

A mediodía avanzaron hasta la zona residencial este, en la cual se encontraba tanto la escuela primaria, como una de las comisarías y... el complejo de departamentos donde había vivido la (nacionalidad) antes de todo eso.

Por suerte el área estaba bastante vacía, así que tras hacer una revisión rápida de todas las casas el grupo continuó con la misión.
(T/N) agradeció mentalmente su suerte.

Estaban dando vueltas en las calles auxiliares tras el centro comercial cuando Alfred se detuvo.

-Eh- ¿Pasa algo? -se confundió ella, intentando aparentar el hecho de que casi se había caído debido a la repentina parada.

Él no respondió de inmediato, su mirada fija en una cafetería al otro lado de la calle. Las vitrinas estaban destrozadas, y era claro que los clientes habían intentado usar las mesas y sillas como barricadas para salvarse.

-... Eran las seis de la noche. -habló de pronto Alfred, voz apagada y distante.- El mesero aún no me había traído el café cuando aparecieron los infectados calle abajo.

(T/N) guardó silencio y miró a su alrededor. Se encontraban relativamente cerca del Centro de Investigación donde, según los del resort, había iniciado todo.
¿Tan temprano había comenzado el caos?

-Yo... estaba dormida. -murmuró ella, sorprendida.- Era la una de la mañana cuando mi padre...

(T/N) no terminó esa idea, y Alfred no comentó.
Siguieron avanzando tras el grupo de apoyo en silencio.

Debían ser casi las cinco de la tarde para cuando los tres grupos convergieron con los escapados en la plaza norte. Hubo un silencio sepulcral por cerca de un par de minutos mientras esperaban que los centinelas y los del final terminaran de llegar a la plaza.

La ciudad entera estaba bloqueada del exterior por altas barricadas construidas a base de escombros, autos y pedazos de concreto y pared. Habían rebuscado hasta los rincones más alejados e improbables, y hasta habían logrado sacar parlantes de la universidad para tocar metal a todo volumen y atraer a cuantos infectados pudieran.
En teoría, habían logrado su objetivo.
La ciudad estaba limpia de infectados activos.

Pero de pie en la plaza, cansados y mojados hasta las rodillas, miraron a su alrededor y supieron que aún quedaban demasiadas cosas que hacer como para relajarse.
No podían celebrar.
Pero... ¿cuándo, entonces?

Mientras Arthur, Sadik, Cheng y los encargados del resort discutían sobre cuál era la siguiente prioridad, (T/N) miró al piso.
No había mucho que celebrar, a fin de cuentas.

La decisión final resultó ser descansar hasta el día siguiente. Después de eso, tendrían que dividirse de nuevo en comitivas; unos para limpiar el búnker de la plaza central y otros para salir de la ciudad por un momento a cavar una gran fosa en la cual poder enterrar tanto infectados como muertos normales. Las calles estaban llenas de cuerpos, y no podrían comenzar a hacer nada si no se deshacían de esos primero.
También tendrían que acordar grupos de guardia que se repartieran entre las barricadas, asegurarse de que más infectados no intentaran ingresar de nuevo a la ciudad.

Sentada entre Feliciano y Mei, la (nacionalidad) no pudo evitar suspirar del cansancio.

-Se siente como si hubiéramos logrado abrir una puerta, sólo para descubrir una reja del otro lado. -comentó Feliciano, agotado, codos apoyados sobre sus rodillas y mentón sostenido por sus manos.

-Tomar la ciudad fue solo el inicio. -murmuró Cosette.

(T/N) desenfocó su atención de la conversación a sus costados para observar a todos descansando en la plaza.

Estaban exhaustos, aporreados, la mayoría echados boca arriba listos para que se los trague la tierra. El silencio los aplastaba.
Pensaban en lo que seguía a partir de ese momento. Un valiente ataque para reconquistar algo que les arrebataron era sencillo en comparación a tratar de regresar a lo que conocían como "normalidad". Sobrevivir juntos en un lugar cerrado, esencialmente una trinchera más grande, no era mucho mejor a cómo habían estado las cosas en el resort.

Sí, tenían más espacio. Sí, ahora tenían un antídoto en caso algo saliera mal de nuevo.
Sí, podrían repartirse la comida de la ciudad y el agua, por no mencionar las medicinas en las farmacias y en el hospital.
Pero, al final todo eso era finito. Y contando cuántos eran, uno no podía imaginar que esos recursos les fueran a durar mucho.
Seguía siendo una medida provisional.

¿Cuál, entonces, era la medida definitiva? ¿Había una? (T/N) hundió su rostro en sus manos y pensó.

Lo único que podían hacer era esperar. Ya lo había pensado antes, y seguía siendo la única idea posible que se le ocurría. Para ganar contra los infectados iban a tener que jugar en sus propios términos. Es decir, atrincherarse y sobrevivir. Esa era la razón por la que el resort había funcionado al inicio, y era también lo que les había llevado a limpiar la ciudad.
Esencialmente ampliando su trinchera.

Pero al igual que el resort, eventualmente iban a quedarse sin recursos. Lo que necesitaban para que el plan de "esperar a que todos los infectados se mueran en un mes" funcionase era comida, agua; provisiones.

Necesitaban ayuda.


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Hehehe
Perdonen mi ausencia, estuve ocupada por las fiestas! ewe

Pero ahora sí que nos vemos el martes que sigue ^^7;
Les loveo <3

-Gray

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