Capítulo 24 - Carnadas
-Son demasiados... -se estremeció Romeo al lado de la (nacionalidad).
Tras encender los reflectores, se habían movido por la edificación hasta llegar a la ventana más cercana para ver el anfiteatro, y habían visto el desastre que había afuera.
-¿Qué se supone que hagamos ahora? -volvió a hablar el italiano.
-Somos quince, no todos podemos pelear, y ahí hay por lo menos ochenta. -Ivan notó, removiéndose en su sitio.- (T/N), ¿alguna idea?
-¿Por qué me preguntas a mí...? -murmuró ella, observando la horda de infectados. Podía sentir sus palmas sudando, y aunque hubiera respondido eso su cerebro ya estaba intentando pensar en formas de manejar la situación.
-¿No sería mejor volver con los demás primero? -sugirió el de apoyo que se encontraba con ellos, y los demás asintieron.
Regresaron con cuidado y en silencio hacia donde debían estar el resto. (T/N) avanzaba al frente, el de apoyo y el italiano al medio con Ivan cerrando la retaguardia. Les tomó un poco más de lo planeado, pero al llegar era claro que todos ahí estaban intentando pensar en un plan de acción.
-Ah, volvieron. -se percató Arthur.- ¿Alguna idea, (T/N)?
-¿Por qué-? -comenzó ella, pero desistió.
Suspirando el cansancio fuera de su cuerpo, se agazaparon junto a los demás y observaron la horda por un par de segundos.
No tenían tiempo qué perder, pero... ¿qué diablos podían hacer? Eran quince e Ivan tenía razón; no todos podían pelear. Si querían ayudar a los que estaban atrapados dentro del anfiteatro, su mejor opción era dividir la horda en pequeños grupos más manejables, pero-
Oh.
-¿No sería más sencillo separarlos? -preguntó Cosette, y la (nacionalidad) asintió.
-También estaba pensando en eso. -Arthur comentó, aunque el tono de su voz indicaba un "pero" no mencionado ahí. Tenía sus dudas.
-Tendríamos que actuar algunos como carnada. -masculló Sadik.
-¡¿Qué?! -exclamaron Romeo, Elise y dos de apoyo. La chica continuó.- ¡No! ¡No hay forma! ¿Qué pasaría con aquellos que...?
-En realidad, creo que es nuestra única alternativa. -Cosette se unió.- O sea, ¿tienen alguna otra idea?
Unos cuantos de los de apoyo estuvieron a punto de hablar, pero nadie pronunció palabra.
Cosette soltó un pequeño "obviamente".
-De acuerdo, entonces parte de nosotros servirá de carnada para alejar a una porción de los infectados. -Arthur continuó.- ¿Exactamente cómo y quiénes van a hacerlo?
-¿Hay voluntarios? -preguntó Sadik.
Hubo un silencio sepulcral en la escena mientras todos debatían mentalmente si querían acercarse a pelear o huir por sus vidas para comprar tiempo a los demás.
La (nacionalidad), quien había estado pensando en una especie de estrategia, levantó la mano en silencio.
A ella le siguieron Arthur, Sadik, uno de vanguardia que estaba ahí, uno de apoyo y Romeo.
-¿Estás seguro? -preguntó uno de los médicos, preocupado.
-No puedo pelear. -explicó el italiano.- Y no sé si sería capaz de acercarme incluso a ayudar. Además, soy el siguiente más rápido luego de los tres que elegimos para comunicar la alerta.
Los de apoyo estuvieron a punto de decir algo más, pero al notar cómo temblaba un poco la mano del italiano la (nacionalidad) decidió seguir con la discusión antes que pudieran protestar.
-Somos seis, entonces. -comenzó.- Creo que podemos lograr que esto funcione.
Ante las miradas confundidas e interesadas del grupo, ella procedió a explicar.
Las seis carnadas les darían una ventana de diez minutos a los demás para forzar un ataque hacia una de las puertas del anfiteatro y evacuar con todos los que estén dentro hacia las rejas principales. Ese era el trabajo de ellos, y del grupo de "rescate" dependía que todo resultara bien.
Los otros seis, mientras tanto, se dividirían en duos. Una persona de cada dúo se iría a esconder en algún lugar del resort previamente acordado con su compañero. El otro se encargaría de acercarse a los infectados y atraer la atención de cuantos más pueda. Después tendría que correr por cinco minutos alrededor del resort antes de pasar la posta al compañero y esconderse en su lugar para que el otro resumiera la carrera. Una vez el primero de cada duo hubiera terminado de correr y su respectiva horda estuviera fuera de vista, tendrían que reunirse con los demás en la entrada.
Para cuando los diez minutos acabaran y las otras tres personas estuvieran atrayendo a los infectados a la entrada, los demás se encargarían de barricarla para darles algún tipo de ventaja para poder avanzar hacia la ciudad.
-Sería mejor si cada dúo acuerda una zona distinta del resort para correr, no creo que todo salga tan bien si mezclamos las hordas; hay que mantenerlas separadas. -la (nacionalidad) concluyó.
-Divide y conquistarás... -murmuró Romeo a su lado.
Las seis carnadas se dividieron al azar y jugaron papel-piedra-tijeras para decidir quién iba primero. (T/N) acabó con Sadik, y se dispusieron a acordar un lugar de escondite para ella y la zona en la que pasaría el desmadre.
-¿Alguien tiene una bengala o algo que podamos usar como señal? -preguntó Elise.
-Yo, ¿por qué? -Arthur indicó una de las dos pistolas colgando de su cintura. Ahora que la veía bien, (T/N) notó que, en efecto, era una lanza-bengalas.
-¿Eres del segundo grupo? -preguntó Elise de nuevo, y el inglés asintió.- Dispara cuando estés escondido, entonces. Eso debería ayudar a los del primer grupo a saber cuándo empezar y ayudarlos a alertar a los infectados.
El inglés soltó un pequeño "buena idea" y recargó el lanza-bengalas. Los otros dos del segundo grupo se despidieron de los demás, quienes les desearon buena suerte, y comenzaron a avanzar hasta sus escondites.
(T/N), con el corazón haciendo tambores en su pecho como si fuera una batucada, caminó en silencio por el resort, linterna iluminando su paso.
No sabía si eso iba a funcionar.
No le gustaba para nada la idea de saber que iba a esperar para su turno de poder correr por su vida de la horda más grande de infectados de la que probablemente habría huído nunca.
Pero pensar en los que estaban atrapados dentro del anfiteatro esperando a que llegue algún tipo de ayuda, en los pocos niños ahí dentro que tal vez empeoraban todo llorando pero no podían detenerse...
Supuso que tener la oportunidad de correr era mejor que estar entre la espada y la pared sin opción alguna de cambiarlo.
Al poco rato llegó al lugar que había acordado con Sadik: los lavabos cerca a las áreas de baloncesto y tenis.
Una luz en el cielo por encima del edificio a su izquierda le notificó que Arthur estaba escondido y todo estaba por iniciar.
La (nacionalidad), entonces, taponó con prisa el drenaje de los lavabos y encendió todos los caños a su máxima potencia. Esperó un rato a que se llenara lo suficiente y subió para apoyarse contra la pared y esperar, cerrando las llaves.
El agua aseguraría que ningún infectado la viera a ella o a Sadik cuando cambiaran de puestos.
Esperó en un tenso silencio por casi cinco minutos, linterna aún encendida, cuando a lo lejos divisó a su compañero corriendo como alma que lleva el diablo.
Tras él venía una horda de más de treinta abominaciones.
Su pulso se aceleró en preparación e hizo señas con la linterna para que Sadik supiera a dónde ir. Él giró en su camino para rodear las áreas de deportes y avanzar por el pasillo lateral al edificio, de forma que ella tendría un par de segundos para reaccionar y continuar corriendo con toda la ventaja que tenía él.
Que no eran más de diez metros.
(T/N) saltó fuera de los lavabos en cuanto él saltó dentro y puso pies en polvorosa, girando su cabeza sobre su hombro para verificar que sí, la horda entera la estaba siguiendo y ninguno le prestaba atención a Sadik
Sus botas avanzaban dando largos pasos sobre la tierra y la vereda del área del resort que debía recorrer por cinco minutos. La (nacionalidad) esperaba que, controlando su respiración y su ritmo y con la ayuda de la santa adrenalina, lograría tener la suficiente energía para durar hasta el final de todo ese desastre.
Después de todo, cinco minutos eran una maldita eternidad cuando los contabas en tu cabeza.
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El plan es puesto en acción~~
Nos vemos el martes que sigue ^^7
Les loveo <3
-Gray
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