Capítulo 18 - Las diferencias


No fue hasta la mañana que se percató que esa frase había sido una forma bastante sutil de decirle que había cambiado.
Y mucho.

El desayuno en el resort no fue nada del otro mundo, pero si le pidieran que fuera honesta, (T/N) hubiera dicho que prefería las mañanas tranquilas en la cabaña con la comida de Mei. El comedor era espacioso, pero aún así no había lugar para todos en las mesas. Ya que una buena parte de los residentes tenían heridas o malestares, eran ellos los que recibían prioridades y ocupaban las sillas alrededor del buffet. La gente joven, activa y saludable como la (nacionalidad) no tenían otra opción más que comer de pie o llevarse su plato a otro lado.
Que fue lo que decidió hacer ella.

Sentada en lo que debió haber sido una fuente antes (el agua ya no fluía, probablemente para ahorrarla), estudió con la mirada los alrededores y a la gente que pasaba.
Era cierto, no habían muchos niños. Si tenía que adivinar, diría que eran menos de veinte, y se movían en grupo siguiendo a una chica que seguro había sido profesora de inicial antes del desastre. Los infantes variaban entre los tres a los doce años, y no fue muy difícil distinguir a Peter, Aurel y Wendy entre el grupo.

¿El resto de la gente? Casi todos entre los veinte y cuarenta años. Muy pocas personas mayores y aún menos adolescentes. Era algo extraño. Uno pensaría que serían los más jóvenes y atléticos los que sobrevivirían, pero parecía ser que en ese caso los triunfantes eran los que podían mantener la calma y jugar el juego de la espera.
Lo cual sólo apoyaba la idea de (T/N) de tomar la ciudad. Esa era una guerra de desgaste.

No podían simplemente correr y esconderse para siempre. Atrincherarse había servido como medida preventiva, pero no era una solución final.

Pasos acercando su posición la sacaron de su tren mental.

-Así que aquí estabas. -era Arthur, brazos cruzados sobre su pecho pero con un aire casual.

-¿Pasó algo? -se confundió un poco ella. Si la había estado buscando, no estaba muy segura de por qué.

-No realmente, venía a preguntarte algo. -el rubio tomó asiento a su lado sin preguntar, aunque a ella en realidad no le importaba.- Por curiosidad.

-¿Dime? -apremio ella, girándose a verlo.

-¿Cómo te fue, luego de que nos separáramos? -preguntó él, expresión indicando que ya lo había pensado y no había logrado encontrar respuesta. Ante la mirada confundida de (T/N), decidió continuar.- Estuve algo preocupado.

-Eh- -eso no hizo más que aumentar su confusión.- ¿Estuviste preocupado? Pero si apenas nos conocemos.

-Bien, cierto, déjame explicar. -Arthur desvió su mirada, al parecer avergonzado de cómo había sonado eso. Hubo silencio por unos segundos.- Desde que te sacamos del callejón hasta que huímos dentro del bosque no hiciste nada más que seguirme y acatar lo que yo decía. Tuve la sensación de que, si te dejábamos sola, entrarías en pánico y no sabrías que hacer. Que eras indefensa, hasta cierto punto. -pausó de nuevo, girándose a verla.- Por eso cuando no sólo te separaste del grupo, sino que Wendy acabó contigo, me pregunté: ¿estará bien por su cuenta? Si en algún momento pensé en que nos encontraríamos de nuevo, nunca fue atacando una horda de infectados por iniciativa propia.

(T/N) se quedó en silencio.

Era verdad. Entró en pánico, no supo qué hacer. Encontrar la cabaña fue pura suerte, e incluso entonces no tenía otro plan más que atrincherarse ahí e intentar cosechar un pequeño huerto para no tener que ir a la ciudad de nuevo.

Ahora que lo pensaba, ¿en qué momento había comenzado a ser ella la que daba las órdenes?
¿Cuándo, exactamente, dejó de tener miedo?

-Ahh... -musitó ella, comprendiendo. Claro, ante alguien que había reaccionado como ella al principio, cualquiera cuestionaría su sobrevivencia.- Bueno, estuve aterrada, pero me acostumbré.

-¿Te... acostumbraste? -Arthur la miró, incrédulo, como si fuera un bicho raro.

-Sí. O sea, Wendy estaba más aterrada que yo, así que alguien tenía que ser valiente de las dos, ¿no? -(T/N) quedó algo confundida con su reacción.- Supongo que con los días aprendí más de los infectados y me acostumbré a lidiar con ellos.

La mirada que le regaló Arthur la confundió aún más, si eso era posible.
Era como... como si le diera pena. Como si la compadeciera.
¿...Por qué?

-¿Y ustedes dos? Ni Vladimir recibió señales de vida de su parte. -la (nacionalidad) preguntó, buscando quitar esa expresión de su rostro. Le irritaba un poco no saber por qué la miraba de esa forma.

-Ah, huímos hasta la ciudad vecina. -dijo calmado él.- En el camino fuimos encontrando personas y haciendo lo posible por ayudarlas, pero claro que nunca se puede hacer todo. -desvió su mirada.- Unos cuantos decidieron seguirnos, así que hemos estado rondando por ahí en grupo.

(T/N) soltó un sonido de comprensión, y el silencio cayó entre ambos por un momento.
Hasta que ella recordó que aún tenía su casaca, justo cuando él se levantaba para irse.

-Peter debe estar buscándome. -comentó, aplaudiendo despacio para desempolvar sus manos y dando un par de pasos al frente.

-Espera, tu casaca. -lo detuvo ella, moviéndose en su sitio, intentando desatar el nudo al frente para poder desabotonarla y devolvérsela.- Los extremos están algo arrugados, lo siento.

-No- alto- detente. -se atropelló en sus palabras el rubio, algo sorprendido y nervioso. Cuando ella dejó de moverse y lo miró, confundida, él se paró derecho y sonrió entretenido.- Supe que podría no recuperarla nunca cuando te la dí, y más aún cuando nos separamos, así que no me la des. Es prácticamente tuya ahora, de todas formas.

Mientras Arthur se alejaba caminando tranquilo, (T/N) se quedó sentada al borde de la fuente.
Era la primera conversación real que había tenido en un tiempo, y recién se daba cuenta: o ella se había distanciado demasiado, o la gente siempre había sido así de extraña.
Porque estaba absolutamente confundida con la mitad de las cosas de las que habían hablado.

Y aún más cuando, de regreso a las edificaciones del resort para discutir más planes con los encargados, el que era uno de los hermanos de Lovino se apareció, buscándola.
Diablos, ¿cuál era su nombre? No era el que ella había encontrado inconsciente, era el otro...

-Ah, tú debes ser (T/N), ¿verdad? -se acercó trotando con una sonrisa, deteniéndose frente a ella.

-Así es, ¿pasó algo? -la (nacionalidad) se detuvo en su camino.

-Soy Feliciano Vargas, el hermano menor de Lovino. -el chico sonrió, normalizando su respiración mientras capturaba una de sus manos con ambas suyas y la sacudía como saludo. Parecía haberla estado buscando por todo el resort.

Ahhh, era el que había venido con Sadik, Ivan y Cosette.
Ahora recordaba.

-No pasó nada, no te preocupes. -Feliciano continuó, alegre, soltando su mano.- Te estaba buscando para agradecerte.

-Eh- ¿por qué? -por enésima vez en el día, (T/N) se confundió.

-Ah, me enteré que fuiste tú quien trajo a Romeo al resort. -el italiano admitió, avergonzado por alguna razón.- Y también que ayudaste a Sadik y los otros dos a lidiar con los infectados.

-Sí, bueno, eso es cierto. -apremió ella.

-Pues, ¡muchas gracias! -la abrazó. Rápido y de la nada, dejando a la (nacionalidad) congelada en su lugar. El abrazo no duró mucho, ya que se separó casi de inmediato, sonriendo como si nada, sosteniéndola de los brazos.- No sé si Lovino ya te agradeció, pero igual supongo que no fue suficiente. -su expresión se puso algo más decaída, su sonrisa casi desapareciendo.- Qué sería de nosotros dos si algo le pasara a Romeo. No quiero ni pensarlo. -su sonrisa regresó, más radiante que antes.- Así que gracias. En serio. Muchas, muchas gracias.

Le dio una pequeña palmadita amistosa en el brazo antes de dar un par de pasos hacia atrás y girarse para irse.

-Si necesitas algo, no dudes en decírnoslo. -añadió, alegre.

Y regresó por donde vino.

Sí, la gente era extraña.


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Huehuehuehue ewe

Este cap es algo corto, pero ambas son conversaciones que tenían que pasar y no cuadraban ni en el anterior ni en el que sigue

Nos vemos el martes ^^7

Les loveo <3

-Gray

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