Capítulo 15 - El Antídoto
(T/N) estuvo encerrada en el estudio por tres días.
Cheng y Mei se alternaron para llevarle la cena, apenas recibiendo un distraído "gracias" cuando se retiraban. Cuando por fin supuso que tenía una segunda prueba que podría funcionar, la (nacionalidad) dejó el estudio apresurada.
Se colgó la mochila usual, mochila extra, pistola, palo de contención; se calzó las botas y se ajustó la casaca lo más rápido que pudo para dejar la cabaña apresurada.
-¿A dónde-?
-A la ciudad, segunda prueba. -(T/N) retortó sin girarse mientras cerraba la puerta principal tras ella, interrumpiendo a la asiática.
Llegó en menos de lo que había esperado, y tranquilizó un poco su paso para no alertar a los infectados por nada.
Tampoco le tomó mucho encontrar una pelea, lo cual la extrañó un poco.
Las últimas veces que había venido a la ciudad notó que cada vez tenía que internarse más hacia el centro para encontrar gran densidad de abominaciones. Supuso que, como ya había pasado un tiempo, los sobrevivientes y ella habían ido acabando poco a poco con los que merodeaban a las afueras. Es decir, ya ni encontraba infectados en la carretera a la ciudad.
Sin embargo, parecía que se estuvieran movilizando fuera.
¿Se habrían dado cuenta que ya no quedaban prezas ahí dentro? ¿O tal vez habrían acabado con la pequeña resistencia que quedaba en el centro de la ciudad?
No lo sabía, pero de momento no le importaba. Eso solo quería decir que le sería más sencillo realizar sus pruebas.
Durante el transcurso del día tuvo la oportunidad de probar ambos frascos que había traído, tres veces cada uno. Había modificado los ingredientes y composición de la primera prueba de manera algo distinta en ambos, así que pensaba comprobar cuál era más efectivo.
O cuál tenía resultado alguno, para empezar.
Ninguno de los seis sujetos de prueba evitó convertirse en una abominación.
Pero eso no quiere decir que el experimento fue un fallo absoluto.
El cuarto sujeto, una mujer de unos cincuenta años, tuvo un resultado distinto. Sí, es cierto que al final su piel se pudrió y terminó como todas las demás monstruosidades, pero le tomó más tiempo. Pasó cerca de dos minutos empalideciendo y adelgazando, una gran diferencia con los previos treinta segundos o menos que le tomaba a alguien infectarse por completo.
Era un avance. Pero había algo mal en sus fórmulas: las pruebas no estaban revirtiendo o deteniendo el efecto, solo lo estaban ralentizando.
(T/N) regresó a la cabaña.
-¿Todo bie-?
-Falló. -cortó de nuevo a la asiática, tono neutral y frío, volviendo a encerrarse en el estudio.
Dos días después, y con una tercera prueba, la (nacionalidad) dejo la cabaña temprano por la madrugada en dirección a la ciudad.
Lamentablemente, ninguna prueba dio resultados suficientes.
Sí hubo un caso interesante, al menos. Un hombre de unos treinta años al que había encontrado ya pálido y tirado sobre el capó de un auto comenzó a recuperar color en cuanto ella le administró la prueba.
Por un momento, (T/N) creyó que lo había logrado.
Para su mala suerte, el antídoto pareció no ser lo suficientemente fuerte. Sí, comenzó a recuperar color, pero no lo hizo del todo y solo duró como veinte segundos antes de que volviera a empalidecer.
Tuvo que acabar con el nuevo infectado y resignarse a volver a la cabaña.
Aunque llegó feliz de saber que estaba en buen camino con respecto a las pruebas.
-Eh- ¿qué pasó? -cuestionó Mei al verla entrar por la puerta con una pequeña sonrisa.
-¿Lo lograste? -Cheng se levantó con algo de esfuerzo del sofá. Ya estaba básicamente recuperado, solo tenía un par de cicatrices algo sensibles en las piernas.
-¿Qué? No. -la (nacionalidad) regresó a una expresión algo más neutral, y los otros dos se confundieron.- Pero ya casi.
Los dejó igual de confundidos con ese mensaje críptico y se encerró en el estudio.
A los dos días volvió a salir por la madrugada. Recorrió el camino hasta la ciudad y avanzó por las calles desiertas con calma.
Cuando escuchó un disparo.
Intrigada, apresuró el paso hasta doblar la esquina, bateando a un infectado en el camino que había sido alertado por el ruido. Encontró un grupo de unos diez infectados tirados en el piso, con las cabezas partidas y un par con huecos de bala entre los ojos.
Entre todo el caos había una chica rubia arrodillada al lado de alguien.
(T/N) corrió a su lado y comenzó a escuchar los sollozos de la chica. En cuanto llegó cerca y se arrodilló al lado de quien estaba tirado frente a la rubia, se dio cuenta que los reconocía de algún lado.
Pero... ¿dónde?
Concentrándose en lo que tenía que hacer, la (nacionalidad) observó a la persona recostada en el asfalto. Era un chico tan rubio como la otra, con una mordida fea en un brazo y su piel palideciendo con rapidez.
La chica sollozaba sin detenerse, al parecer aún no habiéndose percatado de la presencia de la otra.
Sacó una jeringa de su mochila y la llenó con la cantidad necesaria de la cuarta prueba, su otra mano girando la cabeza del chico con cuidado para exponer su cuello mejor.
-Eh... ¿Qué-? -la rubia pareció reaccionar.- ¿Qu-Qué haces...?
Sin tiempo que perder para explicarle, insertó la jeringa en el cuello del chico e introdujo la prueba a su sistema sanguíneo.
-¡¿Qu-Qu-Qué le haces?! -se alarmó la chica en un grito-susurro, intentando empujarla hacia un lado.
(T/N) la sostuvo con su mano libre con fuerza hasta que la prueba hubiera ingresado toda. El silencio reinó por unos segundos, interrumpido sólo por los sollozos y la respiración en pánico de la rubia.
Esperaron.
El color comenzó a regresar lentamente a las mejillas del chico, y la rubia se calló de inmediato, estupefacta e incrédula. La (nacionalidad) no se dio esperanzas y siguió observándolo con calma. Lento pero seguro, pasó cerca de un minuto entero antes de que el chico comenzara a respirar con normalidad y no tuviera trazo alguno de haber sido infectado más allá de la fea mordedura en su brazo.
Sus párpados dieron paso a sus ojos esmeraldas con pesar, y su mirada cayó directo sobre la rubia.
-Elise... -murmuró, voz rasposa y cansada.
(T/N) se dejó caer hacia atrás sobre su trasero, sorprendida.
Funcionó.
¡Había funcionado!
¡Lo había logrado! El chico estaba obviamente cansado porque la prueba- no, el antídoto forzaba al sistema a trabajar para recuperar lo que había perdido, así como el intento original de los científicos tras todo eso había sido un fallo que causaba deterioramiento instantáneo en el cuerpo.
¡Y funcionaba!
-Agh... ¿qué pasó...? -el chico cuestionó, sentándose con ayuda de la rubia. (T/N) recordó de dónde le sonaban conocidos: eran los hermanos que habían estado con ese tipo moreno de la lampa a los que había salvado hacía un tiempo.- ¿No me... mordieron?
-¡Vash! -la rubia exclamó en un susurro, abrazándolo.- ¡Oh, Vash, estás bien!
Vash pareció consternado y confundido al mismo tiempo por la reacción de su hermana, pero se limitó a abrazarla con un brazo mientras el otro lo mantenía sentado.
La (nacionalidad) se puso en pie.
Aún no podía creerlo del todo.
-¿Qué... hiciste? -sollozó la rubia, separándose del chico y secando sus lágrimas con su suéter. Miró a la joven.- ¿Cómo lo hiciste? Él había sido... estaba... -bajó la mirada a la herida en el brazo de su hermano.- Él estaba...
-¿Infectado? -la otra terminó su pregunta, su concentración fija en el frasquito en su mano.- Sí, bueno, ya no debería. -bajó el pomito a su lado y observó a Vash.- ¿Cómo te sientes?
-Cansado. -exhaló él, desviando su mirada al piso en frente, aún algo confundido.- Siento como si hubiera corrido una maratón.
-Entonces estás bien. -sonrió aliviada la (nacionalidad), y la rubia se sorprendió.
-¡Ah! Eres... ¿(T/N)? -pareció reconocerla. Así que se acordaba de su nombre.- Soy Elise, ¿nos recuerdas?
-Sus caras sí, pero no sus nombres. -la joven guardó el frasco en su mochila con cuidado.- Vengan conmigo, debemos tratar esa mordida antes de que se infecte por causas naturales.
Los hermanos intercambiaron miradas y se pusieron en pie como pudieron.
El camino de regreso a la cabaña fue mucho más lento de lo que (T/N) hubiera hecho sola, pero era lógico considerando que cargaban con alguien al borde de quedarse dormido del cansancio.
Era ya tarde en la noche para cuando llegaron a la cabaña, habiendo tenido que básicamente caminar a paso de tortuga toda la venida. Al ver el río rodeando la isla sobre la que se encontraba la casa, los hermanos parecieron comprender de inmediato por qué estaban yendo a ese lugar.
(T/N) supuso que, como la vez que les ayudó le dijo a Elise que se parase en un charco de agua, los tres debían haber averiguado de alguna forma el tema de los infectados y su extraña relación con el agua.
Y que ahora que pensaba en la vez en que les ayudó, ¿dónde estaba el otro tipo?
¿Se habrían separado, igual a lo que le había pasado a Toris con los otros dos?
-Aquí estás. -suspiró cansada Mei en cuanto la escuchó entrar por la puerta. Sus pasos sonaron cerca, indicando que se acercaba a recibirla.- Ya es la segunda vez que te desapareces por la madrugada, ¿podrías no-? -se detuvo en cuanto notó a los hermanos, sorprendida.- ¿Quiénes...?
-Elise y Vash. -dijo simplemente la (nacionalidad), siguiéndose de largo con el frasquito en su mano. Sonrió cansada.- ¿Podrías ayudarlos? Tienen una mordida fea.
Y se encerró en el estudio.
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Huehuehuehue ewe
Nos vemos el martes que sigue ^^7
Les loveo <3
-Gray
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