Capítulo 14 - Primera Prueba


Los otros tres permanecieron en su puesto mientras que el castaño la acompañó dentro del lobby. Recorrieron el mismo pasillo que ella había visto cuando vino a dejar a Romeo, solo que esta vez prosiguieron hacia otra zona un poco más grande que ya parecía ser el ala médica y no la posta de emergencia. Ingresaron a uno de los cuartos, que tal vez habría sido del área administrativa antes, y se encontraron con varias camillas y colchones acomodados contra las paredes con heridos descansando encima.

Se dirigieron hacia la persona sentada en un pequeño escritorio lleno de cajas y papeles.
La persona se giró para verlos, y (T/N) lo reconoció como-

-¡Eres... eres la chica que...! -exclamó él, al parecer también reconociéndola. Era el muchacho de ojos verdes que había gritado ese día en el centro comercial.- ¡No me acuerdo de tu nombre, pero sí de tu cara!

-Lo mismo digo. -comentó ella, sorprendida.- ¿Los otros dos están aquí también?

-... -el chico se quedó en silencio por un momento, mirando a un lado con expresión cansada- No sé dónde están. Me gusta pensar que no tuvieron la oportunidad de volver por mí, pero... -suspiró.- Solo espero que estén bien.

-... -(T/N) no supo qué decir. Algo había pasado con ellos que acabó en que se separaran, eso era seguro.

-¿Necesitan algo? -el de ojos verdes levantó la vista con una pequeña sonrisa, regresando al tema entre manos.

-¿Sabes quién tiene la lista de grupos sanguíneos? -Vladimir preguntó.

El chico, quien (T/N) entonces recordó su nombre era Toris, les dijo que el médico principal era quien lo tenía, pero como él mismo no había llegado hace mucho no se sabía su nombre.
Vladimir sí, por suerte, así que dejaron la habitación y pasaron otros minutos dando vueltas hasta ingresar a otra.

El médico principal era un sujeto mayor que ambos de mirada calmada y ojos oscuros, concentrado en un libro sobre sus piernas y rotando un lapicero en una mano. Les entregó la libreta con lo que buscaban con una tranquila sonrisa y esperó a que encontraran lo que querían.

Al final, (T/N) logró convencer a una joven de unos dieciocho años que le diera un par de gotas de su sangre, aunque tuvo que contarle lo del antídoto. Claro que le advirtió que no tenía confirmación todavía de que lo lograría, así que la chica prometió no comentarlo por ahí.

Luego de pincharle un dedo y dejar que goteara un par de veces en un frasquito, (T/N) le agradeció con la mejor sonrisa que pudo producir en ese momento entre sus ganas de correr de vuelta a la cabaña. Siguió a Vladimir de regreso a la salida y se despidió de los otros tres que estaban ahí agitando su mano en alto mientras se alejaba camino abajo y entre la niebla.

Llegó a la cabaña al poco tiempo después y se apresuró al estudio. Mei estuvo a punto de preguntar qué tal había ido todo, a juzgar por la forma en la que se levantó del sillón y se giró a verla, pero la (nacionalidad) la detuvo antes de que abriera la boca enseñándole en frasquito entre sus dedos y no deteniéndose ni un momento en su camino al estudio.
Cerró la puerta tras ella y se dedicó a trabajar.

Los dos días siguientes solo salió para comer, y eso. Cheng se recuperó lo suficiente como para caminar al día siguiente de que ella consiguiera la sangre, y le llevó la cena en una bandeja durante los dos días de su encierro. La colocaba sin decir mucho y con una tranquila sonrisa sobre una mesita a un costado, y ella simplemente murmuraba un pequeño gracias para volver a concentrarse en sus notas y muestras. Hubiera sido el mismo caso para el desayuno si Mei no se hubiera impuesto con el hecho de que al menos tenía que pararse para estirar sus piernas un poco.

Al cabo de esos dos días, la (nacionalidad) emergió del estudio con un frasquito en el bolsillo de la casaca de policía.

-Eh- ¿Lo lograste? -inquirió algo asustada pero esperanzada la asiática en cuanto la vio salir al mediodía.- ¿Tan rápido...?

-No puedo estar cien por ciento segura hasta que lo pruebe. -aclaró la otra, colocándose su mochila.- Iré a la ciudad.

-Un momento, ¿para qué? -se confundió Cheng, girándose en el sillón para poder verla.

-Pues para probar mi primera muestra. -respondió ella como si fuera obvio.

-¿En... los infectados? -esta vez se confundió Mei.- ¿Vas a revertir a alguien-?

-¿Qué? No. -la cortó (T/N), ajustándose sus botas.- No creo que eso sea posible. No, como mucho tengo un antídoto de efecto inmediato.

-¿Es decir...? -apremió Cheng.

-Es decir que, en teoría, debería poder detener el proceso. -explicó apurada la (nacionalidad.- Si se lo doy a alguien sano como ustedes, se supone que debería hacerlos inmune a los infectados. Y si se lo doy a alguien que acaba de ser mordido pero aún no se ha... um, transformado, entonces debería evitar que termine como una de esas cosas.

-¿Y en quién vas a probarlo? -Mei seguía confundida.

-Obviamente no en alguien sano, no estoy segura de qué podría pasarle. -la miró ella.- Me pasearé por la ciudad a ver si encuentro a alguien con mala suerte. De todas formas, si el antídoto no funciona, igual ya había sido contagiado.

Mei parecía sin palabras, con una expresión algo preocupada, mientras que el asiático la observaba serio. Le desearon buena suerte, y (T/N) emprendió su camino a la ciudad.

Avanzó entre las calles a paso ligero, sin miedo, mirando a su alrededor no en busca de infectados, sino de gente. Se pasó por el centro comercial para sacar más comida y guardarla en su mochila extra, y continuó hacia la parte norte de la ciudad.

Debían ser las cuatro de la tarde para cuando llegó a la estación de policías, la misma a la que la habían llevado Arthur y ese otro oficial cuando la rescataron del callejón al lado de su departamento.
Lo cual quería decir que no estaba muy lejos de su casa.

La (nacionalidad) suspiró profundo y siguió caminando.

A eso de las cinco y media, de acuerdo con su reloj, oyó a alguien gritar desde una calle de al lado. Rodó sus ojos en silencio ante la estupidez de la gente y se escondió tras un muro, observando la escena.

Logró identificar a tres personas y cuatro infectados. Dos, una chica y un tipo, miraban aterrados a otro chico tirado a un lado en el piso, peleando contra las abominaciones que se le iban encima. Sin saber qué hacer, el dúo dio media vuelta y puso pies en polvorosa, corriendo en la dirección opuesta y desapareciendo un par de calles hacia el costado.
(T/N) salió de su escondite.

Sin perder mucho tiempo, ya que había visto lo rápido que se infectaba la gente, le partió la cabeza a los cuatro infectados con un buen palazo a cada uno y se agachó al lado del sujeto, pasando su propia mochila al frente para sacar lo que necesitaba.

El tipo tosió con pesar e intentó levantar la mirada. Estaba pálido, pero aún no estaba ni muerto ni por completo infectado.
Era perfecto.

Llenó una jeringa con la cantidad del frasquito que había concluído como la mejor y guardó sus cosas rápido, tomando los cabellos de la nuca del tipo para evitar que se moviera. Mientras el sujeto comenzaba a hacer ruidos de confusión y a mover brazos y piernas con miedo, por suerte aún consciente y vivo, ella insertó la jeringa en un punto específico en su nuca e introdujo la prueba. Podría haberlo hecho en su brazo, pero tal vez se hubiera tomado demasiado tiempo en llegar a donde debía y realmente no quería arriesgarse.

Una vez la jeringa estuvo vacía, se levantó y retrocedió para ver qué pasaba.

El tipo giró su cabeza con mucho esfuerzo para verla, una expresión de pánico y confusión en todo su rostro que hasta le dio un poco de escalofríos. Sin embargo, no dejó de perder color. Sus mejillas comenzaron a hundirse bajo sus pómulos y se le escurrió un camino de sangre por su boca medio abierta. Su ropa colgó de su espalda y sus brazos dejaron de sostenerlo, haciendo que se cayera de vuelta al cemento e impactando su cabeza en el proceso, uno de sus ojos aflojándose en su cuenca.
Tal como había pasado con su madre, el sujeto frente a ella se había convertido en un infectado.

Frustrada, la (nacionalidad) empuñó su palo de contención y lo apaleó contra la pista hasta que se aseguró que la nueva abominación estaba realmente muerta.
El primer intento había fallado.

¿Habría sido por la cantidad? ¿Habría sido por los ingredientes en la prueba? No lo sabía, pero una de esas dos cosas la podía averiguar todavía en la ciudad, así que seguiría caminando por un rato más.
Dejó caer la jeringa al suelo y la pisó hasta romperla en varios pedacitos. Ya no le servía, pues estaba manchada de la sangre del sujeto, y le daba pereza volver hasta la cabaña para lavarla con alcohol.
Igual había traído más de una.

(T/N) continuó con su paseo por la ciudad.

No pasó mucho antes de que volviera a escuchar un grito. Cuestionó de nuevo si la gente tenía al menos una pizca de sentido común antes de apresurarse a paso silencioso hacia la fuente del sonido.
Estuvo algo sorprendida de encontrar al duo que había dejado atrás al otro sujeto, ya tirados con unas cinco abominaciones encima.

"Es karma" pensó (T/N), no sonriendo por la situación pero claramente sintiendo algo de gracia al respecto.

Corrió hacia ellos y acabó con los infectados, apresurada. Para ahorrar tiempo y por practicalidad, cargó dos jeringas con cantidades distintas a la muestra del primer tipo, y entre ellas. Una con un poco menos, y otra con un poco más.
Si no resultaba ninguna, entonces tenía que ser problema de la composición. Ya no había forma de que funcionase con menos o con más.

Se acercó a los dos tirados llenos de mordidas intentando levantarse y aplicó primero a la chica, escuchando al tipo detrás cuestionarla con voz rasposa. En cuanto la jeringa estuvo vacía, se giró a poner la otra en el sujeto antes de que pudiera forcejear.
Vacías ambas, se levantó y observó.

Ninguno dejó de ponerse pálido. Solo por si acaso esperó, viendo su carne deteriorarse y su piel hundirse entre los huesos. Cuando ambos se levantaron, ya infectados, la (nacionalidad) suspiró rendida.
Les partió los cráneos de dos palazos y dio media vuelta para regresar por donde vino.

Eran casi las ocho de la noche para cuando llegó a la cabaña, cansada y algo frustrada, e intentó ignorar las miradas algo preocupadas de los asiáticos.

-¿Falló...? -preguntó Mei, intentando no ser ruda.

-Sí, bueno, no sé qué estaba esperando. -(T/N) estiró sus brazos y bostezó sin reparo, girándose a verla.- El primer intento, y para colmo con conocimientos que acabo de adquirir. En retrospectiva, debí suponer que esto pasaría.

-Pero eso quiere decir que ahora estás más cerca de encontrar el antídoto, ¿o no? -preguntó Cheng con una sonrisa calmada, apoyado contra el marco de la puerta, como si intentara consolarla.

(T/N) no pudo evitar sonreír un poco ante su amabilidad.

Cenó con ellos en la mesa, para variar, y se dio un buen baño antes de dormir en su habitación luego de dos días de haberse quedado dormida en el escritorio del estudio.

El día siguiente también lo dedicó a investigar.


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Puse más espacio entre los diálogos porque sentí que se veía demasiado apretado :'v

Me avisan si prefieren que vuelva a ponerlos como estaban antes, no hay problema

Nos vemos el siguiente martes ^^7

Les loveo <3

-Gray

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