Capítulo 11 - Los Inconscientes


(T/N) recorrió la bajada de la pista a través del bosque de la montaña dando saltitos. Sentía una extraña paz mental tras haber dejado a Wendy en un lugar seguro y saber que ahora solo tenía que preocuparse por su propio trasero.
Casi podía decirse que estaba relajada.

Si no hubiera encontrado un charco de sangre seca a un lado de la carretera y eso le hubiera recordado el estado del mundo, por poco y se ponía a tararear algo.

Recorrió el camino fuera del bosque y a la carretera principal sin problema alguno. Encontrar el río que llevaba a la cueva también fue sencillo, y en menos tiempo del que había esperado ya estaba dentro de su bosque, a salvo en el agua.

Avanzó cerca de diez minutos por el río antes de encontrar algo fuera de lugar. Se acercó con cuidado y con una mano sosteniendo el palo con fuerza, divisando a la distancia un bulto marrón tirado a orillas del río que parecía ser una persona.

En cuanto estuvo más cerca, se percató de que la persona estaba casi sumergida en el agua, solo parte de su torso y cabeza echados sobre piedras y tierra que evitaban que se la llevara la corriente. (T/N) le rodeó para ver su rostro, descubriendo que era un joven rubio con unos lentes que tenían grietas en una de las lunas.
Estaba pálido y apenas respiraba. Lo escaneó de arriba a abajo y no encontró mochila ni cosas más allá de un bate de madera tirado un poco a la derecha de su cabeza. ¿Sería suyo, o sería esa el arma con la que le habrían noqueado?
Tal vez lo habían atacado para llevarse sus cosas, no sería extraño.

(T/N) miró a su alrededor y suspiró rendida. No podía dejarlo ahí, ¿o sí? El pobre diablo había tenido muy mala suerte, nada más.
Se apiadó de él y tomó el bate, dejando el palo de contención colgando de su muñeca y pasando uno de sus brazos por su hombro para arrastrarlo hasta la cabaña.
Era pesado.

Lenta pero segura, la (nacionalidad) arrastró al joven por la cortina de helechos, bajo la colina de pasto, dentro de la cabaña y hasta el dormitorio libre donde, con fuerza de quién sabe dónde, logró jalarlo sobre la cama y rodarlo al medio. Colocó el bate a un lado luego de un rato de pensárselo. Porque, cuando se despertara, podían pasar dos cosas: a) que usara el bate para atacarla a ella o b) que la presencia del bate le indicara al joven que ella no pensaba hacerle daño ya que le permitía tener un arma sin problemas.

Se quedó de pie un momento al borde de la cama pensando. Estaba empapado, ¿cuánto tiempo había estado tirado ahí? Pero tampoco podía cambiarlo, no tenía ropa que darle y tampoco quería desvestirlo.
Lo menos que podía hacer era revisar si tenía algún tipo de herida del torso para arriba que pudiera tratarle.

Con algo de esfuerzo le quitó la chaqueta marrón de piloto, dejándola a un lado pues estaba seca, y levantó su polo. No parecía tener nada malo por ahí, por lo que lo dejó como estaba y le quitó los lentes, colocándolos en la mesa de noche.
Pasó sus manos por su cabello, intentando encontrar algún tipo de hinchazón por el golpe, pero no había nada fuera de lo normal. Su nuca y cuello estaban intactos, y la parte alta de su espalda que llegaba a ver si lo sentaba un poco tampoco tenía heridas.

¿Entonces? ¿No lo habían asaltado?
O tal vez... tal vez se había desmayado del cansancio y del hambre.
Eso tampoco sería muy extraño.

(T/N) suspiró, agotada, y le tiró una manta encima para cubrirlo.

Se sentó en el sillón de la sala y tomó una siesta de media hora sin darse cuenta. Almorzó al levantarse y pasó por el huerto para ver si nada iba mal.
Todo estaba exactamente igual a como lo había dejado el día anterior.

Regresó dentro y se sentó de nuevo a pensar.
No tenía nada que hacer. No solo no tenía nada que hacer, sino que además no podía dejar la cabaña hasta que el chico se despertara.
Y no sabía cuándo pasaría eso.

Pasó cerca de una hora sentada ahí, pensando en cualquier cosa. La próxima vez que fuera a la ciudad buscaría una televisión, una consola de videojuegos y algún título para traerse y no aburrirse.
¿Cómo iba a cargar todo eso de vuelta? Ni idea, pero ya se le ocurriría. Estaba dispuesta a hacer varios viajes, de todas maneras.

Caminó con pereza hasta la cocina y rebuscó entre las cosas de la mochila para ver qué dejar y qué mover, ya que tal vez no saldría de la cabaña en un par de días.
Al fondo de todo encontró el frasquito.

Ah, verdad. Tenía la prueba final. ¿Qué diablos debía hacer con eso? Ni siquiera estaba segura si podría abrirlo.
Siguió rebuscando y encontró la libreta que había tomado del hombre que dejó el frasco. Inspeccionó su contenido y, al parecer, estaba repleto de sus anotaciones en el proceso de la creación de la fórmula, así como apuntes de su desarrollo y otras cosas de laboratorio.

Miró el frasco de nuevo, y volvió a leer la libreta.
¿No podía usar eso para crear un antídoto?

Pero, ¡¿qué estaba pensando?! ¿No era muy peligroso abrir el frasco?
...
¿Lo era?

Es decir, ya había confirmado que no pasaba nada si era expuesto al aire, el centro comercial había estado lleno de sangre de infectados y gente sana y habían pasado bastante rato caminando por ahí.
Y ella seguía en perfectas condiciones.

Y si se le regaba un poco y caía en su piel, tampoco pasaría algo, ¿o sí? La sangre de los infectados ya le había salpicado antes y, como ya había dicho, ella seguía en perfectas condiciones.

Por lo que abrir el frasco era seguro. Sin embargo, no tenía herramientas para ponerse a experimentar, debía sacar equipamiento de laboratorio de algún lado-
Del hospital.
Del hospital y de la facultad de química, ¿no?

Se quedó inmóvil por un rato.

Debía ir a la ciudad. Realmente no creía que el chico se fuera a despertar en ese momento, era probable que siguiera inconsciente por un par de días más.

Así que (T/N) re-empacó la mochila, verificó que el extraño siguiera en su lugar, y dejó la cabaña con prisa.
Tampoco pensaba demorarse demasiado.

Hizo su camino fuera del bosque y hasta la ciudad con un par de encuentros incidentales que acabaron con sesos en el piso y unos tres infectados menos en el mundo. Llegó a la farmacia cuando aún quedaban unos veinte minutos de luz, por lo que apresuró el paso.

El hospital estaba relativamente lejos, pero sin tener que esperar a los semáforos llegó en la mitad del tiempo que le solía tomar cuando todo era como antes. Ingresó y comenzó a guardar lo que necesitara en la mochila: cosas para separar líquidos, libros de química, lugares para poner pruebas, etc. Goteros, varitas de vidrio, máscaras de seguridad y uno que otro implemento de primeros auxilios también acabaron dentro de su mochila.

Cuando salió, ya era de noche. Se apostó contra una pared y sacó la linterna.
Un momento.
¿No verían los infectados la luz?
Necesitaba comprobarlo.

Levantó un pedazo de poste roto a su lado y lo arrojó al medio de la pista con fuerza, volviendo a esconderse tras la pared. Esperó por algo de dos minutos hasta que un par de abominaciones caminaron curiosas hacia la fuente de sonido, buscando algo.
(T/N) se aferró al palo de contención y les apuntó con la linterna, encendiéndola.

Ninguno de los dos infectados reaccionó.

Casi soltando un suspiro de alivio, agarró la linterna con su boca y dispuso de los monstruos rápido y en silencio.
Continuó con su camino.

En la facultad de química (luego de caminar perdida por media hora sin saber dónde diablos en la universidad estaba eso) encontró un par de útiles que no había habido en el hospital, además de guantes de látex. Todo lo demás ya lo tenía.

El camino de regreso fue aterrador pero calmado. Casi no se cruzó con infectados, pero la linterna solo le dejaba ver una porción de la calle y la (nacionalidad) nunca había sido muy fan de la oscuridad.

Sí le dejó ver, sin embargo, a una persona tirada al lado de la pista.
Diablos, ¿qué pasaba con ella y encontrar gente inconsciente por ahí? ¡Ya era la segunda del día, y una sola ya había sido raro!

Curiosa, se acercó para ver quién era esta vez y descubrió un joven de cabello castaño medio anaranjado, despeinado, con un cuchillo de cocina tirado a su lado y una hinchazón en la nuca baja que parecía estar comenzando a formarse.
Considerando que no traía nada más con él, sin contar un par de lapiceros enganchados en su delantal de camarero, era más que probable que a él sí que lo hubieran asaltado.
Hace poco.

Alerta, la (nacionalidad) metió el cuchillo en su mochila y pasó uno de sus brazos sobre su hombro para levantarlo, agarrando la linterna con la mano que lo sostenía.
Era mucho más ligero que el rubio.

Avanzó a paso rápido hasta salir de la ciudad, donde bajó un poco el ritmo. Lo arrastró hasta la cabaña, cansada, y lo dejó tirado en el piso de la sala mientras encendía las luces y dejaba su equipaje en la cocina.

Se dio cuenta que no tenía más camas.

Colocó el cuchillo en la mesa de la sala y cargó al joven con mucho esfuerzo como princesa para echarlo sobre el sillón más grande. Sacó mantas del cuarto en donde estaba el rubio, aún inmóvil, y las dejo en uno de los otros dos sillones para cubrirlo luego.

No podía quitarle el delantal porque estaba atado por detrás, así que desabotonó su camisa hasta donde pudo y se inclinó algo incómoda para ver si tenía heridas en el torso. Nada por ahí. Lo sentó un poco para ver parte de su espalda y descubrió que también estaba intacto, descontando por supuesto el golpe en la parte baja de su nuca.
Volvió a abotonar su camisa y buscó en el bolsillo de su delantal para ver si había algo útil ahí. Además de los dos lapiceros encontró una libreta de esas que tienen los meseros en los restaurantes para anotar pedidos, una pequeña calculadora, un clip y una foto.

En la foto aparecían tres personas. Él, un joven muy parecido algo más bajo y con una gran sonrisa, y-
Un momento.
El tercero resultaba conocido. ¿Dónde lo había visto antes? Era un tipo de cabello marrón y ojos color oliva...

...
Ah-
¡Era el tipo del remo que había estado de guardia con Matthías!

Bueno, ¿no era eso oportuno? Si no se despertaba para el día siguiente, podía arrastrarlo hasta el refugio y dejarlo ahí. Era probable que fueran hermanos, a juzgar por su parecido.

Sería su buena acción de la semana.

Cubrió al chico con las mantas y se dirigió al dormitorio más grande, cambiándose a algo más cómodo. Se echó en la cama e intentó dormir.

Y lo logró.
Aunque tuvo una pesadilla, pero bueno.
Ya no le importaba. No era como si la vida real fuera más bonita.

A la mañana siguiente se cambió a algo ligero, se puso las botas, la casaca de Arthur y dejó su dormitorio con cuidado. Caminó en puntillas hasta el cuarto de al lado y se asomó por la puerta.
El rubio seguía inconsciente.

Solo para asegurarse, se acercó a la cama y verificó que siguiera vivo. Le tomó el pulso y sintió su respiración con una mano, exhalando algo aliviada cuando sintió aire rozar su palma.
Hizo exactamente lo mismo con el otro inconsciente antes de sentarse a tomar desayuno.

Descargó los contenidos de la mochila en el estudio y la llenó con lo necesario de provisiones.
Podía jugar a ser científica luego.

Dejó la cabaña arrastrando al camarero, deteniéndose a descansar en el río una vez estaban en el bosque. Le incomodaba jalarlo de esa forma. No solo debía estar lastimando su hombro, sino que ella misma sentía que le dolía un lado por estar inclinada y soportando el peso de manera irregular.
Intentó cambiar por otra estrategia, poniéndose su mochila al revés (hacia el frente), sumergiéndose en el agua mientras lo mantenía fuera al mismo tiempo y emergiendo debajo para cargarlo en su espalda tipo caballito. Acomodó sus brazos sobre sus hombros y sujetó sus piernas a sus lados, inclinándose hacia adelante un poco para que no se resbale.
Mucho mejor. No era muy pesado, pero (T/N) suponía que tanto pelear contra los infectados debía haberla hecho al menos un poco más fuerte.

Caminó sin problemas fuera de su bosque, a través de la carretera y dentro del bosque de la montaña opuesta en una ruta que, si seguía llevando gente ahí, pronto acabaría por aprendérsela de memoria.

En la caminata de subida al refugio tuvo que detenerse a descansar un par de veces. Se sentía muy afortunada de no haberse encontrado con ningún infectado hasta ahora, y esperaba que siguiera igual.

Debía ser el mediodía para cuando divisó las rejas del resort. Tras ellas distinguió a dos personas, una que parecía ser Matthías de nuevo y la otra-
La otra... era... lo había visto antes, ¿dónde-?
Ah, ¡por supuesto! ¿Cómo se había olvidado?
¡Era Vladimir!

El rubio la avistó primero a la distancia y saludó agitando su mano en alto, al parecer indicándole al otro que abra la reja.

-¿Otra vez en turno de guardia? -bromeó ella, cansada, esperando a que la dejaran ingresar.
-Eh- esa voz... -Vladimir terminó de quitarle el seguro a la reja y la abrió. Miró a la (nacionalidad), sorprendido.- ¿(T/N)?
-Hola, Vladimir. -sonrió ella, ingresando y dejando al inconsciente a un lado con un poco de esfuerzo. Matthías la ayudó mientras el otro cerraba la entrada.
-Así que estás bien... -musitó el castaño, girándose a sonreírle.- Cuando Wendy llegó sola hace poco creí que algo te había pasado.
-¿Aurel está contigo? -preguntó ella, estirándose. Vladimir asintió.- Me alegro. ¿Está Arthur también? Debería devolverle esto... -miró la casaca.
-No... no sé nada de Arthur ni Peter desde que nos separamos en el bosque esa vez. -negó él, su atención cayendo sobre el inconsciente.- ¿Y él?
-Ah, cierto. -(T/N) se giró para encarar al rubio.- Creo que es pariente del chico que estaba aquí la vez que vine.
-¿Pariente de Lovino? -se sorprendió Matthías.- Debe ser uno de sus dos hermanos, iré a buscarlo. ¿Podrías traerlo dentro, (T/N)? Alguien tiene que quedarse a cuidar.

La (nacionalidad) asintió y el rubio le sonrió como agradecimiento antes de correr dentro del edificio principal del resort. Vladmir se disculpó por no poder ayudar, y tras decirle que no se preocupe, (T/N) cargó al joven en su espalda de nuevo y avanzó por donde el rubio se había ido.
Lo había cargado todo el camino hasta ahí, por supuesto que podía cargarlo un poco más.

Caminó lento dentro del resort, tomándose su tiempo. Gente iba de un lado a otro cargando mantas, cajas y otras cosas; la entrada parecía haber sido convertida en una especie de posta médica provisional. Algunos se detenían a verla, pero la mayoría estaban demasiado ocupados para eso.
Debía ser pesado estar en un lugar así. Tanta gente herida y enferma, y encima de eso había que estar defendiéndose constantemente de infectados y armando comitivas para ir a buscar comida.
La (nacionalidad) descubrió que, por solitaria que fuera, prefería su forma de sobrevivir.

-¿Estás seguro? -se escuchó desde otro pasillo, un tono esperanzado pero con trazos de incredulidad.
-¡Que sí, por acá! -era Matthías.

El rubio y Lovino aparecieron corriendo por el pasillo de la derecha a unos diez metros de la (nacionalidad). Ella se quedó en su lugar, esperando a que vinieran, y contempló algo entretenida y enternecida la expresión de Lovino cambiar. Pasó de incrédulo a sorprendido, de ahí a aliviado y finalmente a agradecido; una sonrisa apareciendo en su rostro cuando corría hacia ella con la mirada fija en el inconsciente.

-¡Romeo! -exclamó, tomándolo de la espalda de ella mientras (T/N) se agachaba para dejarlo. Lo recibió en el piso, sosteniendo su torso con un brazo y con el otro sintiendo su respiración y pulso como si confirmara que, en efecto, estaba vivo.- Romeo, fratello, stai bene... -murmuró para sí, abrazándolo.- Davvero, stai bene...

Se quedó abrazándolo en silencio por un rato hasta que aparecieron un par de muchachos, al parecer médicos, para cargarlo hasta alguna camilla provisional. Los tres observaron cómo se lo llevaban, ella pasando su mochila a su espalda de nuevo, y Lovino se giró a ver a la (nacionalidad). (T/N) sonrió cansada, lista para decirle que no había sido nada, que no le agradezca.
Claro que no se esperó que la abrazara.

-Gracias... -agradeció él en un murmullo, apretándola aún más.- Gracias, gracias...

(T/N) no supo cómo reaccionar por un momento. Su cerebro quiso decirle que lo único que había hecho ella era cargarlo de un lado a otro, pero su lado sentimental lo calló. Le devolvió el abrazo con gentileza, tranquilizándolo, dejando que sus acciones hablen por ella.


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Les traigo un capítulo algo más largo yay

Nos vemos el martes que sigue ^^7

Les loveo <3

-Gray

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