EPILOGO
MIKE
Se me están acabando tanto el tiempo como la paciencia, no tengo idea de donde buscar o hacia donde ir, todo se está saliendo de control como un maldito huracán. Dos malditos años sin señal de vida de Alexa, hace seis meses dimos con Miranda, fue algo más que un milagro el hecho de que apareciera allí frente a nosotros durante mis vacaciones a Egipto. Se hallaba desahuciada luego de ver a Jona inconsciente debido a la herida en su pecho en aquel momento.
-Ven aquí- dije abrazándola -Ya estás con nosotros pequeña, no volverán a poner un dedo sobre ti-
-Jo... na...- sollozaba.
-Es un fuerte cabeza dura, saldrá bien de esta también-
Momentos después estando ella dormida en mi regazo el doctor nos informó que podríamos pasar luego a ver a Jona. Una enfermera se acercó a nosotros indicándonos que era tiempo de ir junto a mi cuñado.
-Miranda, pequeña, Jona despertó- susurré en oído para no asustarla pero fue en vano.
-¿Jona? ¿Qué?- nerviosa tartamudeaba intentando calmar sus ansias.
-Está bien pequeña, ha despertado, ya podemos verlo- sonreí y acaricié su rostro.
-Quiero verlo-
-Vamos-
Tomé su mano y seguimos a la enfermera que nos indicaba el camino hacia la habitación de Jona, al abrir la puerta y verlo al final de la habitación con las máquinas conectadas a su cuerpo Miranda no pudo evitar cubrirse la boca y ahogar un gemido de sorpresa y dolor al ver al hombre que ama en ese estado.
-Jona- sollozó acercándose lentamente hasta su lado.
-Miranda- susurró con la máscara de oxígeno cubriendo su rostro.
-No hables mi amor, todo está bien, todo estará bien- vi como ella cuidaba de Jona y decidí salir de la habitación con un dolor en el pecho que era imposible de ocultar.
Extrañaba a Alexa, eso era innegable, no saber su paradero y cada día estar más lejos de hallarla tan solo lo dificultaba aún más. Raymond era nuestra única esperanza y tan sólo apelaba a que estuviera dispuesto a ayudarnos a encontrarla, que hablara y dijera lo que sabía acerca de Iris y su plan. Llegué hasta la sala de espera y caí rendido en la silla recostando mi cabeza contra la pared, era mi posición favorita para pensar.
-Mike, despierta- su voz llamándome hizo que abriera los ojos agitado.
-¡Alexa!- los ojos de Miranda me vieron entristecidos.
-Lo siento Mike, no quise- se disculpó visiblemente dolida.
-No te preocupes, suele pasarme últimamente-
La abracé y consolé cuando era yo quien lo necesitaba con urgencia, necesitaba mi Alexa, la mujer de mi vida a mi lado, nada más que ella sería capaz de salvarme de este maldito dolor. Miranda me comunicó lo que el doctor había hablado con ella al controlar el estado de Jona, no había mucho por preocuparse, él se recuperaría en un par de días, tal vez una semana. Me tendió un número de teléfono que Jona le había facilitado diciendo que era su superior, que debía informar de su estado actual a pesar de que de seguro ya su equipo lo había mencionado.
-Dijo que ellos nos darían datos acerca de la situación legal de Raymond, debemos comunicarnos para saber que pasos seguir y si es que el maldito suelta algún dato acerca del paradero de Alexa-
-Lo llamaré cuando lleguemos al hotel, ven conmigo, comeremos y descansaremos algo-
-Prefiero...-
-Nada Miranda, te ves fatal pequeña, terminarás por preocupar aún más a Jona y enfermará-
Agachó la mirada y asintió sin más argumento por refutar. Tomé su mano y simulé una sonrisa guiándola hacia la salida del hospital. Al llegar fuera abordamos un taxi y fuimos directamente al hotel, subimos en silencio hasta la habitación.
-Pasa pequeña, esta es la habitación de Jona, la mía está al lado y se comunica con aquella puerta-
-Gracias Mike-
-No te preocupes, enviaré la cena para ti, ahora solo entra y descansa- asintió y cerró la puerta trabando el pestillo.
Al llegar a mi habitación y abrirla me dirigí hasta la gran cama que ocupaba casi todo el espacio, me desplomé en ella y tomé el teléfono ordenando la cena para Miranda y para mí. Entré al cuarto de baño y abrí la ducha quedando bajo ella más de la cuenta, golpeé la pared del baño tantas veces intentando que el dolor físico supere al dolor de no tener a la mujer que amo a mi lado, uno de los azulejos sucumbió ante el maltrato rajando su superficie cortando mi mano.
-Maldición- mascullé buscando una toalla con que frenar el sangrado.
Salí del cuarto de baño sólo con la toalla rodeando mi cintura buscando algo que detuviera el sangrado y oí el golpe en la puerta, justo ahora debía llegar el servicio al cuarto. Avancé dando pasos rápidos y abrí con la mano sana la puerta.
-¿Mike? Pero ¿Qué?- la pequeña silueta de Miranda se abrió paso en la habitación.
-Siéntate y espera, no te muevas- ordenó nerviosa.
Vi como llamaba a servicio al cuarto y solicitaba lo necesario para curar la herida, luego de colgar hizo una seña para que la acompañara al baño, la seguí casi como un perrito perdido, era así como me sentía, perdido. Veía que movía los labios pero no entendía nada de lo que decía y comencé a marearme.
-¿Michael, me oyes? ¿Mike?- oí su voz lejana y todo se volvió oscuro.
-Michael... no me dejes... te necesito, no te rindas, encuéntrame-
-¡Alexa!- exclamé agitado en medio de la noche.
Miré a mi alrededor y lo que me rodeaba era oscuridad y soledad, un dolor punzante hizo que viera mi mano y recordara lo que había sucedido. Sobre la mesilla de luz se encontraba la cena que había pedido, me dispuse a tomarla y comer de ella y un ruido llamó mi atención.
-No seas testarudo y deja que te ayude- se desperezó y llegó la pequeña hasta mí.
-Siento mucho lo que sucedió-
-Es normal que te sientas así y pierdas la cordura por momentos Michael, eres humano, también pasé por lo mismo al creer que jamás volvería a ver a Jona y te entiendo-
-No tengo idea de donde pueda estar, con quien o en qué estado se encuentra, me desespera y ahoga la sensación de pérdida dentro mío-
-Mike, lastimosamente tan sólo sé lo mismo que ustedes, mi hermana se la llevó y encerró en un psiquiátrico, la torturó tanto mentalmente mientras estuvimos cautivas que la mente de Alexa se quebró y ayudado con los electro choques que Iris le suministraba a diario lograron que su memoria sufriera un daño prácticamente irreversible-
No podía creerlo, su memoria, sus recuerdos, nuestros recuerdos. Caí en el suelo de rodillas con los ojos abiertos y tomándome la cabeza con las manos. Es imposible, no puede ser que haya tanta maldad contenida en una persona, Alexa estaba ahora allá fuera quien sabe en qué estado y sin recuerdos que la guíen de nuevo a nosotros.
-¿Por qué?- susurré ahogado por el llanto.
-Iris quería vengarse, conocíamos a Alexa de la época de la preparatoria, cuando Jona y yo nos conocimos, fuimos buenas amigas y Alexa supo ganarse el cariño de mis padres haciendo que Iris con sus actos de rebeldía quedase prácticamente en segundo plano-
-¡Pero no es culpa de Alexa!- la ira me consumía.
-Lo sé Mike, pero es humano culpar a los demás antes que ver nuestro error y corregirlo-
-¡Maldita sea!- golpeé una y otra vez el suelo descargando así mi frustración.
-Lo último que sé de ella es que cuando Iris intentó cambiarla de institución, un médico la sacó del hospital y ellos le perdieron el rastro-
-¿Un médico?-
-Sí, pero no pude averiguar el nombre en aquel momento, no tenía acceso a tanta información, lo siento-
-Si Alexa no tiene recuerdos- presioné mis puños haciendo que la herida en mi mano volviera a sangrar.
-Mike, tu mano- Miranda se apresuró a traer lo necesario para volver a curarla mientras yo seguía perdido en mis pensamientos.
Alexa había perdido la memoria, un maldito médico la había sacado del instituto, aunque, agradezco que la hayan alejado de la psicópata de Iris. Dónde estará ahora, mi Alexa, mi amor. Debo ser fuerte, ella siempre lo fue, venciendo obstáculo tras obstáculo sin dejar que nada ni nadie lograse acabar con su fe. Me enseñó a vivir y esperar que la vida nos sorprenda con lo bueno a pesar de que lo malo parezca llevar las de ganar.
****************
10 años después
-Hijo, ¿tienes todo preparado?-
-Sí mamá, iré a visitar a mis sobrinos por un mes y regreso-
-Te hará bien cariño, debes salir un poco más de este encierro que llamas vida-
-Mamá, no te preocupes, estoy bien-
Me abrazó con cariño y besó mi frente como siempre lo hacía, Evan entró por la puerta principal cargando mi última maleta. Se despidió de mí al igual que mamá, tenía los mejores padres que se podían pedir en el mundo, me amaron por que quisieron, no porque debían hacerlo y eso se los agradeceré eternamente.
-Seguro y no quieres que vayamos contigo-
-Seguro mamá, estaré bien, no te preocupes, les llamaré ni bien aterrice en Argentina-
-Está bien hijo, respetamos tu decisión, estaremos esperándote con los brazos abiertos-
-Lo sé papá y los amo demasiado, cuídense mucho-
-Tú también- dijeron al unísono y subí a mi Silver recordando aún a Alexa regañarme por tenerla.
Camino al aeropuerto decidí ir al cementerio a ver a mi madre, había vuelto a la rutina y aquel hombre que me había abierto los ojos alguna vez seguía allí conmigo, cada tarde nos tomábamos el tiempo necesario para hablar de nuestras vidas y tratar de entender donde erramos el camino y acabamos como estábamos, ambos sin nuestras personas más queridas a nuestro lado.
-Hola mamá- dije dejando un tulipán en su tumba.
-Creí que no vendrías hoy por aquí-
-James, ¿Cómo estás?-
-Más viejo y más sentimental- sonrió moviendo las manos restando importancia a lo dicho.
-Sentimental has sido siempre aunque lo niegues-
-Y tú un pequeño creído sabelotodo- rió golpeando mi hombro.
-Cuídala por mí- susurré.
-¿Irás a buscarla?-
-No lo sé James, han pasado siete años desde que la vi por última vez, siete años buscando en los lugares más inhóspitos sin resultado alguno, no quiero rendirme pero...-
-Pues no lo hagas, no te rindas... ella está en algún lugar esperando por ti-
-¡Ella no me recuerda!- exclamé rompiendo en llanto.
-El corazón no olvida hijo mío, sólo no recuerda lo que no ve-
Levanté la mirada y vi sus ojos transparentes y sinceros clavados en mí, tendió su mano y ayudó a levantarme. No dije ni dijo nada más, simplemente fue un "Hasta pronto" de viejos amigos y partí camino al aeropuerto. Las personas pasaban a mi lado presurosas y eufóricas, algunas tristes por la despedida y otros compartiendo abrazos felices por el retorno y en medio de todos ellos estaba yo.
-¡Maldita sea!- mascullé y me dirigí hacia donde debía registrarme.
Luego de pasar por el tedioso trámite de registro y empaque de maletas decidí sentarme en un pequeño café del aeropuerto para esperar que saliera el avión. Una vez que abordé el avión decidí que nada más cerraría los ojos y no pensaría más nada hasta llegar y dejar que los torbellinos Andy y Ana llenaran mi alma con su alegría.
-Señor, hemos llegado a Panamá, debemos hacer una escala-
-Claro, ya bajo- respondí frotando mis ojos para poder espabilarme.
Una vez en tierra opté por ir a la tienda de artesanías del aeropuerto y comprar algo para los niños y sorprenderlos. Miré varios obsequios pero ninguno llamaba mi atención o siquiera parecía apropiado para niños de 4 años. Volví hacia la zona de tiendas y a lo lejos vi una tienda de juguetes y sonreí al ver aquel peluche que tanto querían mis sobrinos. Cuando iba a tomar el peluche de Winnie Pooh una pequeña manita lo tomó primero. Al verla la sangre se me congeló y aún más al oír una voz tan familiar y añorada llamarla.
-¡Alexa cariño!- una mujer agitada llegó hasta ella y la abrazó - cariño, no tienes que alejarte así de mamá y papá, pudimos perderte-
-Mami, Winnie Pooh, quiero Winnie-
-Está bien, vamos por papá y lo compraremos-
-El señor también quiere a Winnie mamá-
Observé toda aquella escena mientras sentía como las lágrimas iban llenando mis ojos, era ella, mi Alexa, mi amor, con su hija y su familia.
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