CAPITULO 8
NARRA ALEXA
Salimos de aquella habitación y Mike continuaba callado y perdido en sus pensamientos, llegamos como lo había prometido hasta el parque que había frente a la clínica, el sol estaba en lo alto y se lo agradecía, tantos días encerrada en la clínica comenzaban a causar estragos en mi persona, intentaba ser fuerte por Mike, no quería que se preocupara más de lo que ya lo hacía, intentaba mantenerme optimista y positiva respecto a la terapia, pero, la verdad era que no había avanzado nada, sólo los pequeños escozores y hormigueos al intentar mover mis piernas con la ayuda de Sam y nada más. Sabía que pronto me darían el alta y debía volver a casa, también eso preocupaba a Mike y a mamá, la seguridad, el amigo de Raymond ha investigado pero sin resultado positivo, sea quien fuera la persona que quiere dañarnos sigue allí afuera preparando algo nuevamente contra nosotros.
-¿Cariño?- sentado en cuclillas frente a mí me ofrecía una dona bañada en chocolate.
-¿Lo recordaste?- chillé emocionada.
-¿Que eres una fanática del chocolate?- sonrió y me dio de comer.
-Mmm... sabrosa... gracias mi amor- sonreí y lo abracé fuerte -¿Vas a decirme qué es lo que te tiene tan sensible?-
-Impotencia, me siento impotente al ver todo lo malo que le sucede a la gente buena y la gente que realmente merece que algún tipo de castigo llegue a ellos sigue caminando libre y tranquila por la vida, no es justo- negó con la cabeza y arrodillado la apoyó sobre mi regazo.
-La vida no siempre es como queremos que sea Mike, algunos estamos de paso, otros por un tiempo más, algunos para enseñar, otros para aprender, para amar... no podemos controlar ni jugar aser algo más de lo que somos, y lo que somos es ser humanos, con errores y aciertos y nada más-
-¿Justificas a personas como mi padre?- preguntó sin mirarme.
-Justifico a personas como tú, o como tu madre que se pasan la vida preguntándose ¿por qué a mí? en lugar de salir del hoyo en el que se encuentran y aprender de los errores de los demás-
-Te amo Alexa... estaría realmente perdido sin tí- dijo hasta que el sonido de su teléfono celular lo distrajo -¿Diga? Él habla, sí, era mi padre...- se paró y se separó de mi lado y lo veía agitarse y pasar los dedos por su cabello como lo hacía cuando estaba nervioso.
-¿Amor? ¿Está todo bien?- pregunté acercándome a él con la silla de ruedas, había cortado la llamada pero no se había movido del lugar en el que estaba.
-Murió... mi padre- murmuró -Hace unos meses, en una revuelta, en la cárcel, un incendio y él... él...- cayó de rodillas y odiaba estar atada a esta maldita silla de ruedas y no poder caer junto a él y abrazarlo.
-Michael... ven aquí amor... quédate conmigo por favor- supliqué al verlo perdido entre sus sollozos.
-El abogado fue, quiso notificarlo, le dieron la noticia, su esposa lo retiró, no sé ni quien es ella... pero... ¿quiero saberlo Alexa?- me miró y lo que vi me caló en lo hondo de mi alma, verlo allí devastado, por la muerte del asesino de su madre, su padre.
-Ven aquí mi amor, dame tu teléfono- pedí al tiempo que él se acercaba y me abrazaba y se ocultaba en mi pecho.
Marqué el número de Evan y pedí que viniera junto con Susan, Michael los necesitaría a ellos incluso más que a mí. Esperamos en el mismo lugar que estábamos ya que Michael no podía siquiera moverse del estado de shock en el que se encontraba.
-Necesito verla... quiero estar con ella- repetía una y otra vez.
Sabía que se refería a su madre, ella era muy importante para él, su pérdida era algo de lo que jamás se pudo recuperar, parecía calmarse cuando estábamos juntos pero la noticia de la muerte de su padre lo había devastado. Luego de una hora de estar sentados en el parque, vi a lo lejos como Susan apresuraba su paso y caía junto a él y lo abrazaba.
-Tranquilo hijo, mírame, háblame- pidió y Mike poco a poco fue reaccionando a su pedido -estamos aquí, tu padre y yo-
-Mi padre murió, mi madre también- sollozó en sus brazos.
-Nosotros estamos aquí hijo y jamás te dejaremos solo- Evan se unió a los dos y los cubrió con sus brazos.
-Me dejarán y se irán...- parecía un niño llorando por sus padres a la entrada del colegio, me dolía el alma verlo así.
-Cálmate por favor Mike, no te preocupes, ven te acompañaré a verla si eso te deja más tranquilo- dijo Evan ayudando a ponerlo de pie.
-Gracias papá... lo siento mucho...- se disculpó -Alexa, amor... yo...-
-Te entiendo cariño, tómate tu tiempo... te amo...-
-Yo me quedaré con ella- dijo Susan tomando la silla de ruedas.
-Gracias mamá... intentaré no tardar mucho, es sólo que...-
-Vamos hijo, pronto cerrarán las puertas- dijo Evan tomándolo de los hombros.
Los vimos perderse en la lejanía del parque, aunque no fueran padre e hijo, Evan y Mike se parecían mucho, el suspiro de Susan me devolvió a la realidad y sentí como giraba la silla de ruedas para volver a la clínica.
-Ha sido todo muy duro para él desde pequeño, creo que al fin de cuentas las heridas nunca sanan por completo, basta un pequeño pellizcón para que todo vuelva a doler como en el primer día- comentó Susan mientras íbamos hacia la habitación.
-Supo sobrevivir y superarse, es un hombre fuerte y estoy muy orgullosa de la persona que es- dije sin más.
-Lo es, ya llegará su momento que to...- se frenó de golpe y sentí su respiración agitarse -... Jhona...-
Me volví hacia ella y la vi completamente pálida y con la vista puesta en el final del pasillo, me giré para ver qué o quien se hallaba en ese lugar y era...
-¿Sam?- dije y Susan se volvió hacia mí.
-¿Lo conoces?-
-Sí, es mi fisioterapeuta, hace un tiempo vengo tratándome con él en rehabilitación-
-¿Alexa?- su voz ronca nos hizo sobresaltar a ambas.
-Sam, ella es la madre de Michael, Susan Brunet- los presenté ante la mirada atónita de Susan.
-Un gusto señora- tendió Sam la mano y temerosa Susan la aceptó -Bueno, debo irme, y usted señorita mejor y descanse que mañana debemos volver al trabajo-
-Ya a eso iba, te veo mañana- saludó con las manos y se dirigió a la salida -Tú también crees que es idéntico al padre de Mike- afirmé llamando la atención de Susan.
-Es impresionante, Mike dijo lo mismo, quedó igual de atónito que tú-
Volvimos a recorrer el camino hacia mi habitación y de camino Mel, la enfermera que siempre me había tratado nos vio y llegó hasta nosotros.
-La ayudaré señora Brunet, ¿Mike está fuera?- preguntó y ambas asentimos.
Al entrar a la habitación Mel recogió las cobijas de la cama y colocó la silla junto a esta para poder acostarme en ella con mayor facilidad.
-Has perdido más peso Alexa, ¿segura que comes todo lo que envían de la cocina?- dijo en un tono preocupado.
-Claro y además los antojos que Mike me trae cada vez que puede- expliqué.
-Comentaré con el doctor White, por ahora descansa- salió de la habitación y quedamos solas con Susan quien aún tenía su rostro desencajado por el encuentro con Sam.
-¿Susan?-
-Es él, Jhonatan Miles, es igual, su voz, su porte, su manera de andar, es increíble, hasta sentí el mismo miedo que cuando nos amenazó con quitarnos a Michael si hacíamos algo en su contra acerca del asesinato de la madre de Michael- soltó de una vez paseando por la habitación agitada.
-Su nombre es Sam y su apellido Castel, no creo que sea su hijo, de ser así debería ser reconocido por él y llevar su apellido, creo que no es más que una coincidencia y nos estamos dejando llevar por los malos sentimientos del pasado- intenté restarle importancia y tranquilizarla.
Los golpes en la puerta nos sobresaltaron, realmente estábamos nerviosas por todo aquello, la sonrisa de mi madre al asomarse hizo que se nos instalara una sonrisa en nuestros labios, sólo mamá era capaz de aquello y la amaba por eso. Entró con un pastel de manzana en las manos y el aroma me llevó a mi niñez y no pude más que tragar saliva.
-Pastel pastel pastel- repetí en la cama aplaudiendo mientras ambas señoras reían por mi ocurrencia.
-Sabía que te gustaría y un pajarito me dijo que estabas bajando de peso así que decidí hacerte algo que te...-
-Ese pajarito es acaso...-
-Fui yo- dijo Aarón entrando en la habitación.
-¿En qué...?-
-Ahorra tus comentarios hija por favor- rió mamá interrumpiendo antes que los dejara al descubierto.
-Vamos a cambiar tu dieta Alexa, vamos a aumentar los carbohidratos y la cantidad de fibra, controlaremos tu peso más de seguido, no es bueno que lo pierdas, voy a mandar por unos exámenes para ver si hay algo que se nos está escapando de las manos-
Asentí un tanto preocupada, pero no lo demostraría, ya bastante con lo ocurrido con Michael y su padre como para aumentarlo por una tontería como el peso. El aroma del pastel de manzanas inundó la habitación y Aarón se acercó hasta mamá con una mirada pícara y mordió un pedazo del pastel que tenía en sus manos. La risa de mamá era de una quinceañera enamorada y Susan y yo la veíamos felices de verla así.
-¿Hija?- dijo tendiendo un pedazo de pastel para mí.
-Vaya, hasta que te acuerdas que era para mí- fingí estar molesta y la carcajada de Aarón resonó en la habitación.
-Ya me voy señorita celosa, su madre siempre sera su madre- guiñó el ojo antes de volverse hacia la puerta.
-Por lo visto usted pronto será más que solo mi doctor...-
-¡ALEXA BRONX!- me regañó mi madre y todos echamos a reír.
-Niégalo madre- la reté con un pedazo de pastel en la boca.
-No hables con la boca llena señorita-
-Zi mammá- contesté de igual manera.
-ERES IMPOSIBLE- bufó mientras Susan reía de nueva cuenta gracias a mi locura espontánea.
-¿Michael?- preguntó mi madre.
Estuvimos hablando un momento comentando lo sucedido con el padre de Michael y creo que el pastel y la terapia hicieron lo suyo pues había quedado dormida casi al instante.
-Es hermosa- oía una voz un tanto dulce y chillona.
-Te lo dije y no me creías- Mike replicó a lo dicho por la vocecilla.
Abrí mis ojos con esfuerzo y al hacerlo unos ojos grises y juguetones me veían con una sonrisa en los labios, parecía un ángel y la recordé.
-¿Shania?- dije adormilada.
-Sabe mi nombre- sonrió y me abrazó.
-Claro que lo sé, desde ayer Mike no deja de hablar de ti-
-Es que es una niña muy especial, debes oír todo lo que tiene para decir- explicó él.
-Exagera, sólo soy más madura que él y eso lo pone de malas- se burló la niña y echamos a reír.
Pero no exageraba, esa pequeña era un libro entero de enseñanzas y fortaleza con todo lo que había tenido que soportar, no se la veía devastada ni desolada, es más, hablaba como si tuviera un futuro hermoso esperando por ella.
-Seré lo que más quiero ser, feliz y proteger a mi madre, seré un ángel y cuidaré siempre de ella- declaró con una sonrisa en los labios y sus puños cerrados como gesto de su determinación.
-Estás completamente consciente de lo que tu enfermedad significa ¿no?- pregunté sorprendida.
-¡Claro! no es como si no la tuviera fuera a ser inmortal o algo así, sólo me tocó tener que partir antes que otros, nada más, no es culpa de nadie, es lo que Dios quiso para mí y lo aprovecho dando esperanza a otros que sí podrán superar sus enfermedades y volver a su vida como siempre- sentenció firme y decidida.
Aquella niña era realmente sorprendente, estuvo con nosotros un tiempo más hasta que su madre vino por ella para llevarla a descansar, se despidió prometiendo que nos visitaría al día siguiente.
-Es alguien excepcional- sonreí tendiendo mi mano a Mike para que se acercara a mí -Recuéstate conmigo cariño-
-Se parece a ti- dijo acomodándose en mi espalda y abrazando mi cintura.
-Quisiera ser más como ella ¿sabes?-
-Quisiera que nuestra hija fuera como ella, le pondría su nombre- sentenció seguro besando mi nuca.
-¿De verdad lo harías?- aquello me había dejado asombrada pues yo había pensado lo mismo.
-Sí... lo haría- susurró y quedamos dormidos casi al instante, había sido un día agitado, muchas emociones y sentimientos en el aire.
-Seré un ángel Alexa, cuidaré de ustedes también- oí la voz lejana de Shania en mis sueños y desperté asustada.
-¿Amor?-
-Shania, Shania- repetía llorando.
-¿Amor?-
-Ve a verla por favor...- dije nerviosa y llorando a Mike.
Lo vi abandonar la habitación y un dolor se me instaló en el pecho, un mal presentimiento, no quería que fuera lo que yo creía, no podía ser así de injusta la vida. La puerta se abrió luego de unos minutos y los ojos cristalinos de Mike solo confirmaron lo que había soñado.
-¡NO!- dije y me eché a llorar.
-Lo siento mucho cariño- sólo me abrazó y lloró conmigo.
La vida era injusta y el día de hoy el cielo se llevó el mejor ángel de todos.
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