CAPITULO 6
NARRA SAM
Demonios, como fue que terminé en aquella situación, con aquella desconocida a mi lado, debía dejar de andar cazando mujeres estando borracho. Aún así había algo en ella que me atraía, de solo recordar todo lo que hicimos sólo unas horas atrás hacía que quisiera despertarla besándola lentamente y beber cada pequeño suspiro y gemido de su boca.
-Diablos- mascullé y me salí de la cama lo más pronto que pude.
No debía quedarme cerca de ella con todas esas sensaciones a mi alrededor. Me deshice de la ropa que traía puesta y abrí la llave de la regadera y templé el agua. Aún no amanecía pero debía ir a la clínica donde me esperaba la prometida inválida de Mike, realmente que mejor suerte no podría haber tenido, realmente estoy faltando a la ética de mi profesión pero la haría retardar su recuperación todo lo que pudiera, deseaba fastidiarlo, que se cansara de ella, que se sintiera frustrado, aunque el maldito positivismo de ella era irritante, quería borrar su sonrisa de un solo golpe.
-¿Qué?- unas pequeñas manos hicieron que me sobresaltara pero el recorrido que iniciaron en mi pecho en dirección hacia la parte baja de mi abdomen hicieron que olvidara cualquier reclamo.
Sus labios besando cada gota de agua que caía sobre mi espalda hicieron que cada parte de mi anatomía comenzara a descontrolarse con sus caricias atrevidas. Se pegó más a mi cuerpo y sentí sus pechos turgentes rozar mi espalda, su cadera rozando mis nalgas y su respiración comenzando a acelerarse eran realmente música para mis oídos, siguió con sus manos el camino hasta hallar lo que estaba buscando y atesorarlo entre sus pequeñas manos mágicas, era eso lo que ella hacía en ese momento, magia, recorriendo por completo lo más sensible que mi cuerpo poseía en ese momento.
Era imposible detenerla, cada vez que intentaba girarla hacia mí o iba a deshacer el agarre de sus manos, un pequeño mordisco seductor en mi espalda me hacía desistir de aquello. No podía soportarlo, sentía tanto placer, mis piernas hacían lo posible por mantenerme en pie y ella lo sabía, sabía lo que provocaba con cada movimiento y lo disfrutaba, lo sentía al frotarse ella contra mi cuerpo al mismo ritmo que sus manos acariciaban mi entrepierna.
-Ya detente- solté entre gemidos.
-No quieres que lo haga... ¿o si?- dijo soltando sin más mi palpitante esencia.
Maldición, no... no quería que dejara de acariciar y darme placer como lo estaba haciendo, giré de un sólo movimiento y frente a ella sonreí tomando su rostro entre mis manos y besándola suave y lentamente, bebiendo con placer cada gota de ella, esperando por el ataque sin tapujos de su hábil lengua recorriendo mi boca completa. Sin pensarlo más la tomé de sus caderas e hice que enrollara sus largas piernas a mi cintura y salí con ella del cuarto de baño entre besos y roces atrevidos entre nuestros cuerpos desnudos.
-No vuelvas a asustarme de esa manera- murmuré dejándola caer sobre la cama.
-¿Me castigarás?- preguntó con una sonrisa atrevida.
-Como no imaginas- sonreí sosteniendo sus manos por sobre su cabeza y besando sus labios lentamente, saboreando cada parte de ellos.
Sabía que su fuego no deseaba que la matara con caricias tan lentas como las que estaba dando, que quería más, su cuerpo encorvado y agitado bajo el mío buscando encontrar el roce erótico que tanto demandaba así lo decía, Iris era puro fuego, pero la moldearía a mi gusto. Baje hasta llegar a los montes que cubrían sus pechos, sentía como se agitaba sobre manera con cada beso y mordisco que daba a cada uno de ellos.
-No me agrada tu castigo- jadeaba sin parar.
-Mentirosa- sonreí soltando sus brazos.
-Eres muy lento-
-Y tú muy ansiosa- dije bajando mis manos hasta su pelvis y rozando apenas con la yema de mis dedos.
-¿Lo ves?- susurró subiendo más su cadera.
-No te gusta disfrutar de esto...- bajé con mis labios recorriendo su abdomen, me detuve a jugar con su pequeño y escondido ombligo -Creo que encontré tu punto débil-
Sonreí al sentirla temblar bajo mi lengua que recorría cada parte de sus caderas hasta llegar a su punto más sensible, y allí se rindió y la tuve solo para mí, tocarla, sentirla, besarla, disfrutarla y saborearla, con un demonio, jamás había hecho algo así con otra de mis conquistas de borrachera, simplemente las desechaba al culminar con todo, mi padre bien lo había dicho, sólo sirven para eso y nada más, pero Iris.
-¡SAM!- gimió mi nombre y terminé por enloquecer.
-Ves que si te agradó el castigo- susurré en su oído para luego mordisquearlo al entrar en su ser.
Al volvernos uno nuevamente todo aquello acabó saliendo a flote, nuestras respiraciones agitadas llenaron el frío ambiente de mi habitación, sus gemidos y suspiros hacían que el placer aumentara en ambos, no quería pensar en aquel momento, pero realmente no era una persona que repitiera los encuentros, menos seguido así como lo hacía con la castaña que yacía ahora aletargada en sus brazos.
-¿Debes salir hoy?- preguntó adormilada y cansada.
-Debo ir a trabajar por la tarde, realmente lo odio pero...-
-¿Trabajas?- giró inmediatamente hacia mí.
-¿Acaso crees que soy millonario y vivo del dinero de alguien más?- sonreí al ver su reacción.
-¿Qué haces?- aquello se iba poniendo muy cómodo para ambos, no me gustaba.
-Soy fisioterapeuta en una clínica en la ciudad, tengo varios pacientes en rehabilitación-
-Oh de veras, entonces por qué lo odias- se acurrucó en mi pecho y comenzó a dibujar garabatos con su dedo en mi abdomen.
-Odio a la persona que debo cuidar, mejor dicho, a la persona que acompaña a la que está en tratamiento-
-¿Los conoces?-
-Él es el hijo mayor de mi padre, mi medio hermano, quien lo envió a la cárcel y murió hace un tiempo, antes de irse pidió que me cobrara lo que le había hecho-
-A ver, tu padre tuvo una familia antes- comenzó a recapitular lo que le había dicho -Y dejó a esa familia por tu madre-
-Algo así-
-¿Cómo?- se volvió hacia mí y entrecerró los ojos.
-Mi padre se cansó de lo inútil que era la madre de Michael y la asesinó-
-WOW... ¿cómo?-
-Que la asesinó, iba a matar a Michael pero la maldita policía lo salvó, fue a vivir con un par de viejos y lo adoptaron-
-Mierda, y yo que creí que mi vida estaba jodida- sonrió acariciando mi rostro, pero en su mirada no había rastro alguno de lástima o compasión.
-Pues ya ves, somos más los locos sueltos en el mundo- la besé e hice que se recostara.
-Termina la historia- pidió pegándose más a mi cuerpo aún desnudos los dos.
-Pues, la prometida de Michael tuvo un aborto y una operación de un tumor de la cabeza y...- se sobresaltó y me vio con ojos desorbitados.
-Nombre- dijo seria.
-¿Qué?-
-El nombre de la mujer- repitió aún más fría y desencajada.
-Alexa Bronx- dije encogiéndome de hombros.
-Maldita perra- gruñó y bajó de la cama.
-¿Qué demonios te pasa?-
-Es una mustia, tiene que estar siempre en el medio, porque diablos no solamente muere y ya- caminaba por la habitación aún desnuda y tirando de sus cabellos.
-Oye, oye- decía tratando de detenerla y traerla a mi lado pero no oía nada -OYE, IRIS, MÍRAME, MÍRAME, ESTÁS CONMIGO, ¿BIEN?-
Su mirada estaba completamente perturbada, que demonios le había hecho esa mujer para que ella reaccionara así con el sólo hecho de nombrarla. La rodeé con mis brazos y sentí como temblaba y comenzaba a respirar más calmada, sorbía por la nariz de a ratos y sus lágrimas humedecían mi pecho desnudo.
-¿Qué fue lo que te hizo poner así?- pregunté nervioso.
-Es que esa maldita destruye todo lo que intento tener para mí-
-Pero ella no me tiene, es más, deseo más que nadie que su recuperación demore y ver a Michael tan destruido como lo estuvo mi padre-
Sus ojos se iluminaron al levantar la vista y verme, podía adivinar el motivo de ese cambio de actitud, necesitaba un colaborador, y yo, un servidor, estaba más que dispuesto a complacerla en todo lo que ella quería.
-Creo que tú y yo tenemos más en común de lo que creemos ¿no?- sonrío para luego colgarse de mi cuello y besarme.
-Una ducha nos haría pensar con más claridad, pero sólo una ducha, nada de atrevimientos esta vez- fingí regañarla.
-No me vengas con que no te gustó como te sorprendí porque eso ni siquiera tú te lo crees- pellizcó una de mis nalgas y salió disparada hacia el baño.
La sonrisa que se dibujo en mi rostro ante ese gesto fue lo que necesitaba para darme cuenta que estaba entrando en terreno peligroso, nunca había sido amante de los amigos, soy lo que comúnmente llaman un solitario. En el fondo creo y todo se debe a que tengo solo un propósito en mi vida y es exactamente el mismo que el de esta mujer. Al diablo con todo, tomé una de las toallas y fui junto a la bella mujer a gozar de su compañía una vez más.
Al salir de la ducha nos vestimos y decidimos ir por algo para comer, desde el día anterior yo no probaba bocado y dudo que ella lo haya hecho y lo que había probado, sin querer ser egocéntrico, sólo serviría para abrir aún más su apetito.
-¿Qué tanto piensas?- sonrió colgándose de mi brazo.
-Si por qué tu compañía no me afecta como las demás-
Su ceño fruncido me pareció hasta tierno y la jalé hasta tenerla en mi pecho. Su asombro era grande. Al igual que el mío, pero ninguno quería decir más que lo dicho.
-¿Pizza?- dije rompiendo el silencio y guiñando un ojo.
-Con mucho queso- sonrió tocando su vientre.
Nuestras risas nos acompañaron el camino hasta la pizzería que había a unas cuadras de mi casa. Éramos dos locos de peligro y sueltos, sin exagerar. Sentados en una de las pequeñas mesas del lugar comenzamos sin quererlo a contarnos de nuestras vidas, había conocido a Alexa por medio de su hermana Miranda, se sintió desplazada cuando Miranda comenzó su amistad con Alexa y su rencor hacia ella fue creciendo aún más cuando el mismo hombre que ella había visto y gustado se había quedado hipnotizado por Alexa y...
-Todo este tiempo, estos dos años, sólo me estuvo utilizando como reemplazo de ella- terminó de decir para dar un trago a la cerveza que tenía frente a ella.
-Es un idiota- mi voz salió más ronca de lo habitual y la sobresaltó.
Realmente oír como hablaba de él con tanta pasión hizo que se me estrujara el pecho, juro que jamás había sentido aquello antes, sentía ganas de ir y gritar al imbécil que ella merecía algo mucho mejor que él.
-¿Tú?- murmuró ella bajando el vaso de cerveza y viéndome confundida.
-¿Qué?-
-Nada...- volvió a beber de su vaso y un silencio un tanto incómodo se instaló entre los dos.
-¿Volvemos al apartamento? Ya debo ir a trabajar- intenté quebrar la tensión que se había instalado.
-Claro, iré a mi apartamento, puedes seguir tranquilo sin mí- dijo poniéndose de pie.
No pensé reaccionar de esa manera pero instintivamente la detuve sujetando su mano.
-Tenemos aún mucho por hablar ¿recuerdas?- dije intentado detenerla.
-¿Seguro?-
-Seguro-
-Te dejaré mi número de teléfono, debo ir por mis cosas al apartamento de Jack, me llamas y quedamos de nuevo ¿está bien?-
-Bien- asentí sin más, el hecho de que fuera al apartamento de ese idiota me ponía los pelos de punta y de mal humor.
La vi salir del local y perderse entre la multitud, sentí vacío al instante y no entendía que era aquello que tanto mal humor dejaba en mí. Era su pareja, un idiota, pero su pareja y yo no era más que de seguro y un revolcón de una noche. Agité mi cabeza intentando desaparecer los pensamientos pero no pude lograrlo, simplemente pagué lo que habíamos consumido y me dispuse a volver al apartamento, debía ir a trabajar, a seguir haciendo más lenta y dolorosa la recuperación de mi cuñada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top