CAPITULO 12

NARRA IRIS

Realmente estaba comenzando a considerarme una bipolar por completo, pasar de la excitación por la venganza que teníamos preparada a sentirme totalmente expuesta por aquello que Sam me había reclamado, ¿qué diablos estaba pasando conmigo?

-¿Iris?- su mirada preocupada volvía a ponerme alerta acerca de sus sentimientos.

-No Sam, no hablaremos, por favor, lo que pasó hace unos instantes fue...-

-¿Un error?...- frenó de golpe y giró viéndome con una ceja levantada -vamos Iris, que es la primera vez que realmente te veo sacar lo que hay dentro de ti sin ningún tapujo-

-No, iba a decir que no voy a dejar que cualquier tipo de romanticismo o cursilerías me distraigan de mi meta, acabar con Alexa- solté decidida ante su atónita mirada.

-¿Alguna vez serás sincera contigo misma?- murmuró golpeando el volante con fuerza.

-¿Lo serás tú?- dije golpeando con fuerza la puerta luego de salir del coche.

-Oh por favor, otra vez Iris, jugar al gato y al ratón, yo te ruego... tú me rueg...-

-NO... NO TE EQUIVOQUES CONMIGO... JAMÁS RUEGO A NADIE- su mirada llena de... rabia... me llegó como si fueran miles de puñaladas diminutas perforándome, pero no lo haría y menos aún con él, no le rogaría.

-Entonces no entiendo que demonios hago aquí contigo- se volvió camino a su coche.

-Creía que querías ver muerto al maldito que envió a tu padre a prisión-

-Puedo hacerlo por mí mismo... ya sé su punto... débil gracias a ti- sonrió con suficiencia y subió a su coche.

Oh no, él no haría eso, no conmigo, no me usaría y dejaría como si no valiera nada, lo vi decidido encender el coche y desafiarme con la mirada, a lo que respondí avanzando lentamente contoneando las caderas en la calle hasta quedar frente al capó de su coche. Al llegar frente a él y sin despegar la mirada de la suya salté sobre su coche lo que lo hizo abrir la boca más de lo que había esperado.

-¿PERO QUÉ DEMONIOS?- indignado señaló la marca de mis botas en su inmaculado Chevy.

-TE DIJE QUE NO ROGARÍA, NO QUE TE PERMITIRÍA QUE ME USARAS Y DEJARAS CUAL PERRO- escupí de una vez.

-¡ES MI COCHE MALDITA SEA!- trató de alcanzarme y bajarme pero me esquivé dejando otro rayón en su preciado tesoro -CON UN DEMONIO IRIS...¡BAJA DE AHÍ DE UNA MALDITA VEZ!-

-¿POR QUÉ DEBERÍA?- ironicé riendo como una pequeña niña.

-PORQUE ES MI MALDITO COCHE Y JURO QUE SI NO BAJAS...-

-SI NO BAJO ¿QUÉ?- sin ningún problema saltó sobre su coche tomándome de la cintura y cargando mi cuerpo sobre su hombro como si nada.

-TE ARREPENTIRÁS DE ESTO IRIS- susurró dando una palmada en mis nalgas.

Abrió la puerta del copiloto y me lanzó sobre el asiento aún rabioso por lo que había hecho, pero si lo precavido suficiente como para colocarme el cinturón de seguridad. Sin decir palabra subió a su asiento y comenzó a conducir hacia su apartamento. No decía nada, tampoco me veía, aunque yo sí lo hacía deliberadamente, al notarlo se giró y elevó una ceja.

-¿Ahora qué es tan divertido?- gruñó.

-Tú-

-¿Yo?-

-Tú y tu rabieta señor coche perfecto...-

-¿Tienes una idea de lo que he sacrificado para que este coche se vea de esta manera?-

-Mmmmm... déjame ver... ¿tu sentido del humor?-

-ERES UN FASTIDIO- gritó golpeando el volante repetidas veces.

-Y TÚ UN MALDITO GORILA QUE SIQUIERA Y SABE QUE ES LO QUE QUIERE-

-¿TÚ... IRIS?-

-¿YO QUÉ?-

-TÚ...- frenó frente a su apartamento y bajó de su coche de prisa -... lo que quiero eres tú...-

Soltó el cinturón de seguridad y me tomó en brazos, sin dudarlo un segundo rodeé su cintura con mis piernas y lo besé con ansias y desesperación, sin decir palabra alguna, sin mediar nada, solamente nuestro fuego mandando en nuestro cuerpo, realmente no se podía mezclar el negocio con el placer ya que lo desvirtuaba todo, pero el placer que las manos y los labios de Sam me daban eran imposibles de rechazar.

-¿Cuál es mi castigo?- susurré mordiendo el lóbulo de su oreja al tiempo que llamaba ansioso el ascensor.

-No querrás saberlo diabla- me apretó más hacia él haciendo que su erección me encendiera como nunca.

-No me dejarás así ¿no?- jadeé en su boca y el gimió en respuesta.

El sonido del ascensor nos trajo de nuevo a la realidad, al entrar y ver que nadie iba a acompañarnos, me lanzó contra la fría pared del mismo lo que hizo que diera un respingo y quedara aún más apretada a su cuerpo, su maldito y condenado trabajado cuerpo, con esos abdominales tan duros como piedra pero que al menor contacto con mis labios se estremecían como gelatina. Su pecho subía y bajaba agitadamente y eso me ponía aún más encendida.

Al sonar nuevamente el ascensor me bajó de su brazos abruptamente. Su calor estaba haciendo efecto en mí y al separarse sentí la ausencia calar hondo en mí y llamarlo con urgencia. Lo vi tomar mi mano y jalar de ella con urgencia, abrió la puerta de su apartamento y me lanzó dentro haciendo que trastabille con mis botas. Se acercó a mi con su cuerpo completamente erguido y agitado, parecía amenazante, pero lo conocía y no lo temía, al contrario, él debía temerme más que yo a él.

-Tú, eres lo más fastidioso que puede existir en este mundo, realmente eres insufrible- masculló con la voz ronca avanzando hacia mí.

-Oh sí- ronroneé tumbándome en el suelo de la sala sin más luz que la que penetraba por la ventana de la misma.

-Sí...- gimió suspendiéndose sobre mí y atrapando mi boca con desesperación.

Lo siguiente fue dar simplemente rienda suelta a la lujuria que nos envolvía, olvidando todo lo demás al menos por unos minutos, decidimos ser solamente nosotros dos, saciando la sed que invadía nuestros cuerpos.

-Eres imposible Iris- murmuró aún con la voz agitada y ronca.

-No más que tú Sam- besé su pecho desnudo y se estremeció al instante.

-Aún no estás perdonada por lo de mi coche- gruñó.

-Ya, no seas tan rencoroso cariño- besé la comisura de sus labios.

-Eres una diabla- me tomó de la cintura y me subió a horcajadas sobre él.

-Oh, eso no te gusta- moví mis caderas sobre su desnudez y lo sentí tensarse.

Sus manos presionaron mis caderas más fuerte y con una mano sobre mi nuca me atrajo hasta él atacando nuevamente mis labios con necesidad y deseo.

-MALDICIÓN- gruñó al oír su teléfono.

-No contestes- jadeé en su boca.

-Puede ser Nick o Jim-

-DIABLOS- mascullé saliendo de encima de él y entrando furiosa al baño.

Al entrar estaba realmente encendida, sin tardar más dejé que la fría ducha me recorriera completa y alejara de mí aquel deseo. Cerré los ojos e intenté centrarme en lo que me había traído allí en primer lugar, la venganza. Al salir lo encontré sentado de su lado de la cama aún hablando por el teléfono.

-Está bien, sí, mañana, ahí estaremos, cuídate viejo- dijo volviéndose hacia mí.

-¿Todo en orden?-

-Más que eso, la gente con la que tratamos son tan predecibles que Jim ya logró reunir la primer información que necesitamos-

-Eso debemos celebrarlo- me acerqué colocándome a horcajadas sobre él.

-Muero por celebrar diabla... pero Jim llegará en 15 minutos c...-

-Tiempo suficiente...- susurré sobre sus labios callándole sin más echándolo sobre el colchón haciéndolo mío esta vez.

-Eres... una... oh no...- respiraba agitado viendo que me arrodillaba frente a él.

-Calla y disfruta cariño- susurré antes de probarlo de todas las maneras posibles.

*****************

-Y bien viejo...- oí decir a lo lejos a Sam.

Este hombre es peligroso para mí, no debería estar haciendo esto, pero aunque me lo repita en mi mente las miles de veces que ya lo hice, es inútil, su cuerpo es aún más potente que un imán, luego de volver a devorarnos sin restricciones Jim llegó con las últimas informaciones para elaborar nuestro plan. Tomé una playera de Sam y me dirigí hacia la sala, debajo no llevaba brasier, sólo una diminuta braga lo que hizo que los ojos de Jim me recorrieran de arriba a abajo, hecho que no pasó desapercibido para Sam quien me jaló del brazo logrando que me siente en sus piernas de un sólo movimiento.

La carcajada de Jim resonó en la sala haciendo que Sam gruñera y lo viera con ojos de reprobación, sus celos eran algo nuevo en él, lo veía en sus ojos, estaba reconociéndolos en este momento y la confusión en él era ¿tierna? sacudí mi cabeza y me solté de su agarre acercándome a Jim quien me veía con bastante apreciación debería decir.

-¿Qué tienes allí?- tomé el sobre marrón que traía en sus manos sentándome a la par de él.

-Vaya, pero qué humor traemos- murmuró Jim levantándose ante la mirada asesina de Sam.

-Ningún humor, no estoy aquí para jugar, cuanto antes acabe con esto seré libre- mascullé viendo los datos que había conseguido.

-Raymond es alguien muy transparente, pero todo tiene un pasado, cada uno guardamos secretos que algún día se cobrarán con creces hasta el más mínimo error- ¿a qué diablos se refiere Jim con eso?

-Habla de una vez, o crees que estamos para películas de acción y suspenso- irritada espeto en su cara.

-Pues déjame decirte que el "amor" de tu hermana hace años tuvo que vender su alma al diablo para salir de un gran desastre-

-NO ES POSIBLE- me puse en pie y comencé a recorrer la sala.

-Pues créelo, ¿has oído hablar del BDSM?- ¿qué demonios?

-Esa maldita porquería- masculla Sam acompañando mi caminar.

-¿Qué tiene que ver eso con Raymond?- no quiero ir por ese lado pero no quedan más salidas.

-Hace años, exactamente 5 años cometió un error con una de sus esclavas, el castigo fue subiendo de tono y aquella mujer falleció, no me han dado muchos detalles, pero sé que Raymond ha logrado cubrir todo aquello de la prensa y el público incluso sobornando a personas muy importantes en la justicia y política de turno- soltó todo de un solo golpe.

-No puede ser, mi herma...- suspiré deteniéndome -¿Cómo se supone que esto nos beneficia?-

-DIABLOS MUJER... eres lo m...- la mano de Sam levantándose hace que cierre su maldita boca.

-Pensamos secuestrar a Miranda y debíamos tener algo con que chantajear y manipularlo para lograr que nos dé lo que necesitamos, en este caso dinero y lograr desequilibrar a Alexa, por supuesto eso hará que Mike pierda la cabeza- Jim comienza diciendo como si aquello fuera un gran plan.

-ESTÁS MAL DE LA CABEZA SI CREES QUE CON ESO PODRÁS MANIPULAR A RAYMOND- golpeo furiosa la mesa que se encuentra en el centro de la sala.

-¿Sam?- trata de llamar la atención de éste pero es inútil.

-IRIS... ¿QUE DEMONIOS ESTÁ MAL CONTIGO?- levanta la voz cerca de mí trayéndome a la realidad.

-No sé.. no pude.. lo siento- susurro al ver a Sam hincado a mi lado tratando detener la sangre que brota de mi mano.

-Sam, toma..-

-Gracias, ve por lo necesario y te esperamos aquí-

La puerta se cierra y me encuentro en los brazos de Sam con mi mano ensangrentada y lágrimas mojando mis mejillas sin poder detenerlas, ¿qué diablos fue eso?, perdí la noción del tiempo en un segundo y siquiera pude detenerme antes de golpear la mesa de cristal.

-¿Iris? ¿Estás ahí?- Sam luce realmente nervioso, ya que no es la primera vez que nos sucede.

-Lo siento Sam... yo... debería alejarme un tiempo... necesito...- digo entrecortada por mi agitada respiración levantándome de su lado.

Un mareo me atrapa de sorpresa y es inevitable que Sam vuelva a sostenerme y llevarme en brazos hasta su habitación.

-Te irás, no retendré, pero no de esta manera, no en este estado- sentenció cambiando la toalla ensangrentada.

-Terminaré afectándote Sam...- con un dedo calló mi boca.

-Yo decido eso- se alejó hacia el baño y volvió con un vaso de agua y una píldora en la otra mano -toma esto, te calmará y te hará descansar, lo necesitas-

-Gracias-

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