Capítulo 15
¡Feliz navidad adelantada!, o mejor dicho, ¡Feliz Snoggletog! Trataré de traer una última actualización antes de finalizar el año, pero de no poder hacerlo, este es mi regalo.
Disfrútenlo.
.
-Y llegamos a casa- anunció Hipo abriendo la puerta del departamento para dejar pasar primero a su esposa.
-Thor, me duele todo el cuerpo- sinceró Astrid sobándose el cuello y bufando con cansancio.
-Ven aquí- dijo colocándose frente a ella para tomarla de los muslos y hacer que le rodeara la cintura con sus piernas, para que él la abrazara por la espalda e inhalara el aroma de su cabello.
La cargó hasta el cuarto de baño y, tras dejarla sentada en la taza, preparó todo para que se bañara en la tina. Se giró hacia ella, la ayudó a quitarse la ropa con cariño, le plantó un beso en la frente y, la hizo entrar al agua caliente.
-Dame un minuto y vuelvo- musitó depositando un beso en sus labios y tomando su ropa sucia.
Debido a que la tormenta había vuelto a avivar, fue por un balde para llenarlo de agua y un producto para quitar manchas, esperando que se deshiciera de la sangre. Echó la ropa de su esposa y, posteriormente, regresó sobre sus pasos para recargarse en el umbral de la puerta y sonreír al verla lavarse el cuerpo con una mirada de máxima concentración.
- ¿Te ayudo con algo, Mi lady?
-Mi cabello sigue sin lavar, por si te interesa- comentó con media sonrisa.
-Claro que me interesa- señaló hincándose al pie de la tina para masajearle el cabello; enjabonarlo y limpiarlo con tal delicadeza que Astrid casi se quedó dormida allí sentada.
- ¿No ibas a entrar conmigo? -le preguntó somnolienta.
-Prefiero consentirte esta noche; mañana nos bañaremos juntos, lo prometo- explicó acariciándole la mejilla- vamos a la cama.
-De acuerdo, tú mandas- concedió tomándolo de las manos para salir de la tina. Permitió que Hipo la secara con una toalla y la llevara a su habitación para ponerle un pijama. Lo vio con cariño ponerse su propio pijama, además de quitarse la prótesis y, cuando los dos estuvieron en la cama, ella se acercó para abrazarlo y esconder el rostro en su cuello.
- ¿Quieres todavía tu masaje? -preguntó en un susurro rodeando su cintura y separando las piernas para que ella metiera su rodilla entre las suyas.
-Prefiero que solo me abraces, gracias Babe.
-Lo que sea por ti... ¿te sientes mejor?
-Sí... estoy más tranquila. Todavía me siento extraña, pero mucho mejor. Oye, ¿crees que Magnus y Brenda se molesten si vamos a verlos a su casa y no al hospital?
-Claro que no, cariño. Puedo mandarles un mensaje y decirles que los vemos mañana en su casa, me harías un favor a mí también- confesó en una risa agridulce- ya que somos dos personas con el mismo trauma por urgencias.
-Dioses, eres horrible por reírte de nuestra desgracia compartida- respondió estallando en la misma risa y sintiéndose completa al saber que solo con Hipo podía llorar y reírse de la misma situación sin necesidad de aclarar cuando debía reinar cada sentimiento- te amo, buenas noches.
-Te amo, descansa.
.
Por la tarde del siguiente día, Hipo recogió a su esposa del trabajo para juntos dirigirse a la casa de los Hansen-Fehn, teniendo la seguridad de que el matrimonio se encontraba a solas. Tocaron el timbre, sin embargo, cuando Magnus les abrió la puerta, Astrid desvió la mirada, porque ilógicamente todavía no se sentía con el valor de verlo a los ojos.
-Pasen, por favor- los invitó Hansen sin animarse a tocar a la rubia, pues captó enseguida su incomodidad- ¿gustan algo de tomar?
-No, estamos bien, muchas gracias- habló Hipo por los dos al notar que su lady se había quedado mirando a un punto fijo de la cocina- ¿cómo está Brenda?
-Mucho mejor, gracias. Durmió más que yo y desde que salimos en la mañana del hospital, su apetito regresó. Pueden subir a verla, si quieren.
Astrid le tomó la palabra sin decir nada. Se encaminó a las escaleras en silencio y, al entrar al cuarto de la pareja, sonrió al ver a Brenda tejer lo que parecía ser un suetercito en proceso.
- ¡Astrid! -chilló la chica de cabello cobrizo soltando su tejido y mostrándole una sonrisa.
La rubia apenas logró sentarse en la orilla de la cama cuando esta se enderezó para rodearla en un abrazo eufórico. La Hofferson exhaló el pesado suspiro que todavía llevaba cargando consigo y le devolvió el gesto con fuerza.
-No sabes lo eternamente agradecida que estoy contigo. Nunca me soltaste la mano e hiciste más de lo que te correspondía para mantener a salvo a mi bebé y a mí; y eso jamás lo olvidaré. Te debo la vida; lo que sea que necesites, solo pídelo y te lo daré.
-No necesito que me des nada, linda- musitó sonriéndole a medias- lo que hice fue de corazón.
- ¿Incluso esa pequeña mentira blanca diciendo que era tu cuñada para evitar que en cualquier momento me alejaran de ti antes de entrar a urgencias? -preguntó con diversión sabiendo que su esposo e Hipo estaban escuchando.
-No fue una mentira realmente, ¿o sí?, somos familia, pese a no compartir la misma sangre- agregó tratando de ver por el rabillo del ojo a Magnus para ver su reacción, pero acobardándose en el último minuto.
-Sí, tienes razón. Amor, ¿me podrías traer algo de fruta?, por favor. Sirve que le enseñas a Astrid tu boceto de la repisa nueva para colgar tus medallas y trofeos- pidió mirando a su esposo con una sonrisa.
- ¿Eh? -comentó el aludido con torpeza- pero ni siquiera te has acabado el panqué que te traje antes.
-Ush, esa había sido mi manera educada de echar a ustedes dos de la habitación- señaló arrugando la nariz- quiero hablar con Hipo a solas.
- ¿Cómo?, ¿Te parecemos aburridos como para ser parte de la conversación?
-Tú tienes tus secretos con As, yo tengo mis secretos con Hipo, fuera- explicó mientras el castaño se echaba a reír.
-Bien, saldremos- respondió sabiendo que su esposa no solo lo hacía para ella hablar en privado con su amigo, sino que para darle la oportunidad de arreglar las cosas con Astrid; algo que le agradecía infinitamente, ya que desde ayer no se había separado de Hipo o dirigido la palabra y realmente no sabía por qué.
Vio que la rubia se levantó con rigidez, pero que, al intercambiar una mirada con el castaño, pareció decir mucho, ya que la vio relajar los hombros y ser capaz de finalmente mirarlo a los ojos. Salieron de la habitación y se dirigieron a la de invitados para estar cerca por si Brenda quería algo.
- ¿Puedo darte un abrazo, rubia? -le preguntó en un susurro un tiempo después de permanecer en silencio.
-Claro que puedes- concedió esta y, en un instante, se vio envuelta en sus brazos.
-No sé qué te mantiene alejada de mí desde ayer, pero puedes decírmelo; me preocupo por ti y, te amo; eres mi hermanita menor. Háblame, por favor- suplicó separándose para mirarla a los ojos.
-Solo... fue un sentimiento amargo.
-Explícamelo.
-Un contraste de tu vida y la mía... de como tú no has perdido a nadie y como yo he perdido mucho- confesó con temor y viendo como Hansen abría los ojos con sorpresa- lo siento, no había sido mi intención sentirme así; estoy feliz de que tú no tengas que estar en duelo por nadie.
-As, no estoy enojado, así que no pidas disculpas. No sabes lo que daría por devolvértelos; por mantener a tu familia completa tal y como lo hiciste con la mía, así que soy yo quien debería pedirte perdón- aseguró, pero esta le negó rápidamente- sé que no puedo ser duro conmigo por eso, así que solo me queda seguir cuidándote y siendo testigo de cómo eres feliz a pesar de todo y, especialmente, estar para ti en el momento que sea; así que, por favor, no te vuelvas a alejar de mí, ¿de acuerdo?
-Lo prometo- musitó volviendo a abrazarlo- yo también te amo.
-Oh, lo sé. Es imposible resistirse a mí- habló con altanería para relajar el ambiente.
-Te odio. Eret no me perdonará por haberte elevado el ego- se lamentó en una risa.
-Lo superará.
.
- ¿Estás bien? -le preguntó Hipo a Brenda sentándose en la orilla de la cama.
-No, me estoy cagando de miedo. No me puedo estresar porque daño al bebé, ayer casi me muero, es decir, morí y regresé; sigo en shock por eso. Quiero llorar y luego reír, no quiero preocupar a Magnus, pero tampoco quiero ocultarle nada... y lo peor, no estaba planeando ser madre ahora, ¿quién dice que estoy lista? -soltó Brenda con tal pánico que el castaño tuvo que tomarla de la mano para tranquilizarla.
-Oye, respira. Sé que tienes miedo, pero vas a estar bien.
- ¿Cómo lo sabes?
-Cuando me amputaron la pierna tampoco me sentía listo para el cambio; ni siquiera pude despedirme de mi antigua apariencia; solo desperté así- comentó señalándose a sí mismo- muchas cosas están fuera de nuestro control, así que lo mejor que podemos hacer es enfrentarlas tratando de no dejarnos vencer por los pensamientos catastróficos, de lo contrario, caeríamos en un abismo muy profundo.
-Dioses... mi situación no se compara con la tuya. Lo tuyo fue más difícil de afrontar y yo aquí quejándome, siendo que tú lo resolviste increíblemente bien.
-Todas las situaciones son difíciles a su manera. Además, sería un hipócrita si te dijera que lo hice bien a la primera- sinceró por lo bajo- si tan solo vieras cuanto tiempo me llevó mostrarle a Astrid como me veo sin prótesis. No he sido capaz de aceptar mi nueva realidad por completo; prácticamente solo dejo que Astrid y Anja vean mi pierna.
- ¿Y a tu madre y hermano?
-Si puedo evitarlo, no- confesó con una sonrisa amarga- espero llegar al día en que no tenga miedo de hacerlo; incluso de usar una bermuda de nuevo, pero por lo pronto me queda luchar día a día en honor de los que no salieron vivos de un accidente. Además, mi padre me mataría si me rindo- añadió risueño- así que, no tengas miedo. Habla con Magnus de tus miedos, porque seguramente él tiene los suyos y, solo amen a su bebé; nadie nace sabiendo ser padre; solo queda...
-Intentarlo- completó por él con una sonrisa de oreja a oreja- está bien, lo haré. Te lo prometo... gracias. Oye, sé que estás ocupado, pero...
-Anda, dime- señaló con gracia al verla callarse con timidez.
-Una vez que sepamos el sexo del bebé, ¿crees que podrías pintarnos su cuarto?, Magnus y yo somos excelentes arquitectos, pero pésimos pintores y queremos algo bonito. Te pagaríamos, por supuesto- se apresuró a aclarar.
-Claro que lo hago, sería un honor para mí, pero no podría cobrarte.
-Claro que puedes y lo harás. De mi cuenta corre que recibirás ese dinero- garantizó arrugándole la nariz.
-Brenda... -intentó razonar con ella.
-No, está decidido. No hagas enojar a una embarazada- demandó bufando por lo bajo.
-Discutiremos eso más adelante, te concedo eso.
-Mmmm.
-Oh vamos, dame oportunidad de preguntarte algo antes de seguir esta discusión.
-Te escucho.
- ¿Qué te hace pensar que Magnus no tiene miedo sobre el bebé?
-Porque es un hombre que hace las cosas sin pensar en escenarios alternos. Hace lo que cree que es correcto y, normalmente, si se equivoca, se ríe y continúa; o si es muy malo, se toma un trago con Eret. Es un hombre tan seguro sobre lo que quiere y sobre quién es que eso fue lo que me hizo enamorarme de él en primer lugar.
-Pero sabes que aun así tiene sus temores e inseguridades. No siempre podemos estar bien y eso no es malo.
-Lo sé, es solo que normalmente no lo demuestra por cuidar de mí, de sus padres y de Astrid y Eret. Aunque, tarde o temprano terminamos acorralándolo para confesar, sin embargo, pienso que sus crisis existenciales son menos caóticas que las mías, supongo que también por eso no quería abrumarlo después de lo que pasó ayer.
- ¿Cuál sería un ejemplo de esas crisis?
-Cuando nos conocimos y me invitó a salir- comentó en una suave risa- su crisis fue no encontrar la corbata perfecta para combinar conmigo en nuestra primera cita o que su cabello era un "desastre" el día que nos conocimos.
-No puedo imaginarme eso- sinceró con gracia, ya que rápidamente recordó como es que él mismo había conocido a Magnus y el nerviosismo que le había causado.
- ¿Quieres escuchar la versión extendida de esa historia? -preguntó divertida.
-Por favor.
-Bueno... todo inició hace poco más de cinco años. No habíamos coincidido en los primeros semestres de la carrera y, el día que nos conocimos al ser el primer día de clases, no sabíamos que íbamos a compartir parte del horario.
≈Flashback≈
Brenda había optado por entrar en la cafetería de la escuela junto a sus amigas para refugiarse del frío y tomar un chocolate caliente antes de tener que ir a su primera clase del año escolar, no obstante, cuando cruzaron la puerta, observaron que un caos gobernaba el lugar.
-La gente está demasiado animada para ser las 7:00 am, ¿no lo creen? -les preguntó Brenda a sus amigas.
-Ah, es que no están haciendo escándalo por nada, están alabándolo a él- le dijo Agda, una de sus amigas, señalando a un chico de cabello castaño semi largo que estaba bailando sobre su silla mientras sus amigos lo alentaban y grababan con sus celulares.
-Oh, ¿y quién es? -cuestionó con timidez al ver a alguien tan seguro de sí mismo que no le importaba quien lo estuviese mirando.
-Ay, Brendita, ¿cómo que no lo reconoces? -intercedió con sorpresa- es Magnus Hansen.
- ¿El patinador de hielo profesional? -soltó boquiabierta.
-Ese mismo.
-No sabía que estudiaba en esta escuela- sinceró ruborizándose, ya que claro que había visto algunas de las competencias del chico.
- ¿Pues en qué mundo vives, querida?, porque hasta Hallie nos dijo que el año pasado compartió una clase con él- quiso saber con intriga.
-Lo siento, supongo que estaba distraída- sinceró ruborizándose cada vez más si era posible, en especial porque los amigos de Magnus estaban incitándolo a que se quitara la camisa- y nunca lo había visto.
-Nos dimos cuenta- respondió con voz burlona Hallie, su otra amiga, e intercambiando miradas cómplices con Agda- anda, ¿por qué no te acercas y le hablas?
- ¿Estás loca?, por supuesto que no- arrebató escandalizada- él es muy él y yo soy muy yo.
-Eso no tiene sentido, querida. Pero como quieras, vayamos por nuestros chocolates antes de que suene la campana.
Dicho eso, las tres amigas se formaron en la caja para pedir y pagar sus alimentos cuando de pronto escucharon varias risas a sus espaldas.
-Con permiso, señoritas- habló el mismísimo Magnus Hansen, ya que lo habían llamado para recoger su pedido.
Agda y Hallie se habían hecho a un lado, pero Brenda se quedó pasmada al ver que era más alto de lo que había imaginado, por no olvidar mencionar lo bonito que se veía su cabello, a pesar de estar alborotado por su baile.
-Hola, ¿nos conocemos? -preguntó él con una sonrisa radiante.
-No, no creo que nos hayamos visto antes- respondió Brenda sintiéndose en un charco de ansiedad y nerviosismo.
-Quizá tengas razón, porque de haber sido el caso, no creo que hubiera olvidado unos ojos tan bonitos como los tuyos- explicó guiñándole un ojo antes de que sus amigos lo llamaran desde la puerta- me tengo que ir, corazón, pero nos vemos luego- agregó sin darle oportunidad de réplica, ya que había echado a correr.
-Por Freyja, Brenda, acabas de conocer al amor de tu vida- chilló Hallie mientras Agda la zarandeaba de manera eufórica. No obstante, Brenda no fue capaz de decir nada, ya que el rubor en sus mejillas le impidió mover siquiera un dedo.
.
Más tarde, y dentro del aula de su última clase, Brenda estaba reflexionando sobre lo ocurrido en la cafetería cuando un olor de un perfume tan rico le inundó las fosas nasales que, no le quedó de otra más que levantar la cabeza y ver a quien pertenecía dicho aroma.
-Bueno, vernos dos veces en un mismo día tiene que significar algo, ¿no es así corazón? -saludó Magnus sentándose a su lado sin recibir realmente invitación, pero al diablo con eso, Brenda le dejaría hacer lo que quisiera si eso significaba hablar con él por unos minutos más- lo siento por no presentarme antes, Magnus Hansen.
-Brenda Fehn- respondió con un ligero tartamudeo.
-Brenda, que bonito nombre; significa la espada de fuego- respondió sonriéndole con ternura- tiene sentido, ya sabes, por el color de tus ojos y cabello.
-Supongo, nunca lo había visto de esa manera. Una coincidencia de la vida.
-Sí, ya lo creo.
No pudieron hablar mucho después de eso, ya que el profesor ingresó al aula, más sin en cambio, Magnus no se movió de lugar. Brenda habría querido conocerlo más, pero al terminar la clase, los amigos de este atraparon toda su atención, por lo que en silencio se dirigió a la salida del salón. Debido a que sus amigas tenían todavía una clase más, fue al estacionamiento a esperar a que su papá la pasara a recoger.
- ¡Brenda Fehn!, espera- gritó Hansen agitando las manos- Thor, caminas rápido- agregó acomodándose su gabardina y el cabello.
-Lo siento, estabas con tus amigos y no quería interrumpirte.
-No interrumpías nada, corazón- aseguró en una risa suave- ¿vas a casa?
-Uhm, sí. Las clases acabaron para mí hoy... ¿tú?
-También. ¿Quieres que te lleve?
-Oh, no, no te preocupes. Mi papá viene por mí, pero agradezco tu gesto- comentó sonrojándose y acomodándose un mechón detrás de la oreja que le tapaba los ojos.
-Bueno... uhm- balbuceó como respuesta y dándole la oportunidad a Brenda de notar por primera vez que Magnus parecía estar nervioso.
- ¡Hansen! -gritó un chico pelinegro tocando el claxon de un jeep mientras una chica rubia se bajaba del auto para acercarse a ellos.
-Magnus, ¿por qué estás tardando tanto?, Fergus nos quiere en la pista cuanto antes- le recordó esta antes de caer en cuenta de la chica de cabello cobrizo- oh, hola linda, disculpa, ¿te está molestando este tipo de aquí?
-Astrid- reprochó Magnus en voz baja.
- ¿Qué?, mi pregunta es válida- se defendió alzándose de hombros.
- ¿Eres Astrid Hofferson? -cuestionó Brenda con asombro, ignorando los comentarios anteriores y uniendo los puntos ahora que era consciente de que Magnus era un patinador de hielo profesional.
-La misma. Es un placer- señaló estrechando su mano con la suya y sonriéndole con ligera pena al ser reconocida.
-Brenda Fehn- se presentó muy apenas- ¿es tu novio? -añadió sintiendo como su corazoncito se quebraba en dos al pensar que la idea de que tal vez a Magnus le había gustado, había sido un producto de su imaginación.
- ¿Quién?, ¿Magnus? ugh, no, nunca- soltó enseguida arrugando la nariz- es mi mejor amigo y hermano mayor, bueno, más o menos, no de sangre, pero el punto es que no estamos saliendo y dudo que lo hagamos alguna vez.
-Oh...
- ¿Sabes qué?, voy a regresar con Eret al auto y les regalaremos diez minutos para que terminen de hablar, porque algo me dice que nos veremos muy seguido. Nos vemos luego, Brenda- dijo despidiéndose con una sonrisa antes de dejarlos de nuevo solos.
-Lo siento por eso. A Astrid le gusta avergonzarme- comentó Magnus rascándose la nuca con nerviosismo- lo cual es válido, ya que yo siempre le hago lo mismo, pero aun así lo siento.
- ¿Por qué la disculpa?
-Mmmm, bueno, pensé que había sido obvio. No he dejado de pensar en ti desde que nos vimos esta mañana; ni siquiera pude prestarle suficiente atención a ningún profesor. Y ver que íbamos a compartir algunas clases no me hizo sentir mejor... ¿te gustaría salir conmigo alguna vez?, no sé si sepas quien soy, o sea, no quiero sonar pretencioso, pero es que soy patinador y a veces la prensa es algo intensa con mi privacidad... entendería si dijeras que no, pero eres muy bonita y destilas una tranquilidad que nunca había tenido en mi vida y yo... dioses, lo siento si te estoy incomodando- escupió tan deprisa que Brenda apenas y le entendió.
-Yo tampoco he dejado de pensar en ti- confesó de vuelta y sonrojándose más ante su atenta mirada- sé quién eres; he visto tus competencias y no me importa eso de la prensa, pero ¿estás seguro de querer salir conmigo? -completó sacando a relucir sus inseguridades.
-Claro que sí, ¿por qué lo dudaría? -preguntó frunciendo el ceño.
-No sé, no soy del tipo de chica popular que va a fiestas y entabla una conversación con todo mundo. O que tiene muchos amigos para salir en los ratos libres.
-No me importa eso; me interesas tú, corazón- enfatizó animándose a tomarla de la mano- sí, puede que hable con muchas personas y sean mis amigos, pero sé que la mayoría de ellos se van a ir algún día a tomar su propio camino, salvo ese par que ves allá cantando "girls just want to have fun"- indicó mirando a Eret y Astrid, quienes habían montado su propio concierto en el jeep- aunque no lo creas, me gusta tener un círculo social pequeño si eso me garantiza que sea auténtico... entonces, ¿qué me dices?, ¿me dejarás invitarte a una cita?
-Bueno, aceptaré esa cita si me sigues llamando corazón- se animó a decir algo coqueta mientras desbloqueaba su celular para pasárselo y pudiera registrar su número.
-Tenemos un trato- devolvió con una sonrisa ruborizada. Y, tras guardar su número, se animó a despedirse con un beso en la mejilla antes de correr y subirse al jeep mientras Astrid y Eret se burlaban de él.
≈Fin del flashback≈
-Ahora puedes unir esto con lo que dijo Eret el otro día. Sobre que mi papá corrió a Magnus cuando nos dimos nuestro primer beso- comentó risueña- salimos esa misma semana y, como todo un caballero, me llevó a casa. Nos besamos en la puerta, pero papá nos vio y le dio de escobazos, ya que pensaba que Magnus era un fuckboy y que solo quería jugar conmigo; le llevó unos meses reconocer que se había equivocado, pero aquí estamos después de todo.
-Bueno, puedo ver porqué lo pensaba- comentó en el mismo modo.
-Lo sé. Pero, en fin, tiempo después Magnus me confesó que entró en pánico cuando me vio por primera vez, porque sabía que había hecho el ridículo con el baile y su cabello en mal estado, y que por eso me llamó corazón; que se le había escapado y que ya no le había quedado de otra más que seguir por esa vía, esperando no quedar como un payaso.
-Bueno, pues funcionó. Te casaste con él y ahora esperan un bebé.
- ¡Rubia, no!, ¡Come lo que quieras, pero deja mis galletas en paz! -se escuchó la voz chillona de Magnus en la planta baja y la risa de Astrid.
-Y no lo cambiaría por nada en el mundo- señaló Brenda con cariño- bueno ¿y qué hay de ti?, ¿cómo conociste a Astrid?
-Esa es una larga historia; no formalizamos tan enseguida como ustedes- sinceró rascándose la nuca con nerviosismo.
-Eso lo sé, Magnus me contó algo así, pero no quita que quiera saber los detalles.
-Está bien. Todo empezó cuando los Hofferson se mudaron al lado de nosotros...
.
La celebración de Snoggletog llegó un par de días después. Los Haddock y Hofferson como habían empezado a acostumbrarse, se reunieron para celebrar las fiestas, Astrid, sin embargo, notó que la mente de su esposo estaba en otro lado y, perfectamente sabía por qué. Pero, siendo consciente de que este no quería arruinarle el día a nadie, únicamente lo besó en los labios con ternura para tratar de tranquilizarlo cada que se colocaban debajo de un muérdago. Debido a que Bocón consiguió embriagar a Toothless junto a él mismo este año, no tuvo que cantar solo los villancicos y, al menos eso le sacó una enorme carcajada a Hipo, tanto que no dudó en filmar el acontecimiento para la posteridad. No obstante, cuando llegaron al departamento, Astrid le tomó la mano para que se sincerara ahora que estaban solos.
-Perdóname, no había querido estar distante, pero no estoy tolerando la idea de tener que irme antes de año nuevo. Te había dicho que era una semana después de hoy cuando debía viajar, pero no es cierto, por no haber revisado antes los días en el calendario, no me habría caído tan mal saber que solo íbamos a tener tres días a partir de hoy antes de que me marche- sinceró abrazándose a ella.
-Babe, tranquilo- susurró sobre su cabello- vas a estar bien. Sé que puede ser aterrador viajar solo y a otro país, pero lo harás por una buena razón, lo sabes. Todos estaremos apoyándote desde aquí para el día de la exposición y, con algo de suerte, veremos tus obras vendidas en algunos días.
-Pero te quiero allí conmigo.
-Lo sé. Yo también daría todo por asistir, pero no podíamos meter a Alvin en problemas solicitando un lugar que los organizadores se negaron a darle a cualquier acompañante de los artistas.
-Es que eso fue tan injusto.
-Olvídalo, por favor; no vale la pena amargarse por ello. Solo prométeme una cosa- pidió separándolo de ella para tomarlo de las mejillas.
-Dime- dijo con los ojos llorosos.
-Qué vas a disfrutar de tu noche y de los días siguientes; porque esto puede ser el principio de la vida que siempre soñaste para ti como artista.
-Te lo prometo.
- ¡Ese es el espíritu! -garantizó acallando la conversación con un beso.
En los tres días posteriores aprovecharon que no tenían que trabajar para ir a hacer compras navideñas, intercambiarse regalos y ver películas bajo una manta y con chocolates calientes como acompañamiento. Sin embargo, el momento más temido había llegado. Astrid le terminó de ayudar a hacer su maleta y, en un silencio tranquilo se dirigieron al aeropuerto. Registraron las maletas de Hipo y, mientras esperaban a que lo llamaran para ingresar a su vuelo, este se dedicó a jugar con su cabello y a ocasionalmente besarle la mandíbula, mientras que ella se puso a hacerle mimos en la cabeza.
- ¿No pensaste que te ibas a ir sin despedirte, verdad? -preguntó Toothless llegando junto a Valka y Bocón unos minutos después.
-No tenían que haberse levantado tan temprano para venir; iba a llamarlos cuando aterrizara- aseguró Hipo poniéndose de pie para recibirlos- solo serán siete días fuera- agregó tratando de ser indiferente con el tema para que no le afectara más la despedida.
-Claro, y que a nosotros nos masque un burro mientras nos preocupamos por ti- debatió abrazándolo con fuerza, seguido de su madre y padrino.
- "Vuelo 214 con destino a Nueva York, Estados Unidos, favor de abordar el avión" -anunció una azafata por el megáfono.
-Cuídate mucho- pidió Valka abrazándolo por última vez- y no te preocupes por Astrid, estaremos para lo que ella necesite, ya que probablemente vaya a ir a la casa de sus tíos en lo que regresas.
-Lo haré, gracias- atinó a decir antes de pararse de nuevo frente a su esposa- nunca se vuelve más fácil que uno se vaya lejos, ¿cierto? -le cuestionó con la voz acuosa.
-No, de hecho, parece empeorar con los años- musitó uniendo su frente a la suya y posando una mano sobre su pecho, a la altura de su corazón- diviértete y ve a ese show que hacen de encender una esfera gigante. Averigua si es tan genial como dicen.
-Lo intentaré. Oye, ya te extraño...
-Ya te extraño- devolvió terminando con el espacio entre ambos para trasmitirle con su beso todo lo que el nudo en su garganta le estaba impidiendo decir, pues de intentarlo, terminaría en un mar de lágrimas- vete, sino perderás el vuelo. Y llámame cuando llegues, te amo.
-Te amo- dijo por último antes de compartir un beso más e ingresar por las puertas que lo llevarían al avión.
Solo hasta que estuvo en su asiento, se permitió sollozar por lo bajo sabiendo que Astrid estaba haciendo lo mismo y, aunque el resto del vuelo se lo pasó más tranquilo, la opresión de su pecho no disminuyó. Saliendo del aeropuerto, lo recibió una ventisca de nieve, pero no tan salvaje como las que había en Berk. Alvin se encargó de llevarlo a su hotel, dónde al instante en que entró, fue a tomar un baño al sentir que estaba cargando con muchos olores del aeropuerto. Se vistió y, cuando estaba a punto de llamarle a su esposa para decirle que había llegado, cayó agotado sobre la cama.
Para cuando volvió a abrir los ojos, el lugar estaba a oscuras, pero con el cielo comenzando a aclararse. Se maldijo en voz alta y rápidamente vio la hora en su celular: 6: 50 am, lo que significaba que en su hogar ya eran las 12:50 pm. Su familia iba a matarlo. No lo pensó dos veces antes de llamar a su esposa, especialmente al ver que tenía quince llamadas perdidas suyas.
- ¿Bebé? -preguntó Astrid con la voz entrecortada- ¿eres tú?
-Sí, cariño, soy yo, perdóname; el jetlag pudo conmigo y me dormí apenas llegué al hotel- se apresuró a explicar al escuchar su voz tan frágil.
-Te estuve llamando después de las diez horas del vuelo, pero no me respondiste- continuó relatando con voz llorosa.
-Lo sé, perdóname- dijo sintiendo el inicio de sus propias lágrimas comenzar a brotar debido a la culpa que lo había invadido- ¿puedo verte?
La rubia no le respondió, simplemente configuró el ajuste a videollamada, por lo que Hipo rápidamente pudo ver que su esposa seguía en la cama, con los ojos rojos y usando una de sus sudaderas.
-Pensé que te había pasado algo. No quise preocupar a tu mamá, así que no dije nada, pero me estaba matando la espera y, no me sentí con el ánimo de salir de casa.
-Oh, mi amor, de verdad perdóname, sabes que no fue intencional haberme quedado dormido.
-No te disculpes, lo sé; yo lo he vivido. Y, solo me interesa que estés a salvo- aseguró limpiándose la nariz que le había quedado roja de tanto llorar- mejor dime, ¿ya estás listo para esta noche? -agregó sabiendo que la apertura de la exposición iniciaba hoy.
-Más o menos. Todavía no sé qué corbata usar.
-Ponte tus opciones, te ayudo a escoger.
- ¿No te interrumpo?
- ¿Qué podría estar haciendo?, estoy de vacaciones, disfrutando de seguir en la cama, ha vuelto a nevar horrible desde la mañana, ya acabé de leer mi lectura del mes y mi esposo no está aquí para abrazarme y hacerme el amor bajo el calor de una chimenea.
-Tampoco había que ser tan directa- señaló divertido, haciéndola reír enseguida- bien, entonces, ¿azul o verde?
.
Cuando estuvo delante de la galería donde se llevaría a cabo la exposición, tragó saliva con pesadez hasta acercarse a Alvin, quién lo recibió con una palmada en el hombro.
- ¿Listo muchacho?, hoy es tu gran noche.
-Creo que conseguiré no vomitar hasta llegar de nuevo al hotel.
-Perfecto, entonces, allá vamos. Respira y disfruta.
A la entrada se les dio una copa de champan y, mientras caminaban por la galería, Hipo se ajustó la pajarita negra que finalmente su esposa había decidido que debía usar para esta noche, alegando que se veía mucho más elegante que una corbata. Dio un recorrido por los pasillos para apreciar las demás piezas y, con el permiso de Alvin, les tomó fotos a sus cuadros para mandárselos a Astrid y su familia, asegurándole que nadie iba a compartir nada en redes sociales.
Inhaló aire y esbozó una enorme sonrisa cuando Alvin le pidió que se acercara a conocer a gente interesada en su arte. Todavía era muy temprano para recibir ofertas, pero, aun así, se sintió satisfecho al saber que había personas deseando conocer un poco de su trayectoria. La velada culminó dos horas después, por lo que el castaño tuvo tiempo de tomar su abrigo y caminar por las tranquilas calles de Nueva York, dejándose encantar por lo bonito que habían adornado las más concurridas. Astrid le había dicho que no perdiera la oportunidad de tomarse una foto en el Times Square, así que eso hizo apenas llegó al lugar. Se la envió a pesar de que en casa fuese de madrugada, pero eso también le permitía asegurarle que seguía vivo por si llegando al hotel se quedaba dormido otra vez.
Probó la comida más popular teniendo un espectáculo de luces delante de sus ojos, pero cuando se acercó a la pista de hielo que instalaban cada año, sonrió con nostalgia. Extrañamente estar allí le hacía sentirse más cerca de su lady, pero a su vez, extrañarla más; al carajo con que si se habían vuelto un poco más codependientes al otro; les gustaba pasar las noches juntos. En el día podía cada uno hacer lo que quisiera por separado, pero las noches eran solo suyas y, no tenerla en este momento a su lado, le hizo bufar con tristeza. Le tomó una foto a la pista antes de regresar a su hotel. Lo último que hizo fue enviarle la foto a Astrid, además de mandarle un mensaje de "buenos días, te amo", para luego caer rendido del sueño.
El 31 de diciembre se levantó con poca energía, pero sabiendo que debía prepararse para ir de nuevo a la exposición, ya que Alvin iba a comentarle si había recibido alguna oferta sólida, además de que dado a que ese día las entradas habían bajado un poco sus costos, más público iba a poder ingresar; lastimosamente, no era un precio que iba a dejar que su familia gastase para ver su trabajo. Habría querido hablar por videollamada con Astrid para elevar su ánimo, pero esta le había mandado un mensaje por la mañana diciendo que no iba a poder llamarlo hasta más tarde, cuando casi fuese media noche en Noruega. Él lo entendía, pues probablemente Storm la iba a absorber para cocinar todo el banquete que los Haddock y Hofferson iban a disfrutar.
Tratando de no afligirse por ello, desayunó, turisteó un rato y, al empezar las últimas horas de la tarde, se bañó y arregló para ir a reunirse con Alvin. Llegó un par de minutos tarde, pero el hombre no le reprendió nada, ya que todavía no había entrado suficiente gente a la exposición. Se paseó de nuevo junto a él por la galería, sonriendo y estrechando la mano de aquellos que halagaban su arte. Se relajó bebiendo otra copa de champan y, cuando la velada llegó a su fin, Alvin lo detuvo en la entrada del recinto.
-Antes de que te vayas, muchacho, tengo noticias para ti.
- ¿Sí?
-Conseguí vender una de tus piezas en 25,000 dólares.
-No es cierto- comentó incrédulo y tratando de no desmayarse sobre el frío pavimento.
-Créelo Hipo. Lo lograste. Todavía no es tarde para recibir ofertas por tus otros dos cuadros, así que ten paciencia; te llamaré si tengo más noticias.
-Gracias, hombre, muchas gracias- chilló lanzándose a sus brazos- no sabes lo que esto significa para mí.
-Lo sé. Anda, ve a descansar y a celebrar, te lo mereces. Feliz año nuevo.
-Feliz año nuevo.
El castaño caminó a su hotel con una enorme sonrisa y, al entrar a su cuarto, bailó en su lugar mientras se quitaba los zapatos y abrigo. Con el mismo entusiasmo, se sirvió una copa de vino blanco que había pedido que le trajeran desde ayer y, queriendo mantener la misma energía, tomó su celular en la espera de que su esposa le llamara. Le extrañó no recibir ningún mensaje desde el último que le había enviado más temprano y, más tomando en cuenta de que faltaban quince minutos para que en Noruega fuese año nuevo; trató de no ponerse nervioso, pero más pronto que tarde se sumió en una tristeza desgarradora al pensar que no lo llamaría por haberse envuelto en la diversión de su familia.
Se tomó su trago de una sentada y, cuando oficialmente el año nuevo llegó a Noruega, se dirigió a la cocina para servirse ahora un trago de vodka. Demándenlo, estaba en un país extranjero sin nadie con quien celebrar, así que, si quería embriagarse para olvidar todos sus males, lo iba a hacer y solo Odín iba a poder juzgarlo. Cuando el alcohol comenzó a hacerle efecto, buscó canciones de desamor y despecho en su celular para reproducirlas y cantarlas a todo pulmón. Se quitó la pajarita del cuello y se abrió la camisa para continuar con su concierto como era debido. Se sirvió dos tragos más antes de caer al suelo debido a que sus piernas ya no fueron capaces de mantenerlo de pie y, apenas fue consciente de que tocaron a la puerta. Probablemente era el personal para pedirle que bajara el volumen de la música, pero como no estaba dispuesto a hacerlo, siguió cantando mientras jugaba con su anillo de bodas, sintiendo lágrimas escocer sus ojos cuando cantó la frase: "por beber del veneno malevo de tu amor, yo quedé moribundo y lleno de dolor. Respiré de ese humo amargo de tu adiós, y desde que tú te fuiste, yo solo tengo... tengo la camisa negra".
Sin embargo, a raíz de que los golpes en la puerta se volvieron más persistentes, se vio obligado a levantarse tambaleándose y soltando una palabrota cuando derramó su bebida en la alfombra y perdió el hilo de la canción. Tropezó hasta llegar a la puerta, pero al abrirla, se quedó helado.
-Hasta que por fin abres, cariño. Estaba a nada de derrumbar la puerta de una patada; Thor sabe que lo habría hecho- comentó Astrid poniendo las manos en jarra sobre su cintura y con el ceño fruncido.
-Astrid... estás aquí- balbuceó con la voz quebrada.
-Por supuesto que sí. Decidí que no íbamos a pasar nuestro primer año nuevo como matrimonio en continentes diferentes- señaló entrando a la habitación.
-No me abandonaste- musitó con el corazón en la mano y mientras su labio inferior temblaba.
-Nunca haría eso- dijo a la defensiva antes de ver su estado y el rastro de botellas en el suelo- Hipo, ¿estuviste bebiendo?
-No- indicó negando con la cabeza, pero al hacerlo, se mareó, por lo que apenas y se alcanzó a recargar del respaldo del sofá que había al centro- bueno, sí. Poquito, casi nada.
-Oye, ven aquí- pidió acercándose para abrazarlo y sentarlos a ambos en la parte de la alfombra que no estaba empapada de vodka- Hipo, ¿qué es esto? sé que te fue bien en la exposición; logré que Alvin me dejara pasar a verla antes de que cerraran la galería; recién acabo de salir de allí y apenas puse un pie fuera, vine a tu hotel a festejar tu logro, ¿por qué estás así? -preguntó tomándolo por el mentón.
-Porque habías prometido llamarme para el año nuevo en casa y no lo hiciste; pensé que te habías olvidado de mí- sinceró sollozando por lo bajo- te he extrañado todo el día y solo había querido escuchar tu voz para sentirme mejor.
-Oh Babe, perdóname. Lo olvidé por completo. Esa había sido mi excusa para poder viajar sin que sospecharas que venía para acá. El plan había sido llegar antes del año nuevo en casa para sorprenderte y celebrar doble vez, pero el avión se retrasó una hora y eso movió todos mis planes.
-Pensé que ya te habías conseguido un nuevo esposo- se lamentó mientras se dejaba envolver más en sus brazos.
-Nunca guapo; eres el amor de mi vida. Yo soy tu lady y tú eres mi hombre, y así será siempre- le recordó con tal cariño y paciencia que Hipo se derritió allí mismo.
Él lo sabía; Astrid jamás se enojaría por el dramita que le estaba montando; el cual desde su perspectiva, estaba justificado, aunque un poco exagerado, pero no pudo evitar seguir llorando ahora por todo el amor que sentía por esa mujer. Por el hecho de que decidió viajar en el día más concurrido del año con tal de estar a su lado mientras que él solo estaba en su concierto cantando canciones desgarradoras como si le hubiesen pedido el divorcio.
-Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo y te amo- susurró bobamente, restregando su nariz por su cuello y acercando la boca para depositar un besito allí.
-Yo también te amo y mucho- musitó devuelta en un jadeo, lo que le dio la confianza a él de poner una mano en su nuca para afianzarse mejor y, dado a que ella levantó la cabeza para darle mayor acceso, sonrió satisfecho mientras le hacía un bonito chupetón- Babe...
-Mi lady, no sabes cuanto he extrañado poder tocarte y sentirte cerca. Te necesito tanto en este momento- sinceró recostándola con cuidado sobre la alfombra.
-Y yo a ti- declaró acariciándole la mejilla y jalándolo de la camisa para unir sus labios después de haber estado tantos días separados.
.
.
Para que no digan que no hago fics navideños jajaja, aquí lo tienen xd. Bueno, ¿yo creo que ya fui perdonada por lo acontecido en la otra actualización, no?
Disfruten su momento de felicidad... porque esto no ha acabado todavía 7u7.
Ah btw, antes de irme, por si a alguien le interesa, Hipito borracho andaba cantando la poderosísima canción de "La camisa negra- Juanes" y, entre su playlist también estaban: "All I want- Kodaline", "Ya me enteré- Reik" y "My immortal- Evanescence" (para que entiendan el mood atroz en el que andaba jaja). Y, la canción que andaban cantando Eret y Astrid en el flashback de Brenda era "Girls just want to have fun- Cyndi Lauper".
Nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top