Capítulo 1.
Berry tiene 15 años.
Ellos ya no estaban, al fin ya se habían ido y no podría estar más que aliviada.
Hace un año exactamente estaba en el instituto, en una tormentosa clase de matemáticas, cuando entró el director y por primera vez llamó por mi nombre. Nunca había sido llamada por el director, me comportaba bien para que mis padres no fueran advertidos y así ellos no se descargaran conmigo, por lo que cuando el director me pidió que saliera y lo siguiera ya estaba preparándome mentalmente para la paliza que me iban a dar. Pero tenía una duda, ¿qué había hecho?
La respuesta era nada, no había hecho nada. El policía que estaba en la oficina del director me lo confirmaba, las noticias que me traía el policía también lo hacía y la mirada de la secretaria del director terminó de convencerme completamente que yo no había hecho nada.
El policía me había explicado que pillaron a mi padre vendiendo sustancias ilícitas a unos menores de edad, mi madre sorpresivamente estaba con él. Mi padre al ver a la policía, tomó de la mano a madre y subieron al auto terminando en una persecución que los llevó a ambos chocar contra una pared. Murieron en el acto. El policía me contó cada detalle con precaución, yo me encontraba inexpresiva pero mi rostro cambió al miedo cuando me dijeron que mi vida cambiaría.
No me dio tiempo de despedirme de Penny, no me dio tiempo de nada. Solo tomé mis cosas de la casa, me metieron en un auto con una amable señora y conducimos durante nueve horas seguidas, sin parar, hasta que llegamos a ese lugar. Un orfanato.
Me explicaron cómo serían las cosas aquí, sabía que era demasiado mayor para que me adoptaran, sin embargo hubo parejas que me acogieron, solo me querían para tener ingresos extras. Todos eran malas personas pero el último lugar fue el peor.
Sollozos de impotencia y dolor debajo de este oloroso container de basura, fue el único lugar que pude encontrar luego de haber huido. Estoy aterrorizada, el dolor en mi cuerpo y mi engañosa mente me hacen rememorar lo que pasó hace unas horas atrás.
La última familia en la que estuve fue con los Farrell. John Farrell encabezaba la horrible familia junto con Theresa, su malvada esposa. Luego estaban sus hijos, Lion y Liz, los gemelos, tres años mayor que yo. Liz se encargaba de ignorarme la mayor parte del tiempo, nunca me molestó, solo pretendía que no estaba ahí, pero su gemelo, Lion... Él amaba hacerme la vida imposible, amaba pegarme unas nalgadas si hacia algo incorrecto para sus ojos y le encantaba visitarme por las noches a mi habitación. Nunca había llegado tan lejos a una caricia en mis partes íntimas... Hasta esa noche cuando me ató con cinta las manos y colocó otro poco más en mis labios para acallar mis quejidos. Luché, luché hasta el final pero eso no evitó que él lo hiciera.
Se desnudó de cintura para abajo, bajo mis bragas de florecitas y se introdujo en mi con tanta fuerza que incluso a través de la cinta se podían escuchar mis fuertes quejidos. Me dolió muchísimo, él sin embargó lo disfrutaba, lo pude ver en sus ojos. Cuando dio su cuarta embestida me rendí, sufrí, quería hacer algo pero no pude hacer nada.
Cuando él acabó, me desató las manos y quitó la cinta de mi boca, pude haberlo golpeado, pude haber gritado para que los demás se enteraran, pero no hice nada, solo me quedé ahí viendo a un punto fijó en la habitación, pero mis oídos pudieron escuchar su asquerosa voz al decirme que mañana repetiríamos. No quería que volviera a pasar y ahora estoy aquí porque hui, corrí tan rápido como mis piernas pudieron, aun con el dolor tan fuerte en mi entrepierna. Tan rota... pero corrí porque no quería repetir.
Y volvemos al sucio y maloliente container de basura, el cual ha sido mi refugio estas últimas nueve horas.
Cuando veo que la lluvia cesa, tomo mi pequeña bolsa y salgo del container para seguir caminando a mi destino. Sí, no sabía a donde iba a parar, no había comido, no tenía una cama caliente esperándome para poder dar una siesta, solo somos mi mochila y yo.
Camino durante horas por la carretera, la torrencial lluvia vuelve a caer con fuerza sobre la carretera pero no me importa cubrirme, solo quiero encontrar un lugar para comer.
Siento como un auto se estaciona a mi lado y mi corazón se dispara, dolo puedo pensar que Lion me encontró, pero de este baja una señora esbelta con un paraguas sobre ella, me mira horrorizada, trata de acercarse a mí pero yo doy dos pasos hacia atrás, no quiero que nadie se me acerque.
—Oh cariño, no voy a hacerte daño—Extiende su palma abierta sobre mí, animándome a tomarla—. Vamos. Te llevaré conmigo.
—¿A dónde? —pregunto reticente.
—A un lugar caliente.
—¿Hay comida en ese lugar?—La mujer me mira con tristeza y asiente, aún con su mano extendida hacia mí.
Nunca he podido confiar completamente en nadie, ni siquiera pude hacerlo con Penny, pero esta mujer se detuvo en medio de la carretera bajo una fuerte lluvia solo para llevarme a un lugar caliente con comida. La pregunta es, ¿ese lugar es seguro? Armándome de valor y dándole toda mi confianza a la mujer, tomo suavemente su mano siendo recompensada por una sonrisa en sus labios. Abre la puerta del copiloto para mí y entró al auto topándome con el aire caliente que emana en el frente, acercó mis manos a las rejillas dejándome cautivar por el calor, lo necesitaba.
La mujer entra y se sienta detrás del volante no sin antes escurrir el paraguas, doblarlo correctamente y dejarlo en la parte de atrás. Me mira con atención aún sin arrancar, yo solo puedo hacer contacto con el calor que está entre mis manos.
—¿Cómo te llamas?—pregunta ella.
—Berry.
—¿Es un apodo o realmente es tu nombre?
Posó mis ojos en ella y asiento—. Soy solo Berry.
—Muy bien Berry, creo que eres mejor de lo que esperaba—Una sonrisa cálida se posa en sus labios antes de extenderme nuevamente su mano—. Yo soy Paulette.
Sin pensarlo, estrecho su mano y sin más nos ponemos en marcha, rogándole a Dios que esta vez sea un buen lugar en donde vaya estar.
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