18. MI PRÍNCIPE INTELECTUAL


Un hombre muy sabio alguna vez dijo...

"No ser amado es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar"

Algunas personas han podido conocer su verdadero amor desde pequeños, en la escuela o en la universidad, puede que también en una tienda o en un bus o simplemente saliendo de sus casas... algunos han podido ser correspondidos, han formado una hermosa familia y han envejecido juntos; otros no han tenido buena suerte, puesto que la persona a quien quieren ama a otra persona, vive muy lejos o incluso murió de un enfermedad o un accidente. En mi caso estaba completamente segura que mi príncipe azul no estaba enamorado de mí, ni siquiera le parecía atractiva, pero de lo que sí estaba segura era que lo amaba incondicionalmente; pensarán que al vivir con él y conocerlo mejor pudo influir en una especie de odio hacia él, pero por más que lo hubiese dicho no era verdad, la verdad es que siempre fui una chica muy afortunada porque tuve la oportunidad de amar a alguien.

Ahora me gustaría seguir con mi historia. Se preguntarán sobre cómo terminó nuestra gran acampada, pues déjenme decirles que a pesar de que estuve a punto de morir, estaba muy feliz debido a que había sido rescatada por Sebastian, eso me demostraba que yo le importaba aunque sea un poquito y eso me hacía muy feliz. Esa noche se decidió que las chicas dormiríamos en el bus, mientras que los chicos dormirían en la carpa de afuera, a excepción de David que no se sentía muy bien por lo que dormiría junto a mamá Georgia. Aquella fue una grandiosa noche, recuerdo que mis amigas y yo nos quedamos hablando hasta tarde con mamá Georgia mientras que Ashley y David dormían; papá y el Sr. Cooper también se lo pasaron muy bien hablando y tomando cervezas en la carpa; por otro lado Sebastian se quedó hasta tarde fuera de la carpa con una guitarra entre sus manos. Y bueno también se preguntarán sobre lo que sucedió con Mathew...

— ¿Incluso sabes cómo tocar la guitarra? —preguntó Mathew cuando se sentó a lado de Sebastian debajo de un oscuro cielo estrellado—Tomé una ropa tuya—continuó debido al silencio de Sebastian—Así es, me enteré. Dijeron que habías salvado a Erika, debí llegar un poco antes... mí autoestima está herida.

— ¿Viniste debido a Erika? —preguntó Sebastian rompiendo con su silencio.

— Por supuesto—dijo Mathew sin dudarlo—aunque seas un genio estirado sigues siendo un hombre peligroso, puedes convertirte en una bestia. Por supuesto tengo que estar ahí y protegerla.

— ¿Por qué no solo vas y te quedas en mi casa? —dijo Sebastian con una sonrisa irónica en su rostro.

— ¿Hay algún cuarto disponible? —preguntó Mathew muy curioso antes de que Sebastian le hiciera mala cara—Te lo advierto—continuó al darse cuenta que Sebastian se había burlado de él— ¡no te atrevas a pensar en nada extraño! Sabes que te estoy vigilando cada momento, ¿entendiste?

— ¿Te gusta mucho Erika?

— Haces que me avergüence al preguntarlo tan directamente. No importa qué, tengo que hacer algo para permitir que mi Erika sea feliz... Es mi gran deseo.

— ¿Es así? Erika y tú son muy compatibles.

— ¿Tú también lo piensas? —Mathew se veía realmente sorprendido—Es tan sorpresivo, Cooper.

— Debe ser sorpresivo, ¿no?

— Claro que lo es. Aun así tienes un buen juicio—dijo Mathew mientras le daba fuertes golpes en la espalda a Sebastian—Es cierto, Erika y tú no son compatibles, aunque Erika diga que le gustas, son solo fuegos artificiales momentáneos. Hey, Sebastian Cooper, seamos amigos.

— No.

— ¿Por qué?... Como quieras, de cualquier modo no necesito ser tu amigo. Estaré bien solamente con Erika. Hey, canta algo.

Yo estaba escuchando aquella conversación detrás del bus, oculta para que nadie me viera, pero me arrepiento de eso porque me hizo ver la realidad, Sebastian y yo no éramos compatibles pero Mathew y yo sí... el problema estaba en que amaba a Sebastian y no a Mathew, ¿por qué la vida es así? Tenía que amar a Mathew para que fuéramos la pareja ideal, sin complicaciones, en cambio amaba a Sebastian y eso hacía que mi vida se complicara más.

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Como toda diversión, llegó a su fin. Después de nuestro grato paseo a la playa regresamos a nuestra dura realidad. Layla, Sophia y yo nos teníamos que enfrentar a las notas de la escuela...

— Estábamos tan felices jugando—dijo Layla con tristeza después de que vimos las horribles notas del semestre.

— Hay muchas universidades, debe haber lugar para nosotros—dijo Sophia mientras yo moría de tristeza por mis nuevas notas.

— Es seguro, ¿no nos quedan aún dos meses? Todo estará bien mientras nos esforcemos—tuve que animar a mis amigas, tampoco nos podíamos morir por eso.

— ¿Es ésta la confianza de una persona que entró en el top 50 en una semana? —preguntó Layla para molestarme.

— AH...

Sophia nos interrumpió con una idea, si yo había sacado buenas notas hace dos semestres, las tres juntas podríamos estudiar tal como yo estudié con Sebastian, así sacaríamos buenas notas. Después de clases nos dirigimos directo a "mi casa" y comenzamos a estudiar pero nos fue imposible estudiar como lo hice con Sebastian.

— La edad en la que deberíamos estar disfrutando se vuelve tan agotadora... es una lástima—nos dijo mamá Georgia, mientras yo escribía, Layla comía galletas y Sophia miraba el techo.

— Es cierto, es una verdadera lástima—continuó Layla con una galleta en su boca.

— Gracias por los bocadillos—dijo Sophia debido a que mamá Georgia se había encargado de que en ningún momento nos faltara comida.

— Gracias—dije yo con una sonrisa en mi rostro.

— Niñas, pregúntenle si hay algo que no entienden—dijo mamá Georgia señalando hacia el cuarto de Sebastian— ¿De qué sirve que esté aquí?

Minutos después mamá Georgia abandonó mi habitación y mis amigas y yo quedamos solas.

— Es una linda mujer—dijo Layla.

— Erika tu cama es grandiosa—continuó Sophia.

— La decoró mamá—dije antes de continuar escribiendo.

— Oh, "mamá..."—dijo Layla e hizo que me apenara.

— Es la madre de Sebastian no mía.

— Oh, mira esto—nos interrumpió Sophia quien llamó nuestra atención hacia uno de mis libros. Mis amigas no habían visto todos los rayones y dibujos que había hecho en él, pero lo más gracioso era que todo estaba centrado en Sebastian, por todo el libro estaba su nombre rodeado de corazones, también habían dibujos de nosotros y frases de amor para él... ¿de qué me culpan? Las clases eran realmente aburridas, siempre tenía que buscar la forma de entretenerme.

— Cosas para ser completadas con mi Sebas—dijo Layla mientras leía uno de los garabatos de mi libro—Besarnos en un lugar con mucha gente...

— ¡Hey! —les dije para que se detuvieran.

— Caminar por un hermoso callejón tomados de las manos—continuaron mientras yo intenté quitarles el libro—platicar por teléfono toda la noche... ¡casarnos! ¡Todo el libro está lleno de Sebastian!

Mis amigas comenzaron a reír descontroladamente, yo solo gritaba para opacar sus risas.

— ¡¡Erika y Sebastian!! —comenzó a gritar Layla y a acercarse a la pared, creo que con la intención de que Sebastian la pudiera escuchar, yo estaba realmente apenada—Hey, al principio, pensé que Sebastian sería tan delgado como un palillo, pero después de ir al viaje me di cuenta que de verdad es un hombre.

— Parece que está ejercitando. Sus músculos traseros se ven muy firmes—dijo Sophia y yo sabía que era verdad, Sebastian tenía un grandioso cuerpo masculino. Con aquellas palabras de mis amigas comencé a imaginar cosas indebidas.

— ¿Te sientes tan bien sólo por esas pocas palabras?

— Estudiar, vamos a estudiar—tuve que poner orden, no podíamos distraernos por el cuerpo de mi príncipe.

— Está bien... primera pregunta, un cuarto multiplicado por un octavo negativo. La respuesta es...

Después de que Layla leyó ese problema, las tres nos volteamos a ver, cruzaba los dedos para que alguna supiera la respuesta porque yo no tenía ni la más mínima idea... había olvidado cómo hacer esas multiplicaciones.

— Hagamos primero la segunda pregunta—continué al darme cuenta de que mis amigas estaban más perdidas que yo.

No lográbamos saber las respuestas de las preguntas así que Layla y Sophia comenzaron a hacerme miradas extrañas y con una sonrisa en sus rostros me señalaron la habitación de Sebastian. Yo solo negaba con mi cabeza, estaban locas si querían que yo entrara en su habitación por ayuda.

— Date prisa, ve—dijo Layla mientras tomaba mi brazo y me empujaba hacia afuera de mi habitación.

Realmente estaba muy nerviosa, estaba parada justo en frente de su puerta, con un libro en mis manos y mis piernas temblorosas... me acercaba y me alejaba, una y otra vez... solo podía ver desde lejos a mis amigas que aún seguían en mi habitación, a salvo, mientras yo tenía que arriesgar mi vida entrando en la cueva del monstruo. Yo seguía negando con la cabeza, así que ellas tuvieron que intervenir, Sophia impidió que me marchara mientras Layla tocó la puerta de Sebastian.

— ¿Sí? —se escuchó su voz muy seria.

Mis amigas habían logrado su cometido, abrí la puerta lentamente...

— David esa no debería ir ahí, sino ahí—le dijo Sebastian a su hermano quien estaba armando una especie de robot y él estaba sentado en un mueble jugando con un cubo.

— ¿Tienes un poco de tiempo libre? —le pregunté muy apenada casi susurrando.

— No—dijo seriamente mientras seguía armando el cubo sin ni siquiera mirarlo.

— ¿Verdad? Está bien—dije muy nerviosa y cuando me disponía a cerrar la puerta mis amigas me empujaron y cerraron la puerta bruscamente.

— Hola—dije, pero él no volteó a mirarme.

— ¿Qué haces, Erika? —preguntó David.

— Mis amigas y yo tenemos algunos problemas mientras intentamos estudiar. Sólo están las respuestas pero no incluyen los pasos.

— No quiero hacerlo—dijo después de unos largos segundos. Pensé que solo iba a ignorarme.

— Solo tomará un minuto, ¿sí?... No, 30 segundos, sólo 30 segundos.

— Incluso 30 segundos es una pérdida de tiempo.

— ¿Por qué una pérdida de tiempo? Esos 30 segundos son nuestra esperanza—Estaba apunto de llorar si fuese necesario para que Sebastian se apiadara de nosotras y nos ayudara—sólo éste—continué al darme cuenta que había estirado su brazo para tomar el libro.

— ¿Qué no entiendes de esta pregunta?

— ¿Eh? —no sabía que decirle, no le podía decir que entendía absolutamente nada. Tras mi cara de confusión, Sebastian comenzó a escribir en el libro, contaba los segundos e intentaba entender lo que estaba haciendo.

— Toma, ¿está bien? —dijo después de exactamente 30 segundos.

— Sí—afirmé después de comparar su resultado con el del libro, de verdad mi príncipe era asombroso—gracias... ¡de verdad muchas gracias! —le dije muy contenta antes de marcharme por la puerta.

Al revisar detalladamente el procedimiento que hizo Sebastian, pudimos comprender el problema a la perfección.

— La solución es tan fácil, incluso yo puedo comprender—dijo Layla con el lápiz en su boca y una enorme sonrisa.

— Entonces, siguiente pregunta—dije entusiasmada.

Sentía que  podía comprenderlo todo... sin embargo no fue así, la segunda pregunta era totalmente diferente a la primera, así que...

— Disculpa...—dije mientras entraba despacio a su habitación, ahora estaba acostado en el mueble leyendo un libro y David hacía lo que parecía ser su tarea—disculpa...—volví a repetir al no recibir ninguna palabra de él, pensaba que no había escuchado mi primera palabra—sólo ésta otra vez...—dije señalando el problema con mi lápiz al instante en que Sebastian giró a verme.

Al igual que el anterior problema, lo respondió en segundos y regresé a mi habitación, pero nuevamente necesitábamos ayuda con la tercera... cuarta... quinta... sexta... a la séptima pregunta...

— ¿Ya te vas a acostar? —le pregunté al ver que se estaba estirando y comenzó a desacomodar su cama—la siguiente pregunta también—le dije con una sonrisa en mi rostro.

Para la décima pregunta la luz ya estaba apagada y Sebastian ya estaba acobijado y acostado en su cama.

— Lo siento mucho.

Estaba muy apenada y mis nervios aumentaron cuando Sebastian dio un fuerte grito y se paró bruscamente de la cama.

— Regresa en 15 minutos—dijo con un tono muy enojado mientras me quitaba bruscamente el libro de mis manos y me echaba de un empujón de su habitación.

Esperamos afuera de su habitación. Me sentía muy mal, no era justo para Sebastian que hiciera nuestra tarea, pero no era mi culpa que ni mis amigas ni yo fuéramos tan inteligentes como él.

— Echa y entra un vistazo—dijo Layla mientras yo moría de agonía.

— Es cierto, ya pasaron los 15 minutos—dijo Sophia mientras miraba el reloj de su celular.

— Estoy asustada—les confesé.

— Deprisa—dijeron ambas al mismo tiempo como si no me hubiesen escuchado.

— De verdad no puedo hacerlo—mi cuerpo no lograba moverse, estaba paralizada.

Al instante la puerta de su habitación se abrió, sin pensarlo las tres nos escondimos, solo escuché que tiró el libro fuertemente al suelo, estaba realmente furioso.

— ¿Eso es todo? —solo pudimos mirarlo sin decir ninguna palabra—No vuelvas a entrar a mi cuarto—dijo antes de cerrar su puerta con mucha furia.

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