16. UN VIAJE HACIA LA PLAYA



Desde que me mudé a la casa de los Cooper mi vida dio un gran giro. Nunca me hubiese imaginado que mi cuarto estaría al lado del cuarto de Sebastian, que cuando yo estuviese viendo por la ventana, él estaría viendo justo por la ventana de al lado, tampoco me imaginé que desde su habitación estuviese escuchando todas mis conversaciones o incluso estuviese escuchando mis llantos. Es muy gracioso porque esas lagrimas que derramaba eran por su culpa, pero tenía un poco de razón, no solo mi vida había cambiado, también la suya y si a mí me gustaba, él lo detestaba y no era justo para él. 

Recuerdo la primera vez que notó mi presencia, cuando preguntó si yo era Erika, justo antes de devolverme la carta que le había escrito confesando mis sentimientos... "Lo que más odio son las mujeres estúpidas"... recuerdo muy bien aquellas horribles palabras y puede que nunca se me olviden, pero después de eso todo cambió, comencé a vivir con aquel odioso chico; recuerdo cuando me llevó a la escuela en su auto o cuando me salvó de aquel desnudista que me había robado el zapato, esa fue la primera vez que había estado tan cerca de él, justo en su pecho; también recuerdo cuando en mis manos tenía una fotografía suya de niño muy divertida, lo tenía justo en mi poder que hasta fue obligado a darme clases particulares con la condición de que le devolviera aquella foto... sin embargo hizo mucho más por mí, se trasnochaba conmigo, me creó un enorme cuestionario de repaso, pero lo que más me encantó fue poder verlo dormir como un angelito. 

Después de una gran noche de copas, Sebastian me llevó en su espalda, me sentía como una princesa siendo cargada por su príncipe... "Deja de meterte y de afectar mi vida"... aquellas fueron las segundas palabras más hirientes, pero aun así no lo culpaba a él sino a mí, a fin de cuentas era su vida privada y yo era solo una entrometida que vino a fastidiarle. Si hubiese sabido que él estaba justo al otro lado de la pared escuchando mis sollozos, le hubiese dicho sin pensarlo:

"No sé cuándo comenzó, desde la primera vez que te vi, pensaba en ti cada minuto, cada segundo... me preguntaba: ¿Qué estás haciendo? ¿Dónde estás ahora? ...Incluso cuando miro alrededor, incluso cuando elijo, siempre estarás en mi corazón, siento que pronto me volveré loca... ¿Sabes cómo me siento? ¿Conoces mis sentimientos?... ¿Puedes quedarte a mi lado todos los días? ¿Mirándome y protegiéndome solo a mí? Porque te amo demasiado... ¿Puedes decir que me amas justo en este momento? ¿Puedes amarme todos los días, amarme solo a mí? ¿Puedes darme un beso?"

(...)

El fin de semana había llegado, la sala estaba repleta de maletas y objetos de playa.

— ¡Creo que me veo linda con esto! —dijo Layla mientras se probaba un enorme sombrero rojo.

— ¡Te ves tan linda! —dijeron al unísono Sophia y mamá Georgia.

Al instante bajó por las escaleras Sebastian, quien tenía puesto el uniforme de la escuela. Sophia y Layla saludaron un poco apenadas al darse cuenta de la mala cara que tenía Sebastian. Su madre solo le sonrió y le pidió que se acercara, pero este hizo caso omiso. De inmediato aparecí yo un poco ajetreada, pensaba que no alcanzaría a vestirme puesto que me había levantado tarde. Me puse una blusa y unos shorts rosa y me sujeté el cabello con una cola de cabello; cuando vi a Sebastian mi corazón se paró, no sabía que decirle o como saludarlo.

— Ya estoy lista, vámonos ahora— dije rápidamente para evitar contacto con él.

— ¿Es así? entonces vamos— dijo mamá Georgia muy emocionada dirigiéndose a mis amigas—tú también ve a prepararte, nos iremos pronto— se dirigió hacia su hijo.

— ¿Ir a dónde? —preguntó Sebastian muy molesto.

— Decidimos ir a acampar hoy a la playa, por 2 días y 1 noche.

— ¿Qué? —Sebastian estaba muy sorprendido y demasiado irritado— ¿Y la escuela? Hoy teníamos clases por órdenes del director.

— Ya les informé—dijo mamá Georgia.

De repente el celular de Sebastian sonó y él lo sacó de su bolsillo.

— Sebas, estoy secuestrado—dijo David a través del celular, estaba junto a su padre que lo tenía sujetado para evitar que se bajara del auto— Cuando desperté ya estaba en el auto.

— Sal rápido, será una mejor opción para ti—ahora hablaba el Sr. Cooper seriamente. Si no le hacía caso a su madre, sí a su padre, Sebastian lo respetaba mucho.

— Rápido, ve y cámbiate, también empaqué las cosas para ti—dijo su madre más contenta que nunca—incluso está la gorra de natación—Mamá Georgia tenía en sus manos una gorra de natación morada, muy pequeña para la cabeza de Sebastian.

— De verdad no puedo soportarte—dijo Sebastian mientras le quitaba de las manos el divertido gorro de natación.

La escena es interrumpida por el timbre de la casa, así que decidí contestar por la pantalla. Por las cámaras vi que mi padre estaba al otro lado del portal con una camisa playera y unas oscuras gafas de sol.

— Erika, soy yo. Ella también quiere ir.

— Hola, yo también vine—no lo podía creer, al lado de mi padre estaba Ashley Hudson quien lo empujó para poder ocupar toda la pantalla.

— ¿Quién es? —preguntó mamá muy extrañada.


(....)

Mientras lidiábamos con la llegada de Ashley, Mathew estaba en la escuela como todos, pero comenzó a extrañarse que ni mis amigas ni yo estuviéramos en nuestros puestos. Al instante entró la maestra Meredith y todos tomaron asiento.

— Profesora, aún no llega Erika—dijo muy azarado.

— Ashley y Sophia tampoco—dijeron otras chicas que no solo se preocupaban por mí.

— Todas fueron a divertirse, me enteré que fueron a la playa, ¿no sienten celos?

— ¿Salieron a jugar? —preguntó Mathew muy sorprendido—Profesora, ¿no sabe lo peligroso que es el mundo ahora? ¿Cómo pueden ir solas a la playa unas chicas? —Mathew estaba muy alterado.

— No sólo unas chicas... Sebastian Cooper y su familia fueron también.

— ¡¿Cooper... Cooper... Sebastian Cooper?! —Mathew se levantó alterado de su puesto y le dio un enorme golpe.

Antes de que la maestra comenzara clase, Mathew tomó su mochila y salió por la puerta. Comenzó a quejarse escaleras abajo y se revisó los bolsillos, en uno tenía una envoltura de dulce y en el otro unas cuantas monedas.

— Tengo que ganar algo de dinero sin importar qué—dijo para sí mismo— ¿Qué debería hacer?

Mientras salía de la escuela, vio llegar al director en su moto, por lo que se le ocurrió una idea.

— Mathew Collins, no me diga que acaba de llegar—dijo el director con un tono enojado.

— No, me voy temprano porque tengo algo urgente.

— ¿Te vas temprano?

— Yo... director... repentinamente me enteré que mi tía tuvo un accidente—dijo con melancolía—Quieren que vaya ahora mismo.

— ¿Eso es? Entonces deberías irte rápido.

— Ah, sí. Necesito ir lo más pronto posible... pero no tengo dinero—Mathew era un excelente actor— ¿puede prestármelo por esta vez?

— ¿Esto? —dijo el director mirando su moto, no sabía que decirle, se puso un poco nervioso.

— Sí, escuché que morirá pronto.

Después de un poco de drama, el director no tuvo más opción que prestarle su moto a Mathew y este comenzó a dirigirse hacia donde yo me estaba dirigiendo.

Por otro lado, el comienzo de nuestro viaje se puso un poco incómodo, nadie pronunciaba ninguna palabra. El Sr. Cooper y mi padre estaban delante de la Ban que habían alquilado; nosotros estábamos atrás, mamá solo hacía mala cara y tenía los brazos cruzados al ver que Sebastian estaba leyendo, yo estaba también molesta de que Ashley se hubiese colado a nuestro paseo, David tenía cara de pocos amigos y Sophia y Layla también estaban aburridas.

— Sebas, ¿quieres un poco de sandía? Incluso la corté antes de venir —Ashley rompió el silencio mientras se paraba y me empujaba para sacar de sus maletas un tarro con pedazos de sandía. Lo chistoso fue que tanto yo como mamá Georgia le hicimos una mala cara.

— El refrigerador está lleno de sandía— dijo seriamente mamá Georgia. Se podía notar para mi bienestar que a mamá Georgia no le caía muy bien Ashley.

— ¿De verdad? Pero las que compré son excepcionalmente dulces, como miel—respondió Ashley muy orgullosa de ella misma.

— La sandía debe saber a sandía para que se le llame sandía. Si sabe a miel, ¿sigue siendo sandía? A eso se le llama miel—continuó mamá Georgia. Ella era muy dulce, pero cuando alguien no le caía muy bien podía ser todo lo contrario a dulce.

— pero, ¿cómo supiste que iríamos a divertirnos e incluso nos seguiste? —preguntó ahora Layla que también estaba molesta con la presencia de Ashley.

— Yo... naturalmente tengo mis propios medios—contestó Ashley muy imponente.

Pero lo que ni mis amigas ni yo sabíamos era que por nuestra culpa Ashley estaba con nosotros. Sucedió la semana pasada en la clase de artes, envés de estar dibujando nos pusimos a hablar sobre lo que teníamos que empacar para nuestro paseo... nunca nos enteramos que la bruja de Ashley estaba debajo de la mesa escuchando todo lo que decíamos.

Después de aquella discusión por las sandías, volvió a reinar un gran silencio. Ashley no era tan tonta como pensábamos, ella sabía muy bien que no le agradaba para nada a la mamá de Sebastian y que su presencia no era muy grata para nosotras, pero aun así seguía insistiendo.

— Incluso tiene Karaoke, ¿por qué no cantamos una canción mientras viajamos?—Ashley se dirigió solo a Sebastian, como siempre.

— ¿Crees que esto es un autobús de turismo? ¿Por qué cantaríamos? —dijo Mamá Georgia sin expresión en su rostro y con poco aliento.

— Entonces, ¿quieren jugar un juego de palabras? —tenía que hacer algo para que el viaje no fuese tan aburrido.

— ¿Qué? Juego de palabras, qué infantil—dijo de inmediato Ashley.

— ¡Sería divertido! —con mis palabras el ánimo de mamá subió de inmediato—La sugerencia de Erikita es muy buena. Juguemos usando frases de 5 palabras... Sophi empiezas tú.

— Leer/ la/ mente/ de/ otro... —dijo Sophia un poco tímida.

— Otro/ perro/ con/ ese/ hueso— continuó mamá Georgia.

— Es "a otro perro con ese hueso", no "otro perro con ese hueso" y ya no se podría porque tiene 6 palabras —dijo David corrigiéndo a su madre.

— Vamos David, a mí me gusta así, tú turno, si no puedes, escribirás tu nombre con el trasero. Rápido, continúa.

— Eso es tan infantil—continuó David que se creía un hombre adulto.

— Uno... dos...—su madre comenzó a contar.

— Hueso/ malar/ o/ cigomático/ izquierdo—dijo apresuradamente antes de que su madre terminara de contar.

— Sebastian—dijo su madre señalándolo.

— ¿De verdad estamos jugando a esto? —preguntó al apartar su mirada del libro.

— Uno... dos...—madre y yo comenzamos a contar al unísono.

— ¿Izquierdo? Izquierdo/ fue/ historiador/ y/ poeta.

— ¿Quién era ese? No lo conozco, te lo estás inventando— dije entre risas, mis amigas me siguieron.

— Ausiás izquierdo, fue un artista español muy importante—dijo David al instante.

— Ya veo... eres muy listo, ¿lo sabían todos? —las únicas que negaron fueron mis amigas que al igual que yo estaban muy confundidas, jamás habíamos escuchado sobre ese señor.

— Personas bobas, Dios las hace y ellas se juntan—dijo David y mis amigas estuvieron a punto de darle un cocacho en la cabeza.

— Rápido, con "poeta"—dijo mamá dirigiéndose hacia Ashley.

— Poeta/ libre/ como/ mi/ Sebastian—dijo Ashley azarada con el conteo de mamá Georgia.

— Sebastian... Sebastian... —Me apresuré debido a que David comenzó a contar más rápido de lo normal—Sebastian/es/genial/y/hermoso— ¡pero qué había dicho! De todo lo que pude haber dicho de Sebastian, dije semejante estupidez. Ashley estaba sorprendida y furiosa, pero todos comenzaron a reír, incluso el Sr. Cooper y mi padre y... ¿Sebastian? ¿Acaso sonrió un poco?

— Porque querías decir eso... ¿sugeriste el juego de palabras? —antes de que me tapara con las manos, escuché las palabras de Sebastian, cuando lo miré me percaté que en su rostro había una enorme sonrisa.

— No, ¿estás loco? —le dije muy nerviosa mientras le daba una palmada en el brazo—Lo dije porque... no tenía nada que decir.

El viaje continuó, aun nos quedaba un largo camino. Después de unos cuantos juegos todos se quedaron dormidos menos yo y Sebastian quien seguía leyendo, estaba realmente incomoda, no podía ni mirarlo de la pena.


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