12. REUNIÓN FAMILIAR
Justo en el momento en que más debatidos nos sentíamos, entró una linda mujer para subirnos el ánimo, tenía el cabello alisado y un estilo muy elegante con un enorme bolso.
Mamá Georgia.
—¡Estuvieron geniales hoy! La pasé muy bien gracia a ustedes. Ya que estoy muy agradecida por haberla pasado tan bien les compraré pizza.
—Ah... ¿Y usted es?
—Ah, esta persona es...—no me había dado cuenta, que el director estaba junto a mamá Georgia.
—Soy una admiradora de Erika, Erika White—Mamá interrumpió al director rápidamente—Hoy vine a apoyar a Erika.
Nunca sabía como agradecerle por todo lo que había hecho por mí, me dio la madre que nunca tuve, era la Señora más especial que había conocido en mi vida.
Por fin llegó la deliciosa pizza, mamá se sentó con nosotras a comer.
—¿Quién es usted? —le preguntó Layla. Pero mamá nunca reveló que era la madre de Sebastian.
Nos divertimos tanto ese día, desde ahí comenzaba a darme cuenta de lo afortunada que era. Antes de irnos, mamá nos tomó una foto grupal... viejos tiempos, que jamás olvidaré...
-.....-....-.....-.....-.....-
La noche había llegado, tenía un dolor impresionante en todo el cuerpo, y podía ver que mis pies estaban muy hinchados, el médico dijo que era por tanto esfuerzo físico. Me acordé que en el piso de abajo había dejado la pomada que recetó el médico, salí de mi cuarto con todo mi esfuerzo para caminar, cada paso era como si mis huesos se estuvieran partiendo.
Al salir, vi que la habitación de Sebastian estaba abierta, nunca la había visto por dentro, y me asomé un poco para ver si él ya había llegado, supe que su clase salió a un bar por invitación del maestro Nicolas.
—¿No estabas durmiendo? —me sorprendió demasiado, Sebastian estaba en el balcón con audífonos puesto y su celular en la mano.
—¿Estás aquí? No me había dado cuenta—dije, mientras me sobaba un poco la espalda y caminaba hacia el balcón—¿Cuándo llegaste? —sin embargo, él continuaba en su celular escuchando música—Wow, la vista es magnífica—Se podía ver el cielo muy cerca desde ahí, nunca había visto la luna tan gigante, y las estrellas tan cerca y brillantes.
—Estás quemada—no me había dado cuenta hasta que señaló mi rostro. Era verdad, la cara me ardía mucho—¿Cómo no puedes estar lastimada si te esforzaste tanto? —dijo, antes de verme por fin a la cara—Trabajas duro sin importar lo que sea.
—Tengo que esforzarme. Te tengo envidia, eres bueno en todo.
—Soy bueno en baloncesto y natación también.
—Qué orgulloso...
—Me estabas incitando los últimos días—dijo, mientras volvía su vista hacia el celular—entonces, ¿Por qué me diste la barra a mí? —¿Y aún lo preguntaba el descarado este?
—Conseguiste otra carta ganadora de nuevo. De acuerdo, me parece bien que te burles—después de un incómodo silencio, continué—Pero, tú mamá nos compró pizza, así que todo salió bien.
—¿Mi mamá? Nada puede detenerla... usualmente es el padre o los hijos en la familia por los que la gente se preocupa más, pero en nuestra familia, siempre es mamá la que se mete en problemas—mientras hablaba, Sebastian giró hacia atrás, exactamente hacia una dirección, no supe que estaba mirando.
—¿Por qué? Creo que tú mamá es genial, muy buena.
—¿Muy buena?
—Sí, muy buena. Hoy ella vino y nos compró pizza e incluso nos tomamos fotos... me sentí bendecida.
—¿Bendecida?— por primera vez, Sebastian estaba escuchando lo que decía, y no sé el por qué, pero me sentía muy tranquila hablando con él de algo tan privado que no había hablado con nadie, ni con mis amiga, ni con mi padre.
—Sí, mi mamá nunca vino a mi escuela, ella murió muy joven. Claro, estaba mi papá y mi abuelita. Aunque estoy agradecida por ellos, nunca me sentía bendecida—le mostré una sonrisa a Sebastian, él me miró fijamente, tenía una cara... no sé, no era de tristeza, ni mucho menos de lastima, fue una mirada muy linda, muy cálida...—Pero hoy sentí, como si mi mamá hubiese ido.
—Iré a buscar la pomada para la cara—Me dijo.
—Ayudaré con la cena.
—Está bien, después de todo estás en la casa de otra persona... haciendo eso, te hará sentir mejor, no te sentirás un estorbo—¡Idiota! Tonto, se me había olvidado por un momento, que quien tenía al frente era el odioso de Sebastian Cooper, lo único que pude hacer fue sacarle la lengua.
—Ah, pero...—dijo, después de parar y voltear de nuevo hacia mí. Rápidamente paré de hacerle muecas—Eso... ¿Qué era lo que tenías puesto esta mañana?
—Ah... el rey de los pedos, ¿No sabes? —al instante comencé a hacerle un baile gracioso. El disfraz era de un personaje de un programa para niños muy antiguo, su baile consistía en hacer como una gallina mientras movía las caderas de un lado a otro.
(Woo yi pedo, Woo yi pedo, woo yi woo yi, pedo pedo...)
Me di cuenta que Sebastian no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, mi sonrisa alegre rápidamente desapareció a una sonrisa de vergüenza.
—Se ve lindo—fue lo último que me dijo en aquel día, aunque aún conservaba su cara seria. Todo el tiempo actuaba tan calmado, haciendo sentir avergonzada a la gente... ¡¿Pero, qué?! ¿Acaso había escuchado mal? ¿Le pareció lindo?
Mientras tanto en la habitación de los adultos, mamá estaba bajando al computador todas las fotos que había tomado en el día.
—Parece que Bob llegará tarde hoy—dijo el Sr. Cooper mientras organizaba la cama para dormir.
—Supongo que los clientes beben licor en las noches.
—¿Qué pasa? Ah, ¿Esas son las fotos que tomaste hoy? —continuó, mientras se acercó a Mamá Georgia. Justo estaban viendo la fotografía del momento en que le entregué la barra de mi equipo a Sebastian.
—Me divertí mucho.
—Están bien tomadas. Erika es muy graciosa, ¿verdad?
—Me siento viva desde que Erika vino... ves la expresión de Sebastian? —dijo al detenerse en una foto de Sebastian, de aquel momento en que puso su mano en el corazón y sonrió como nunca antes lo había hecho—Sólo lo veía así, cuando era pequeño, ha pasado mucho tiempo desde que vi esta mirada en su rostro.
—Es cierto.
—¡Antes de que terminen las vacaciones de verano, vámonos de paseo! —dijo mamá muy alegre, mientras juntaba las palmas de sus manos—Sólo una noche.
—Pero los chicos ya están en tercer año.
—¡Esa es otra razón más para ir! No habrá tiempo después si ellos van en busca de sus sueños.
—¿Enserio? —se quedó pensando el Sr. Cooper, mientras rascaba su pequeña barba.
-.....-....-.....-.....-.....-
Así pasaron los días, nada había cambiado. Me acuerdo bien de una noche, en la que decidimos ir a visitar a mi padre en el restaurante; estaban los señores Cooper, Sebastian, David y por supuesto que yo. Papá nos había preparado una suculenta cena.
—Esta fiesta de celebración parece un poco tarde, ¿Verdad? —dijo el Sr. Cooper, el más contento de todos.
—¿Enserio? Lo siento Erika—dijo mi padre, mientras me servía un poco de sopa—Planifiqué esto realmente rápido después que salieron tus resultados, pero se me presentó un asunto—se me había olvidado contarles, que el motivo por el que habíamos decidido visitar a mi padre fue para celebrar mis buenos resultados, y que estaba en el salón especial de estudio.
—Está bien, yo también estaba un poco ocupada entrenado para la competencia deportiva.
—¡Qué suntuoso! —continuó el padre de Sebastian, mientras llevaba a la boca unos deliciosos macarrones.
Sebastian lucía muy aburrido, estaba apoyado contra la mesa, mirando hacia la nada, sin ni siquiera parpadear, creo que estaba atrapado en sus pensamientos.
Los que más hablaron fueron papá y el Sr. Cooper. Papá nos explicó el nombre de cada platillo, algo que ya había escuchado ciento de veces.
—¡Oh! Erika, tu padre está de buen humor... ¡Mi hija es realmente asombrosa! —papá casi se puso a llorar en esos momentos.
—De verdad, muy asombrosa—continuó mamá.
—Muchísimas gracias, joven Sebastian—ahora mi padre se estaba dirigiendo a Sebastian, mientras que este seguía con los audífonos puestos y con el celular en la mano—Eres realmente genial.
—No, no se preocupe—Cuando por fin Sebastian se dio cuenta que mi padre le estaba hablando, lo miró fijamente y le mostró una sonrisa.
—Ese no es el caso—interrumpió mamá—Lo mejor fue que Sebastian experimentó y aprendió de esto—de inmediato, se paró de la silla y se inclinó hacia mi padre y hacia mí—Estoy agradecida.
—No, yo soy el agradecido, muchas gracias—mi padre hizo lo mismo, y se inclinó hacia ella en modo de respeto.
—No, estoy tan agradecida.
—Se te meterá el cabello en la comida—regañó David a su madre. Lo que hizo que todos nos riéramos, menos Sebastian, claro está.
—Deberíamos beber en un día así—dijo el Sr. Cooper—¿La homenajeada quiere tomar un trago?
—¿Yo? —Nunca antes había bebido, ni una cerveza y ni una pequeña copa de vino, por lo que miré a mi padre, para ver este que opinaba.
—Bueno, ya que viene de un mayor, puedes tomar una copita—Sabía que no le gustaba mucho la idea, pero no quería acabar como aguafiestas, sin embargo, me repitió varias veces que solo fuera una.
Comenzó a servirles la bebida a todos en copas, menos a David... no recuerdo bien lo que tomé aquella noche.
—¡Bien! ¡Copas arriba! ¡Por nuestra juventud!
—¡Salud! —después de brindar, tomé un sorbo, de verdad era una bebida muy fuerte, como si estuviera bebiendo alcohol puro.
—Erika de verdad trabajó duro—mamá no paraba de hablar de mí—de verdad me sorprendió.
—El apodo de Erika, es Caracol de Noé—dijo mi padre.
—¿Caracol de Noé—preguntó mamá Georgia con mucha curiosidad.
—Sí, me lo puso mi abuela.
—¿Te refieres a Noé, el del arca de Noé? —ahora estaba muy interesado el Sr. Cooper.
—¡Así es! Ese bote tenía un montón de animales, ¿Verdad? Pero nadie le prestó atención al caracol—continuó mi padre mientras me señalaba—Así que el caracol subió con empeño, día y noche, no se detuvo en ningún momento, y finalmente se subió al arca.
—Mientras tenga determinación, puedo hacer bien las cosas—intervine en la conversación un poco apenada. No sé si dije algo malo, pero Sebastian volteó su mirada de pocos amigos hacia mí. Para evadir la mirada, tomé un sorbo más grande de la copa.
—Toma despacio, esta bebida es especialidad del restaurante, es muy fuerte, puede que no sientas nada mientras bebes. Pero una vez que terminas, te emborrachas inmediatamente—dijo mi padre—Toma Harrison, te gustan mucho los cangrejos, ¿verdad?
—Solías darme comida así cuando éramos pequeños, ahora sigues haciendo lo mismo.
—Escuché sobre eso, incluso le hiciste cajas de comida cuando era pequeño—contó mamá.
—Siempre estábamos juntos, incluso formamos una banda—reveló el Sr. Cooper
—¿Uh? Es la primera vez que oigo sobre eso—dijo mamá Georgia.
—No era exactamente una banda, solo algo que quisimos hacer.
—¡Papá, traeré la guitarra! —al instante se me ocurrió esa gran idea.
El Sr. Cooper y mi padre comenzaron a tocar y a cantar, a pesar de que había pasado tanto tiempo, aún recordaban como hacerlo... no eran tremendos profesionales, pero se escuchaba muy agradable. Estaban al frente de nosotros, éramos su público. Yo estaba dichosa escuchándolos, con un tenedor en mis manos, mientras me ladeaba de un lado a otro, siguiendo el ritmo de la hermosa y romántica canción. David comenzó a bostezar, mientras Sebastian seguía concentrado en su celular. Las únicas emocionadas éramos mamá y yo.
Voltee a ver a Sebastian por unos segundos, esa canción era muy romántica y me hizo recordar algunos momentos...
Como la vez, en el patio de la escuela, que estaba sentado justo ahí, solo, leyendo un libro. Cuando me animé a hacerle compañía, unos chicos llegaron y se le unieron.
O la vez que estábamos en misa, Sebastian estaba al otro extremo de mí, sin embargo alcanzaba a verlo, al inclinarme hacia atrás. Él estaba hablando con el chico de al lado, este dijo algo que hizo que Sebastian riera un poco, mientras le daba un puño en el brazo a su amigo.
También, cuando un maestro de la clase especial decidió darnos clase al aire libre. Sebastian se hizo bien atrás, para leer tranquilamente, yo no podía dejar de mirarlo, pero cuando él veía hacia al frente, rápidamente me volteaba para que no me viera.
Y otro momento, en que le escribí nuevamente una carta, aunque puse lo que estaba sintiendo, no era tan cursi como la primera y había revisado mil veces la ortografía, pero justo cuando se la iba a entregar, unos chicos lo llamaron y él se fue con ellos, ignorándome por completo...
¡Rayos! No eran momentos románticos... pero me había dado cuenta de algo. Ese algo era que cada día estaba conociendo un poco mejor a mi príncipe azul. Ya sabía que no solo le gustaban los libros, sino también la música, además no era tan antisocial como pensaba, y a veces, pero muy a veces, casi nunca, dejaba de ser tan odioso...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top