#7: El precio de la fama

Cerré la puerta de la habitación lanzando un suspiro al vacío, para luego dejar el regalo sobre la mesita de noche. Me despojé de mis zapatos, los dejé por ahí, y me dirigí al baño privado del cuarto a darme una ducha.

Seguía nevando en Seúl, por la ventana se podía apreciar perfectamente el panorama. Todos disfrutaban de Noche Buena, mi madre debía estar en su cena con Mino, Taehyung estaría seguro viendo películas con Jimin y por lo que había entendido, Namjoon la pasaría junto a su familia.

Cierto, Namjoon. Luego de haberme juntado con él en el parque, me había regalado un pequeño presente por Navidad, que sería oficialmente al día siguiente. Me había sentido un poco culpable en ese momento, puesto que yo no le tenía regalo, y más culpable me sentí al ver qué me había regalado.

Una pulsera de plata no había sido un regalo muy esperado por mi parte en realidad. A Namjoon lo había conocido una noche cualquiera, nos habíamos hecho amigos en unos cuantos días y fin de la historia. Que luego de dos años siguiera recordando nuestra pequeña amistad era un tanto... ¿inesperado?

Después de pasar una hora en el parque con él, cada uno se fue por su camino. Yo al hotel porque se hacía tarde en mi opinión, y él a su casa para compartir con sus familiares por la Noche Buena. A eso y a conversaciones al azar se había resumido nuestra "reunión".

Salí del baño con mi cintura envuelta en una toalla blanca que me había prestado el hotel, me senté en el suelo y abrí una de mis maletas en busca de mi pijama.

Debía admitir algo, y era que sinceramente no tenía sueño. Pero, ¿tenía otra opción? Todos mis seres queridos y no queridos (Mino entraba con boleto V.I.P a ese grupo, junto con Taehyung y Jimin si es que a ese simio y a esa perra se les podía llamar "seres"), estaban ocupados para Noche Buena. Debía aceptarlo, me quedaría sólo esa noche y era mejor la idea de ponerme pijama, ver una película e irme a dormir, a mantenerme despierto, rodar aburrido por mi cama y esperar a que mi madre llegara de su cena romántica.

Al encontrar el muy buscado pijama en la profunda maleta, me lo coloqué dejando caer la toalla al suelo, para luego llevar esta última al baño dejándola en el lugar donde la había encontrado para empezar.

Me encaminé hasta mi cama, di un pequeño saltito del suelo a ella para quedar recostado sobre el colchón, y con la mano más cercana al control remoto, lo cogí y encendí la televisión.

Noche Buena, encerrado en la habitación del hotel, con pijama, viendo televisión, completamente solo. Sí, mi vida valía mierda. Quizás me compraría una mascota para no estar tan solo, claro, cuando tuviera tiempo de alimentarla, sacarla a dar una vuelta y poder pasar tiempo con ella. Así es, mi primera mascota probablemente sería cuando renunciara a ser modelo profesional.

Hasta ese entonces, estaría solo, odiando al que sería muy pronto esposo de mi madre, regañando mentalmente a mi madre por ser tan boba y casarse con un estúpido, queriendo suicidarme por el hecho de que Taehyung y Jimin estaban saliendo, y deseando cortarme las venas cada vez que viera mi pulsera de plata y recordará el mal amigo que fui al no tenerle un regalo a Namjoon.

En realidad, tenía una imaginación increíble últimamente. Tal vez una ida al psicólogo no me haría mal.

<...>

—Estuviste perfecto— me sonrió mi madre dándome un vaso de agua.

Sonreí aceptando el vaso y susurrando un "gracias", para después tomar un sorbo, sediento. Eran las ocho de la mañana, acababa de terminar con una pequeña sesión de fotos navideñas, y al parecer no tendría más actividades que hacer por lo que restaba del día.

—Desde el mediodía estás libre— habló Yoongi cuando llegamos mi madre y yo frente a él. Tenía la mirada fija en la agenda y fruncí el ceño leyendo las páginas.

—¿Y antes del mediodía qué?— cuestioné, intentando leer lo que él leía.

—Nada— respondió cerrando la agenda de golpe y mirándome con una sonrisa—. Estás desocupado desde ahora, oficialmente.

—¡Genial! Oye, mamá, ¿me puedo juntar con un amigo luego?— dije volteando a ver a mi madre para obtener su permiso.

—Claro, Kukito, no debes preguntarme— contestó con una pequeña sonrisa—. Vamos al hotel primero a cambiarte.

—Sí, por cierto, ¿hoy cenaremos juntos? Ayer te la pasaste con Mino toda la noche— me quejé haciendo un puchero, tratando de obtener un "sí" como respuesta.

—Cariño, lo lamento. Mino, Yoongi y yo tenemos que organizar unas cuantas fechas, actividades tuyas, esta noche— explicó recibiendo una mirada triste de mi parte—. Podemos almorzar juntos si quieres— me sonrió, intentando remediar lo de la cena.

—No, está bien. Almorzaré con un amigo— dije encogiéndome de hombros y bajando la mirada por un par de segundos—. ¿Nos vamos?— propuse señalando el auto.

—Falta Mino— informó Yoongi, revisando algo en su celular y anotando en la agenda. Ese chico no dejaba tranquila esa pobre agenda, debía estar repleta en todas sus páginas.

Y bueno, faltaba Mino. Por mí parte lo dejaba solo ahí, ya encontraría el camino de regreso algún día, tomaría algún taxi, quién sabía. De todas formas, no me interesaba, prefería dejarlo por ahí botado en lugar de tener que...

—¿Qué mierda significa esto?— solté sin darme cuenta. Mi madre frunció el ceño en mi dirección, al igual que Yoongi, mientras que yo solamente fui capaz de alzar mi mano y señalar una revista que colgaba en un kiosco de la esquina. Vale, tenía buena vista, no era mi culpa.

Caminé decidido y molesto hasta el pequeño local, mientras que mi madre acompañada de Yoongi me seguía el paso. Me detuve frente a la revista que hacía un rato había notado y la saqué de un tirón, leyendo lo que decía la portada.

"El roba-novios". ¿Qué mierda significaba esa frase junto a una imagen mía en la portada? Abrí la revista molesto sacándole el plástico innecesario que la cubría, y busqué la página donde debería salir la muy "correcta" información de que era un roba-novios.

Leía el artículo, sin poder creerme lo que decían de mí, lo que decían de Jackson, y aún sin poder asimilar las imágenes que salían a los costados. En resumidas cuentas, la historia era simple:

Jackson Wang: un actor famoso, novio de un cantante no muy reconocido y una persona al parecer agradable... Conocía a un modelo profesional, o sea yo, en una fiesta.

¡Claro que eso último era en parte cierto! Era actuación, debía lucir como si nos hubiéramos conocido en aquella fiesta, lo que no me esperaba era que se suponía que él y su novio no terminaban aún.

Lo que seguía de la supuesta historia, era que luego de nuestra entrevista de prensa, la cual lució verdaderamente falsa según los demás, el hecho de que yo me hubiera ido a Seúl, no se había tomado muy bien, no como si yo me hubiera ido a desfilar en una pasarela, sino como si me hubiera peleado con Jackson y al no saber enfrentar las consecuencias hubiera huido.

¡Esa jodida revista de cuarta se atrevía a chismosear que era una total perra, en realidad! Jamás había pasado aquello, pero al parecer a los imbéciles no les interesaba la verdad, sino los buenos dramas que se podían inventar con la vida de la gente.

Sacudí mi cabeza molesto y continué leyendo la otra página de la revista, la cual decía que además de ser un "roba-novios" era un chico que no sabía decidirse por un hombre. ¿Por qué? Sencillo. La imagen que había a un lado era de la noche anterior, yo abrazado de Taehyung. ¡Jodidos mentirosos! ¡Ni siquiera entendía cómo eran capaces de hacer que los putos chismes volarán tan rápido! Era famoso, sí, y toda la mierda que quisieran. Pero yo no era el más famoso del mundo, joder, no había por qué seguirme a todas partes.

Fruncí el ceño levemente y ví el nombre de la revista. Ahora tenía sentido, eran chismes, entrevistas y secretos de modelos, era comprensible, supongo.

Bufé lanzando la revista a una caja de cartón vacía que había amontonada al lado del kiosco y me volteé para ver a mi madre, que me miraba pidiéndome una explicación.

—Creen que sigo de novio con Jackson y que soy un maldito roba-novios— me limité a responder, rodando los ojos—. Odio a esa revista y a su creador— dije molesto, haciéndome paso entre mi madre y Yoongi para empezar a caminar hacia el auto, donde Mino nos esperaba de pie a un lado.

—Hola, ¿qué ocurre?— preguntó cuando llegué a su lado, seguramente notando mi rostro oscurecido.

—Creen que sigo de novio con Jackson. Pensé que ibas a encargarte de que todos supieran que había terminado— le dije mirándolo con el entrecejo fruncido.

—No podía lanzarse la noticia así, Jungkook. Luego de la entrevista no— explicó como respuesta a mi enojo.

—¿O sea que por tú culpa soy más perra que nunca?— dije alzando amabas cejas—. Gracias— dije irónico, subiendo al auto y fijando mi mirada en el paisaje que me daba a ver la ventana.

—Está molesto— escuché murmurar a mi madre—. Esa revista decía muchas cosas malas de él.

—Se tendrá que acostumbrar si quiere llegar a la cima— le respondió la dura voz de Mino. Mi madre se quedó callada y pude sentir cómo se subía al auto en el asiento del copiloto cerrando la puerta de un portazo.

Malditos chismes, maldita realidad. No importa lo que hiciera, si intentaba ser más famoso, recibiría más insultos. Si intentaba pasar desapercibido en el tema de farándula, no sería famoso. Había que aceptarlo, en el desfile en el cual me presentaría en Seúl, no solamente habrían personas que se interesaran en la moda... Habrían personas que me insultarían y me mandarían a la mierda en sus propias cabezas mientras pasaba por la pasarela.

—Llegamos— me avisó Yoongi, dándome un leve codazo para sacarme de mi trance.

—Vale— mascullé de mala gana, bajándome del automóvil y caminando hasta el lobby del hotel.

Presioné el botón del ascensor y me crucé de brazos a esperar que llegara al piso. Detestaba esperar el lento ascensor, pero más odiaba tener que subir las escaleras cinco eternos pisos.

Los números que habían en la parte superior se redujeron a "1" y se abrieron las puertas del ascensor segundos luego. Di un paso hacia adelante, entrando al igual que Yoongi, Mino y mi madre lo hicieron luego.

Mino y mi madre se bajaron en su respectivo piso, y Yoongi y yo hicimos lo mismo en el nuestro. Me dirigí a mi cuarto, abrí la puerta con la llave y me encerré de inmediato. Aquella habitación se comenzaba a convertir en mi refugio de Seúl.

Me cambié la ropa que llevaba puesta por un suéter beige, unos skinny jeans, unos zapatos negros, y como accesorios unos aros plateados para mis orejas y el brazalete que me había regalado Namjoon.

Salí del hotel con la mirada baja, sin muchos ánimos. Además, no estaba de buenas para ver si algún paparazzi se me acercaba o me sacaba fotos desde lejos, enserio, era lo ultimo que quería.

Alguien que se detuvo frente a mí hizo que parara mi caminata. Miré aquellos zapatos, se me hacían familiares en realidad. Suspiré cerrando los ojos y alcé la mirada para ver quién había interrumpido mi camino.

Sus ojos fueron los que me derrumbaron de inmediato.

—Jungkookie...— murmuró Namjoon posando delicadamente una mano en mi mejilla, limpiando una lágrima rebelde, y viéndome preocupado a los ojos—. ¿Qué ocurre?

Negué con la cabeza, dejando que las lágrimas se apoderaran de mis ojos y mis mejillas, permitiéndome a mí mismo lo que me había prohibido hacer durante todo aquel tiempo. Llorar me hacía débil, yo no quería serlo.

—No llores— susurró rodeándome con sus brazos mientras aún dejaba que las lágrimas me consumieran.

—No soy una puta— fue lo único que fui capaz de decir, mientras no me atrevía a corresponder el abrazo y seguía sollozando en su hombro.

—¿Quién ha dicho eso?— me preguntó alejándose de mí y viéndome fijamente a los ojos.

—Revistas— respondí sencillamente.

—No creas esas cosas, ellos no saben lo que dicen, ni si quiera te conocen— dijo él, despejando los cabellos que caían sobre mi rostro—. Yo sí te conozco y estoy más que seguro que eres todo lo contrario, eres un chico increíble, dulce y que con su sonrisa te puede alegrar el día.

—Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor— dije con la voz un poco quebrada aún y separándome del abrazo para empezar a limpiar mis lágrimas—. Todavía debes invitarme el almuerzo y presentarme a tu novio— agregué ya más tranquilo y con una pequeña sonrisa.

—¿No es un poco temprano para almorzar?— pregunto revisando su reloj.

—Entonces vamos al supermercado— dije encogiéndome de hombros—. Quiero galletas. Ayudan a las penas.

—Ayudan a que te obsesiones más con ellas y se te suba el azúcar— rió él pasando su brazo por encima de mis hombros, empezando a caminar y yo siguiéndole el paso a su lado.

—Pero, ¿compraremos galletas, no?— pregunté frunciendo el ceño y haciendo un leve puchero, recibiendo por respuesta un "Sí, sí, te llevaré con tus parientes".

Duré unos segundos en entender la referencia, pero lo logré.

Llegamos al supermercado después de caminar unas cuantas cuadras. Seguía abierto y afuera anunciaban que cerrarían temprano, seguramente por las fiestas. Namjoon se fue por un pasillo, buscando según él un paquete de unos cereales que había visto en un comercial y lucían buenos. Yo me fui por mi parte, recorriendo los pasillos en busca de mis preciadas bastardas y deliciosas galletas.

En el pasillo que las hallé me detuve de inmediato, pero además de encontrar las galletas..., lo encontré a él.

Llevaba una boina negra cubriendo su cabellos color menta y una chaqueta negra por encima de una camisa blanca, sus pantalones del mismo color de la chaqueta y unos zapatos sencillos.

Me quedé estático viéndolo, sin mover un solo músculo y limitándome a mirarle de lejos en silencio. Encontrármelo de nuevo a pesar de que pensaba que sería más fácil, no lo estaba siendo.

Alzó la mirada y la conectó con la mía, haciendo que yo mismo me asustara de lo que podía pasar luego.

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