#37: Actuemos por instintos
—¿Qué quería?— preguntó Hoseok cuando acabe de hablar con Jimin por teléfono.
Hice una mueca de asco.
—Quería "hablar sobre nuestro romántico beso a la salida de la escuela"— dije imitando su chillona voz.
Hose9 rió.
—Óyeme pero suenas igual que él, tienes el don hermano— se rió él, a lo que yo me encogí de hombros fingiendo vanidad y me senté a su lado nuevamente en el sillón.
Jimin era, por decirlo así, un viejo amigo. Nos hicimos amigos en el jardín de niños y desde entonces fuimos inseparables. Luego, la estúpida historia de que por haber faltado al "más importante partido" para él, ya no volveríamos a ser amigos nunca más.
Ese chico tenía un serio problema con eso del deporte, aún más con el fútbol. No poder ir a verlo un fin de semana y él armó el más grande desastre conocido jamás. Me gritó, me insultó... se enfadó conmigo por una bobería yo al ser tan despreocupado, no me preocupé por recuperarlo como amigo.
Ahí entro Hoseok a la historia. Se volvió mi mejor amigo, le mencioné lo de Jimin, etcétera. Todo esto pasó a mis diez años de robar aire, digo, de vida.
Después de eso todo era normal. Yo ignoraba a Jimin en la escuela, él a mí, todo bien. Hasta ese día en que nos "besamos románticamente" a la salida de la escuela, en el cual por alguna extraña razón que todavía desconocía se pasó pegado a mí peor que una sanguijuela durante todo el día.
La verdad fue irritante.
A la salida de la escuela me acerqué a él para darle un beso en la mejilla y él muy estúpido me plantó uno en la boca. ¡En la boca, joder! Tenía sus gérmenes, que asqueroso, jamás había pensado que me diera tanto asco besar a un chico.
Luego le dije que no lo volviera a hacer en un susurro y me alejé de él como si nada hubiera pasado, suponiendo que él no me volvería a hablar nunca más y yo no a él.
Fin de la historia de Jimin y Tae. De todas formas no era la gran cosa.
—Entonces, ¿lo besaste?— preguntó Hoseok arqueando una ceja—. La decepción, la traición hermano.
—¿¡Qué!?— dije horrorizado—. No, jamás. Él me besó a mí y yo me alejé de inmediato, que es totalmente diferente— argumenté. Hoseok se encogió de hombros y yo reí negando con la cabeza, a veces que fuera tan despreocupado me causaba risa.
—Como sea— dijo él y vió la hora en su reloj de muñeca—. Debo irme, bro, nos vemos mañana en la escuela— dijo despidiéndose de mi con un calbazo.
—Adiós, te me bañas— le dije mientras veía como él sonreía rodaba los ojos—. ¡Ve con Dios!
Hoseok salió, dejándome solo en la sala de estar. Y claro, con el nerd el cual seguía encerrado en su habitación como si fuera campo de batalla.
Suspiré rascando mi nuca. Quizás debía hablar con él, tal vez todo lo qué pasó fue un malentendido y con una simple charla podríamos arreglarnos y volver a lo de antes sin problema.
O tal vez no debería hablar con él, pensé.
Mil veces más fuerte.
Finalmente me levanté del sillón, guarde las llaves de la casa en mi bolsillo, cogí una chaqueta del colgador de la entrada y salí de la casa dejando al nerd solo.
Necesitaba alejarme de él y olvidarme, aunque fuera un rato.
Necesitaba un trago.
JUNGKOOK'S POV:
Una hora de observar el cielo de mi cuarto, una hora de estar recostado perezosamente en mi cuarto, una hora gastando mis neuronas pensando en Taehyung.
Desde que había llegado de la escuela estaba igual, y no faltaba decir que era algo inevitable. Hiciera lo que hiciera para distraerme de todo el tema de Taehyung y la apuesta, nunca lo lograba. Lo único que hacía mi cabeza era recordar a Taehyung una y otra y otra vez. Era algo verdaderamente frustrante.
Tanto tiempo había pasado odiando a Taehyung, detestándolo, repeliéndolo, alejándome de él. Y de repente debo vivir con él y él cambia todos mis planes, todos mis esquemas, haciendo que me enamorara, enamorándome de él, del simio. Todo lo que pasé fue para nada, porque regresamos al inicio.
Él, chico popular, pitó alegre, que nunca se interesaría en un nerd. Y yo, un chico tímido que ni siquiera era capaz de hablar sin titubear. Esa era la verdadera historia. La verdad viéndolo desde ese punto d vista el hecho de que todo lo que habíamos pasado, había sido una simple apuesta, tenía mucho sentido, demasiado en mi opinión.
Suspiré. Odiaba admitirlo, pero era cierto, él nunca llegaría a querer y menos a un chico como yo. Taehyung era un chico que vivía sin sentimientos o preocupaciones, lo único que le importaba y quería era a su auto, es decir, le puso Beyoncé, ¡Beyoncé! ¿Que debía hacer? ¿Transformarme en un auto a ver si me quería un poco? Qué ridiculez.
Me levanté de mi cama y me dirigí a mi baño. Debía lavarme el rostro para espabilarme un poco, andaba bastante aturdido por el sueño. Abrí la llave del grifo y el agua empezó a correr sobre mis manos. Luego de lavar mis manos, lavé mi cara.
Sí, creo que eso había ayudado un poco. Estaba mejor, aunque seguía estando triste y enojado por lo de Taehyung. Él siempre ocuparía mi mente, al menos hasta que pasaran siglos, en ese caso ya lo olvidaría... creo.
Salí del baño y ví que por debajo de mi cama se asomaba una pequeña patita de gato y me agaché para ver a Garfield.
—Hola, Garfield— le dije cariñosamente.
El pequeño y tierno gato me observó con sus tiernos y adorables ojos para luego salir de su escondite y dejarse caer en mis brazos ronroneando. Lo acaricié suavemente y ví cómo lentamente caía dormido.
No sabía cómo, pero tan sólo ver a Garfield me hacía sentir curiosamente mejor. Aquel gato hacía que olvidara mis problemas, era eso lo que más adoraba de Garfield. Sin embargo, detestaba el hecho de que me recordara a Taehyung.
Dejé a Garfield durmiendo sobre mi cama, me senté a su lado y me quedé pensativo mirando la ventana del cuarto. Me hallaba en un segundo piso, por lo que no se veían más que nubes y los techos de las casas vecinas, nada muy interesante.
Llevé una de mis manos hacia mi cabeza y desordené mi cabello. Quería ir a hablar con Taehyung. Sí, quería ir y hablar con el chico que rompió mi corazón, estúpido, pero cien por ciento real no fake.
Haber pasado una hora sin hacer nada más que pensar había provocado que terminara en este punto: querer charlar y arreglar todo con Taehyung.
Era cierto, no tenía demasiada lógica intentar hablar con él, ¿por qué luego de haberme besado por primera vez, había seguido comportándose dulce conmigo? ¿Por qué? Sinceramente no lo comprendía. Además que seguía teniendo la duda de cuál había sido la apuesta y qué ganaba con ello.
Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. Iría a hablar con él, ya no lo pensaría más, ya que... si lo pensaba de nuevo, me arrepentiría de inmediato. Giré el pomo de la puerta, la abrí y empecé a caminar hacia las escaleras.
Empecé a bajar y por cada escalón que bajaba sentía más y más nervios, más presión hundiendo mi pecho. Empezaba a sentir miedo, pero ya no había vuelta a atrás, hablaría con Taehyung pasara lo que pasara, era ahora o nunca.
Al llegar a la sala de estar me di cuenta de que no estaba. El silencio que se apoderaba del lugar era sepulcral, mis pasos ya se habían detenido por lo que yo no hacía ruido, Garfield estaba durmiendo arriba, y Taehyung no estaba.
Un nudo se formó en mi garganta. No estaba, Taehyung no estaba en casa, ni si quiera estaba su chaqueta.
Me dejé caer lentamente y me senté en el suelo poniendo mis piernas en pose de indio. Mis codos se apoyaron en mis rodillas y mis mejillas en las palmas de mis manos.
Esto estaba mal, yo estaba mal. Quería hablar con él y me daba cuenta de que no estaba, no era muy alentador que digamos.
El teléfono de la casa sonó, retumbando el sonido en mis oídos, pero no presté atención, no podía, estaba muy ahogado en mis pensamientos y lamentaciones como para hacerlo.
—"Hola, te comunicaste con la casa Kim. En este momento no podemos atenderte. Deja tu mensaje después del tono"— La voz de Suni era la contestadora.
Sonreí inconscientemente al oír eso. La voz de Suni me recordó a mi madre de inmediato, cuanto la necesitaba en ese mismísimo momento.
El típico sonido irritante para dejar el mensaje se escuchó un segundo después y alcé la vista para prestarle mi atención a quien estaría dejando el mensaje de voz.
—¿Taehyung? Hola, soy Jimin— dijo la voz al otro lado de la línea.
Mis ojos se abrieron hasta más no poder. ¿Qué? ¿Jimin?
—De verdad necesito hablar contigo, no me gusta dejar mensajes de voz así que... ¿me llamas luego?— continuó la voz de Jimin.
Me levanté del suelo aún un tanto paralizado por todo esto y me dirigí a la mesita donde descansaba el teléfono. Me paré frente a frente con la mesa y me quedé viendo el aparato de brazos cruzados.
—Bueno, eso era, guapo. ¡Un beso! Nos vemos en la escuela— y luego de su chillona despedida, Jimin colgó del otro lado, haciendo que otro pitido se escuchara dando a entender que el mensaje había quedado grabado.
Me quedé observando el teléfono y... respirar, era lo único que lograba hacer. Mis ojos estaban secos porque no pestañeaba.
Hasta que escuché un ruido por la puerta de entrada. Dí un respingo como reacción y me dirigí a la cocina corriendo, desesperado. Se escuchó como la puerta se abría y los pasos avanzaban, parecía ser más de una persona y unas leves risas se escuchaban en la sala de estar.
Tragué saliva y me senté en el suelo tras las mesa de la cocina. Tenía miedo, sí, parecía un bebé asustado, pero sí era Taehyung no quería verlo, menos al escuchar una risa femenina en la sala de estar.
Y estaba completamente tranquilo en mi escondite, cuando de un segundo a otro la puerta de la cocina se abre. Por favor, que no sea cierto.
Entro en pánico de inmediato, pero no me muevo de mi lugar y sigo sentado hecho un ovillo en el piso, mirando espantado el suelo, esperando que las zapatillas de Taehyung se planten frente a mi cara.
Pero me sorprende ver tacones de aguja negros.
Levanto la mirada ya no tan tembloroso y me fijo en que mi madre me mira frunciendo el ceño.
—¿Kukito?— pregunta todavía mirándome extrañada.
Me levanto lentamente, sorprendido, al ver a mi madre ahí, parada frente a mí.
—Mamá...— susurro inaudible y me lanzo a sus brazos, dándole un abrazo largo y apretado.
Ella rió dulcemente.
—Kukito, se nota que me extrañaste— dijo respondiendo el abrazo—. Yo también lo hice pequeño.
—No tienes idea de cuanta falta me hacías— murmuré en su oído, hundiéndome más nuestro abrazo de madre e hijo.
—Pero ya estoy aquí. Y...— dijo separándome de ella, posando sus manos en mis hombros y mirándome con alegría en los ojos—, ¡Ahora tenemos casa!— exclamó sonriente.
Me quedé en Jungshook. ¿U... una casa?
—¿Q-qué?— fue lo único que logré articular.
—Tenemos casa, lindo— dijo sonriente y con los ojos un tanto llorosos por la emoción—. Tenemos nuestros muebles, nuestro espacio, nuestro jardín... todo, Kukito.
—No puede ser verdad— dije dirigiendo mis manos a mi boca, asombrado y alegre.
Siempre había soñado con esto, desde que vivía en el apartamento junto a mi madre y había comprendido que nuestro presupuesto no era el mejor. Anhelaba un hogar, un lugar donde tuviera mis propias cosas, todo.
Unas pequeñas lágrimas de alegría salieron de mis ojos debido a la noticia.
—Te amo, mamá— dije abrazándola nuevamente.
—Y yo a ti, Jungkookie— dijo correspondiendo el gesto.
Era como un sueño, simplemente increíble, una casa para nosotros dos, para comenzar de nuevo.
—¿Dónde es?— pregunté impaciente.
—De eso te quería hablar— dijo haciendo una mueca, provocando que mi sonrisa se borrara de mi rostro inmediatamente—. Debemos hablar en otro lugar, vamos a tu habitación.
Yo asentí no muy convencido, salimos de la cocina y subimos a las escaleras hasta llegar a mi cuarto.
<...>
—¿¡Nueva York!?— exclamé incontrolablemente levantándome de la cama.
Mi madre asintió cabizbaja y se peinó un mechón de cabello tras su oreja.
—Lo lamento, querido, no quería que reaccionaras así— se lamentó mi madre—. Tenía la idea de que podríamos quedarnos aquí hasta que te gradúes y ahí nos podemos ir a Nueva York. ¿Qué dices?— me sonrió.
Suspiré mientras pasaba mis manos por mi cabello.
No quería quedarme en aquella casa hasta graduarme, detestaba a Taehyung, no podría verlo a la cara de nuevo, menos luego de escuchar el mensaje de voz de Jimin. Él lo había llamado, eso ya era demasiado para mí, no quería imaginar cómo estaría al escuchar una conversación entre ellos dos.
Negué con la cabeza.
—No— dije mirando a mi madre a los ojos—. Quiero irme ya. ¿Se puede?— pregunté esperanzado.
Ella me miró atónita, como si no esperara que dijese eso.
—¿Cómo?— preguntó.
—Que no quiero quedarme en esta casa, me da igual si no me gradúo— dije, lanzando todo por la borda.
Joder, que estaba negándome a la graduación, era demasiado rápido, algo muy importante, pero... no podía, no lo soportaba, estaba actuando, hablando y guiándome por mis impulsos, pero prefería lamentarme por todo esto a que estar torturándome por seguir en la misma casa del chico que apostó conmigo.
—E-está bien, sí se puede... em... ¿prefieres terminar el año o...?— empezó a decir mi madre, pero no la dejé acabar.
—Me encantaría irme mañana— mencioné, cruzándome de brazos.
Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación. Era comprensible, mi madre se había ido de casa mirándome como su niñito, cómo el chico que pensaba más de dos veces antes de actuar o decir algo. Ahora ya no, ahora sólo estaba haciendo todo lo posible para estar alejado de Taehyung.
Mi madre se levantó de mi cama, me lanzó una mirada que no pude comprender y caminó hasta la puerta.
—Duerme— demandó seria—. Tú no eres el chico que acabo de ver, Jungkook— y dicho esto de su parte giró el pomo de la puerta.
Tragué saliva.
—No soportó seguir aquí— dije jugando con los dedos de mis manos—. Tuve problemas con Taehyung y yo... esperaba que me comprendieras y...
—Hasta luego— me cortó ella y se fue, dejándome solo en mi cuarto.
La puerta se cerró de un portazo y yo lo único que fui capaz de hacer fue sentarme y mirar al vacío.
Sí, supongo que mi cambio estaba siendo radical, pero quería irme, quería alejarme, ya no soportaba todo esto, era irritante, lo único que quería era irme y olvidar todo lo que tuviera fin Taehyung.
Di unas vueltas sin sentido por mi habitación hasta que se hizo tarde y el reloj ya marcaba las nueve de la noche. Había pasado bastante tiempo y no había estudiado nada en todo el día. Suspiré.
Me acosté a dormir y apagué las luces, lamentándome.
Odiaba mi vida, no me pasaba nada bueno últimamente.
La puerta de mi cuarto se abrió, entrando por ella luz.
—¿Mamá?— cuestioné al verla parada frente a mí. Me puse mis lentes y ello me aseguró que era ella.
—Mañana hay un viaje a Nueva York, parte a las siete de la mañana— me dijo, provocando que una sonrisa se posara en mi rostro.
—¿Por qué cambiaste de opinión?— pregunté confundido.
Ella suspiró.
—No te había creído aquello de Taehyung, pensaba que seguían peleados por la misma estupidez de siempre de que sus personalidades no congenian y por eso no querías saber más de él pero...— su voz se desvaneció yo arqueé una ceja.
—¿Pero qué?— pregunté.
—Taehyung llegó a la casa— dijo ella.
Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.
—Está borracho— explicó, haciendo que mis ojos se abrieran como dos grandes platos.
—¿¡Qué!?— exclamé atónito.
—Y pregunta por ti...— continuó ella, pero no la dejé terminar, de lo único que fui capaz fue de levantarme de la cama y correr hasta la sala de estar, preocupado.
Al llegar al primer piso noté a Taehyung, que descansaba en el sillón pero se mantenía despierto y consiente, o bueno, casi completamente consiente. Me acerqué a él y me planté frente a él cruzándome de brazos.
—Hola, Taehyung— dije frío, dándome cuenta a último minuto que no podía lucir preocupado por él, porque...
Porque parecía que seguía enamorado de él.
Cosa que era verdad, pero no quería admitir.
—¡Jungkookie!— exclamó, sentándose en el sillón y lanzándose a mis brazos, pero fallidamente, ya que cayó al suelo, abrazando mis pies.
Bufé.
—Taehyung, levántate— exigí, poniendo mis manos en mis caderas.
—No quiero— se quejó, sin dejar mis piernas, para luego empezar a sobar su mejilla contra mi rodilla.
—Taehyung. Ya basta, calla...— dije volcando los ojos, pero siendo interrumpido por sus palabras, unas palabras que le dejaron literalmente paralizado.
—Te amo— murmuró, alzando la mirada para verme a los ojos desde el suelo.
Mi respiración se cortó por unos instantes. Un silencio total nos rodeó y sólo se escuchaban los acelerados latidos de mi corazón. Mi madre debía de seguir arriba, mientras que los señores Kim también. Taehyung y yo éramos los únicos en la sala.
Y no podía permitirme caer en esos momentos.
—Estás borracho— le recordé, sacudiendo mi cabeza para sacar esas ti tan palabras de mi mente, intentado convencerme más a mí que a él.
—No me dejes... lo lamento— dijo acurrucándose en mis pies.
Tragué saliva sonoramente y empuñé mis manos, clavando mis uñas en mis propias palmas. Lo sabía, o al menos los presentía, esa disculpa era por lo de la apuesta, estaba seguro.
Yo era una apuesta... eso me rompía el corazón.
—Calla...— le supliqué, alejándome de él y dirigiéndome a las escaleras sin ver atrás.
Te amo. Su hermosa mirada, su voz ronca pero suave, su tacto...
No podía hacer,e esto, no justo hoy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top