#35: El perdedor del juego
Las manecillas del reloj al movimiento era lo único que se escuchaba en toda la sala. Yo observaba cómo se iban moviendo para evitar la fija mirada de Jimin sobre mí. Este momento de verdad que era incómodo y silencioso.
Estábamos en su departamento. La caminata hasta su edificio había sido igual de silenciosa como la subida en ascensor. Sinceramente me incomodaba que ninguno de los dos dijera algo.
Sólo había sido un juego de fútbol, ¿y Jimin hacía tanto teatro por eso? No le hallaba sentido.
El silencio sepulcral se rompió al momento en que él abrió su boca, para decir la frase más desconcertadora de la vida, algo que de verdad me tomó por sorpresa.
—Así que... vives con Kim Taehyung— dijo él.
Me congelé ante sus palabras, de lo único que fui capaz fue de tragar saliva sonoramente.
—¿Cómo lo sabes?— le pregunté un tanto confundido.
Él bufó.
—No te interesa; de todas formas la escuela entera lo sabe—dijo incorporándose—. ¿Por qué no me lo dijiste?
—No pensé que te interesara— respondí yo murmurando.
Él volcó los ojos. Se notaba lo molesto que estaba, al parecer lo que le dijera a él no le iba a agradar mucho.
—Bueno, da igual supongo. ¿Me explicarás por qué faltaste a mi partido?— dijo fríamente, haciendo que sintiera un escalofrío recorrer mi espalda.
Asentí con la cabeza intentando no tener nervios. Me crucé de piernas en mi asiento, el cual estaba frente al de él, y suspiré.
—Es una larga historia, para que sepas— le expliqué primero.
Él sonrió falsamente; se podía notar a kilómetros el odio que cargaba esa mirada y esa sonrisa.
—Tenemos tiempo de sobra, Jeon— respondió él, haciendo escuchar mi apellido como el mismísimo pecado.
Tragué saliva. Este día definitivamente no iba exactamente cómo yo me lo esperaba.
<...>
Él miraba sin expresión alguna en el rostro, dejándome con los nervios por los cielos. Su frialdad hacía que me sintiera terrible, pero no podía hacer nada al respecto, sólo esperar la respuesta de Jimin.
Le había explicado absolutamente todo, había demorado casi una hora en decirle todo. El hecho de que apenas llevaba una semana con Kim Taehyung, había sido demasiada historia para contar.
Él suspiró.
—¿Entonces te enamoraste de él en menos de una semana?— dijo burlonamente él.
Me dió miedo responder, por lo que sólo asentí. Jimin soltó una carcajada llena de odio e ironía.
—¡Es una estupidez!— dijo él con una sonrisa—. Es imposible enamorarse en menos de una semana del chico que te hizo la vida imposible durante años, Jungkook.
Tragué saliva.
—Q-quizás ten-tengas razón, pe-pero...— empecé a hablar, sin embargo, sin saber qué decir.
—Pero nada— interrumpió él—. No te confundas, Jungkook. Él no te quiere y tú no lo quieres— dijo él, sonriéndome triunfador.
¿Triunfador? No tenía idea de porqué aquella expresión.
—Pero... él dijo que...— empecé a decir confundido.
Él frunció el ceño, eliminando aquella sonrisa para demostrar lo que de verdad sentía.
—Ya basta— me cortó ahora enfadado completamente—. ¡Él no te quiere, Jungkook! Punto final. ¡No puedes creerle eso a ese chico, él siempre miente! ¡Siempre! ¡Kim Taehyung no es de fiar y nunca lo será!— exclamó con coraje.
Se levantó de su asiento y caminó a la cocina a zancadas.
¿Pero qué demonios?
De repente escuché sollozos a lo lejos. Eran de Jimin. Me levanté de mi asiento y me dirigí a la cocina igualmente, al llegar ví a Jimin encuclillado en el suelo, llorando desconsoladamente.
Me arrodillé a su lado y empecé a hacer círculos en su espalda.
—¿Qué pasa, Jimin?— pregunté dulcemente, no queriendo pelear más.
Él detuvo su llanto por unos segundos y alzó la mirada, viéndome directamente a los ojos.
—No quiero...— empezó a decir—. No quiero que te hagan daño, Jungkook, eres una persona muy importante para mí, mi primer verdadero amigo— sollozó—. Te perdono por haber faltado a mi partido, pero por favor, te lo suplico, no caigas en las redes de Kim Taehyung.
Sus palabras tocaron lo más profundo de mi ser y a la vez provocaron un dolor inexplicable. ¿Quería que me alejara de Taehyung? Me asustaba saber sus razones por lo que no me atreví a preguntar pero...
No entendía ni una mierda.
—Jungkook— la voz de Jimin me hizo volver a la realidad—. Él no te quiere, yo lo sé.
Me quedé helado, con la mirada fija en la suya. ¿Taehyung no me quería? Me estaba arriesgando al creerle a Jimin, pero me estaba arriesgando aún más al creerle a Taehyung.
¿Qué demonios debía hacer?
—Jungkookie, por favor...— suplicó Jimin levantándose y dándome un abrazo, el cual correspondí dudoso.
¿Debía confiar en él? Sí, ¿cierto? Era mi amigo, los amigos van primero, él siempre buscaría lo mejor para mí.
La última vez que tuve amigos, ellos me dieron la espalda también, pero más miedo me daba perderle.
Por lo que le creí. Creí en sus palabras, en todo. Creí y confié en él, arriesgándome.
—Tienes razón, Jimin— dije aún abrazándolo—. Hablaré con Taehyung.
Él se separó de mí y me vió al rostro, sonriendo débilmente, aún con rastro de que había llorado.
—Será lo mejor, confía en mí— murmuró él, haciéndome sentir repentinamente mejor.
Sonreí forzadamente.
—Gracias— dije para luego volver a abrazarlo.
Quizás me daría la espalda luego, quizás me arrepentiría de haberle creído, pero no lo sabía, lo único que sabía, era que es el mejor amigo del mundo por querer protegerme.
Y no lo perdería, no ahora, no mañana.
Pero sí pronto, el hecho de que en ese momento momento no lo sabía, era un pequeño detalle.
<...>
El timbre del apartamento de Jimin retumbó por la sala de estar. Sonrió antes de levantarse del sillón e ir a abrir la puerta.
Seguía en su departamento. Luego de nuestra extraña "reconciliación" decidimos pasar el rato juntos, empezamos viendo una película. Pedimos una pizza, y probablemente a este paso me quedaría a dormir también.
—¡Llegó la pizza!— exclamó alegremente dejando una caja de pizza familiar sobre la mesa.
Abrí la caja y saqué un pedazo descaradamente. Tenía hambre, yo diría ansiedad. Ahogar mis inquietudes en galletas siempre me servía, pero no habían galletas y en lo único que podía pensar era en comer pizza.
Estúpido, ¿verdad?
—Relaja la raja, déjale un poco de comida a tu amigo también— bromeó cogiendo un pedazo de pizza también.
Reí ligeramente y seguí devorando.
Minutos después la pizza había acabado y nuestros estómagos estaban completamente satisfechos. Hasta el mío, al fin la ansiedad se había ido.
—¿Te quedaras a dormir?— preguntó sonriente Jimin.
Hice una mueca, no muy convencido. Nunca me había quedado a una pijamada precisamente, no era lo mío.
—No estoy muy seguro— murmuré.
—Oh, vamos, será divertido— me dijo él picando mi brazo con su dedo índice.
Me encogí de hombros, asintiendo finalmente. Ya qué, daba igual, no podía ser tan malo de todas formas, siempre había una primera vez para las cosas, en este caso la pijamada.
Cuando ya eran las diez de la noche nos fuimos a dormir. Su departamento tenía una habitación de invitados, por lo que yo dormí en esa y Jimin es su respectivo cuarto.
La pieza no estaba nada mal. Las paredes de color crema, la cama se veía suave y la alfombra era colorida y esponjosa. Me saqué los zapatos y volteé a ver la ropa de dormir que había dejado Jimin para mí.
No sabía por qué, pero ésta no era exactamente la sensación que esperaba al quedarme a una pijamada con un amigo por primera vez.
Me cambié la ropa que llevaba puesta por el pijama celeste que había sobre la cama y me dispuse a dormir. Las luces apagadas, el cobertor cubriéndome de pies a cabeza, y por último el silencio sepulcral necesario para poder dormir.
Hasta que me di cuenta de que encima de la cómoda había un marco de fotografía puesta boca abajo. Mi curiosidad siempre terminaba ganando, y en este caso quería averiguar más sobre Jimin, por lo que se me hizo imposible no querer ver la fotografía.
M levanté de la cama a oscuras y ví la imagen con ayuda de la luz de la luna. Un chico de baja estatura con cara de ángel y un chico con una hermosa sonrisa. Años niños pequeños, aproximadamente de cinco años.
Fruncí el ceño. ¿Acaso él era Jimin...? Mis pensamientos no pudieron llegar más lejos, ya que el ruido de una puerta abriéndose en la habitación continua me hizo reaccionar.
Dejé la fotografía en el lugar donde la encontré y en la misma posición para luego recostarme en mi cama.
Intenté mantenerme despierto por un tiempo más, pero mis ojos se cerraron sin aviso alguno y me quedé profundamente dormido.
<...>
—Jungkook... Jungkookie...— decía una dulce y suave vocecita a mi lado.
Abrí los ojos y me encontré con el rostro de mi querido amigo.
—Buenos días, Jimin. ¿Qué hora es?— pregunté levantándome de la cama y dejando al descubierto mi cuerpo con pijama.
—Son las seis y cuarto— respondió—. Deberías volver a casa de Kim para cambiarte de ropa e ir al colegio.
Asentí mientras rascando mi nuca me dirigía al baño para lavarme el rostro. Sin embargo, a la mitad del camino Jimin volvió a hablar.
—O te puedo prestar ropa— dijo sonriente como siempre.
Volteé y lo miré a los ojos. No era tan mala idea de hecho, tenía materiales escolares de repuesto en mi casillero en la escuela, por lo que simplemente acepté en un pequeño murmuro. Él me fue a buscar ropa mientras yo me dedicaba a darme una corta ducha. Cuando ya estaba duchado, me vestí con la ropa que Jimin me había entregado.
—¿Y cómo quedaste?— preguntó desde afuera del baño donde yo me había encerrado a vestirme.
—Bueno, la verdad me gusta— sonreí al verme al espejo.
Salí del baño y di una vuelta para que Jimin pudiera verme. Él sonrió orgulloso.
—¡Te quedó hermoso!— exclamó alegremente—. ¿Sabes? Tómalo cómo un regalo.
Sonreí abiertamente.
—¡Gracias!— exclamé dándole un fuerte abrazo.
Unos últimos arreglos por parte de Jimin, desayunamos y bajamos por el ascensor para después dirigirnos a la escuela.
—¿Qué le dirás a Taehyung?— me preguntó Jimin repasando qué le diría aquella mañana.
—Le explicaré que es imposible enamorarse en menos de una semana y que todo fue una equivocación— respondí automáticamente, cómo si fuera la respuesta de un robot.
ChimChim sonrió.
—Así me gusta, Jungkookie— dijo él apretando una de mis mejillas.
Llegamos a la escuela y bajamos de su auto.
—Buena suerte con Kim— me susurró al oído antes de irse solo por los pasillos dejándome en el patio delantero.
Volteé y efectivamente Taehyung estaba en la entrada del recinto. Tomé aire cómo si hacer ello me diera más fuerzas y caminé decidido hasta Kim. Estaba charlando con unos amigos, pero por lo que parecía la conversación había acabado.
"Es ahora o te arrepentirás, Jungkook", me dije a mí mismo.
Toqué el hombro de Tae llamando su atención. Volteó con una sonrisa y al notar que era yo se desvaneció.
Y no voy a mentir, no es la reacción que esperaba, y no esperé que doliera tanto.
—Hola, nerd— dijo cortante, con un tono un tanto burlón al decir la última palabra.
Arqueé una ceja extrañado por su comportamiento.
—Hola, Taehyung— dije mirándolo a los ojos, sus encantadores ojos.
"No te desvíes" me recordé.
—Em... Taehyung, debo hablar contigo.
—¿De qué?— dijo con asco.
Tragué saliva. ¿Por qué me trataba así?
—Bueno... es sobre lo que pasó el viernes y el sábado...— empecé a explicar. Ordené mi cabello un poco nervioso, no podía decir esto.
—Ugh, ¿es eso? No te preocupes, ya tengo lo que quería— dijo encogiéndose de hombros y sonriéndome con aquella sonrisa que tanto odiaba.
Y odiaba esa sonrisa, porque era la misma con la que siempre me había visto los años anteriores: una sonrisa de indiferencia, odio y un curioso triunfo.
—¿A qué te refieres?— pregunté sin comprender.
—Por favor, ¿estás jugando, no?— dijo. Yo lo miré con dolor reflejado en mis ojos y él soltó una carcajada—. ¡Qué idiota! ¿De verdad te creíste que me había enamorado de ti en una semana? ¡Qué estupidez!— dijo burlón.
Mi mundo se rompió en mil pedazos.
—Pues, de eso venía a hablarte...— dije murmurando, bajando mi mirada, cómo siempre lo había hecho con él.
—Jungkook, para que te quede claro— se acercó un paso a mí y me miró directamente a los ojos, intimidándome—: No te quiero, jamás lo haría. Para mí siempre serás el mismo nerd de mierda de siempre. Lo "nuestro" fue una apuesta, para que te quede claro— escupió, habiéndome sentir horrible.
—P-pero yo...
—Hasta nunca, nerd— dijo antes de irse caminando por aquel pasillo, dejándome solo en el patio delantero de la escuela.
¿Una apuesta? ¿Eso había sido? ¿Enserio? Siempre había escuchado, leído y visto sobre esto. El chico popular irresistible hace una apuesta con el fin de enamorar al más idiota nerd de la escuela, y sí lo logra, gana dinero, un auto, lo que sea.
Me sentía usado.
Estaba derrotado.
Había caído en un maldito juego.
Sabía, sin embargo, en lo más profundo de mí que él estaba jugando conmigo.
Pero no tenía opción alguna ahora, había perdido el juego, lo había perdido todo.
Todo por tonto, por creerme que él de verdad me quería, que de verdad sentía algo por mí. Pero no, porque lo que había dicho Jimin era cierto, era imposible enamorarse en menos de una semana.
Todo encajaba, y a la vez nada.
La campana que daba a entender que las clases habían empezado se escuchó por todo el establecimiento, pero yo continué ahí, parado a la mitad del patio delantero.
Una apuesta.
Y luego de que el ruido de la campana cesara, di media vuelta y regresé por donde había venido, dirigiéndome a cualquier parte donde no me topara con Taehyung. Todo menos él.
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