#23: Borrachera
Entré a la casa Kim siendo aplastado por la mayoría de la gente que bailaba y chillaba ahí. En definitiva la fiesta de Taehyung era un completo desastre, un escándalo digno de ser publicado en internet. El alcohol, los adolescentes, la música, el ruido en general era demasiado exagerado hasta para una fiesta de chicos de nuestra edad.
Me hice camino entre la gente que había en la "pista de baile", la cual antes de la fiesta conocía como sala de estar, y logré llegar con todas mis pertenencias y sin ser manoseado a la cocina.
Soy leyenda.
Intenté no prestarle atención a los desastres que provocaban los chicos de la escuela, pues estaban borrachos y eran capaces de hacer cualquier estupidez, sin embargo el rostro de Jimin no pasó desapercibido para mí.
Mi querido amigo estaba en la cocina, frente a mí, bailando solo en su lugar mientras se tomaba al seco un vaso de vodka. El rió cuando alejó el vaso de su boca. Sálvese quien pueda, estaba borracho.
—¡Jimin!— lo regañé mientras arrugaba el entrecejo y me acercaba a él bastante molesto.
—¡Jungkookie!— exclamó alegremente mientras rodeaba mi cuerpo con sus delgados brazos—. ¡Pensé que nunca vendrías!
Lo alejé de mí al instante. Qué horror, no esperaba que mi mejor y único amigo fuera tan fiestero. Lo tomé de la mano y a rastras lo llevé al baño privado de mi dormitorio.
Al entrar a mi habitación encontré a una pareja a punto de hacerlo. Sí, ahí estaba ellos comiéndose las bocas en MI cama, el centro de MI cueva, DONDE COLOCO MI LIMPIO Y VIRGINAL CUERPO PARA DORMIR.
Respiré y me di cuenta de que la historia se trataba de nada más y nada menos que de Irene, la misma chica que hacía unos pocos días se había acostado con Taehyung. Pero que pequeño es el mundo.
Jalé a Jimin para alejarnos de allí, pero escuché como susurraba "pero, ¿y el porno en vivo" , maldecí todo el alcohol que mi amigo había consumido, y me fui de mi habitación sin siquiera atreverme a echarlos de ella, pues quizás sospecharían que se trataba de mi dormitorio o algo parecido, ya luego quemaría las sabanas y la cama si se podía.
Me encaminé a la habitación de Taehyung, la cual curiosamente sí estaba vacía. Gracias Yisus-hyung. Me adentré a su cuarto con Jimin siguiéndome, mientras gritaba, cantaba y balbuceaba boberías, y me metí al baño privado de Tae.
Llené la bañera con agua fría, casi congelada cómo el mismo hielo, y luego empujé a Jimin dentro de esta, literalmente.
—¡Yah!— se quejó él y empezó a reír nuevamente en estado de euforia—. ¿Qué es esa violencia? No te puedes deshacer tan fácil de mí, hierba mala nunca muere— dijo mientras se sobaba su rodilla por el golpe contra la bañera.
—Jimin, estas borracho— le dije seriamente. Estaba realmente molesto, no me agradaba verlo en aquel estado.
—Lo sé, lo sé— dijo con las palabras atropelladas por el alcohol—. A ver, decídete, ¿me querías matar de un golpe o de hipotermia?— dijo quejándose del agua fría de la bañera.
Bufé y hundí su rostro en el agua por medio segundo. Cuando su rostro mojado salió a superficie empezó a reír de nuevo.
—¡Eso ha sido divertido! ¡Otra vez, otra vez!— pidió alegremente y hundí su cabeza de nuevo por el mismo plazo de tiempo.
Su cabello platinado estaba empapado por el agua, el poco maquillaje que al parecer se había aplicado se borró de sus ojos quedando esparcido por sus mejillas, y su ropa estaba hecha un desastre.
—Mira cómo me has dejado. Ahora nadie querrá conmigo esta noche— se quejó él viendo su atuendo.
Yo fruncí el ceño notoriamente. Sinceramente lo que decía me estaba asustando, ni sabía que él fuera a fiestas con esas intenciones. Cinco segundos después Jimin empezó a reír de nuevo.
—¡Debiste haber visto tu cara cuando te dije eso! Estabas cómo... — hizo una mueca extraña luego de decir eso y se comenzó a reír muy fuerte—. ¡No veo! ¡Me quedé ciego!
—Deja de reír y te aseguro que podrás ver— le respondí yo, sabiendo que él cuando reía cerraba tanto sus ojos que no podía ver bien, pero él estaba tan borracho que ni de eso se daba cuenta.
Él paró de reír logrando ver de nuevo y su cara demostró asombro.
—¡Es un milagro! ¡Es un milagro!
Volqué los ojos ante su respuesta. No tenía tiempo para ridiculeces, Jimin tenía que dejar de estar borracheo y pronto. Hundí su cabeza de nuevo y esperé a que ésta vez sí surtiera efecto.
—¡Podría jurar que ví a Bob esponja allá abajo!— dijo él asombrado cómo un niño pequeño y vió el agua hipnotizado, cómo si estuviera buscando algo—. ¡Creo que lo ví moverse! ¡Volveré a entrar!— y cuando ví sus intenciones de volverse a hundir lo tomé del cuello de su camiseta para evitar que lo lograra—. ¡Déjame! ¡Se va a escapar!— intentó zafarse, rindiéndose a los segundos haciendo un puchero—. Creo que se fue por el caño, y todo es tú culpa, aguafiestas.
—Jimin, ¿cuántos vasos de vodka te tomaste?— le pregunté preocupado.
—Dos pequeños— dijo él mostrándome dos de los dedos de su mano. Aw, sus dedos eran tan tiernos, chiquitos y gorditos, que ternura.
—¿Tan sólo dos?— cuestioné sorprendido. No me dejaría engañar por sus adorables deditos.
Él asintió con la cabeza.
—Síp. Y dos botellas más— agregó con voz infantil y mi mandíbula cayó al piso.
¡Se había tomado dos botellas de vodka! ¡DOS! ¿En qué mierda estaba pensando cuando lo hizo? Estaba casi seguro de que a la mañana siguiente despertaría con un dolor de cabeza terrible y posiblemente uno que otro vómito saldría a la luz.
—¿Es que estás loco? ¿Quién te ha dado de beber tanto?— pregunté espantado.
—Un perro— respondió él.
—¿Un perro?— cuestioné repitiendo lo que me había dicho. ¿Desde cuando los perros hablaban y regalaban vodka? El mundo avanza muy rápido, joder.
—¡Bah! Una perra. Mi error— se corrigió y reprimí una risa ante su respuesta.
—¿Y cómo se llamaba la perra?— le pregunté cuando su rostro salió a la superficie después de que lo hundí.
—¡Jennie!— rió alegremente y alzó ambos brazos celebrando de una manera extraña.
—¿Kim Jennie?— cuestioné arqueando una ceja. ¿Por qué mierda Jennie le habría dado tanto de beber a Jimin?
—La muy zorra— dijo él arrugando la nariz de manera tierna y divertida.
—¿No que era perra?— le pregunté pareciendo confundido.
—Es ambas. Zorra, perra, puta, Jennie... todo significa lo mismo— respondió él encogiéndose de hombros. Yo reí ante su respuesta.
Hundí su cabeza nuevamente en el agua y cinco segundos después Jimin hizo para atrás ésta, saliendo a la superficie.
—Se vuelve aburrido cuando el agua está a punto de convertirte en un trozo de hielo— se quejó cruzándose de brazos.
—Sirve para que te quites la borrachera— le informé con una expresión neutra.
—¡No estoy borracho!— gritó él y se levantó rápidamente para luego salir de la bañera.
—¡Jimin!— lo regañé.
—¡Gonzalo!— exclamó en respuesta y salió del baño privado de Tae para dirigirse a su cama y tirarse en ella.
—¡No sé quien sea ese tal Gonzalo, pero yo me llamo Jungkook!
—¿Seguro? Para mí que tienes cara de Gonzalo— respondió si levantar su cabeza de la almohada.
—Y te atreves a decir que no estás borracho— susurré resignado.
Esto era un completo desastre. Juraba que si no hubiera sido porque ese loco que estaba lanzado en la cama de Tae era mi amigo, lo habría dejado ahí botado cómo un pobre borracho más. Sin embargo era mi amigo y yo era en parte responsable de los desastres que hacía él. Entre ellos emborracharse.
—Todo es culpa de la perra— murmuró Jimin de boca abajo en la cama.
Me acerqué a él de brazos cruzados y me paré a un lado de la cama para verlo mejor.
—ChimChim...— lo llamé yo.
Un ronquido se escuchó de su parte.
Genial.
<...>
—¿Estás mejor?— le pregunté preocupado y él asintió con la cabeza débilmente.
Jimin ya no estaba borracho, al parecer una corta siesta de veinte minutos le había ayudado más de lo que esperaba. Ahora se hallaba vomitando en el baño de simio idiota de Tae.
Se había mojado un poco el rostro, se enjuagó la boca, luego iríamos a por un batido de frambuesa que yo le haría libre de alcohol, pero él seguía vomitando más de lo deseado. Estaba sinceramente muy preocupado.
Cuando terminó todo aquello que podía botar, se dirigió al lava manos y se lavó rostro, manos y boca. Se secó con la pequeña toalla que había a un lado y me regaló una pequeña sonrisa. Yo sé la regresé.
—¿Estás bien?— pregunté.
—Podría estar mejor, eso es definitivo— respondió él agrandando su sonrisa.
Lo miré con un poco de lástima, inevitablemente, verlo borracho y tan vulnerable luego era un tanto raro. Él quitó su sonrisa para después mirarme fijamente y un tanto apenado.
—Lo lamento. Yo no soy de esos chicos fiesteros, pero Jennie me había dicho que podía venir y que la pasaríamos muy bien, y me ha dado de beber...— se quedó callado—. Perdona, debo haberme comportado horrible.
Sonreí aceptado sus disculpas. En realidad no estaba enojado con él, bueno un poco sí, pero mi furia iba más hacia Jennie, la novia de Hoseok, quien le había dado de beber a mi pobre amigo Jimin.
Dos botellas, dos malditas botellas de vodka que la perra de Jennie le había dado a ChimChim. Qué tontería.
<...>
Dos de la madrugada y la fiesta al fin había acabado. No sabía cómo, ni por qué, pero ya no había más música y la gente se había ido. Jimin se había despedido de mí. Estuve un poco preocupado por él, pero al ver que se fue con su hermano mayor, el cual gracias al cielo no había asistido al escándalo de Taehyung, me relajé.
Caminé entre la basura provocada por los fiesteros de hormonas alocadas que tenía como compañeros de escuela y llegué a la cocina, donde un simio idiota descansaba apoyado en el mesón.
—Barney es un dinosaurio que vive en el patio, llamaré a mi abuela y el idiota irá al juzgado— cantaba estúpidamente Tae, a la vez que cambiaba la letra de la canción original de Barney.
—No iba así— lo corté, dando a entender que yo estaba presente.
—Ah sí, disculpa— tomó aire y se aclaró la garganta—. Barney es un dinosaurio que vive en las cantinas, fuma marihuana y se inyecta— se detuvo y pareció caer en cuenta por fin de que yo estaba ahí— ¡Jungkook!— exclamó alegremente y se lanzó a mis brazos de repente.
¿Qué mierda estaba pasando aquí?, pensé inmediatamente. Por un lado escuché cómo aquella vocecita en mi cabeza decía "No preguntes, sólo gózalo", pero mi lado racional olió ese fuerte olor a vodka que Tae emanaba. El simio estaba borracho. Muy borracho.
—Tae, ¿tú también?— pregunté exasperado de los locos adolescentes que bebían sin razón y sin medida alguna.
Por eso el mundo está cómo está.
Él rió a carcajadas. Yo volqué los ojos. ¿Acaso tendría que aplicar la misma técnica que apliqué con Jimin? Era mejor simplemente llevarlo a dormir, así y con el sueño se le pasaba de una vez por todas su borrachera.
—Vamos a tu cuarto— le dije tomándolo de la mano para que me siguiera hasta su dormitorio y pudiera dormir de una vez por todas.
—¡Al fin un poco de acción!— exclamó él y me abrazó la cintura desde atrás.
¿Acción? ¿Qué clase de...? Un sonrojo fuerte se posó en mi rostro comprenderlo. Oh, claro, esa acción.
—Idiota, que no es eso— dije yo zafándome de sus brazos velozmente.
—¿Qué?— dijo él luciendo decepcionado.
—Lo que oíste. Ya mejor te llevo a tu cuarto y te duermes tranquilo— le dije, esta vez, explicándole a qué iba.
—No quiero— se negó él cómo niño pequeño.
—Que sí— le dije tironeándola de ambas manos.
Sin embargo él era mil veces más fuerte, por lo que al intentar atraerlo hacia mí para subirlo al cuarto, él me atrajo hacia él, dejándome pegado a sus abdominales en un sólo movimiento.
—Pero yo quería pasar la noche contigo— me susurró al oído seductoramente.
Un escalofrío me recorrió la espalda al escuchar eso de sus labios y cómo esos mismo rosaban mi nariz. Me tenía que estar jodiendo. Eso o qué de verdad estaba muy borracho y ni si quiera llegaba a reconocer lo que decía.
—Deja de decir esa cosas, Taehyung— lo regañé intentando no sonrojarme.
—Pues dejemos las palabras y pasemos a los movimientos— susurró sensualmente en mi oído de nuevo, sólo que a lo último dió una pequeña mordida allí.
Abrí los ojos como dos grandes platos y me alejé de él de golpe. Qué cosas decía y hacía éste chico cuando estaba borracho. Si no sabía lo que decía mejor que se mantuviera callado.
—A tu cuarto, a dormir tranquilo, ya— lo mandé yo y lo tomé de la mano nuevamente para guiarlo a su habitación.
Llegamos a su cuarto y cerré la puerta para que ni si quiera se atreviera a escapar. Señalé su cama y él caminó hasta llegar a ella. Ya sentado en el colchón empezó a desvestirse. Se sacó los zapatos, la camisa...
—¿¡Qué mierda haces!?— chillé alterado cuando ví sus intenciones de desabrochar su pantalón.
Sinceramente, yo no era de esa manera. Claro que no, yo con Taehyung solía ser centrado, ubicado, firme. No un niñito en aprietos. Hasta solía fingir si era necesario. Pero por alguna razón, aquella vez estaba con los nervios de punta. Y quizás, era por el hecho de que estaba borracho.
Estaba acostumbrado a enfrentarme contra un Taehyung molestoso, idiota, ridiculo, bromista. Sí, y ahora lo era. Pero cuando estaba conmigo siempre estaba sobrio. ¡Sobrio! Ahora que estaba borracho no sabía cómo comportarme.
No sabía de lo que era capaz estando así de inconsciente.
Tae dejó caer su espalda contra su cama, quedando así recostado sobre ésta. Lo miré curioso e intenté mantener la compostura. No podía estar alterado en estos momentos, no podía.
Pero así estaba y no podía evitarlo. En su habitación, de noche, él borracho, él era mil veces más fuerte que yo, me mandaba directas muy directas, ¡y por Yisus-hyung, tan sólo llevaba puesto unos jeans!
Un suspiro salió de sus labios.
—¿Por qué no te quieres acostar conmigo?— preguntó de golpe y yo lo miré atónito.
—¿Q-Qué?— pregunté extrañado y tartamudo.
—Hice una fiesta con el fin de que te emborracharas y te acostaras conmigo— respondió él sencillamente, cómo si fuera la cosa más normal del mundo.
Pero yo estaba ahí, con los ojos abiertos hasta más no poder, completamente aturdido.
—¿Dónde te habías metido?— me preguntó.
—Sa-salí porque había mucho ruido— respondí a duras penas.
Una sonrisa se posó en su rostro.
—Ya me parecía raro que no te encontrara por ninguna parte— y dicho esto de su parte, se quedó dormido profundamente.
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