#15: Mal presentimiento

TAEHYUNG'S POV:

—Eres un idiota— rió él limpiando el helado que manchaba la punta de su nariz.

Solté una carcajada, para luego sentir el dedo de Jungkook repleto con helado de vainilla caer en mi mejilla. Fruncí el ceño, fingiendo estar molesto de repente, y ahora quien soltó la carcajada fue él.

Habíamos comprado conos de helado en una pequeña tienda cerca de casa. Yo elegí sabor vainilla, él fresa. Cuando volvimos a la plaza para caminar un rato, él tenía el de sabor a vainilla y yo el de fresa. ¿Cómo ocurrió el cambio? Ni si quiera yo me había dado cuenta.

—Debieron haberle puesto galletas— mencionó Jungkook observando su helado. Reí ligeramente.

—¿Galletas, Jungkook?

—Sí, con chispas de chocolate.

Negué con la cabeza divertido mientras lo veía, a él y a su expresión pensativa. No se me hacía normal todavía lo que estaba pasando. Se había ido a Nueva York. Había desaparecido completamente por dos años. Pero ahora estaba frente a mí, comiendo un helado, siendo mi novio...

No tenía sentido en absoluto. ¿Por qué sentía una extraña sensación acerca de todo aquello?

—¿Tienes algo que hacer mañana?— me preguntó de repente sacándome de mis pensamientos.

Me lo pensé. Y asentí de mala gana. Jimin tenía un partido con su equipo, era el capitán por lo que no podía faltar y yo al ser su amigo tampoco podía ausentarme. Hoseok y Jihoon también irían, si no seguían en su guerra a muerte claro.

—¿Qué tienes?— me dijo curioso.

—Nada. Jimin tiene un partido de fútbol y me pidió ir— expliqué haciendo una mueca. ¿Qué podía decir? Ya había ido a sus partidos, a sus entrenamientos, y a sus prácticas. Las ganas de ir me faltaban, pero había hecho una promesa con él.

—Ah. Pues nada que hacer— dijo encogiéndose de hombros.

—Podemos hacer algo hoy por la noche— propuse deseando verlo de nuevo pronto. Podíamos ir a cenar juntos. Podíamos ver unas películas en mi casa. Podíamos...

—Imposible—. Cenaré con mi mamá.

Evité soltar un gruñido de molestia como un niño pequeño quejándose por una bobería. Quería pasar más tiempo con Jungkook, pero no podía interrumpir en temas de madre e hijo.

Pensé en algo.

Vaya pensar se sentía bien, ¿quién lo diría?

—¿Y qué te parece venir al partido de Jimin?— propuse. Él frunció el ceño extrañado, pero no se negó.

—¿A qué horas es?

—Diez de la mañana... Ese chico me hará madrugar— bromeé. Jungkook rió levemente sacándome una pequeña sonrisa. Era encantador. Sin embargo, finalmente negó con la cabeza.

—Estoy ocupado a esa hora.

—¿Por?— dije curioso.

—Cosas— contestó concentrado en su helado. Asentí no muy convencido por su respuesta, pero preferí no insistir en sus temas. Si él no quería decírmelo, tendría sus razones.

—¿Y almorzar juntos?— pregunté sin desistir. Quería verlo otra vez, no mentía.

—Tampoco.

—¿Cosas?— repetí lo que él había dicho antes. Soltó una risita y asintió, haciéndome reír nuevamente.

—Cosas.

—¿Sabes? Algún día tendremos que juntarnos de nuevo— dije alzando ambas cejas divertido. Él rió con la mirada baja.

—No lo dudo, Taehyung. ¿Qué te parece... mañana por la noche?

—Puedo— respondí acabando de comerme mi helado—. ¿A qué hora?

—Podemos decidirlo luego— aclaró tranquilo. Le di la razón, y al acabarse su helado de vainilla, salimos del parque en silencio.

—¿Quieres venir a mi casa?— pregunté volteando a verlo sin querer que se fuera.

—Oh. No, no, prefiero regresar al hotel. Debo hablar con mi mamá sobre... la cena que tendremos hoy a la noche— dijo rascando su nuca nervioso—. Pero nos veremos mañana.

—Seguro. Entonces... hasta mañana— me despedí con una sonrisa forzada.

Él sonrió igualmente, comprensivo. Sabía que yo no quería que se fuera, no era una novedad para mí, la mayoría del tiempo yo solía ser predecible y obvio. Era algo... normal.

—Adiós, Taehyung— dijo dando media vuelta, dejándome plantado en el mismo lugar, sin ser capaz de moverme.

Ni un beso, ni un abrazo, ni si quiera una mirada. Suspiré dando media vuelta sobre mis talones, y me dirigí de regreso a mi casa, resignado. ¿Qué iba a hacer? Él no había hecho nada, debía significar algo.

Caminé en silencio por la vereda, con las manos en los bolsillos de mi pantalón. Por otra parte, el mal presentimiento, esa extraña sensación... seguía ahí. Quizás era... ¿culpa? No lo sabía, maldita sea, y debía admitir que se me hacía irritante. Podía comprender que en parte era por Jungkook pero... ¿por qué?

Joder. Quizás necesitaba un psicólogo.

Mi móvil sonó interrumpiendo mis pensamientos. Mejor, así dejaría de pensar en todas esas boberías.

—¿Hola?— respondí la llamada.

—Taehyung, voy a tu casa— habló la voz decidida de Hoseok. Fruncí el ceño y revisé el número que me estaba llamando. "Desconocido". ¿Y el teléfono de Hoseok?

—¿De dónde llamas?— pregunté sin comprender la situación.

—Yo... Es que...— suspiró frustrado—. Es el celular de Jihoon.

—¿Jihoon?— dije sorprendido—. Así que fuiste a verlo.

—Sí. Pero las cosas no salieron como yo quería, en realidad.

—Déjame adivinar— dije divertido—. Fuiste a casa de Jihoon, esperando que te perdonara y... sus hermanitos, los cuales son un cielo por cierto, te dieron una pequeña sorpresa. ¿No es así?

—Yo diría una pequeña paliza. Es una larga historia, Taehyung. Y necesito que me protejas de estos matones en tu cueva hasta que arregle todo con Jihoon.

—¿Por qué no tu "cueva"?— dije extrañado. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta de mi casa.

—Jihoon ha dado mi dirección, mi número de celular y mi nombre completo a sus hermanos. No entiendo por qué está tan enfadado todavía. Solamente dije una cosa de chicas calientes, nada más. ¿Qué tiene en contra mía?

—No sé. Pero yo que tú hablaría con él y dejaría las cosas claras rápido antes de que te lleve a la corte. Entraste a casa de Jihoon sin su permiso y además tienes su celular, ¿estoy en lo correcto?

—No...

—Solamente te digo que no tengo para pagarte la fianza.

—No seas maldito, yo sé que tienes dinero en el marranito debajo de... Maldición, debo irme. Hermanos de Jihoon cerca.

—Bueno, nos vemos en mi casa si no mueres. ¡Fighting!

Colgué la llamada sin esperar una respuesta de su parte, lanzando mi celular a la mesa y lanzándome a mí mismo luego. Vería un poco de televisión quizás. Ya llegaría Hoseok a entretenerme con sus balbuceos nerviosos, su molestia viendo películas románticas o carreras de autos, y su presencia con aura de payaso.

No, mejor con su aura de sol o de flor.

Sí, eso le quedaba más.

La puerta de entrada se abrió repentinamente haciéndome dar un respingón. Era mamá llevando bolsas de compras. Perdón, corrijo: eran bolsas de compras llevando a mamá.

—¿Nuevo look?— bromeé poniendo ambas manos en mi nuca dejando mis brazos por sobre mi cabeza.

Ella me lanzó una mirada rápida de "estoy a punto de asesinarte".

No es por nada pero no fue mi culpa el condón roto, así que ya me aguantas.

Fue lo que le hubiera respondido a mi madre si no apreciara mi vida, claro.

—Fui al supermercado ya que alguien— enfatizó la última palabra—, se acabó toda la comida de la despensa.

—En mi defensa, tenía hambre— puntualicé levantándome del sillón y ayudándola con las bolsas que llevaba. Joder, ¿era posible que la comida pesara tanto?

Y si eso era para reemplazar lo que ya no había en la despensa.

¿Significa que yo me había comido todo eso?

Vaya, que denso.

—Objeción, su señoría— dijo mi madre—. Que tuviera hambre no le daba derecho el derecho de comer todo lo que quedaba a este enano.

—Objeción. Me ha llamado enano, su señoría— dije siguiéndole el juego y llevando las bolsas a la cocina. Dejé la comida sobre el mesón y volteé a ver a mi madre.

—No estudies para ser abogado, no quiero tener un hijo fracasado— mencionó encogiéndose de hombros y lanzándome una última mirada antes de irse a la sala de estar.

—¡Gracias, mamá!— dije sarcástico siguiéndola.

—Todavía no me creo que te graduaste. Es raro, nunca pensé que este momento llegaría...

—Enserio no sabes cuanto te agradezco la fé que tienes en mí.

—Ay, a ver, puede qué tal vez haya tenido mis dudas al principio, pero...

—¡Mamá!— me quejé.

—Ya, ya. A lo que me refiero es que estás tan... grande. Creciste sin que me diera cuenta.

Me senté a su lado, viéndola, y empezando a adivinar a donde se dirigía la conversación. Ella frunció el ceño en mi dirección levemente, mientras mantenía su sonrisa torcida.

—Ya no eres mi pequeño, Tae.

Sonreí bajando la mirada. Yo... intentaba comprenderla cuando se ponía tan melancólica, tan nostálgica, tan "siempre serás mi bebé". Y no me molestaba, pero no sabía cómo reaccionar, o más bien, no sabía si mi reacción era la correcta.

—Bueno, cambio de tema— dijo ahora más animada—. Me acompañarás a un desfile de modas.

—¿Qué?— dije haciendo una mueca de disgusto—. No, mamá... ¡mamá!— me quejé.

—¿Qué?— dijo inocentemente encogiéndose de hombros—. Mark no puede ir. Intenté contactar a la madre de Jungkook pero no respondió. Además no será tan malo. Habrán chicos y chicas modelando. ¿No te agrada la idea?

—Es un desfile de modas, no intentes hacerlo ver de otra forma. ¿Por qué no vas con... una amiga o sola?

—Pues... hijo— bufó volcando los ojos—. No iré sola, y... quiero ir contigo. ¿Tiene algo de malo que quiera compartir tiempo con mi hijo?

—En un desfile de modas, sí— dije arqueando una ceja. Ella me sonrió dándome una pequeña palmada en el hombro y se levantó del sillón.

—De todas maneras irás, no dejarás a tu vieja sola. Iré a mi cuarto... No te comas todo lo de la despensa o te dará diarrea— me señaló antes de irse y empezar a subir las escaleras.

—¡Mamá!— exclamé en queja, recibiendo un "¡Luego no digas que no te advertí!" de su parte. Negué con la cabeza y me dirigí a la cocina.

¡A comer se ha dicho!

Me hice un sándwich, saqué una lata de bebida y robé un pastel que mi madre había traído seguramente para la cena. Lo llevé todo a la sala de estar, encendí la televisión y me recosté contra el respaldo del sillón a relajarme.

Probablemente me veía como un ermitaño. Pero qué más daba, no podía ocultar mi realidad.

Abrí la lata, bebí unos sorbos y la mantuve en mi mano mientras veía un poco de televisión. Hoseok no debía tardar en llegar. Al menos eso esperaba, ya que si no llegaba significaba que los hermanos de Jihoon lograron su propósito.

Oh, no estaba tan mala la idea de Hoseok muerto.

Sacudí mi cabeza intentando aclarar mis ideas. No, no, Hoseok era mi mejor amigo, quererlo muerto estaba mal... aunque el seguro... No, no, estaba mal.

Golpes en la puerta de entrada me hicieron dar un respingón. En otras palabras, por culpa de los fiesteros golpes me caí del sillón y derramé mi bebida sobre mi camisa.

Ni para comer sirvo ahora, genial.

Solté un suspiro y caminé a la puerta suponiendo que sería Hoseok. Sin embargo, me sorprendí al abrir la puerta y ver que no era él... era Jimin.

¿Qué hacía Jimin ahí?

—Taehyung, debo hablar contigo— dijo mirándome nervioso.

Fruncí el ceño y lo dejé pasar. Él me sonrió forzadamente por medio segundo y volvió a su expresión de preocupación.

—¿Qué pasa?— le pregunté cruzándome de brazos.

Él tomó una bocanada de aire.

—Es sobre Jungkook.










¿Qué creen que va a hacer Jimin?

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