Epílogo [EDITADO]

8 años después

Anabeth

-Sois como el perro y el gato.-Dije riendo mientras recogía a mis hermanos con el coche.

-Si ya, señora madura de 24 años.-Dijo Charlie.-¡Pero es que siempre me lo encasquetan a mí!

-¡No es mi culpa!-Chilló Max.-¡Haber nacido después!

-Calla monstruito.-Dijo Charlie riendo sabiendo que Max odiaba ese apodo. Obviamente él no se acordaba, pero Charlie lleva llamándole así desde hace más tiempo del que piensa.-Bueno señora, que tienes hoy.

-Voy a pasar a ver a Freya, Austin y al bebe antes de ir a entrevistar a ese jugador.-Dije arrancando.

Los dos primero años sin mis chicos dolieron mucho, pero mi familia me ayudó a superarlo.

Puse marcha a casa de Freya y Austin y llegamos en una media hora.

Ellos tuvieron no pudieron tener a su bebé naturalmente.

Al final se hicieron a la idea de que iban a ser padres y acabaron súper emocionados. El parto de mi hermana fue muy complicado y él bebe murió en él. Así que un centro de adopción se puso en contacto con ellos hace pocos meses para adoptar uno, y se quedaron con el niño de dos años más travieso de toda California al que llamaron Oliver.

Mi pequeño y adorable sobrino, al que todos queríamos con locura.

-Antes de nada, Max, no toques al pequeño con las manos sucias.-Le advertí y el asintió. Negué con la cabeza.

Mi madre decía que me empezaba a salir instinto maternal, sobre todo con Max y Oliverñ

-¡Hola!-Me saludó Freya.-Pasar los tres, está muy despierto hoy.

-Hola.-Sonreí a Austin y me abrazó.

Mi relación con Austin volvió a dar un giro de 360º. Pasó de ser nada, a ser mi amigo, a ser mi novio, a ser mi ex novio, a ser mi enemigo y ahora a ser mí amigo. Era agradable volver a estar bien con él, me había olvidado lo increíble que podría llegar a ser.

Se encargaba de Freya y Oliver los veinticuatro horas del día, los sietes días de la semana. Todo esto le ha hecho ser mucho más responsable que antes.

-Bueno, yo solo venía a saludar.-Dije y todos me miraron.-Tengo una entrevista.

-Oye Ann.-Me llamó Freya.-¿Sabes cómo se llama ese misterioso jugador?

-No, aún no.-Dije.-Solo que es jugador de futbol. No me han dado la información completa.

Sí, me hice periodista deportiva. Mi gran sueño se pudo cumplir con mucho esfuerzo y sudor.

Y días sin dormir por tener que estudiar, eso sobre todo.

-Cuando puedas mirar el nombre, hazlo.-Pidió Austin y asentí.

-Vale, calma. Sabéis vosotros más de mi trabajo que yo.-Dije riendo.

-Un mago nunca revela sus secretos.-El chico me guiñó un ojo.

-Vale me voy.-Anuncié.- Si Charlie y Max se pelean mucho tenéis el permiso de ponerles a barrer la casa.

-¡Oye!-Ambos hermanos se quejaron y la pareja reía.

-Adiós.-Dije y salí de la casa.

(***)

Me dirigí a la sala donde se encontraba el misterioso jugador, el capitán del equipo y el manager de ambos, al que me encontré en la puerta.

Un segundo...

Casi me caigo al suelo de la alegría y sentí mis ojos llenarse de lágrimas. No podía ser un error, compartía ADN con esa persona y me sabía su cara de memoria.

-¿Josh?-Pregunté intentando captar su atención. El me miró de frente y una sonrisa de oreja a oreja se formó en su cara.-¡Ay dios mío!

Corrí hacia él y salté a sus brazos. Me elevó un poco en el aire y me dio una vuelta mientras reíamos.

Dios, es mi hermano.

-¿Tu eres el manager del jugador al que tengo que entrevistar?-Pregunté cuando me soltó

-Para no serlo Anabeth, para no serlo.-Rió e hizo un gesto hacia la puerta, así que la abrí.

Esperaba a encontrarme a dos desconocidos.

Pero me encontré a Ryan y Danny.

Una sonrisa se formó en mi cara.

Ryan me miraba con confusión. Supongo que por mi cambio de look no me reconocería.

Pero Danny sonreía igual que yo.

Sabía que me había reconocido y él sabía que yo le había reconocido.

Era imposible no reconocer esos ojos azules que tan enamorada me habían tenido y, para que mentir, me seguían teniendo.

En vez de decirme hola como cualquier persona normal, avanzó hacia mí y me besó.

Y seguí el beso.

Le había echado tanto de menos...

Y ahora, sí que sí. Se separó con una sonrisa boba en los labios, seguro que igual a la mía.

-Hola Ana.-Dijo mirándome a los ojos.

-Hola idiota.-Dije sonriendo.

Quizá eso era lo que hacía falta.

Yo irme, despejarme y repararme de las heridas que habían dejado los malos momentos. Y una vez lista, continuar esa historia que dejamos a medias. Ni si quiera que me iba a preparar la vida. Pero... ¿A quién le importa?

Ahora tengo todo lo que necesito.

A mis tres idiotas.

F I N

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