희진
Heejin tenía un círculo de amistades bastante reducido, compuesto por Hansol y sus compañeros de clase. Dejar de verlo fue caer en la soledad que tanto temía. En su tiempo libre siempre estuvo rodeada de personas, pero tan pronto como se vio sola en los pasillos se dio cuenta de lo poco sociable que era por sí misma, eso le molestaba. Pero no le decía nada a su familia o a sus amigos fuera de la universidad y tampoco hacía algo para cambiar esa actitud que la consumía poco a poco. Debía enfocarse en su carrera, a la cual le había costado tanto entrar, aunque no le quitara las ganas de llorar cuando veía reír a los grupos de su salón de clases.
Pocas veces pasaba por el área de Arquitectura desde que Hansol y ella dejaron de hablar. Mientras pudiera evitarlo lo haría, sin embargo, la biblioteca de Facultad de Derecho estaba muy cerca de allí. Heejin intentaba no ver a nadie, y lo hacía tratando de pasar de noche por la biblioteca cuando necesitaba algo. Si de por sí no había mucha gente en el lugar, por la noche la asistencia era mucho menor.
Durante una temporada de exámenes, Heejin se había instalado en su mesa favorita de la biblioteca para estudiar tranquila con la compañía de las estrellas en la ventana. Curiosamente, alumnos de Ciencias de la Salud eran los únicos que la rodeaban y mientras pasaban las horas cada vez eran menos. Uno a uno se iban hasta que solo quedó ella en su mesa. Con los audífonos aún incrustados no notó cuando una chica, que se encontraba en la mesa a su espalda, se acercó a ella para preguntarle algo. La joven le tocó el hombro y Heejin dio un salto en su silla al tiempo que se arrancaba los auriculares.
–Disculpa–dijo la chica conteniendo la risa–, ¿tienes hora? Me quedé sin batería.
–Eh, sí...–respondió, aún temblando–. Son las diez y media.
–¡Gracias!–y regresó a su mesa de trabajo.
Heejin la siguió con la mirada. Sobre la mesa tenía un plano, cartones, reglas de diferentes tamaños, pegamento y un cutter color amarillo. Poco sabía Heejin de esas cosas, pero estaba segura de que la chica misteriosa estudiaba Arquitectura. No había otros estudiantes que hicieran maquetas en la biblioteca a esas horas y recordó las veces que acompañó a Hansol mientras hacía sus trabajos escolares.
Heejin terminó de leer la última línea de su libro y se levantó. No quería recordar a Hansol, cada vez que lo hacía sus ojos atentaban con soltar un mar de lágrimas, no de tristeza, de la rabia que le daba su traición. Resopló y caminó hasta la salida cuando la chica del cutter amarillo la detuvo.
–Disculpa, ¿puedes darme la hora de nuevo?
–Diez para las doce.
–Oh... gracias.
Se dispuso a salir pero sintió su mano apretarle el brazo, como una niña aferrándose a algo seguro en la oscuridad.
–Disculpa que te moleste... sé que no nos conocemos de nada pero ¿podrías ayudarme a terminar mi maqueta?
–¿Perdón? Te acabo de dar la hora, es muy tarde, tengo que irme.
–Por favor... no quiero quedarme sola y si me ven en la casa despierta mientras hago esto me van a sacar de la carrera...–hizo un puchero, que sumado a sus ojos tristes, le había convencido aún cuando Heejin no hubiera dicho nada–. Por favor.
–¿Qué tengo que hacer?–dijo después de un suspiro largo.
–Sólo tienes que recortar estas láminas de cartón por la línea punteada y pintarlas de blanco, yo hago el resto–le tendió el cutter–. Toma. ¡Y muchas gracias!
–De qué...
Heejin cortaba las laminas lentamente para evitar lastimarse, aunque lo terminara haciendo de vez en cuando. Hyunjin, la chica del cutter amarillo que ahora tenía nombre, sacaba de su bolso una caja de banditas de Hello Kitty que le colocaba con una sonrisa a Heejin en los dedos luego de desinfectarlos. Ciertamente Heejin no tenía exámenes al día siguiente, pero se iba a arrepentir mucho por no llegar a casa a una hora prudente. Se sentía aliviada por vivir en una residencia de estudiantes.
Sus compañeras de habitación no dudaron en escribir en el grupo de la residencia y a su teléfono personal al ver que la chica no llegaba. A todos contestaba con un "me voy a quedar un poco más, los ejercicios están muy terribles" y un emoji llorón, aunque estuviera pasando en realidad un buen rato.
Hyunjin era una chica bastante peculiar y muy agradable, era muy buena en los deportes pero prefirió la arquitectura al atletismo, decisión que sus padres reprobaban enormemente. Ella misma se costeaba los gastos de las maquetas, por lo que el único momento en que podía hacer sus entregas era tarde en la noche, el resto del día estaba trabajando. Dormía poco, le gustaba el pan y tenía una admiración bastante grande hacia lo gatos. También le gustaba el color amarillo.
A Heejin le gustaba escucharla hablar o cantar a ratos en los que ella estaba demasiado cansada para decir algo. Sentía que en cualquier momentos sus ojos iban a fallar, se cerrarían y terminaría por dormirse frente a Hyunjin, quien cantaba rondas infantiles para no dormirse. Había algo en ella que la hacía confiar, aunque no se conocieran de nada. Probablemente el hecho de que estaba concentrada tratando de pegar lo que parecía un edificio de cartón blanco, cosa que la distraía a ella y le ganaba otra bandita.
–De haber sabido me traigo la caja de band-aids jumbo–dijo mientras colocaba la décima curita en su mano izquierda.
–Lo siento–le tomó la mano.
–Descuida... ¿puedo preguntar algo?
–Sí.
–¿Por qué te ibas así de... apurada? Como triste, además.
–No sé si deba contártelo–Hyunjin le apretó la mano–. ¡Auch!
–¡Lo siento!–puso su mano entre las suyas y la acarició con sutileza–. Está bien si no quieres. Lo pregunto porque te he visto antes, siempre venías con alguien más... no sé por qué supuse que era por él.
–Tampoco estás tan lejos de la razón...
–Heejin, hay más personas que quisieran estar contigo, que quieren ser tus amigos, pero no se atreven. Aprovecha ahora...
Heejin la abrazó, con los brazos rodeando su cuello mientras le decía en un susurro: "ya lo hago".
Heejin se despertó al día siguiente en la mesa de la biblioteca en la que había estado antes, con los audífonos aún en sus oídos, sobre el libro de matemáticas y con una nota a un lado. "555-5555 llámame" y el dibujo de un gato amarillo en una esquina.
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