1. El niño Prodigio

Magath se quedó sumamente sorprendido; los rumores sobre Zeke Jaeger eran ciertos: era el chico prodigio del que tanto había oído hablar de sus compañeros.

Ya no sólo era reconocido por haber denunciado a sus padres, Dina y Grisha Jaeger, que formaban parte del grupo de traidores que ansiaba reconstruir Eldia, sino que también el chico había demostrado poseer una capacidad intelectual muy superior a la de todos sus compañeros a la hora de formar parte del ejército marleyano -o de ser un candidato-. Aunque cierto era también que el niño había llegado a considerarse de los peores de la promoción —tema que todo el mundo parecía ignorar y que Magath no podía comentar pues no tendría cavidad en una conversación del ejército. Se vería como una contradicción hacia sus decisiones y él era el primero que sabía que aquello no podía salir bien.

Aún así, era incapaz de negar la verdad en sus pensamientos, Zeke ni siquiera mostraba empeño -que era algo que todos hacían-, y era físicamente muy débil, en todos los aspectos. Así que lo único que destacaba de él eran sus debilidades. Para Magath, el chico era el que menos se merecía el destino que le habían asignado.

Magath incluso le había dado por perdido; Zeke no tenía futuro en el ejército marleyano, y se lo dijo así mismo, delante de todos sus compañeros, antes de la futil decisión del gobierno.

"—Marley quiere a aquellas personas que estén preparadas para dar todo por su patria. Si no tienes nada que hacer aquí, lo mejor para todos es que te vayas."

Las palabras resonaron con melancolía en los oídos de Zeke, quien al escuchar esto le miró con tristeza, pero con entendimiento, puesto que él era el primero que pensaba de esa manera. Pero realmente no tenía escapatoria, o al menos eso pensaba hasta que conoció al señor Xaver.

Y es que Xaver fue la primera persona con la que Zeke sintió que podía llegar a tener la oportunidad de ser él mismo, en vez de un niño que obedecía a lo que le decían sus padres y abuelos, fingiendo que no sentía ganas de llorar cada día y noche.

Xaver le entendía y comprendía, no como todos los demás. Y eso fue suficiente para él.

Pasaron un par de años así, teniendo conversaciones semi-escondidas hasta que llegó el día en el que Zeke denunció a sus padres. En verdad sintió como si se hubiera quitado un peso de encima. Sus abuelos mostraron compasión por él, pero a Zeke nunca le importaron ellos, hablando más allá del afecto que les tenía.

Básicamente, después de todo lo ocurrido, y de una recomendación de Xaver que el ejército tomó muy en cuenta, ya estaba claro quién sería el siguiente poseedor del Titán Bestia.

Aunque algunos mandos se extrañaron de que a alguien que llamaban el chico prodigio optase por escoger el titán más inservible de todos, pero ellos tampoco tenían mucha voz ni voto.

Y sobre Theo Magath, él era el que más ansiaba tener una conversación con Zeke.

En una mañana, en una sesión de entrenamiento, aprovechó que podía empezar una con el chico.

—No te voy a mentir, me esperaba más bien poco de ti. Si al menos hubieras mostrado empeño por tu labor aquí, tendría más fe en tu futuro como poseedor de titán bestia, pero tampoco puedo decir eso. Como no es decisión definitiva mía si eres aceptado o no, quiero dejar las cosas muy claras; el futuro de Marley estará en tus manos y en la de otros futuros compañeros tuyos. Y eso es lo único que debe importarte.

Zeke no lo había mirado a los ojos hasta cuando terminó de hablar. A pesar de lo duras que eran las palabras de Magath, no parecían haberle impactado mucho, a pesar de que solo con el paso del tiempo aprendió a ocultar bien sus emociones, pese a ser tan pequeño.

—Soy consciente de ello —dijo de forma calmada—. Pero tengo en mente no defraudar a mi país, soy el que está más consciente de mi responsabilidad, y haré honor al nombre del señor Xaver cuando herede su titán.

Y aquella fue la primera vez que Zeke ocultó medias mentiras entre sus palabras para, inconscientemente, no demostrar lo que realmente pensaba.

—Puedo llegar a entender el por qué el comandante Magath te habló de esa manera —explicaba Xaver mientras Zeke le explicaba lo ocurrido—, al fin y al cabo, su trabajo se basa en aplicar la mano dura a personas como tú.

—Lo sé —suspiró Zeke—. Pero aun así, aumenta mis ganas de decirte que, personalmente, no me gusta este gobierno.

Zeke no era tan patriótico como el ejército marleyano quería -o creía- que fuera, pero Xaver tampoco lo era, así que entre ellos dos no había problema a la hora de conversar sobre el tema.

—No te preocupes, mi opinión no es muy diferente. Supongo que tengo unos intereses diferentes a los que se supone que debería tener teniendo en cuenta mi status.

Xaver miró al suelo unos segundos. Parecía estar pensando en algo.

—¿Quieres decirme algo? —preguntó Zeke, pero intuía que la respuesta sería afirmativa.

—No todavía.

Y siguieron jugando como si nada, mientras Xaver había tenido unos fuertes y dolorosos recuerdos de su pasado.

Era por la mañana, unos días después de la noticia de Zeke. Los guerreros estaban descansando en la sala principal para ellos, mientras desayunaban.

Xaver tenía una taza de café en su mano y parecía estar muy inmerso en los asuntos de su propia mente, o al menos fue así hasta que vino alguien a hacerle compañía.

—Buenos días, Xaver. ¿Qué tal vas últimamente? —dijo intentando aparentar ser amable. Esa fue la primera pregunta que entró sus oídos para empezar el día.

La mujer que había venido a iniciar una conversación con él era Jenell, la persona que poseía el titán hembra.

—¿Qué pasa, estás celosa de que a mí ya me han asignado un heredero, y a ti no? —preguntó Xaver de forma banal y algo juguetona.

Jenell esbozó una pequeña sonrisa, siguiéndole el juego y siguió hablando;

—Para nada, me alegro por ti. Me da curiosidad ese chico prodigio, también. Hablan maravillas de él, ¿es tan genial como lo pintan?

—¿Qué es lo que dicen de él? Siempre surgen muchos rumores cuando algo un poco relevante pasa en el ejército. Supongo que es lo que pasa al no meternos en guerras y preocuparnos por el futuro. Pero tampoco nos va mal.

—Seguro que para ti debe ser muy relajante, ya que sólo tienes la preocupación de investigar más sobre los Titanes, ya que dijiste que te uniste aquí por eso. Pero, en fin, lo que dicen sobre él es que, a pesar de su corta edad, demuestra una gran lealtad e inteligencia.

—Ya veo, puedo corroborar eso. —añadió Xaver.

Antes de que la conversación pudiera continuar, el poseedor del titán mandíbula y hermano de Jenell, Johann, interrumpió la conversación.

—¡Xaver, Jenell! ¿Qué tal?

Los dos guerreros se le quedaron mirando, sin saber muy bien qué responder al verse interrumpida su conversación.

—Estábamos hablando, Johann. —le replicó su hermana.

—No pasa nada, no te preocupes —siguió diciendo Xaver, intentando evitar un conflicto entre ellos—. Hablábamos sobre Zeke Jaeger, que heredera mi titán bestia.

—¿El chico prodigio? —los demás asintieron— He oído maravillas de él.

Johann se quedó observando a la nada un rato, haciendo que los demás se confundieran por su actitud, hasta que siguió hablando;

—Debe ser algo triste pensar que no nos queda mucho tiempo de vida.

—Es nuestro deber, Johann. —le replicó al instante su hermana, queriendo impedir una conversación más profunda sobre lo que realmente era su deber.

—Sí, tienes razón. —le respondió Johann, pillando a instante el por qué su hermana había dicho aquello.

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