Duele...

Duele, duele tanto,
duele que ahoga.

Siempre frio, callado en ocasiones y malvado cuando te lo propones.

Mis lagrimas de hielo perduran en mis mejillas porque tu no te tocaste el corazón.
Ni tuviste piedad para clavarme tu puñal.
Todavia sangra esa herida y me debato si vale la pena seguir a tu lado.
Fingiste todo el tiempo y de tonta crei en tus juramentos.
¡Cobarde!
Que no me diste la oportunidad de defenderme de tus ataques.
Luego vas de martir por la vida.

Duele, duele tanto,
duele que ahoga.

De repente se secó mi rostro ante la caricia de un extraño.
En el instante que puso sus ojos en mi, sané.
Creí que el amor no existía.
Y tambien pensé que mi agonía duraría.
Descubri que todo es pasajero, que el vacio se llena, que el dolor se calma y que las heridas cicatrizan.

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