Crescendo
Aquí la musa se precipitó a elegir a ciertos impresentables.
Esos que decían ser amigos o compañeros de vocación.
Solía ser vivaz además destacaba en cualquier sitio donde gozaba de los aplausos.
Crecía, y eso generaba tanta satisfacción en ellx que nunca se rendía.
Todo fue efimero.
Cayó como ese telón que daba término a un culebrón.
Ya no tenía lugar en ningún escenario.
Tuvo que aceptar que la fama era para los suertudos.
Ellx no persiguió el amor sino el dinero.
Sólo Le quedaba empezar de cero.
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