EPÍLOGO
Las luces de navidad parpadeaban y se reflejaban en las superficies esféricas de las bolas que colgaban, adornando cada una de las ramas artificiales del árbolde navidad, intensificando el brillo de colores en toda la habitación. El living de la casa del padre de Jungkook –su casa de antes de cumplir la mayoría de edad- era pequeño. Sólo un juego de sillones y una pequeña mesa entraban en él. El árbol de navidad estaba situado en una esquina, llamando la atención a penas se entraba a la casa.
Jungkook estaba sentado en uno de los sillones, sus ojos recorriendo los adornos del árbol, desde las esferas, hasta las luces y el pesebre. Era bonito. Bonito y doloroso.
La imagen de su madre resucitaba cada vez que miraba el pequeño cedro. Ella pidiéndole que le alcanzase los adornos para colocarlos cuidadosamente en cada rama, decorando el arbolito con paciencia y alegría.
Sus labios se curvaron un poco, una pequeña sonrisa apareciendo con el recuerdo. Cerró sus ojos, inspiró con profundidad, mantuvo el aire, sintiendo su corazón latiendo un poco adolorido, y luego lo soltó. Recordaba a su madre con ojos negros iguales a los de él, que se entrecerraban y brillaban al sonreír. Era una mujer de risa fácil y contagiosa. En sus recuerdos podía oírla reír, oírle llamarle por su nombre, incluso regañándole.
Volvió a abrir los ojos, el arbolito de navidad seguía allí, el mismo que solía armar su madre con él, con la diferencia que ya todo había cambiado demasiado, y ella ya no estaba hacía ya más años de lo que él hubiera deseado, y no se detendrían. Los años seguirían pasando, y cada vez se sentiría más lejano, pero no menos doloroso. Aunque lograra sonreír al recordarla, el nudo en su garganta y la presión en su pecho insistíanen robar el protagonismo.
Giró su rostro y vio a su padre al final del pasillo, hablando con sus tíos y tías, y sus primitos corriendo a su alrededor con autos de carrera de juguete. El hombre conversaba mientras caminaba de un lado a otro preparando la cena.
"Yo ya he perdido a tu madre, Jungkook. Lo último que quiero es perderte a ti. Agradezco a Dios todos los días porque estás a salvo."
Se había dado cuenta, que, dentro de su depresión por la pérdida de su madre, nunca había pensado en cómo su padre podría haberse sentido. En realidad, nunca habían hablado al respecto, no hasta que él se liberó de la fraternidad y su padre aceptó su sexualidad, diciéndole que estaba bien, que él sólo quería que fuera feliz, tal y como su madre también lo querría. Y las lágrimas del hombre aflojaron los rencores del último tiempo, y le abrió paso a su corazón nuevamente. Él no era el único que había perdido a su madre, su padre también lo había hecho.
Las navidades no se volvían mejores, su significado había cambiado, pero era parte del correr de la vida y de crecer. De momento, había aprendido a agradecer el estar bien acompañado. Sus años en la universidad se volvieron mejores al comenzar a pasarlos con Yoongi y sus compañeros de cursada.
Había trabajado su confianza consigo mismo y con otras personas, y en cuanto le permitió a sus compañeros de universidad llegar a él, con el tiempo se volvieron amigos, dándose cuenta que había personas allá afuera que podían ser como él, o que incluso, con todas sus diferencias, podían complementarse, entenderse y acompañarse.
En ocasiones, él y sus compañeros iban a liberar tensiones a los bares frente a la universidad.
Jungkook bebía un sorbo de cerveza y el amargor le llenó la boca. La sensación era extrañamente buena, el sabor ya no siendo poco agradable como solía ser, sino todo lo contrario. Las cosas cambiaban. Todo lo hacía.
Sonrió sutilmente.
- ¿En qué piensas? – uno de sus amigos le empujó un poco con el codo. Jungkook negó con la cabeza.
- Nada, sólo recordé algo.
"Es loco, ¿cierto? Cómo, aunque algunas personas se van, quedan vivas en lugares, en recuerdos. Siempre vuelven, siempre están ahí de alguna manera".
Antes pensaba que era mejor olvidar, porque los recuerdos dolían. Pero luego, el árbol de navidad de su casa ya no era tan triste, tal vez sí dolía, pero tampoco quería que se fuera para siempre porque realmente sentía como si su madre estuviera viva en él. Y la cerveza, a pesar de su sabor amargo, el recuerdo que le generaba le hacía tantas cosquillas en el estómago como las burbujas de la misma bebida.
La imagen de Jimin apoyado contra la encimera de la cocina, con una botella de cerveza -siendo esta la bebida que siempre elegía- en su mano y su cabello naranja despeinado, se presentaba completamente nítida en su mente. El sabor amargo le recordaba a la primera vez que había saboreado la bebida, y automáticamente le hacía recordar a Jimin. Paradójicamente, la amargura en su lengua le traía consigo dulces recuerdos; la sonrisa de Jimin, su actitud juguetona, sus charlas profundas e interesantes, sus primeros momentos a solas, sus primeros besos, todas sus primeras veces.
Las personas, aunque no estuviesen físicamente con él, volvían siempre. O quizás... nunca se habían ido realmente.
Jimin mismo lo había dicho. Siempre están ahí de una u otra manera.
Jungkook adoraba los tragos dulces, sin embargo, eran más las veces que prefería la cerveza. Solía tomarla en silencio, saboreando cada segundo desde el inicio al final.
Era, tal vez una de las pocas cosas que le quedaban para aferrarse. Eso y las esporádicas correspondencias de Jimin.
A veces se sentía como si Jimin sólo existiese en su mente, porque no hablaba sobre él con nadie, sólo le guardaba en su memoria y le visitaba mentalmente. Siempre volvía a él de alguna manera. Aunque hacía cuatro años que no le veía personalmente, cada vez que podía evocaba su recuerdo. Al principio se resistía a él, pero luego había dejado de hacerlo, permitiendo que Jimin inundase su mente por largos minutos, incluso horas.
Y cuando sus propias cartas obtenían una respuesta, quizás tres o cinco meses después, entonces finalmente sabía que Jimin seguía existiendo. Aunque a veces, se sentía como si estuviese atrapado en un extraño sueño o una realidad paralela.
Guardaba todas sus cartas en una caja y sólo las leía una vez para que no doliera tanto.
"Lo siento, estuve todo este tiempo pensando qué responder". Era lo que Jimin siempre escribía al inicio.
Jimin no era el mismo. Jimin siempre sabía qué decir.
Pero incluso a pesar de que cada mes que pasaba sin una respuesta una parte de él se sentía lejana y muerta, otra parte continuaba, aceptando las cosas como eran. A veces no sabía si le importaba demasiado o si le importaba poco.
Pero cuando una respuesta de Jimin llegaba, la vida florecía en él y como si no se hubiera dado cuenta que lo necesitaba para respirar, su corazón se llenaba de euforia.
Cuando la última carta de Jimin llegó, Jungkook lloró. Se desbordó por completo, sin poder detener los sollozos mientras apretaba la carta entre sus manos y la mojaba con sus lágrimas de rendición.
El viaje había sido silencioso y tranquilo. Había viajado solo, no quería compañía en una ocasión como esa. Yoongi le había acompañado lo suficiente todos esos años como para seguir utilizándole de apoyo moral y, de todos modos, era algo que quería hacer por su cuenta, no quería que nadie lo presenciara.
Estaba bien. Estaría bien.
La cárcel estaba en una zona residencial de Seúl, había sido construida hacía décadas, cuando aún no había edificios a su alrededor y sólo había casas bajas, algunas más grandes que otras, pero ninguna edificación se alzaba sobre ellas. Era un lugar bastante tranquilo donde el sol llegaba a cada rincón gracias a la carencia de edificios.
Jungkook esperó a varios metros de la salida en la parte trasera.
El clima era agradable, primaveral gracias a la calidez del sol. El lugar estaba callado, los autos se escuchaban muy lejos en alguna gran avenida y sólo se oían aves y las ramas de los árboles meciéndose por la brisa. Era pacífico, calmo.
Utilizó la armonía de ese momento para pensar y recordar.
Incluso luego de tanto tiempo, de seguir con su vida y reparar las partes de él mismo que se habían dañado, aún se tomaba el tiempo de volver siempre a lo que había solido ser aquella relación romántica que había marcado tanto su vida.
Incluso aunque se había hecho amigos, había conquistado el terreno de su universidad y adaptado a las exigencias de su carrera, logrando madurar en muchos aspectos, volvía siempre al mismo lugar. Incluso aunque había salido con otras personas, había tenido encuentros casuales e intentado que fueran más que eso, no habían perdurado ni se habían sentido tan intensos como se había sentido alguna vez en el pasado.
El tiempo le había permitido pensar en todo lo que había vivido, en todas las cosas en las que se había equivocado, y por sobre todo a comprobar que sus sentimientos estaban allí incluso luego de la terapia, de la medicación y del tiempo. Estaban ahí dentro suyo, perdurando como la cicatriz en su pecho que le recordaba el nombre de la persona a la que le pertenecía.
Y es que ese sentimiento nunca se había ido ni se iría.
La realidad era que ya no esperaba librarse de esos sentimientos, fuertes y salvajes. A pesar de que había vivido situaciones traumáticas, no eran suficiente como para poder olvidarse del pelinaranja que había conocido y de quien se había enamorado, quien había estado dividido entre las cosas que le habían obligado a creer y entre sus sentimientos por él. Y al final, le había elegido a él.
"Pase lo que pase, yo te amo. ¿Entiendes? Nunca... te haría daño. Nunca lo haré".
Quizás era debatible qué tan sano era que el amor surgiera en el contexto en que se habían conocido. Qué tan prudente era decidir, luego de tanto dolor, manipulación y peligro, que seguía sólo queriéndole a él. Pero debajo de todo lo que les había empujado a ambos a enamorarse, también había habido una genuina necesidad por ayudarse y salvarse mutuamente.
Para Jungkook, sus sentimientos eran reales y estaban intactos como si fuese la primera vez que se dijeron "Te amo". Como el día de su iniciación.
Y de todas, formas, ¿qué si no era algo sano? Había vivido los últimos cuatro años de su vida como la sociedad dictaba, pero sintiendo un vacío latente que ya nada tenía que ver con su madre, sino que tenía todo que ver con el chico que había grabado su nombre en su pecho. Y es que habían prometido ser sólo de ellos. Se entregaron para pertenecerse, y Jungkook aún creía en ello.
Había expresado sus pensamientos -suprimiendo algunos detalles- a su terapeuta, quien le dijo: "Quizás tengan cosas que resolver juntos aún".
Y Jungkook lo tomó como una luz verde a hacer lo que realmente deseaba y que utilizaría como excusa al momento de que alguien cuestionase sus decisiones.
Sonreía y se veía aceptablemente alegre todos los días, los suficiente como para que la gente a su alrededor -sus amigos de universidad, su padre y Yoongi- estuviesen felices de que él estaba viviendo una buena vida superando su terrible experiencia en la fraternidad y su relación con Jimin. Pero ni Yoongi ni nadie sabían de la parte del iceberg debajo de la superficie, y no era necesario que lo supieran tampoco.
Sólo una persona podía saber lo que se sentía, lo que era ese hambre y desesperación, la devoción por volverse uno en cuerpo, mente, y espíritu.
Ya tenía veintitrés años, y tenía el derecho de reclamar ya ser un adulto independiente como para decidir qué quería para su vida y que si le juzgaban por ello le diera igual. Porque estaba harto y enojado de que todos pretendieran saber qué era lo "correcto" o lo mejor para él.
A esas alturas le importaba una mierda qué era lo correcto. Lo había intentado y no lo había logrado. Ya no podía volver, no podía ser el Jungkook que había sido antes de Alpha chi lambda, antes de Jimin.
Había sobrevivido cuatro años fingiendo ser una persona decente, y lo había intentado realmente los primeros tres –el último se había rendido a ello-. Pero los humanos no podían contra su propia naturaleza. Era estúpido intentar negarla. Tal vez eran así porque no habían encontrado lo que él. No habían encontrado aquella cosa que prendiera la llama en su interior y que le devorara hasta sentir que podía morir sin arrepentimientos.
Inspiró y suspiró, mirando hacia arriba, el sol haciéndole cerrar los ojos. Había esperado años, y se habían sentido como toda una vida. Una vida vacía e infernal que terminaría ese día. Finalmente.
Oyó el sonido de hierro chirriando y volvió sus ojos al frente; el portón de la prisión se abrió de par en par. Su corazón comenzó a latir enloquecido. Sintió la euforia que había sentido en el pasado, la adrenalina en su sangre que no le hacía querer huir sino lanzarse en caída libre como si fuese incapaz de morir.
La sensación de ser más que cualquiera, más que todo.
Al final, luego de todo el dolor anclado en su pecho, de las idas y vueltas entre la sanidad y la locura, había elegido lo segundo, porque suponía que algo debía de haber hecho bien, porque nunca se había sentido tan vivo antes de él.
Jimin dio un primer paso al frente algo dubitativo y luego otro, hasta que finalmente caminó algo más seguro hasta que llegó a él. Jungkook tenía el aire atascado en la garganta.
La persona frente a él se veía calma, con una expresión seria y serena. Maduro y para nada como lo que solía conocer. Pero entonces Jimin sonrió, las comisuras de sus labios estirándose y sus ojos entrecerrándose, trayendo el mundo a sus pies.
Jungkook sintió el calor escalando desde su estómago hacia su pecho, arrasando, y como si tuviese miedo a que fuese demasiado tarde, en un segundo tomó con sus manos los lados del rostro de Jimin y chocó sus bocas juntas. Sintió unos brazos abrazarle con fuerza, apretando su cuerpo y sosteniéndole con fuerza decidido a no dejarle separarles.
El beso fue largo, afectuoso pero abrasivo. Necesitado e insaciable. Sus labios sintieron la textura suave y el calor mutuo que hacía tanto no sentían. Se besaron cambiando la inclinación de sus cabezas de vez en cuando. Se besaron provocando chasquidos y suspiros aliviados. Se besaron respirando el aroma que tanto habían extrañado del otro. El movimiento de sus lenguas era tan familiar. Los toques de sus manos contra sus cuerpos y sus rostros, acariciando y palpando como si quisieran comprobar que eran reales, susurrando entre besos; "Estás aquí. Por fin estás aquí".
Cuando finalmente se separaron, agitados y tomando bocanadas de aire se abrazaron, sintiéndose imposible y doloroso separarse incluso por un segundo luego de volver a sentirse el uno al otro después de tanto tiempo. Tanto tiempo anhelando y extrañando en silencio.
Permanecieron de esa manera por varios minutos, quizás cinco o más. El silencio envolviéndoles, dejándoles escuchar sus respiraciones conmocionadas. Sus corazones se golpeaban mutuamente a través de sus pechos apretados juntos. Era íntimo, lo más íntimo que habían tenido en años.
Cuando decidieron mirarse, encontrando sus ojos, sus manos aún permanecieron sobre el otro resistiéndose a cortar cualquier tipo de contacto físico. Ya no más.
Jimin se inclinó y besó su mejilla, y así recorrió su rostro con adoración, saboreando las lágrimas de Jungkook y mezclándolas con las suyas.
- Por Dios... realmente eres tú... - susurró besándole – Realmente estás aquí – le besó una y otra vez con sus manos en los lados de su cabeza.
- Te extrañé tanto... - respondió.
Jimin apoyó su frente contra la de él, esperando regular su respiración. Ambos sentían que sus pulmones no tenían el suficiente aire, como si hubieran corrido kilómetros sin parar y pudieran desvanecerse en cualquier momento.
- Te amo – dijo Jungkook y a Jimin se le detuvo la respiración. Separó sus frentes y le miró. Los ojos de Jungkook estaban enrojecidos, mirándole con intensidad. Suspiró y sonrió, negando con la cabeza se secó las lágrimas con el puño de su ropa.
- Te tardaste cuatro años... - se quejó, pero el tono juguetón en su voz fue evidente.
- Nunca dejé de hacerlo... - aseguró – Pero... dolía si quiera pensarlo, aún más decirlo.
- Lo siento... - la expresión de Jimin cambió, sus cejas se juntaron y su boca se torció. La culpa le carcomía aún – Lo siento por todo... - murmuró. Jungkook quiso alejar la culpa de él instantáneamente.
- Deja de disculparte, no tienes que hacerlo. El pasado ya no importa, déjalo donde pertenece – recorrió su rostro con sus ojos. Se sintió lleno al verle finalmente allí, frente suyo. Sus manos acariciaron el rostro de Jimin, acariciaron su cabello, su cuello. Nunca iba a dejarle ir – Hoy es un día especial, el primero de nuestra próxima vida – aseguró y Jimin sonrió, sintiendo un estallido de calidez en su corazón.
No importaba que no les entendieran. No importaba lo que la gente creía que sabía de ellos. Porque realmente no sabían ni entendían nada. No importaba qué creyeran moralmente correcto, si lo de ellos nunca tendría que haber continuado o sucedido en primer lugar. No importaba si pensaban que no fuera sano, si eran dos personas que habían sido víctimas de abuso mental y físico que aún sentían ese sentimiento de querer entregarse al Universo como si ellos quisieran perderse en él para siempre y nunca más regresar a este plano, sólo para poner en evidencia ese amor intenso y abrasador que sentían.
Eran todo lo que necesitaban, nada más ni nada menos, sólo justamente ellos.
Lo habían prometido, lo habían pactado con sangre, y no había sido en vano. Realmente creían en ello.
Jimin volvió a besarle, arrancándole de la boca los "Te amo" que repetía constantemente para que le quedase grabado en la mente, y él se llenaba de ellos, agradecido de tenerlo, agradecido de que fuera sólo suyo.
Cuatro años habían sido suficientes para saber que nada llenaría el vacío. Que esa monotonía, esa vida llena de nada, no era vida. Habían vuelto de la muerte, para renacer en una nueva vida que comenzaría ese día, hasta que otra muerte volviera a separarles, y el ciclo volvería a empezar, pero tenían la creencia de que siempre volverían a estar juntos.
- ¿Estás listo? – Jimin preguntó, acariciando su cabello, despejando la frente de Jungkook de sus mechones oscuros. Éste se acercó, tocando las puntas de sus narices.
- In omnia paratus.
Fin
* * *
Eso fue todo, gente bella.
Finalmente hemos llegado al final de esta historia tan movilizante.
Llevaba tiempo queriendo hacer una historia sobre una fraternidad, y cuando se me ocurrió que esa fraternidad podía ser una secta, ahí comenzaron a cerrar varias cosas que quería intentar. Principalmente quería que fuera una historia que tuviese más suspenso y sea algo siniestra en comparación a otras historias que escribí. Estoy contenta con el resultado, fue entretenido escribirla, aunque a veces tenía bloqueos mentales.
Estuve investigando a fondo todo lo relacionado a distintos cultos y cómo accionan, me vi películas, documentales y leí mucho. Al inicio de la historia, los personajes que eran parte de Alpha chi lambda fueron presentados como personas que poco a poco inspiraban a Jungkook a querer formar parte. Los miembros de la fraternidad tenían esa vibra de equipo que le daban ganas de querer unirse para sentirse como ellos, tener esa alegría y sentimiento de unidad, de pertenecer a algo. Siempre había un ambiente de euforia y excitación que evitaba que Jungkook viera que podía haber algo malo en ello, eran personas que él había llegado a admirar por lo tan lejanos que se sentían de él. A la edad de dieciocho años muchos de nosotros todavía estamos buscando nuestro lugar (otros seguimos jajaj) y es la razón por la que Jungkook era un blanco fácil, y las personas jóvenes en general lo eran.
En un punto, todo parecía ser positivo, pero quizás incluso si volviesen a leer algunas partes de los primeros capítulos, las señales siempre estaban ahí, a veces más evidentes, otras no tanto.
Algo que también quise retratar fue el deterioro mental de los miembros de las sectas. No sólo de Jimin, sino también se ve en Jungkook, y bastante se ve en Taemin, quien le había confesado a Jimin que escuchaba unas "voces" que constantemente le repetían que las cosas estaban mal, volviéndose éstas en síntomas de posibles brotes psicóticos, algo que ha sucedido a muchas personas que pasaron por experiencias traumáticas en sectas.
Las sectas, en general, ponen mucha presión sobre sus miembros. Ellos te dan algo que buscabas, te refugian cuando lo necesitás, pero vos tenés que darles algo a cambio a ellos por eso, y si no lo haces te hacen sentir culpa y remordimiento, comienza a haber actitudes pasivo-agresivas, y te acorralan hasta conseguir que les des lo que quieren. Siempre accionan igual, y si empezás a dudar de qué intensiones tienen, van a encontrar la forma de hacerte sentir que estás equivocado y tenés que seguir el camino que ellos te marcan para que te liberes de las cosas que te impiden crecer/mejorar. pero, al final, sólo es manipulación para aprovecharse de las personas, ya sea por intereses económicos o explotación sexual.
Esta presión es lo que ha llevado a muchas personas a desarrollar estados de paranoia y brotes psicóticos.
En cuanto a Jimin y Jungkook, creo que fue claro todo lo que pasó con ellos y cómo la relación de ambos se desarrolló, y poniendo al final en tela de juicio si el estar juntos es "lo correcto" o no. En mis historias siempre pongo finales donde los personajes hacen una reflexión sobre sus acciones y eligen tomar el camino más sano para su salud mental. Esto depende de cada uno, así que creo con este epílogo cada quien podrá sacar su propia conclusión o debatirse si Jimin y Jungkook tenían que volver a estar juntos o no cruzar más sus caminos para no seguir atados a algo que les recuerde a sus traumas.
Me gustó hacer un final donde ellos no estuviesen juntos, donde se separacen y todo fuese amargo, porque es un descenlace real, pero sabía ya cómo iba a ser el epílogo, y que ellos volverían al final, con Jungkook decidiendo seguir teniendo a Jimin en su vida y conservando parte de lo que había vivido en la fraternidad.
Espero que les haya gustado la historia en general. Me gustó leer sus comentarios, saber qué pensaban al respecto. Siempre es un buen "feedback" para saber si lo que estoy escribiendo está siendo interpretado como yo espero o no, y leer lo que otro interpreta de lo que uno escribe es muy interesante.
Hasta acá llego con esto, ya volveré con más historias y espero verlos ahí leyéndome. Tengo bastantes ideas desarrollándose (y pensaba que ya no tenía más (?)
Gracias por todo el apoyo, espero que recomienden la historia a otras personas si les gustó, me ayudaría mucho a crecer.
Nos leemos 💫
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