6. Cuestionamiento y Termodinámica

En la vida de Jungkook pocas cosas habían sido emocionantes. Lo único que le había generado una de las emociones más fuertes había sido la muerte de su madre, y aquello le bastó para que algo dentro de él hiciera "crack".

Él se había venido abajo, y no había logrado mejorar. Simplemente parecía que había hecho lo mínimo e indispensable para que su corazón roto se mantuviera con sus pedazos unidos por medio de cinta adhesiva que amenazaba con despegarse. Era frágil y débil, pero existía de alguna manera.

Así que, partiendo de aquello, no se esperaba tener un buen momento con sus compañeros jugando al UNO en aquella fiesta que se habían montado sólo con algunos amigos y amigas luego de la victoria de su equipo de baseball.

Hacía demasiado tiempo que Jungkook no se reía genuinamente. Sus compañeros habían logrado hacerle sentir cómodo. Se permitió relajarse y disfrutar de una partida de cartas; algo nuevo para él.

Haber crecido en un ambiente conservador con niños que eran igual de reservados, exceptuando por Yoongi, hacía que el jugar una partida de cartas con un grupo de gente fuese algo extraordinario para él. Verse en un ambiente social, jugando y divirtiéndose le había hecho sentir orgulloso de sí mismo.

Demonios, ni si quiera recordaba tener esa sensación aleteante en el pecho, la alegría de sentirse bien consigo mismo. Estaba aprendiendo a adaptarse. Estaba integrándose.

Pero lo peor –o lo mejor- vino después. Cuando luego de unas copas sintió sus piernas flojas y su cuerpo hormigueando. Ninguno de sus compañeros se había esperado verle así, le sonreían y hacían chistes por su estado, diciendo que era adorable.

Él se sonrojaba y negaba con la cabeza, mientras veía cómo un pelinaranja le miraba con atención y en completo silencio, esbozando una leve sonrisa ladina.

Su amigo Ten le había animado a beber, a probar bebidas. Jungkook no conocía otra cosa que la cerveza, y el sabor era demasiado amargo para él. No tenía altas expectativas, así que el encontrarse con el mundo de los tragos dulces le había dejado maravillado. Quizás demasiado, porque casi no podía caminar.

Se sentía genial, ¿Para qué mentir? Todo era más gracioso, más divertido, y más libre. Cosas como esa desmotivación que tiraba de su pecho hasta el suelo y más abajo, no parecían importar en ese momento. Sólo podía conectarse con el presente y los chistes de sus compañeros, en cómo le insistían en que bailara y él se dejaba llevar como si la vergüenza nunca hubiera existido en él.

Cuando pudo escaparse de sus amigos bailarines, decidió tomar su vaso nuevamente para seguir bebiendo, pero rápidamente una mano se lo quitó. Jungkook miró el vaso alejarse como si se tratara de un bebé a quien le habían sacado su chupete.

- Hey – se quejó cuando hizo contacto visual con el chico de cabellos anaranjados.

- Ya bebiste suficiente – resaltó llevándose el vaso a su boca y bebiendo del trago ajeno.

- No es justo... es mío – intentó quitárselo e hizo un puchero con sus labios al fracasar. Jimin se mordisqueó los labios por la mueca infantil del otro.

- Ya estás borracho, te pondrás peor si sigues.

- Yo estoy perfectamente.

Alzó una ceja, pero la expresión fue demasiado graciosa para Jimin y no podía tomarle en serio. Jungkook incluso sentía un cosquilleo en su pecho queriendo reír también.

- Claro, estás perfectamente – rió irónico. Volvió a sorber del trago.

- ¡Vamos! ¡Es mío, no te lo termines! – lloriqueó y Jimin sintió su estómago contraerse por ver a Jungkook con sus cejas juntas y su rostro de súplica. Jungkook no prestaba atención a nada más que no fuera aquella bebida, ignorando la mirada intensa del mayor.

- Con una condición.

- ¿Cuál?

- Acompáñame a nuestra habitación – le habló bajo, como si fuese un secreto – Aquí hay demasiada gente.

- ¿Para qué quieres que vaya? – arrugó su nariz, sintiéndose confundido.

- Me gustaría charlar contigo. A solas – sonrió – así que si vamos podrás terminarte tu bebida.

Jungkook se lo pensó un poco, y a pesar de que una expresión enojada y ofendida se plantó en su rostro, aceptó de todos modos.

Jimin rió por sus adentros, pensando en que Jungkook era demasiado fácil de persuadir, aunque lo último que hubiese creído era que terminaría convenciéndole de estar a solas utilizando el alcohol como señuelo. Claramente el pelinegro no era esa clase de chico, pero aun así había descubierto el mundo del alcohol y parecía haberle gustado.

De haber sabido que Jungkook se distendería y bajaría la guardia con alcohol en su sistema, le hubiese inducido al hábito desde antes.

Jungkook subió las escaleras torpemente, tropezándose con el último escalón y riéndose de sí mismo. Jimin le sostuvo del brazo y entraron a la recámara. El menor se tiró a su cama de lleno y Jimin se acercó a él.

- Mi premio – estiró su mano indicándole a Jimin lo que quería.

Éste dudó por unos segundos porque presentía que si se lo negaba armaría un berrinche y terminaría yéndose. Y él no quería eso. Suspiró, dándole el vaso y viendo cómo el menor se sentaba derecho para terminar de tomarlo.

Jungkook sorbió y levantó sus ojos negros para ver a Jimin.

Normalmente el menor le hubiera evitado o mantenido la distancia, estando con la guardia en alto, pero en ese momento estaba como un pequeño cordero, ingenuo y desatento.

Jungkook era un chico demasiado difícil de tratar, no era fácil que se abriera, que hablase de sus miedos o compartiese parte de sus pensamientos. Tenerle allí, sólo para él, era todo lo que había deseado desde que le vio jugar y divertirse con el resto de sus compañeros.

No supo en qué momento pasó tanto tiempo allí, parado en la habitación, observando al menor con tanta determinación. Éste estaba en silencio, bebiendo y con esa cara tan bonita, tan relajado, tan tranquilo. No podía dejar de mirarlo y pensar cosas. Tenía una cierta fascinación por el chico.

La inocencia le salía por los poros y estaba allí, tan indefenso que podía hacerle cualquier cosa. Cualquiera podría hacerle cualquier cosa a un chico de sólo dieciocho años y ebrio.

La simple idea de que Jungkook le dejase tocarle le hacía impacientarse, pero sabía que si lo hacía podía llegar a asustarlo y no quería eso. Quería que Jungkook se volviese cada vez más cercano a él, ganar su confianza.

Decidió sentarse en el suelo, apoyando su espalda contra la cama de Jungkook. Giró su rostro, le miró y palpó con su mano derecha el lugar a su lado en el suelo.

Jungkook no lo pensó y se sentó a su lado.

El mayor decidió que era momento de romper el silencio, decir algo. Carraspeó, captando toda la atención del contrario.

- Parece que te has divertido con los chicos. A todos les gustas mucho, Jungkook.

- ¿E-en serio? – tartamudeó, sintiéndose sorprendido de que fuera así. Su hyung le sonrió.

- Sí, te estimamos mucho... ya podemos verte como nuestro pequeño hermano – expresó con una voz suave – Si te nos unes estaríamos muy felices de tenerte.

- Yo... no sé si pueda ser parte...

- ¿Por qué no? – inquirió con curiosidad y el menor se rascó la nuca, sonriendo un poco nervioso y por los efectos del alcohol que le hacían sentir algo risueño.

- Todos aquí son diferentes a mí...

- Otra vez con eso... - le reprochó – Aquí en Alpha chi lambda somos todos diferentes, Jungkookie, y eso es lo que nos hace humanos, pero el unirnos pese a esas diferencias es lo que nos hace más que eso, hermanos. Aquí siempre tendrás tu refugio y un lugar donde superar tus inseguridades y derribar todas tus barreras. ¿No quisieras eso?

- Sí... - respondió anhelante.

- Entonces es tu oportunidad.

Jimin giró su cuerpo para ver mejor a Jungkook y dejar sus cuerpos enfrentados.

El pelinegro pudo observar con detenimiento los rasgos del mayor y pudo concluir que era muy atractivo, incluso a pesar de ser un chico podía admitir tal cosa. Su cabello naranja se veía tan suave y el color ese le sentaba muy bien.

Fue en el momento que Jimin se relamió los labios que les prestó atención una vez más. Tenía la curiosidad de querer tocarlos, nunca había visto unos labios tan suaves y voluminosos, pero no lo hizo, no sabía si quiera en qué estaba pensando.

Negó con su cabeza y miró hacia otro lado.

- ¿Qué sucede? – le cuestionó Jimin.

- Nada.

Tiró su cabeza hacia atrás apoyándola cómodamente sobre el colchón de su cama y cerró los ojos.

Sentía como si su cuerpo pesara menos, en momentos hasta era como si estuviese levitando, una situación extraña y ciertamente agradable. Jamás había pensado que estar ebrio sería tan bueno.

Estaba tranquilo hasta que sintió el tacto de la mano de Jimin en su cuello. Volvió su cabeza y le miró.

- Tienes un lunar aquí en el cuello – lo tocó con su dedo índice – Tienes varios en tu cara también.

- Tú también tienes – dijo al ver dos que tenía en la frente, luego otro que tenía en su pómulo derecho. En el cuello también tenía.

Jungkook recordó sobre su lunar en el labio y pensó en que Jimin no tenía uno allí, pero también pensó en eso que le había dicho hacía tiempo y le había hecho morir de vergüenza y aún lo hacía, sólo que su estado de ebriedad hacía que su timidez fuese menos pronunciada.

La mano de Jimin fue a parar a su cabello, peinándolo un poco y Jungkook cada vez se acostumbraba más a que hiciera esas cosas. No obstante, luego recordó cuando Jimin le había dicho que quería besarle. Se había sentido tan nervioso que casi sentía podría salirse de su propia piel.

¿Era posible que Jimin quisiera besarle? ¿Por qué querría hacer tal cosa? Jungkook no sabía cómo se sentía un beso ni lo que era tan especial de eso. ¿No era absurdo? Besar a alguien, tocarse los labios mutuamente e intercambiar... saliva. ¿Por qué la gente lo hacía? ¿Quiénes habían sido los primeros Homo sapiens en ocurrírseles hacer algo así?

Se relamió los labios con inquietud y decidió preguntar con mera curiosidad en voz alta.

- ¿Era cierto que querías besarme? – le preguntó.

La expresión pasmada del mayor evidenciaba que la pregunta le había descolocado un tanto. Esa pregunta no era algo que se esperaría de Jungkook. La intriga le invadió al preguntarse por qué al menor se le había ocurrido aquello.

- Sí, ¿por qué te lo diría sino?

- No lo sé.

- De hecho, quiero besarte ahora mismo.

Fue tan directo que Jungkook quedó con esas palabras rebotando en su cabeza y sintió su estómago hormiguear, los nervios haciéndole cosquillas.

- ¿Puedo?

- No – negó de inmediato.

- Vamos, no seas malo – insistió con un tono aniñado y Jungkook rió.

- Claro que no.

- ¿Por qué no?

- Porque no quiero.

- ¿Cómo puedes saber que no quieres si no sabes si te gusta o no? Deberías probar, dejar que te bese y luego me dices – le alzó las cejas sugerentemente, ofreciéndole aquello como si fuese una especie de trato y al menor le causó aún más gracia.

- No quiero, ve a besar a alguien más – arrastró su voz ronca y entre risas.

- Pero yo quiero besarte a ti – se le acercó haciéndose el coqueto, Jungkook le empujó un poco para alejarle y luego volvió a reír – Te estás riendo... eres muy lindo cuando ríes.

- Deja de decir cosas vergonzosas...

- ¿Por qué son vergonzosas? ¿Está mal que te diga lo que pienso? Deberías de tomarlo como un cumplido, porque lo es.

- Es extraño – dijo sin convencerse.

Jimin le decía esas cosas y él no sabía cómo reaccionar, se llenaba de vergüenza, se cohibía y tenía ganas de esconderse para que no viera cuando se ponía rojo por sus palabras. Se sentía tonto y algo desprotegido.

En cambio el mayor siempre sabía qué decir, cómo reaccionar. Deseaba poder ser así y no verse siempre tan indefenso y débil.

- No tiene nada de malo para mí decirte cosas lindas, creo que mereces saberlo y no deberías avergonzarte – explicó, viendo cómo el menor guardaba silencio por un rato, mirando sus dedos sobre sus piernas cruzadas.

- ¿Cuándo te empezaron a gustar los chicos?

Jimin pensó en que el alcohol claramente había aflojado la lengua de Jungkook, desatando quizás los pensamientos que normalmente no dejaba que saliesen en palabras.

El pelinegro realmente quería saber. Jamás le había preguntado en profundidad a su amigo Yoongi, porque nunca habían hablado del tema, pero en este caso donde había un chico que puntualmente gustaba de él, realmente quería saberlo. Le generaba curiosidad, no conocía de esos sentimientos. Tenía tantas dudas, tantas confusiones. Había tantas cosas que no sabía. Y por sobre todo, nunca nadie había gustado de él. Era la primera vez.

Jimin se sorprendió un poco por la pregunta porque no pensaba que fuese algo que al contrario le interesase saber.

Claro que respondió con gusto.

- Es algo que lo fui sintiendo a lo largo de mi infancia.

- ¿Tu infancia? – le asombró que fuera algo que supiera desde tan pequeño. El pelinaranja asintió.

- Mis padres siempre fueron abiertos con el tema. En Alpha chi lambda no tenemos los prejuicios de muchos. Es una estupidez el pensar que las personas sólo pueden ser de una única forma, que se les exija ser lo que no son.

La cuestión era que la sexualidad era un simple espectro. La heterosexualidad había sido marcada como lo "normal" por miles de años, pero con el paso del tiempo las personas habían mostrado su verdadera naturaleza, librándose de los estereotipos y normativas de la sociedad y la iglesia, demostrando que la heterosexualidad no era la única orientación sexual existente ni mucho menos la única "correcta". Todas eran correctas y válidas.

Jungkook se permitió escuchar en silencio, disfrutando de la voz del mayor, calma y segura.

"Nos vendieron por milenios una idea de la normalidad que es completamente errónea y que nada tiene que ver con la verdadera naturaleza del ser humano".

El menor intentaba comprender lo que acababa de oír. Si era honesto consigo mismo, jamás se había cuestionado demasiado si era correcta la idea de la homosexualidad que tenían en el cristianismo. Era cierto que él pensaba que lo "normal" era la heterosexualidad, pero claramente si se paraba del lado de Jimin podía ver una realidad completamente diferente y nunca se lo había planteado de ese modo. 

- Me dijiste que tu familia es cristiana, es obvio que sólo iban a enseñarte su versión de la historia. Los homosexuales van en contra de sus ideas, pero si sales de ello podrás ver un mundo nuevo y completamente diferente. Se trata de que lo explores tú mismo, librándote de los prejuicios que imponen los demás.

Jimin le explicó que naturalmente, más allá de los factores biológicos, todas las personas tienen el potencial de sentirse atraídos por cualquier sexo, pero en sus cabezas son amedrentados de pequeños para que sólo conozcan una versión de la realidad: el gustar del sexo opuesto. Si el caso era lo contrario, entonces algo estaba mal.

Pudo empatizar un poco con aquellas personas que hacían marchas y se manifestaban por los derechos de la comunidad LGBTQ+. Él solía ignorar el tema, simplemente porque su padre apagaba la televisión si veía que hablaban sobre ello. No pensaba que era importante, hasta que Jimin le hizo ver varias cosas que estaban mal en ello.

Le hizo ver que iba más allá de simplemente tomarlo como algo no normal. Era invalidar los sentimientos de otras personas. Invalidar su ser, su identidad. 

Y eso sólo podía catalogarse como algo cruel.

- Si enseñas a un niño que ser homosexual está mal, cuando se de cuenta que esa es su sexualidad entonces pensará que algo está mal con él y realmente no es algo que puedas cambiar, ni tampoco es algo que está mal. Hay personas que viven una vida de sufrimiento porque la sociedad no les acepta como son. Gracias a esa idea de la iglesia, hay personas que sienten que no debieron haber nacido.

Jimin había tenido la dicha de criarse en una familia donde no le habían obligado a ser de ninguna manera que él no quisiera. Sólo se trataba de ser él mismo, de tener aquella libertad, porque era un derecho. Jungkook sentía que no había tenido muchas libertades, más bien había seguido el camino de Dios porque era lo único que le habían enseñado. ¿Y si había algo más? ¿Y si eso que le enseñaron no era todo lo que había en realidad?

Él quería saberlo, y el pelinaranja parecía tener la respuesta a todas sus dudas, y no sólo eso. Jungkook pensaba que era fascinante todo lo que Jimin tenía para decir.

- ¿Por eso odias a Dios? – cuestionó.

- Odiar es demasiado. Sólo no creo que sea alguien justo. Simplemente no creo en él.

- Y entonces... ¿En qué crees?

- En una religión que me dice que puedo besarte ahora mismo y me dejarás que lo haga.

- ¡Claro que no!

Jimin se carcajeó y Jungkook se cruzó de brazos, alejándose de él y manteniendo la distancia para que dejase de insistir, pero en cambio sólo lograba provocarle más.

El mayor podría ser desvergonzado, pero Jungkook también sentía que no importaba lo que él hiciese, o si decía alguna tontería o si parecía un ingenuo, Jimin al parecer no tenía problema con ello. Sonreía y respondía a sus preguntas por más tontas que fuesen, mantenía la conversación con él y extrañamente se sentía a gusto así. 

Sentía que Jimin no le juzgaría, y eso le gustaba.

Casi se habían olvidado que la fiesta seguía abajo, pero ellos dos se habían aislado del resto ya desde hacía dos horas.

Jungkook se reía por lo bajo, acompañado de Jimin, quien no paraba de decir cosas que le parecían graciosas. Le había dicho sobre algunas cosas que habían sucedido en algunos de los campamentos y como todo lo que sus compañeros hacían, Jungkook pensó que sonaba divertido.

Por algunos momentos, Jimin permanecía en silencio mirando cómo Jungkook se sonrojaba y sonreía, empujándole y diciéndole que ya dejara de mirarle de esa manera, pero es que el mayor no podía evitarlo. Algo de alcohol quedaba en el sistema del menor y quería aprovecharlo, porque estaba así de suelto, así de risueño, y así de despreocupado.

- ¿Te sientes bien? – preguntó el mayor con una sonrisa y su cuerpo levemente girado hacia el lado de Jungkook. Ambos habían terminado en la cama del menor, hablando.

- Sí... muy bien – asintió, cerrando un poco los ojos, pero volvió a abrirlos cuando sintió los dedos de Jimin acariciando su cabello.

La situación era un tanto íntima para el pelinegro, pero de alguna manera no le extrañaba que Jimin le tocase de esa forma, ya era algo natural en él.

Mientras oía a Jimin hablar, él sólo podía prestar atención a los gestos y las palabras como si no existiese nada más. Ya no había algo como sentimientos de insuficiencia o auto-reproche, sólo eran él y Jimin en ese instante.

Se giró hacia su hyung, recostando de lado su cabeza contra el colchón. Su expresión era risueña, disfrutando de la suavidad que sentía en su cuerpo y el mayor le miraba con un hambre que le salía del pecho. Y Jungkook no era capaz de notarlo. Era demasiado ingenuo para darse cuenta.

- Cuéntame algo más... - pidió con una sonrisa ladina y sus ojos entrecerrados. El mayor le devolvió el mismo gesto.

- ¿Qué quieres que te cuente?

- No lo sé... alguna de todas esas cosas... que sabes tanto...

- ¿Soy alguna clase de enciclopedia o qué? – soltó entre risas y contagió a Jungkook al darse cuenta éste de que había sonado bastante raro.

- Algo así... yo... hay muchas cosas que no sé... como lo que se siente gustar de alguien... o tener un gran grupo de amigos... o creer en uno mismo... - su voz se volvió un profundo murmullo, y suspiró cansado por la pesadez de recordar quién era él en verdad. El Jungkook de siempre, el de todos los días – Hasta hace un tiempo jamás me había cuestionado lo que aprendí de pequeño...

- No me sorprende que haya sido así. Las personas cristianas quieren evitar que el resto cometa pecados tales como matar, mentir, o la lujuria. No quieren aceptar que el ser humano es así por naturaleza. Matamos, mentimos, tenemos sexo con otros, al igual que cualquier animal en el mundo.

- Pero... si las personas no temen a que alguien les castigue, o ir al infierno, entonces... todo sería puro caos.

- El caos es necesario.

Jungkook entrecerró los ojos. Perdido y pensativo.

La manera en la que el pelinaranja hablaba le hacía suponer que tenía una buena justificación para ello, probablemente irrefutable.

Y de cierta manera, él debía admitir que existía un pequeño deseo de encontrar algo que fuera por encima de lo que las personas cristianas de su entorno veneraban tanto. 

Se había sentido como un ave enjaulada desde pequeño, siguiendo mandatos ajenos, y Jimin parecía tener la contracara de aquello. Una respuesta para comprender por qué se había sentido tan poco lleno al pensar en Dios.

Necesitaba algo de lo que aferrarse.

- ¿Has escuchado hablar de la termodinámica?

Jungkook entrecerró los ojos, dentro de su mente se debatió qué tenía que ver algo como eso en lo que ambos estaban hablando, pero claramente el contrario tenía un punto que quería demostrar y no no le negaría la oportunidad.

- Sí, es sobre el comportamiento de la energía en el universo – respondió, y el contrario asintió con la cabeza.

- En la termodinámica hay un concepto llamado Entropía, lo que se puede traducir como desorden. Según la termodinámica, la Entropía del universo va en aumento, es decir que el desorden aumenta, el caos aumenta. Y lo que muchas personas no saben, a menos que hayan estudiado o leído sobre termodinámica o procesos biológicos, es que gracias al caos la vida es posible.

- ¿Y tú cómo lo sabes? – preguntó asombrado.

- Han sido años de escuchar a mi padre y al señor Wang hablar en sus seminarios, o incluso en casa - contestó con una risa - además de leer mucho.

Jungkook quería oír más.

- Los seres vivos estamos en lo que se llama un equilibrio dinámico; el constante movimiento de materia y energía, lo cual permite que estemos vivos. Si el flujo de materia y energía se iguala o cesa, nuestro organismo llega al equilibrio absoluto. Entonces ¿Qué crees que sucede?

Jimin hablaba con fascinación, con el brillo en sus ojos y el tinte de emoción en su voz.

Ante la pregunta, Jungkook permaneció en silencio, divagando por las palabras y las cosas que él sabía, por aquel mundo tan pequeño en el que había sido criado. Era cierto que algunas de esas cosas que hablaba Jimin eran parte de sus clases de biología o ciencias naturales en su escuela, pero le parecía simplemente interesante cómo Jimin lo veía, interpretando que incluso las cosas malas, eran en algún punto buenas. Tal parecía que eso lo había aprendido de su propia familia.

Algo así como que si quitas de un lado, agregas del otro. Y el Universo tenía sentido de esa manera.

Y entonces respondió.

- Morimos.




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