55. Te encontraré en mi próxima vida (FINAL)

Trigger warning: este capítulo contiene una escena de violencia física e intento de agresión sexual que puede resultar  perturbadora para algunos lectores. Lean con discreción.

Nota: El capítulo es largo, 6k aprox.

* * *



Llevaba tres meses trabajando en la empresa de Yoongi, y ya había terminado de rendir las equivalencias para que le reconociesen las materias que había rendido y aprobado para ingresar a la Universidad en Seúl y tuvo la suerte de poder ser ubicado en un humilde puesto en la empresa. Él aún no era ingeniero informático, apenas comenzaba, pero eso no le impidió que le emplearan para hacer tareas administrativas y sencillas. Con el tiempo, él avanzaría en la carrera y así podría apuntar a mejores puestos de trabajo. Lo importante era que ya había sentado base en una empresa que podía asegurarle un buen futuro.

Daegu era una linda ciudad, hacía ya cinco cuatro meses que se había mudad, le había venido bien para cambiar de aires. Honestamente, a pesar de que su relación con su padre había cambiado positivamente, él ya no sentía que allí fuese su hogar. Lo había sido en algún momento, pero él quería buscar su propio destino y construirse una vida para sí mismo. Lo había intentado al cumplir los dieciocho años y... no había ido nada bien.

Pero ya no era quien solía ser.

Actualmente solía ser desconfiado cada vez que conocía a alguien nuevo. En ese sentido parecía haber vuelto a sus inicios. Sus tiempos antes de Alpha chi lambda. Antes de Jimin.

Los compañeros en su universidad podían parecer amables por fuera y le trataban bien, pero Jungkook tenía esa espinita de inquietud clavada en su pecho y la sospecha en su mente. No confiaba en las personas que le rodeaban. A veces le invitaban a comer o a beber, pero él siempre declinaba las ofertas. No se juntaba con sus compañeros fuera de la universidad, siempre lo hacía dentro, evitando momentos a solas con cualquier persona que no fuera Yoongi.

Para los trabajos, tareas o informes de las materias que requerían ser hechos en grupo, él siempre tenía una buena excusa para no ir a la casa de alguno de sus compañeros. Su única opción eran la biblioteca o los espacios de estudio de la universidad. No daba más de él a nadie.

"Kook, no todos los estudiantes forman parte de sectas", le había dicho Yoongi. Él lo sabía. Su sentido de la lógica, su parte racional, le decía que estaba siendo exagerado, pero aun así el miedo por volver a pasar por lo mismo le había vuelto demasiado precavido. Se sentía estúpido por ser tan paranoico de pensar que todo el mundo podía estar interesado en convertirle a una especie de culto y obligarle a tener sexo, abusar de él.

Antes las personas sólo parecían estar demasiado desinteresadas y ajenas a él. Ahora, era todo lo contrario, sentía como si estuviesen observándole, esperando el momento justo para enroscarle en sus dedos. Porque, anteriormente, nunca hubiera imaginado que ese tipo de personas podían estar cerca de él, camufladas entre la multitud, escondidas tras máscaras con sonrisas amigables y fingiendo que sus intenciones eran buenas. El mundo resultó ser un lugar sombrío y retorcido.

¿Cómo podía saber si una persona le estaba mintiendo o diciendo la verdad? ¿Cómo podía saber si alguien realmente quería ayudarle y ser amigable con él?

Él antes tomaba distancia de las personas, tenía una cierta armadura, un muro. Pero ese muro había sido derribado. Jimin se había encargado de ello.

A veces le dolía pensar que, en realidad, había sido ese pelinaranja sonriente, directo y tan fácil para conversar quien había hecho todo el trabajo. Se había encargado de debilitar su fortaleza, bloque por bloque. Y los muros de cemento los convirtió en muros de cartón.

Era triste pensarlo y doloroso reconocerlo, pero esperaba no volver a cruzarse con alguien como Jimin. Al menos no como ese Jimin que conoció.

Se había salvado por muy poco de que personas que él no quería metieran sus manos sobre él. Otros no habían tenido la misma suerte. No obstante, había estado cerca de morir dos veces, y quién sabía si quizás hasta más.

Gracias, pero no gracias.

Jungkook prefería ser un trastornado y volver a actuar como el chico introvertido que solía ser, antes que tentar a su suerte –que ya era lo suficientemente mala-. Era más fácil ser apático y rechazar a todo ser humano que quisiera acercarse a él antes que hablar con personas y sentir el miedo burbujeando en su pecho que eran las ganas de salir corriendo. Era agotador, ya había dejado de fingir ser alguien que no era.

Pero, Jungkook tampoco era ese chico exactamente. Su boca floja y sin filtro era un nuevo rasgo adquirido que había llegado para quedarse, de manera que ya no tenía inconvenientes para socializar dentro del marco de sus clases, no tenía miedo ni vergüenza a decir lo que pensaba, a dar su opinión. Porque, inesperadamente, las experiencias del último año le llevaron a que le importase un carajo encajar en algún lugar.

No iba a encajar, nunca lo había hecho y no se encontraba interesado en seguir intentando. Era un chico que había sido manipulado por una secta sexual, algunos a su alrededor lo sabían, pero, al contrario de lo que se esperaría, eso hacía que las personas no hicieran preguntas de su vida privada o intentasen saber cosas de él. Lo cual era positivo, Jungkook obviamente no quería hablar de sí mismo.

Lo único que a él le importaba era mantener buenas calificaciones, su medicación y Jimin.

Habían mantenido el contacto por medio de llamadas. Hablaban por el tiempo que le permitían a Jimin conversar por teléfono, el cual era de una hora por semana únicamente. Jimin no quería hablar demasiado sobre su vida en la cárcel. Decía que algunos días estaban bien, pero otros eran duros, solitarios y cansadores. Mantenía su mente ocupada realizando tareas como lavar ropa y limpiar en la cocina o los baños de la cárcel. También había algunos momentos de recreación, donde podía matar el aburrimiento y sentir algo cercano a la diversión.

- ¿Te tratan bien? – preguntó Jungkook. Jimin hizo un sonido vacilante.

- Algunas personas aquí son rescatables, pero otros... realmente no. Las peleas suceden todos los días, si tengo suerte puedo pasar más de dos días sin recibir un puñetazo – su voz sonaba fría y resignada.

- ¿Y los guardias qué? ¿Nadie hace nada? – preguntó, se sentía molesto de que en una cárcel no hubiese control alguno de la violencia diaria que vivían los reclusos por culpa de otros. Jimin se rio como si hubiera alguna gracia en eso.

- A algunos guardias les divierte.

- ¿Qué... qué clase de psicópata puede divertirse con algo así?

- Te olvidas de dónde estoy. Los psicópatas no son ellos, somos nosotros.

- Tú no eres un psicópata, no mereces ser tratado como basura.

- Para ellos todos somos lo mismo. Estoy aquí por una razón, eso es suficiente para que piensen que lo merezco.

A Jungkook no dejaba de parecerle inhumano. Jimin no era lo que él tendría en mente si alguien le hablaba de una persona que había cometido asesinatos o abusos sexuales. No era el equivalente a su tío, ni a su padre, ni a otros Alphas. Jungkook lo sabía porque le conocía, y sabía que Jimin había sido una víctima más de toda la conspiración de su familia y se arrepentía de su actuar, pero no importaba cuánto él creyera eso, nada cambiaría.

Jimin quiso cambiar el tema, hablando de cosas al azar, hablando de ellos.

- Algunos tienen fotos de sus familias en las paredes. Mi compañero... él parece un tipo solitario que sólo juega a los naipes, pero tiene muchas fotos de personas en su pared. No habla mucho, así que cuando le pregunté quiénes eran me dijo que no era asunto mío – se rió y suspiró cansado – Supongo que es su familia. Yo... no tengo nada conmigo. Desde que me quitaron mi celular ya no tengo fotos tuyas – dijo, sonando trsite – Extraño verte.

A Jungkook le dio una punzada de culpabilidad en el pecho. Era su culpa que no pudieran verse. Intentó pensar en que las razones por las que se había ido eran las correctas. Lo sabía, siempre lo sabía, pero no podía evitar sentirse mal al respecto.

- Te extraño – escuchó del otro lado de la línea. Respiró cautelosamente, esperando que su voz se estabilizara porque sentía que se iba a quebrar.

- Yo también te extraño.

Realmente lo sentía, sentía que le extrañaba, que una parte de él faltaba.

El recordatorio de esa parte faltante no sólo era la inquietud y vacío en el pecho, sino también cada vez que terminaba de ducharse y se miraba en el espejo.

Sus ojos recorrían su torso y allí estaban esas dos marcas, las cuales nunca se borrarían. Las observaba y siempre tenía una mezcla de sentimientos y memorias al respecto.

Cómo desearía poder borrar aquella cicatriz, esa que habían hecho en su bajo vientre. Incluso con sus bóxers puestos, el símbolo de Alpha chi lambda era visible, justo arriba del elástico de éstos y aún conservaba una coloración rojiza. Pero, en contraposición, la otra marca que portaba en su piel, la de su pecho y la que llevaba el nombre de su ex novio, incluso si tuviera la oportunidad de borrársela de alguna manera, no lo haría. La veía y la atesoraba. La atesoraría por siempre.

Sentía que era lo único físico que le unía a Jimin, y que era algo tan profundo, tan de ellos dos, que no quería perderlo. Esa parte de él, que se había sentido loca por Jimin, por entregarse y pertenecerle, aún estaba allí. Resurgía cuando miraba la cicatriz y la acariciaba.

Su terapeuta le había dicho que, a pesar de las experiencias desagradables, a pesar de haber sido engañado por sus compañeros de fraternidad, había algo dentro de él que seguía aferrado a su historia con Jimin, creyendo fielmente en que, a pesar de las mentiras, los sentimientos que él y Jimin compartían eran genuinos. Iban más allá del contexto en el cual se conocieron.

"Es el equivalente a un tatuaje", le dijo el hombre que se encargaba de revisar su salud mental. "Si nos hacemos un tatuaje de algo que significa mucho para nosotros, y ese significado no cambia a lo largo del tiempo, difícilmente nos arrepintamos de habérnoslo hecho".

Jungkook pensaba que estaba mal de la cabeza por querer esa cicatriz, intentaba ser razonable, pero su corazón le decía otra cosa.

Una semana luego, Jimin recibió una carta. Era la primera vez que recibía una. Cuando la abrió encontró cuatro fotografías. Las fotos eran de él y Jungkook juntos. Fotos que habían tomado con la cámara de sus celulares.

Tal vez era patético, pero se sentía un poco más acompañado observando las fotografías en la pared contra la cual estaba su cama. Era una litera y su compañero dormía en la cama de arriba. Cada vez que el hombre subía a dicha cama, la de Jimin se movía, y por los caños de metal todo rechinaba haciendo ruidos bastante desagradables que le despertaban en la noche, pero eso no era lo peor. En las noches se despertaba por gritos, insultos, peleas. Era difícil dormir, y él nunca había sido una persona que tuviese buenas experiencias cuando llegaba la noche. Algunas veces se erguía, sentándose en su cama en la madrugada con la mano en su pecho. Su corazón se descontrolaba con palpitaciones fuertes y marcadas.

Cada vez que empezaba un nuevo día sentía que ya no podía estar más en su cama. Al fin llegaban las primeras horas de luz, la oportunidad de ponerse a trabajar y distraer su cabeza tan divagante.

Una tarde, mientras limpiaba los baños, escuchó pasos detrás de él. Sus reflejos le fallaron y no vio venir el empujón que le hizo resbalar y caer de boca al suelo. Logró suavizar la caída poniendo sus manos contra el suelo, pero un golpe en la cabeza logró que su cara impactara contra los azulejos. El golpe fue lo suficientemente seco y directo como para sacarle sangre al instante. Uno de sus labios se había rajado y su nariz comenzó a sangrar. El dolor punzante se expandió por su rostro y se intensificó en cuestión de segundos, haciéndole sentir aturdido. Fue jalado de sus ropas y puesto de pie. No logró ver la cara de sus agresores al principio, pero sí tres figuras frente a él. Un tercer golpe fue directo a su rostro, pero pudo evitarlo, abalanzándose luego contra el tipo que tenía más cerca, tomándole de la cabeza, tirando de él e impactando su cara contra su rodilla.

- Mierda... hijo de puta – dijo el tipo, tirado en el suelo. Los otros dos le sujetaron con fuerza de los brazos y el dorso del cuello.

- ¿Tres contra uno? – Jimin preguntó, su voz gangosa por el dolor. La sangre de su nariz y su labio chorreaba hasta su mentón. Algunas gotas ya habían caído al piso – Cobardes – se burló.

Una patada detrás de su rodilla hizo que sus piernas se doblaran hasta caer al suelo. El tipo a quien le había dado un rodillazo en la cabeza se acercó, escupiendo sangre a un lado, se bajó los pantalones.

- Cierra la puerta – dijo el recluso a uno de sus cómplices.

Jimin intentó ponerse de pie, pero una mano le sostuvo del cuello fuertemente, su cabeza rápidamente se sintió a explotar, su rostro se volvió rojo. Su garganta fue duramente apretada. El otro tipo con los pantalones bajos se tocaba la polla frente a él, intentando ponerse duro.

- Sé quién eres – dijo con una sonrisa maliciosa – Te gustan las pollas – su cara mostró una expresión pellizcada en la nariz – Y eres un violador de menores. ¿Qué tal si obtienes tu merecido?

La puerta se cerró y Jimin sintió aún más urgencia de salirse de allí. Cuando el tipo se acercó a él, con su polla en la mano, él le empujó con las manos, alejándole. El agarre en su garganta se hizo más fuerte y también en su cabeza, sujetándole se ambos lados para que no la moviera.

Tomó fuerzas para ponerse de pie a pesar de que la posición no le ayudaba y tenía a dos tipos sujetándole. Quisieron reducirlo con golpes, pero él gritó e insultó lo más que pudo, lanzando golpes para defenderse.

Entre patadas y puñetazos se liberó y corrió hacia la puerta. Sus piernas temblaban, pero logró abrir la puerta, empujando quien fuera que estaba en su camino.

Dejó de correr, pero aceleró su paso, mirando hacia atrás de vez en cuando. No le seguían, afortunadamente.

Le dolía la cara como la mierda. Se limpió la sangre con la manga de su traje de recluso, manchando el color gris del traje con rojo. Alguien le tocó el hombro y se giró dando un puñetazo al aire, la persona dio un rápido paso atrás esquivando el golpe.

- ¡Tranquilo! – dijo el chico frente a él, sus manos sostenidas en el aire – Sólo quiero ayudar – explicó. Jimin le observó, había visto al chico antes, era un recluso. Detrás de él había un guardia, que al parecer le estaba escoltando – Te vi salir corriendo del baño – miró hacia el piso y señaló el camino hacia atrás – Sangraste todo el camino hacia aquí. Deberías ir a la enfermería – le sugirió. Jimin no dijo nada, sólo notó cómo el chico le miraba de arriba abajo – Hace tiempo que entraste y estás solo. ¿No estás con ningún grupo?

- No me interesa estarlo – respondió a secas. El chico se encogió de hombros.

- Bueno, si lo estarías quizás no te hubiera sucedido esto. Es bueno tener alguien que te cubra la espalda en este lugar de mierda – soltó una risa – Mi nombre es Wooyoung y estoy en el grupo de Hongjoon. Si nos buscas, tal vez podamos ser amigos.

Amigos. Jimin no creía que se pudieran hacer amigos allí.

De todas formas, trató sus heridas en la enfermería y se sintió bien al estar en su cama con una bolsa de hielo en la cara, oculto en su celda.

Luego de eso, tuvo que tener ojos en la espalda. El grupo de sus agresores le observaba constantemente y seguían buscando pelea, acosándole. Jimin ya no se quedaba solo en ningún lugar, aunque tampoco podía confiar en la compañía de otros. Mucha gente allí, guardias y reclusos, veían cosas y se callaban. Nadie hacía nada.

Con el tiempo, no le quedó opción más que unirse a un grupo donde pudiera tener personas que le protegieran de esos ataques, en ocasiones organizados.

- Jimin, ¿Estás para un partido? – Wooyoung se asomó por los barrotes de su celda. Sus manos estaban esposadas al frente – Fútbol. En diez minutos.

- Paso – respondió por lo bajo. Esperó que el chico le escuchara, y pareció que sí, porque se fue sin decir más nada. No le había quedado de otra que aceptar aliarse con el grupo del chico, pero aún no se sentía de ánimos para socializar y unorse a actividades con ellos, a pesar que eran bastante decentes.

Miró a su pared, las fotografías de su sonrisa y la de Jungkook le encandilaban, haciéndole sentir calidez por unos segundos. Pero, cualquier atisbo de consuelo sólo se convertía en dolor.

Le extrañaba. No quería estar ahí.

Jungkook sentía que le estaban acosando con entregas y exámenes. Haber terminado de rendir sus equivalencias y entrado a la universidad por fin no le había traído ningún descanso. Todo parecía ser más intenso.

Yoongi se reía de él, pero manteniendo una mirada compasiva. Le traía café en la noche y se sentaba a su lado un rato a charlar o hacerle compañía. Jungkook lo agradecía, necesitaba ese apoyo. De lo contrario se iría a dormir a penas sus párpados comenzaran a rendirse a la idea de permanecer abiertos.

- Vamos, mañana tienes un examen que dar – Yoongi golpeó el escritorio con un libro, haciéndole sobresaltar y despertarse de golpe. Se había dormido por unos minutos en su silla. Refunfuñando se estiró un poco.

- De hecho... - miró la hora en su celular – Es hoy... - soltó un quejido – Rindo en unas horas.

- No, si no te has ido a dormir aún no terminó el día. – le dejó su taza de café sobre el escritorio, frente a él – Vamos, queda poco.

Realmente Yoongi parecía salvarle la vida siempre. Algún día descubriría cómo compensárselo. Por el momento, compartían el alquiler del departamento.

- Deberías... intentar reunirte a estudiar con tus compañeros fuera de la universidad. Cuando empecé a estudiar en grupo, quedándome en las casas de mis compañeros, estudiar se volvió algo más fácil e incluso divertido – las palabras de Yoongi eran suaves y cautelosas, sonaban a sugerencia, sin querer presionarle – Y ahora somos amigos, y nos ayudamos el uno al otro cuando estamos desanimados.

- No creo que pueda...

- Creo que sí puedes. Trabaja en ello.

El temor a que alguien fuera lo suficientemente agradable como para que él bajase su guardia y terminaran por aprovecharse de él era... escalofriante y limitante. Le hacía encogerse. Tal vez su forma de pensar de las personas era retorcida, pero el mundo era impredecible, y así también lo eran las personas. Tal vez podía hacer el esfuerzo de hablar con personas, de pasar un buen rato con ellos. Pero había una voz en el fondo de su cabeza que cada vez que él se dejaba ir y disfrutaba de una buena charla, le susurraba "¿Estás seguro que realmente está siendo amable contigo?".

Tenía mucho trabajo que hacer aún con su terapeuta.

Jungkook nunca olvidaba llamar a Jimin, aunque no había un día en concreto para hacerlo. Cuando no tenía tiempo procrastinaba las llamadas, pero nunca dejaba que la semana terminase sin antes haber llamado a la cárcel.

- Creí que no sobreviviría a los exámenes, pero lo hice – se rió.

- Claro que lo hiciste, eres inteligente. La persona más inteligente que conozco.

Jungkook sonrió. No podía verse, pero estaba seguro que su sonrisa se veía bastante tonta y cursi por ser elogiado.

Siempre había sido débil a los elogios de Jimin. Tanto.

"Eres increíble, Jungkook. Fantástico. Hermoso. Inteligente. Brillante."

"Vales, Jungkook. Lo vales mucho y lo sabrás porque te ayudaremos en ello."

Sintió algo en su estómago, una presión que parecía querer sacarle las entrañas del cuerpo. No quería recordar esas cosas, esos tiempos. ¿Eran mentiras? Aún le costaba identificar qué de todo lo que le había dicho Jimin era en serio, y qué era para hacerle entrar a la fraternidad.

Suspiró. No podía evitar obsesionarse con esos pensamientos, pasaba el tiempo y seguía volviendo a ellos. Debía dejarlo ir. Él quería enfocarse en el Jimin que conocía ahora, el verdadero Jimin. Su Jimin.

Salvo que... se había enamorado de los dos.

Apretó sus dedos anular y pulgar contra sus párpados cerrados. A veces pensaba que sus sentimientos y pensamientos estaban demasiado torcidos.

- ¿Y tú? ¿Cómo ha estado esta semana?

- Bien – respondió – No hay muchas novedades. Ya sabes... no hay mucho que hacer aquí – se rio. Jungkook asintió, sintiéndose cálido cada vez que escuchaba la risa de Jimin, por más que ésta fuera tan superficial.

- Cuéntame algo. Me habías dicho que te hiciste amigos. ¿Cierto?

- No son amigos... - se quejó – Sólo es como... un grupo de apoyo.

- ¿Y qué hacen?

- Sólo comemos juntos, bueno, nos movemos en grupo, en realidad – explicó – Sólo nos separamos al ir a dormir. Supongo es mejor que... estar sin nadie aquí. Es algo duro.

- Lo imagino...

- Te dije que dejaras de molestar.

Jungkook iba a hablar, pero aquello le detuvo. Su boca permaneció medio abierta, su entrecejo se frunció y tardó unos segundos en lograr responder.

- ¿Qué... has dicho? – su pregunta a penas se oyó, la voz de Jimin se alzó.

- ¿Qué mierda quieres de mí?

Su voz se escuchaba gruesa, enojada y también atormentada. Jungkook se preocupó, preguntó qué sucedía, pero Jimin no le respondía, sólo seguía despotricando.

- No, no. Tú siempre haces lo mismo. No vas a lograr cambiar nada esta vez. No caeré, ve a joder a alguien más.

- Jimin. ¿Qué sucede? – insistió, inquieto y preocupado.

- ¿Jungkook? – de repente preguntó, sonaba sorprendido, su voz había cambiado rotundamente – Lo siento, yo... pensé que ya no estabas aquí. Los exámenes. Hablabas de los exámenes. Siento que hace demasiado tiempo no estudio – volvió a reír.

Jungkook permaneció en silencio.

Intentó comprender las cosas que estaba diciendo Jimin, pero no entendía por qué parecía como si hubiera perdido el hilo de la conversación.

- ¿Jungkook?

- ¿Con quién discutías?

- Con nadie – sonó incrédulo – Sólo está el guardia aquí.

- Acabas de pelear con alguien.

- Yo... - Jimin se detuvo. Pasaron segundos que parecieron minutos – Lo siento, no importa. Sigamos hablando. Hablemos.

- No. Sí importa – se encargó de sonar firme - ¿Estás... hablando solo de nuevo?

- No es eso, sólo estoy cansado, estoy... algo tenso.

- ¿Estás tomando tu medicación?

- Estoy bien, bebé. No tienes que preocuparte – soltó.

- ¿Qué no me preocupe? No suenas como si estuvieras tomando la medicación. Tienes que tomarla. Me preocupa que tengas un brote.

Jimin se rio. Eso a Jungkook le molestó, pero antes que pudiera reprochárselo Jimin volvió a hablar.

- Un brote... es lo mejor que puede pasarme en este lugar de mierda.

- Pero... un brote solo volverá las cosas peor – Jungkook habló bajo, sintiéndose afectado por el tono decaído de Jimin, que había dejado de sonar amigable.

- ¿Peor? Nada puede ser peor.

- ¿Por qué no me dices que lo estás pasando mal? Sólo me dices que estás bien. No sabía que estaba siendo tan duro para ti como para que dejes de medicarte.

- Estar en la casa era mejor – soltó – Estar en los putos campamentos era mejor. Todo era mejor. Yo no pertenezco a esto. No pertenezco aquí. Esta vida de mierda. Este lugar de mierda. Todo... tendría que haber permanecido igual que siempre. Debería estar con los Alphas, con Jihyun. Todo era mejor antes.

- ¿De qué mierda hablas? Casi... casi morimos.

Jimin volvió a irse, hablando, gritando e insultando. Hablándole a alguien que sólo estaba en su cabeza. Por unos instantes discutía con Jungkook, por otros volvía a desvariar y a responder a alguien que no estaba ahí.

Las semanas siguientes Jimin estaba igual. Jungkook le rogaba que tomara su medicación. Al parecer el mayor había comenzado a oír voces nuevamente y tener flashbacks. Era decadente la atención que recibía de los psiquiatras de la cárcel. Jimin no sólo se volvía agresivo al hablar, sino también tenía momentos donde parecía olvidar de lo que habían estado hablando hacía unos pocos minutos atrás.

Sentía que no tenía manera de intervenir. Cada vez que llamaba a Jimin esperaba que estuviera un poco mejor. A veces estaba allí, pero otra parecía irse de un momento a otro, y su personalidad cambiaba. Se le escuchaba irritado, dolido y molesto.

Entonces, con el dinero que tenía ahorrado decidió tener una cita con un abogado que pudiese asegurarse de que no se estuvieran violando los derechos de los reclusos.

El abogado le dijo que podría hacerlo, pero era difícil en ámbitos tan corruptos como las cárceles. Sin embargo, se sintió algo mejor cuando pudo lograr que Jimin tuviese atención psiquiátrica con un profesional externo y no el empleado por la cárcel.

Jimin mejoró poco a poco.

No había estado teniendo buenos momentos en la cárcel, había sido acosado en numerosas ocasiones. El estrés siempre había sido un detonante para que Jimin comenzara a tener inconsistencias en su hábito de tomar su medicación, y la falta de supervisión psiquiátrica empeoró las cosas. Los pacientes con problemas psiquiátricos como Jimin, que en ocasiones tenían episodios de paranoia, solían dejar de tomar su medicación por la fuerte creencia de que alguien estaba intentando envenenarles o controlarles.

En esos momentos Jimin no lograba razonar, él realmente creía que querían hacerle daño y que debía protegerse.

Las semanas pasaron y Jimin ya no estaba alterado o divagando, pero Jungkook lo notó decaído de todas formas.

- ¿Qué sucede? Estás callado ...

- Nada, había mucho que hacer en la cocina hoy... - su voz fue tan débil que parecía un murmullo - ¿Cómo estuvo tu día?

- Jimin... no evadas mi pregunta. Vamos, hablemos. Conversemos lo que sea-

- Me acosté con alguien.

Sus palabras se sintieron como si un balde de agua fría hubiera sido derramado sobre él. Un sacudón de angustia hizo temblar su pecho. Apretó los labios, mordiéndose le inferior con fuerza. Deseaba haber oído mal pero no lo había hecho.

Era estúpido, él mismo le había dado luz verde para ello. ¿Por qué se sentía como si se hubiera destrozado todo de repente?

Respiró hondo. Odió a sus lágrimas traicioneras y su garganta que se apretó sin dejarle hablar. No emitió ningún sonido.

- Di algo, por favor – Jimin sonó como si el silencio le estuviese torturando.

- ¿Y... te gustó? – preguntó, su voz temblando, tratando de controlarla con todas sus fuerzas para que Jimin no notase que estaba llorando.

- Algo... no lo sé – la duda se oyó en sus palabras – Fue algo sin importancia, yo... sabes que la medicación no me deja sentir mucho...

- ¿Fue consensuado? – las lágrimas se detuvieron cuando el miedo fue más importante que el dolor en su pecho – Dime que no te obligaron...

- No, no. Dios, no – aseguró con convicción. Jungkook suspiró – Él... no fue así, para nada.

- ¿Quién es?

- Uno de mis compañeros. Wooyoung.

- Él... ¿te trató bien?

- Sí... - aseguró con voz suave y calma – Nos llevamos bien, él es agradable.

- Me alegro – dijo, pero no había alegría en su voz. Hubiera deseado sonar más real.

- Lo siento...

- No lo sientas.

- Lo único que hago siempre es lastimarte. Pero... no sé. No sé qué hacer – cuando Jungkook escuchó la voz de Jimin perdiendo fuerza, sonando como si estuviese a punto de llorar, sintió que era un egoísta por esperar que Jimin no estuviera con nadie, incluso aunque él lo había sugerido.

- Yo te dije que estaba bien – recordó. Tanto para Jimin como para sí mismo – Está bien, en serio.

- Me siento tan perdido... - su voz se rompió – Lo siento.

Jimin no era el único que se sentía perdido. Jungkook también lo hacía. Tal vez ambos estaban en situaciones diferentes, pero no importaba cuánto se esforzara, sentía que todo dentro suyo era inestable. Todo parecía tan fácil de romperse que no sentía que hubiese alguna seguridad en su vida. En la vida de ambos. Parecía que mientras más lo intentaran, más lejos se iban cada vez. ¿Tenían un futuro?

El amor no siempre era capaz de curar todo. Quizás el tiempo no curaba las heridas. Quizás no había esperanzas para la historia que comenzaron juntos.

Si lo pensaba bien, no creía que fuera posible sanar cuando la relación de ambos se había construido y destruido en lo que fue de las experiencias que dejarían marcas imborrables en sus vidas. Ambos tenían las mismas dos cicatrices en sus cuerpos, pero eso sólo era una pequeña parte de la historia que llevaban marcada por dentro, arraigada a sus sistemas, tan imposibles de arrancar.

Jungkook no llamó a Jimin por dos semanas seguidas, y le dolió no hacerlo, pero más le dolía hablar con él.

La tercera semana le llamó, y hablar no era lo mismo de siempre.

Jimin había tenido sexo con un recluso, con un hombre que había conocido allí. Alguien que había descrito como "Agradable". Jimin estaba solo, estaba lejos de todo lo que solía conocer y no tenía ni casa, ni familia, ni amigos, ni pareja. No tenía nada, sólo tenía a ese recluso, a ese compañero suyo.

Quizás Jimin lograría enamorarse del chico. Quizás Jimin le olvidaría algún día.

Y quizás... eso era lo mejor.

Ambos tenían vidas demasiado diferentes, siempre habían sido demasiado diferentes, y la única razón por la cual llegaron a enamorarse había sido porque uno de ellos le había manipulado para unirse a un culto, para dejarse abusar mental y físicamente.

Dolían las ilusiones tan rotas, el haber pensado con tanta convicción que a pesar de todas las cosas que les habían sucedido, ellos lograrían superar lo que fuera. Pero tal vez era una fantasía. Tal vez la forma de enfrentar su propio trauma había sido intentar aferrarse a la idea de que el amor entre ambos era real y no fruto de una estrategia de reclutamiento.

Jungkook había sido arrastrado y quizás, luego de haberlo sabido, no tendría que haber seguido enamorado de Jimin. Quizás, luego de que intentaran asesinarle, tendría que haber sido el momento donde él dijera "suficiente". Jimin aseguraba que realmente había sentido interés en él desde el principio, que había desarrollado sentimientos reales, pero Jungkook pensaba que quizás era una especie de efecto secundario a los traumas, a su trastorno. Como una especie de síndrome de Estocolmo. Y no se sentía bien ni sano.

A veces, cuando estudiaba y Yoongi ya no le acompañaba, miraba por la ventana de su habitación hacia el cielo nocturno, olvidándose por un momento de sus estudios, y se sumergía en una duda constante que surcaba los rincones de su mente. Si se hubieran conocido en otras circunstancias, ¿Hubieran fijado su mirada en el otro? Si se encontraban como dos simples desconocidos en el campus de la universidad, ¿Se hubieran atraído mutuamente como las personas que pensaron estar destinadas a encontrarse?

Lo dudaba mucho, si lo pensaba un poco, lo único que ambos tenían en común era la muerte de sus madres.

Jungkook siguió llamando a Jimin, pero las llamadas se volvieron cada vez menos frecuentes y más distantes.

En un punto, Jungkook sólo llamaba a Jimin una vez por mes, y sólo sabía que el chico estaba bien porque el terapeuta que él pagaba para Jimin se lo había comunicado. Jimin estaba "estable", y eso era lo que importaba.

No era sano continuar a la deriva, en la inestabilidad mental y emocional. No lo era para Jimin y no lo era para él.

No era sano el intentar tanto salvar a alguien, pero fallar estrepitosamente en salvarse a sí mismo.

Y así fue como dejaron de hablarse.

Jungkook sólo le enviaba cartas de vez en cuando e hizo todo lo posible por concentrarse en la universidad, intentar salir de aquella armadura que le cubría y darles una oportunidad a sus compañeros de universidad.

Su terapeuta una vez le dijo: "Es normal que tengas miedo, pero si no lo intentas nunca lo sabrás. Y recuerda que ya no eres quién solías ser. Quizás no te des cuenta, pero lo más probable es que logres reconocer quiénes son las personas que sí tienen buenas intenciones de las que no. Cree en tu experiencia, todo nos deja una enseñanza".

Quería mejorar, quería ser una persona independiente, quería lograr tener una vida. Quería descubrir qué le gustaba, qué sueños y aspiraciones tenía además de terminar su formación universitaria. Jungkook apenas sabía quién era, apenas había hecho algo por sí mismo.

La muerte de su madre le había sumergido en la depresión, y la desconexión con el resto de las personas en la ansiedad social. Su entrada a Alpha chi lambda le llevó por un camino pedregoso de inmoralidad, abusos, engaños y muerte. Si había iniciado terapia era para poder dejar de tener tantos encontronazos errados y encontrar su rumbo en la vida.

Había tomado malas decisiones, había estado viendo la vida por el foco equivocado. Jimin había sido, de cierta manera, una escapatoria, algo nuevo que había llenado cada célula de su cuerpo y la había hecho vibrar cuando lo había necesitado. Pero no podía ser sólo Jimin. No podía desear ser simplemente una extensión de él, pertenecerle, ser de su propiedad.

Cada día que emprendía su camino en la Universidad y se encontraba con sus compañeros, quienes cada vez le trataban con más confianza desde que él se había abierto a ellos, se recordaba que ese era el camino que él había elegido, que estaba comenzando a re-escribir su propio destino, que encontraría la felicidad que deseaba encontrar. Tal vez no tenía todas las respuestas y sólo recién comenzaba a buscarse a sí mismo, pero sí sabía que se tomaría su tiempo para descubrirlo.

Jimin tendría que haber quedado atrás al igual que la fraternidad, en Seúl cuando Jungkook había decidido alejarse de todo y de todos.

Paralelamente, Jimin se había acostumbrado a jugar partidos de fútbol con sus compañeros de grupo y otros reclusos. También había logrado entablar conversación con su compañero de celda, todo lo que había tenido que hacer era retarle a un partido de naipes y perder. El tipo se burló de él y le enseñó a jugar naipes para poder tener a alguien contra quien competir.

Las peleas continuaban, pero era mejor desde que estaba acompañado.

- ¿Qué lees? – una figura de pie tapó el sol que se alzaba frente a él. Jimin había estado leyendo por media hora bajo el cálido sol, en un rincón del patio de la prisión. Levantó la mirada, encontrándose con un curioso y sonriente Wooyoung. Tuvo un deja vú, de las veces que mientras leía Jungkook le preguntaba al respecto. Sus primeras veces.

- Si te digo dejará de ser un misterio.

- Oh, ¿El punto es parecer un chico misterioso? – se rio, agachándose y sentándose a su lado sobre el césped – Bueno, fingiré que está funcionando.

Wooyoung solo se sentó allí, con sus rodillas flexionadas y la espalda apoyada contra la pared detrás de ellos. El costado de sus cuerpos en contacto mutuo, sus brazos y piernas tocándose, apoyados el uno en el otro.

- ¿Estarás despierto? ¿Puedo dormir aquí? – preguntó. Jimin le miró, Wooyoung esperaba su respuesta con las cejas alzadas. Sonrió, asintiendo.

- Claro.

El chico tiró su cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared y cerró los ojos, pero con los minutos su cabeza se inclinó, apoyándose sobre el hombro de Jimin.

Luego de un rato dejó de leer y miró el rostro dormido del contrario. Suspiró y miró hacia arriba, entrecerrando los ojos por el fuerte reflejo del sol. Los rayos eran fuertes, pero la temperatura se disfrutaba, aún estaba algo fresco, pero el invierno ya iba terminando y se abría la primavera.

Cerró los ojos, y aunque procuró no quedarse dormido, permaneció así por un rato, disfrutando de la calma y de la compañía. A veces pensaba, que de no ser por todas las cosas que cargaba, ser feliz era fácil y simple, porque era suficiente con un simple momento donde respirar no dolía ni apretaba. Esa era un buen día, y aunque no hubiera muchos de esos, lo disfrutaría mientras durara. Estaba aprendiendo a vivir consigo mismo.

El resto podía esperar. No era como pensaron que iban a terminar, quizás había sido todo demasiado rápido, demasiado intenso, como para poder ver que tanto Jungkook como Jimin no tenían nada para darle al otro. Sólo habían intentado sobrevivir.

Tal vez ésta no era la oportunidad para ellos. Al menos no en ésta vida.

Tal vez volverían a encontrarse algún día, en sus próximas vidas. 

FIN






* * *




Bueno, al fin llegamos, gente bella.

Antes que nada: queda el epílogo. Espérenlo con ansias.

No puedo creer que terminé esta historia, nunca tardé tanto en terminar una (? Me tomó más de un año, así que siento que finalmente llegué a la meta.

No los voy a aburrir con mis palabras, que ya leyeron mucho para este cap, así que daré mi cierre en el epílogo.

Espero les haya gustado este capítulo. Me gustaría saber qué piensan al respecto y agradecería que recomendaran la historia 💜

Volveré pronto con lo que queda. Gracias por todo el apoyo siempre!

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