54. El camino correcto

Se había estado comiendo las uñas, literalmente. Incluso una pequeña gota de sangre se había asomado entre la unión de su uña y el dedo pulgar. Le había dolido y se quejó de ello. Yoongi había estado observándole hasta que no pudo mantener la boca cerrada por más tiempo.

- No puedo creer que hayas ido solo a verle.

- No pensé... no-

- Pues es mejor que comiences a pensar – soltó con enojo. Estaba exasperado, cansado de su mierda – Jungkook, sé que ya eres adulto, pero me preocupa la facilidad que tienes por tirarte de un precipicio cada vez que se trata de Jimin. ¡Ni si quiera te lo cuestionas! – Jungkook le miró. Yoongi estaba sentado en el escritorio con su laptop, mientras que él estaba en la cama con sus piernas cruzadas, donde Chim descansaba, y su celular a su lado, expectante por una llamada.

- ¿Crees que no me lo cuestiono? Sé que no era buena idea, pero ¿qué se suponía que hiciera?

- ¿Tal vez decirle que no? – le dedicó una sonrisa sardónica – Jimin y las personas que le rodean son peligrosas. Deberías ser muy consciente de ello.

- Jimin no es peligroso.

- Pero su ambiente lo es. Además, está en la puta cárcel por abuso sexual. Hay pruebas. ¿Estás bromeando?

- Ya hemos tenido esta conversación...

- Y es por eso que he dejado que hicieras lo que quisieras. Mira, estoy aquí para apoyarte, ya podría irme a mi casa en cualquier momento, pero sé que no es fácil para ti pasar por todo esto solo, pero en serio, Jihyun claramente es un tipo peligroso, y por no saber poner límites dejaste que Jimin nuevamente te llevara a una situación de riesgo.

- Pero él... - Jungkook se encogió. Había sentido las ganas de despotricar, pero las palabras de Yoongi tenían demasiada razón, por más que le molestase, entendía su punto. No tenía ánimos de discutir, en cambio, bajó su cabeza y observó nuevamente su celular – Él no tiene a nadie...

- Lo entiendo, pero él no es tu responsabilidad...

- Pero me importa – decretó, volviendo a mirar a su amigo una vez más. Se encogió de hombros, expresando cómo la situación estaba fuera de sus manos. Él sentía que no podía hacer nada para evitarlo – Él me sigue importando. Mucho.

Era cierto, Jimin le ponía en riesgo de una u otra manera. No era porque él quisiera, exceptuando por la vez que fingió estar por asesinarle –que no era un hecho menor en absoluto- y respecto a las acusaciones y pruebas de complicidad y abuso sexual por las cuales Jimin había sido procesado, Yoongi comprendía que el tema era delicado y relativo, Jimin había aceptado la culpa, había aceptado los hechos, se había enviado a sí mismo a la cárcel sin rechistar ni intentar defenderse. Era algo bueno, porque fuese consciente o no, fuese bajo la presión de un culto o no, el abuso sexual era violencia y un crimen. Era importante que fuese penado por eso. Ahora estaba cumpliendo su sentencia, lo cual Yoongi comprendía que, si el chico se arrepentía y aceptaba la condena con honestidad, entonces había esperanza de que se convirtiera en una persona que pudiese vivir de forma normal en el futuro sin ocasionar daño a terceros.

Pero, todo lo que tenía que ver con su persona, lamentablemente no era buena para Jungkook. El intentar hacer algo por su hermano, para calmar la ansiedad de Jimin, le había puesto nuevamente al borde de la muerte.

Entonces, ¿cómo iba a contraatacar los fundamentos de su mejor amigo? No tenía con qué. Era cierto, era preocupante su situación.

Su celular sonó, sacándole de sus pensamientos repentinamente. Su cuerpo se sacudió por la sorpresa, pero atendió la llamada como si su vida dependiera de ello.

- ¿Si? – respondió con la voz agitada por los nervios.

- ¿Estamos hablando con Jeon Jungkook?

- Sí, soy yo.

- Respecto de la denuncia que realizó, queremos comunicarle que estamos en el domicilio de Park Jihyun y no hay señales de él en ningún lugar.

A Jungkook se le cayó el estómago a los pies.

- ¿No está? – le faltaba el aire, su voz estaba allí, pero sus pulmones parecían colapsados.

- Nos tememos que no. Vamos a intentar dar con él. Si tenía una pistola en su posesión es de alto riesgo. No sabemos qué planea hacer con ella.

- E-está bien... si saben algo, por favor, llámenme.

El oficial de policía cortó y Jungkook sintió que podía volverse loco.

Hizo la llamada a la policía y denunció la situación de Jihyun tan rápido como había logrado salir de la casa y subirse al autobús de nuevo a su hotel. Había dicho a la policía su domicilio y que Park Jihyun tenía una pistola, que había amenazado con matarle y luego suicidarse.

Pero al final la policía no llegó a tiempo. Jungkook no podía dejar las cosas así, irse de la casa del mayor de los Park y fingir que nada había ocurrido. El chico tenía una jodida pistola y pensamientos suicidas. No se lo hubiera perdonado a sí mismo quedarse de brazos cruzados. Era el hermano de Jimin, el único que tenía, su única familia. Lo último que necesitaba era perder a su hermano también.

Acarició a la pequeña bola de pelos en sus piernas. Chim ronroneaba con el tacto más mínimo, mostrándose agradecido frente a los mimos.

Jungkook aún tenía a su padre, tenía incluso a sus tíos y tías, también la gente de su iglesia. Quizás eran personas con quienes no conectaba del todo, pero eran algo. Su padre se preocupaba por él y hacía el esfuerzo de entenderle ahora que habían reconstruido su lazo. Pero Jimin tenía un padre y toda una familia que le había mentido y usado. Deseaba que no fuera demasiado tarde y que la policía pudiese encontrar a Jihyun sano y salvo.

Y lo hicieron. Lo encontraron.

Dos horas más tarde Jungkook observaba la pantalla del televisor, estupefacto. Se preguntaba si alguna vez esa sensación de vértigo en su estómago se iría, porque la medicación no lograba ser suficiente con situaciones como esa. Porque, ¿qué lo sería? Jihyun estaba en la televisión, había sido arrestado. Había asesinado a un hombre.

- No... No entiendo qué está ocurriendo... - murmuró con lo poco de voz que pudo rescatar, su garganta se había cerrado. Le costaba procesar por qué las cosas habían resultado así.

- Amigo... - Yoongi se sentó a su lado en el sofá. Miró la pantalla igual de impresionando, leyendo los titulares y escuchando el relato de la reportera - ¿Por qué... demonios seguimos en esta ciudad? – preguntó Yoongi, volviendo su cabeza para mirarle. Jungkook despegó sus ojos del frente se tapó el rostro con las manos, sus codos apoyados sobre sus rodillas. Comenzó a llorar. Estaba agotado. Rendido y agotado – Vayámonos de una vez – esta vez Yoongi suplicó, parecía no saber qué más hace para hacerle entrar en razón – En serio. Ya has tenido suficiente.

Y por enésima vez, Yoongi tenía razón.

Sintió una mano reconfortante sobre su espalda, deslizándose sobre él para consolarle, y finalmente sintió que ya no podía hacer más.

Al principio, con los interrogatorios y el caso de Jimin, había sido importante y práctico que él viviera en Seúl hasta que todo se resolviese. Pero ya había sucedido, ya no era necesario que él estuviera allí.

- Jimin no saldrá hasta dentro de cuatro años – le recordó, cosa que hizo que el interior de Jungkook se retorciese de angustia – No hay nada más que puedas hacer. Debes dejarlo ir. Deja ir todo esto. Va a destruirte.

No tenía excusa, se había quedado porque no tenía la voluntad suficiente para alejarse de Jimin y vivir su vida. Sabía que tenía que hacerlo, pero, ¿cómo se empezaba desde cero cuando alguien se había metido tan debajo de su piel? Sentía que el esfuerzo sería demasiado grande, que tenía que poner mucho de sí mismo para ello, y, honestamente, no tenía las energías para hacerlo. Era más fácil seguir igual que siempre, quedarse allí estancado era práctico y rápido.

Pero las palabras de Yoongi le hicieron asentir, el dolor en su pecho le hicieron pensar que no quería vivir más así.

- Sí. Tenemos que irnos – resolvió.

Jihyun fue condenado y encarcelado por homicidio agravado. Había asesinado brutalmente a un hombre que además era su familiar. Sin embargo, el caso era particular y la investigación continuaría con el fin de llegar al fondo de todo. Podría haber testimonios, pero se requerían de pruebas. Jungkook no dudaba de que tarde o temprano aparecerían, Jihyun no padecía de una psicopatía como para asesinar a una persona a sangre fría y sin razón. Jihyun había asesinado a uno de los hombres que abusó sexualmente de él.

Jungkook sabía que Jihyun era temperamental pero nunca le creyó capaz de asesinar a alguien. Cuando Jihyun amenazó con matarle se sintió no sólo aterrado, sino también sorprendido, pero, si tenía que reconocer algo, era que Jihyun estaba terriblemente, endemoniadamente celoso de él. Entonces no era de extrañar que el alcohol y los celos acumulados le llevaran al límite. Aun así, eso parecía ser un caso particular de sentimientos que el mayor no podía controlar. Así que, nunca pasó por su cabeza que Jihyun llegase a ir tras su abusador. Pero lo había hecho. Había ido a su casa y lo había asesinado.

Después de todo, Jihyun siempre había sido una bomba de tiempo. Y finalmente había explotado.

Intentó digerir las cosas, las aceptó como eran. Era preferible que Jihyun estuviese encerrado, era lo mejor para él de hecho. A ese punto, nadie podía cuidar de él ni llevarle por el camino correcto. Era... algo así como un caso perdido, por más triste que sonase. Y Jungkook no iba a intentar intervenir otra vez. No más.

Fue a visitar a Jimin, pero Jimin no quiso aceptar la visita. Era la primera vez. Y esa primera vez se convirtió en una segunda, y luego en una tercera.

Era trágico. Todo sobre Jimin lo era. Entendía que Jimin no quería hablar, no quería aparecerse frente a nadie. Se sentiría solo y abatido por el rumbo que había tomado la vida de su hermano, en ese lugar frío lleno de delincuentes, paredes grises y barrotes oxidados.

La cuarta vez que insistió en verle, finalmente Jimin apareció por la puerta del otro lado del vidrio y se sentó en la silla de siempre con la cabeza a gachas. Emanaba tristeza y soledad.

- Él no estaba nada bien... - dijo Jungkook. Jimin estaba en silencio, sus codos sobre la mesa y sus manos esposadas con los dedos entrecruzados, sus nudillos luciendo raspaduras y moretones, su frente contra ellas, sin mirar a Jungkook – Es... lo mejor para él, o sino... podría haber cometido una locura aún peor.

La realidad era que, ¿quién extrañaría a un hijo de puta como Park Dong? Si debía haber un resultado trágico, un homicidio, él era el culpable de que algo en Jihyun se hubiera roto y desacomodado para siempre. Se lo merecía. Pero era cierto, el tipo había muerto, y Jihyun no iba a mejorar por ello. De hecho, el daño probablemente se intensificaría. Probablemente Jihyun se había alejado ya de la humanidad que le quedaba. No había logrado saber más de él en esa semana, y, de todas formas, él sólo quería ver a Jimin antes de irse.

Jungkook fue breve respecto a lo que notó de Jihyun cuando fue a ver qué tal se encontraba.

"Amenazó con asesinarme y luego quitarse la vida".

Eso logró que Jimin finalmente levantara su rostro y los ojos de ambos se encontraran. La mirada de Jimin estaba cansada, las bolsas bajo sus ojos lucían un color más oscuro que el resto de su piel. Sus ojos estaban enrojecidos, con algunos derrames. Pero como si eso no fuera poco, también tenía un moretón y un corte en un lado de su mandíbula, sobre el filo de esta. Eso, en conjunto con sus nudillos magullados, eran la evidencia de que había estado envuelto en una pelea. Jungkook no le preguntó al respecto, era intrascendente comparado con el hecho de que su hermano estaba preso por homicidio.

Jimin inspiró y exhaló. Su silencio exponía que por más que no hablase, su mente estaba llena de cosas que probablemente tenía ganas de gritar. Toda su postura y su expresión facial decían eso. Había injusticia y dolor reflejados en su rostro. Jungkook lo entendía, era un ser empático, y podía darse una idea de lo que Jimin estaba sintiendo.

- Háblame... - pidió Jungkook. No fue una orden, fue una súplica. Jimin estaba solo.

Jungkook no podía evitar sentirse herido por verle así, impotente por no poder ayudarle. Cada vez que lo veía era un recordatorio de por qué no lograba irse de su lado. Daría lo que fuera por volverle a ver con esa sonrisa segura y pícara. Con esa actitud orgullosa. Pero, Jungkook luego recordaba que nada de eso había sido cierto, no realmente. Y entonces dolía más.

La única manera que tenía de poder brindarle un apoyo o ayuda era escuchándole. Así que esperó.

Jimin nunca había sido un chico de pocas palabras, era fantástico en expresarse, en hablar de las cosas más curiosas y extrañas del mundo con facilidad y hacer que estas sonasen interesantes para cualquiera. Jimin era inteligente, y no era extraño que le gustase la literatura. Su fascinación por leer le había llevado a explorar miles de mundos e ideas que superaban los límites de su mente. Sus posturas ideológicas, más allá de haber sido torcidas por la filosofía de su familia, también habían sido forjadas por su propia persona. Había personas importantes, filósofos, naturalistas, teólogos, que Jimin había usado de referencia para dar a fundamento a sus puntos de vista. Todo estaba en los libros que leía. Pero esas ideologías no habían sido llevadas a la práctica por personas coherentes. El problema no era la ideología, sino las personas que la practicaban.

Entonces, Jungkook sabía que la mente de Jimin jamás dejaba de trabajar y reflexionar.

Finalmente, como lo había esperado y suplicado en su mente, él habló.

- Jihyun siempre estuvo sobre mí, como si su único objetivo en la vida fuera protegerme – la voz de Jimin sonaba algo entumecida, como si toda esa semana que había decidido no salir a ver a Jungkook tampoco hubiera hablado con nadie más. Sabía que había algunos reclusos con los que conversaba casualmente, pero en ese momento parecía como si no hubiese usado su voz en días – Él me ayudó a sentirme fuerte, a crecer y dejar de sentirme desprotegido. Pero incluso al crecer, yo sabía que le tenía cuidándome la espalda. Si yo tenía algún inconveniente, si mi cabeza volvía a perder el control y las voces comenzaban a acosarme, él estaba allí para calmarme. Me devolvía los pies a la tierra.

Los ojos de Jimin observaban sus manos sobre la mesa, las esposas, el brillo metálico de éstas, sin establecer contacto visual con el menor. Hablaba como si hubiera abierto una compuerta y dejara el agua correr libremente. La corriente era incesante.

- Él me inició, y ahora no puedo dejar de pensar que lo hizo por algo más que la tradición. Era esperable que algún miembro de mi familia, mayor y más experimentado que Jihyun se encargara de iniciarme, pero eso no sucedió. Jihyun lo hizo, porque él siempre estaba siguiéndome de cerca. A todo momento como si algo pudiese hacerme algo y él tuviera que estar ahí para evitarlo. No me sorprende... que haya tenido a Sungwoon en la mira a penas supo que me acosaba – su voz tembló y su hablar se detuvo al instante. Tragó duro y carraspeó en un intento por mantener la compostura, para no desmoronarse – Pero, ¿Quién le protegió a él?

Se separó de la mesa para apoyar su espalda contra el respaldo de la silla y dejarse derrumbar sobre ésta. Comenzó a llorar, aunque no emitió ningún sonido. Sólo eran unas lágrimas rebeldes y patéticas, parte de su corazón resistiéndose a aceptar las cosas. ¿Por qué era tan injusto?

"¿Y qué hay de mí? ¿Y qué si yo aún te necesito?... ¿Y qué si yo aún no he sanado?"

Los Alphas como Jihyun no aceptaban sus debilidades. Se suponía que eran líderes, un ejemplo para otros. Eran fuertes. Jihyun estaba sobre todos los demás, era el primer hijo de Park Seung, era quien llevaba a Alpha chi lambda en las venas, quien había comenzado con los rituales desde pequeño, quien se había iniciado y conseguido su marca de honor a los diez años. Era quien se había hecho más fuerte a base de dolor. Un dolor que nadie conocía.

Jihyun buscaba sanar sin que nadie lo supiera, sin si quiera expresar su desconsuelo a su hermano, a su confidente, su alma gemela.

Él tenía que estar allí para Jimin, no Jimin para él. Sin embargo, dentro de su necesidad por proteger a Jimin, también buscaba satisfacer su propia necesidad de consuelo. Su necesidad de sanarse.

"Entonces ayúdame"

Jimin nunca había sido consciente de ello. Nunca, Jihyun nunca hubiera pedido ayuda abiertamente, nunca había dicho ni una palabra que mostrara que él necesitaba algo que no podía conseguir por sí mismo. Quería ser salvado, lo necesitaba. Pero esa necesidad la suplía viviendo sólo para Jimin, para protegerle y para quererle.

"Nunca serás una carga para mí. Si realmente crees que mejorarás mi vida de esa manera, no tienes ni puta idea de nada. Sólo lograrías destrozarme".

"Tenía sentimientos encontrados. Sentía cosas que no podía entender".

"Lo mejor para mí eres tú".

Jimin lloró más fuerte.

No era así como debían resultar las cosas. No era así como su hermano debía terminar.

- Nadie hizo nada por él. No hice nada por él.

- No es cierto. Siempre te preocupaste por él – le recordó Jungkook.

- Pero él necesitaba más que eso. Alguien que realmente le sacara del lugar donde estaba.

- Él no se dejó ayudar. Lo sabes. Y lo que él esperaba de ti era algo que tú no tenías para darle.

Se secó las lágrimas como pudo, con sus manos temblorosas y torpes, esposadas. Se sentía irritante cada vez que le ponían eso en sus muñecas. Se sentía como el golpe de la realidad en la que vivía en ese momento. Era no sólo prisionero por su mal actuar, era prisionero de toda la mierda que habían hecho con él y su hermano.

- Él no se merecía nada de eso. Él se preocupaba por mí, él me cuidaba. Él sabía todo lo que yo lo necesitaba y ahí estaba para mí, poniendo su vida en pausa. No tendría que haber terminado así. Su vida... arruinaron su vida – volvió a secar sus ojos, sollozando, su pecho estaba demasiado apretado – Él tiene un buen corazón. Él no es un asesino. No tendría que haber llegado a eso.

Jungkook observó cómo Jimin lloraba sin poder detenerse, jadeando y temblando.

Podía ser cierto, las intenciones de Jihyun no eran malas, aunque no fueran las mejores. Tal vez no había sido amable con Jungkook, pero había un trauma allí que nadie había visto. Aún había un niño ahí, el que había sido dañado, que había tenido un gran temor a que le separaran de su hermano, a que le quitaran lo único que sostenía su vida. No era extraño que su desagrado por Jungkook hubiese crecido hasta llevarle a apuntarle con una pistola. Jungkook era una amenaza, y Jihyun solo quería aferrarse a lo único que le mantenía con vida y no iba a dejar que se lo quitaran. Había adorado a Jimin siempre, y había hecho lo posible por protegerle de las cosas que le habían dañado a él mismo.

Sí, tal vez Jihyun tenía un buen corazón, pero si no consigues la ayuda que necesitas, a veces un buen corazón no es suficiente.

La charla respecto del tema acabó. Jimin no tuvo más que decir. Lloró hasta que las ganas de seguir se fueron de su cuerpo. Secó sus lágrimas, sintiendo la boca y la garganta secas y rasposas. Había tanto, tanto que deseaba que fuera diferente. Pero desearlo, por más que lo hiciera con todas sus fuerzas, tampoco era suficiente. Era lo que era.

Quería que su hermano fuera feliz, que consiguiera la paz que merecía, pero ahora estaba encarcelado, solo y cargando con el peso del trauma que finalmente había terminado por apoderarse de él. Ahora Jimin podía ver las cosas desde otro punto de vista. Dentro de toda la tragedia de su familia, él la había tenido algo más fácil.

Jungkook le cedió el silencio para que se recompusiera. No quería ser brusco, no quería lanzar una bomba, pero ya había tomado una decisión, tenía cosas que hacer con su vida. No podía seguir dejándola en pausa. Nada mejoraría de todas formas.

- Yo... voy a irme, Jimin – expresó su decisión como pudo, con falta de seguridad en su voz, a pesar de que se había dicho a sí mismo que era lo correcto. El mayor levantó su rostro y le miró con duda.

- ¿Qué significa eso?

- Me voy de Seúl. Yoongi me invitó a quedarme con él mientras termina su carrera y yo consigo trabajo. Si quiero continuar con mi carrera él será de mucha ayuda, y puedo estudiar en su universidad – explicó. Jimin se quedó en silencio, se veía perdido, aturdido – Yo no puedo detener más mi vida – no fue un reproche, de hecho, lo dijo con pesar y tristeza. Con arrepentimiento. Se sentía egoísta, pero también debía encargarse de sí mismo, porque de lo contrario nadie lo haría – Quisiera ser un apoyo para ti y quedarme, pero no hay más que pueda hacer y... todo lo que ha pasado aquí fue demasiado, pero lo de Jihyun me hizo dar cuenta de esto – hizo una pausa para tomar aire – Realmente siento que necesito alejarme de todo esto, necesito... retomar mi vida porque siento que no sé qué quiero hacer ni quién quiero ser.

Jimin parpadeó, viéndose como si intentase comprender cada palabra y su intención detrás de ellas. Algo dentro suyo se sintió frío y encogiéndose. Jungkook no estaba siendo egoísta, él tenía el derecho y el deber de hacerse cargo de sí mismo y de ponerse como prioridad. Jimin lo tenía claro y aun así deseaba que Jungkook hubiese tomado otra decisión, que le dijese que se quedaría allí a esperarle. Estaba decepcionado de sí mismo. Ya había hecho suficiente sobre la vida de Jungkook y su persona. Ya había generado suficiente daño, puesto su vida de cabeza y revuelto todo como si hubiese pasado un huracán.

Vio la mirada baja de Jungkook, probablemente hacia sus propias manos bajo la mesa. Era esa actitud que emanaba culpa y remordimiento. Y es que estaban tan atados el uno al otro que sentían la responsabilidad de mantenerse de esa manera.

Por un lado, deseaba que se quedara, deseaba que alguien le cuidara, porque Jimin había necesitado que alguien cuidase de él toda su vida, siempre había necesitado un sustento ajeno a él, porque no confiaba que pudiese estar bien por su cuenta.

Por otro, Jimin deseaba que se quedara porque perder a alguien más luego de que todo lo que había habido en su vida desapareciera de un día al otro –literalmente- no era algo que quisiera vivir con Jungkook. Podía aceptar que el resto le defraudara, pero le dolía que Jungkook se fuera, sentía que le estaba abandonando.

Se repitió mentalmente que eso era lo correcto, lo más sano, aunque no se sintiera para nada bien. Pero, nuevamente, ya había hecho suficiente sobre la vida del chico como para seguir reteniéndole. Él... no era bueno para Jungkook.

- Está bien, lo entiendo – asintió lentamente y apretó sus labios, forzando una sonrisa comprensiva y calma, reteniendo la angustia dentro, empujándola al fondo de su pecho, lejos de la superficie.

- ¿Sólo eso? – preguntó Jungkook, extrañado. Jimin se encogió de hombros.

- No quiero retenerte, Jungkookie... - usó por primera vez luego de tanto tiempo aquel apodo – Yo estoy aquí, y estaré aquí por cuatro años más – inspiró y soltó el aire – Y tú estás fuera. Mi vida es la que está en pausa, no la tuya, así que... no debes detenerte por mí.

- Seguiremos hablando. Hablaremos por teléfono, te llamaré para saber cómo estás y para contarte cómo me va – dijo con una suave sonrisa, acercándose al vidrio y apoyando su mano – Cuando queramos darnos cuenta... los años habrán pasado, y saldrás. Volveremos a vernos – animó, no sólo para Jimin, sino para sí mismo, intentando convencerse de que estarían bien.

Jimin asintió. Cuatro años eran demasiado. Cuatro años eran suficientes para hacer cosas en las personas. Su corazón latió dolorosamente.

Espero que tus sentimientos por mí no hayan cambiado cuando salga de aquí.

No quiso decirlo, no quiso envenenar con su tristeza el ambiente y que Jungkook notara lo desastroso que se sentía ante la idea de la distancia.

Lo superaría. Podría hacerlo. Su vida se había tratado de pérdidas constantes, pero quizás el universo intentaba decirle que era importante que él también se encargara de sí mismo. Tenía que hallar la manera de sentirse bien por su cuenta sin depender de nadie. Ahora era él y nadie más. No podía seguir obligando a la gente a quedarse a su lado para encargarse de él.

Y Jungkook se fue.





* * *


Buenas, gente bella.

Creo que hace más de un mes no actualizo. Pero bueno, falta poco, estoy segura que voy a poder subir lo que queda sin tomarme tanto tiempo.

Este mes también se me vinieron bastantes ideas a la cabeza sobre posibles futuras historias, así que luego de Vitam aeternam, en el tiempo que disponga, algo nuevo voy a traer.

Espero que anden bien. Gracias por apoyarme.

Nos leemos!

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