53. El más solitario

Trigger warning: este capítulo contiene mención de abuso sexual de menores y descripción gráfica de violencia física que puede resultar perturbadora para algunos lectores. Leer bajo su propia responsabilidad.





* * *



Estaba bien, era el momento más importante de su vida; tenía que recordárselo a sí mismo.

Su padre tenía altas expectativas. Todos las tenían.

Su estómago dolía, como si tuviese burbujas algo agresivas explotando dentro de él. Se sentía algo así como cuando iba a rendir un examen a la escuela, o quizás más como cuando la maestra le regañaba frente a todos sus compañeros por no prestar la suficiente atención a la clase. Como cuando le habían hecho sentar al frente de todo y solo, por haber estado molestando a un compañero suyo. También le habían amonestado cuando le había cortado un mechón de cabello a una niña con unas tijeras.

Ese día –el más importante de su vida- había llegado de la escuela y aunque había intentado distraerse no logró apaciguar el dolor de estómago. Había sido lo primero que sintió al despertar por la mañana. Y también lo había sentido el día anterior, y el otro. Era tan importante para él y su familia que no había logrado dormir bien. Las maestras siempre se quejaban de eso, de lo tan distraído que a veces era, pero, Jihyun tenía sus momentos. Algunos días no eran buenos y dormir se le dificultaba. A veces estaba muy nervioso por no poder cumplir con las exigencias de su familia. Las reuniones de su padre eran muy frecuentes y agotadoras.

La noche anterior no había logrado dormir, pero iba a valer la pena. Una vez que se iniciara sería como un adulto, sería como su padre, como los demás miembros de Alpha chi lambda, las poderosas personas que pertenecían a su familia. Él era un niño, lo sabía, y quería dejar de serlo. Quería sentirse capaz, sentirse fuerte. Si finalmente se iniciaba, dejaría de haber tantas presiones, tantas expectativas, tantas exigencias. Sería uno más de ellos.

Se dijo a sí mismo que eso era lo que necesitaba, que eso era lo que debía hacer para ser mejor y sentirse suficiente. Eso debía bastar para sentir que había llegado a donde le exigían que debía estar.

La habitación estaba bastante oscura, sólo unas luces tenues encendidas, incienso y velas dejaban ver parte del espacio. El colchón de una cama estaba en el suelo, rodeado de velas. El aroma era el característico de los rituales, él había presenciado muchos.

Jihyun había sido desnudado por completo y recostado sobre el colchón. Repitió en voz alta las palabras que la voz de su padre leía de su libro. Fue sujetado de pies y manos para que se mantuviera quieto. Apretó los dientes y se retorció cuando el calor ardiente del metal tocó su piel, en la zona baja de su vientre, del lado izquierdo. El metal le coció la piel y parte de su carne joven. La marca de Alpha chi lambda se enterró, quemando agudamente. Se obligó a apretar los dientes y evitar gritar, en cambio sólo gruñó.

Respiró profundo cuando eso acabó, intentando olvidar el dolor en su piel, la quemazón del metal hirviendo que había sido puesto contra él. Picaba y latía, aún parecía como si estuviera allí. Era una sensación desesperante. Deseaba calmarlo, que alguien le pusiera un paño frío, o hielo, o anestesia, lo que malditamente fuera.

Se quedó inmóvil, su cuerpo tenso por el ardor. Sintió un peso hacerse presente a su costado por el hundimiento del colchón.

Era su tío, uno de los tres hermanos de su padre, quien siempre estaba en las juntas. Lo reconoció por su voz.

A Jihyun le tembló el cuerpo cuando el hombre se quitó su toga negra, sólo mantuvo su cara tapada como era tradición en todos los rituales.

- Cuánto has crecido, Jihyun. Siempre supe que eras el indicado, un Park de verdad. El orgullo de la familia – Acarició su mandíbula como siempre lo hacía – Es un honor para mí iniciarte. En este momento se te cederá la oportunidad de mostrar tu lealtad a la familia. Tu lealtad a Tamon.

Él no había podido moverse, algo dentro suyo se lo impedía. Su estómago dolía y quemaba tanto como la herida que acababa de recibir en su piel.

El hombre le dio la vuelta, colocándole sobre su abdomen y Jihyun puso su mejilla contra el colchón, sintiendo las manos frías de su tío trabajar en él. Mientras su tío hablaba Jihyun cerraba los ojos con fuerza. Era la primera vez que metían algo dentro de su cuerpo. No sabía qué era, pero era frío.

Le habían tocado muchas veces, pero no profundamente.

Respiró e hizo el esfuerzo por recordarse que todos los Alphas debían pasar por eso y que él sería felicitado por completar su iniciación luego.

Entonces su tío se movió, se colocó sobre él y ésta vez sintió algo caliente y grueso entrar en él. Todo su cuerpo se puso rígido.

- Ya... - susurró su tío – debes relajarte para que podamos estar unidos – Jihyun hizo el esfuerzo, pero no podía, necesitaba tiempo. No obstante, no lo obtuvo. El peso sobre él se sintió más fuerte y la intromisión se intensificó.

Sus manos se aferraron a las frazadas y las retorció, en conjunto a sus piernas que se movieron contra su voluntad, queriendo levantar su cuerpo para salirse, pero el peso sobre él, de un cuerpo adulto, era demasiado.

Se puso peor cuando su tío no podía parar.

- Eso es... recíbeme... - murmuraba - ¿Lo sientes? ¿Me sientes dentro? Es fantástico ¿cierto? – su voz sonaba tan ida en lo que parecía ser emoción y placer, pero Jihyun no se sentía igual, su cuerpo estaba inundado en dolor – Serás un gran Alpha, Jihyun... eres... eres capaz de sanar a las personas – rio agitado – Me haces sentir lleno. ¿No te sientes lleno también? Ahora mismo... estás lleno de mí.

El cuerpo de su tío era demasiado grande para el suyo, pesado y rudo, y no parecia querer detenerse y darle un respiro. Entonces, Jihyun sólo tenía las frazadas entre sus dientes, mordiendo y ahogando los quejidos a medida que su tío seguía hablándole, alentándole a que aguantara y recordándole lo bueno que era por estar iniciándose. Lo bien que lo estaba haciendo.

Al finalizar su ritual de iniciación, su padre se encargó de que se duchara. El agua fría en su cuerpo había sido buena para entumecer el dolor y su mente. Hubiera deseado sumergirse en una bañera con cubos de hielo. Estaba agotado. Nunca hubiera pensado que iniciarse iba a ser tan agotador e intenso. Pero estaba bien. Era lo que quería, lo había conseguido.

En la noche de aquel día, cuando se encontró con Jimin en la sala de su casa, corrió hacia él y le abrazó por largo tiempo. Jimin reía, diciéndole que la nariz en su cuello le hacía cosquillas.

- Vamos a jugar... - ofreció Jimin ante el afectuoso abrazo de su hermano.

- No puedo... - dijo con voz decaída, con la cara aún enterrada en el cuello ajeno.

- ¿Por qué? Siempre quieres jugar.

- Estoy cansado...

Y duele.

Al día siguiente fue a la escuela y sus compañeros se habían reído de él porque caminaba extraño. Jihyun no quiso volver a la escuela los días siguientes.


Jihyun estacionó el auto frente a la fachada familiar de esa casa que hacía años no visitaba.

No dilató más la situación, bajó del auto y se dirigió a la entrada del lugar.

Era, en cierto modo, milagroso que llegase al lugar sin chocar, dado que tenía el suficiente alcohol en sangre como para ocasionar un accidente. Sin embargo, había logrado prestar atención a la calle y los vehículos que se le iban cruzando.

Tocó el timbre y esperó. Era de noche ya, cerca de las 9 pm. Pero no era lo suficientemente tarde como para que en la casa ya se hubiesen ido a dormir. Luego de dar tres timbrazos en un lapso de cinco minutos, la puerta se abrió lentamente.

El hombre del otro lado se había asomado con cautela, pero cuando le vio sus ojos se abrieron dándole una mirada de búho, sorprendido con su visita. No era para menos.

- ¿Ji... Jihyun?

- Buenas noches, tío Dong.

Jihyun no esperó a ser invitado a pasar, entró decidido a la casa, aunque sus pasos eran algo torpes y duros, obligando a su tío a hacerse a un lado. Una vez dentro el hombre cerró la puerta rápidamente.

- ¿Q-qué haces aquí? – Dong le preguntó con la voz torpe. Se lo notaba nervioso.

Jihyun miró la casa, reconociendo muebles y adornos que estaban allí desde que él tenía memoria. Todo estaba bastante avejentado, a pesar de que su tío tenía mucho dinero y la casa era grande, pero no estaba bien cuidada. Quizás el divorcio con su esposa había tenido algo que ver. La mujer siempre mantenía todo en perfectas condiciones y limpio. Pero, actualmente, la capa de tierra sobre la chimenea, estanterías y libros era evidente.

Volvió su atención a su tío. El hombre tenía ya sesenta y siete años, su pelo siempre había sido canoso –ya que era un hombre mayor, el hermano mayor de los Park – pero ahora lo tenía casi completamente grisáceo y, obviamente, también tenía más arrugas.

- ¿No estás feliz de verme? – preguntó Jihyun, enarcando una ceja y sonriendo. Su tío volvió a verse sorprendido, pero cuando habló había más nerviosismo que sorpresa en su voz.

- ¿Estás ebrio? – preguntó, notando el estado de Jihyun.

- Algo – se encogió de hombros y soltó una risa floja – No has respondido a mi pregunta... - le recordó. Su tío se veía perdido, desorientado por la visita de Jihyun y su obvia ebriedad.

- Sí. Claro que sí – aseguró, aunque no sonaba demasiado cómodo con la idea – Es sólo que no esperaba visitas, a menos que fueran de... la policía.

- ¿La policía?

- Ya sabes... todo el asunto de la policía investigando a la familia...

Jihyun mantuvo su mirada, estudiando a su tío, quien parecía de cierta manera abrumado al hablar del tema. No es como si conociera tan bien al hombre, hacía años no trataba con él, pero cualquiera se daría cuenta que el tipo estaba nervioso; tartamudeaba, su voz carecía de seguridad y sus movimientos eran rígidos y levemente bruscos.

Él podría estar ebrio, pero eso no le impedía notar lo obvio. Además, estaba altamente atento al accionar del hombre.

Caminó un poco, bordeando la sala de estar y pasando su mano por el polvo sobre los libros en un mueble.

- Ah, eso – sonó desinteresado – Que se jodan quienes se quieran meter con nuestra familia – quitó sus ojos de la suciedad en la yema de sus dedos para observar a su pariente. Éste alzó las cejas, y sus ojos parecían haberse iluminado y desecho de toda inseguridad previa.

- Sí, ¿verdad? – suspiró, pero sonó más a un gruñido ofuscado – Las personas siempre han querido manchar nuestro nombre.

- Nunca entendieron nuestras buenas intenciones – sonrió, una sonrisa de lado que no llegó a sus ojos - Las buenas intenciones de papá.

- ¡Nunca! – su tío exclamó, estando de acuerdo con lo que su sobrino decía. Jihyun se acercó a él con pasos lentos y calmos – Hemos trabajado tan duro... ayudado a tantas personas – soltó indignado – Las acusaciones hacia Seung son injustas.

- Lo son... – murmuró. Metió las manos en sus bolsillos – Entonces... ¿la policía está investigándote? – preguntó interesado.

- Sí, desgraciadamente... - soltó ofendido y molesto – Por eso... será mejor que te vayas, Jihyun.

- ¿Por qué? – sonó sorprendido, y su rostro lució una expresión entristecida. Obviamente exagerada.

- Bueno... - hizo una mueca, no muy convencido o seguro de cuál excusa dar – No se vería bien. Las cosas... están delicadas y no quiero comprometer mi situación...

- Pero tú no has hecho nada malo – dijo, y se acercó más. El hombre nuevamente pareció satisfecho y aliviado al escuchar que las palabras de Jihyun le favorecían.

- Lo sé – dijo, asintiendo con la cabeza – Esto es una locura... pero ellos harían lo posible por culparme de cualquier cosa... porque no entienden nada.

- ¿No quieres... que esté aquí entonces?

Dong mantuvo su boca entreabierta, como si no pudiese articular una palabra en respuesta. Jihyun le miraba intensamente, y el silencio se había vuelto extraño. No era incómodo exactamente, pero sí era tenso. Se notaba que no estaba seguro de cómo leer a Jihyun.

- No has hecho nada malo, tío – volvió a decir con voz suave – Si estás nervioso porque descubran lo que hicimos juntos... ¿quiénes son para juzgarnos? – el hombre parpadeó varias veces.

- Son... la ley...

- ¡A la mierda con la ley! – rio fuertemente, haciendo que Dong se estremeciera. Dos pasos más y Jihyun estaba a pocos centímetros de su cuerpo. Ambos eran casi de la misma altura, hombres altos y fornidos, aunque su tío siempre había sido morrudo y nada atlético, de hecho, con algo de sobrepeso – Es curioso, ¿sabes? He tenido sexo con otras personas y recuerdo sus rostros, pero... no recuerdo exactamente qué hice con ellas. No recuerdo qué sucedió, no sé por qué. Pero tú... - susurró – De ti me acuerdo de cada detalle...

- ¿E-en serio? – el hombre tartamudeó. Su cuerpo estaba tieso con la presencia de Jihyun demasiado cerca, casi sobre él.

- Sí. Fue tan especial... que es difícil de olvidar. Han pasado muchos años... pero sigo pensando en ello. Ya no soy un niño, quizás por eso no quieres que me quede. Ahora tengo veinticinco... ¿ya no soy tan bueno como antes?

Su tío estaba corto de palabras. Parecía como si su última neurona hubiese pasado a mejor vida. Estaba pasmado, manteniendo su rigidez a duras penas, el nerviosismo volvió a él, pero se veía un tanto diferente. Parecía que una chispa se había encendido en él, sus ojos brillando con algo que a Jihyun le revolvió el estómago.

- Eras... un niño tan bueno y tan... dócil. Eras deseable... - su voz se volvió baja y gruesa – Pero incluso ahora, sigues siendo especial, Jihyun. Eres el Alpha más leal de la familia, lo has hecho tan bien. No has caído como los otros, y no has vendido al resto como tu hermano – levantó su mano derecha y la pasó por el cuello de Jihyun – Sigues viéndote joven y bello... ¿cuánto dijiste que tenías? Veinticinco... – acercó su rostro al lado contrario de su cuello y olió su piel – Sigues siendo como un niño.

Son muchos los casos en los que las personas que sufrieron un trauma tienen una tendencia de buscar revivirlo como una forma de lidiar con ello y sus secuelas.

Muchas personas abusadas sexualmente tienden a caer en manos de abusadores a lo largo de toda su vida después de su primer abuso. Algunos incluso vuelven conscientemente hacia su violador, sometiéndose a una nueva oportunidad de ser abusados como consecuencia de sus inseguridades, vulnerabilidad y autodesprecio.

Jihyun estaba allí para tratar su trauma, o al menos hacerle frente. No creía que pudiera sacárselo de encima, pero algo debía hacer.

Su tío estaba equivocado. No, ya no era un niño. Ya no era dócil, ni obediente, ni leal.

Y había dejado de ser bueno.

Dong se estremeció, su cuerpo volviéndose rígido en un segundo donde sintió algo firme y duro contra su abdomen. Se alejó del calor de Jihyun lentamente para mirar hacia abajo. La punta de una pistola estaba presionándose contra él. Levantó su rostro para ver a su sobrino, sintiéndose confundido y aterrado.

- Quita tus asquerosas manos de mí – soltó Jihyun con sus dientes apretados. El hombre obedeció, moviendo sus manos y alejándolas del cuerpo de Jihyun con cuidado.

- ¿Qué...

- ¿Cuántos niños? ¿eh? – preguntó - ¿Por cuánto tiempo? – su tío no dijo ninguna palabra, parecía como si le hubiesen comido la lengua. Jihyun se rio – ¿A cuántos arruinaste?

- Yo no-

- ¡Cállate! – Gritó, haciendo que el hombre temblara – No quiero escuchar mentiras. Muévete, ve hacia allá – Señaló la habitación contigua, la sala de reuniones de la fraternidad.

Le empujó, presionando el arma contra su espalda, obligándole a caminar. Una vez dentro, Jihyun no cerró la puerta, no lo creyó necesario.

- Ji-Jihyun, no hay por qué ponerse así... Podemos hablar, ¿sí?

- Oh, sí, hablaremos – sonrió con malicia. Se tomó un tiempo para inspeccionar el lugar, recordando las cosas que habían ocurrido allí – Recuerdo este lugar. Ahora que lo pienso... la tía nunca estaba cuando nos juntábamos, ella trabajaba y estaba ocupada – sonrió, llegando a conclusiones – Ella te dejó. Me pregunto por qué.

- Ella... hacía mucho tiempo estábamos mal.

- Ella se enteró de lo que hacías.

Dong se mantuvo en silencio y Jihyun asintió, torciendo su propia mandíbula, sintiendo su sangre hirviendo. Sólo ahora llegaba a esa conclusión. Era toda la misma historia. Pero, por lo que él sabía, su tía no había sido asesinada. ¿O sí?

- ¿Qué le pasó a ella? ¿La enviaron a matar?

- ¿Cómo dices eso? Esas son menti-

- Por favor – el sonido del seguro del arma siendo removido detuvo el hablar de su tío, poniéndolo aún más rígido, con sus hombros elevados y sus brazos a cada lado de su cuerpo – Dije... que no quiero escuchar mentiras. Si dices algo que no me convence, te ganarás una bala en cada una de tus pelotas.

- Po-por fa-favor... -tartamudeó suplicante.

- ¿Qué le pasó a la tía? No volveré a preguntártelo.

- ¡No lo sé! ¡No le hicimos nada! – dijo, desesperado – Lo juro. Ella sólo dejó una nota. Se fue de repente. Claro que no estábamos bien, desde que ella no podía quedar embarazada – reveló, y Jihyun luego de quedarse mirándolo con asombro se rio. Rio toscamente y con poca gracia. A su tío parecía haberle dado miedo.

- ¿No podía? ¡Qué conveniente! – exclamó – Qué irónico. ¿Será que por no poder tener niños propios de los cuales abusar, buscaste a otros?

- Yo no hice algo así... yo... éramos familia. Somos familia, la unión es importante...

- Sí, lo entiendo – dijo.

Levantó el arma, apuntando directo a su tío.

- Desvístete.

- ¿Qué?

- ¿Te cuesta entender? Quítate la ropa – repitió con un tono más amenazante, de manera que no daba lugar a resistirse. Sin embargo, Dong tuvo la osadía de intentarlo. Negó con la cabeza y volvió a suplicar. El ruido de un disparo le hizo caer al suelo, encogiéndose sobre sí mismo. Jihyun había disparado hacia un rincón de la habitación. Su tío tembló, mirando hacia donde se había dirigido la bala - ¡Quítate la puta ropa de una vez!

El hombre obedeció.

Poco a poco comenzó a deshacerse de sus prendas, quitándose primero la camisa, luego el pantalón. Cuando quiso permanecer con sus calzoncillos, Jihyun le dijo que también se los quitara.

- ¿Después de todo aún tienes reservas? Te vi la polla más veces de las que hubiera querido. Quítatelos – agitó el arma, instándole a apurarse de una vez.

Una vez que vio el cuerpo desnudo de su tío, sintió su estómago apretarse con el recuerdo no sólo de su iniciación, sino de tantas otras veces que su tío había puesto sus manos sobre él o le había instado a que tocara su desagradable pene.

Jihyun le obligó a recostarse sobre el suelo, amenazándole con el arma nuevamente para que dejase de resistirse y pedir piedad. Tomó del suelo los pantalones de su tío, sacando el cinturón de cuero y lo doblándolo a la mitad. Lo sostuvo con firmeza, cambiado la pistola a su mano izquierda para poder manejar el cinturón a su antojo con su diestra.

Dong gritó cuando el primer latigazo cayó directo a su entrepierna. Se retorció como un gusano.

Un asqueroso y despreciable gusano.

Le dio una patada en uno de sus muslos y golpeó sus manos con el cinturón para obligarle a quitarlas de su entrepierna, la cual intentaba proteger de otro golpe. Entre gritos, insultos y patadas, Jihyun utilizó toda su fuerza para arremeter contra su tío, agitando el cinturón en el aire antes de bajar su brazo con fuerza y golpear la entrepierna ajena.

Obviamente su miembro estaba flácido, sin indicios de excitación, al igual que todo su lenguaje corporal gritaba dolor. Temblaba y se sacudía bruscamente con cada golpe. Jihyun estaba agitado y todo su cuerpo emanaba calor. El movimiento continuo de su brazo y su cuerpo, para ejercer fuerza, le había hecho hasta transpirar.

- Vamos, abre las putas piernas, cobarde – apretó su puño, estrujando el cinturón en su palma y sintiéndolo caliente, casi quemando – Cerdo despreciable.

- Por favor, ya basta... haré lo que quieras – su rostro estaba rojo, al igual que las zonas de su cuerpo que habían sido azotadas – Esto duele...

- Me extraña de ti, tío Dong. Creí... que tenías claro que el dolor ayuda a sanar – dijo, su voz sonando sarcástica y fría – Abre las piernas y recibe el castigo que te mereces. Voy a destruirte la polla.

El hombre lloró y se desgarró la garganta en gritos que poco a poco perdían su fuerza.

Jihyun no se dio cuenta en qué momento había comenzado a sangrar. Había golpeado compulsivamente el pene de su tío, había escuchado tan fuerte el sonido del cuero contra la piel que no podía parar de oírlo. El pene se había vuelto cada vez más rojo, hasta llegar al morado intenso y luego la sangre ya había comenzado a brotar. Los golpes con el cuero habían logrado desprender parte de su piel, generando quemaduras, también hematomas. Se veía jodidamente doloroso.

- Intenta usarla luego de esto... - dijo, mirando el miembro que parecía hasta haber perdido su forma natural. Sus testículos también sangraban, la fina y sensible piel de la zona había sido fácil de desprender y romper.

Su tío temblaba, pero no hablaba. No respondía. Sus ojos estaban desenfocados, probablemente a punto de desmayarse.

Volvió a dar otro golpe fuerte, y un quejido ahogado se escuchó desde su garganta. La sangre había salpicado a su ropa. Jihyun se sintió asqueado.

Soltó el cinturón, dejándolo caer al piso. Su mano se sentía adormecida, el agarre tan fuerte le había dejado una quemadura en la palma. Pero, ignorando eso, empujó con su pie a su tío y volteó su cuerpo flácido. Apoyó la suela de su borcego en una de las nalgas del hombre, agachándose y haciendo presión contra él. Dirigió el arma hacia el cuerpo tembloroso, introduciendo entre sus glúteos la punta. Éste se quejó, sin fuerzas ni emoción, sólo un quejido blando. Jihyun buscó con la punta de la pistola su agujero, y cuando lo encontró la hundió en él.

La parte del cañón del arma era gruesa y bastante cuadrada. Sumado a la falta de lubricante y a la dureza del objeto, Jihyun tuvo que hacer más fuerza de la que hubiera creído para hacerla entrar. Dong intentó moverse, pero parecía sólo poder balbucear cosas inentendibles como expresión de su dolor e incomodidad.

Una vez que el cañón del arma estuvo enterrado dentro, Jihyun la sostuvo de la empuñadura con firmeza y la movió, sacándola y volviéndola a meter repetidas veces con una fuerza brutal, y luego retorciéndola dentro.

Aunque pusiera todo de sí mismo no sentía que fuera suficiente. Quizás nunca lo sería.

Él no era suficiente. La vida no era suficiente. Nada era suficiente.

Al sacar y meter la pistola comenzó a ver que se pintaba de sangre cada vez más. Finalmente dejó de moverla y la empujó lo más dentro que pudo.

- Qué puta mierda... - su voz salió sin fuerza, ahogada y resentida. No se sentía mejor. No se sentía liberado. Se sentía para la mierda - ¿Tan difícil... era intentar no arruinarme? – preguntó, sin esperar respuesta. Había sido una pregunta retórica, sin embargo, había estado enterrada en lo profundo de su ser desde que tenía diez años.

Desplazó su pulgar sobre el seguro, quitándoselo, y su dedo índice presionó el gatillo.

El sonido del disparo se escuchó fuerte y claro. Por el reflejo, su cuerpo se tensó y cerró los párpados con fuerza. Cuando los abrió miró el cuerpo de su tío. La bala había entrado a su cuerpo y salido por algún sitio que no logró reconocer, pero había demasiada sangre desparramándose por el suelo.

Se puso de pie, tambaleándose y se alejó, sosteniéndose del marco de la puerta y doblándose sobre sí mismo cuando las náuseas detonaron la urgencia de vomitar.

Cuando devolvió el contenido de su estómago sobre el suelo –el cual era puro alcohol y bilis- aclaró su ardida garganta y se irguió para salir de la habitación con pasos pausados, sin prisa por irse del lugar.

Para su sorpresa, aunque no tanto, cuando abrió la puerta de la casa, vio la calle llena de policías con dos patrullas. Al parecer, alguien había escuchado el primer disparo.

Estaba bien, podía con eso. No tenía mejores planes después de todo. No tenía nada. Todo era una mierda.

Mostró sus manos libres al aire e inmediatamente fue esposado mientras otros policías entraban a la casa. Él estaba manchado de sangre y el olor de ésta era evidente. Se veía terrible.

La imagen de su hermano llegó a su mente, evocando su recuerdo en la situación más crítica de su vida. No era de extrañarse, si tuviera que mencionar una cosa buena en su vida, era la única.

¿Qué pensaría él si le viera así? ¿Importaba si quiera? Nada había sido suficiente para lograr que se quedara. Había perdido a Jimin hacía tiempo. Sería siempre la parte más triste de él mismo, así como también la más feliz. Esa parte de él que jamás sería suya. Esa parte que era la única que le había mantenido vivo.

Sería siempre el oxígeno que respiraba.

Fue empujado al asiento trasero de la patrulla, la puerta se cerró de un golpe y permaneció allí, con las manos esposadas detrás de su cuerpo. Bajó su cabeza y la apoyó contra la parte posterior del asiento delantero.

Pensó en todas las veces que Jimin había sido su refugio, su desahogo, su consuelo. Pensó en todas las veces que le hizo sentir mejor, en cuánto habían estado allí el uno para el otro. Siempre pensaría que el mundo nunca iba a entenderles.

Todo su interior se estremeció, temblando como si no pudiese mantener las piezas de su corazón juntas. Otra vez ese fuerte dolor se expandió desde el centro de su pecho hacia todo su cuerpo. La angustia tan aplastante que había estado allí esperando por despertarse y estrangularle. Una angustiosa y desoladora sensación.

El nudo en su garganta se apretó más fuerte y comenzó a llorar. Temblando como una hoja; indefenso y débil.

Lo necesitaba en ese momento también. Que le sostuviera, que le diera una caricia, una palabra, escuchar su voz. Pero al final ya no importaba, siempre se sentiría como el hombre más solitario del mundo.




* * *


Hola, gente bella. Como agradecimiento a tanta paciencia por actualizar tan lento, acá va otro capítulo.

Tengan una buena semana. Intentaré actualizar pronto, no queda nada ya! Gracias por leer.

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