44. Delatado
Trigger warning: este capítulo contiene violencia física explícita que puede resultar perturbadora para algunos lectores. Se recomienda discreción.
* * *
Jimin había estado jugando con sus dinosaurios de juguete por un largo rato en el suelo de la cocina. Mientras tanto, su madre horneaba un pastel, específicamente lemon pie.
El tiempo había transcurrido y el aburrimiento le invadió, ya había jugado lo suficiente como para saciarse y ahora desear jugar a otra cosa. Así que corrió fuera de la cocina, sin escuchar el reclamo de su madre para que juntara los juguetes del suelo. Sus pequeños pies se movieron rápidamente, llevándole hacia la sala donde se encontraba el gran sofá frente a la televisión. Jihyun estaba sentado allí, mirando hacia la pantalla. Jimin se puso justo frente a él.
- Hyung, ¡Juega conmigo! – le tomó de la mano y tironeó de él, pero el mayor no se movió.
- No tengo ganas de jugar, Jimin – dijo con una voz baja y monótona. Jimin frunció sus cejas y soltó un sonido quejumbroso.
- Estoy aburrido – apretó sus labios y tironeó más fuerte de Jihyun – Juguemos a las escondidas.
No sucedía a menudo que Jihyun no tuviese ganas de jugar con él, pero a veces sucedía, y eso a Jimin le ponía triste, porque su hermano era un niño como él, se divertían juntos, se reían juntos y hacían tonterías juntos. No era lo mismo jugar con su madre o su padre, ellos no se tiraban al suelo con él, no se ensuciaban la ropa, no le perseguían corriéndole hasta atraparle. Eran adultos, y jugar con los adultos era aburrido a veces.
- Por favor - insistió con un cantito apretando la mano de Jihyun que era a penas más grande que la suya – No seas malo. Tu cuentas y yo me escondo. Me esconderé bien para que sea divertido.
Jihyun le miró por un momento, meditándolo. No era que no le motivaba el hecho de que encontrase a Jimin fácil, a él no le molestaba eso. Era que no tenía ánimos por más que le encantaba jugar con él. A veces se sentía triste y no tenía ánimos para jugar.
Pero siempre cedía, y así fue que tras un pequeño puchero por parte de Jimin tuvo la motivación suficiente para ponerse de pie y dejarse arrastrar por él.
El menor se escabulló por la casa, subiendo las escaleras y buscando un lugar para esconderse rápidamente mientras su hermano contaba con sus codos apoyados en la pared de la sala, tapando su rostro.
Jimin había pensado en esconderse en el baño, pero la última vez era allí donde había acudido para elegir su escondite y Jihyun no había tenido problemas en encontrarle.
Así se decidió por el despacho de su padre. No solían entrar allí porque era el importante lugar de trabajo de su padre, y por esa misma razón, Jihyun nunca sospecharía que iría a esconderse allí. Era el lugar perfecto.
Entró sin hacer mucho ruido y volvió a cerrar la puerta.
El despacho estaba conformado por dos recámaras unidas por una arcada. La primera recámara tenía estanterías con libros, un juego de sillones y un sofisticado tablero de ajedrez en una esquina. Caminó despacio por el lugar, mirando la gran cantidad de libros que había allí, olvidándose por completo de que había entrado buscando un lugar para esconderse de su hermano.
Desvió su mirada y vio en la otra recámara a su padre en el escritorio con su computador y con su teléfono en la oreja, conversando con alguien de algo que parecía ser trabajo. Jimin sonrió y corrió hacia el escritorio. Observó curiosamente a su padre, quien le hizo una seña de que aguardara un rato. Cuando terminó de conversar le padre le invitó a sentarse en su regazo, y así hizo Jimin.
- ¿Qué te ha traído aquí? – su padre preguntó con curiosidad.
- Estoy jugando a las escondidas con Jihyun, no le digas que estoy aquí – dijo hablando bajito y llevando su dedo a sus labios en señal de hacer silencio.
- Oh, claro que no lo haré, este es un buen escondite – aseguró y Jimin asintió con una sonrisa – Papá está trabajando, ¿quieres ver de qué se trata mientras Jihyun te busca?
- ¡Sí! – respondió emocionado.
El trabajo de su padre era importante. No sabía exactamente de qué se trataba, sólo que era una persona importante que era seguido por muchas otras personas. Algo así como él veía a sus maestras del kínder.
Un video comenzó a reproducirse en la pantalla del computador. Jimin miró con atención lo que sucedía, observando personas que él no conocía moverse de un lado a otro en una habitación. Su cuerpo dio un pequeño salto cuando vio a una de esas personas golpear a otra estrellando su puño en la cara ajena. El hombre cayó al sueño, y al estar allí recibió numerosos golpes luego, hasta que dejó de moverse.
El cuerpo de Jimin se quedó estático, así como sus ojos observando cómo proseguían las imágenes frente a él. Se sintió confundido y algo asustado. Aquello se veía duro, doloroso, y no entendía por qué estaba sucediendo.
Los videos continuaron pasando, y Jimin cada vez se hacía más pequeño en el regazo de su padre y contra su pecho.
- Papá... ¿por qué les pegan? – preguntó con su voz temblorosa. Acababa de ver a un hombre caer al suelo luego de que le golpearan en la cara con una vara de metal. Recibió más golpes, hasta que su cara se había cubierto de líquido rojo y ni si quiera podían verse sus ojos.
- Son personas que han hecho cosas malas. Personas que están recibiendo un castigo por haber herido a la familia.
- ¿Hirieron a la familia?
- Sí, Jimin. Son traidores. Faltaron a su palabra, tiraron a la basura todo lo que hemos hecho por ellos. Son personas que merecen este castigo porque de otra manera, son ellos los que vendrán por nosotros. Sus acciones pueden destruir a nuestra familia. ¿Te lo imaginas? Que no puedas volver a verme a mí, o a tu madre, o a Jihyun.
No, no podía imaginarlo. Su día a día se formaba por aquellas personas, por estar rodeado de su familia, jugando y disfrutando con ellos. No quería que nadie le separase de ellos, que nadie destruyera su oportunidad por aprender cosas de su padre, por obtener el amor de su madre o por jugar con su hermano mayor.
Con miedo, volvió a mirar la pantalla. Otro video donde esta vez había una mujer arrodillada en el suelo. El suelo era sucio y el lugar en el que estaba lucía frío, abandonado.
La mujer lloraba, tenía sus ojos fuertemente cerrados, las cejas juntas expresando súplica. Sus manos no se veían, parecían estar atadas detrás de su cuerpo. Mientras ella soltaba lágrimas se movía, intentando liberarse porque un hombre la sostenía del cabello, tirando de él lo suficiente como para que su cabeza quedase inclinada hacia atrás, su mentón elevado y su cuello al descubierto.
En un momento dado, y sin previo aviso, el hombre que la sostenía sacó un cuchillo por detrás y lo llevó al cuello de la mujer. La punta afilada del cuchillo se clavó en la carne, a un costado de la tráquea -sobresaliente por la posición en la que se encontraba- y con un movimiento le cortó el cuello. La piel y la carne se abrieron, y la sangre se volcó como el agua de una represa colapsando, desbordando.
A Jimin se le escapó un jadeo, sintiendo sus bellos ponerse de punta en su nuca y su corazón latiendo muy rápido.
El cuchillo volvió a hacer un corte, y luego otro. La hoja filosa cortó repetidas veces el cuello de la mujer hasta que nada más pudo unir su cabeza con el cuerpo, provocando que éste callera al suelo y la cabeza quedase sostenida en el aire por la mano del hombre aun sujetándola de su cabello.
La expresión en la cara de la mujer había quedado contorsionada por el dolor y la desesperación. La sangre se había rociado por todo su cuerpo y aún caía de la cabeza.
Fue inevitable para Jimin llorar y bajar del regazo de su padre para esconderse detrás de su silla. Lloraba tanto, tan compungidamente, que su pecho no podía tener el suficiente aire. Sus sollozos interrumpían sus inhalaciones. Su rostro estaba rojo y mojado por las lágrimas.
Su padre se acercó a él y le pidió que se calmara, que no se asustara.
- Esa mujer era mala, Jimin. Ella nos hizo mucho daño, era peligrosa para nosotros, y lamentablemente tuvimos que hacer esto para proteger a la familia. Tu mamá, Jihyun y tú están a salvo ahora.
- Su cabeza... - lloraba mientras se empujaba contra la pared y sus manos pequeñas y temblorosas tapaban parte de su rostro, evitando mirar a la pantalla – le quitaron su cabeza... - sollozó - tengo miedo.
- No hay nada de lo que debas temer, hijo. Estas cosas suceden todo el tiempo, son parte de la vida. Debes ser fuerte, fuerte como yo lo soy para proteger a la familia. Así protejo a tu madre, a tu hermano y a ti.
- No quiero volver a verlo... - negó con la cabeza – No quiero estar aquí... quiero a mamá.
- Si tu mamá te ve así se preocupará. No quieres preocuparla ¿cierto? Ella se pone triste si te ve triste. Jihyun lo sabe, él es responsable y maduro, no preocupa a tu madre con cosas del trabajo – apoyó sus manos en los angostos hombros de Jimin – Esto tiene que ser un secreto, Jimin. Porque las cosas importantes no pueden saberlas todos, sino cosas malas pueden suceder. Tu hermano también guarda secretos, él es responsable y cuida a la familia.
Jimin no guardó el secreto. Él lo arrancó de su sistema.
Así había comenzado el miedo, y con ello las voces. Al principio eran como pensamientos, hasta que empeoraba con el tiempo, y esos pensamientos dejaban de serlo para convertirse en voces autónomas y negativas. Provocaban que el miedo se propagara por cada célula de su cuerpo, haciéndole sentir desesperanzado y roto.
Siguió observando la espalda de su hermano, quien estaba haciendo fila en el mostrador de una cafetería cerca del centro. Le permitían salir al menos dos horas a caminar para tomar aire y no se sintiese encerrado, no era fácil estar en un centro psiquiátrico todo el día.
Jihyun le invitó un café y cuando finalmente el chico del otro lado del mostrador le tendió los dos capuccinos para llevar, se volteó con ambos vasos en la mano y le sonrió.
El mayor había crecido y Jimin no lo había notado. Para los hermanos menores, los mayores se ven grandes toda la vida y, de cierta manera, indestructibles. Era ahora, siendo adulto y mirando hacia atrás en sus recuerdos, que se daba cuenta que Jihyun había sido un niño como él lo fue en un momento. En aquel recuerdo que desenterró a duras penas, Jihyun tenía sólo ocho años de edad. Ocho años y ya tenía secretos que guardar.
Jimin había aprendido a ignorar lo que no necesitaba, lo que no quería reconocer. Y también había logrado naturalizar cosas que no tendría que haber naturalizado.
- ¿Qué te sucedió aquí? – Jimin pasó dos de sus dedos por el interior de la pierna de Jihyun. Un conjunto de varios moretones manchaban la piel de sus muslos. Sus piernas se lucían por sus shorts, los cuales sólo utilizaba dentro de su casa en ese caso donde las marcas se veían feas en su piel.
- Fue en las prácticas.
- ¿Los rituales con los hermanos? – preguntó, aun observando las marcas que variaban entre distintos tonos violáceos y verdosos. Jihyun asintió - ¿No te duele?
- Sí, pero papá dice que así sanamos.
Aquello había sido luego de que Jihyun cumpliera los diez años. Luego de su iniciación, a veces tenía algunas marcas que no se veían agradables. Pero Jihyun no parecía afectado, al menos no lo había notado en ese momento. Jimin tenía problemas con su salud mental, lo suficientemente inestable y joven como para darse cuenta de algunas cosas.
Ahora, Jihyun era un adulto, aunque seguía siendo joven -con solo veinticinco años de edad- y Jimin se preguntaba si alguna vez se había detenido a pensar en su vida, en su pasado, en algo de todo lo que había vivido.
Se preguntaba si alguna vez algo habría hecho ruido en el fondo de su cabeza como a él le sucedió.
- Deberías tomar tu café ahora o se enfriará – Jihyun le empujó levemente con el codo para llamar su atención – Yo casi voy terminando – continuó caminando, adelantándose un poco y luego volviendo a mirarle - ¿Estás allí? – preguntó por la falta de respuesta.
- Sí, estoy – se encogió de hombros y retomó la caminata. Se movió, siguiendo el andar del mayor.
Ambos decidieron tomar asiento en un parque que estaba de paso. Era de aquellos lugares bastante silvestres, con vegetación de todo tipo, rocas grandes y hasta fuentes que imitaban pequeñas cascadas y arroyos. Mientras más al centro del parque te aventurabas, más lejos se oía el pasar de los autos, y más cerca se oían las aves cantar. Era bueno, como si el tiempo pudiese detenerse por unos minutos al sentarse allí y olvidar la vida fuera de aquellos árboles y matorrales.
Jimin agitó un poco su vaso de café con la esperanza de que el azúcar se removiera del fondo y endulzara la bebida. Tomó un trago y sabía aún amargo, como ahora los recuerdos de su infancia, donde tenía un concepto diferente de su hermano. Era cierto lo que le había dicho a Jihyun hacía un tiempo atrás, parecía como si no supiese nada de él, porque nunca le había contado cómo se sentía. No sólo respecto al hecho que su madre no le gustaba el tipo de interacciones que ambos tenían, sino en general. Respecto a todo.
¿Qué clase de sentimientos solía tener? ¿Qué era lo que le hacía feliz? ¿Qué era lo que le ponía triste? ¿Cuáles eran sus preocupaciones? ¿No tenía Jihyun otra cosa en su vida más que estar todos los días a su lado sin moverse hasta que el horario para recibir visitas del centro se terminase?
Había terminado sus estudios, y había tenido el suficiente éxito en su carrera de marketing como para servirle a empresas y realizar diversos trabajos que le permitían controlar sus propios horarios. Pero eso y Alpha chi lambda eran todo lo que Jihyun era. No había nada más. Pero más que un profesional en marketing, era vocero y líder en la fraternidad. Esa era su identidad, y como Alpha, no existían los miedos o las preocupaciones, o cuestiones que no pudiese resolver o superar.
Pero siempre las había, ¿cierto? Jihyun conocía las suyas, porque, aunque Jimin había logrado esconder todas sus falencias del resto, nunca había logrado hacerlo de su hermano mayor. Entonces algo debía haber.
Jihyun terminó su café y lanzó su vaso descartable al tacho de basura a un lado del banco donde estaban sentados. Se reacomodó en su lugar, guardando sus manos en los bolsillos de su mullida chaqueta y exhalando en forma de una pequeña queja por el frío. El menor volvió a tomar un sorbo y repitió la acción de agitar el vaso circularmente.
- Jihyun, ¿alguna vez has sentido miedo? – la pregunta salió suave de su boca, pero se escuchó clara. El nombrado giró su cabeza, dedicándole una mirada curiosa.
- ¿Miedo? – cuestionó, sonando como si esperase a que fuese más específico.
- Sí, como miedo a algo que no puedes contralar, o algo que no quieres que suceda y tengas miedo por ello. O algo que recuerdes de cuando eras niño.
- Hmm – entonó pensando al respecto – Sí, hay algo – advirtió, y Jimin le miró con intriga – Siempre tuve miedo de que me separaran de ti.
- ¿Cuándo eras pequeño? – indagó - ¿Era por mamá?
- No sólo de pequeño, aunque era frecuente. No lo sé, es algo que siempre estuvo. No sé si sólo por mamá, quizás empezó con ella, pero luego ella ya no estuvo y el miedo siguió de todas formas. Supongo por todos, las personas en general. Temo que las personas que no nos entiendan puedan llegar a tener el poder de separarnos.
- No – se apresuró a negar – Nadie puede separarnos.
- ¿En serio piensas eso? – le cuestionó con una sonrisa incrédula, soltando una risa seca e irónica – Ya sucedió.
- Si te refieres a Jungkook, él no ha hecho tal cosa. Él es mi novio, en algún momento yo iba a relacionarme con alguien y esto iba a pasar.
- No tenía por qué pasar. Él te cambió.
- Quizás tenía que cambiar – decretó en un tono firme – Quizás todos debamos cambiar.
- Cuando dices esas cosas es que tengo miedo – sus manos se movieron dentro de sus bolsillos y juntó sus hombros como si quisiera esconder su cuello del frío y de todo – Si cambiar significa estar lejos de ti, porque tu novio es celoso y nos juzga sin entender una mierda de nuestras vidas, entonces no estoy de acuerdo con el cambio.
Si algo caracterizaba a Jihyun era su personalidad obstinada. Hacerle cambiar de opinión o idea era una tarea prácticamente imposible.
No era que Jimin quisiera cambiar a su hermano en su totalidad, pero esperaba que pudiese ver cuál era el problema allí. El problema no era Jungkook, el problema era que Jihyun no tenía límites. Nadie le había puesto límites. Era terco y se le hacía más fácil seguir pensando como lo hacía antes que darle a alguien más la razón o si quiera cuestionarse a sí mismo.
Jimin había sido de la misma manera al entrar en la adolescencia, extrañamente la etapa más "estable" de su vida, cuando se sumergió tanto en Alpha chi lambda y su rol dentro de la familia que vivió sin detenerse ni mirar hacia los costados o hacia su pasado.
Mayormente porque no quería detenerse a mirar.
La discusión continuó.
- Dices que no quieres cambiarme, pero acabas de decir que deberíamos cambiar. ¿Qué deberíamos cambiar exactamente? Quisiera saber qué es lo que sugieres si dices que cambiar no incluye separarnos.
El lenguaje corporal del mayor ya había dejado de ser relajado y había tomado una actitud defensiva y un tanto desafiante, como cada vez que hablaban sobre ese tema. Siendo "ese tema" ellos dos.
- Sé lo que planteas, y no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con que él venga y genere este conflicto entre nosotros cuando nunca tuvimos problemas. No digas que no nos ha separado, no soy estúpido. No quieres que te toque, o te bese... ¿por qué has cambiado de idea de repente? ¿Qué tenemos que ver nosotros con todo lo demás? Me importa una mierda la fraternidad, me importa una mierda lo que hagan, sólo me importas tú – Jimin arrugó el ceño, pareciéndole egoísta la postura que estaba tomando.
- ¿Cómo puedes decir que no te importa? ¿Si quiera te has puesto a pensar por qué está sucediendo todo esto antes de echarle la culpa a Jungkook? – se indignó – Dijiste que me ayudarías en esto, y lo último que deberías hacer es culpar a la persona equivocada. ¿No ves cuánto me ha afectado toda esta mierda?
- ¿Y qué hay de mí? – preguntó – Me has preguntado a qué le tengo miedo... y te he dicho a qué. Es a esto. A ti poniendo a alguien más por delante de mí. He estado siempre aquí, porque es donde quiero estar. Lo único que me importa es asegurarme de que estés bien, que nada te dañe.
- Yo nunca te pedí que hagas tanto por mí...
- No mientas – negó con la cabeza, haciendo una mueca dolorosa – Éramos pequeños, me necesitabas. Yo también te necesitaba... y te sigo necesitando.
- Era un niño... claro que te necesitaba. No entendía lo que estaba ocurriendo y necesitaba el apoyo de mi familia. Tú me lo diste y siempre estaré agradecido por ello. Pero ahora veo las cosas de otra manera, he crecido y madurado. Estoy con Jungkook, estoy enamorado por primera vez, le elegí como mi novio. Ahora le tengo a él, él es... mi soporte. Y quisiera... que tú pudieras encontrar el tuyo, lo que mereces.
- No puedes estar hablando en serio.
Jihyun se puso de pie, la negación emanaba por cada movimiento que su cuerpo hacía y cada palabra temblorosa. Era el enojo y el dolor que le hacía estremecer las cuerdas vocales.
- Y luego dices que nada nos separará... - chasqueó la lengua – Tú eres mi soporte. Tú eres todo. Al diablo con la familia, al diablo con toda esta mierda. Estoy aquí por ti. No porque seas mi hermano, no porque seas de la familia, estoy aquí porque eres importante para mí, porque eres tú. ¿No puedes aceptarme y ya?
Jimin permaneció pasmado, sentado en el banco del parque como si no pudiese mover un solo músculo. Analizó a Jihyun, la desesperación no sólo había cambiado su tono de voz sino su expresión facial. Parecía como si tuviese mil palabras atragantadas que no le dejaban respirar. No recordaba haberle visto así antes, asustado y suplicante.
Pero la exposición de ese lado vulnerable sólo duró unos segundos, porque rápidamente adoptó una actitud distante e impasible.
Jimin quiso decir algo, pero Jihyun le cortó con un frío tono de voz.
- Vámonos. Te llevaré de vuelta al centro y me iré.
No le esperó a ver si quiera si se levantaba, pero al ver su actitud Jimin se puso de pie y le siguió.
El clima se hizo aún más frío con el silencio del mayor. Caminaba manteniendo sus hombros erguidos pero rígidos, con su mirada al frente y no la había desviado hacia él ni por un instante en todo el camino. No le gustaba que se enojara con él, se sentía solitario, porque Jihyun nunca le trataba así.
Sabía que él necesitaba ayuda también. Lo más lógico era que pudiese tomar sesiones de terapia, pero sabía que si llegaba a si quiera sugerirlo, Jihyun volvería a ponerse a la defensiva, volvería a desviar el tema, volvería a, de alguna manera, meter a Jungkook en medio para que la atención fuese a él y no al verdadero problema.
Llegaron a la puerta delantera del centro, Jihyun se quedó de pie de brazos cruzados en señal de que se sujetaba firme a su manifiesto de hacía unos minutos. Era un Alpha. Era orgulloso.
Se miraron a los ojos, la frialdad del mayor helaba el interior de Jimin.
- Yo quiero lo mejor para ti – dijo honesto Jimin, tratando de mantener su voz íntegra. Algunas conversaciones tendrían que haberlas tenido hacía mucho tiempo, pero era ahora que él se daba cuenta.
- Lo mejor para mí eres tú.
Era un problema demasiado grande.
Jihyun no volvió al centro, y los días que pasaron así Jimin los sufrió.
Cuando Jihyun se subió a su auto condujo hasta su casa sin ánimos de ver la luz del día. Le tomó dos días dejar de beber alcohol, arriesgando las fechas límites de los trabajos que le habían encargado. En realidad, a veces las cosas le importaban poco y nada. Le importaban un carajo.
Si las cosas con Jimin iban bien, todo estaba bien. Si iban mal, todo era un desastre y nada importaba.
Dejó de ir al centro porque ver a Jimin le dolía, y si llegaba a verle con Jungkook, en el estado mental que se encontraba luego de discutir con su hermano, podía llegar a hacer una estupidez. Esa estupidez podía ir desde hacer una escena allí mismo, hasta golpear a Jungkook frente a todos.
Otra estupidez, que también se le había cruzado por la cabeza, era hacerle el suficiente daño como para que no volviese a acercarse a Jimin y decidiera desaparecer para siempre.
Pero eran otros los planes, y no podía dejarse llevar y hacer algo imprudente que cagara todo.
Por eso, luego del segundo día de alcoholizarse en su casa decidió que era momento de recomponerse y hacer algo al respecto. Se vistió, con la ropa suficiente para hacer frente al clima frío, y se subió a su auto, conduciendo hasta la casa de la fraternidad donde estaban sus hermanos menores.
Le recibieron con una alegre y cálida bienvenida, y como siempre él respondió de la misma manera, abrazando a cada uno de ellos, sonriendo, aunque no sentía nada por dentro.
Preguntó por Jackson, y cuando le dijeron que se encontraba en el jardín trasero se dirigió hasta allí. Se saludaron con un abrazo y palmeándose las espaldas. El menor le preguntó por Jimin, mostrando su interés por saber el estado en el que se encontraba y con la expectativa de que mejorase. Jihyun habló un poco al respecto, asegurándole que no faltaba mucho más tiempo para que le dieran el alta.
La charla fue normal y amena, hasta que Jihyun hizo una pausa para observar hacia atrás, asegurándose que el resto de sus hermanos estaban dentro de la casa, lejos de poder oír lo que ambos hablaban.
Volvió su mirada a Jackson y habló con un tono más bajo de lo normal.
- Necesito hablar contigo, no puede esperar. Es sobre Jimin y Jungkook.
El contrario no hizo ningún gesto que le indicara a Jihyun que estaba sorprendido. Tampoco parecía curioso. Lucía tranquilo, como si no se esperase nada malo o preocupante.
Bueno, conociéndole, sabía que Jackson mantendría la calma ante cualquier situación porque era un Alpha, y no había nada que los Alphas no pudiesen controlar. Sostenían el mundo en sus manos.
- Está bien. Mejor conversemos en mi despacho – le dio una palmada en el hombro junto a una sonrisa simpática y ambos se encaminaron hacia el interior de la casa.
Una vez dentro del despacho, Jackson se sentó sobre la silla del otro lado de su escritorio, apoyando sus codos sobre la madera del mueble y cruzando los dedos de sus manos, dedicándole una mirada atenta.
Por su lado, Jihyun se dejó caer en uno de los sofás más próximos al escritorio, sentándose suelto y relajado, apoyando su espalda en el respaldo y con sus piernas algo desparramadas. Si así iban a ser las cosas, entonces no se iba a mostrar preocupado. No lo estaría, en realidad, de no ser que incluía a Jimin. Porque nuevamente, todos podían irse al infierno si fuese por él.
Se puso incluso más cómodo, apoyando su brazo izquierdo en el borde del respaldo y tamborileó sus dedos contra la superficie de cuero.
- Bueno, adelante, puedes contarme la razón de tu visita – hizo un gesto con su mano para animarle a hablar.
- Es sobre la noche de Halloween y la razón por la cual mi hermano tuvo un episodio de psicosis días después.
- Te escucho – nuevamente, ni su voz ni su expresión expresaban nada. Era obvio el por qué. Nada se le pasaba a Jackson. Probablemente ya lo sabía, al menos lo más importante.
- Jungkook robó unos discos duros de aquí, de tu despacho. Se los llevó, vio su contenido y le contó a Jimin sobre ello. Al instante tuvo el brote, y así es como está internado – dejó de hablar por un momento para corroborar si el contrario tenía algo que decir al respecto, pero su silencio le incitó a que siguiera – Lo que hay en esos discos, si Jungkook decide hablar, va a destruir a la familia. Todo se derrumbará.
- Estoy de acuerdo – asintió, pasando sus manos entrecruzadas bajo su mentón.
- Lo sabías – aseguró, esperando que lo confirmara.
- Todos los días chequeo mi cajón. No tardé en darme cuenta que alguien se había llevado las memorias. ¿Sabía que fue Jungkook? Sí, lo supe. Tengo dos cámaras en esta habitación, desde luego que voy a saber si alguien entra aquí sin mi permiso o supervisión – Jihyun casi soltó una risa, la reprimió, pero una sonrisa se esbozó en sus labios de todas formas.
- No podía esperar menos de ti – cambió su posición, ésta vez cruzando sus piernas – Bueno, Jimin ha cambiado este tiempo, gracias a la influencia de Jungkook – hizo una mueca que demuestra el enojo que le generó – Quiero a mi hermano de vuelta, y quiero a Jungkook lejos. Bien lejos. Jimin está mejorando y él quiere volver. Él está... - pensó bien sus palabras – Arrepentido. Él hizo cosas que no favorecen a la familia. Jungkook era virgen cuando llegó. Jimin mismo me lo dijo, y no sólo eso, intentó mantener a Jungkook lejos de los rituales sexuales con los hermanos – finalmente, Jackson mostró algo en su expresión, entrecerrando sus ojos. Era molestia - ¿Eso lo sabías?
- Kai me había dicho que sospechaba que Jungkook era virgen, pero confié en Jimin.
- Él sabe lo que hizo. Él me dijo que no quiere volver a alejarse de la familia de ésta forma. Él nunca quiso que Jungkook le cambiara, y no planea dejar que siga haciéndolo, quiere redimirse.
Jackson se mantuvo en silencio, se notaba que dentro de su mente giraban las ruedas y tironeaban las cuerdas. Estaba analizando la situación y decidiendo qué hacer. Jihyun se mantuvo en la misma posición, intentando no mostrar su inquietud, se estaba aguantando las ganas de mover su pierna nerviosamente.
- Cuando Jimin salga me gustaría hablar con él. Necesito ver yo mismo qué tan arrepentido está, y qué está dispuesto a hacer para volver a ganarse su lugar aquí – Jihyun asintió ante eso.
- Sabes que yo puedo ayudar, mi hermano siempre ha sido fiel a la familia y lo seguirá siendo. Si sacamos a Jungkook del camino, todo volverá a ser igual que antes. Nuestra familia estará a salvo.
- Despreocúpate por Jungkook. Nos encargaremos de él cuando Jimin salga.
Jihyun dejó el despacho, abandonó la casa, volvió a subirse a su auto y condujo lejos de allí. Tomó su teléfono celular y marcó el número del centro. El tono del otro lado de la línea se oyó más bajo que los latidos de su corazón.
- Centro de ayuda psiquiátrica Yonsei. Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarle?
- Hola, soy Park Jihyun, requiero de comunicarme con uno de los pacientes; Park Jimin. Es mi hermano.
- Aguarde un segundo.
El tiempo que esperó fueron casi de tres minutos, pero fueron los suficientes para hacerle sudar las manos en el volante.
- Has desaparecido por tres jodidos días. No vuelvas a hacerlo. ¿Dónde estabas?
- Está hecho.
- ¿Qué cosa?
- Acabo de hablar con Jackson – no escuchó nada del otro lado de la línea, sólo la respiración de Jimin – Hice lo que me dijiste que hiciera.
* * *
Buenas, gente bella.
¿Cómo va su semana?
Acá les traigo otro cap 🎉
Bueno, nada, quiero resaltar que, primero, se describe la situación que Jimin vivió específicamente a los cuatro años, de donde surgió su trauma. Segundo, se ve que Jihyun está estancado en la relación que ellos tuvieron toda su vida y no quiere cederla, pero Jimin se está abriendo a la vida fuera de lo que fue su fraternidad, cuestionándose todo lo que vivió y atando cabos, recordando. Y para él, ya no es correcto seguir alimentando la relación sexual que tuvo con Jihyun. Por eso reflexiona que el cambio es necesario, que las cosas que antes conocían como normales ya no pueden seguir siendo así. Espera que su hermano lo entienda, pero está bastante lejos de hacerlo.
Tengo bastante escrito del próximo capítulo, pero como siempre voy a tardarme tiempo porque seguro le cambie mil cosas :) Pero bueno, quizás lo traigo más rápido de lo que pienso.
Gracias por leerme, espero voten y recomienden la historia para que más gente se sume a la lectura.
Nos leemos!
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