4. Más que Dios

Esa noche había sido en demasía extraña, y más que recordar el haber visto cómo dos chicos lo hacían, no podía dejar de pensar en las cosas que Jimin había dicho.

¿Le había dicho que le besaría el lunar debajo de su labio hasta borrárselo?

No, eso estaba mal. Demasiado mal.

Al recordarlo Jungkook negó con su cabeza sin darse cuenta que no estaba solo.

Escuchó las risas estruendosas de los tres chicos estudiantes de abogacía y del pelinaranja en la sala y se dio cuenta que había dejado de leer sus apuntes hacía ya como media hora por haber estado recordando esa noche. Además de haberse perdido en ver lo que los chicos hacían allí sentados en los sillones mientras conversaban.

A cada momento que levantaba los ojos sólo podía ver a Jimin y pensar en esas cosas tan desvergonzadas que le había dicho. Al parecer el chico iba tanto por hombres como por mujeres, pero ¿Qué había sido todo ese palabrerío? ¿Realmente había estado hablando de él? Bueno, había sido bastante claro, se lo había dicho. "Estaba hablando de ti". Por si le cabían dudas incluso a pesar de que había mencionado ese endemoniado lunar que tenía bajo su boca.

¿Jimin quería besarlo? Debía estar demente por decirle algo así, a él ni si quiera le gustaban los hombres, ¿Cómo podía decir algo así sin tener miedo a ser rechazado? 

Observó a Jimin, tan suelto charlando con su espalda contra el sillón y sus piernas desparramadas hacia delante como si fuese el rey del universo mismo. Se peinaba el cabello hacia atrás bastante seguido y por momentos escuchaba con atención lo que los demás hablaban y su cara se transformaba en seriedad pura.

Sus ojos parecían hechos para matar, pero cuando sonreía cambiaban completamente, haciéndole ver incluso cautivador.

Recordó que Jimin había mencionado su mandíbula marcada, pero pudo notar que la de él también lo era, afilada como cada una de sus facciones. Exceptuando por sus labios, sus labios eran voluminosos.

"Chicos con un lunar debajo del labio, para besar hasta borrarlo".

Se le erizó la piel por completo al momento que la imagen de los labios de Jimin sobre los suyos apareció en su cabeza.

Dios santo. No.

¿En qué demonios estaba pensando? 

Tragó duro y volvió a negar con la cabeza para quitar la imagen innecesaria de su cabeza. No podía ser, simplemente era demasiado.

Tomó consigo los libros y los apretó fuerte contra su pecho, bajándose del taburete del desayunador y haciendo su camino hacia las escaleras, escabulléndose sin que el resto le prestase atención alguna.

Sintió realmente que iba a quedarse sin oxígeno como un pez fuera del agua. Caminó por el pasillo que daba a su habitación y antes de entrar se dio una pasada por el baño. Se acercó al espejo viendo su rostro perplejo y completamente rojo. No obstante, más allá de ello, se inclinó para aproximarse y ver su reflejo. Hizo una mueca con su boca, apretando sus labios para poder ver su lunar con claridad. Y allí estaba el maldito, ese pequeño punto debajo de su boca al cual jamás le había prestado atención hasta el momento. Tan insignificante y sin ninguna gracia.

¿Qué era lo que tenía de especial? No lo comprendía.

Nunca nadie le había dicho algo tan extraño como destacar aquella marca, y mucho menos le habían dicho que querían besarlo.

"Para besar hasta borrarlo". 

Y la frase rebotaba cual pelota de pingpong. 

Insufrible.

En ese instante deseaba que no existiese, deseaba que pudiese borrarlo con sus dedos, con agua y con jabón y dejar de preocuparse de que Jimin lo viese y quisiera... besarlo.

¿Por qué querría besarlo si quiera? ¿A él? ¿A un nerd estudiante de informática, asocial y aburrido? ¿Le gustaba su cabello negro y sus ojos? Nunca nadie había gustado de él alguna vez.

Jungkook masculló por lo bajo algo que ni si quiera era una palabra sino era un lloriqueo sin sentido, un quejido sufrido y frustrado. Se dirigió como la furia hecha humano hacia su habitación, cerró la puerta y dejó sus libros desparramados en su cama para sentarse y llevar sus rodillas a su pecho. Cerró los ojos y revolvió su cabello con sus manos, enredando sus dedos en él.

Odiaba la atención. Pensaba que quería que la gente le tuviera en cuanta y le escuchase como si realmente existiese, pero por otro lado no lo quería para nada. Ya sabía que la ansiedad le atacaba cuando la gente le miraba o hablaba porque no sabía cómo actuar y a la vez se odiaba por alejar a cualquiera con su perfil bajo e insulso. Estaba atrapado en aquella contradicción constante.

¿Pero que alguien le dijese que gustaba de él? Eso era aún peor. ¡Mil veces peor!

Ahora no sólo iba a estar pendiente de que su lunar estaría llamando la atención constantemente sino también tenía que estar sobreviviendo a la presencia de Jimin. Agradecía que el pelinaranja siempre estaba ocupado, porque no podría soportar tenerle cerca todo el tiempo, acosándole y diciéndole cosas que a él le pondrían nervioso.

Se sentó con sus piernas cruzadas, intentando recobrar su compostura y tomó el libro que estaba leyendo para retomar la lectura aunque poco pudiese concentrarse.

Cada vez que veía a Jimin, desde hacía cuatro días de esa noche, que le costaba concentrarse en lo suyo.

Esos días había estado pensando en qué podía hacer al respecto. Sentía que necesitaba ayuda, estaba demasiado martirizado con la idea de tener a alguien observándole constantemente. ¡Él no quería gustarle a un chico! No sabía cómo lidiar con ello sin sentirse atrapado, deseaba que Jimin nunca le hubiese dicho algo así.

Exhaló con fuerza y no dudó más en tomar su celular y marcar el contacto de su mejor amigo.

Lo había meditado tanto y ya no podía dejarlo así, debía hablar con un experto y que le sacase esa ansiedad que le carcomía.

- ¡Yoongi! – soltó de repente cuando su amigo atendió.

- Hey, yo también estoy feliz de escucharte – dijo riendo por la emoción de su amigo, pero en realidad era que Jungkook estaba desesperado - ¿Qué sucede? ¿Algo de informática para ayudarte?

- No... no es eso.

Jungkook y Yoongi mantenían contacto como siempre, mandándose mensajes, fotografías o comentándose cosas en sus redes sociales, pero además Jungkook le había estado llamando no sólo para conversar y ponerse al día, sino también para que le quitara dudas respecto a los textos que estaba leyendo.

También hablaba muy seguido con su padre, éste siempre se preocupaba de que no le faltase nada y de que estuviese adaptándose bien, pero el hablar con él de aquello que le estaba preocupando era impensable. Su padre era cristiano, no podía mencionarle la palabra "homosexual" sin que comenzara a rezar padres nuestros.

No era especialmente homofóbico, pensaba Jungkook. Era sólo que no quería que algún homosexual estuviese cerca de su hijo, aunque con Yoongi claramente se había rendido.

Bueno, Jungkook era tan ingenuo que no tenía en cuenta que eso era clara homofobia.

En fin, Yoongi solía ser cristiano, de cierta forma lo seguía siendo, pero ya no formaba parte de la iglesia de Jungkook desde hacía años por obvias razones. No era bienvenido allí.

El chico vivía feliz y tranquilo con su sexualidad y Jungkook estaba feliz por él, pero aquel tipo de vida no era algo para él.

- Hay algo... ha pasado algo... hay un chico, ¿Recuerdas que te conté de mi compañero de habitación?

- ¿Aquel raro que se metió por la ventana?

- Sí, ese – afirmó. Sí, Yoongi siempre recordaba los detalles importantes.

- ¿Qué hay con él?

- El otro día... hace unas noches... vi a dos chicos... dos... hombres... ya sabes, ellos estaban- a Jungkook se le cruzaban las imágenes por la cabeza y su lengua se trababa – ellos estaban haciendo eso.

- ¿Eso?

- Sí, eso.

No escuchó respuesta por parte de su amigo, un silencio penumbroso era todo lo que había hasta que escuchó el estallido de su risa. Jungkook rodó los ojos.

- ¿Viste a dos chicos follando?

Yoongi no se andaba con rodeos como él.

El menor asintió, completamente avergonzado.

- ¿Cómo se ha sentido el primer porno de tu vida, Kook?

- Terrible, no debía estar viendo eso.

- Claramente no – rió, demasiado divertido, aunque a su amigo no le hiciese ninguna gracia - ¿Y eso qué tiene que ver con tu compañero?

- Que él me vio... y fue terriblemente vergonzoso.

- Oh, cielos, incluso yo me hubiera sentido extraño.

- Pero eso no es todo, él... estábamos hablando y me dijo que le gustaban los chicos... le gustan también las chicas pero más los chicos.

- ¿En serio?

- En serio.

- Mierda, Jungkook, dime que puedo entrar a esa fraternidad ahora, me cambio de universidad, no me importa.

- ¡Yoongi! – le reprendió, alzando su voz y sintiendo que su amigo no le ayudaba en nada, menos al escuchar cuánto se reía del otro lado.

- Lo siento, pero allí la pasan de puta madre, es injusto que tú estés allí y yo no.

- Te llamé para que me ayudaras, no para que quisieras unirte aquí.

- Por cierto, ¿Cómo dijiste que se llamaba tu compañero raro?

- Jimin – suspiró.

- ¿Es lindo?

¿Qué demonios estaba preguntando? Yoongi sí que sabía distraerle con cosas que no eran importantes. ¿O lo era? Realmente ya no lo sabía. Sólo quería contarle de lo traumado que estaba por tener la atención del chico sin si quiera pedirlo, pero él le salía con algo como eso.

- No lo sé – espetó irritado – Supongo que... sí. ¿Tal vez?

- Mándame foto.

- ¿Qué? No puede ser, ¿tú también?

- ¿Yo también qué?

Jungkook no podía creer que su amigo estuviese interesado en el pelinaranja y que éste último estuviese interesado en su amigo. ¿En serio? Se complotaban en su contra.

Iba a responder y continuar con lo importante, pero la puerta de la habitación se abrió robándole un sobre salto. Jimin había entrado en el momento justo para terminar de hacer de esa conversación un completo fracaso.

Los nervios se apoderaron de él al ver que el mayor le miró con atención mientras entraba a la habitación. No obstante, el chico se tiró sobre su cama y tomó el libro que tenía en su mesa de noche. Boca arriba se puso a leerlo como si nada, cruzando sus piernas relajado.

Ahora no iba a poder hablar de lo que tenía planeado hablar.

- B-bueno... Yoongi, gracias por haberme aclarado esa duda – carraspeó para hacerle entender al contrario que ya no estaba en condiciones de hablar. Mientras tanto, Jungkook notó a Jimin moverse y éste le estaba mirando con interés – Supongo... que volveré a llamarte si tengo problemas.

- ¿Es Yoongi? – le preguntó y el pelinegro maldijo por sus adentros.

- Sí, es él.

- Oh, dile que estoy interesado en pasarle mi número – sonrió. Los ojos del menor se hicieron más grandes y la boca se le abrió sin pensarlo.

- ¿Jungkook? – escuchó a su amigo llamarle desde el otro lado de la línea. Jimin se puso de pie haciéndole sentir todo su cuerpo temblar. Se sentó a su lado y el aire volvió a salirse de sus pulmones por completo - ¿Sigues ahí?

- S-sí estoy aquí – murmuró sin fuerzas.

- Hey, Yoongi... ¿Te gusta la cerveza? – la sonrisa de Jimin era tan juguetona que a Jungkook le desestabilizó por completo. Le miraba expectante por saber la respuesta y tenía sus ojos clavados en Jungkook como si fuese que él mismo fuese Yoongi.

- Dile que me encanta – respondió entre risas.

- Di-dice que le encanta... - fue necesario sólo decir eso para que a Jimin le brillasen aún más los ojos y riera con diversión.

- Dile que le invito a tomar una.

- Le he escuchado, dile que ya mismo voy hacia allá.

Bueno, eso era claramente imposible, Yoongi vivía a cuatro horas de allí, claramente estaba usando sus dotes de coqueteo, y Jimin igual. Éste último se mecía sobre su lugar, regocijándose y entreteniéndose con la situación. Parecía tan fresco al igual que su amigo, mientras que él estaba tan nervioso y se sentía un tonto por ello.

Jungkook separó su celular de la oreja y con un movimiento dudoso se lo tendió a Jimin.

- Habla con él... si quieres.

El pelinaranja se sorprendió pero no no dudó en tomar el celular de Jungkook y llevárselo a la oreja, poniéndose de pie de inmediato y comenzando a hablar con el chico.

No tardó en escuchar las carcajadas de su hyung, parecía estar divirtiéndose con lo que fuera que escuchaba del otro lado, hablando de salir, de bebidas e incluso de comida. Jungkook se sintió como el mal tercio allí.

Al parecer aquellos dos eran muy compatibles, y no le parecía extraño que Jimin se estuviese divirtiendo tanto, su amigo era divertido y por lo que podía notar Jimin también lo era. El único que no era divertido ni tenía ningún encanto era él, un chico desabrido y sin ningún dote para llamar la atención de alguien, para poder tener una conversación divertida y que le permitiese sentirse bien y hacer amigos.

Incluso aquel maldito lunar parecía haber pasado a segundo plano en ese momento, Jimin no se lo había mirado ni por un segundo. Quizás había exagerado todo. Quizás sólo había mencionado lo de su lunar al pasar, pero no era la gran cosa, ni tampoco iba a tenerle pegado a él acosándole con la mirada. Era sólo un tonto lunar sin ninguna importancia.

Sí, eso era. No debía preocuparse, le había dado demasiadas vueltas al asunto, porque claramente Jimin se había olvidado como si en realidad no existiese. De hecho, incluso parecía como si él mismo, Jungkook, no estuviese allí en ese momento.

Y de repente, se sintió igual que siempre. Nada especial, nada importante. Invisible por completo.

El sábado llegó y con ello el partido de football.

Desde que conocía a sus compañeros había logrado dilucidar que eran fanáticos del deporte y de la actividad física, y no le extrañaba, eran muy energéticos y estaban siempre haciendo algo. Por su parte, él había decidido no participar en el partido. En el colegio sólo jugaba al football en horas de educación física, porque sus profesores le obligaban, pero detestaba los deportes en equipo, sus compañeros jamás de tenían en cuenta y le hacían pasar momentos vergonzosos, burlándose de él.

Así que, su experiencia jugando deportes no era buena, y prefería no intentarlo antes que hacer el ridiculo.

Mientras algunos preparaban las cosas para comer y la comida, otros jugaban. Jungkook había terminado de ayudar a los mayores y tomó asiento en el césped para observar a aquellos que estaban jugando. 

Hacían jugadas de veinte minutos y luego reiniciaban el partido.

Le habían insistido a que jugase, pero tímidamente volvió a rechazar la invitación para estar sólo como espectador.

En uno de los equipos estaban Hoseok, Taehyung y Jimin, y del otro estaban Kai, Ten y Taeyong. Ellos parecían divertirse bastante, corrían rápidamente de un lado a otro con la pelota, intentando llegar al arco contrario marcado con conos de color naranja, mientras en el trayecto la pelota era robada por un contrincante.

Hoseok cayó al suelo en un momento, Ten había metido un pie en su camino para quitarle la pelota, provocándole que se fuese de bruces contra el césped. Se disculpó con una risotada y siguió corriendo con la pelota sin arrepentimiento alguno. Pasó la pelota a Kai y éste pudo hacer un gol sin problemas. Aun así, el equipo del pelinaranja tenían las de ganar. Iban con ventaja de dos goles y ya habían ganado en la partida anterior.

Todos eran muy buenos jugando. No obstante, quien destacaba por encima de todos era Jimin. Sus piernas eran tan rápidas que casi podía perderlo de vista por momentos, mientras esquivaba a los jugadores que se le interponían.

Metía goles como si fuese pan comido y nunca faltaba el grito de victoria chocándose las manos con sus otros dos compañeros.

Parecía muy atlético, y sabía que le gustaba el baseball también por los posters y fotos que tenía en su recámara, aunque nunca le había preguntado al respecto.

También se dio cuenta que era la clase de persona que hacía reír a cualquiera, ya fuese por algún movimiento torpe que hacía o por alguna mueca o comentario gracioso de su parte. Hoseok y Ten, los más extrovertidos, solían estallar en carcajadas y Jungkook no sabía qué le daba más risa, si las tonterías que hacía Jimin con la pelota o las risas de sus compañeros.

Luego de veinte minutos se tomaron un descanso, Jimin estaba haciendo jueguitos con la pelota acompañado de Kai y Taeyong. Mientras tanto Jungkook fue acompañado por Hoseok y Taehyung.

De alguna manera a Jungkook se le hacía fácil hablar con ellos, semejante a su trato con Ten. Por alguna razón eran tan habladores que él apenas debía hacer esfuerzo, de hecho sentía que eso le ayudaba a soltarse un poco más. No se sentía como en la escuela, parecían hablarle como si fuese un igual, incluso a pesar de ser menor.

Por un momento observó bien a Ten y su novio. No estaba acostumbrado a ver parejas de hombres, pero sentía que al mirarles no era tan raro como al principio. Aquellas tres semanas habían pasado volando en cierto modo y había sido tiempo suficiente para comenzar a acostumbrarse a convivir con la pareja. Lo mismo aplicaba para Namjoon y Jin, aunque éstos parecían tener desacuerdos bastante frecuentes, era normal que se enojasen y dejasen de hablarse por unas horas o incluso un día entero.

Taehyung y Hoseok, por otro lado, parecían hechos el uno para el otro, realmente no los había visto enojados jamás, vivían en son de paz de forma natural. Se la pasaban haciéndose compañía, charlando y jugando juegos como las cartas, y haciendo alboroto en ocasiones.

Sin embargo, aquellos que no se comportaban como una pareja eran Kai y Taemin. Éste último no estaba presente ese día porque había ido a almorzar con su familia.

Esos dos, tal y como Jungkook los había visto intimando, no estaban en una relación seria, pero tampoco sabía de qué tipo de relación se trataba. No había podido tener mucha relación con ambos, sobre todo con Taemin, el chico era muy callado y serio, solía pasársela leyendo, con su celular o encerrado en su habitación. A diferencia del resto de los Alphas, era muy introvertido.

En cambio, Kai era más parecido a Jackson, de perfil alto pero un poco más serio, pero no perdía su cualidad sociable a pesar de pasar mucho tiempo haciendo ejercicio. En su habitación tenía pesas y otro tipo de aparatos para ejercitarse.

En líneas generales, Jungkook no podía quejarse, sus compañeros eran lo suficientemente agradables.

Cuando la hora de la comida terminó a Jungkook le tocó limpiar los platos, y mientras estaba en ello en el fregadero de la amplia cocina, alguien llegó a su lado para dejar la última pila de platos. Jimin le sonrió de lado y Jungkook desvió su mirada en milésimas de segundo.

Afuera el día estaba perfecto y cálido. Habían pasado unas dos horas desde que habían comido y él había vuelto a jugar un rato con Kai únicamente haciendo trucos con la pelota. Jimin tenía una gran habilidad para ello, era impresionante verle jugar con la pelota y lanzarla al aire, haciéndola rebotar contra su rodilla como si fuese que tuviese magnetismo o algo así, imposible que cayera al piso si el chico no lo quería así.

Suspiró con fuerza, Jimin no se iba de su lado, y peor fue cuando le empujó levemente hacia el otro extremo del fregadero y se remangó su chaqueta deportiva.

- Te ayudaré – le dijo con tono suave mientras tomaba uno de los platos y una esponja.

- No es necesario... - atinó a intervenir.

- Son muchos platos y vasos, no es justo que lo hagas todo tú solo.

Al menor no le quedó de otra más que aceptar.

A pesar de haber pasado cinco minutos bajo un silencio rotundo e incómodo para el menor, Jimin no parecía enterado de ello, porque tarareaba mientras lavaba los platos, moviendo su cabeza y un poco su cuerpo.

Jimin no le había vuelto a hablar desde la vez que había hablado con su amigo Yoongi, a quien por cierto no terminó de explicarle lo que había querido desde el principio. Pero a esa altura le parecía una tontería, como había concluido aquella vez. Se había alarmado sin razón porque Jimin no había reparado ni si quiera en mirarle por más de dos segundos. Le hablaba un poco, sí. Le sonreía, sí. Pero nada fuera de lo común.

Pensaba que la situación sería aún más incómoda por parte de las actitudes de Jimin, pero era él quien se ponía de esa manera, y se detestaba por ello.

Carraspeó, aclarándose la garganta y sintiendo el picor en su lengua. Quería hablar, quería decir algo pero no sabía cómo.

- ¿Cuándo... vendrán los demás? – se las ingenió para preguntar, viniendo a su mente el hecho de que había unos chicos de Alpha chi lambda que él no había conocido aún. Captó la atención del contrario y éste volvió a sonreírle.

- Esta semana deberían de volver.

- Han estado mucho tiempo fuera...

- Así son los campamentos que hacemos.

- ¿Tú has ido a uno? – preguntó curioso mientras no dejaba de fregar la superficie blanca del plato en sus manos, al igual que Jimin que estaba con los vasos.

- Sí, a muchos. Nos turnamos a veces, y si podemos vamos todos. En las vacaciones es donde podemos ir todos juntos.

- ¿Y qué hacen allí?

Jimin dejó de lavar y lo observó, dejando de prestar atención a los quehaceres y dedicándole una mirada dudosa, como si no creyese lo que le había preguntado. Soltó una risita antes de hablar.

- Estás muy preguntón hoy.

- L-lo siento, solo fue curiosidad – atropelló sus palabras por la sorpresa. ¿Había sido demasiado? Entrometido quizás, o extraño.

Jungkook no era el tipo de chico que hablase mucho, si quiera que preguntase, así que era normal que le mirase raro, de esa manera como si estuviese hablando en una lengua alienígena.

Dejó de mirar a Jimin y éste le empujó un poco con el hombro de lado.

- No te pongas rojo, sólo me sorprendió.

¿Rojo? ¿Se le había notado?

Bajó su cabeza, queriendo esconder su rostro entre los mechones de su cabello. Qué vergüenza que le había agarrado, nuevamente se sentía expuesto y ahora prefería no haber hecho ninguna pregunta para que el contrario no notase cuánto le costaba comenzar una simple conversación, para que no notase el sudor en su cuello o lo torpes que sus manos se volvían por los nervios, corriendo el riesgo de romper un plato.

¿Notaba todo aquello? Él sentía que sí, que Jimin y todo el resto de personas a su alrededor eran capaces de ver a través de él como si fuese un papel de celofán, y a la vez así de invisible se sentía también.

Era la paradoja constante en su vida, el no querer ser notado, pero sentirse dolido al respecto.

- Me gusta que hables, tienes una linda voz, Jungkookie. ¿Sabes cantar?

El pelinegro giró su rostro, mirándole incrédulo. No sabía qué le sorprendía más, si el hecho de que le gustaba que hablase, que dijera que tenía una linda voz, o si era el hecho de que sospechó que sabía cantar.

Jungkook amaba cantar, pero ni muerto iba a hacerlo frente a alguien más. 

- Aunque apuesto a que si sabes cantar no querrías hacerlo frente a mí – se carcajeó. El menor alzó las cejas. Le había leído la mente.

- ¿Cómo... lo sabes?

- Porque eres tímido, y la gente tímida no es del tipo que canta frente a otros. ¿Sabes? Si pudieras dejar tu timidez de lado nadie podría detenerte.

- No creo que sea capaz de hacerlo...

- Claro que puedes. Tienes que ser más seguro de ti mismo. Debes creer en ti para poder lograr lo que quieras proponerte. Sólo así podrás vencer tus miedos – expresó con total convicción y Jungkook sonrió apenado, comprendiendo que lo que menos hacía era creer en sí mismo – Debes tener fe.

Si había algo que le intrigaba era la forma de hablar que el mayor tenía, y esa manera de expresarse que le hacía querer saber cómo lograba parecer que tenía todo tan controlado, que sabía todo.

- Mi padre siempre me dice que debo creer en Dios, tener fe en él, pero ni si quiera soy capaz de creer en mí – un poco de la frustración en su pecho fue liberada al momento que dijo esas palabras. Su padre había intentado lo mejor, pero Jungkook simplemente no había podido. Jimin frunció el ceño.

- ¿Tu padre es cristiano?

- Toda mi familia.

- Oh.

Eso fue todo lo que Jimin dijo.

El pelinegro pensó que había arruinado la charla, como tantas veces le había sucedido. Los chicos de su edad no querían saber nada de religión, así era como no lograba hacer amigos, porque su familia era ortodoxa y las personas huían se ello. Pero él estaba cansado de eso, porque él también llevaba como un peso esas costumbres de las cuales ni si quiera lograba sacar ningún provecho. No le servían, eran completamente inútiles. Dios no le quitaría la depresión, no le devolvería a su madre, porque de lo contrario su vida sería diferente.

Se sintió ansioso, mejor tendría que haber cerrado la boca.

- Sé... que es una tontería y es aburrido – se rió por los nervios y siguió lavando los platos – Pero yo no soy... creyente... no exactamente... - mordió su labio. Era duro para él decir algo como eso, admitirlo. Realmente lo había intentado toda su vida, pero la partida de su madre había destruido su fe.

Jimin dejó los platos limpios y mojados a un lado para que se escurriesen. Secó sus manos con un trapo limpio para luego mirar al menor con los brazos cruzados.

- Si vas a creer en alguien, Jungkook... que ese alguien no te robe todo lo que eres... si crees en alguien que sea para poder creer en ti después, para tener confianza, para vivir con libertad y no como esclavo de ideas que ni si quiera te llenan.

- Mi padre dice que Dios nos hace libres. Nos libra del mal...

- ¿El mal? ¿Qué es el mal? Gente como... ¿Los homosexuales? – sonrió con sorna.

- Yo-yo no dije nada de eso... - negó.

Lo último que quería era que se enojara con él. No quería arruinar todo una vez más, como un niño que dice una tontería lo suficientemente buena como para que el resto se alejase de él.

- ¿Qué sucede si no quiero librarme del mal? Somos humanos, estamos hechos de cosas buenas y cosas malas. Los pecados son lo que nos hace humanos, y el abolirlos sólo nos hace presos de un Dios egoísta. No me sorprende que no puedas creer en él – inclinó la cabeza en un gesto irritado – Dios sólo quiere privarnos de nuestros deseos, de nuestra verdadera naturaleza, dictándonos normas que nos hacen pensar que ser como somos está mal, que debemos reprimir nuestros deseos porque son pecado ¿Crees que yo sería feliz fingiendo que sólo me gustan las mujeres?

- Lo sé, Yoongi se fue de nuestra iglesia por eso...

- Muy inteligente de su parte – rió – cada vez me cae mejor.

Jungkook miró sus manos enjabonadas, estaban rojas por la temperatura del agua y las yemas bastante arrugadas por la humedad constante. 

De repente se sintió abatido, terrible. 

Su vida era una confusión y pesadez tan persistentes que le hacían pensar que hacía absolutamente todo mal. Y allí estaba, sintiéndose poco inteligente por no ser tan audaz como su mejor amigo, o como Jimin. 

Al final no era más que un preso de una creencia fallida, a la que se aferraba por miedo a ser una deshonra para su familia y por miedo a abandonar el único lugar al que alguna vez había pertenecido, aunque dentro suyo jamás se sintió parte, pero era el único sitio donde le esperaban y recibían de alguna manera.

- Tú también eres muy inteligente – escuchó de los labios ajenos y sintió un tacto suave en su cabello. La mano de Jimin se movió con delicadeza peinándole el flequillo y despejando sus ojos para mirarle directo a ellos. Jungkook parpadeó, algo desconcertado – Demasiado inteligente para dejar que Dios te haga sentir insuficiente. Si dejases de vivir a la sombra de él y de tu familia, podrías ver un mundo completamente diferente, y una versión de ti mismo que nunca hubieses imaginado poder ver. Te encontrarías a ti mismo.

- ¿Cómo estás tan seguro de todo lo que dices? – alzó una ceja, realmente sintiéndose rendido y acostumbrándose a las caricias en su cabello que no habían cesado. Jimin mostró sus dientes con una sonrisa satisfactoria.

- Porque yo soy más que Dios. 




* * *



Hola, gente bella. Vengo bien editando la historia, aunque tardo siglos (? (Ya tengo varios caps pero quieor asegurarme adelantar bastante.


Estos días tengo que concentrarme en escribir para mi tesis. Así que veré cómo me organizo con todo lo que quiero hacer 😭

Terminen bien la semana 🌈

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