36. Sin escapatoria

Éste capítulo se viene largo, así que me disculpo.





* * *

Jimin se encontraba en su antigua habitación en casa de su familia. Su rostro estaba mojado. A pesar de tener sus ojos duramente cerrados las lágrimas hallaban la manera de salir y correr hasta caer sobre la almohada donde su cabeza estaba apoyada. Era normal para él ese tipo de noches, haciéndose un ovillo en su cama. Lo que llevaba de aquellos diez años de edad, sólo podía recordar la mayoría de sus noches de esa manera, tenebrosas y profundas.

Jimin... ¿Por qué me ignoras?

Se tapó las orejas con sus manos, temblando e intentando hacerse más pequeño.

- Déjame... - sollozó – Vete... - su voz haciéndose más pequeña y apretada.

El aire le faltaba dentro de las sábanas, pero no quería destaparse, sentía que podría hacerle daño si permitía que le viera. Esperaba que se fuera rápido. Pero el susurro era persistente.

¿Qué te hace pensar que estás seguro allí, Jimin? Sé lo que piensas, sé absolutamente todo de ti. No puedes escaparte. Te morirás, te ahogarás allí y nadie podrá ayudarte, y si intentas gritar nadie te escuchará. ¿Lo sientes? Huele a sangre.

Jimin sintió que la humedad de sus lágrimas se extendía más allá de su almohada. Movió su cabeza, separándose de las sábanas y pudo ver un manto rojo debajo de él. La sangre brotaba del colchón y caía a cantidades por los bordes de la cama hacia el suelo.

De un salto se alejó, apretando el grito en su garganta. Miró sus manos ensangrentadas y luego la notó en el resto de su cuerpo.

Su pecho dolía tanto que sentía que iba a morirse en ese momento.

Mira, Jimin. Mira hacia tus pies.

Jimin se sacudió al ver la sombra de un cadáver cerca suyo, apenas podía reconocer si era humano.

No dudó más en correr, abriendo la puerta de la habitación y huyendo de la voz y de la sangre.

Abrió la puerta de la habitación contigua, cerrándola y corriendo rápidamente hacia la cama que estaba en el centro. Levantó las sábanas, escabulléndose entre ellas hasta toparse con un cuerpo caliente al cual se aferró.

Un Jihyun de catorce años se sobresaltó al sentir algo contra su cuerpo hasta que reconoció que era su hermano menor. Inmediatamente giró su cuerpo boca arriba y levantó las sábanas para ver a Jimin contra el costado de su cuerpo, temblando.

- Hey... - murmuró despacio – ven aquí – le dijo, y Jimin levantó su rostro, observando a Jihyun con ojos enrojecidos. No tardó en cernirse contra él, abrazándole por encima de sus hombros y escondiendo su rostro contra su cuello.

- Hay sangre... Ha-hay san-sangre en mi cama... - su voz estaba estrangulada, ronca por el llanto y el pánico – Está ahí... está ahí otra vez...

- Tranquilo... no te hará daño – sobó su espalda para calmarle – tranquilo – reiteró. Jihyun tomó una de las pequeñas manos del menor y la besó con el toque suave de sus labios.

- Quiero a mamá... - su voz tembló.

- Lo sé... pero yo te cuidaré en su lugar, ¿sí? – Jimin asintió, moviéndose contra el cuerpo de Jihyun como si la cercanía no fuese suficiente.

Jimin frotó su nariz contra el cuello del mayor, sintiendo su olor y calmándose gracias a ello. Odiaba el olor a sangre que había en su habitación y que le había quedado cuando ésta se impregnó a sus ropas. Tendría que haberse ido a bañar para quitarse todo ese olor a muerte y no llegar a la cama de su hermano de esa manera, pero no planeaba volver a salir al pasillo, podía escuchar su voz aún en el fondo, llamándole. Además, Jihyun no se había quejado de la sangre.

Jihyun tembló en un momento dado e hizo ademán de querer separarse, pero el menor se lo impidió.

- Ji...min... - jadeó con una mueca adolorida. Jimin tenía una de sus piernas entre las suyas, con el muslo contra la entrepierna – Quítala... por favor... - su respiración se agitó. Jimin sintió algo duro contra su pierna. Percatándose de ello se separó de Jihyun y miró hacia abajo, viendo el bulto bajo los shorts del mayor.

Su mano fue directamente sobre aquel bulto, acariciándolo. Volvió su vista sobre el rostro contrario, Jihyun tenía sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos.

Miró nuevamente su mano y la había introducido dentro de las prendas del mayor.

- Dios santo... - la voz de Jihyun sonó grave y diferente. Cuando Jimin volvió a mirar su rostro se sorprendió, porque frente a él se encontraba un Jihyun de veintiún años de edad. Su cabello estaba castaño, teñido como en aquella época. Y él mismo también se sentía diferente. Su cuerpo se había tornado grande, maduro y musculoso. Lo notó al verse a ambos desnudos tras un parpadeo, con sus marcas de la fraternidad en sus vientres.

Entonces pasó otro parpadeo y Jimin estaba sobre Jihyun, ambos frotando sus cuerpos y respirando forzadamente por el calor que se arremolinaba en sus zonas sensibles.

Jimin no podía soportar más, su vientre temblaba. Todo él temblaba.

Las imágenes iban demasiado rápido. Y cuando estaba cerca de llegar a su orgasmo todo se volvió negro.

Y despertó.

Sus ropas nuevamente estaban mojadas por el sudor. Su cuerpo dolía, como si hubiera estado completamente tieso mientras soñaba. Miró a su costado y agradeció no haber despertado a su novio.

Permaneció un rato mirando al techo, inhalando y exhalando para controlar su respiración y calmar su agitación. Levantó su cabeza para ver su parte baja, notando bajo sus bóxers una visible erección. Pasó la palma de su mano por su rostro, exhalando con resignación.

Salió de la cama y caminó fuera de la habitación hasta encerrarse en el cuarto de baño. Si alguna noche pudiera dormir decentemente, sin despertarse hecho un desastre y con la desesperación atascada en la garganta, probablemente sería el día de su muerte. Ya hacían meses que la cosa iba empeorando. Podía entender a la perfección por qué algunas personas se suicidaban.

Se miró al espejo, notando las evidentes marcas del cansancio y la miseria que ocultaba en lo profundo de su pecho. Su cabello anaranjado ya estaba perdiendo el brillo y mostrando sus raíces negras. Su rostro estaba apagado y sus ojos hinchados y decaídos.

En la garganta se le formó un nudo al pensar en el suicidio, porque automáticamente recordó a Taesun e inevitablemente a Taemin.

Recordó algo que había intentado olvidar. La vez que Taemin le había dicho que sentía que todo a su alrededor estaba mal, y que escuchaba voces hablándole e infringiéndole miedo. Sabía que Taemin quería decirle algo, que había más de lo poco que salía de su boca, pero tenía miedo a mencionarlo. Y Jimin tenía miedo a oírlo. Jimin tenía miedo de muchas cosas, cosas que no necesariamente tenían nombre. Cosas que él no podía reconocer exactamente qué eran. Era ese miedo a que algo más grande que él lo devorase. La ansiedad de algo que estuviese más allá de su control.

- Hay algo, Jimin. Algo que siento acá y no me deja dormir. Algo... que simplemente está muy mal...

Esas habían sido sus palabras textuales y basándose en ello, su rencor y sufrimiento frente a la pérdida de su hermano, no era extraño que hubiese terminado de esa manera. Prefería no pensar nada más al respecto. Darle vueltas al asunto no le llevaría a ningún lugar. Taemin ya había muerto, había dejado una nota de despedida. Eso era todo lo que había.

Suspiró, agradeciendo que su nerviosismo había hecho su trabajo. La dureza de su miembro se había apaciguado, así que no tendría que encargarse de la erección que sus sueños le habían provocado.

Puso un pie fuera, sobre la alfombra que tapizaba el suelo del pasillo, y un escalofrío recorrió su columna.

¿Por qué no mueres de una vez?

La voz susurró. Sintió su piel helarse, y el olor metálico colarse por su nariz. La sangre y su inconfundible esencia férrea. No era simple olor a sangre. Aquel aroma le volvía inquieto, y el miedo a mirar a su alrededor despertaba.

Eres miserable, aunque finjas no serlo. A nadie le importaría si te fueras. Te sentirás bien luego de eso.

- Sólo cállate... por un segundo – Susurró para evitar despertar a alguno de sus compañeros.

Quieres que me calle porque sabes que estoy en lo cierto. Sabes que estás sucio y roto. Nadie querría un asqueroso muñeco descocido como tú.

- Sólo quieres hacerme sentir mal, pero ¿sabes? No puedes hacerme sentir peor de lo que ya me siento.

Sólo quiero que veas la realidad, Jimin. Sabes que quieres morir y no lo admites. Sólo estoy haciéndote las cosas más fáciles. ¿Desde cuándo comenzó? Desde que empezaste a tener miedo a tu propia casa. Es tu culpa por meterte donde no te llaman.

- Deja de mentir, no sé de qué estás hablando. Deja de perder tu tiempo, y aléjate de mí.

Caminó por el pasillo en dirección a su habitación y apuró su paso al sentir que pisaban sus talones. Abrió su puerta y la cerró inmediatamente, despertando a Jungkook sin querer.

- ¿Qué sucede? – se había despertado de un sobresalto, apenas pudiendo abrir los ojos y claramente confundido.

- Nada, bebé... Lo siento, no quise asustarte – rápidamente se acercó a él, volviendo a la cama y tapándose con las sábanas para acurrucarse juntos – Tranquilo, vuelve a dormir.

Jimin permaneció pensando en su pesadilla, que recapitulaba la rutina en su casa durante su infancia, huyendo de sus tormentos y refugiándose en su hermano mayor. Se quedó dormido cuando su mente se cansó de divagar.

Durante la mañana de aquel sábado, los ánimos en la casa parecían haberse renovado luego de la trágica despedida de Taemin, limpiando la casa para la fiesta de esa misma noche.

Anteriormente, las energías de Jimin hubieran estado vivaces como siempre, sin embargo, era difícil forzar una sonrisa desde lo que había sucedido con Taemin. Su estado de ánimo se había opacado y era notorio, pero gran parte del tiempo intentaba fingir que todo estaba bien para evitar hondar en el tema.

Jungkook no se había despegado de él en todo lo que había pasado del día, así que ambos estaban juntos colocando la decoración para Halloween, acompañados de otros Alphas.

Halloween era una festividad importante para los estudiantes de su Universidad. Entre diversas festividades adoptadas de occidente, ésta era una de las más esperadas. El campus y el vecindario se llenaba de decoraciones extravagantes de monstruos, brujas, vampiros y de más personajes icónicos de la cultura popular de dicha celebración. Todos querían participar y realizar las mejores fiestas, con la mejor puesta en escena para subir a las redes sociales. 

Jungkook nunca había tenido la oportunidad de celebrar Halloween de ninguna manera más que ver películas de terror con Yoongi las veces que éste no tenía planes de pasarla en una casa llena de gente alcoholizada y disfrazada.

Podía esperar que vería lo mismo que en las películas esa noche. Los Alphas se habían lucido en comprar todo lo necesario para hacerla ver como una real casa de terror.

Mientras estaban encargándose de la decoración de la entrada, Taehyun y Hoseok se encontraban colocando las luces colgando de las ventanas y las plantas mientras Ten y Taeyong ubicaban las calaveras falsas y restos de esqueletos cerca de los escalones y camino que dirigía a la puerta. Por último, Jimin y Jungkook estaban llenando la puerta de telas de arañas, sangre falsa y calabazas.

Mientras Hoseok contaba una divertida anécdota de una chica que se había enamorado de un Joven manos de tijera en una fiesta de Halloween, Jungkook se sentía calmo gracias a que le habían robado varias sonrisas y carcajadas. Hacía demasiado tiempo no disfrutaba de una charla con sus compañeros, a los que en algún momento vio como amigos.

Sintió incluso nostalgia al recordar los buenos momentos que había llegado a compartir, lo bienvenido que se había sentido y lo real que había parecido la conexión con ellos a medida que les iba conociendo.

¿En qué momento se había ido todo al demonio?

Creía que había sido luego de su iniciación, cuando había irrumpido en aquella tienda y cuando había estado desnudo frente a un montón de personas enmascaradas para que marcaran su piel. Poco a poco algo comenzó a sentirse incómodo, algo no estaba bien. Los debates comenzaban a ser extraños, donde parecían justificar acciones no éticas como el homicidio o abuso de menores.

Finalmente, cuando Taemin se quebró ante Kai y minutos luego de eso confesó cosas que Jungkook no esperaba, todo se vino cuesta abajo. Su confianza en sus "hermanos" había sido profanada.

Pero, al menos podía reír con un poco de paz con aquellos que había formado un lazo más estrecho. Él intentaba creer que no todos los Alphas tenían motivos ocultos. Quizás el hecho de que los miembros más jóvenes no habían estado presentes en el ritual de "sanación" en la cabaña significaba algo. Quizás Ten, Taeyong, Hoseok y Taehyung desconocían lo que había ocurrido en aquel lugar. Quizás sólo eran unas personas de un círculo íntimo y de confianza las que practicaban actos abusivos. Algunos incluso serían obligados a presenciarlo, como él, Taemin, y vaya a saber quién más.

De cometerse un acto tan impúdico como un abuso sexual, era de esperarse que éste tipo de actos se resumieran a un grupo muy exclusivo y protegido de la fraternidad. De lo contario, cualquier evidencia podía salir a la luz.

En su caso particular, era demasiado obvio que Jungkook era una persona que podían manipular e intimidar con facilidad para tomarse las libertades de querer inducirlo a tener relaciones sexuales con ellos sin temer que pudiese delatarlos o buscar ayuda.

Lo que era aterrador era que, en cierto punto, el grupo de los mayores parecían realmente convencido de que practicar sexo con ellos le brindaría alguna clase de ascensión espiritual. Como si distintos aspectos de su vida pudiesen solucionarse y conseguir su paz mental por medio de las relaciones carnales con varios de sus compañeros. Era aterrador porque era una estrategia altamente manipulativa de la cual inclusive Jimin había hablado en otras ocasiones.

De aquella manera Taemin había sido obligado a acostarse con Kai con el pretexto de que eso limaría las "asperezas" entre ambos. Era generar un falso consentimiento.

Era inaceptable y retorcido jugar con la vulnerabilidad de las personas de esa manera.

Jungkook evitaba incluso conversar con los mayores. A ese punto sabía que los necesitaba lejos.

Aquel sábado había pasado todo el día fingiendo estar demasiado ocupado y determinado a finalizar los preparativos de la fiesta para la noche, e hizo todo lo posible por evitar interactuar con quien no quería, aunque eso levantara sospechas de su repentino y extraño comportamiento para con sus hermanos mayores, pero es que la falsa amabilidad y gestos amistosos de personas como Kai o Key le daban ganas de vomitar.

Cuando ya era casi la hora de que los invitados comenzasen a llegar a la casa, la música ya había inundado el ambiente y Jimin y Jungkook estaban terminando de vestirse.

Jimin vestía su propia versión de un cazador de vampiros, portando unos pantalones negros y ajustados, botas de combate y su torso desnudo con un chaleco de cuero que dejaba ver sus brazos y abdomen. Además, sus manos vestían un par de guantes de cuero que dejaban la mitad de sus dedos al descubierto, una cruz colgaba de su cuello y unos lentes oscuros reposaban sobre la coronilla de su cabeza, dejando su cabello anaranjado hacia atrás con un mechón cayendo sobre su frente.

Por otro lado, Jungkook era el vampiro, con lentes de contacto rojos y sangre falsa cayendo de la comisura de sus labios. Su piel pálida hacía gran parte del trabajo. Sólo tenía un poco de maquillaje para oscurecer debajo de sus ojos y dar un aspecto aún más frío. Vestía un smoking negro que había rentado de una tienda a muy buen precio. El estilo era antiguo, con bolados en las mangas de la camisa blanca que llevaba debajo y que se lucían cubriendo sus manos hasta los nudillos. Había pintado sus uñas de negro, cosa que jamás había hecho y le había parecido divertido e interesante el resultado. Su cabello negro estaba peinado de manera perfecta, con parte de flequillo hacia atrás.

Jimin cerró sus puños suavemente sobre las solapas del smoking del pelinegro, tironeando levemente para acercarlo a él.

- Si los vampiros son tan hermosos como tú, podría dedicarme realmente dedicarme a esto - sonrió antes de darle un beso sutil en los labios.

- Sí, salvo por el detalle de que no existen los vampiros. Pero si yo fuese uno de verdad, me escaparía de ti todo el tiempo para que pasaras toda tu vida persiguiéndome sólo a mí – caminó hacia atrás para alejarse, pero Jimin no se lo permitió. En cambio, caminaron juntos hasta que el menor dio su espalda contra la pared.

- Sería un placer perseguirte por siempre... hasta que fueras mío... aunque no viviré para siempre. Tú sí.

- Hmm... - canturreó bajito. Jimin recorrió su mejilla con besos hasta su barbilla – O podría morderte... tomar de tu sangre y hacerte inmortal. Viviríamos juntos para siempre.

- Y te amaría por toda la eternidad – Jungkook sonrió por las palabras y cerró los ojos disfrutando los besos que habían llegado a su cuello.

- Pero para eso... antes deberás atraparme.

- Me esforzaré. Pero si muero antes – se separó de él y le miró a los ojos, levantando el mentón mientras sonreía. Cuando miraba a Jungkook a los ojos, las aguas en su interior se apaciguaban, dejándole ver el horizonte como si pudiera encontrar el camino a su propia paz cuando olvidaba sus tormentos y recordaba que le tenía a su lado – espero que nunca te olvides de mí.

- Nunca lo haría – negó con la cabeza, y tomó el rostro de Jimin con sus manos – No dejaré que pase tanto tiempo... sólo jugaré un poquito antes de dejarme atrapar – sonrió con actitud juguetona y Jimin rió.

- Bien, suena emocionante.

Mientras se besaban y seguían haciendo bromas, Chim hizo su camino fuera de la habitación, alertando a los dos chicos e interrumpiendo su sesión de juegos melosos.

Normalmente le dejaban salir de la habitación y pasearse por toda la casa, pero durante las fiestas no le permitían andarse por allí por miedo a que se perdiese o saliese a la calle sin supervisión.

Mientras Jungkook terminaba de alistarse, Jimin persiguió a Chim por el pasillo y hasta abajo. El gatito corrió hasta que fue tomado por otro par de manos que no era de ninguno de sus padres.

- ¿Se te escapó la bola de pelos? – Kai preguntó, estirando sus brazos y tendiéndole el pequeño minino a Jimin, quien lo tomó en brazos.

- Sí, a veces se pone escurridizo...

- Ten cuidado, hoy es Halloween.

- ¿Qué tiene? – estrechó sus ojos sin comprender.

- Hay gatos que desaparecen en Halloween. Algunas personas los usan para rituales de sacrificio, como a las gallinas. No querrás correr el riesgo de que tu bola de pelos no vuelva.

Jimin se quedó mudo al no saber qué responder al respecto. Todo lo que hizo Kai fue reír por su cara de desconcierto y golpearle la espalda con su palma para luego alejarse en dirección a la cocina. Jimin abrazó a Chim con sus brazos apretándolo contra su pecho y le dio un pequeño beso detrás de una de sus orejas.

- No escuches a ese imbécil, a ti no te ocurrirá nada. Tus papás van a cuidarte – sus dedos rascaron su cabecita en la zona entre sus dos orejas y el ronroneo no tardó en presentarse.

Su burbuja se rompió al momento que varias voces irrumpieron en la casa, proviniendo del hall y propagándose hacia la sala conforme sus dueños se desplazaban. Al llegar a dicha habitación, Jimin pudo ver a Jihyun entre ellos. En el instante en que hicieron contacto visual, el mayor abandonó a su grupo de amigos y se dirigió a su hermano, con aquella sonrisa apacible y amistosa que le caracterizaba.

Al encontrarse frente a él, Jihyun le miró de pies a cabeza meticulosamente, formándosele una sonrisa divertida en sus labios.

- Hola... Magic Mike – soltó una risa y se ganó una patada en la pantorrilla por parte de Jimin.

- No soy un stripper, soy un cazador de vampiros – aclaró con seguridad, aun manteniendo a Chim contra su pecho desnudo.

- ¿Los cazadores de vampiros van semidesnudos? - señaló con su dedo el atuendo de su hermano. Jimin ignoró sus palabras y en cambio decidió dar una ojeada a la apariencia del contario.

Su hermano portaba unos jeans rasgados en las rodillas y con manchas rojas que simulaban sangre. En la parte superior de su cuerpo llevaba una camiseta blanca y su chaqueta de Alpha chi lambda, también con manchas de sangre falsa. Por último, tenía heridas bastante realistas, como maquillaje de efectos especiales, en su rostro.

- ¿Y tú? ¿De qué vas? – quiso desviar el tema hacia el "disfraz" de su hermano.

- La versión zombie de mí mismo – se encogió de hombros.

- Qué creativo – el sarcasmo llenó su tono de voz.

- Nunca fue una de mis cualidades – concluyó, dando a Jimin la razón. Acto siguiente, se inclinó un poco para acariciar a Chim, sonriendo mientras lo hacía.

Luego de aquel intercambio, Jimin dejó a Chim en su habitación y minutos más tardes Jungkook y él estuvieron caminando desde la sala hacia el jardín trasero a medida que la morada se llenaba de personas con todo tipo de disfraces, desde los más clichés hasta los más originales.

Como de costumbre, Jungkook no se despegaba de Jimin y, de todas formas, éste último tampoco tenía interés de separarse en absoluto.

Jimin había estado recibiendo saludos, abrazos y reverencias de parte de muchísimas personas. Algunos permanecían varios minutos conversando con él. A Jungkook aquello no le gustaba. Cada persona que se detenía justo frente a Jimin y acaparaba su atención era una persona que le tocaba y no mantenía el espacio personal. Personas que incluso utilizaban un lenguaje formal con él parecían sentirse con el derecho de tomarle de las manos o de abrazarle. De cierta manera era extraño que tuviesen ese tipo de confianzas si conversaban con formalidad. Lo único que podía concluir frente a tal comportamiento, era que se trataba de iniciados.

Estas personas se acostaron con Jimin.

En su mente recitaba todo tipo de frases que delataban su incomodidad y necesidad de interrumpir el diálogo tomando a su novio del brazo o apartándolo de alguna manera. Anteriormente hubiera pensado que se trataba de posesividad, pero era otra la sensación que merodeaba en su interior, y se trataba de la sensación de proteger, más que de poseer.

Por su lado, Jimin parecía igual que siempre, quizás un poco más rígido que de costumbre. Supuso que se debía a que no estaba pudiendo tener un momento a solas con él, porque siempre aparecía alguien nuevo a saludar.

Afortunadamente para Jungkook, la casa estuvo lo suficientemente llena en cierto punto y la gente lo suficientemente ocupada en su propio entretenimiento entre música, bebidas y juegos, como para prestarle atención a Jimin.

Cuando eso comenzó a suceder, Jungkook estuvo lo algo más tranquilo como para absorber todo lo que podía de Jimin, evitar que éste se fuera de su lado por más de dos segundos o que entablara conversaciones con terceros. Mientras estuvieran pegados el uno al otro, entonces él estaría tranquilo. Y lo estaba. Con su mano junta a la de Jimin mientras éste bebía cerveza de una lata y con su otra mano se sotenían con los dedos entrelazados.

Jungkook observaba a su alrededor a las personas pasar y divertirse, y todo lo que deseaba era poder irse con Jimin –como solían hacer- a su habitación para apartarse del resto. Sus ojos iban y venían, observando a sus compañeros. Taehyung iba disfrazado con el traje rojo de Squid game y, de igual manera, Hoseok había utilizado dicha serie como referencia, vistiéndose con el uniforme verde de los jugadores. Mientras éstos hablaban sobre video juegos, se unieron también Ten y Taeyong, vestidos como Yoko Ono y John Lennon, provocando risas en sus compañeros por su divertida interpretación hippie –claramente idea de Ten-.

Mientras Jungkook les observaba, sintió un apretón un tanto fuerte en su mano. Con sorpresa, giró su rostro para mirar a su novio, quien estaba cabizbajo con los dedos de su mano libre frotando sus párpados cerrados y su cuerpo hundido en la silla.

- ¿Te sientes bien? – inquirió preocupado, inspeccionándole con la mirada. El pelinaranja carraspeó y tomó una bocanada de aire antes de hablar, volviendo finalmente su atención a él.

- No es nada, sólo me duele un poco la cabeza. Iré al baño un momento.

- Te acompaño.

- No – dio la negativa rápidamente, posando una mano sobre el hombro ajeno – No te preocupes por mí. Quédate aquí ¿si? Volveré rápido.

Jimin se alejó con pasos rápidos sin permitirle a Jungkook responder. Iba a insistir, pero en cambio se vio aferrado a la silla de plástico, sosteniéndose de los posa-brazos con sus manos haciendo presión alrededor de éstos. Se mordisqueó el labio inferior con inquietud, manteniendo su cuerpo en una rígida postura.

Tranquilo, sólo fue al baño. Estará aquí en un momento. Había sido su gran intento por convencerse de que no tenía razón de ponerse nervioso. Pero la tarea era difícil siendo que él no quería estar solo por nada del mundo. Al menos no en aquella casa.

Sin embargo, los minutos pasaron, mientras veía a sus compañeros alocarse como siempre, llenando sus sistemas de alcohol y riendo ante chistes tontos que surgían por su estado de ebriedad.

Jungkook se había negado a beber en ausencia de Jimin. Había descubierto aquellos meses que el alcohol le gustaba, pero no quería correr el riesgo de no estar sobrio. Perder la sobriedad en aquella casa no era una buena idea.

Su ansiedad le mantenía alerta a cada movimiento de las personas a su alrededor y mientras tanto seguía insistiéndose a sí mismo de que debía tranquilizarse. Había demasiadas personas allí, no había manera de que alguien pudiera hacerle algo.

No obstante, los minutos pasaron. No sabía cuántos, pero los suficientes como para ponerse de pie y decidirse a buscar a Jimin.

Esquivó toda la gente que pudo, pasando de largo a los personajes más escalofriantes de películas e historias de terror. Ignoró todo aquello porque el objetivo en su mente era no descansar hasta encontrar a su novio.

Se sintió decepcionado al no encontrarle en el baño de abajo. Todo lo que había eran personas ya demasiado borrachas vomitando y manchas de sangre en el suelo con forma de pisadas y manos. Hoseok y Taehyung se habían encargado de ese detalle en la decoración fúnebre del baño.

Decidió enfilar hacia la escalera e ir al baño de su piso ya que la primer opción quedaba descartada, por lo que hizo un gran esfuerzo en moverse entre la gente que bailaba y bebía a su alrededor. Fue detenido de inmediato por un peso sobre sus hombros que pudo reconocer era un brazo que se había enroscado en su cuello.

- Kookie – el olor a alcohol le pegó justo en el rostro. La boca de Key estaba demasiado cerca de su rostro, casi pegada a su mejilla al hablarle al oído – Estamos preparando algo en la cabaña. Una reunión... privada – a pesar del aroma a bebida, su forma de hablar era bastante clara – Jackson y los demás chicos queremos que seas parte.

- Yo... estaba buscando a Jimin.

- Jimin puede unirse más tarde – se rió como si algo de eso fuese divertido. Para Jungkook no tenía gracia alguna – Creo que... necesitas esto. ¿Sabes? Jackson me dijo que aún no has participado de ninguna práctica o ritual activamente. Es algo que te hará sentir bien y podrás incursionar en las cualidades de tu cuerpo... es una experiencia maravillosa... unirte a otras personas...

Mientras el chico hablaba, Jungkook había sido empujado lejos de las escaleras, en dirección hacia el patio, pero antes de permitir que le sacara fuera, inhaló fuertemente y habló, cruzando los dedos mentalmente para que su excusa fuera aceptada.

- Necesito ir al baño, me siento bastante mal del estómago, creo que voy a vomitar...

- Puedes ir al baño de la cabaña – dijo, volviendo a tironear de él.

- Sí, pero es demasiado pequeño – insistió – A penas termine iré a la cabaña – aseguró, queriendo sonar convincente - Creo que es una buena oportunidad para mejorar mi relación con mis hermanos y mejorarme a mí mismo. Así que no faltaré... - sus pies habían quedado clavados en la cerámica, impidiendo que Key pudiese arrastrarlo más lejos. Éste le observó con detenimiento, y luego de eso sonrió con lo que Jungkook pudo identificar como cinismo.

- Claro, Kookie. Te estaremos esperando. Si tardas demasiado iremos a buscarte, para asegurarnos de que estés bien.

- Sí... gracias.

Hizo una pequeña reverencia en agradecimiento a su mayor y se apresuró a desaparecer entre las personas nuevamente.

Ésta vez se movió lo más rápido que pudo, queriendo alejarse de cualquier posibilidad de volver a ser detenido y arrastrado a lo que fuese que quisieran hacerle. Necesitaba encontrar a Jimin de inmediato, o de otra manera terminarían por encerrarle en una habitación y obligarle a... Ni si quiera quería pensarlo.

La gente que bailaba no se percataba de sus empujones y él lo agradecía. Lo último que necesitaba era que alguien se ofendiese y quisiera iniciar una pelea. No estaba para eso, él tenía que huir rápidamente.

Subió las escaleras esquivando personas con audacia y antes de girar hacia el pasillo que llevaba a su habitación se cuestionó qué mejoraría si él hallaba a Jimin en ese instante. Podría sugerirle –con urgencia- que se quedasen en su habitación, pero estaba seguro que su idea era permanecer con el resto de sus hermanos en el parque trasero, y si los mayores pedían a Jimin participar en un ritual éste lo haría. No pensaba que ayudase de algo que Jimin estuviese a su lado. Honestamente, si él no quería hacerlo, pero sus hermanos insistían, estaría poniendo a Jimin en un aprieto. O quizás... ¿le ayudaría a esconderse?

En un momento de descuido, miró hacia abajo, donde la sala permanecía llena de gente, y pudo divisar a Key y Kai caminando y mirando hacia todos lados.

No tenía tiempo. Ellos iban a encontrarle.

Sus piernas se movieron rápidamente, llevándole en dirección contraria a sus compañeros y a su novio. Subió las escaleras al segundo piso, el cual no tenía rastros de que la fiesta hubiese llegado allí.

Caminó a lo largo del pasillo lleno de puertas y decidió colarse en la última, la cual carecía de una cama. Sólo había estanterías de libros, un juego de sillones de cuero color verde musgo y un escritorio con una laptop, una lámpara y carpetas de archivos o algo por el estilo. Era la oficina de reuniones de Jackson.

Jungkook cerró la puerta y no dudó en bloquearla con la llave que estaba colocada en la cerradura. Giró la llave y al escuchar el 'clic' exhaló el aire en sus pulmones con alivio. Apoyó las manos sobre la madera y respiró pausadamente por unos segundos en un intento por calmar su agitado sistema.

Esto era una locura. Sólo esperaba tener el tiempo suficiente de pensar en alguna excusa para respaldar su desaparición, porque era obvio que decir algo como "Lo siento, me estaba escondiendo de ustedes" no era sensato. Miró a su alrededor, como si algo de allí le ayudase a prender su lamparita mental, a iluminar alguna clase de cuento mágico que le sirviese para justificar su actuar frente a sus hermanos.

Lo positivo era que aquella habitación no era utilizada los fines de semana, y más bajas eran las probabilidades durante una fiesta, así que podría tomarse algo de su tiempo esperando que nadie intentase entrar mientras él resolvía su situación.

Un plan. Requería de un plan, y no sabía qué demonios hacer además de sentir que podía llegar a mearse en los pantalones, pero no necesitaba darle a sus hermanos una razón más para quitárselos... No. Definitivamente.

Si él se sentía en aquella situación, como un ratón siendo acorralado, no quería imaginarse cómo se había sentido Taemin teniendo a Kai pendiente de hacerle pasar un calvario.

Taemin. La vida era injusta sin dudas, lo reconfirmaba. Dios –si existía- se llevaba a las personas que menos lo merecían.

Una idea cruzó sus pensamientos y los cortó de golpe como un relámpago.

Estaba en la maldita oficina de reuniones. Una vez más, miró los libros, los papeles, las carpetas. Todo eso pertenecía a Jackson, y en su defecto, a Alpha chi lambda.

Quizás, era el momento de arriesgarse. Quizás algo podría encontrar allí.

Un hilo del cual tirar...

Inspeccionó el lugar con pasos cautelosos, sin saber qué buscaba, sin embargo, esperaba que algo inusual saltase a la vista.

Todo parecía normal. Hurgando entre las carpetas y observando folios llenos de papeles, no parecía que hubiese nada sospechoso. Bueno, era de esperarse. Cualquier cosa que no fuese precisamente legal, tenía que estar fuera del alcance de cualquier otra persona.

Sus ojos se dirigieron a la laptop en el escritorio. Aquello debería ser el mayor tesoro dentro de toda la maldita habitación; tendría la vida completa de Jackson y –seguramente- la de la fraternidad. Si allí no había un hilo, entonces las esperanzas se reducirían trágicamente.

Se sentó en la silla y abrió la laptop para encontrarse con una sesión obviamente privada que requería contraseña. También había sido estúpido el pensar que su ordenador no tendría protección ante curiosos.

Dejó caer su cuerpo contra el respaldo, en claro signo de rendición mientras su cerebro se vaciaba de ideas, desmoronándose poco a poco su entusiasmo hasta que vio en los cajones del costado del escritorio unos botones semejantes a los de una caja de seguridad.

¿Era una señal?

Inspiró y exhaló, comenzando a tocar los botones de números en distinto orden, probando diversas combinaciones. Ninguna funcionaba y la frustración volvía a pinchar su globo de esperanza. Sin embargo, luego de seguir intentando combinaciones de números al azar, una posibilidad rondó su cabeza. Presionó los cuatro números y un pitido se escuchó salir de dicho sistema de seguridad.

El cajón se había abierto con éxito ante el juego de números de '1981', el año de fundación de la fraternidad.

El corazón de Jungkook comenzó a golpetear en su pecho, sorprendido por haber acertado a la contraseña y a su vez con miedo de seguir adelante.

Con sus manos sudando y temblando, tiró de la hendija del cajón, abriéndolo y reteniendo el aire en su garganta. Su estómago se contrajo de pavor al momento que sus ojos vieron el brillo metálico de una pistola cuyo cartucho de municiones estaba a un lado.

Intentó no fijar su atención en el objeto, aunque le inquietaba pensar en las razones por las cuales Jackson tenía eso guardado. Notó un par de memorias de USB y otro de discos duros externos a un lado de la pistola, y como si una bestia pudiese salir del cajón en cualquier momento, tomó rápidamente los discos, las memorias, y cerró el cajón rápidamente.

Miró hacia la puerta y a su alrededor. El pánico de ser descubierto le carcomió de repente. Estaba hurgando en cosas peligrosas. Estaba metiéndose con un tipo que tenía una pistola en su escritorio.

Sus manos triplicaron los temblores, las cosas que sostenían estaban al borde de caerse e intentó sujetarlas con fuerza a pesar de lo resbaladizas que estaban. Su pecho se hundió y el aire dejó de existir.

Gimió de dolor mientras respiraba para tener suficiente aire pero parecía como si intentase respirar bajo el agua. Le dolía el pecho, y su corazón latía tan rápido que podía oír los latidos en su cabeza como si se tratara de una estampida de rinocerontes.

Un ruido se oyó fuera del pasillo y el picaporte de la puerta se agitó.

Jungkook se puso de pie de un salto, lanzando al suelo los discos y las memorias USB. Miró a su alrededor sin encontrar un lugar donde esconderse.

El picaporte fue forzado nuevamente. Escuchó voces del otro lado, pero no pudo distinguir palabras ni personas, la música en la casa aún lograba tragarse los sonidos incluso en el segundo piso.

Su sentido de supervivencia le llevó a tomar consigo nuevamente los objetos que había dejado caer y se escondió en el espacio debajo del escritorio, y rogó al cielo no ser descubierto. Incluso aunque la puerta estuviese cerrada con llave temía que hallaran la manera de abrirla.

Las lágrimas se arremolinaron en las esquinas de sus ojos y su mandíbula temblaba al igual que todo su cuerpo, preso del pánico. Podía asegurar que su corazón no iba a soportarlo. Iba a morir.

Sollozó, tapando su boca contra su brazo derecho.

¿Qué estaba haciendo? Se había escondido allí con la esperanza de escapar de sus compañeros, pero ellos estaban buscándole. Porque había desaparecido y no se olvidarían de los planes que tenían para él.

No. No tenía manera de escapar. Porque, ¿Por cuánto tiempo podía esconderse allí? ¿Por cuánto tiempo podría seguir evitando a sus compañeros cuando vivía con ellos? ¿Qué se suponía que iba a hacer con aquellas memorias y discos duros? ¿Qué ganaría con todo eso? Era una estupidez. Estaba acabado.

Pasaron varios minutos y nadie había vuelto a intentar ingresar a la habitación.

Para cuando se decidió a salir, su ataque de pánico se había calmado a pesar de su aún pesada respiración y el agotamiento general como si hubiese corrido o subido diez pisos por escaleras.

Guardó los discos y las memorias en el saco de su traje, y miró hacia todos lados buscando una salida. De haber sido por él, no tenía reparos en saltar por la ventana. La situación era lo suficientemente desesperante como para llevarle a hacer tal locura y arriesgarse a romperse una pierna, pero al menos no moriría –aunque no sabía qué prefería-. No obstante, no era una buena vía de escape, porque las dos ventanas daban hacia el parque trasero, donde estaban la mayoría de sus compañeros.

Era horrible. Era simplemente horrible el pensar que estaba escapando de ser abusado por aquellos hombres que ya desconocía por completo. En ese momento había pasado de ser uno más de ellos a ser una víctima secuestrada donde su abanico de posibles salidas se reducía a cero. Estaba sin escapatoria.

Sus compañeros no iban a aceptar un 'No' por respuesta, intentarían manipularle a su conveniencia, y si él seguía resistiéndose nada de eso iba a terminar bien. Las cosas explotarían en cualquier momento y comenzaba a pensar que probablemente debería sacrificarse al igual que lo había hecho Taemin, hasta poder descubrir qué había detrás de la fraternidad.

Se armó de valor frente a la puerta, peinó un poco su cabello esperando que se encontrara al menos casi tan presentable como al principio. Limpió su traje y acomodó cada prenda para eliminar cualquier rastro de su hazaña y abrió la puerta con sumo cuidado, girando la llave primero y luego el picaporte. Asomó su cabeza al pasillo, notando que no había nadie cerca, aunque las voces cercanas a la escalera le mantuvieron alerta.

Debía alejarse de esa habitación a toda costa antes de ser descubierto en el lugar del hecho y con cosas que no le pertenecían en sus bolsillos.

Esperó unos segundos, mirando hacia donde iniciaba el pasillo, donde se veían las sombras de las luces de colores de la planta baja y de la gente moviéndose. Cuando vio el momento indicado salió corriendo de la habitación, pegándose a la pared contraria y abriendo otra puerta que le llevaría al cuarto de baño del segundo piso y a lo que sería el momento culmine de aquella horrible noche.









* * *

Buen día, gente bella. Volví con un nuevo capítulo. 

El ambiente en el que Jungkook se encuentra muestra cada vez más su verdadera naturaleza. 

Estamos entrando al arco final de la historia. Todo lo que es sospechoso o confuso está por aclararse, y es donde todo va a explotar.

Nos leemos en el próximo capítulo! 

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