34. Nota de despedida

Con su mochila pesada por los libros que había recogido de la biblioteca para la asignatura de literatura medieval, el pelinaranja soltó todo el peso sobre uno de los amplios sofás de la sala. Exhaló una buena bocanada de aire con el objetivo de liberarse de la tensión que había acumulado luego de varias horas de cursada en la universidad.

Lo primero que decidió hacer fue dirigirse a la cocina para beber algo de agua. Durante las clases era normal que se formaran debates ocasionales o que tuviesen que leer en voz alta párrafos enteros de libros, estrofas de poesías o segmentos de ensayos propios, por ende su garganta terminaba algo reseca.

Cuando dejó su vaso vacío sobre la encimera miró hacia el jardín trasero a través de la ventana. El panorama yacía despejado, pareciéndole extraño no haberse cruzado con ninguno de sus hermanos desde que había llegado. Jamás estaba solo cuando llegaba por la tarde a la casa luego de sus clases.

Se encontró en una situación lo suficientemente atípica como para que decidiese caminar nuevamente a la sala y mirar en todas direcciones en busca de alguna señal de vida. Al no hallar nada supuso que quizás los miembros que generalmente se encontraban a esas horas en la casa estarían en la cabaña librando un ritual o reunión. Hizo ademán de ir en dicha dirección, pero un ruido proveniente de los pisos superiores llamó su atención, haciéndole girar y mirar hacia las escaleras.

- Hey, ya estoy en casa. ¿Hay alguien? – habló en voz alta y clara. No obtuvo respuesta y un golpe sordo se escuchó.

Seguir hablando no le iba a servir de nada si sus hermanos estaban lo suficientemente ocupados como para no haber oído su llamado.

Subió los escalones de la escalera hasta llegar al primer piso, y antes de continuar hacia el segundo, percibió el ruido proveniendo de los pasillos. No pudo evitar pensar en lo extraño que era el hecho de que no hubiese nadie en la mira, la casa jamás estaba sola ni tampoco en silencio, que era apenas interrumpido por los ruidos extraños que había estado escuchando desde la planta baja.

Antes de poder hablar nuevamente para corroborar si alguno de sus hermanos podía oírle, el bello de su cuerpo se encrespó tras el grito que se oyó propagándose por la longitud del pasillo hasta él. Se quedó inmóvil en su lugar, sintiendo un escalofrío recorrerle de pies a cabeza y su corazón se desbocó con latidos rápidos. El grito había sido de dolor, y la voz la reconocería en cualquier circunstancia. Se trataba de Jungkook, sin duda alguna.

La respiración se le dificultó al oír un segundo grito, pero fue lo suficientemente fuerte como para despertarle del shock y obligarle a moverse. Caminó rápidamente por el pasillo, que parecía alargarse cada vez más con cada paso que daba. Su instinto le decía que provenía de su habitación y que Jungkook evidentemente necesitaba ayuda. No comprendía por qué sus hermanos no estaban cerca, pero no se detuvo a pensar mucho más en ello, sólo quería llegar a su novio.

Al llegar a la puerta de su habitación pudo confirmar que la voz de Jungkook provenía de adentro, sin embargo, al intentar abrirla giró el picaporte, pero ésta estaba bloqueada con llave.

Tras la desesperación, golpeó repetidas veces la puerta.

- ¡Jungkook! ¿Me oyes? ¡Abre la puerta! – gritó esperando a que su voz llegara al pelinegro. Podía escuchar su llanto, sus lamentos - ¡Por favor, ábreme!

Nadie abrió la puerta incluso aunque él suplicara y golpeara con todas sus fuerzas. Estaba agitado, todo su cuerpo temblaba con temor e impotencia por no poder abrir la maldita puerta y ver lo que sucedía con Jungkook.

Sintió una ráfaga de escalofríos recorrerle cuando oyó más voces dentro de la habitación, susurros masculinos, palabras que no podía comprender pero allí estaban, se oían debajo de los lamentos del menor.

Jungkook lloraba y gritaba por ayuda, alguien le estaba haciendo daño.

- ¡Abran la puta puerta! – soltó un grito desesperado, golpeando con ambos puños sobre la madera.

- ¡Jimin! – la voz de Jungkook sollozó su nombre y el corazón del nombrado dolió aún más con ello.

- ¡Jungkook! ¡Te sacaré de allí! – no pudo retener sus lágrimas y soltó un grito lleno de impotencia - ¡Déjenle en paz! – su garganta se desgarró, y en un intento por hacer fuerza contra la puerta sintió sobre la suela de sus zapatos algo resvaladizo.

Miró hacia el suelo, y fue cuando notó sangre filtrándose por debajo de la puerta y extendiéndose cada vez más a medida que él comenzaba a alejarse poco a poco. Sus lágrimas aún caían rodando por su rostro, pero el shock en su expresión ya no denotaba tristeza sino horror. Se alejó todo lo que pudo, viendo la sangre correr y los gritos de Jungkook desgarrándose.

- ¡¡Jimin!! – oyó su grito de ayuda.

Entonces se abalanzó contra la puerta nuevamente mientras golpeaba con todas sus fuerzas con la intención de tirarla abajo. Y mientras tanto seguía oyéndole gritar, llamando su nombre para que le sacara de allí. Una y otra vez: 

JIMIN.

JIMIN.

- ¡Jimin!

Y entonces despertó.

Su pecho subía y bajaba como si hubiera corrido una maratón, al igual que el sudor corría por su piel y dejaba su huella húmeda sobre su cabello y la camiseta que llevaba puesta.

Su mano izquierda estaba apretada entre las manos de su novio, quien le miraba con extenuante preocupación e interrogación sentado a su lado en la cama. Jimin le miró con la expresión aturdida y los ojos rojos, aún con ese tinte de desesperación

Rápidamente se levantó y envolvió a su novio en brazos, apretándole fuerte.

- ¿Jimin...?

- Pensé que te había ocurrido algo... que te habían hecho daño – se apresuró a hablar con su voz temblorosa. A pesar de sentir alivio al ver a Jungkook sano y salvo, los nervios aún seguían impregnados en su sistema.

- Estabas teniendo pesadillas de nuevo – Jungkook le rodeó con los brazos también, sosteniendo su cuerpo contra el suyo y notando cómo temblaba y respiraba agitado.

- Fue... horrible...

- ¿Quieres hablar de ello?

- No. No quiero pensar en eso – decidió separarse de Jungkook y se frotó los ojos para borrar cualquier rastro de lágrimas en ellos. Soltó una risa temblorosa – últimamente me ves en un muy mal estado... lo siento. No me veo tan cool como cuando me conociste, ¿cierto? – su sonrisa se veía forzada, y sus ojos aún no se desprendían del brillo de las lágrimas. Jungkook se tomó unos segundos para mirar profundo en sus ojos, queriendo ver realmente la razón por la cual Jimin estaba tan angustiado. Era cierto, últimamente algo no estaba bien con él.

- No puedes ser siempre lo que los demás esperan de ti – expresó con convicción pero con suavidad en su habla – Quizás sientas que como sublíder de Alpha chi lambda tienes que ser "cool" todo el tiempo, pero no conmigo. No tienes que mantener las apariencias conmigo. Sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿cierto? Quizás hay algo que necesitas y por eso estás angustiado.

- Tengo todo lo que necesito. Tengo a mi familia, a mis hermanos, y te tengo a ti.

- ¿Y entonces qué es lo que no te permite dormir? – preguntó, y recibió una mirada cautelosa por parte del mayor – Tienes pesadillas todas las noches, sueñas cosas... horribles.

Jungkook sabía que quizás estaba jugando con fuego. Algo le decía que estaba presionando a Jimin al querer indagar. Pero el asunto en cuestión era que, después de las cosas que había estado viviendo, en sumatoria al estado de Jimin aquellas últimas semanas y sus charlas con Taemin, Jungkook se veía con la urgencia de atar los cabos sueltos o estaba seguro de que se volvería loco.

No es que fuese como Taemin, quien parecía querer resolver lo que había ocurrido con su hermano. Jungkook no planeaba ir tan lejos, pero se veía conflictuado por sus sentimientos hacia Jimin. No podía evitar sentir tristeza cuando éste se removía en su cama por las pesadillas, quejándose entre sueños y ahogándose en el mundo dentro de su subconsciente o estando al borde de un ataque de pánico constante. Sufría por él, porque, aunque todo fuese demasiado complicado y no estaba seguro qué tan lejos podía llegar la lealtad de Jimin por la fraternidad, Jungkook le amaba. 

Sí, era un hecho que Jimin había hecho que él cayera rendido a sus pies, pero luego se debatiría si había sido una simple estrategia de reclutamiento o si en verdad se había interesado por él, porque en el "mientras tanto", Jungkook necesitaba saber qué era lo que Jimin cargaba como para ser perseguido por el horror en las noches y por ataques de ansiedad durante el día.

Además, eso sólo aumentaba su propia ansiedad. Los problemas de Jimin se remontaban desde que era pequeño, desde incluso antes de que su madre falleciera. Aún no podía olvidar cuando el mismo le había hablado sobre su infancia, cuando era un niño que siempre estaba asustado y angustiado, hasta el punto que era frecuente que se orinara en la cama. Algo le atormentaba en ese entonces, y quizás era la razón de sus pesadillas y su ansiedad presuntamente crónica.

Y si Jungkook tenía que ser honesto, la posibilidad de averiguar la razón de ello le dejaba con una agobiante sensación de intranquilidad y miedo.

"La razón" había mantenido a Jimin con ataques de pánico y consumiendo ansiolíticos. Por fuera, él se veía como un chico extrovertido que vivía su vida bajo sus propios mandatos. Siempre parecía tener todo bajo control, como si supiese qué sucedería dentro de los próximos minutos y ya tuviese una solución ante cualquier problema imprevisto. 

Sin embargo, Jungkook se dio cuenta que Jimin sólo era de esa manera para los demás, para el mundo exterior, porque si tenías la suficiente relación estrecha con él como para saber que sus noches eran un infierno, entonces comprendías que lo que todos veían era sólo un simple caparazón.

Jimin resultaba ser diferente a lo que inspiraba, entonces no era extraño suponer que se esforzaba cada día para mantener su fachada de Alpha. Jungkook también había notado que Jimin no era lo suficientemente cercano con el resto de sus hermanos como para pedir apoyo o consuelo, ya que con ellos siempre mantenía la compostura. Incluso también él mismo había admitido no ser afectuoso con ellos o demostrar cariño a otras personas.

Jimin había sido claro, sólo tenía dos excepciones: Jungkook y, obviamente, Jihyun, su hermano de sangre. Le parecía lógico, no sólo porque se habían criado juntos, sino porque el mayor había sido el más grande consuelo y apoyo para Jimin en su camino a superar la muerte de su madre. Para Jungkook no era sorprendente que fuesen tan cercanos si se habían mantenido unidos durante un momento tan duro para ambos.

Siempre lo pensaba, quizás si hubiera tenido un hermano su sufrimiento no hubiese sido tan difícil de sobrellevar. Sólo luego de tener a Jimin a su lado había logrado sentir que la falta de su madre ya no dolía tanto.

Tras el silencio que se generó en la habitación, él supo que Jimin no planeaba decir nada al respecto. Su mirada estaba gacha, dando la impresión de estar evadiéndole mientras esperaba que el tema cambiase su rumbo por sí solo.

Jungkook sabía que quien no arriesgaba no ganaba.

- Siento que hay algo que no me estás contando.

Y bien. Lo dijo, pero al segundo estaba indeciso sobre si aquello había sido una buena idea, y es que no sabía cómo lograr saber en qué posición estaba Jimin realmente. Cualquier respuesta que diera, cualquier mirada o gesto podría llegar a darle un indicio de si era seguro o no confiar en Jimin.

Sin embargo, la rueda que hacía girar a sus pensamientos como un carrusel, se detuvo cuando inesperadamente obtuvo una respuesta real y no una evasión.

- Hay algo... de lo que nunca te he hablado. Bueno, en realidad hay algunas... varias cosas.

El corazón de Jungkook inició un rápido palpitar, pero se obligó a controlarse con una respiración profunda para que Jimin no notara su nerviosismo.

- No creo poder contarte absolutamente todo ahora... pero creo que en algún momento me sentiré más listo y confiado para hacerlo.

- Está bien, puedes contarme lo que quieras.

Había logrado obtener algo, no iba a arruinarlo ahora presionándole para que soltara todo de una vez. Era extraño ver a Jimin tan vulnerable e inseguro al momento de expresarse, como si no estuviese acostumbrado a demostrar su lado más sensible y frágil. Hubiera jurado que Alpha chi lambda era un lugar seguro para ello, pero el tiempo le había mostrado parte de la verdadera esencia de aquella fraternidad, y sabía que cada vez descubriría más al respecto.

- Te conté anteriormente sobre mis miedos de pequeño. No recuerdo exactamente cuándo inició, sólo sé que fue en el mismo instante que comenzaron mis pesadillas. Por lo poco que recuerdo, tenía problemas para discernir cuándo estaba soñando y cuándo no. Las pesadillas se sienten demasiado reales todo el tiempo, pero cuando era pequeño realmente me afectaban como si las cosas que soñaba hubieran pasado en la vida real. Hoy en día sigo soñando las mismas cosas, pero puedo saber que no son reales a pesar de que se sienten como... flashbacks. El tipo de cosas que te he contado...

- Monstruos que te persiguen y... cadáveres...

- Sí. Muerte. Siempre me pareció extraño soñar aquellas cosas siendo tan pequeño cuando todo lo que hacía era ver dibujos animados y no películas de terror. Pero da igual, no le tengo miedo a las pesadillas hoy en día, aunque sean desagradables. Pero, supongo que tengo ansiedad desde entonces, y quizás alguna cosa más... - negó con la cabeza – En fin, mi mente no está del todo sana, pero... de eso algo sabías por mi medicaión. Lo que nunca te dije fue sobre una sensación que tengo bastante frecuentemente.

- ¿Qué es?

Su voz salió tullida, sus hombros estaban algo encogidos sin notarlo, como si tuviese frío. La voz de Jimin era calma, como si no le afectara de lo que hablaba, pero para Jungkook era difícil no preocuparse. Intentaba hilar las cosas que Jimin le decía con algo que tuviese que ver con la fraternidad, pero seguía sin poder definir nada.

- Un cierto vacío... – respondió.

- ¿Vacío? – no pudo evitar preguntar a pesar de que lo había oído con claridad. Era cierto, nunca había oído a Jimin hablarle sobre algo como eso.

- Sí. Es como mirar dentro mío y no encontrar nada. Siempre sucede cuando hay algo que me genera felicidad. Es como si no pudiese ser capaz de sentir algo bueno, como si algo dentro mío estuviese esperando por devorarse cualquier pequeña pizca de felicidad o bienestar en mí, como si me estuviese persiguiendo siempre.

- ¿Por qué nunca me hablaste de ello? – preguntó con gran sorpresa. Jimin sabía que Jungkook enfrentaba sensaciones bastante desalentadoras en su día a día, no podía entender por qué no había compartido tal cosa con él.

- No lo noté hasta hace un tiempo... a veces me siento mal y no sé la razón, pero se me hizo más notable al estar contigo...

- ¿Conmigo? Yo... ¿te hago sentir así? – hizo una expresión afligida que incitó a Jimin a aclarar su punto rápidamente.

- No, no. No eres tú. Me refiero... a que estando contigo me di cuenta de que nunca había vivido algo que me hiciera sentir lleno... y comprendí lo vacío que estaba al notar que no había nada especial en mi vida. Yo pensaba que era feliz, pero luego... ya no estuve seguro de ello. Y entonces, mirando hacia atrás, puedo decir que cuando te besé, cuando te toqué... y cuando tuvimos nuestra primera vez juntos, se sintió sanador para mí... ¿Cómo puedes sanar algo que no está roto? Así me di cuenta que en realidad lo estaba. Lo estoy. Y no puedo entender por qué.

Jimin sonrió, apretando sus labios, aún a pesar de dejar sus lágrimas caer. La imagen partió el corazón de Jungkook en varios pedazos. La sensación de sentirse roto no era agradable, lo sabía desde que su madre le había dejado. Pero él sabía la razón, Jimin no.

El mayor tenía una angustia atravesada que había logrado mantener lejos de su propio radar por un largo tiempo manteniendo una rutina basada en su vida de fraternidad desde joven hasta que entró a la universidad. Tarde se dio cuenta que había estado corriendo rápidamente, durante años, para evitar ser alcanzado por las sombras que buscaban alimentarse de sus pequeños momentos de alegría.

Había pensado que encontraría la felicidad en el baseball, en las fiestas, en los campamentos, en la fraternidad, pero todo lo que aquello le daba era adrenalina, quizás algo semejante a una diversión superficial. Porque pensaba que eso era todo lo que se podía sentir. Pensaba que el sexo con varias personas era una manera de sentirse más libre y pleno, y que eso era todo lo que había para él, no más.

Pero gracias a Jungkook supo que no había nada como la felicidad de sentirse amado, de compartir algo especial con alguien. Porque ninguna de sus experiencias anteriores le había dado algo así. Nada le había traído real felicidad.

Para Jimin, un punto de quiebre había sido cuando tuvo relaciones con Jungkook por primera vez. Confirmó las sensaciones, supo que nunca le habían dicho lo especial que era tener sexo con alguien sintiendo amor. Nunca había hecho el amor y pensaba que no era algo real si quiera, que era sólo una fantasía de las personas darle un significado tan especial a algo tan banal como el sexo.

Había sido su primera vez de esa manera, eligiendo a alguien por quien tenía atracción romántica y no sólo sexual.

No importaba lo especial que era Jihyun para él, lo tanto que le había cuidado al momento de tomar su virginidad, y lo tanto que le había tratado con cariño todas las veces después de eso. Era su hermano después de todo, siempre había sido afectuoso con él.

El día de su iniciación había estado tan nervioso que su ser de trece años agradeció que fuese su hermano quien se encargase de él. Aquella persona incondicional que dormía con él a su lado cada vez que no lograba conciliar el sueño o quien le abrazaba cada vez que tenía pesadillas o lloraba.

Pero la llegada de Jungkook puso las cosas en perspectiva, y todo lo que Jimin conocía comenzó a tintinear en su cabeza, como si fuesen cristales colgantes a punto de caerse y romperse contra el suelo.

- Lo siento... esto es... demasiado pesado y poco prudente de mi parte... - dijo Jimin levantándose de la cama. Se alejó, caminando a pasos lentos, exhalando el aire de manera cansada y secándose las lágrimas con sus dedos. Chim, quien había sido despertado por las voces de los dos chicos conversando, le seguía con la mirada.

- No. Estoy agradecido de que me lo hayas dicho... de que te sintieras capaz de confiármelo – se puso de pie también, dirigiéndose hacia Jimin y posando sus manos sobre sus mejillas calientes y húmedas.

Le miró en silencio a los ojos, y ver a Jimin rendido ante su tacto, con sus ojos rojos al igual que su nariz, le hizo pensar en que deseaba poder ser capaz de reparar aquello que se había roto.

Quizás era cuestión de dejarse guiar por su corazón y confiar en que, independientemente de si Jimin había hecho un buen trabajo al convencerle de unirse a Alpha chi lambda, él realmente parecía honesto con sus sentimientos.

- Si hay más cosas que quieras contarme... puedes hacerlo cuando estés listo – Jungkook nunca había sido una persona capaz de consolar a nadie. Sólo era un chico de diecinueve años con nulas capacidades sociales. No sabía cómo hacer sentir a alguien mejor, pero con Jimin, sus instintos afloraban, y simplemente dejaba que sus sentimientos hablaran – Has escuchado mis temores e inseguridades todo este tiempo, quiero hacer lo mismo por ti. Quiero sostenerte... quiero... que me necesites también...

Sus labios tocaron los del mayor, sintiendo el calor y el sabor sutilmente salado de las lágrimas. Jimin respondió positivamente y de inmediato, admitiendo necesitar ese consuelo, la suavidad de los labios de quien quería. Lo único que necesitaba.

Fueron besos lentos guiados por sus respiraciones relajadas, como si el objetivo fuese permitir que poco a poco las heridas se unieran nuevamente entre sí para sanarse.

Jungkook había estado a la defensiva, cauteloso y nervioso, tanto que había olvidado la conexión que él y Jimin habían llegado a tener. Había olvidado en esas pocas semanas lo tan necesario que era el tocarse mutuamente, el sentir el calor más allá de un beso de buenos días y de buenas noches.

Él necesitaba a Jimin y lo sabía, porque todo su cuerpo, espíritu y mente lo anhelaban. Parecía como si la vida brillara desde su interior cada vez que tocaba al pelinaranja, como si no hubiese otra forma de funcionar si no era con él cerca.

Más allá de las dudas que Jungkook podía tener al respecto, el cuerpo de Jimin no mentía. Su cuerpo temblando era la prueba de que los sentimientos eran intensos, y que respondía genuinamente a él. Y sus lágrimas eran genuinas, al igual que su angustia.

Entre besos, sus manos acariciaron cada parte del rostro del pelinaranja. Como si el tiempo no corriese, sus dedos se deslizaron con lentitud por las cejas ajenas, bajaron por sus pómulos afilados hasta deslizarse por sus mejillas y detenerse en el filo de su mandíbula. Sus cuerpos se pegaron tanto que sus pechos se inflaban contra el otro. Jungkook apretó sus caderas, moviendo las suyas suavemente para que el mayor se excitara hasta que no pudiese dejar de buscar más contacto.

El corazón de Jimin palpitaba con satisfacción, sintiéndose aliviado, porque había necesitado demasiado de Jungkook en aquellos momentos donde se sentía perdido.

El menor le sujetó de la mandíbula, sin dejar de besar su boca, y le obligó a apoyar la parte posterior de su cabeza contra la pared. Su cuello quedó al descubierto y entonces los besos se desviaron hacia la zona ahora vulnerable.

Tironeó de la camiseta de Jimin, quitándosela por completo, encontrándose con su nombre duramente gravado sobre la piel de su pecho. Jimin le miraba con ojos embriagados de anhelo, con sus labios rojos y su aliento escapándose en jadeos, permitiendo que Jungkook le mirase por completo, bajase su pantalón y bóxers a mitad de sus muslos, seguido de tomar una posición arrodillándose en el suelo frente a él.

Las piernas de Jimin temblaron y la descarga eléctrica pasó por todo su cuerpo hasta concentrarse en su miembro cuando Jungkook comenzó a trabajar su boca sobre él, ensalivando, chupando y haciendo sonidos húmedos por el roce.

Gimió y disfrutó de cada segundo, apretando su cabeza contra la pared y haciendo lo posible por no tomar al pelinegro del cabello y follarle la boca sin piedad. Estaba desesperado, pero tampoco quería que se terminase rápido. Quería disfrutar de aquel ritmo lento, de aquello que no sólo se sentía placentero sino también como una caricia.

Se sentía bien que le amaran. Se sentía bien que le cuidaran, que se hicieran cargo de su desastroso ser.

- Qué bueno te has vuelto en esto... - dijo con una sonrisa que fue cortada por un gemido profundo ante la sensación de la punta de la lengua de Jungkook hurgando en la ranura de su glande – Dios mío... tan bueno... - el aire no llegaba a sus pulmones del todo – Has... estado algo... distante conmigo... - su cuerpo se sacudió al recibir una succión fuerte que le hizo cortar el aire.

Distante.

Evitándolo, era la palabra. Fingiendo que estaba ocupado preparándose con cursos para iniciar su carrera el siguiente año, y lo había intentado, pero poca había sido la atención que había podido prestar a tal cosa luego de sentir que su entorno se desfiguraba.

- Quiero... darte tu espacio... - inspiró fuerte cuando Jungkook pasó la lengua desde sus testículos por toda su longitud hasta la punta – pero... es difícil. Te quiero conmigo todo el tiempo...

Jimin hacía el esfuerzo de seguir hablando incluso aunque Jungkook se esmeraba por provocarle temblores que le hicieran olvidar el querer tener esa conversación. Quería darle placer, quería consolarlo, pero también agradecía tener su polla en la boca en ese momento porque no quería responder.

Otra vez, "evitando" era la palabra. Evadiendo, esquivando, y todos sus sinónimos.

Era ese tipo de conversación que naturalmente debía darse en un ambiente sano cuando alguna de las partes parecía estar pasando por un problema que le hacía alejarse de la otra, pero no era algo de lo que el menor pudiese hablar. Porque Jimin no tenía idea de la inquietud que Jungkook estaba sintiendo por estar en aquella casa viendo todo lo que ocurría puertas adentro. No tenía idea de que había estado hablando con Taemin sobre las sospechas de asesinato de su hermano. No tenía idea que nada se sentía bien luego de haber presenciado una violación. No tenía idea de que estaba analizándole y buscando cualquier señal que le dijese que él, su Jimin, no era igual que el resto de los hermanos Alphas.

No tenía idea de que lo único que le mantenía a su lado eran sus "Te amo" y las declaraciones de Taemin, quien le había dicho que estaba casi seguro de que el pelinaranja realmente estaba enamorado de él.

Porque de no ser por esas dos cosas, Jungkook hubiera seguido su instinto de salir huyendo de esa casa y no volver. Porque estaba asustado, y era desagradable no sentirse seguro y dudar de la persona de quien se había enamorado.

Pero no iba a lanzar por la borda a Jimin, le daría el beneficio de la duda. Y esperaba que con ello no estuviese poniendo su propia vida expuesta a un desastre. Aunque eso estaría por verse, y las cosas cambiarían en la mañana de aquel día.

Luego de haber hecho el amor a las 4 a.m y logrado que Jimin se relajase lo suficiente para que durmiese abrazado a él sin pesadillas, Jungkook también se permitió disfrutar de ese instante, recitando como un mantra las palabras "Todo estará bien. Si me amas, confío en ti", hacia Jimin en su mente hasta rendirse ante el sueño también. Porque algo bueno que había aprendido del Tamonismo era en el poder de las palabras.

En la mañana, cuando el sol ya se había alzado, Ten y Taeyong se hicieron presentes en la habitación de los dos chicos con una noticia que dejó a Jungkook petrificado.

Taemin había desaparecido, y todo lo que había sido encontrado en su habitación era una nota, donde pedía encarecidamente que no le esperasen, nunca volvería. Porque la muerte de su hermano le había dejado sin fuerzas de seguir intentándolo, y que lo único que tenía sentido era reunirse con él.

El significado de su despedida era claro, así como su cometido. Luego de encontrada la nota, todos sabían que Taemin probablemente ya no estaba vivo.

Jimin parecía haber reaccionado rápido a la noticia, dejándose invadir por las lágrimas y maldiciendo. Pero por otro lado, Jungkook aún no había logrado mover ni un solo músculo, sus ojos estaban abiertos y estáticos, como si intentase ver más allá de los hechos, pero no pudo moverse ni hablar, ni si quiera cuando Jimin fue a abrazarle y esconder su rostro contra su cuello.

Todo lo que Jungkook estaba haciendo en ese momento, era reproduciendo en su cabeza lo que Taemin le había dicho en la primera conversación que habían tenido.

- Así que... Jungkook, si yo algún día aparezco muerto, yo no fui. No voy a suicidarme. ¿Comprendes? 









* * *


Hola, gente bella.

Acá les traigo actualización, ando hiper ocupada con cosas, así que por eso actualizo tan lento, me disculpo.

Bueno, como pueden ver, a lo largo de los capítulos se van revelando algunas cosas. 

Siempre presten atención al leer porque hay detalles que dan pistas sobre lo que está sucediendo o de cosas que se tratarán más adelante. 


Como éste fragmento en el capítulo 30, donde Jungkook recordaba parte de su primera conversación con Taemin y que ahora se muestra completo al final de éste cap.


Si hay algo que no entiendan o algo que quieran preguntar, ya saben que pueden hablarme por privado o dejarme un comentario.

Gracias por leer y votar, agradecería mucho si recomiendan la historia o la comparten. 

Espero que estén teniendo un buen fin de semana. Nos leemos!

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