29. Las mentiras nunca llegan demasiado lejos
Al momento de despertar el sudor ya cubría su cuerpo por completo. Los costados de su cuello y su pecho -que se movía agitado- estaban húmedos. La pesadilla le había hecho sentarse sobre el colchón. Su mano derecha estaba sobre su pecho, a la altura de su corazón, y podía sentirlo palpitar con rapidez contra su palma.
Jimin
Su propio nombre retumbó en la habitación con una voz baja y lejana. Agudizó su mirada mientras daba un paneo a la habitación, intentando identificar de dónde venía el sonido. Pero no había nada allí.
Sacudió su cabeza y se llevó las manos a sus cienes. Las pesadillas en ocasiones se solapaban con la realidad. Sonidos le despertaban. Golpes, barullos, voces, mientras que se volvían demasiado inquietantes hasta el punto de no lograr conciliar el sueño. Cada vez que caía dormido sus ojos se volvían a abrir como platos con una sensación de ahogo en su garganta y alarma en su pecho. A veces recordaba lo que había soñado, otras veces no.
Miró a su costado en la cama. Jungkook se removía lentamente acercándose a él en sueños. Agradecía no haberle despertado ya que eran varias las ocasiones en las que por culpa de sus sueños turbulentos terminaba por despertar al pelinegro.
Desde hacía días Jungkook parecía más cansado de lo normal. En las charlas o juntas con la fraternidad permanecía callado, sólo contemplaba y escuchaba, pero repentinamente había dejado de verse... interesado. Aquello era algo que había preocupado a Jimin, pero el menor le había asegurado que todo estaba bien, que sus energías simplemente estaban reducidas por culpa de lo tanto que se esforzaba por prepararse para la universidad. Finalmente había logrado pasar los exámenes e inscribirse para el año entrante, pero había estado realizando cursos cortos de programas informáticos para estar mejor preparado.
Jimin lo comprendía, y esperaba que Jungkook pronto se sintiera mejor. Mientras tanto, todo lo que podía hacer era acompañarle.
Su corazón aún no calmaba sus laidos, por lo que sabía que era mala idea intentar seguir durmiendo. El insomnio a veces era tal que era frustrante intentar llevarle la contraria. Mejor se sentía levantándose y yendo a la cocina en busca de un vaso de agua para tranquilizar su ansiedad.
Bajó las escaleras arrastrando los pies y viendo las luces de la cocina encendidas. Suponía alguien había ido también a beber algo de agua en medio de un desvelo.
Irrumpió en la habitación y se detuvo en seco al ver a Jihyun apoyado contra la nevera mientras escribía algo en su móvil con una mano y en la otra sostenía un cigarro. Desvió su mirada del aparato cuando notó su presencia, mirándole y frunciendo su seño.
- ¿Alguien tiene insomnio? – inquirió, notando la expresión cansada de su hermano menor.
- Sí, como de costumbre – suspiró cansino y se acercó a su hermano, haciendo una seña para que se hiciera a un lado y le dejase abrir la nevera - ¿Cuánto tiempo te quedarás?
- Hasta el fin de semana siguiente. ¿A caso ya quieres que me vaya? – bromeó y Jimin rió un poco, negando con su cabeza y sacando una botella de agua – Por cierto, Sungwoon me dijo que quiere hablarte y tú le ignoras – Soltó una risa que no pudo reprimir – Le mandaste a purgar, eso fue duro de tu parte.
Con escuchar el nombre del chico, al pelinaranja se le tensaron los músculos instantáneamente. Inspiró duro por su nariz y decidió tomar un largo sorbo de agua antes de hablar. Hubiera tenido ganas de verter todo el contenido de la botella sobre su rostro, y sentir el líquido frío desparramarse por su piel, bajándole la temperatura y obligándole a mantener la calma. Estaba demasiado cansado como para recordar un tema que le estresaba con sólo oír el nombre del chico.
Miró a su hermano por unos segundos, éste esperaba pacientemente por una explicación.
- Se ha pasado de la raya, ha mandado mi paciencia al carajo. Confundió las cosas, él piensa que tenemos algo especial... maldición... me ha estado persiguiendo, y me ha enviado mensajes e intentando llamarme. Que se vaya al demonio.
Jihyun se sorprendió al ver a Jimin tan estresado al respecto. No tenía la dicha de poder pasar más tiempo con Jimin como él hubiese deseado. Su vida de adulto, su trabajo y sus obligaciones en Alpha chi lambda le mantenían siempre ocupado. A veces era imposible saber si su hermano necesitaba algo, y verle así últimamente le hacía notar que estaba pasando por tiempos difíciles.
- ¿Te está acosando? – arqueó la ceja.
- Sí... ¿Supongo? Pensé que luego de hacerle purgar iba a calmarse, aunque no he vuelto a verle, sólo intentó contactarse por mensajes y llamadas. Tuve que bloquear su número, pero aun así siguió enviándome cosas por medio de un número desconocido. Me envía... fotos y videos... masturbándose.
Jimin tomó un sorbo de agua de la botella y Jihyun siguió el movimiento con sus ojos.
- Te está acosando – esta vez afirmó – Hablaré con él.
- No. No lo hagas. No importa.
- ¿No importa? Te envía mensajes con su maldita polla – no era común ver a Jihyun enojado, incluso aunque Jimin conocía todas sus facetas - Descuida, no volverá a hacerlo, pronto dejará de tener una – Jimin rió un poco, pero incluso su sonrisa no era igual de brillante que siempre.
- No quiero que hagas nada... Sólo quiero que me deje en paz, que entienda que no siento nada por él. Amo a Jungkook, y es sólo con él con quien quiero estar.
Jimin mantuvo sus ojos en la botella, moviéndola nerviosamente entre sus manos, sintiendo la pesadez sobre sus hombros y su cabeza. No notó cómo a su hermano se le tensó la mandíbula.
Jihyun exhaló un tanto frustrado.
- ¿Es por eso que dejaste de ir a las juntas con los iniciados? –Jimin alzó su mirada, inmediatamente haciendo contacto visual con el mayor.
- No. No fue por eso, ya lo dije. Necesito concentrarme en la universidad. Alguien más puede hacerlo por mí.
- Nadie lo hace como tú.
- No soy el único que hace rituales sexuales. Cualquier Alpha puede hacerlo.
Jimin no volvió a hablar, esperaba que aquello fuera suficiente. En realidad, no quería tener esa conversación, y menos que Jungkook terminase en medio. Simplemente sentía que ya había sido suficiente de tratar con los iniciados, no pensaba que él fuera realmente indispensable allí. Al principio se desvivía por ello, por cumplir con su rol, por cumplir las expectativas y llevar a cabo su deber. Le gustaba ser fundamental y que le reconocieran que era un Alpha indispensable y poderoso. Pero simplemente ya no lo sentía así.
Tener sexo con los iniciados no era algo meramente carnal; era espiritual, era importante y requería una gran responsabilidad.
Cerró sus ojos y suspiró cuando sintió la mano de su hermano en el costado de su cuello, acariciándole.
- A Sungwoon... le mandaré al demonio la próxima vez que intente hacer algo. Le daré una advertencia, y si sigue molestándote sólo dímelo, ¿De acuerdo?
- Está bien...
El mayor se mordió el labio, aun acariciando el cuello del contrario. Sería un tonto si no fuese capaz de notar que su hermano estaba lidiando con más de lo que podía.
- Jimin. Confías en mí, ¿cierto?
- Claro que lo hago – aseguró, mirándole con extrañeza, la pregunta sonándole un tanto absurda.
- Entonces dime cuál fue la razón de que fueras a purgarte.
La voz de Jihyun sonaba tranquila, pero aun así Jimin se sintió atrapado.
Relamió sus labios, nervioso y con la saliva bajando muy lentamente por su garganta. Él sabía perfectamente que su hermano le preguntaba aquello porque no le interesaba la excusa que había postulado la vez que había decidido irse sin previo aviso y colarse al campamento aquellos cinco días cuando algunos Alphas habían tenido que ir a dirigir el grupo de la purga. Jimin había ido como uno más y no como líder.
- Sólo... sólo fui para sentirme mejor, dejar ir algunas cosas... ya sabes, nada fuera de lo normal, no veo por qué es extraño que haya ido.
- Porque nunca has ido a purgarte. Has mandado a Sungwoon porque se ha pasado de límite contigo, porque ha hecho algo que no le correspondía. Le enviaste para que comprendiera sus límites. ¿Para qué fuiste tú?
- Ya te lo dije, no viene mal de vez en cuando.
- ¿De vez en cuando? No es un confesionario católico, Jimin. Vas para limpiarte, así como han ido aquella misma vez Kai y Taemin. Lo sabes tan bien como yo. No soy tonto.
Jimin ya podía notar cómo el sudor en su cuello volvía a aparecer. Agradecía que su hermano había quitado su mano de allí hacía un rato.
- ¿Qué fue lo que hiciste para necesitar purgarte?
La purga era la práctica que realizaban aquellos tamonistas que sentían la necesidad de redimirse. Era una tradición desde la fundación de Alpha chi lambda, liderado por las creencias de su filosofía, alegando que la purga podía permitir a la persona arrepentirse de su mal actuar y liberarse de su peso. No era algo como simplemente pedir perdón, sino era una muestra de compromiso hacia los ideales defendidos y que permitían una oportunidad de retomar el camino de lealtad y fidelidad incluso a pesar de haber cometido una injuria.
La purga permitía mantener un equilibrio, permitía reconocer el mal accionar como parte de la naturaleza humana y tratarla por medio de prácticas de distinto tipo, adoctrinando el pensamiento y el comportamiento para reflexionar sobre los actos y su consecuencia, con el fin de mejorar la relación con el propio "yo" y con el resto de los miembros.
La purga, en otras palabras, era un castigo que debía tomarse por voluntad propia, y en casos como Sungwoon, la purga era una "sugerencia" por parte de un superior que no podía ser denegada por el comportamiento inapropiado de la persona en cuestión.
Y Jimin había decidido tomarlo aquella vez que había decidido dejar la casa sin previo aviso. La vez que había dejado a Jungkook luego de acostarse con él.
Las razones en su mente y su pecho estaban claras. Había tomado la responsabilidad sobre sus acciones y hecho lo que debía hacer, porque nunca hubiera querido faltarles el respeto a sus creencias ni tampoco sobre pasar la autoridad de alguno de sus hermanos superiores.
Todo estaba bajo control, pero no quería que Jihyun le cuestionase aquello.
Suficiente había tenido con cómo las cosas entre Kai y Taemin estaban resultando.
La última vez Taemin parecía haber llegado a un punto de hartazgo tal que todos se habían enterado de que su situación no había mejorado. Jimin había tenido que hablar a solas con Kai, esperando que el chico simplemente acotara lo que él le decía, pidiéndole que le diera espacio a Taemin. No obstante, Kai no era alguien fácil de tratar, y su paciencia también estaba prendiendo de un hilo.
"En vez de decirme cómo debo comportarme con Taemin, ¿Por qué mejor no te ocupas de tus asuntos? No creo que hayas sido del todo honesto, Jimin. Aunque espero estar equivocándome sobre ti y Jungkook".
Los ojos de Kai no eran los mismos de siempre. No había rastros de aquella mirada relajada y amigable, por el contrario, sólo parecía haber sospecha y recelo.
El pelinaranja no esperaba tener que brindar explicaciones sobre sus acciones, pero lo que menos esperaba era que Kai estuviese con aquella idea metida en la cabeza desde que Jungkook había ido por primera vez de campamento.
Esa vez había pensado que estaba jodido, pero que podía arreglarlo en ese momento. Pensaba que podía ver la manera de salir de debajo de la mirada de sus hermanos y que sus acciones pasaran desapercibidas.
El hecho de que Kai estaba al pendiente de lo que ocurría a su alrededor le tomó desprevenido y supo que debía ser un tanto más discreto, y a pesar de que aquello se había ido un poco al demonio conforme su relación con Jungkook fue evolucionando, esperaba que con una pequeña mentira piadosa pudiera salvarse y no tener que preocuparse nunca más al respecto.
Pero había sido demasiado optimista.
Taemin le había tomado desprevenido en la sala un día, y sin explicación previa le arrastró hacia el sótano, donde la sala de juegos se encontraba.
En ese momento la sala estaba deshabitada y Taemin se encargó de cerrar la puerta para evitar que alguien les interrumpiera. Acorraló al pelinaranja contra una pared, golpeando su espalda contra ésta y Jimin sintió su cabeza casi descolocarse por la brusquedad de su compañero, quien le tenía agarrado de su chaqueta, arrugando las prendas con sus puños apretados duramente sobre su pecho.
- ¿Qué demonios te ocurre? – preguntó Jimin con sus ojos desorbitados, sin comprender la actitud del mayor.
- La pregunta es ¿Qué mierda te ocurre a ti? – masculló entre dientes – No te atrevas a mentirme a la cara porque no soy idiota, Jimin.
- ¡No entiendo de qué mierda hablas! – alzó la voz.
- Cállate, imbécil – susurró apretando los dientes y le zamarreó, golpeándole nuevamente contra la pared. Taemin tenía ganas de gritarle de mil formas, pero no quería que nadie les escuchase o se enterase de lo que estaba ocurriendo.
Jimin sujetó sus manos a los puños del otro para obligarle a soltarle, pero éste no le dejaba ni tomar un respiro. Taemin estaba enfurecido, y no sabía por qué. Le miraba de una forma desquiciada, como si quisiera aventarle un puñetazo en cualquier momento.
- ¿Qué demonios te sucede, Taemin...?
- ¿Qué me sucede? – soltó una risa cínica – Sólo responde una pregunta. ¿Qué sucedió con la novia de Jungkook?
El pelinaranja frunció sus cejas ante la mención de aquello. Por su cabeza pasaron varias probabilidades, varias ideas de por qué Taemin le estaba hablando de eso cuando pensaba que el chico no tenía idea de tal cosa en primer lugar. En realidad, ni si quiera esperaba tener que seguir mintiendo al respecto, pensaba que en algún punto el tema quedaría en el olvido al verse que ambos estaban saliendo.
- ¿La dejó cuando empezó a estar contigo?
- ¿Por qué te importa? – le empujó fuertemente hasta que finalmente se soltó del agarre tan agobiante. Se acomodó sus ropas con molestia, sintiendo las palpitaciones de su corazón saliéndose un poco de control. No le gustaba aquella situación – Sí, la dejó por mí.
- Te dije que no te atrevieras a mentirme – negó con la cabeza, y al ver que Jimin se cruzaba de brazos, fingiendo una estúpida mirada de confianza, decidió ser él quien le pusiera al tanto de su lamentable y desastrosa situación – Las mentiras tienen patas cortas, Jimin, nunca llegan demasiado lejos. Sé que Jungkook nunca tuvo novia, él mismo me lo dijo.
Las palpitaciones no se detuvieron, pero se hicieron un tanto más lentas. La presión se le había bajado, probablemente por eso sentía que su cabeza le pesaba de repente y sus piernas estaban débiles.
Había sido tan estúpido de mentir y no asegurarse que Jungkook no dijese nada al respecto. Pero, ¿Cómo iba a decirle? En primer lugar, si debía mentir respecto a ello el menor le cuestionaría la razón, y era eso lo que quería evitar.
Jimin sólo había querido cambiar la posición de Jungkook, y con ello la situación de ambos. Era sólo eso, y esperaba que nadie pudiera notarlo, simplemente como si nada hubiera sucedido. Pero Taemin tenía razón, las mentiras tenían patas cortas, nunca llegaban demasiado lejos.
El chico se acercó a él, intimidante y manteniendo una corta distancia, mirada contra mirada.
- ¿Pensaste que si mentías con algo así no podía salir a la luz? Eres un estúpido – espetó – Jungkook mismo me lo dijo. Me dijo que fuiste su primer beso. Eres un maldito imbécil. Un maldito loco de mierda.
Y entonces entendió que estaba acabado.
Su mentira realmente había llegado a su fin. Pensó que podía mantener a Kai al margen. Pensó que el decirle a Jackson que Jungkook tenía novia y que estaba en una relación hacía tiempo, sería suficiente para que el líder supiera que el menor había sido tomado desde hacía ya tiempo. Y con eso, Jimin tendría la conciencia limpia, o al menos se convenció de eso luego de la purga. Luego de ser él el primero en tomar el cuerpo de Jungkook.
Sin embargo, lo último que esperaba era que Taemin se enterase de la verdad por completo, específicamente de que Jungkook era virgen al llegar a Alpha chi lambda.
Jimin cerró sus ojos y apretó sus labios, no tenía manera de escapar.
- Le quitaste la virginidad a Jungkook. ¿Qué demonios tienes en la puta cabeza? ¿Por eso fuiste a purgarte? De todas las personas de Alpha chi lambda jamás me hubiera esperado eso de ti.
- ¿Qué querías que hiciera? Me gustaba demasiado Jungkook, no pude evitarlo.
- ¿Qué quería que hicieras? Simplemente seguir la tradición, esperar a que le iniciaran como debían iniciarle y ya. No hicimos las reglas, Jimin, tú lo sabes perfectamente y eres el primero en decirnos que debemos respetarlas. Todos los que estamos por debajo creemos en ti ¿Cómo demonios te atreviste a hacer esto? ¿Qué sucede si Jackson se entera?
- No tiene por qué saberlo...
- Pues comienza a decirle a Jungkook que cierre la boca.
- ¿Y qué planeas que le diga? ¿Que no tiene que decir que tuvo su primera vez conmigo porque se suponía que Jackson debía quitarle la virginidad? ¿Eso quieres que le diga?
- ¡Así han sido las cosas siempre!
Jimin frotó sus manos contra su rostro, el plano de su visión daba vueltas si mantenía los ojos abiertos, no era bueno. Intentó respirar lo mejor que podía, pero su estómago estaba haciendo demasiada presión y sentía que en cualquier momento podía vomitar.
Náuseas. Nauseas estrujando su estómago.
Nunca le había gustado tanto alguien. Nunca se había enamorado. Jamás había sido un problema para él que un iniciado siguiera las tradiciones, Jimin era amante de ellas, siempre fiel a la esencia de Alpha chi lambda, a aquello que le había dado una razón de vivir y una familia. Así había sido criado de pequeño. Para él era natural el confiar ciegamente en sus hermanos. La fraternidad se había mantenido gracias a ello durante décadas. Vivían de las tradiciones y éstas eran sagradas, siempre lo habían sido para cualquier Alpha.
Por eso detestaba que Sungwoon hubiera confundido su deber como sublíder con algo más. Por eso detestaba que hubiera querido utilizar el sexo para amarrarle sentimentalmente, porque eso era lo último que podían utilizar contra él.
Para los Alphas, el sexo era moneda corriente, una herramienta utilizada para reforzar lazos quebradizos e incrementar la confianza entre los miembros. Las prácticas sexuales permitían derribar todas las asperezas, las tensiones y conectaban a las personas desde lo más profundo de su deseo y placer, revitalizándose y creciendo aún más unidos los unos con los otros.
Según los tamonistas, todo era en favor de mantener la integridad del espíritu; la integridad de sus energías y de las partes de su ser interno.
Sungwoon se había dejado llevar por sus sentimientos y egoístamente había creído que Jimin tenía sentimientos por él o que alguna vez los tendría. Él no merecía ser Alpha si no era capaz de ser fiel a las reglas, menos si desobedecía las órdenes de un superior y tenía comportamientos inaceptables. Jimin nunca le mintió, nunca le prometió nada, él solo fue de la manera que había sido con todo el mundo toda su vida. Excepto con Jungkook.
Jungkook era un chico muy diferente a cualquiera que Jimin hubiera conocido. Era tímido, dulce y con una falta de seguridad en sí mismo tan grande que a penas Jimin supo sobre ello entendió que lo que más necesitaba el pelinegro era algo como Alpha chi lambda. Y no había problemas con ello, él era el mejor en atraer a nuevas personas a la fraternidad, pero Jungkook se metió bajo su piel poco a poco.
Al principio el deseo sexual le desbordaba, era brutal, pero se recordaba a cada momento que no podía hacer ningún movimiento que implicara unirse a Jungkook sexualmente. No le correspondía.
Pero al final, se vio encandilado por su inocencia, por la dulzura de su inexperiencia, y las ganas de ser el primero. Las ganas de que fuera realmente especial. Porque Jimin también quería una experiencia especial como esa. Y simplemente cometió una estupidez.
En algún punto él no era capaz de dejar que Jungkook tuviera su primera vez con alguien que no le amaba. A Jimin no le importaba antes, era cierto, pero los sentimientos que crecieron entre ambos le hizo temblar toda su razón. No había actuado consciente, simplemente se dejó llevar con cada paso que dieron juntos.
Los rituales de iniciación eran una regla fundamental en cualquier fraternidad, pero en Alpha chi lambda había dos posibilidades, esto dependía de si el iniciado era virgen o no. La virginidad era vista como lo más íntimo que una persona podía tener, y el hecho de que ésta fuera entregada a un superior de Alpha chi lambda era una muestra de compromiso.
Jackson era el líder de su generación y de su grupo, y, como tal, aquel era su rol.
Jimin nunca había puesto en duda aquella tradición, jamás. A él le había iniciado un miembro de Alpha chi lambda, a los trece años de edad. Sabía mejor que nadie que aquello era algo natural. Lo natural para un Alpha, pero Jungkook era diferente. Jamás hubiera aceptado hacerlo con Jackson, se hubiera alejado de ellos inmediatamente. Jimin no quería que Jungkook se arrepintiera de querer ser parte de ellos, así que simplemente mintió y ocultó la virginidad de Jungkook hasta que la hizo desaparecer. Se había arriesgado incluso aunque había hecho algo prohibido y que podía costarle su lugar en Alpha chi lambda. De ser así, su vida estaba acabada para siempre, porque no podría soportar ser visto como mentiroso y traidor frente a sus hermanos.
Por esa razón, el pánico le había enviado lejos de Jungkook la noche que había decidido dejar las preocupaciones para después y tener intimidad con él. Purgarse fue lo único que le había quedado para redimirse de algo que sabía que no debía hacer y había hecho de todos modos.
La única cosa que Jimin cualquier Alpha debía respetar a raja tabla, Jimin la había jodido.
- No diré nada... - aseguró Taemin, y sólo ahí Jimin pudo volver a sí mismo, despejando su mente caótica, sus arrepentimientos e insultos hacia su propia persona, para mirar al chico frente a él – Pero no puedes dejar que nadie más lo sepa. Y además, quiero pedirte algo...
- ¿Qué?
- Por favor... dile a Kai que me deje en paz.
- Ya he hablado con él... pero él insiste en que-
- No me hagan más esto, Jimin.
Ahora, era el otro quien tenía en sus ojos volvía a tener una mirada pesada y desamparada, la misma que Jimin solía ver siempre. El sufrimiento condensado en sus orbes era notable a leguas.
- Siento que me ahogo, te lo suplico. No quiero ir a otro campamento donde tenga que... seguir estando con él. No quiero que siga metiéndose en mi habitación por las noches. No quiero seguir acostándome con él. – negó con la cabeza rotundamente – No quiero.
Jimin realmente no sabía qué más hacer. Habían estado siguiendo lo que sabían que debían hacer, él tenía en su mente la convicción de que si Taemin dejaba ese rencor podía reconstruir su lazo con Kai, pero evidentemente eso no estaba ocurriendo. Y por consecuencia, Taemin estaba destruyéndose poco a poco, porque se le notaba la podredumbre atascada en su garganta angustiada, cada vez que le hablaba de Kai, o de su difunto hermano, Taesun.
Cualquier Alpha diría firmemente que así tenían que ser las cosas, que eran los métodos que habían servido durante décadas. Que así era la tradición y debían poner cuerpo, mente y espíritu en hacer que funcionase.
Pero entonces, frente a Taemin, quien sabía su más grande secreto, ¿Quién era para usar la excusa de la tradición a su favor? Nadie. Él mismo había defraudado a la tradición.
Jimin siempre había hecho lo posible por acompañar a Taemin, pero a partir de ese momento, el panorama para el pelinaranja se veía demasiado impredecible y le convenía ser cauteloso.
Sintió su mente hundirse más profundo en el recuerdo hasta que la voz de su hermano le trajo nuevamente a la superficie.
- Jimin.
Parpadeó, sacudiendo levemente su cabeza. Su hermano le observaba con las cejas alzadas, preguntándose si su hermano le había oído o no. Jimin se había perdido, ni si quiera sabía si le había dicho algo más, y el mayor lo notó.
- Te he preguntado, ¿Por qué fuiste a purgarte?
- ¿No confías en mí?
El pelinaranja sabía que no era una buena carta para jugar. Utilizar las mismas líneas de su hermano, en contra de éste, parecía más bien ser una invitación a provocarle. No había querido sonar prepotente, pero era lo único que se le había ocurrido antes de dar manotazos de ahogado y que se notara que su situación en realidad estaba comprometida. Jimin quería que pareciera que no pasaba nada malo.
Para su fortuna, incluso aunque Jihyun no parecía contento con aquella pregunta, sólo suspiró en rendición.
- Sólo me preocupo por ti.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos.
Los dos hermanos tenían la misma mirada, aquella que parecía capaz de llevarse tu alma en pocos segundos. Pero la interpretación variaba según el individuo.
Mientras que Jimin sentía que Jihyun quería leer sus pensamientos con los ojos, revelar cada pequeño pensamiento y secreto que él se traía, Jihyun percibía demasiadas cosas en los ojos contrarios. Una mezcla de alerta y agresividad, y era en esos momentos donde dentro de él crecía esa necesidad de calmar a su hermano, de hacerle saber que la sangre que les unía era mucho más fuerte que cualquier otra cosa.
Quería acercarse a él, abrazarle, sentir su corazón latiendo contra el suyo, susurrarle que confiara en él.
No le gustaba sentirle tan lejos, tan distante. Y fue peor segundos después, donde sintió una pared de concreto caer sobre él cuando Jimin dejó de mirarle para girarse hacia Jungkook, mirando que el pelinegro se había aparecido con su caracterísitca cara de dormido, llamando la atención de ambos con su presencia.
El menor de todos se resfregó sus ojos con los dedos, saludó a Jihyun con una pequeña reverencia y se acercó a Jimin, buscándole.
El pelinaranja sonrió dulcemente por la actitud adorable de su novio y le susurró algo mientras le tomaba de la mano con delicadeza.
Jihyun ni si quiera escuchó las palabras de su hermano, tampoco le importaba demasiado, sus ojos se habían clavado en los pequeños gestos físicos. En la sonrisa enamorada de Jimin y la forma en la que tomaba la mano del otro. Y una segunda pared de concreto cayó sobre él.
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