22. Todo lo demás sobra
Cerró la puerta detrás de sí quedando congelado mientras sus ojos ansiosos miraban a la cabellera anaranjada en medio de la habitación.
Jimin estaba sacando algunas cosas de su bolso, pero al escuchar la puerta dejó aquello para voltearse y enfrentar la mirada interrogante y llena de confusión del menor. No le quedaba otra que enfrentar la situación, no podía seguir huyendo, al fin y al cabo, no tenía ningún sentido. Estaba ahí, con esos ojos negros llenos de culpabilidad y ni si quiera sabía por qué estaban cargados de ese sentimiento cuando tendrían que estar llenos de enojo y decepción.
- ¿Te fuiste de campamento...? – la voz le sonó quebradiza y tullida. Ver el rostro de Jimin de nuevo le había dado alivio, pero a la vez le dolía. No sabía por qué se había sentido tan desesperado lejos de él, quizás había sido el miedo de no volver a tener un momento a solas con Jimin en su habitación. Había tenido miedo de que no volviera nunca más. Se había desgarrado el corazón con esa simple idea, por más disparatada que fuese.
- Sí – respondió con una voz calma, apretando sus labios antes de volver a hablar, pero Jungkook le interrumpió.
- ¿Por qué? – la pregunta se le salió de la boca, impaciente por pronunciarla. Un peso se había salido de su pecho - ¿Por qué te fuiste así?
- Yo... no fue planeado, sólo surgió... tenía cosas que hacer.
A Jungkook no le gustaba la manera en la que Jimin no quería encontrar sus ojos. Los evitaba, los dirigía hacia el suelo, hacia las paredes, hacia cualquier lado. Él nunca fue bueno leyendo a la gente, realmente era tanta la falta de interés en las demás personas que nunca se había detenido a analizar ni apreciar gestos ajenos que le dieran algún tipo de información de una persona con solo mirarla. Pero con Jimin siempre era la excepción. Podía decir que había estado tanto tiempo observándole en silencio que incluso sin palabras podía notar que algo ocurría.
- Te arrepientes, ¿es eso?
Sus ojos se aguaron sin remedio, apretando sus labios conforme su nariz se ponía colorada. Seguía clavado sobre su lugar sin poder moverse ni un centímetro, como si un solo movimiento pudiese hacer que Jimin desapareciera. Sólo quería que le explicara lo que había salido mal.
Al mayor se le formó un surco en la frente cuando vio sus lágrimas manifestándose.
- ¿Cometí algún error? ¿Te fuiste porque no te gusto realmente? Yo... yo sé que no soy lo mejor... sé... sé que no soy como los demás chicos o chicas con los que has estado, pero y-yo creo... que puedo mejorar – se mordió el labio con fuerza, su pecho comenzaba a dolerle por tanto que la tristeza se removía dentro, provocándole las lágrimas que bajaban por sus mejillas – Yo... lo siento si hice algo mal... pero no quiero que te alejes de mí... yo... tú me gustas... me gustas en serio y no sé qué hacer...
Sabía que tendría que estar enojado y darle la espalda como Yoongi le había recomendado. Sabía que debería ser más firme y proteger sus sentimientos en vez de ponerse sobre sus rodillas y pedir perdón cuando él había sido el que salió lastimado. Sabía que probablemente se veía patético en ese momento, demasiado patético.
Pero no le importaba.
Jimin vio los ojos llorosos de Jungkook despidiendo lágrimas sin parar y sin ser capaces de apartarse de él. Había desaparecido por casi una semana, no le había respondido los mensajes, y aquello era el resultado de todo eso. No se había puesto a pensar lo que había dejado atrás, sólo se había enfocado en el lío en su cabeza. Y ahora Jungkook era un lío en sí mismo, desmoronándose frente a él mostrándole lo más frágil que alguna vez se había sentido.
Ya no estaba esa timidez, ni esa inocencia mezclada con inseguridad, sólo había tristeza y rendición.
Jungkook no había cometido ningún error. Él lo había hecho. Había metido la pata y aunque se había reprendido por eso cada día del campamento, en ese instante, parado en su habitación con Jungkook allí le hacía recordar por qué había sido tan imprudente.
De una u otra manera se acordó de Sungwoon. Recordaba cómo el muchacho era insistente y las de veces que le había dicho que gustaba de él y que quería estar con él. Las de veces que le había dicho que quería que tuviesen algo especial. Se había sentido tan asqueado y asfixiado. Personalmente no tenía algo contra Sungwoon hasta que había insinuado estar enamorado de él, hasta que le había mostrado sus sentimientos y confundido la amabilidad de Jimin con algo más.
Si en ese instante Jungkook fuera Sungwoon hubiera sentido la molestia apoderarse de él, la irritabilidad creciendo y explotando. Pero no era Sungwoon, era Jungkook. El sentimiento era completamente diferente. Porque sí, había sentimientos, y eran muy distintos al rechazo que sentía por el otro chico.
Jungkook era diferente a los demás, en más de un sentido, no sólo en cuanto a lo sexual. Y era por esta razón que el caos se le había desatado sin saber cómo manejar la situación que había dejado que creciera sin límites. Pero es que no tenía manera de detenerlo, incluso en ese instante, a pesar que sabía que no debía meterse con Jungkook no lo había podido evitar. Intentó convencerse de que era un capricho, pero no lo era. Podía confirmarlo en ese momento, al ver la cara de dolor de Jungkook, tan desesperanzado y lleno de remordimiento.
Tú me gustas en serio y soy yo el que no sabe qué hacer.
Porque Jungkook hacía tiempo que parecía presionar los botones indicados.
Al demonio con todo.
Sus pies se movieron hasta llegar al pelinegro, le tomó de la muñeca y lo tironeó hasta que éste terminó envuelto en sus brazos, apretujándole en un abrazo aliviador.
El llanto de Jungkook se volvió más fuerte, dificultoso y roto. Se aferró a su ropa con miedo a que desapareciera otra vez, se abrazó todo lo que pudo, empujando a Jimin con fuerza hasta que éste le alzó de golpe y lo soltó sobre su cama para entonces cubrirle con su cuerpo sobre el colchón y comenzar a darle besos.
Sus respiraciones eran elevadas y se mezclaban con los chasquidos de sus labios saboreándose el uno al otro.
Jungkook tenía el corazón latiendo en su pecho con tanta fuerza que parecía haber revivido luego de morir por días.
Yoongi no lo entendería. No era algo común y corriente. Era real conexión, una conexión que si Jungkook sentía que se rompía era lo mismo que una parte de su cuerpo fuese extirpada. No quería extirpar a Jimin de él.
Así que se dejó besar. Quizás no habían pasado tantos días, pero habían sido suficientes para extrañar sentir los labios de Jimin en su cuello, generándole tantas buenas sensaciones que le hacían elevarse.
El mayor le miró fijamente y con sus manos y un tacto delicado le secó las lágrimas.
- No has cometido ningún error, Jungkookie. Fue maravilloso. Al igual que nuestro primer beso, nuestra primera vez fue especial.
Al menor le gustaba cómo sonaba el "nuestra primera vez", como si no hubiese sido sólo cosa de él, sino de los dos. Había sido algo especial para ambos, su primera vez juntos de esa manera, al fin y al cabo.
- Ya te lo dije antes, eres caliente, y te lo digo ahora, eres sensual y hermoso. No hay manera de que no me gustes y no generes tantas cosas en mí. Me encantó, me fascinó lo que hicimos – le sonrió, besándole en la nariz roja.
- Tuve miedo... te fuiste de repente... creí que no te había gustado y que no querías verme.
- Lamento haberte hecho pensar eso... es sólo que me surgió algo y tuve que ir de campamento porque otro de los superiores no había podido asistir. Y además... debo admitir que esto es muy nuevo para mí, Jungkookie.
- ¿Qué cosa? – parpadeó de una forma que le hizo ver adorable.
- Esto. Nosotros. Fue... demasiado lindo estar contigo y aún no me hago a la idea... soy un tonto. Lo siento, no fue mi intensión lastimarte. ¿Me perdonas?
- Sí – asintió, secándose los ojos con sus manos.
- Gracias...
Cuando Jungkook lloraba, sus ojos negros eran aún más brillantes de lo normal, parecían dos luceros capaces de iluminar cualquier oscuridad por más espesa que fuese. Jimin estaba seguro de eso cuando le miraba, le recorría el rostro con detenimiento al tenerle tan cerca. Apreciaba esos lunares que tanto le gustaban, esos labios rosados y finos pero bastante hinchados por sus besos, sus mejillas coloreadas y su cabello negro todo despeinado sobre el colchón.
No había querido lastimarle. No había querido hacerle sentir de esa manera, tan mal consigo mismo. Pero no había logrado manejarlo, y tuvo que realmente hacerse cargo de sus acciones.
Jungkook era tan lindo que eso le hacía cosas al interior de Jimin. Nunca había sentido algo como lo que sentía en ese momento. El mundo había dejado de existir. Como cada vez que ambos se encerraban en su habitación y todos dejaban de importar. Donde nadie sabía qué sucedía, donde podían ser ellos mismos, hablar de tonterías, reír a carcajadas, compartir historias, compartir besos, caricias y todo tipo de toqueteos calientes o cariñosos.
Los dos se sentían especiales en los brazos del otro. Ambos se sentían reparados.
Jimin abrazó el cuerpo de Jungkook sobre el colchón, hundió su nariz en el cuello de éste, inhalando profundamente el perfume que parecía haber inundado la habitación hasta intoxicarle. Incluso siendo así no había sido suficiente. Sentía las manos de Jungkook acariciarle la espalda bajo su ropa, el tacto se sentía increíble y tampoco se le hacía suficiente. Las sensaciones deberían de ser lo suficientemente embriagadoras como para hacerle sentir satisfecho, pero en realidad quería seguir teniendo más y más.
Le daba tantos besos como podía, tantos por todo su rostro, por todo su cuello y sólo se detenía para mirarle y sonreírle, para ver a Jungkook risueño con su preciosa sonrisa.
Acarició los cabellos del pelinegro como siempre hacía, quizás con un poco más de cuidado, quizás con un poco más de lentitud, pero sí con un sentimiento diferente dentro, un calor y un ardor en el pecho que se sentían demasiado bien.
Esa tarde ambos volvieron a unirse y, como la primera vez, ésta también fue especial. Para Jimin acostarse con Jungkook era completamente diferente a acostarse con otras personas, quizás era porque él era el primer chico que le había gustado de verdad, no sólo físicamente, sino también su personalidad. Le gustaba en todos los sentidos de la palabra, y se lo demostró esa tarde, conectándose con él y convirtiendo a sus cuerpos en uno.
- ¿Seguirás viendo a esas personas?
La voz de Jungkook rompió el silencio en la habitación, ambos en la cama de Jimin con sus cuerpos enredados en las sábanas y sus dedos de sus manos entrelazados. Jugaba con los dedos del mayor y los miraba para evitar hacer contacto visual.
Jimin giró su rostro y le miró con curiosidad.
- ¿De qué hablas?
- Esos Alphas... los iniciados. ¿Seguirás yendo con ellos?
- No, al menos por un tiempo – respondió simple, y Jungkook levantó sus ojos para finalmente verle – Me tomaré un descanso. Unas pequeñas vacaciones.
- ¿Vacaciones? – no pudo evitar arrugar la nariz por el término empleado – Lo dices como si fuera un trabajo – su voz sonó a reprimenda. No había querido que sonase así exactamente, pero la amargura respecto a ese tema crecía cada vez más. Jimin rió con un resoplido y eso le hizo levantarse un poco y mirarle con interrogación – No te pagan por hacer eso, ¿o sí?
- ¿Qué? – preguntó incrédulo – Claro que no – se rio. Jungkook puso los ojos en blanco por sólo una milésima de segundo pero el mayor lo notó - ¿Te molesta?
- Supongo que sí, un poco – murmuró y se encogió de hombros – Bastante.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero que te acuestes con otras personas. Porque quiero que te acuestes sólo conmigo.
A Jungkook se le encendieron las mejillas apenas había terminado de confesar sus pensamientos más embarazosos. Bueno, al menos para él lo eran. Era algo que nunca pensó le llegaría a decir a una persona, pensaba que no sería relevante nunca en su vida. Si él llegaba a casarse con una chica cristiana estaba seguro no tendría ese tipo de problemas porque en primer lugar ella ni de locura estaría con alguien más que no fuera él. Pero Jimin no era nada de eso.
Sin embargo, a Jimin no le parecían pensamientos embarazosos, en realidad no sabía que el menor tendría ese tipo de sentimientos por él ni tampoco hubiese pensado que le diría algo como eso. Le había sorprendido y se notaba en su cara, al igual como también se le notaba la satisfacción. Le había gustado oír eso.
- Oh, Jungkookie, la posesividad no es buena, ¿sabes? – su sonrisa sonó burlona y Jungkook hizo un mohín demasiado adorable que no le salvó de ser apretujado por los brazos del pelinaranja – Esas personas no me gustan, ya te lo he dicho. Me gustas tú, y eres tú a quien quiero. El que me acueste con ellos no significa nada, bebé.
- Pero yo me he entregado a ti... yo... yo soy tuyo, y quiero que tú seas mío también.
El fuego en sus ojos negros hizo latir de emoción al corazón de Jimin. Esa mirada pretenciosa y demandante, le había incluso dado una punzada en su miembro, tanto que tuvo que morderse el labio para no soltar un gruñido. Se pegó a él, pasando su nariz por su cuello y besándole suavemente, suspirando y relajándose. Se sentía bien que alguien tuviese esos sentimientos por él.
- Ya soy tuyo... que tenga sexo con otras personas no me hace menos tuyo.
- ¿En qué mundo eso es así? – se alejó para mirarle a la cara, su ceño fruncido permanecía firme.
- ¿Por qué es tan relevante lo que haga con mi cuerpo? Es sólo físico.
- Pero... no quiero que otras personas puedan tenerte...
- No me tienen, ese es el punto.
- ¿A caso no tendrías problema si yo me acostara con alguien más que tú?
- No, no tendría problema – negó, y Jungkook exhaló ofuscado. Ante la acción el mayor volvió a pegarse a él y le besó la mejilla – Porque eres mío... porque, aunque otros te toquen, sé que eres mío.
- ¿Y cómo puedo yo saber si tú eres mío?
- Porque no importa quién toque mi cuerpo, siempre estaré pensando en ti. Porque desde hace mucho tiempo pienso en ti. ¿Eso te dice algo? – se miraron a los ojos, la respiración de Jungkook estaba agitada por la confesión y por tener los labios de Jimin tan cerca de los suyos. Tan carnosos y cálidos – Porque eso es lo hermoso, porque podrán tener mi cuerpo, pero no tendrán mi corazón, ni mi mente. Lo tienes tú. Y tú también. ¿A caso no pensarías en mí?
- Sí... todo el tiempo – murmuró quedado por las caricias que Jimin había comenzado a hacer sobre su cuello con el pulgar.
Para Jungkook era difícil compartir el cuerpo de Jimin con otras personas. Él ni si quiera podía soportar la imagen mental de Jimin acostándose con otros, siendo acariciado y besado por otros. Era insoportable de imaginar. Simplemente le retorcía el estómago y el corazón. Pero por otro lado, le había satisfecho que le dijera que aunque estuviese con otras personas pensaría en él a todo momento. Eso le dejó algo más tranquilo.
Jimin siempre hablaba de la libertad de hacer y deshacer, de ser el dueño de su propio destino, de tomar sus propias decisiones y que sólo él era el responsable de tanto sus buenas como malas experiencias. No le gustaba aquello de culpar a los demás, al final del día todos llegamos a cierto lugar por nuestra propia cuenta.
"Si alguien quiere derribarte, queda en ti levantarte y pelear por ello".
Y así como pensaba eso, también era la forma en la que pensaba sobre la sexualidad. Para él era algo meramente físico, incluso jamás había sentido otra cosa más que placer momentáneo estando con personas a lo largo de su vida. Con Jungkook eso había cambiado, él se sentía conectado a él. Y eso era lo que realmente importaba.
Para él eran más valiosos los lazos incondicionales que aquellos que hacían las parejas convencionales de impedirse estar físicamente con otras personas. Era el concepto del poli-amor. Él no estaba con Jungkook porque hubiese un "título" que le comprometiese a estar con él sólo porque "así debe ser", él estaba con él porque quería. Porque Jimin elegiría cada día enredarse con Jungkook y sentir las cosas que no era capaz de sentir por otra persona, sólo porque así se sentía con él. Era elegirlo cada día, incluso aunque tuviese la posibilidad de irse libremente con otras personas. Lo elegiría a él sin tener la presión de la "exclusividad física". Para él era lo más honesto y puro, nada hipócrita como tantas personas que juraban amor, formaban un lazo exclusivo y luego eran infieles a las espaldas de sus parejas.
El pelinegro jamás lo había visto de esa manera, pensaba en el poli-amor como algo imposible con lo que convivir. Pensaba que a la larga ese tipo de relaciones tenían fecha de caducidad porque los celos y la posesividad terminarían tarde o temprano devorando la consciencia de las partes involucradas. Pero para Jimin se trataba de amar de manera genuina y libremente.
Para Jungkook, mientras tuviese a Jimin a su lado, besándole por todos lados, hablándole bajito, riéndole sobre el cuello y abrazándose a él, entonces quizás no sería tan malo después de todo. Podría soportarlo.
Sólo importaban él y Jimin. Todo lo demás sobraba.
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