2. Alpha chi lambda

El chico que había sido golpeado por ese tal Jackson se fue tan rápido como él y otros miembros de Alpha chi lambda le echaron casi a patadas en conjunto con otros que venían acompañándole. La cuestión era que se habían infiltrado a la fiesta sin permiso del líder. Eran chicos de otra fraternidad y no eran bienvenidos allí.

Ten le había dicho a Jungkook algo sobre unas rivalidades que no comprendió mucho, supuso que era algo que solía pasar entre fraternidades y era inevitable, como las rivalidades en el soccer. Le costaría bastante acostumbrarse a ese mundo nuevo ya que no se sentía capaz de lidiar con todo eso.

Sin embargo, toda la conmoción había sido suficiente como para darle el pie a decirle al chico de pelo negro y su novio pelirojo que le disculparan, pero que necesitaba descansar y prefería estar en su habitación. Ten lo comprendió y se despidió de él hasta perderse con Taeyong entre la gente.

Se recostó en su cama por fin y cerró los ojos, dispuesto a descansar y quizás conciliar el sueño, para olvidar el estresante mundo exterior que se encontraba del otro lado de la puerta.

No obstante, la paz que obtuvo fue efímera, gracias a que un sonido extraño se escuchó desde una de las dos ventanas, obligándole a levantar su cabeza de la almohada para mirar directo a donde se había oído aquello. Soltó un quejido ahogado en miedo vio que había alguien haciendo fuerza contra la perilla de la ventana para entrar.

Se sentó de un salto, pegándose contra el respaldo de la cama como si eso fuera a protegerle del intruso. Vio la silueta de aquella persona abriendo la ventana, haciéndose el paso dentro de la habitación con torpeza, de manera tan estrepitosa que incluyo cayó contra el suelo de la habitación, soltando varios insultos por el golpe del aterrizaje. Se puso de pie, acomodándose la ropa mientras la mochila que llevaba colgaba de su hombro amenazaba con caerse.

El pelinegro estaba tan asustado que ninguna palabra había salido de su boca, estaba congelado ante la presencia intrusiva. Por un momento creyó que si se quedaba quieto aquel tipo no le notaría, pero no fue así. El desconocido terminó de acomodarse su ropa y cuando levanto un poco su rostro, Jungkook pudo ver unos ojos profundos asomarse entre los mechones de ese cabello de color tan llamativo. 

Jungkook pasó saliva, sintiendo su boca reseca de los nervios.

El desconocido levantó su rostro, dejando que Jungkook pudiera verle bien. Era un chico joven, quizás de su misma edad, con cabello extrañamente teñido de naranja y su flequillo cayendo a los lados de sus cejas, dejando su frente al descubierto. Sus ojos, a pesar de tener una forma única de gota, ahora estaban tan abiertos como los de él, perplejos. 

Antes de que Jungkook pudiese barrer con su mirada algo más que la vestimenta algo desalineada y rebelde, el chico habló.

- ¿Quién mierda eres tú? – preguntó sin reparar en ser algo más cortés. Jungkook pensó que era bastante maleducado de su parte. Estaba por responder pero pronto el pelinaranja puso su mirada en la valija abierta sobre el suelo y ladeó su cabeza, comprendiendo la situación - ¿Eres el chico nuevo? 

- Sí - afirmó entonces, sin aliento.

Con la respuesta pareció darle libre invitación a que le inspeccionara con la mirada. A pesar de ser por unos segundos, éstos parecían alargarse para Jungkook. Arqueó una de sus cejas cuando el chico sonrió al final.

- Oh. Interesante.

 A Jungkook le hubiera gustado saber qué quería decir con un comentario como ese, pero poca importancia le dio cuando comenzó a escuchar golpes en la puerta, altos y claros, haciendo que ambos desviaran su mirada hacia allí.

- Jimin... te están buscando... - dijo un chico castaño y alto asomándose al abrir la puerta, quien Jungkook ya había visto pero no recordaba su nombre. Sólo recordaba que era el mismo que había atado a su novio desnudo a la ducha de una de las habitaciones. 

El pelinaranja se apresuró y le cerró la puerta en la cara sin meditarlo ni un segundo.

- Yo no estoy, dile que se vaya.

- ¡Hey! ¡Casi me rompes la nariz! – protestó con un grito.

- Cállate, yo no estoy.

- Como sea, viene hacia aquí.

- Puta mierda... - espetó entre dientes al mismo tiempo que se alejaba de la puerta, mirando hacia todos lados.

Jungkook no había tenido otra alternativa que observar todo desde fuera. Había permanecido en su cama, sentado y aún tieso contra la pared sin mover ni un sólo músculo, observando todo lo que ese chico- al que había llamado Jimin- hacía.  

El muchacho había apoyado su mochila sobre la cama y comenzó a hurgar en los bolsillos de su chaqueta de cuero, sacando de allí con rapidez y brusquedad un buen conjunto de billetes algo arrugados que luego guardó en su mochila.

La puerta volvió a sonar, pero esta vez con golpes tan fuertes que Jungkook volvió a saltar sobre su lugar con su corazón en la garganta.

- ¡Jimin! ¡Sé que estás ahí, sal ahora mismo! 

Los gritos sonaban enojados y demandantes.

El nombrado se puso aún más nervioso, sin poder evitar soltar cuanta maldición su lengua pudiese pronunciar en voz baja. 

Le tomaron sólo unos segundos de mirar a su alrededor con intenciones de hallar una salida hasta que sus ojos cayeron sobre el pelinegro y una idea cayó ante él.

- Tú. Ven aquí – se acercó a la cama, tomándole de sus ropas y levantándole de un tirón como si fuese un simple saco de papas. Jungkook quedó boquiabierto, la confusión del momento no le permitió articular ni una queja ante el comportamiento tan brusco del chico – Escúchame. Abrirás esa puerta, sin dejar pasar a ese sujeto, y le dirás que esta es tu habitación y que no hay nadie más que tú aquí, que no sabes dónde está Jimin.

- P-pero... ¿Qué– 

- Sólo hazlo.

- No lo haré.

- Lo harás – le arrastró y empujó hacia la puerta, haciendo que apurara el paso y tratabillara con sus pies. Se sostuvo contra la pared y miró al chico, sintiéndose perdido – Si me delatas, te saldrá caro – le sonrió con malicia, cosa que Jungkook entendió que realmente le convenía acatar la orden.

Vio al pelinaranja tirarse al suelo con su mochila y metiéndose bajo su cama para desaparecer de la vista.

Jungkook se preguntó por qué mierdas había tenido que caer con un loco como ese en la misma habitación, y por sobre todo, ¿Por qué tenía que dar la cara por él cuando no era su puto problema?

- Dios... sálvame de esta – murmuró para sus adentros, intentando respirar con calma.

Mientras el chico fuera seguía apelando por la atención del pelinaranja, golpeando la puerta, él finalmente la abrió, encontrándose con la mirada enojada y confundida del persecutor.

- ¿Dónde está Jimin? – cuestionó irritado y cruzándose de brazos.

- No está. Ésta es mi habitación.

- No mientas, ésta es su habitación, y le vi venir hacia aquí por la ventana.

Jungkook maldijo por sus adentros. Si el chico iba a hacerle pasar por aquella situación para protegerle el trasero, que al menos tuviera la decencia de ser más precavido.

- Pues yo acabo de entrar y él no está aquí, se habrá ido, o no lo sé...

No tenía las herramientas para sonar creíble, y los nervios no le ayudaban. No era alguien que acostumbrase a mentir, y menos a enfrentar a un chico enojado que parecía querer agarrárselas con él en cualquier momento si no le decía la verdad. Esperaba que notara que él era inocente y no le insistiese demasiado.

El contrario exhaló irritado.

- Bien, como sea. Cuando le veas dile que yo, Sungwoon, quiero que responda mis mensajes y que me llame.

- Claro, lo haré – respondió, deseando que se fuera de una vez.

El chico le dedicó una última mirada recelosa a la habitación y se giró para irse por donde había venido. El pelinegro cerró la puerta, exhalando con alivio y girándose para ver a Jimin saliendo de debajo de la cama y sacudiendo su ropa.

- Mierda... estuvo cerca – se peinó el cabello con sus manos y miró a Jungkook con una sonrisa victoriosa, pero lo que encontró en él era totalmente lo contrario - ¿Qué?

- Es... la primera y la última vez que te cubriré.

- Tampoco ha sido para tanto – protestó, torciendo sus ojos.

Jungkook permaneció parado mientras miraba todos los movimientos de Jimin. 

El chico seguía hurgando en sus bolsillos y en su mochila, encontrando billetes perdidos y guardándolos. Era totalmente extraño, los movimientos de sus manos eran rápidos, casi nerviosos, aunque su expresión parecía calmada. Fue entonces que le miró de pies a cabeza. Borcegos, jeans apretados, una camiseta lisa y una chaqueta de cuero negra.

No se había dado cuenta que se había quedado observándole hasta que el chico se dio vuelta y le miró.

- ¿Quieres algo? – preguntó enarcando una ceja, y él negó rápidamente, bajando la mirada y volviendo a su cama, decidiendo que aquel sería su lugar seguro desde ese instante.

Se sentó y entonces cuando volvió a subir sus ojos, era el otro quien le estaba observando con detenimiento ahora.

- Así que... - comenzó mientras se acercaba lentamente a él – Eres mi nuevo compañero por lo visto.

- Sí.

- Y por lo que veo también eres monosílabo – soltó una carcajada que hizo a Jungkook sentirse incómodo – Mi nombre es Park Jimin. ¿Tú cómo te llamas?

- Soy Jeon Jungkook – respondió manteniendo sus manos sobre sus rodillas, como si no pudiera sentirse cómodo en ese momento. Jimin volvió a recorrerle con su mirada bajo un silencio demasiado engorroso. Le vio hacer una mueca con su boca, deslizando su mandíbula un poco de lado.

- ¿Qué edad tienes?

- Dieciocho – respondió con voz tullida, la personalidad ajena siéndole demasiado intimidante.

Jimin alzó las cejas, mostrándose asombrado por unos cortos segundos, hasta que esa expresión pasó a una mueca un tanto difícil de descifrar para Jungkook, más cuando se relamió los labios de una manera bastante inquietante antes de sonreír.

- Qué joven te ves. 

Jungkook miró hacia la ventana con la intención de evitar seguir sintiéndose como un animal de zoológico bajo los ojos del contrario.

El chico se alejó, dándole la espalda en dirección a la puerta y entonces Jungkook aprovechó a observarle nuevamente con más detalle, sintiéndose un poco avergonzado cuando vio que Jimin se estaba desvistiendo. Tiró toda su ropa en su cama, conservando sólo su ropa interior. Jungkook notó marcas en su cuerpo, enrojecidas y semejantes a moretones pequeños. El pelinaranja se volteó con una mirada despreocupada y Jungkook fingió no estar prestándole atención.

- Iré a darme una ducha, no le abras la puerta a nadie.

- Está bien... – asintió, un tanto encogido.

Una vez que Jimin terminó de bañarse, con su cabello mojado y tirado hacia atrás, se puso ropa nueva y salió de la habitación sin decir absolutamente nada más.

Al encontrarse nuevamente en la privacidad de su habitación, suspiró pesado y masajeó sus ojos por un buen tiempo para destensarse. Más le valía disfrutar de aquel momento, porque no le quedaba alternativa más que compartir habitación con ese chico. Deseaba poder tener la opción al menos de cambiar de compañero, pero tampoco sentía que tuviese el derecho de exigir algo como eso, más bien probablemente le verían extraño. ¿Quién era él para andarse con peticiones?

Cuando se cambió de ropa y metió entre las sábanas de su nueva cama, pudo notar que la música aún llegaba a su habitación, no le había prestado atención hasta el momento, el encuentro con el chico de cabellos naranjas le había dejado abstraído por completo.

A pesar de todo,  el volumen de la música podría ser más alto y molesto de lo que era, quizás debía simplemente resignarse y hacer el esfuerzo de dormir de todas formas.

Lo único que quería hacer era dormir y que otro día comenzara.

Su ciclo de sueño no era el mejor. Era habitual que se despertase por las noches o que le resultase difícil dormirse en primer lugar. Era irónico, porque las ganas de dormir no le faltaban, y por las mañanas el sueño parecía caer sobre su cuerpo como un saco de arena que había estado esperando por ser liberado desde hacía tiempo. Y así, se dormía endemoniadamente tarde, y se despertaba abatido, sin ganas de abrir los ojos. Y levantarse de la cama era aún peor.

Esa primer noche allí no había sido muy diferente. El encontrarse en una habitación que no acostumbraba, en una casa nueva y viéndose en la obligación de adaptarse por más que sabía que iba a costarle, le generaba un revuelo de pensamientos y sensaciones que le habían mantenido tan alerta que había sido imposible descansar fácilmente incluso a pesar del cansancio.

Su timidez y su poca experiencia en socializar le alejaban de ser el centro de atención y de poder divertirse en un ámbito social como ese, sentía que no tenía nada que aportar allí. La brecha entre el resto de las personas y él siempre se veía demasiado grande desde su perspectiva.

A la mañana siguiente, aquel sábado que lo recibió con los rayos de luz atravesando las cortinas, aprovechó a quedarse en su cama. Era cosa de cada mañana el querer cerrar los ojos a penas los abría. Y el despertarse en una casa ajena -a pesar de que ahora sería su hogar- no le hacía diferencia para nada.

Si hubiera sido por él y su deseo de dormir por días lo habría hecho cada día, más con el insomnio que experimentaba por las noches, pero su padre era ese tipo de hombre que iba a buscarle a su habitación a exigirle que hiciera sus deberes.

"Eres muy joven para perder tu vida holgazaneando y con esa cara de funeral. ¡La vida está para vivirla! Es la bendición más grande que tenemos". Eso  solía decir cada que podía. 

Bueno, tenía razón, ¿Qué mayor regalo había más que la vida misma? Pero del dicho al hecho había un gran trecho.

Jungkook ni si quiera se esforzaba en explicarle a su padre sus sentimientos, porque él le diría que eran cosas de la adolescencia y que cuando se convirtiese en un adulto comprendería que sus preocupaciones de hoy en día serían una estupidez en el futuro.

Su padre en realidad era un buen hombre y quería ayudarle. Siempre parecía estar iluminado desde lo más profundo de su alma y el pelinegro deseaba poder tener ese don.

A veces pensaba que era verdad, que quizás ni si quiera tenía depresión y sólo era un maldito holgazán que no quería despegar su trasero de la cama y ponía de excusa una enfermedad que no tenía, pero el vacío y agotamiento infinitos eran tan persistentes que no era capaz de encontrar otra explicación.

Yoongi le había dicho que era probable que, tras la muerte de su madre y su tendencia a aislarse del contacto con las personas, estuviera transitando una depresión bastante pesada. El chico no era psicólogo ni psiquiatra, pero sufría de ésta, así que lo sabía mejor que nadie. La medicación y la terapia le habían ayudado a sobrellevar su vida bastante bien.  

Jungkook era demasiado consciente de todo eso, de cómo la historia de su vida los últimos años le había marcado de diversas maneras, haciéndole alguien retraído y con una mala percepción de sí mismo y del resto. 

Él no era tonto, lo veía en sus compañeros de la escuela; siempre divirtiéndose, llenando el ambiente de risas y viviendo como verdaderos adolescentes mientras que él ni si quiera sentía que tuviese alguna razón para reír. Yoongi era el que siempre le cuidaba la espalda y sólo con él podía sentirse lo suficientemente bien como para sonreír y carcajearse ocasionalmente, pero para su desgracia el vivir en ciudades diferentes les impedía verse con frecuencia.

Jungkook sentía que su mejor amigo era el único capaz de entenderle y apoyarle al menos con una sonrisa y palabras de ánimo, aunque no cambiasen el rumbo de su vida, al menos no le hacía sentir tan desamparado y en contra del mundo.

Entonces, sin tener a su padre allí, Jungkook disfrutó del poder decidir seguir durmiendo unas horas más aunque ya hubiese amanecido. A veces sólo deseaba estar solo para deprimirse en tranquilidad, por más absurdo que sonase para algunos.

Se olvidó del sol y de las aves cantoras y continuó caminando entre las nubes de sus sueños.

Había logrado dormir por dos horas más, y hubiera seguido de no ser que la paz mañanera fue interrumpida por un ruido bastante fuerte fuera de la habitación. Al principio había parecido como un relámpago, haciéndole sobre saltar. Agudizó su audición, parpadeó con pesadez y confusión varias veces, y pudo darse cuenta que al parecer había vuelto la música en la casa. Estaba igual de fuerte que la noche anterior. 

Era increíble.

Gruñó, moviéndose como una lombriz entre las sábanas, tapándose hasta la cabeza y queriendo silencio para volver a los brazos de Morfeo, sólo por el arte de dormir, porque cuando vio la hora en su celular notó que eran las doce del mediodía. Claramente no eran horas para seguir durmiendo.

Fue sólo cuestión de unos pocos minutos para que escuchase la puerta de su habitación abriéndose, incitándole a emerger de entre las sábanas y asomar su cabeza para ver a sus compañeros entrar.

Hizo contacto visual con Ten, quien había abierto la puerta de manera sigilosa seguido de más chicos detrás de él. Hoseok, Namjoon y Kai le acompañaban. Los observó a los cuatro y éstos le sonrieron entre risas bajitas y con expresiones que a él le parecían sospechosas.

Entonces vio cómo lentamente se posicionaron alrededor de la otra cama, y sólo ahí Jungkook prestó atención a que el pelinaranja estaba durmiendo boca abajo sin haberse percatado del sonido de la música, dormido como si no volara ni una mosca. Ni si quiera estaba bajo las sábanas, tenía la ropa de la noche anterior puesta y parecía haberse quedado dormido tal y como cayó en el colchón.

Tras una seña de Kai los cuatro chicos comenzaron soltar palmadas contra el cuerpo del pelinaranja, carcajeándose y haciendo ruido como si no hubiese un mañana, despertando al contrario. Se escuchaban los sonidos de los golpes mientras Jimin sin tener opción alguna se retorcía sobre el colchón tratando de liberarse de las manos pesadas de sus amigos, insultándoles para que le dejasen en paz.

- ¡Despiértate, dormilón! – le gritaban entre todo el barullo de risas.

Jungkook permanecía estático con su mirada pasmada en la escena mientras los muchachos tomaban a Jimin de brazos y piernas, ignorando los insultos y las amenazas del afectado.

Se lo llevaron fuera de la habitación y el pelinegro no supo más qué pasó. Los gritos y las risotadas se perdieron entre las notas musicales de los parlantes de la sala y él quedó completamente solo en su habitación.

Fue cuando se dispuso a levantarse y ver qué demonios sucedía allá afuera, que salió de su escondite y se asomó por las barandas del primer piso para mirar qué sucedía en la sala. 

Resultaba ser que todos los chicos estaban despiertos y encargándose del gran desastre que era la casa en esos momentos. La fiesta de la noche anterior había dejado sus secuelas y claramente no iba a recuperar su esencia sofisticada por sí sola.

Mientras algunos tiraban la basura en grandes bolsas negras de residuos, otros barrían y limpiaban otras habitaciones como la cocina, los baños e incluso el jardín trasero.

Jungkook se dignó a bajar las escaleras, sintiéndose un poco incómodo a pesar de que sus compañeros le saludaban dándole los buenos días como si fuese uno más allí. 

Se refugió en Ten cuando le vio, saludándole puesto que era el único chico con quien había mantenido una buena charla el día anterior. Se sentía perdido y en demasía tímido con tantos desconocidos a su alrededor. 

"Si quieres ayudar ve a la cocina y ayuda a Jiminie", le sugirió el chico, quien estaba barriendo el hall en compañía de Taeyong.

Jungkook se había ofrecido amablemente porque no le gustaba verse parado en medio de todos los muchachos trabajando, aunque él no había sido el ocasionador de tremendo desastre. Se tomó la molestia para que no pensaran que no quería trabajar.

Cuando llegó a la cocina se topó directamente con Jimin, quien le miró curioso, con una de sus cejas gruesas y bien delimitadas arqueada. Jungkook apretó sus labios y evitó mantener el contacto visual por más de dos segundos.

- Uhm... Ten me dijo que quizás necesitabas ayuda... - habló con un tono de voz bajo y cauteloso.

- Oh, de hecho sí la necesito – se acercó a él sin titubear y le inspeccionó - ¿Cómo me dijiste que te llamabas? – Jungkook se sobresaltó cuando sintió la mano de Jimin sujetarse al dorso de su cuello. Normalmente se hubiera alejado pero la sorpresa sólo le hizo quedarse petrificado en su lugar.

- Ju-Jungkook...

- Bien, Jungkookie, te diré lo que haremos. Dejaremos esta asquerosa cocina como nueva, llenaremos todas estas bolsas negras – mostró el pilón de bolsas en su zurda – y luego pasaremos al jardín. Tomaremos un descanso cuando la barbacoa esté lista. ¿Entendido?

Jimin habló como si fuese alguna clase de entrenador de un equipo de fútbol. A Jungkook sólo le quedó asentir rápidamente sin rechistar, satisfaciendo al mayor, quien sonrió y apretó su agarre en su cuello para luego luego darle unas palmaditas suaves antes de tenderle una bolsa vacía y seguir con lo suyo.

Luego de una hora y media de extenuante limpieza Jungkook no podía creer que era lo primero que había hecho a penas se había despertado. Había permanecido completamente callado mientras que la música de fondo resonaba y escuchaba al pelinaranja cantar. Quien por cierto cantaba muy bien.

A Jungkook le gustaba cantar, pero no lo hacía en público. Cuando era pequeño había cantado en la iglesia en ocasiones, aunque sólo porque sus padres le incitaban a hacerlo. Hacía años que había dejado esa costumbre y prefería cantar cuando estaba solo sin que nadie le escuchase.

La cocina, al igual que el resto de la casa, tenía papeles, colillas de cigarrillo, restos de comida y vasos de plástico descartables por todos lados. Era un auténtico chiquero y aun así todos estaban haciendo un buen trabajo para devolver a la bella mansión a su estado original.

Cuando el momento de comer llegó, todos los chicos se juntaron en las mesas del jardín trasero y Jungkook les siguió. El aroma en el aire despertó su apetito aunque no solía comer mucho, pero teniendo en cuenta que no había desayunado ya le tocaba ingerir algo y el rico olor a comida le hacía agua a la boca a cualquiera.

Todos se acomodaron en sus asientos y él se sentó donde Ten le indicó. Éste chico le caía bastante bien y se sentía dentro de todo cómodo para charlar y no sentirse tan fuera de lugar. No era fácil estar en un entorno donde todos se conocían y hablaban con confianza, mientras él se sentía sapo de otro pozo. 

Para su sorpresa, los chicos allí presenten no pasaban de largo de su presencia. Le hablaban o hacían comentarios al pasar, haciéndolo parte de las conversaciones que surgían.

En una de las mesas de un extremo, uno de los chicos se puso de pie, llamando la atención de todos, y sobre todo de Jungkook, por el gran silencio que se había formado repentinamente. Aquel era Jackson, vestido con una chaqueta universitaria con las letras griegas de Alpha chi lambda. Peinó su cabello castaño y miró a todos allí con una sonrisa confiada.

- Gran y próspero día para todos los Alphas – dijo golpeando su pecho con su puño cerrado y todos respondieron con aplausos y silbidos energéticos al saludo de su líder. 

Jungkook no pudo evitar mirar a su alredor, pasmado por la reacción tan animada del resto ante el saludo del castaño.

- Hoy le damos la bienvenida a nuestro nuevo invitado, Jeon Jungkook – le señalo con la mano y al susodicho le quemaron las mejillas en segundos.

Se sintió pequeño bajo las miradas de todos y los aplausos. No era su fuerte recibir tanta atención, sin embargo, no tenía otra opción mientras Jackson hacía mención a su presencia. Era lo que correspondía por ser el nuevo después de todo, por más que lo odiase con todo su ser.

Jackson le dio la bienvenida, y lejos de lo que el menor hubiera creído, el hecho de que él estuviese viviendo allí con ellos desde ese momento en adelante, no le hacía parte de los "Alphas", como el chico les había llamado.

Jungkook era completamente nuevo y no tenía idea de cómo las cosas funcionaban allí. Algo importante y que desconocía, era que las fraternidades se formaban por miembros que pasaban por un proceso de adaptación e iniciación para finalmente ser permitidos dentro del grupo y pasara ser uno más de aquella gran familia.

Familia era la palabra clave.

Supo aquello a partir del discurso de Jackson, quien hablaba con el pecho inflado y el mentón en alto, con voz relajada y una mirada que expresaba lo cómodo que estaba siendo el líder de aquel grupo. Le llamó la atención cómo el resto escuchaban con tanta atención y hasta con un brillo irrefutable en sus ojos, alzando sus voces cada vez que Jackson terminaba de decir algo importante. Le alentaban como si se tratase del jugador estrella de una liga de fútbol americano.

Y Jungkook podía percibir algo en la atmósfera de ese lugar, rodeado de todos esos chicos. Algo especial.

Era una energía fuerte que se propagaba y vibraba alto como si se tratase de las cuerdas de una guitarra o de las ondas en el agua por el caer de una piedra.

El pelinegro se dio cuenta que estaba frente a un fenómeno que nunca había visto antes. Comprendió que una fraternidad no se trataba de un simple grupo de universitarios. Era mucho más que eso.

"Alpha chi lambda no es como cualquier otra fraternidad, Jungkook", le aseguró el líder desde su lugar, mirándole fijamente a los ojos.

Jungkook tragó saliva y asintió, mostrándole a Jackson que escuchaba con atención a cada palabra y que estaba dispuesto a saber. El castaño continuó, su discurso volvió a ser oído en silencio y robándose toda la atención de los presentes.

- Por décadas, por generaciones, la familia de Alpha chi lambda fue creciendo y expandiendo sus valores y creencias para todos sus miembros, dándoles un apoyo y un hogar. Porque eso es lo que lo que somos, Jungkook; Un hogar. Una familia.

Los ojos redondos del menor no perdían de vista la mirada de Jackson y la forma tan pasional con la que hablaba. Le llevó a pensar que era de cierta forma fascinante. Admiraba a las personas que eran tan buenas en oratoria.

- Seremos diferentes los unos de los otros, pero todos compartimos las mismas metas, los mismos deseos. 

Una de las primeras cosas que Jungkook pensó al ver a todos los chicos la noche anterior, era no sólo que todos parecían ser grandes amigos, y supuso que debían de ser muy similares entre sí para llevarse así de bien. En su escuela lo "diferente" no era bienvenido, y así aprendió a que no era bien recibido en los grupos de chicos de su edad, aislándose por completo.

Pero el discurso de Jackson le atrapó. 

"Alpha chi lambda se trata de hermandad, de orgullo y fortaleza. En el caso de algunos es la familia que nunca lograron tener, el apoyo que se les fue privado y el hogar que les recibió luego de ser abandonados. Alpha chi lambda existe desde hace décadas con el propósito de dar una familia a aquellos que no tienen una o que perdieron la fe en sí mismos y en los demás. Porque cuando uno cae, todos sus hermanos están para levantarle".

Jungkook fue despertado de su ensoñación cuando los gritos de gloria llenaron el aire en conjunto con los aplausos y tamborileos sobre las mesas.

El líder sonrió frente a la respuesta de sus compañeros, o mejor dicho, hermanos, y continuó hablando.

Un Alpha juraba lealtad a sus hermanos para siempre y contaba con un hogar de por vida. Porque se fortalecían entre ellos y luchaban para que sus hermanos triunfasen. Porque el éxito de otro Alpha era el éxito de todos. Porque todo se basaba en la confianza y el compromiso, en el orgullo y la seguridad sobre sí mismos. 

"Cada vez que he estado perdido, un Alpha ha estado allí para ayudarme y doy fe de que ha sido así para todos los Alphas por igual. Y de eso se trata, Jungkook, de un compañerismo incondicional, porque ni bien entras a Alpha chi lambda eres parte y juramos de corazón protegerte al igual que el resto. Somos orgullosos y somos invencibles, y te damos la bienvenida a que te nos unas y decidas tomar el camino hacia la libertad".

Él mentiría si hubiera dicho que las palabras no sonaban demasiado dulces hasta el punto de sentir querer saborearlas en su propia boca. ¿Cuántas veces había sentido que no podía formar parte de nada? ¿Qué no era escuchado si quiera por su propia familia o aquellas personas que decían quererle?

Se preguntó si sería capaz realmente de poder vibrar tan fuerte y en sincronía como todos aquellos chicos justo allí. Por un lado pensaba que era imposible poder ser como ellos, recordaba aquella brecha que veía en su cabeza con la sólo mirarles. Parecían tan alegres, animados y seguros de todo. Y él parecía tan pequeño, tan débil, tan patético.

Se preguntaba si era cierto lo que Jackson decía con tanta seguridad porque se oía tan alentador que nunca hubiera esperado que esas palabras fueran dirigidas a él o si quiera le quedasen. "Orgullo, fortaleza y libertad".

Jackson hizo un espacio en su discurso y miró hacia el extremo contrario, alzando su mentón y dándole lugar a hablar a otro de los miembros del grupo. Entonces, todos miraron hacia su dirección y Jimin se puso de pie con su vaso de cerveza en mano. 

Jungkook sintió la mirada de Jimin atravesando sus ojos. Jackson sonreía y se veía relajado mientras hablaba, pero la mirada de Jimin se había trabado en la suya por unos segundos, tomándose su tiempo para hablar. 

- Tengo el placer de formar parte de esta familia desde pequeño. Gracias a la relación entre mi familia y la de Jackson, hemos continuado un legado que no se compara con ningún otro. Si algo puedo agregar a lo que nuestro líder acaba de decir, es que como sublíder de esta fraternidad jamás he visto que un Alpha fallase. Mi abuelo solía decir que la seguridad es la clave del éxito. ¿Sabes de dónde viene la seguridad, Jungkook? – le cuestionó, trayéndole una avalancha de dudas al respecto que no pudo responder - Del apoyo de los otros, del trabajo en equipo. Porque cuando sabes que hay alguien allí para cuidarte la espalda ya no tienes nada que temer. 

El pelinaranja alzó el vaso en su mano y pronto todos hicieron lo mismo. Jungkook imitó la acción, algo quedado por las palabras de Jimin.  

- Brindo por ti, Jungkook, porque aunque recién hayas llegado aquí te vemos como un potencial hermano, yo te veo como uno. Y al igual que para todos mis hermanos aquí presentes, jamás dudes de lo que eres capaz de lograr, y si así lo haces, entonces podrás apoyarte en nosotros para encontrar la fuerza que necesitas para confiar en ti. Sé que todos aquí están dispuestos a ayudarte de igual manera, porque nuestros deseos son los mismos.

Jimin alzó en lo alto su vaso y seguido del barullo de las voces de todos, soltaron un grito al unísono en honor a "Alpha chi lambda" y bebieron para pactar el discurso de bienvenida del menor.

El pelinegro estaba algo aturdido, no obstante, por otro lado sentía como si las cosas pudieran realmente funcionar. No sabía dónde se había metido y no conocía a aquellos chicos aún, pero con unas cuantas palabras y palmadas en la espalda al menos le animaron a sentir que quizás una buena etapa se abría paso en su vida finalmente.

Quizás era el momento donde todo cambiaría. 

Pronto lo vería.


* * * 


Segundo cap listo! Hoy me tomé el día para editar y actualizar algo, quiero chequear los otros capítulos también porque estoy cambiando algunas cositas en la redacción para encontrar más consistencia. Siempre le encuentro algún error o algo que quiero cambiar porque no me gusta cómo está escrito así que el proceso se hace largo (? Pero bueno, todo sea por sentirme satisfecha después.

Espero tengan una gran semana! 🌈

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top