15. Primer campamento

El calor que se expandía por todo su cuerpo era la mejor sensación que una persona podía sentir en la vida. Jimin lo sabía mejor que nadie. La forma en la que su cuerpo estaba listo para dar y recibir ni bien se activaba sexualmente era como si hubiese nacido para poder percibir el placer de otra manera que el resto de las personas. No era casualidad que hubiese sido elegido para eso.

Su miembro escabulléndose entre los labios de la vagina de la chica bajo su cuerpo era tranquilizador, le gustaba ver cómo frotaba su falo contra el sexo contrario, humedeciéndose con el fluido ajeno y el propio para luego introducirse dentro de ella.

Las marcas con pintura negra que formaban símbolos en su cuerpo estaban algo difuminadas por haber sudado tanto y con marcas de dedos que habían tocado y arañado su piel.

Cuando el chico que estaba detrás suyo se vino en su interior, él también acabó dentro de la chica, sintiendo que todos sus músculos se contraían fuertemente mientras que él soltaba un gemido agresivo liderado por el orgasmo.

Los afrodisíacos eran maravillosos, pero combinarlo con la imagen de Jungkook en su mente últimamente convertía la experiencia en algo de otro nivel.

Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que se había imaginado quitándole la virginidad a Jungkook y a veces tenía ganas de cortarse la polla por si quiera verse tentado.

Desde que había hecho que Jungkook se viniese en sus bóxers, apretando su pierna contra él, que no podía dejar de pensar en ello.

Había sentido al menor duro como una roca, con su esbelto cuerpo entre sus brazos sintiendo su piel tan suave y pura. No sabía cómo había logrado tener el control suficiente para no quitarle la última prenda que le quedaba, darle vuelta, bajarse los pantalones y probar aquella zona virginal completamente inexplorada.

Si Jungkook había murmurado su nombre y jadeado de placer con sólo empalmarse contra su pierna, no quería imaginar los gemidos que soltaría al sentir su grueso miembro dentro, frotándose contra sus paredes y abriéndole como nadie lo había hecho antes.

Le ponía como loco.

Se mantuvo alejado de Jungkook por los siguientes días para que sus hormonas volviesen a calmarse, necesitaba volver a ser el mismo de siempre porque no podía cometer errores. Ya llevaba más de los que hubiese querido sólo por dejarse llevar. Su polla tenía más poder de decisión que él mismo, una autonomía que le encabronaba.

La muy hija de puta era tan vivaz que cuando él veía a Jungkook, incluso aunque este estuviese tranquilo estudiando, era suficiente mirarle los labios para sentir que su amiga temblaba y punzaba ansiosa. Su cerebro tampoco ayudaba en realidad. Cada vez que veía a Jungkook quería comérselo entero.

Jimin no necesitaba más errores, no necesitaba más Sungwoons, ni mucho menos más Mingyus. Ah, si pudiera volvería a mandarle al hospital las veces que fueran necesarias para sacarse de encima el sabor a traición y humillación.

Más le valía a Sungwoon no pasar esa línea, esperaba que volviese con el rabo entre las piernas y obediente luego de haberse purgado, porque Jimin no planeaba seguir siendo piadoso y que al final le tomara por tonto. No le dejaría tocarle ni un pelo otra vez, como dicen por allí, ya le había hecho la cruz y una vez que Jimin le hacía la cruz a alguien no había marcha atrás.

Los insultos a su familia no serían tomados a la ligera nunca, no eran negociables. No sabían con quién se metían.

Sin embargo, él sabía que Jungkook era especial y nunca le haría estar en un compromiso como ese, por lo que si se convertía en un error era por una razón muy diferente a la de esos otros dos. Jungkook era virgen, y eso era suficiente para saber que no le correspondía a él hacer nada al respecto. Aunque le hubiera gustado, más bien deseaba con todas sus fuerzas hacerlo, sabía mejor que nadie que no debía.

Jimin nunca se había cruzado con nadie virgen que le llamara a embarrarse, así que nunca había sido una preocupación para él. Más bien, en realidad, nunca se había cruzado con nadie que le interesase tanto como para no poder mantener su polla en sus pantalones.

Él era alguien interesado en sus propios asuntos, en la universidad y la fraternidad. Nunca le había faltado el sexo porque era una parte importante en su vida y de su lazo con las personas, algo que le revitalizaba, algo sagrado para él y cualquier Alpha.

Pero ni si quiera Mingyu se acercaba a Jungkook, incluso a pesar de haber pasado unos meses acostándose con él. El sexo estaba bien, y cuando estaban solos y no se comportaba como un idiota era cuando Jimin pensaba que quizás podía lograr que se uniera a Alpha chi lambda. Le había asegurado que allí podría encontrar un lugar para él, un lugar donde no iban a juzgarle y donde podría aceptarse a sí mismo y su sexualidad. Pero al final, todo había terminado peor de lo que se hubiera imaginado.

Jimin se relacionaba con las personas con suma confianza e incluso compartiendo sexo él nunca sintió que hubiese algo más que eso. Pero tratándose del pelinegro, Jimin sentía una emoción que le era desconocida.

Él notaba cómo el menor le miraba, incluso desde el principio. Le observaba de reojo, desviaba su mirada rápidamente si él se daba cuenta, curioseaba desde la distancia. Y poco a poco, con el paso del tiempo, y más luego de haber llegado al punto de besarse tanto, Jungkook le miraba sin reparos con la inocencia pasmada en su rostro, en su mirada inmaculada.

Le miraba de esa manera incluso días después de haber llegado a su propio orgasmo y mojarse completo la ropa interior por fregarse contra su pierna como un perrito en celo. Había sido de lo más dulce y excitante poder presenciar cómo Jungkook perdía el control.

Luego de varias semanas, a Jungkook se le había iluminado el rostro con emoción cuando logró pasar el primer examen preliminar de la Universidad. Había trabajado duro para ello y se sintió satisfecho cuando sus compañeros le felicitaron por su esfuerzo y logro, sobre todo cuando Jimin lo hizo. Le había abrazado, y había rozado la punta de su nariz en su cuello. Jimin aprovechaba cada oportunidad de poner a Jungkook a prueba, de acostumbrarle a roces, a que sus cuerpos siempre tuvieran alguna clase de contacto, y evaluaba la respuesta del menor, siempre positiva, siempre inclinándose a más, a diferencia de al principio cuando solía ponerse nervioso y alejarse. Había avanzado.

Él había subido a la habitación para pasar tiempo a solas con Jungkook, pero cuando abrió la puerta vio al chico hablando por su teléfono celular, sonriendo y asintiendo. Evitó hacer ruido y sólo se sentó frente a él, sobre su propia cama. El menor sólo le miró unos segundos antes de continuar con toda su atención en la llamada.

- Sí, papá, estoy comiendo bien, te lo digo siempre – sonrió un poco y negó con la cabeza – Sabes que me cuesta dormir, más si estoy estudiando, hago lo que puedo. Sí, intentaré regular mi sueño, por arte de magia.

Jimin se rió un poco por el sarcasmo que Jungkook había usado con su padre, y ambos se miraron con complicidad.

- Claro que iré, ahora que ya comienzan las vacaciones de verano iré a visitarte, luego retomaré el estudio para el otro examen. Gracias, papá – rió porque su padre le decía que sabía que tenía un hijo muy inteligente, más que él – Lo heredé de ti. Yo también te extraño. Te quiero, papá, nos veremos pronto.

Al colgar la llamada, Jimin no pasó por alto el hecho de que Jungkook había dicho que visitaría a su padre. Pero ¿por cuánto tiempo?

- ¿Irás a visitarle?

- Sí – confirmó, estirándose para dejar su celular en su mesita de noche y luego se acomodó de nuevo en su cama – Ahora que puedo descansar un tiempo del estudio es hora que vaya a verle.

- ¿Lo harás por mucho tiempo? – investigó, y el menor frunció sus cejas ante la pregunta sorpresivamente interesada.

- Bueno, supongo que al menos una semana, si es que no las dos.

- Oh... ya veo. Qué pena.

- ¿Por qué?

Al mayor no se le hubiese ocurrido intervenir de no ser que le disparó el saber que Jungkook pasaría tiempo lejos con su familia y gente de la iglesia.

Aquellas personas no comprendían a Jungkook en toda una vida de conocerle, mientras que él mismo había logrado comprenderle más que cualquiera en unos pocos meses, entonces era un tanto contraproducente que fuera a visitar a esas personas.

Jungkook era inteligente pero muy ingenuo, y Jimin temía que su padre le dijera algo que le alejara de él. Jungkook se había interesado en Alpha chi lambda finalmente y planeaba lograr que se metiera de lleno, sabía que era lo que el chico necesitaba y cambiaría su vida por completo.

Estaba seguro que él ya no necesitaba de esas personas que le hiciesen sentir insuficiente e inseguro de sí mismo.

Jimin tenía todo un mundo nuevo por ofrecerle, algo de lo cual Jungkook no podría volver una vez lo descubriese.

Así que, a pesar de no ser parte de los planes, decidió arriesgarse. Ya se lo explicaría luego a Jackson.

- Porque quería invitarte a uno de nuestros campamentos – soltó, no perdiéndose ni un segundo los gestos que podría hacer Jungkook ante su propuesta.

- ¿A los campamentos de Alpha chi lambda? – estaba sorprendido. Le respondió asintiendo con la cabeza - ¿En serio? – sonrió, intentando reprimir un poco su emoción, pero Jimin lo notó, y le gustó mucho. Había funcionado.

- Sí, creo que será bueno para que puedas participar en todo lo que hacemos, te servirá para cuando quieras iniciarte, es de las actividades que más nos definen. Pero si vas a ver a tu familia no podrás venir ya que iremos la primera semana.

- Bueno... podría ir con ustedes y luego pasar la segunda semana en lo de mi padre.

A Jimin le bastó con eso, sabía que era suficiente para mantener a Jungkook lo más cerca posible. Sonrió con gusto, contagiando al menor, quien estaba de por sí emocionado por poder ir con los mayores, siendo tomado en cuenta.

En el pasado, Jungkook sentiría mucha ansiedad y hubiera hecho todo lo posible para evitar tal situación, pero hacía tiempo que se animaba a exponerse a cosas nuevas que incluían interacciones sociales. Claro que los nervios por la anticipación seguirían estando presentes, pero estaba emocionado por poder pasar con Jimin.

Por cuestiones de tradición, el pelinaranja sabía que Jungkook no debía ir a ningún campamento porque ni si quiera estaba cerca de iniciarse, pero ya se las arreglaría para reformular algunas actividades si lo hablaba con Jackson. Éste no tendría problema si le explicaba por qué lo había invitado, además, todos estarían más que encantados de poder hacer a Jungkook parte de sus vidas, reforzando la confianza. Tener a alguien nuevo en la fraternidad siempre era positivo y bien recibido.

Fue así que al llegar el momento el menor le dijo a su padre que le visitaría en la segunda semana. El hombre sólo le había dicho que se cuidase y que por cualquier eventualidad le llamase. Él le tuvo que recordar que ya no era un niño, que no debía de preocuparse.

El día de dejar la casa para ir al campamento llegó. Salió de una de las camionetas en conjunto con otros compañeros y respiró el fresco aire de aquella mañana, rodeado de naturaleza.

El tapizado de césped se partía por caminos delgados de tierra con pequeñas rocas y los letreros indicando las direcciones hacia distintos lugares como el lago, el comedor, las cabañas de estancia y las zonas de juegos y actividades.

Le gustaba cómo se veía aquel lugar tan silvestre, con un increíble panorama boscoso donde árboles y montañas decoraban la vista.

El aroma mentolado, bien fresco de los pinos, le había llegado hasta lo más profundo de sus pulmones y era relajante. Se mezclaba con el olor a madera, tierra y agua. Era sin dudas un lugar ideal para sentirse bien lejos de la agobiante ciudad. ¿Por qué no se le había ocurrido nunca? Ya se veía cuando fuese mayor viviendo en un lugar así, alejado de la civilización y viviendo en armonía completa mientras envejecía.

Apoyó su bolso en el suelo de madera de la cabaña, mirando la habitación tan acogedora, parecía sacada de una película. Podía percibir el aire a aventura con sólo mirar cada rincón del lugar.

Le asignaron esa habitación y mientras organizaba sus pertenencias escuchó un ruido en la puerta que le hizo voltear. Jimin estaba cruzado de brazos en una pose muy chula al lado de la puerta.

- Mira, qué casualidad – alzó una llave en su mano – Me han asignado la misma habitación que tú. Estamos destinados a ser compañeros – sonrió coqueto. Jungkook notó cómo la piel de su cuerpo comenzaba a hormiguear – Espero no te moleste.

- Para nada – negó con la cabeza. Él estaba bien con eso. Perfectamente bien, ya que no sabía qué tan cómodo se sentiría estando con otros. Él estaba acostumbrado a compartir habitación con el pelinaranja.

Sin lugar a dudas los campamentos eran un buen plan para vacacionar, pero si él planeaba descansar en ese tiempo se había equivocado. Había una amplia lista de actividades por hacer, desde deportes hasta quehaceres. Por un lado, se preguntaba cómo iba a hacer para participar en ella, no se tenía de poder cumplirlas. Ya bien sabía que su stamina estaba por los suelos, no era alguien que pusiera su cuerpo en movimiento diariamente, pero quizás era momento de probar realmente lo que era capaz de hacer, proponerse algo seriamente. Quería probarse a sí mismo, sabía que Jimin estaba observándole constantemente y quería impresionarle.

Habían hecho un almuerzo de bienvenida al receso de verano en el comedor, el cual estaba localizado en una gran cabaña de madera, las mesas y bancos eran del mismo material y la disposición de estas era como las de un comedor escolar, pero con un característico estilo rústico.

Almorzaron entre charlas y risas. Jackson siempre abría las juntadas importantes con un discurso, cerrándolo con un brindis para celebrar la presencia de los Alphas en la mesa. Jungkook se contagió con la emoción de todos sus hermanos, quienes recibían de manera energética las actividades que se avecinaban esa semana.

No sólo era un lugar para mostrar la destreza y desarrollar habilidades fuera del ámbito cotidiano, sino que todo aquello se trataba de fortalecer lazos y el trabajo en equipo, poniendo a prueba una de las bases ideológicas más importantes de los Alphas; el compañerismo y la lealtad.

"Por nuestros hermanos; daremos todo".

Jackson fue aplaudido, y un poco de vergüenza le vino al pelinegro cuando el líder del grupo hizo mención a que aquel era el primer campamento del cual era parte, pero sonrió divertido cuando todos le aplaudieron y a su lado Taehyung y Ten le palmearon la espalda para animarle a que no sintiera vergüenza.

Aquel primer día había sido lo suficientemente exhaustivo como para que él sintiese que por la noche podía dormir como un bebé.

Habían salido a buscar leña, algo que él nunca había hecho en su vida, caminando largas extensiones de bosque, entre árboles, humedad y mosquitos molestos. Agradecía haberse puesto protector contra insectos.

Fue cansador, demasiado, pero utilizó todas sus energías para dar lo mejor de él y estaba satisfecho con eso. Estuvo acompañado de sus amigos todo el tiempo.

Trabajaron cortando árboles y acarreándolos haciendo buen trabajo en equipo, cortando trozos de los troncos para juntarlos todos cerca del lugar donde se armaban las fogata y donde no había vegetación. Sólo se observaban restos de ceniza y madera quemada que yacían allí de veces anteriores.

El menor hacía todo lo posible por aprender nuevas cosas, y en cierto punto del día donde había comenzado con algo de ejercitación y juegos con pelotas en un gimnasio cubierto con techo y paredes de madera, específicamente de troncos apilados firmemente, una arquitectura muy antigua pero limpia e ideal para ese tipo de paisajes.

Jungkook intentaba mantenerse lo más activo posible. Jimin estaba demasiado ocupado dirigiendo a todos con Jackson, y participando duro de todas las actividades. Entonces Jungkook sentía que no podía perder ni un segundo en descanso, debía hacer lo mismo que sus mayores.

Los líderes les animaban a continuar y dar lo mejor a pesar de estar empapados en sudor, con sus cuellos y brazos rojos por el calor y la actividad constante. Sus cuerpos estaban calientes y encendidos por la energía que disparaban sus organismos.

Cuando acabaron y pudieron tomarse un baño fresco para relajar sus músculos, Jungkook se sintió bendecido por aquel pequeño momento. Las actividades de ese primer día habían llegado a su fin.

Jungkook se dejó caer en su cama como un saco de papas, sintiendo que podía quedarse dormido justo allí, con su cabello todo empapado sobre las sábanas y la toalla aún en su cuello. Sólo tenía una camiseta lisa de color blanco y shorts negros. Sus pies estaban descalzos.

Respiró tranquilo sin pensar en nada, hasta que prestó atención a un sonido extraño fuera de la cabaña. Eran pequeños golpes secos, que hacían un sonido en eco corto como si fuese madera siendo golpeada.

Aquello despertó su intriga y husmeó por la ventana, viendo al pelinaranja en medio del campo con un bate de baseball y una pelota. La lanzaba al aire en dirección vertical y cuando caía la golpeaba con el bate en sus manos.

Jungkook se calzó unas zapatillas y sin hacer mucho ruido salió de la cabaña, sentándose en los escalones de madera de la entrada para observar al chico jugar. Jimin no había vuelto a bañarse, ya habían cenado hacía dos horas cuando terminaron los entrenamientos, pero el mayor aún seguía activo.

Su cabello anaranjado estaba con las raíces y puntas mojadas, se revolvía cuando corría a buscar la pelota.

Fue luego de unos minutos que vio a Jungkook observándole. Le miró con una sonrisa y una ceja alzada. Su rostro le interrogaba: "¿Qué haces allí?". Hizo un gesto con su cabeza, ladeándola hacia un costado para que el menor se acercase, y así hizo.

- ¿Qué hacías? – preguntó cuando finalmente llegó a él.

- Sólo observaba cómo jugabas... - respondió simple – Lo haces muy bien – quiso alagarle, aunque era cierto.

- ¿Sabes algo de baseball o sólo lo dices por compromiso? – rió, Jungkook le miró sin saber qué decir, Jimin era demasiado honesto.

- Bueno... no sé mucho, he visto partidos en la tele, pero la forma en la que te mueves... supongo que así se nota que tienes experiencia.

- Hmm... - canturreó pensativo – Bien dicho.

- ¿Qué posición tenías cuando jugabas? – preguntó, algo dudoso por no querer recordarle quizás algo amargo.

- Bateador, el cuarto.

- ¿Cuarto? – abrió los ojos bien grandes en conjunto con su boca – Esa es una de las posiciones más importantes.

- Pues sí.

- Entonces sí tienes buenas habilidades.

- Sí, siempre y cuando batee pelotas y no cabezas.

Jimin se rió de su propio chiste de humor negro y se volteó para volver a la posición que estaba usando para practicar. Jungkook no debía de haber sentido ganas de reír por el comentario, incluso a pesar que el chico que había terminado en el hospital había sido un irrespetuoso y se lo había buscado, Jungkook no olvidaba que había estado al borde de la... muerte.

- ¿Quieres aprender a batear? – le preguntó, y él boqueó por la sorpresa – Pelotas, claro – aclaró con cierta gracia – Aunque estas no – se señaló la entrepierna – así que cuidado con confundirte – aquello le provocó un sonrojo en las mejillas y negó con la cabeza riendo.

- No me confundiré.

- ¿Eso significa que quieres aprender?

- Sí, ¿por qué no? – se encogió de hombros, le agradaba la idea.

A Jimin le gustó mucho que el pelinegro aceptara sin dudar.

No perdió el tiempo y le hizo pararse sobre la base imaginaria que él había marcado con la suela de sus zapatillas en la tierra. Le enseñó cómo pararse, firme sobre sus pies bien separados. Le dijo como posicionar su espalda, derecho e inclinando un poco su cuerpo hacia delante, casi en posición de sentadillas. Terminó tendiéndole el bate, también mostrándole cómo debía sujetarlo y girar parte de su cuerpo para batear.

Jungkook pensaba que era matemáticamente perfecta la forma en que movía su cuerpo el mayor, automático y limpio.

Cuando Jungkook tomó la posición correcta, Jimin corrió alejándose varios metros para lanzarle la pelota a una distancia destacable.

Jungkook le erró varias veces, la pelota no iba tan rápido, pero se le hacía difícil calcular el exacto punto de intersección del bate con la pelota. No lo lograba hasta que luego de varios intentos comenzó a poder rozarla en el aire y desviarla un poquito.

Jimin le decía que aprendía bastante rápido, que podía tener buen potencial para jugar, algo que le hizo crecer un poco su seguridad y ganas de esforzarse en darle a la pelota para mostrar que sí podía. Estaba seguro que si lo hacía Jimin le felicitaría.

Y así sucedió, como si fuese algo milagroso, Jungkook dio con la pelota y la lanzó con fuerza, rebotando ésta en el bate y siendo disparada lejos. Jimin tenía un guante de baseball en su diestra y cuando vio que la pelota efectivamente había volado, corrió por ella hasta atraparla, tirándose al suelo y mirando la pelota en su guante. El golpe contra el cuero se había sentido bien en su mano.

Miró al menor, que ya había terminado sudado nuevamente –la ducha había sido en vano- y le sonrió ampliamente.

- Bien hecho, Jungkookie.

El nombrado apretó sus labios para contener la felicidad y el cosquilleo en la boca de su estómago. Eso era lo que esperaba escuchar.

Para cuando había pasado una media hora más, ambos se la habían pasado golpeando la pelota, intercambiando posiciones.

La pelota iba y venía y ellos jadeaban cansados, pero no se detenían. Jungkook había pensado que no le quedaban energías luego de aquel día tan agotador, pero se había equivocado. Se sentía bien, con fuerza.

Se sorprendió al momento que lanzó la pelota tan rápido y alto que Jimin la vio volar por encima suyo con gran asombro. Volteó a ver a Jungkook y le miró con la boca abierta.

- ¡Home run! – pegó un grito eufórico y corrió hacia Jungkook, quien respondió de la misma manera yendo en su dirección.

Jimin le abrazó y le alzó separándole los pies de la tierra mientras Jungkook estiraba su brazo hacia arriba con el bate y festejaba su victoria. Rio divertido por la adrenalina de la situación y por la alegría de Jimin. Luego volvió a ser dejado en el suelo.

- Increíble, Jungkookie. No me lo esperaba. A este paso podrías casi ser tan bueno como yo.

- ¿Casi? – preguntó arqueando una ceja.

- Bueno, me has impresionado, no pensé que sabrías batear tan bien, pensé que serías un desastre – bromeó para provocar al chico, quien reaccionó haciendo ademán de golpearle la entrepierna con el bate - ¡Hey, no! Te dije que estas pelotas no se batean.

- Entonces no me provoques...

- Oh, ¿Te provoco? – inquirió alzando las cejas y se acercó más al menor, intimidándole con su actitud juguetona – Te digo algo... hay una diferencia muy grande entre la pelota de baseball y las que están entre mis piernas – su voz sonó a suavidad y travesura, Jungkook se sintió inmovilizado por la cercanía y la incertidumbre – Las de baseball las bateas con todas tus fuerzas – explicó y con delicadeza agarró la mano libre de Jungkook y sin previo aviso la apoyó con ímpetu sobre su entrepierna, presionando – Y estas las tratas con cariño.

Jimin sonrió cuando vio a Jungkook enrojecerse tanto más por encima de su piel acalorada por el ejercicio. Su labio vibró cuando abrió su boca para jadear por la sorpresa, pero aún así no alejó su mano. A Jimin le hubiera encantado que cerrara su mano sobre su entrepierna, que le apretara, sentir toda la mano de Jungkook contra él agarrándole con ganas, pero más no podía pedir.

Le soltó la mano, y el menor la alejó tomando el bate para mantener sus manos ocupadas y desvió su mirada sintiendo demasiada vergüenza. El dorso del dedo índice de Jimin se rozó contra su mejilla.

- Eres tan adorable, tan malditamente lindo, Jungkook. Quisiera volver a repetir lo del otro día contigo... tocarte incluso más, hacerte sentir bien – poco a poco aproximó su rostro al del chico mientras le hablaba – Me mataste cuando entré a la habitación y te vi bailando semidesnudo... tus piernas, tu trasero...

- ¿Q-qué...? – tartamudeó, mirándole con ojos bien abiertos - ¿Qué cosas miras...?

- Lo siento, pero no todos los días encuentro un chico tan lindo, sin ropa, bailando en mi habitación y cantando angelicalmente como tú... - acarició su mejilla nuevamente – Tu piel cuando te toqué esa vez era tan suave, lo recuerdo y quiero tocarte nuevamente... ¿Quieres que te toque, Jungkookie? ¿Te gustó lo que hicimos el otro día?

- Sí...

- ¿Sí qué?

- Me gustó...

- ¿Y quieres que lo hagamos de nuevo?

Jungkook ya sentía su garganta completamente cerrada como si alguien le hubiese robado la voz, sentía un nudo, por lo que sólo pudo asentir para responder. Se moría de vergüenza, pero no podía evitar expresar como podía que quería que Jimin le tocase de nuevo. Lo quería demasiado, lo admitía.

Anhelaba el contacto físico por lo bien que se sentía, que el mayor le acariciase. Anhelaba la atención y la intimidad.

- Pues hoy te mostraré algo diferente, pero te advierto que una vez que te lo muestre, no podrás volver.

Jungkook no sabía exactamente a qué se refería, ni qué le mostraría, pero la mirada de Jimin le decía que estaba en lo cierto; No volvería.

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