14. Comprensión y conexión
El mayor negó con la cabeza, esbozando una sonrisa mientras tomaba pasos directo hacia el menor. Éste último sentía su cuerpo respondiendo con cada movimiento del contrario, ansiando la presencia cerca suyo del chico que acababa de entrar con su cabello naranja mojado y perfumado a la habitación que ambos compartían.
En medio de la madrugada, con la música rodeándoles y lo íntimo de su habitación, Jimin le besó la mejilla con afecto.
- Cantas tan bonito... - sonrió contra su piel sonrojada.
No estaba en sus planes que el mayor le escuchase cantar. Nunca. Pero se había descuidado y ahora debía vivir con eso. Sin embargo, no podía ignorar el elogio a su canto.
Todo su cuerpo se tensó cuando el calor de la mano de Jimin se posó sobre su cintura. Si era posible, habría jurado que su corazón iba a dejar de funcionar allí, al mismo momento que su cerebro dejaba de responder con razonabilidad.
Se sentía tan bien aquella mano puesta justo allí, en la curvatura de su angosta cintura, y más cuando comenzó a deslizarse en un vaivén corto y lento, volviendo su respiración pesada, como si sus pulmones no pudiesen aguantarlo.
- Deberías cantar más seguido...
- N-no creo... que cante tan bien – soltó una risa baja y nerviosa, Jimin le estaba mirando con más intensidad de la que podía asimilar.
- Sí que lo haces, tienes una voz envidiable. Debes presumirla, Jungkookie. Deberías presumir todo lo bueno que tienes, comenzando con este cuerpo tuyo – alzó sus cejas, señalando con su mirada a todo su cuerpo y haciéndole sentir vergüenza hasta de sus huesos - ¿En serio nunca nadie te ha tocado?
- No... - murmuró y apretó sus labios, la presión de los ojos de Jimin era alta y el brillo en sus labios le llamaba a besarlos.
- Increíble – sonrió fascinado.
La respiración de Jungkook era tan errática que sabía que era imposible que el mayor no notase lo inestable que estaba en ese momento. A veces sólo quería evitar verse tan inocente, tan falto de experiencia, tan poco interesante. Sentía que era esa la razón por la cual no había logrado tener un primer beso antes, ni tampoco ninguna experiencia sexual. Expulsaba vibras de aburrimiento, ingenuidad y de cierta manera sentía que eso era una molestia para cualquier persona que desease tener un momento caliente. ¿Quién querría estar con alguien como él? Era raro y patético.
Pero, por el contrario, el mayor parecía haberse interesado en algo de todo eso y no entendía cómo.
Jimin había llegado de tener sexo, de experimentar el placer con otras personas, de llegar a tal grado de intimidad con ellos y Jungkook sentía que él necesitaba mucho más para poder llamar su atención.
Se sentía poca cosa, no pensaba ser capaz de mantener los ojos de Jimin sobre él por el suficiente tiempo. Y ni si quiera podía reconocer en qué momento había comenzado a querer su atención.
Jungkook bajó sus ojos a los labios gruesos de su hyung y el aleteo en su corazón aumentaba con las ganas de estrellar sus labios sobre la superficie esponjosa y cálida. Era absurda la necesidad que sentía. Malditamente absurda.
- Si quieres besarme, sólo hazlo – le susurró el mayor.
Era tan predecible que a veces se apenaba de sí mismo, de lo obvio que era y del poco poder que podía tener sobre alguien más. Mientras Jimin se la pasaba haciendo cosas que él no podía predecir, asombrándole con su forma de ser y sus acciones, Jungkook no era capaz si quiera de hacer latir el corazón de Jimin un poco más rápido. Y detestaba esa simple idea, quería cambiarlo.
Enrolló el cuello de Jimin con sus brazos, sintiendo la necesidad desatándose libremente y chocando con los labios contrarios.
Lo besó tanto como había aprendido de él, con lentitud pero con insistencia, con fuerza, buscando el constante calor ajeno. Se sintió bien cuando al sacar un poco su lengua la de Jimin respondió al instante.
No sólo la música le sumergía en el ambiente para besarle con profundidad y perderse en la sensación de Jimin contra su boca, sino que también eran ahora las dos manos del pelinaranja las que se mecían contra los costados de su cintura y le quemaban hasta las entrañas. Su vientre vibraba, se retorcía y eso sólo lograba que le besara con más poder, casi con desesperación.
Sus respiraciones se volvieron casi más altas que la música, y se detuvieron sólo cuando Jimin se alejó un poco para mirarle a los ojos. Ambos con los labios hinchados y rojos, eran una pintura inolvidable para el otro.
- Eres tan caliente... - dijo sin aliento, haciendo al menor sentirse emocionado.
Jungkook volvió a pegarse contra sus labios, ésta vez apretando su cuerpo contra el de Jimin, sin esperar que se sintiera tan bien el calor abrazador y punzante en su vientre, bajando aún más hacia su entrepierna, apretada contra la contraria.
Un gemido ahogado contra los labios del mayor, la vibración en su garganta y el apretón contra sus caderas fue lo suficiente para que Jimin se sintiera al borde de perderlo todo.
Entonces se separó unos pocos centímetros para besar su cuello.
Sentir la lengua de Jimin y sus labios por primera vez sobre su piel caliente le había hecho temblar. Sus piernas dudaban de poder mantenerle en pie y sus manos temblaban de igual manera a medida que su cuerpo era probado de una manera que no pensaba que necesitaba.
Tiró la cabeza hacia atrás para dejar que Jimin le recorriese con su boca. Hizo todo lo posible por no gemir, pero era inhumano el gran esfuerzo que estaba poniendo en ello.
El mayor sentía la piel de gallina bajo sus labios. Todo el hermoso cuerpo de Jungkook se había erizado por sus caricias, reaccionando delicadamente como lo más puro encontrándose con el deseo y la lujuria.
Besó sus clavículas, sintiendo el movimiento leve del cuerpo de Jungkook por las cosquillas placenteras. Bajó con lentitud sintiendo el sabor de la piel lechosa que estaba inspeccionando. Se arrodilló, dejándose llevar por sus deseos más profundos y poderosos, por el querer desenvolver aquella mezcla de pasión e inocencia que el pelinegro albergaba.
Besó su abdomen repetidas veces deleitándose con los suspiros de placer que se escapaban ya sin querer aguardar más.
Cuando Jungkook sintió los dientes de Jimin mordiendo en la piel alrededor de su ombligo se llevó las manos al cabello, restregándolo ansiosamente y luego tapando sus ojos. No quería si quiera mirar hacia abajo porque estaba teniendo una erección, su miembro estaba reaccionando e irguiéndose contra su ropa interior, y Jimin estaba demasiado cerca de allí.
- Jimin... - lloriqueó su nombre con voz rasposa, empujando su cadera hacia delante sin ser consciente de lo que su cuerpo pedía. Más contacto para acabar con esas punzadas de dolor tan desesperantes.
El mayor levantó su mirada y ver a Jungkook tapándose los ojos y respirando agitado le había volteado como una estampida de caballos salvajes. Aquel chico era algo que nunca había visto. Tan hermoso como un cristal reluciente y brillante; blanco y puro.
Era único en cada una de las facetas que le mostraba, y verle de esa manera, rindiéndose ante un placer que nunca había sentido, dejándole que besara todo su cuerpo mientras tapaba su rostro sonrojado por la vergüenza y el placer. No pensaba que hubiese algo más asombroso.
Se puso de pie y alejó las manos de Jungkook de su rostro para ver sus ojos brillantes y algo rojos. Comenzó a besarle una vez más, juntando sus cuerpos y apretando la entrepierna de Jungkook contra él mientras éste se sujetaba a él como si fuese su propia vida y sintiendo una de las piernas de Jimin meterse entre las suyas para presionar su miembro.
Gimió en la boca de Jimin, y éste le mordió los labios con sensualidad. Movió un poco sus caderas sobre el muslo del mayor, su consciencia escapándose lejos de aquella habitación y dejándose llevar por el deseo de desenvolver aquel placer inminente que brotaba de su interior.
Era intenso, el sentimiento burbujeaba en su estómago. No podía pensar en nada más que en querer liberarse y sentir los labios de Jimin por todo su cuerpo. Los labios en su cuello se sentían tan bien, cómo le mordía despacio y le tironeaba para luego lamer la zona como si intentase borrar los leves rastros de dolor. Tenía los brazos de Jimin rodeando su cintura firmemente para no permitirle alejarse ni un centímetro de él.
Jungkook sentía que su cuerpo respondía por sí solo, incontrolable, meciendo sus caderas sobre la pierna de Jimin, frotándose.
Cuando el placer estalló como una erupción, el dolor escudriñante en su miembro se transformó en temblores y suspiros erráticos llenos de alivio.
Casi era como emerger de la oscuridad hacia la luz de un nuevo mundo que no había visto hasta ese momento. Demasiado bueno para ser cierto, pero también lo encontraba abrumador.
Se sujetó a los hombros de Jimin mientras sentía las secuelas de su orgasmo esparcirse por todo su cuerpo desde su miembro en ida y vuelta. Poco a poco su cuerpo iba calmándose al igual que su respiración elevada por la excitación.
Se percató de la humedad en sus bóxers e inmediatamente se sintió en demasía avergonzado. Se separó un poco de él y lo último que quería era que le viera a los ojos. No quería estar al descubierto, se trataba de más que sólo estar casi desnudo, se trataba de haber bajado su guardia por completo con él y el haber hecho algo tan embarazoso como gemir su nombre y soltar quejidos desesperados contra su boca.
Pero el pelinaranja le miró con una sonrisa suave y el beso en la mejilla que le dio le hizo volar. Jimin había acabado de hacerle correr en sus bóxers y ahí estaba luego, dándole un dulce beso en la mejilla como si buscara darle vuelta de un segundo a otro todo el mundo donde Jungkook intentaba pararse erguido y observar hasta comprender.
El baño luego de eso le había venido tan bien que sentía que había revivido de entre los muertos. No sólo su cuerpo se había enfriado sino también su mente, para pensar con claridad y no permitirse hacer algo como eso tan a la ligera.
Había consumido marihuana –sin querer- y había terminado restregándose contra Jimin hasta conseguir un orgasmo. Se preguntó una y otra vez qué era lo que estaba sucediendo consigo mismo, por qué había perdido la cabeza de esa manera, pero tan rápido como terminaba de formular en su mente aquellas preguntas recordaba lo tan bien que se había sentido cada maldito segundo de eso. Cada caricia sobre su piel, cada beso. Lo bien que se había sentido tener su cuerpo sosteniéndose contra el de Jimin y que éste le contuviera.
Lejos de sentirse apenado al respecto, por haberse dejado llevar y consumir por el deseo, porque había deseado tan abrasivamente todo ese contacto hasta el orgasmo, se sintió animado por el interés del mayor en hacerle sentir tan bien. Le gustaba. Lo quería.
Cuando volvió a su habitación vio a Jimin recostado en la cama, boca arriba y dormitando.
La música había desaparecido, y todo lo que quedaba en la penumbra de la habitación era la respiración de Jimin.
Se paró en el espacio que separaba las dos camas y desvió sus ojos hacia la pared.
Los símbolos llamaban su atención nuevamente, abriéndole el hueco de la curiosidad en su pecho cada vez un poco más. Cuestionándose, preguntándose a qué se debían esos dibujos y aquellas frases cuyo significado desconocía por completo. Lo único que le parecía familiar era una estrella de cinco puntas encerrada en un círculo en lo que parecía ser la página de un libro que había sido arrancada y pegada en aquella pared.
Por estar perdido con su completa atención en el muro, no notó la presencia de Jimin detrás suyo hasta que éste posó las manos en ambos de sus hombros y su respiración se hizo presente en la piel de su oreja, provocándole un leve sobresalto y un escalofrío cuando susurró.
- ¿Qué es lo que tanto miras? – la voz de Jimin era suave como la ceda, pero fría como el hielo.
- Jimin... - pronunció su nombre casi por reflejo mientras no desviaba sus ojos de los papeles colgados frente a él - ¿Qué es esa estrella?
- Es un pentáculo – respondió sin tomarse ni un segundo – Cada punta representa los cinco elementos. Cada elemento está representado por cinco de todos esos símbolos que ves allí.
- ¿Qué significan? – frunció su entrecejo, y a pesar de estar muy concentrado en la conversación, no pudo evitar inclinar parte de su atención a las manos de Jimin que bajaban lenta y tortuosamente de sus hombros por sus brazos.
- Fuego, agua, aire, tierra y espíritu – el beso en su cuello le cayó por sorpresa y un escalofrío le recorrió la columna – Es de lo que está hecho el universo. Y parte de lo que estamos hechos.
- Espíritu... - murmuró pensativo - pensé que no creías en el alma...
- El espíritu o alma tiene un significado diferente al que tú y tu familia cree, Jungkook – la voz de Jimin era tan tranquila y las caricias se tornaron contra su cintura, obligándole a cerrar los ojos mientras le escuchaba – Es la energía que corre en nuestro cuerpo, que lo hace funcionar y lo hace vibrar con su entorno, con otras energías, aquellas que el universo produce por medio de todos sus elementos, siendo parte de un todo. Es lo que hace a nuestros corazones latir.
Sólo ahí Jungkook prestó atención a que las palmas de Jimin estaban demasiado cómodas ceñidas sobre su pecho, el cual se inflaba y desinflaba a medida que dejaba fluir su respiración profundamente por la totalidad de sus pulmones.
Jimin le acarició despacio rozando sus pezones por encima de su remera, nuevamente haciéndole sentir el fuego prendiéndose en su interior.
- Y mi energía es la que ahora hace latir a tu corazón así, loco por mí.
No había manera que Jimin pasase por alto cómo su cuerpo reaccionaba a él, de manera instantánea y sin poder controlarlo. Incluso aunque deseara que no se notase.
Él era aún un adolescente a punto de introducirse en la etapa adulta y ya tenía por sabido que no había pasado por el proceso de autodescubrimiento del cual su amigo Yoongi le había hablado muchas veces. Pero aquel último tiempo sentía que ya había iniciado un viaje del cual no sabía cómo terminaría, pero sí podía comprender que era difícil detenerse.
Pasaron muchos años de su vida sin sentir nada, sin encontrarle sentido a la vida y sintiendo que nunca lo haría. Pero sí, su corazón latía como loco, y no era producto de un ataque de pánico sino por alguien más. Quizás era esa energía la que había sentido que le arrastraba hacia Jimin cada vez más profundo sin si quiera cuestionárselo.
Y es que había sido suficiente el tiempo que había pasado sin saber lo maravillosa que podía ser la vida, lo maravillosa que podía ser una persona, lo maravillosos que podían ser sus besos y lo maravilloso que podía ser el ser tocado.
Lo sexual era un deseo tan crudo que jamás había logrado comprender. Siempre había creído que las personas eran demasiado débiles por dejarse llevar por sentimientos tan primitivos. Pensaba que el pastor de su iglesia tenía razón cada que hablaba de ello. Entonces, le hubiera gustado preguntarle a aquel Jungkook qué hacía empujando su trasero un poco hacia atrás para sentir el cuerpo de Jimin pegado a él en ese instante.
Su cuerpo había probado una pequeña pizca de ello y ahora le estaba costando controlarlo y mantenerlo dentro de sus rieles.
Comprendía la idea del espíritu, de las energías. Era suficiente con sentir cómo su cuerpo ardía en llamas sin que hubiera fuego en l habitación. Era suficiente que Jimin posara sus manos sobre su cintura para hacerle perder el control de su respiración.
La energía era poderosa.
- ¿Tiene que ver con Tamon? – se permitió preguntar a pesar del entumecimiento de su voz. Trató de no sonar demasiado afectado por cómo se sentía su cuerpo. Abrió sus ojos y volvió a mirar a la pared frente a él. Divisó una de las frases sobre papel.
- Todo tiene que ver con él.
- Jimin - levantó su dedo y tocó el papel - ¿Qué significa Memento mori?
- Recuerda que morirás.
Contra el dorso de su cuello pudo percibir la sensación de la nariz y los labios del mayor.
- Y eso... qué-... ¿Qué quiere decir eso? – la presencia cada vez más insistente de Jimin detrás de él y contra su cuerpo le hacía difícil la tarea de concentrarse en lo que quería saber.
- En algún momento moriremos, así que hay que vivir como si fuese nuestro último día. Sin arrepentimientos y sin contenernos – Notó que los labios de Jimin formaron una sonrisa contra su piel – Jungkookie... ¿Cuántas veces has rezado y sentido real consuelo en ello?
Jimin acarició su cabello de la nuca con su nariz, inhalando y sintiendo el aroma de Jungkook, llenándose con su esencia y sintiendo cómo le recorría el cuerpo sólo con esa bocanada de oxígeno perfumado exquisitamente.
Jungkook sintió eso, sintió el cuerpo de Jimin estremecerse y también el miembro duro detrás suyo. Tenía que concentrarse en la pregunta, pero costaba una enormidad.
- ¿Pocas? – susurró en su oído. Jungkook sólo pudo asentir con un leve movimiento de su cabeza. Había cerrado los ojos, dejándose sentir – Me has confesado otras veces... que nada de eso te ha hecho sentir mejor. Es porque eso no es para ti, no es lo que necesitas. Debes estar cansado... cansado de intentar y que siempre sea lo mismo.
Jimin sintió el cuerpo de Jungkook temblar, pero entendió que esta vez no era por él sino por el dolor que despertaban sus palabras. Abrazo su cintura con sus brazos, y descansó su mentón sobre la curvatura de su hombro.
Jungkook no era transparente, sólo lo era frente a Jimin, sólo en su presencia y eso era lo que el mayor quería ver. Su vulnerabilidad, que se dejara ver en todo su esplendor y ese dolor y rencor tan humano que volvía a Jungkook real y no un simple muñeco con sentimientos controlados y falsos como lo eran los que pensaban que Dios hacía todo por una razón. Falsos porque se tragaban el dolor aceptando algo que ni si quiera se sentía bien en el fondo de sus corazones.
- Te has cansado de rezar y sentirte vacío - ojos nuevamente con una lágrima cayendo por ello y resbalando en su mejilla desamparada. Su pecho tembló, pero la simple presencia de Jimin fue un consuelo, un sostén suficiente para permitirse llorar sin sentir que podía ser tragado por su angustia y desaparecer - Has pasado por demasiadas cosas tú sólo... Jungkookie...
Y lloró aún más.
Era todo lo que quería.
Era todo lo que había deseado escuchar en mucho tiempo, en esos años que su corazón se rompió por su madre, en todo ese tiempo que sintió que nadie podría entenderle, que su tristeza prolongada y continuo duelo le había sumido en una depresión que al parecer no era digna de ser tomada en serio por quienes le rodeaban.
Pero Jimin le había visto, una vez más.
Jimin siempre parecía verle. Entre todo el tumulto de gente, Jimin le veía.
¿Tan difícil había sido para los demás ver que él sólo necesitaba compañía? Alguien que le entendiese todo ese dolor y le dijera que estaba bien que llorara y no pudiese sonreír. ¿Tan difícil era darle un abrazo? ¿Algo de afecto?
No iba a mendigar, no iba a rogar por él, pero se sentía tan solo. Y en ese instante donde esos brazos le envolvían, y el calor ajeno le atravesaba el cuerpo, sentía como si tuviese una red debajo que no le permitía caer y destrozarse contra el duro y frío suelo.
- ¿Cómo puedes saber que siento todo eso? – se volteó, desesperado por mirar a Jimin a los ojos, por ver su rostro, por saber que no era su imaginación que había retratado a una persona para consolarse.
- Porque sé lo que es perder a alguien importante sin esperártelo.
Jungkook se sintió triste, lastimado por la idea de que Jimin comprendiera su dolor, pero incluso así, quizás egoístamente, le consolaba saber que podía comprenderle. Se dio cuenta que nunca había reparado en preguntarle sobre ello.
- Ella... tu madre, ¿Por qué enfermó?
- Cáncer. Fue bastante doloroso ver cómo había cambiado en el último tiempo de vida. Ella simplemente no era la misma. Sus ojos estaban apagados, su rostro cansado y apenas hablaba. Mi padre siempre intentaba hablar con ella, pero no quería hablar. Se peleaban mucho, ya no éramos la familia que solíamos ser, algo se había roto entre ellos. Ella estaba muy deprimida, podrás imaginarte.
- No es para menos... - se compadeció por la situación. Habría sido terrible para todos – Ella... ¿No pudo mejorar?
- No, su cáncer no tenía vuelta atrás según mi papá. Simplemente un día dejó de estar en casa cuando yo volví del colegio. Mi padre me dijo que la habían internado. Fue muy duro porque a los dos días ella falleció. Mi padre no me dejaba ir al hospital. Nunca pude despedirme de ella.
Jungkook abrió sus ojos al mismo tiempo que su boca, se había quedado helado.
Jimin había perdido la oportunidad de despedirse y quizás decirle algo por última vez. Él comprendía tan bien ese sentimiento horriblemente desgarrador de que le quitasen a alguien tan importante de un momento a otro sin dar más opción.
- Es muy triste no poder despedirse...
- Pero sé que ella querría que yo no me lamentase por eso, que fuera fuerte. Así como tu mamá también lo hubiese querido.
- Sí, tienes razón – concordó, sonriendo un poco.
Al final, no estaba tan solo como había pensado, ¿quién hubiera pensado que tendría la esperanza de entenderse con alguien? Era un privilegio tenerlo. Y así se sintió, privilegiado.
Caminó hacia la pared, mirando una vez más los papeles pegados y encastrados como collage.
Se volteó y apoyó su espalda contra la pared para mirar a Jimin a los ojos. Éste le miraba y parecía que estudiaba cada movimiento, y él volvía a sentirse privilegiado. Privilegiado por ser comprendido, por ser escuchado, y porque alguien como Jimin gustaba de él.
Si besar a Jimin era un pecado, si gustar de un chico lo era, entonces no sabía que pecar podía sentirse tan bien.
¿Qué le había dado la iglesia a cambio de su devoción? Nada. Nada en comparación a lo que aquel chico de cabellos anaranjados le había dado.
Tras su silencio, el mayor se acercó a él con una sonrisa y sostuvo sus manos, levantándolas lentamente y presionándolas contra la pared arriba de su cabeza.
- Jimin... - jadeó en un llamado débil por sentir los labios contrarios contra la comisura de su labio – Quiero unirme. Quiero ser parte.
Jimin se separó unos centímetros para verle bien. Se le quedó mirando y el brillo de determinación en la negrura de los ojos del menor le hizo sonreír. Le gustaba ver cómo la seguridad en él aumentaba con el paso del tiempo, pero más le gustaba lo que escuchaba.
No había nada que él quisiera más que Jungkook dentro de su mundo, dispuesto a conocerlo e indagar en él. Era feliz y se sentía un triunfador cada que alguien aceptaba querer entrar a Alpha chi lambda, pero con Jungkook se sintió aún más emocionado.
Quería que Jungkook viese lo maravilloso que era entregarse a alguien, en cuerpo y mente, entregar todo con la seguridad de que estaría en buenas manos. Entregar todo a algo que era mucho más poderoso que cualquier otra cosa.
Jimin le asintió sin poder borrar su sonrisa llena de gusto, le besó suavemente y a pesar de que Jungkook quería más de ello, él delimitó que era mejor que ambos durmieran antes que se iniciara el amanecer.
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