11. Desequilibrante

Jungkook podía asegurar que era incapaz de establecer relaciones con la gente, de comunicarse cómodamente sin que una vocecita en su cabeza le estuviese saboteando.

"No digas eso, es raro", "Al menos haz un esfuerzo en sonreír, eres un apático", eran de las frases más frecuentes.

"Patético", "Aburrido", "Poca cosa".

No eran las intenciones reales del pelinegro hacerse eso a sí mismo, pero era simplemente como si un cassette se reprodujera sin parar. 

El concepto que tenía sobre su persona era fatídico, casi como si fuese el mismísimo jorobado de Notre Dame, sintiendo vergüenza, no encontrándole sentido a querer integrarse en la sociedad.

"Eres demasiado aburrido, nadie va a fijarse en ti". Se repetía miles de veces.

Pero Jimin sí se había fijado en él.

- Or... orgi- se le atascaron las sílabas en la boca.

- Orgías – repitió en voz alta Jimin, mientras comía unas papas fritas sentado sobre el mármol grisáceo de la encimera, conversando una de tantas noches en la cocina. Jungkook estaba sentado sobre el mármol de la isla justo frente a él – Sexo con varias personas.

- Sí, sé lo que es... - aclaró sintiéndose algo tenso.

Había leído sobre eso, aunque no en profundidad, pero sabía que era un tipo de práctica sexual bastante popular.

Se mordió el labio, un poco nervioso. Imaginarse a Jimin de esa manera con varias personas era algo serio, algo que nunca pensó si quiera se asomaría por una esquina de su cerebro, pero ahora que el chico le había confesado eso ya no podía evitar que la videograbadora en su cabeza reprodujera aquella película.

- Y... ¿lo haces siempre que te vas de noche? – inquirió con cautela, intentando quitarse la vergüenza que sentía y mantener la fluidez de la conversación como siempre.

- Sí, aunque no siempre van los mismos, a veces somos menos.

- ¿Hombres y mujeres?

- Hombres y mujeres - afirmó.

- ¿Y qué tiene de diferente con el sexo normal?

- Define normal – le sonrió divertido y el menor suspiró.

- No lo sé, sexo sólo entre dos personas, supongo.

- Bueno, es mucho más excitante. En vez de tener un par de manos tocándote, tienes varios. Varias bocas, varias lenguas, varios coños, varias pollas...

El cerebro del menor se congeló por un minuto. Su mirada se perdió, su boca permaneció semiabierta y Jimin se carcajeó tanto que casi cayó de la encimera.

- A preguntas descaradas respuestas descaradas, Jungkookie – canturreó muy entretenido por las mejillas rojas como tomate del pelinegro – Sigue preguntando, te diré todo lo que quieras saber – se inclinó hacia atrás con las manos sobre la superficie fría del mármol y miró a Jungkook con el mentón alzado, confiado y satisfecho de tener toda la curiosidad del menor dedicada a él – Lo más guarro que se te cruce por la cabeza, puedes preguntármelo.

El menor apretó sus labios mientras sentía su pulso elevarse. Jimin realmente no tenía problemas de hablar del tema.

La realidad era, que a pesar de la vergüenza y la timidez, Jungkook sí quería saber. Cada vez la curiosidad era mayor, sus ganas por escuchar lo que Jimin tenía para decir cada vez se encendían más. Y últimamente solían charlar tanto que ya había cierta confianza entre ambos.

Jimin hablaba abiertamente de su sexualidad y su intimidad. Y Jungkook quería saberlo todo.

Y es que, ¿Por qué debería avergonzarse y no hablar de ello?

Jimin parecía disfrutarlo, disfrutaba de ver sus reacciones y de hablarle de cosas que sabía le impactaban. Además, emanaba orgullo y confianza en sí mismo.

Jungkook también quería obtener una reacción, la que fuera.

- Cuando lo haces con un hombre... ¿Recibes... o das?

Intentó mantenerse lo más inmutable posible, como si fuera capaz de controlar si se ruborizaba hasta las orejas.

Al principio el pelinaranja no hizo ninguna mueca, parecía haber querido observar qué expresión hacía Jungkook al haber saltado a la piscina de esa manera, pero no vio nada, sólo un brillo de intriga en sus ojos.

Sonrió con satisfacción y relamió sus labios antes de hablar.

- Ambas, porque hacer sólo una sería un desperdicio – se rió.

Jungkook asintió en respuesta y mordió su labio. Lo que Jimin le había dicho no le había sorprendido, de hecho, había sido un tanto predecible. Pudo saber de esa manera que cada vez comprendía mejor cómo Jimin pensaba, y las cosas que le gustaban.

Luego de haber estado leyendo aquel libro en la biblioteca él había logrado incursionar en muchísimos aspectos de la sexualidad del ser humano, por lo que sus pensamientos habían estado suficientemente empapados de contenido sexual.

Si su padre lo supiera le mandaría a algún convento para que enfriara sus pensamientos, e incluso él mismo pensaba que quería ir a uno. A veces sentía que el calor era demasiado, que una llama se extendía en su cuerpo y quería apagarla y no sabía cómo.

Jungkook nunca pensó que existiría esa inquietud dentro de él, se sentía raro, como si sólo ahora su cuerpo pudiese responder a los pensamientos sexuales.

A él le preocupaba un tanto la situación, porque en realidad no es que tuviera intereses sexuales como tales, sólo era curioso y quería saber lo que las personas sentían, qué era eso tan maravilloso que veían en el sexo. Pero poco a poco, su interés personal en ello crecía.

Además, cada vez que leía algo relacionado al tema, Jimin venía a su mente y todas las imágenes que surgían por la lectura eran protagonizadas por el pelinaranja.

Y eso le preocupó. Demasiado.

Pero a pesar de que su cabeza le jugaba malas pasadas, disfrutaba de la confianza que había comenzado a forjarse entre él y Jimin. Sentía que tenía un punto a su favor, había logrado derribar muchos miedos gracias al pelinaranja, a sus palabras de aliento, siempre diciéndole que era mejor de lo que él mismo pensaba.

Jungkook sentía que cada paso que daba le brindaba algo más de identidad, aquello le había traído la confianza suficiente en sí mismo para abrirse a sus compañeros de fraternidad cada vez más, formando un bonito lazo con todos. No era sólo Jimin quien se interesaba en él, sino también el resto.

Habían pasado ya tres meses de convivencia, y aunque tenía mucho que mejorar, ya sentía que su vida comenzaba a volverse más suya.

"Sólo haz lo que sientas que quieras hacer. No dudes de lo que sientas ni de lo que pienses. Aduéñate de ello. Es tuyo". Era algo que Jimin le había dicho, y había sido altamente significativo para él.

El pelinaranja cada vez le conocía un poco más, y no sólo se interesaba en su bienestar, sino también en escucharle. Era todo lo que él necesitaba, noches de charlas interminables con la atención de una persona hacia él. Algo especial, algo bonito.

Algo de afecto.

Una noche, en una de las fiestas que Alpha chi lambda se había montado luego de otro exitoso partido de baseball, el menor había estado bastante ocupado ayudando con los preparativos las dos horas pasadas y cuando fue el momento de tomar algo había vuelto a recurrir a su compañero de habitación.

Jimin hablaba con la gente con la misma holgadez que le hablaría a un mejor amigo, distendido y divertido. Todo el mundo le prestaba atención y buscaba hablar con él.

Jimin le miró con una gran sonrisa cuando le vio aproximarse a la mesa, y él sonrió tímidamente, cohibido por los ojos sonrientes y brillantes de su hyung, quien no tardó en prepararle una bebida deliciosa.

Jungkook mentiría si dijera que no estaba haciendo un gran esfuerzo para no sonreír. Cuando se daba cuenta de ello suspiraba y negaba con la cabeza un poco para no ser tan evidente de que la sonrisa del mayor se le pegaba.

Vio cómo Jimin mojaba el borde del vaso en agua y luego en azúcar, pegándose esta y dejándole un borde que parecía nevado. Puso hielo, el vodka, jugo de Maracuyá y por último una rodaja de lima.

Extendió su brazo y Jungkook ya sentía su boca haciéndose agua en anticipación.

Sorbió del borde y sintió todo el sabor llenarle la boca. Era delicioso.

Soltó un sonido de aprobación mientras saboreaba y Jimin rió enternecido. A Jungkook le quedó parte del azúcar en sus labios y los ojos del mayor no lo pasaron por alto. Escondió un jadeo pesado con una risa ronca y pasó su pulgar por el labio superior de Jungkook, quitando el azúcar de ellos y luego chupando su dedo para saborear el dulce.

Los ojos del menor se congelaron en el gesto y rápidamente procuró relamer sus labios para dejarlos libres de cualquier rastro de azúcar.

Para lo que siguió de la fiesta, Jungkook había sido llamado para jugar un juego con algunos de los mayores. Onew y Key se habían propuesto explicarle de qué iba el juego con aquella pelotita de ping-pong en sus manos.

Era simple, en su turno sólo tenía que encestar la pelotita en alguno de los vasos que contenía alcohol sobre una de las mesas, y su contrincante, en este caso Key, debía beberse todo el contenido del vaso.

El juego le pareció divertido, aunque bastante desafiante. No tenía mucha confianza con los mayores, pero se animó cuando Jimin se acercó.

- Hey, ¿nadie les enseñó a no aprovecharse de los menores? – la voz de Jimin hizo a Jungkook girarse inmediatamente en su dirección para verle retando con su mirada a sus compañeros – Tengan piedad con él – se puso a su lado y apretó la pelotita de ping-pong en su mano cuando Jimin posó su mano caliente en el dorso de su cuello, masajeándole amistosamente.

- Estamos seguros de que Kookie lo hará bien, no exageres Chim-Chim – se excusó Onew, riendo junto a Key. Jimin sabía que aquellos dos tenían demasiada buena puntería, eran jugadores de básket, así que no era para menos.

Jimin tomó la pelotita de la mano del menor y no dudó un segundo en lanzarla y encestar limpiamente en uno de los vasos de Key. El mayor miró la pelotita embebida en alcohol en frente suyo y rió.

- Te la dejo pasar sólo porque es un principiante, pero no te metas mucho, Chim – Key le apuntó con el dedo en advertencia haciendo reír al pelinaranja - ¿No confías en tu compañero de cuarto? – cuestionó petulante mientras sacaba la pelotita de su vaso y tomaba todo el alcohol de este de un solo sorbo.

- Oh, claro que confío – giró su rostro al susodicho y le guiñó el ojo – Jungkookie es más capaz de lo que él cree.

El menor sintió que podía respirar mejor cuando Jimin alejó sus manos de su cuello, había comenzado a sentirse más nervioso. Pensaba que se había acostumbrado, pero por momentos reaccionaba como si la piel del contrario hirviera.

El juego fue mejor de lo que él hubiese esperado, era divertido, pero el problema era que a medida que bebía alcohol, su puntería se volvía peor.

Y, por el contrario, Key no fallaba ni una sola vez.

- Maldición... - espetó. Bebió el alcohol de aquel vaso, arrugando por completo su nariz y apretando sus ojos con disgusto. Ya era el quinto que tomaba y aun así sabía que tenía que agradecer que no estaban llenos o tendría el pase seguro al coma alcohólico.

Jimin no se había movido de su lado, le había ayudado a que encontrase el ángulo perfecto para lanzar la pequeña esfera. Le movía de un lado a otro, le hacía inclinarse hacia atrás y hacia adelante. Jungkook hasta se había quejado.

- Voy a marearme y a vomitar si sigues... - advirtió con una mueca, haciendo reír a su mayor y dándole más razones para seguir molestándole.

En un punto, Jimin se vio obligado a intervenir y beber él mismo en lugar del pelinegro para salvar su hígado.

- No bebas más, o si no tendré que hacer de niñero hoy – se quejó con algo de gracia al ver que Jungkook tenía sus mejillas rojas y sus labios fruncidos.

Eso decía él, pero el menor no creía que su hyung fuera precisamente bueno en eso.

Más allá de todo se divirtió mucho jugando y haciendo bromas con sus compañeros.

Estaba bastante suelto hasta el momento donde el pelinaranja le tomó disimuladamente de la cintura y le acercó para susúrrale en el oído con su aliento cálido. "Qué lindo eres".

Para Jungkook eso se sintió como caer en paracaídas, un vacío se le hizo en el estómago. La piel de gallina en todo su cuerpo había sido inevitable.

Lo único que pudo hacer fue sonreír con timidez, sin querer encontrar la mirada de Jimin, aquellos ojos tan persecutores y demandantes de contacto visual.

Fue sólo al rato de eso que Jimin le ofreció llevarse dos tragos con ellos y escabullirse a su habitación sin que nadie notara luego su ausencia. Fue abierto con su deseo de estar conversando con él en un lugar tranquilo, sin música y gente que les interrumpiesen, y qué mejor lugar que su acogedora recámara.

El menor aceptó la propuesta. Sentía una extraña necesidad de hablar con él, de estar cerca y pasarla tan bien como siempre que conversaban. No quería que estuviese lleno de gente a su alrededor, quería que ambos pudiesen hablar sin filtro, porque era de esa manera que Jungkook se sentía especial.

La habitación tenía ese tinte azulado por la oscuridad de la noche y las luces blancas de la calle atravesando las ventanas.

Siempre solían sentarse en la alfombra del suelo y apoyar sus espaldas contra la cama del menor, estaban cómodos así, de vez en cuando reposaban sus cabezas contra la esponjosa textura del colchón.

Ambos tenían suficiente alcohol encima como para reírse de tonterías que les salían al hablar de cosas sin sentido.

Entre charlas y risas, a Jungkook jamás se le pasaba por alto la mirada de Jimin, tan atenta a él, a sus gestos, a sus facciones, ni tampoco cómo acariciaba su cabello constantemente. Enredaba sus dedos en sus hebras pelinegras, se lo peinaba enterrando sus dedos y los deslizaba hacia las puntas con la delicadeza de una pluma, igual que cuando le acariciaba la mejilla.

El color carmín de los pómulos de Jungkook tenía al mayor fascinado, no recordaba que nadie se ruborizase por su tacto alguna vez. Le parecía tan puro e inocente, no podía evitar querer repetir esas acciones para producir más de esa reacción tan irresistible. Él sabía que el menor era especial desde el primer momento que lo vio, que le inspeccionó justo en aquella habitación. Más se dio cuenta de ello cuando le conoció mejor, y a esa altura sentía que era un terreno boscoso donde quería adentrarse aún más, porque ese brillo de inocencia era algo que nunca había visto, menos en su propia persona.

- ¿Había alguna de las personas con las que te ves por las noches allá abajo? – preguntó mientras dejaba su vaso a un costado, junto al de su hyung. Él había estado mirando hacia todos lados y especialmente a las personas con las que Jimin hablaba para poder hallar indicios de quiénes eran los que compartían intimidad con él.

- Sí, algunos han venido.

- ¿Y no es incómodo hablar con ellos si luego tienen sexo? – juntó sus rodillas contra su pecho, abrazando sus piernas con un brazo mientras que con una mano se mordía la pielcita del pulgar. Jimin hizo un gesto en negación con su cabeza.

- No, ¿por qué lo sería?

- Bueno... creo que sería vergonzoso para mí - bajó sus ojos mirando sus pies cruzados.

- Hay confianza entre nosotros, justamente por eso lo hacemos. Cuando nos vemos no hay nada que no le hayamos mostrado al otro. Además, te acostumbras – sonrió – Se trata de derrumbar barreras entre las personas, pero también en nosotros mismos, prejuicios y miedos, cosas que nos hacen sentirnos inseguros. Por eso es importante. Cuando nos mostramos por completo al otro, no hay nada que pueda ir más allá de esa confianza.

Asintió y apoyó su cabeza ladeada contra el colchón. Miró a Jimin y se mordió el labio, pensando en todo y a la vez en nada.

- ¿Sabes que cada vez que te muerdes el labio me pones nervioso?

- ¿Nervioso? – preguntó soltando una risita – Tú nunca te pones nervioso – aseguró.

Le causó gracia pensar en el mayor de esa manera, para él era prácticamente imposible. Jimin andaba por la vida como un acróbata sobre la cuerda floja, sin miedo a nada incluso a metros de distancia del suelo. Era como si supiera que nunca iba a fallar. De alguna manera no parecía humano.

Era admirable.

- Oh, te sorprenderías de saber que sí me pongo nervioso... porque me desestabilizas... - murmuró acortando la distancia entre sus cuerpos y conectando con más fuerza sus miradas. La sonrisa ladeada captaba los ojos de Jungkook como imanes y luego los dejaba ir por segundos para volver a ver sus ojos café – me haces estar al borde de perder el control – las palabras impulsaron al menor a volver a aprisionar su labio inferior entre sus dientes por unos segundos donde Jimin respiró pausadamente mientras su mirada se volvía más pesada.

- ¿Y qué pasaría... si pierdes el control?

- Te besaría - dijo sin tapujos - Tanto hasta dejarte los labios hinchados. Y como te dije una vez, hasta borrar ese lunar tuyo – sus ojos se dirigieron a la pequeña marca que sólo aumentaba el aura inocente de Jungkook.

Sólo probar. Sólo quiero probar cómo se siente.

Los deseos de Jimin se elevaban en el interior de su pecho.

Un beso. Uno solo y eso será todo. Un beso para saber a qué sabe, un beso para calmar esta inquietud. Un beso y prometo no tomar más de lo que me corresponde. 

Jungkook se quedó inmóvil, viendo cómo Jimin parecía haberse perdido, con sus ojos desenfocados, pero inclinados a su boca.

¿Tanto quería besarle? Era él el que se sentía desequilibrado en ese instante por las palabras del mayor y por las imágenes que se pintaron nítidamente como obra de su imaginación tan rigurosa. Sólo eso había sido suficiente para quitarle el aire y tensarle todo el cuerpo. Entonces no quería imaginar lo que un beso de Jimin podía causarle realmente.

Sintió vergüenza de ser tan inexperto que incluso la idea de un simple beso le hacía perder la cabeza. Jimin había besado a tantas personas y él no había besado ni a una.

Los nervios se arremolinaron en su pecho y giró su rostro hacia el frente, queriendo tomarse un tiempo para pensar en esa ansiedad que parecía estar devorando su interior, asimilando el hecho de lo mucho que Jimin quería apoderarse de su boca.

Sus bocas, juntas. Sus respiraciones, sus labios tocándose, sus lenguas masajeándose. Eso quería su hyung.

Y entonces sintió los labios del mayor contra su mejilla, sedosos, cálidos y justamente desequilibrantes.

Cerró sus ojos y pasó saliva. Supo que ya no tenía escapatoria.

Jimin tampoco la tenía.




* * *

Se viene el primer beso de estos dos 🎉 En mis otras historias nunca se tardaron tanto (? Pero acá se va a venir un período de experimentación. Jungkook va a vivir muchas cosas por primera vez ✨

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