10. El significado de la guerra
Jimin apretó sus labios con fuerza y sintió un calor desagradable expandirse por su cuello hasta su cabeza. Clavó sus uñas en sus palmas por lo apretados que se volvieron sus puños.
Dejó su mochila a un lado en el pasillo del hall y caminó hacia la sala. No podía creer que estaba viendo a Sungwoon sentado en el sillón de su casa y, para rematarla, hablando con Jungkook.
El chico le sonrió y él tuvo que reprimir sus ganas de fruncir la nariz como perro rabioso.
- Hola, Jimin – le saludó con tono cálido y una sonrisa que para Jimin sonaba enormemente irritable. Jungkook miró a Sungwoon y notó la forma en la que le miraba, como si hubiera esperado toda una vida por ver a Jimin en ese momento.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- ¿Ves, Jungkook? Así es como trata al resto después – soltó en una queja pero sonando divertido. El comentario molestó a Jimin más de lo que ya estaba por lo que bufó sin ánimos de seguirle el juego.
- Vamos arriba a hablar - decretó secamente. No tenía alternativa después de todo.
No reparó en mirar a los dos chicos ni una vez más, sólo subió las escaleras, oyendo que Sungwoon le seguía al compás de sus pasos.
Jimin giró en dirección al pasillo que dirigía a su habitación y en cuando estuvo cerca de la puerta se volteó y tomó a Sungwoon de la ropa, con la furia llenándole, para estampar su espalda contra la pared con fuerza.
- ¿Qué haces aquí? ¿Qué le has dicho a Jungkook?
- No le dije nada – fingió con inocencia, alzando sus manos.
- No te hagas el tonto ¿Qué hablaste con él?
- Sólo le dije que tienes mal genio, y que sólo le tratas bien porque es nuevo.
- ¿Qué demonios está mal contigo? – su voz ronca salió entre dientes y apretó aún más fuerte sus puños contra el torso y la ropa de Sungwoon – No tengo mal genio, tú eres quien me sacas de las casillas. Y no metas a Jungkook en esto.
- ¿Te saco de tus casillas como también lo hizo Mingyu?
Jimin sintió aquello como un golpe demasiado sucio pero astuto, el chico sabía dónde atacar seco y directo.
Soltó el aire por su nariz, apretando sus labios y tragándose los mil insultos que le hubiera lanzado al chico justo allí mismo, no quería darle el gusto de reaccionar a sus provocaciones. Debía controlarse, así que no respondió.
- En fin, ¿Qué hay con ese chico Jungkook? ¿Es un iniciado?
- No, él aún no lo es.
- Oh, comprendo. Entonces sí estoy en lo correcto – sonrió para mofarse - ¿En qué etapa estás? ¿En aquella donde le dices que si se une ambos serán cercanos? ¿Le dices que habrá más confianza y que si se entrega tendrán un lazo inquebrantable?
- Eso se lo decimos a todos, Sungwoon. Es parte de todas nuestras iniciaciones – le recordó entre dientes, no gustandole el tono de acusación del contrario.
- ¿El follar también? ¿Le estás haciendo creer que es especial? ¿Que realmente tiene una oportunidad contigo? – se le acercó aún más al rostro - ¿Ya te lo has follado?
- No tienes ni idea de lo que dices... - negó con la cabeza sintiendo que la paciencia en su ser flaqueaba – Yo no pongo las reglas, Sungwoon. Alpha chi lambda es así desde antes que mis padres nacieran. Las cosas que te dije son las mismas que me han dicho a mí cuando me iniciaron, así que no te atrevas a decir que yo te he mentido o traicionado porque eres un maldito hipócrita que creyó que había algo más entre nosotros cuando yo sólo quería ayudarte, porque pensé que esto era lo que necesitabas.
- Lo único que necesito es a ti.
Jimin no aguantó más. Soltó a Sungwoon y se alejó de él, masajeando con sus dedos su frente, recapitulando todo por dentro, se cuestionaba por qué había tenido que suceder eso si se suponía Sungwoon tenía claro lo que estaba haciendo. "Por qué y para qué".
- Respóndeme, ¿te lo has follado?
- Eso no le incumbe a un recién iniciado como tú - respondió tajante, siendo claro en que no soltaría ni una sola palabra más en vano por ese chico.
Jimin no quería que Sungwoon siguiera haciendo preguntas al respecto, se estaba metiendo en un terreno al que no le convenía hurgar con su nariz. Realmente no era su asunto, porque en ese momento notaba que en realidad nunca había estado listo, él no pertenecía ahí si no podía seguir unas simples reglas, y Jimin sentía que había sido su culpa por no notar las verdaderas intenciones de Sungwoon.
Le hubiera dicho que Jungkook era virgen, lo hubiera hecho si se trataba de cualquier hermano en quien pudiera confiar, pero no Sungwoon. Esa no era informacion que él tuviera que saber. Evidentemente había fallado en confiar en él.
- Sabías lo que hacías, sabías el compromiso que estabas tomando y aun así tomaste todo esto como un juego. Te advertí cómo eran las reglas. Has roto nuestra confianza. Yo ya no confío en ti ahora.
- Tú nunca confiaste en mí...
- Sí lo hacía, pero esto ya me ha quitado toda la fe en ti. Me hiciste creer que pensábamos igual, que estabas en esto con todos nosotros. Me mentiste para conseguir lo que querías.
- Estás dando vuelta mis palabras, Jimin... - Sungwoon negó, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas – Tú me dijiste que era especial...
- Tú lo malinterpretaste, maldición – volvió a acercarse – Esto es un fraude a Tamon y hacia tus hermanos. Ya no estás en posición de exigir nada.
- ¿Pondrás a Tamon como excusa? – le cuestionó y suspiró resignado. Alzó sus manos y acarició el cuello de Jimin – Yo sólo quiero que veas que estoy dispuesto a ser lo que tú quieras...
Para aquel instante, hacía sólo un minuto Jungkook había subido las escaleras y al ver a ambos hablando se había escondido detrás de la pared, justo a la vuelta del pasillo donde no podía ser visto.
Lo que había llegado a oír era sólo una parte del iceberg. Él no podía comprender de qué hablaban y no había sido su intención el terminar escuchando cosas que no debía. Era una disputa privada, pero por más que no era digno de él, le tomó algunos minutos que la intriga le carcomiese lo suficiente como para que sus pies se movieran y terminara escuchando a escondidas parte de la discusión.
Jimin sonaba enojado y Sungwoon al parecer le estaba reclamando cosas que Jungkook no comprendía del todo cuál era el origen de tales reclamos. No entendía cuálers el conflicto entre ambos, ni tampoco sabía quién era Tamon, aunque ya lo había oído antes.
Tampoco entendía por qué Sungwoon perseguía a Jimin, ni tampoco las cosas confusas que le había dicho al estar solos en la planta baja.
Sin embargo, aunque había demasiado allí por comprender, las últimas palabras del pelinegro quedaron estancadas en su cabeza.
Fue entonces que Jungkook se inclinó un poco y observó, por el borde de aquella esquina donde estaba escondido, cómo Sungwoon rodeaba sus brazos en el cuello de Jimin y comenzaba a besarle.
Las mejillas de Jungkook se sintieron calientes de repente y su corazón empezó a latir muy rápido. Sintió un gran nerviosismo y nuevamente esa sensación de estar viendo algo intimo, como cuando había visto a Kai y Taemin juntos.
No obstante, no podía dejar de mirar, no podía dejar de ver cómo los labios de ese chico se movían sobre los de Jimin, cómo sacaba un poco su lengua y la metía en su boca. Le tomó del rostro acercándole aún más. Jimin parecía no querer ceder.
La mente del menor se había quedado en blanco.
Se le secó la garganta y pegó un respingo cuando Jimin empujó al chico alejándolo de sí mismo, respirando con brusquedad.
- Vete de aquí y no vuelvas. No quiero verte hasta que vuelvas del campamento – dijo alejándose del pelinegro y limpiándose a penas con su mano los restos de saliva en sus labios.
- ¿Me estás enviando a purgarme?
- Sí, tú te lo has buscado. Esto se acabó, Sugnwoon.
Sungwoon lo miró con seriedad y enojo, pero no tuvo más palabras que decir a su favor, si continuaba Jimin iba a ponerse aún más difícil.
Jungkook se dio cuenta que era el momento de salir de allí para que no notaran que había estado espiando.
Se apuró a meterse en el otro pasillo y vio cómo Sungwoon bajaba las escaleras a pasos rápidos, y seguido de ello oyó el estruendo de las puertas del frente al cerrarse.
Sólo allí decidió salir de su escondite y caminar hacia su habitación, encontrándose a Jimin apoyado contra la pared con una expresión conflictuada.
Jimin levantó su mirada y lo observó por unos segundos. Pudo ver que tenía los labios rojos por el beso que le había dado el otro chico. Se animó a acercarse hacia donde estaba él. Su mirada le decía que estaba aún enojado y afectado por aquella discusión.
Jungkook pensó en que era normal porque al parecer el chico le había mentido, según lo que había oído, y para haberse besado estaba seguro que había algo entre ellos. Definitivamente era algo de eso.
- ¿Él es... tu pareja? – preguntó para romper el silencio.
- ¿Qué? – Jimin frunció el entrecejo y arrugó la nariz – No, no lo es – dijo rotundo. Jungkook apretó sus labios cabizbajo - ¿Oíste algo? – arqueó una ceja.
- ¿Qué? N-no... no oí nada – Jimin se le acercó peligrosamente, mirándole a los ojos, pero él bajó su mirada a sus labios. Labios rojos e hinchados – Él... él te... besó.
- ¿Nos viste? – su voz fue grave y el pelinegro elevó su mirada hacia sus ojos intimidantes.
- No quise...
- Ah, Jungkookie... algún día verás cosas que no querrás recordar por andar de fisgón – soltó una risa burlona – Como ver a tus compañeros follar – dijo haciendo mención de aquella vez que Jungkook recordaba a la perfección.
Él quedó sin palabras, sintiéndose avergonzado porque le hubiera recordado eso en voz alta, por dejarle expuesto de tal manera. Pero Jimin sonrió ampliamente, pareciendo como si su enojo se hubiese esfumado en segundos.
- No es malo mirar, Jungkook – dijo despacio – Algo que me excita mucho es mirar mientras otros lo hacen, pero... ¿Qué hay de ti? – inquirió con una ceja alzada y se le acercó más. Jungkook sintió que no podía respirar a medida que se le acercaba más y más y él intentaba dar pasos hacia atrás para mantener una distancia prudente – No creo que seas así... más bien parecías asustado mientras veías a mis amigos haciéndolo... - acarició su cabello con su mano suavemente y luego pasó a sus mejillas sonrosadas – No te avergüences por haberles visto.
- Si... si no es tu pareja... ¿Por qué te besó? – Jungkook no sabía por qué sus palabras salían tan pesadas y respirar parecía también costarle.
- ¿Por qué quieres saber?
- Sólo... es curiosidad...
- Porque gusta de mí, pero a mí no me gusta él – suspiró – No le hagas caso a lo que te diga, es un asunto mío y de él.
- Él... ¿te... gusta? – a Jungkook le dolía la cabeza. Parpadeó mirando a Jimin, pero sus párpados pesaban demasiado.
El mayor le miró con extrañeza, preguntándose por qué le seguía cuestionando sobre lo mismo.
- Acabo de decirlo. No, no me gusta él – reafirmó. Jungkook iba a responder, pero no pudo, sus ojos a penas podían mantenerse abiertos y su cabeza comenzaba a sentirse extraña - ¿Jungkook? – frunció el entrecejo. El pelinegro se veía más pálido de lo normal, pero lo que más le llamó la atención fue su mirada ida y sus labios sin color.
Sólo fue una cuestión de segundos para que Jungkook se desmayara, perdiendo la consciencia por completo.
Despertó luego de unos minutos, tendido en su cama. Se sintió mareado y confundido apenas despertó, pero inmediatamente sus compañeros a su lado se acercaron a él.
- Tranquilo, Kookie, no pasa nada – dijo Ten apoyando su mano en el hombro del pelinegro, quien había hecho ademán de levantarse algo brusco, pero volvió a quedarse quieto sobre el colchón.
- ¿Qué sucedió? – preguntó masajeándose la cabeza. Pudo ver que estaban allí Jimin, Taehyung y Hoseok, y además estaban acompañados de alguien más.
- Has tenido un desmayo, Jungkook – dijo el hombre que tenía ropa de doctor – Tus amigos me han llamado, estuviste inconsciente por más de cinco minutos. Soy doctor de la guardia de la universidad, me llamo Lee Dongsun – le extendió la mano e hizo una reverencia.
- Un gusto... - saludó recibiendo el apretón de manos.
- Jungkook, te haré una serie de preguntas rápidas para poder proseguir y ver si todo está en orden, ¿de acuerdo? – el menor asintió.
La vida universitaria no era sencilla. La presión de tener que prepararse para los exámenes había mantenido a Jungkook demasiado estresado, con su estómago sintiéndose enfermo por los nervios, sin dejarle espacio para alimentarse correctamente.
El doctor comprendió que aquello era algo bastante entendible, además, el menor llevaba dos meses lejos de su casa, adaptándose a una vida completamente independiente y eso requería un gasto adicional de energía.
Pero, por otro lado, su mente destellando pensamientos continuos sobre Jimin aumentaba su inquietud y su distracción. Sus dudas y su curiosidad respecto al mayor habían estado acaparando el suficiente lugar en su cerebro, abrumándole y quitándole tiempo para hacerse cargo de sí mismo. Ni si quiera había notado que no venía comiendo bien. Era demasiado descuidado.
Normalmente su padre era el que se encargaba de exigirle que no se saltara comidas y que tuviese una dieta balanceada. Vivir solo era complejo.
Claramente, todo aquello último se lo guardó para sí mismo y no se lo hizo saber a su doctor, mejor era resumir todo a una consecuencia del estrés y descuido.
El Dr. Lee le dejó algunas indicaciones, principalmente que comiera bien, tomara mucha agua, se acostara temprano e intentara dormir las ocho horas diarias. También le había dicho que le recomendaba comenzar algún entrenamiento físico o rutina de ejercicios porque eso le iba a ayudar a revitalizar las funciones de su cuerpo. Por último, sólo le dejó dicho que por lo que restara del día comiera algo y descansara, quedándose en cama.
Una vez que estuvo solo en su habitación, aprovechó la calma del ambiente para mantener sus ojos cerrados. Aún se sentía algo extraño luego de haber perdido la consciencia por lo que habían sido algo más de cinco minutos.
El ruido de la puerta le hizo abrir los ojos y mirar cómo Jimin entraba con un plato y un vaso de agua.
- Te traje el sándwitch que Ten te prometió – lo dejó sobre la mesa de noche y le tendió el vaso de agua. Jungkook tomó un poco para humedecer su garganta y lo apoyó sobre la mesa.
- Gracias.
- Realmente me sorprendiste desmayándote – rió un poco, negando con la cabeza y tomando asiento sobre el colchón de Jungkook, justo al lado de sus piernas – Debes tener cuidado y comer bien, no querrás que te suceda eso en medio de un examen.
El menor asintió, admitiendo que tenía razón. Tenía un semblante un tanto afligido y a Jimin le causó ternura, levantando su mano y acariciando el cabello de su nuca.
Jungkook se encontraba un tanto sensible en esos momentos, entonces suspiró relajado ante el tacto apacible.
El mayor se puso de pie, le sonrió y se alejó para sentarse en la cama, tomando un libro que había estado leyendo esos últimos días y acostándose en su cama.
El sándwich había estado delicioso, de cierta manera había despertado el hambre en su estómago y se lo terminó rápidamente.
Se sintió cómodo estando en la calidez de su cama, con las luces apagadas y sólo la pequeña luz de la mesa de noche de Jimin encendida. El ambiente era calmo y silencioso, era lo que necesitaba en ese momento.
La noche se había hecho presente, y luego de comer un poco de Ramyeon que su compañero de cuarto le había llevado, se dispuso a querer dormir, tapándose hasta el cuello con sus sábanas.
Se giró hacia su costado derecho, en dirección a la cama de Jimin y se mantuvo de esa manera mirando al pelinaranja, concentrado leyendo de aquel libro.
Parecía completamente impasible, sumido en la lectura sin percatarse de que estaba siendo observado desde hacía minutos. Últimamente Jungkook tenía la necesidad de romper los silencios en presencia de Jimin. Ya no se sentía extraño el querer comenzar una conversación, al menos no con él.
- ¿Qué estás leyendo? – le preguntó con una voz cautelosa y algo adormilada. Su hyung despegó la vista de su libro y giró su rostro para mirarle pensativo, pero al cabo de unos segundos le sonrió.
- ¿Alguna vez te has preguntado por qué existen las guerras?
A veces, Jungkook se preguntaba si las cosas que decía o preguntaba Jimin eran tan difíciles de interpretar o si era en realidad que él carecía de cierta capacidad. La pregunta le había confundido, exhaló el aire y frunció sus labios, sabía no podría encontrar una respuesta que fuera comparable con lo que fuese que Jimin sabía.
- Realmente, no lo sé. Supongo que los intereses políticos llevan a la gente a cometer locuras, a atentar contra otras personas.
- Lo dices como si fuese algo malo – esbozó una sonrisa confiada a la vez que alzaba una de sus cejas, esperando ver la reacción de Jungkook.
El menor le miró con duda, podía ver cierta intención por parte del otro, como si le estuviese poniendo a prueba. ¿A prueba de qué?
- Y según tú... ¿No lo es? – por primera vez, Jungkook se vio tan incrédulo y confundido que a Jimin se le escapó una risa.
- No es necesario verlo como algo malo. Pero hay cosas que son un mal necesario.
El pelinegro comprendía qué era eso, pero se le hacía difícil poder encontrar en su mente cómo algo tan masivamente destructivo como una guerra era un "mal necesario". Le interesaba saber el "por qué", el indagar en la idea y resolver la lógica detrás de las afirmaciones del mayor.
Así que simplemente esperó, escuchando con atención.
- Hay una parte de la ciencia que le encuentra el sentido biológico a las guerras. Hoy en día la sobrepoblación es un gran problema, no sólo para el medio ambiente sino también para nuestra propia especie. Así que, hay científicos que aseguran que las guerras sirven como un factor de control poblacional – hizo una pequeña pausa observando su libro.
>> Al punto donde hemos llegado, donde nuestra especie se ha expandido por rincones del mundo donde nunca debería haber existido, lo único que puede hacernos volver a nuestro equilibrio, es una muerte masiva. Una prueba de ellos es que las disputas por territorios y las muertes que esto ocasiona es algo que sucede en cualquier población de animales, y está comprobado que ayuda a mantener la población en equilibrio. Así que no entiendo por qué a la gente le sorprende que sigan existiendo las guerras.
El menor sentía que su dolor de cabeza podía simplemente aumentar con tanta información. Jimin rio un poco al notar su expresión de confusión.
- Nunca lo pensé así – admitió – Pero de alguna manera tiene sentido – concordó, y el mayor simplemente se encogió de hombros, acomodándose mejor en su cama – Es... una gran dicotomía.
- Lo es – sonrió – Quizás lo humanamente correcto sea orar por el bien común, pero, por otro lado, el valor ecológico de las guerras no puede ser ignorado. La densidad de la población humana es tan alta que los recursos naturales escasean, es inevitable que se generen conflictos y competencias, y que haya muertes hasta que los recursos sean suficientes nuevamente. Que seamos humanos no significa que estemos exentos de las leyes de la naturaleza.
Jungkook se giró sobre su espalda, observando hacia la ventana, la noche oscura estaba nublada, no podían verse las estrellas ni la luna, sólo las luces de la calle.
Había varias cosas que surcaban los recovecos de su mente en ese instante. Se veía algo confundido con pensamientos entreverados, que iban desde las creencias cristianas tan rígidas de su padre, hasta las cosas que Jimin le decía. Lleno de cuestionamientos e incertidumbres, se encontraba preguntándose sobre el significado de la vida, el significado del ser, y el significado de su propia existencia.
- Jimin, ¿Crees en el alma?
- No.
Era la respuesta que había esperado. De alguna manera lo sabía, Jimin no veía a la vida desde un punto de vista cristiano, su pensamiento era completamente ajeno a esas ideas.
- Entonces, ¿No hay nada aquí? – señaló su propio pecho con su mano. El contrario notó el gesto y sonrió un poco, poniéndose de pie y dejando el libro en su cama, para sentarse en la cama ajena, justo al lado del cuerpo de Jungkook.
- Sí que hay – apoyó su mano sobre una de las piernas del pelinegro, y sutilmente comenzó a darle leves caricias sobre las mantas, en un vaivén que se le hizo imposible al menor no prestarle atención – Hay carne y hueso, y está tu corazón.
El pelinegro reprimió una pequeña risa apretando sus labios, pero aún manteniendo la vista sobre la mano ajena, moviéndose sobre su muslo despacio. Era agradable.
- ¿Qué es lo que te parece tan gracioso? – fingióestar ofendido, pero su pequeña risa le delató a pesar de su voz quejosa.
- Tienes un don para sacarle la magia a las cosas.
Soltó Jungkook sintiendo sus mejillas un poco calientes por haber sido tan honesto, pero sentía que con Jimin podía serlo.
Sentía, en ese instante, la confianza suficiente para hacerlo, porque sabía que ajimin no le juzgaría.
Su hyung se rió por la osadía, y dejó su mano quieta sobre su muslo.
- Oh, Jungkookie, yo no le quito la magia a las cosas. Sólo pienso que la vida ya es maravillosa como lo es, sin agregados, sin buscarle otros significados. El Universo ya tiene su magia por sí mismo. Sólo debes dejarte llevar por él, por las sensaciones, por la energía, y ahí comprenderás el verdadero sentido del espíritu.
Jungkook no respondió. Había escuchado todo, pero su mente quedó suspendida en el tiempo al mantener la mirada de Jimin, sus ojos que parecían susurrarle cosas, y su mano retomando las caricias sobre su muslo, frotando muy despacio.
Sintió un cosquilleo en su estómago, la mano de Jimin quemando y sintiéndose entre incómoda y agradable.
El aire le quedó retenido en la garganta cuando la mano de Jimin se detuvo cerca de su ingle, rozando el interior de su muslo. Pero los segundos fueron insuficientes para que Jungkook reaccionara, porque inmediatamente el mayor le sonrió antes de hablar.
- Será mejor que descanses, ya seguiremos hablando otro día, o cuando gustes.
Él solamente pudo asentir, retomando su respiración normal cuando Jimin alejó su mano y se puso de pie para volver a recostarse en su cama.
Algo de Jimin tiraba de Jungkook, como si se enroscara en su ropa. Le dejaba a veces aturdido, sin saber qué pensar o qué sentir. En ese momento, estaba un tanto abatido, con ese leve cosquilleo alojado en su estómago.
Las caricias, que originalmente nunca hubiera deseado, se transformaban en un reconfortante y suave toque cada vez que Jimin entraba en contacto con él. Pero en ese momento había sido un tanto diferente, un tanto más íntimo y... profundo.
Jimin no sólo tenía una manera fascinante de pensar y de hablar, sino también de relacionarse, con el toque que iba más allá del espacio personal de cualquiera, pero que no había manera de poder evadir. Era tan natural, tan sutil, que simplemente te acostumbrabas, y lo aceptabas, y en algún punto, Jungkook sintió que hasta lo necesitaba.
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