Capítulo siete: "No fueron tan malas las molestias"
Puede sentir cierto coraje llegar a su cuerpo al pensar en esas fechas, no puede evitar recordar lo agresivo que podía ponerse en aquellas ocasiones...
—Maldita sea —dijo en voz baja al recordar aquello. Quería pensar en otra cosa, en una que resultara menos molesta y que no le hiciera agradecer el que le destrozaran el vientre. ¿Qué podría ser esa cosita que podría recordar ahora? Estaba seguro de que no tenía que ser algo de esas épocas, no había nada que le molestara realmente de ese tiempo, pero sí había algo, mejor dicho alguien, que pudo hacerlo enojar incluso más, con cada una de sus visitas. Y estaba más que claro quién era esa persona: Akaza.
Sí, el demonio que no hacía más que recordarle sus sentimientos cada que lo volvía a visitar, porque sí, lamentablemente Akaza cumplió con su palabra sobre ir a verlo más seguido para "conocerlo más", ya que "aún le quedaba mucho por conocer de él". ¡Se notaba que sólo era una excusa para arruinar casi cada una de sus noches! ¡Porque sí, el condenado podía ir hasta por tres noches seguidas a verlo! ¡Y cada una de esas condenadas noches era arruinada por su presencia!
Estaba tranquilo, matando demonios y luego ¡PUM! Llega Akaza.
Estaba estirándose, listo para regresar a su hogar o para ir la finca mariposa por alguna herida y de la nada oía un: "¿Quieres ayuda?"
Muy amable de su parte, pero ese no era el punto.
Finalizó una misión con tiempo de sobra, se mostraba alegre y hasta con ganas de ir a comprar algo de comer ¡Y de la nada aparece ese demonio con una batata!
¡Y él ama las batatas! ¡Seguramente Akaza lo vio comer una y por ello se había tomado la molestia de llevarle una! Eso podía ser lindo, ¡Pero no cuando se trata de él, porque era más que obvio que lo sabía por estarlo acosando!
Al tener esa idea en mente, quería gritar una sola cosa: "¡MALDITO DEMONIO!"
¡Porque rara vez lo dejaba en paz! ¡Con suerte podía volver a su hogar y dormir tranquilo! ¡Pero claramente no lo hacía estando muy feliz, su estado de ánimo se le notaba perfectamente en la cara y él no estaba contento por ello! Apenas podía estar tranquilo cuando abrazaba a Senjuro y este le preguntaba:
"—¿Qué pasó?"
Y Kyōjurō respondía con algo de cansancio:
"—Demonios molestos, muy, pero muy molestos" —mientras rodeaba el cuerpo del joven beta con sus brazos. Estaba feliz de poder decirle ciertas cosas, pero esta vez no entraría en detalles como para decirle "Hay un demonio que no me deja tranquilo y no he podido matarlo". Eso ya era personal y le dejó en claro que todavía no quería hablar de eso, pero que en algún momento se lo dirá.
Porque estaba muy cansado como para recordar las visitas ya molestas de Akaza.
Era un fastidio sentir que ya tendría una noche normal y luego escuchar una voz animada, acompañada de una sonrisa que mostraba el gran agrado de verlo. Por un momento pensó "¿No tienes algo mejor que hacer?", pero inmediatamente descartó la tentación de preguntarle directamente a Akaza, pues luego de verlo con más detenimiento, era "mejor" que estuviera junto a él a que estuviera en cualquier otro lado matando gente. Por poco y estuvo a punto de desearle el mal a algún inocente, cosa que no se podía permitir, no cuando su trabajo es eliminar a los demonios malignos. Mejor que él soportara su presencia a que cualquier otro se lo encontrara.
Ahora sólo tenía que tomar aire, aguantar y tratar de cortarle el cuello a Akaza, porque sinceramente ganas no le faltaban y lo dejaba perfectamente claro cuando el demonio agotaba su paciencia y hasta trataba de acercarse a él para "Hablar más a gusto". Aunque Kyōjurō ya le había dicho que se mantuviera lejos de él si no quería que le cortara un brazo.
La verdad quedaba más que claro que Akaza no respetaba esas palabras del todo. Porque hubo una ocación en la que realmente había invadido su espacio personal y esa fue la siguiente:
Fue una noche donde luego de haber eliminado a un demonio, había elegido recostarse en el suelo por terminar agotado. Podía sentir el cansancio apoderarse de su cuerpo y podía escuchar perfectamente cómo este le pedía aunque sea unos minutos de reposo y como no veía porqué no, le hizo caso. Suspiró, cerró los ojos y se dijo a sí mismo que descansaría sólo unos segundos... Quizás unos minutos.
La verdad no se había dado cuenta del tiempo transcurrido hasta que sus ojos no se abrieron más. Sí, había dicho que sólo sería un rato y al final el cansancio le ganó, lo admite y se avergüenza de ello. Por lo que soltando un bostezo, moviéndose un poco y reconectándose con la realidad, se dio cuenta de que no estaba tocando el suelo... Un segundo ¿No estaba tocando el suelo? ¡¿Qué no estaba tocando el suelo?! ¡Imposible! Con ese pensamiento abrió los ojos en su totalidad, ¡Es cierto, no tocaba el suelo! No se hubiera alarmado si se tratara de un kakushi, ¡Pero ese era el maldito problema!
"—Despertaste" —se escuchó por parte de la persona que lo llevaba en brazos, al ver su rostro, Kyōjurō sólo pudo hacer una cosa, gritar por el miserable susto.
"—¡AAAH!" —se escuchó por parte del rubio mientras trataba de apartarse del demonio por mero reflejo, empujando tanto como sus brazos le permitieron, aunque a lo mucho lo hizo perder casi por completo el equilibrio.
"—¡Oye, tranquilo o nos caeremos los dos!" —se quejó Akaza mientras intentaba no soltar al hombre que tenía en brazos.
"—¡Entonces bájame ya, idiota! ¡Puedo caminar solo!" —exigió sin quedarse tranquilo. No podía estar calmado luego de despertar en esa situación, sí fue cómodo, pero no quita el hecho de que no confiaba en Akaza.
"—Sí estabas en el suelo, es por algo" —le recordó sin soltarlo todavía. Bien, aquí es donde Kyōjurō promete nunca más volver a recostarse en el suelo para recuperar energías ¡Nunca más lo vuelve a hacer!
"—¡Akaza, bájame. No estoy jugando!" —repitió junto a una advertencia y una mala cara. A esa distancia perfectamente podría volver a darle un puñetazo como el que le dio en su segundo encuentro, no tendría ningún problema en hacerlo ¡Incluso se lo da con gusto!
"—Qué carácter" —respondió la tercera luna mientras cumplía la petición del cazador, quien inmediatamente tomó su distancia y dirigiendo sus manos hacia su arma— "Y aquí vamos de nuevo..." —dijo en voz baja al ver aquella acción tan predecible.
"—¡¿Qué más esperabas?! ¡No confío en ti!" —le recordó ya con el arma fuera de su funda, lista para cortar a Akaza, pero no sin antes lo siguiente— "Tienes cinco segundos para decirme porqué hiciste eso. Uno..." —comenzó a contar para que Akaza le diera una explicación del porqué no mejor dejarlo en el suelo ¡O al menos despertarlo!
"—Me preocupé" —respondió antes de que siquiera llegara al dos— "¿Acaso no puedo hacerlo?"
"—Viniendo de tu parte no puedo tomarlo como algo bueno" —dijo sincero.
"—Eres más desconfiado de lo que aparentas. Tanto tiempo juntos ¿Y sigues pensando mal de mí?" —dijo cruzando los brazos, parecía casi harto de la situación.
"—Algo me dice que ya sabes la respuesta ¿O me equivoco?" —preguntó ahora él para darle su respuesta.
"—Por lo que veo, pareces conocerme" —respondió para dejarle en claro que no quería oír las palabras que ya podía predecir.
"—Te aclaro que no es por gusto" —dijo con una sonrisa que rozaba lo juguetón.
"—Lástima, a mí me gusta" —respondió con un gesto similar.
Vaya, por un momento parecieron estar en confianza al verse ambos con una sonrisa en el rostro y ninguna tensión aparente entre ellos, aparte de que el ánimo de Kyōjurō incluso parecía haber mejorado luego de aquella parte de la conversación. Sin duda es curioso, quizás peculiar, pero no es la primera vez que aquello ocurre. Pasó más de una vez, extrañamente ocurrió antes de aquella ocasión e incluso ocurrió después. Diálogos sin desprecio por parte de Kyōjurō, comentarios juguetones que perfectamente podían sacar una sonrisa por parte de Akaza y pequeñas menciones del sentimiento que el demonio llevaba diciendo en voz alta desde hace tiempo; incluso nueva información, sobre el porqué Akaza dejó de lado su primera propuesta. Una conversación, una extrañamente tranquila para lo que ya estaban acostumbrados en su convivencia habitual.
"—¿Me recuerdas porqué decidiste cambiar tu propuesta?" —fue la pregunta que inició todo.
"—Porque estoy enamorado" —respondió con aquellas palabras que ya había dicho tantas veces.
"—Aparte de eso".
"—Ah, porque si fueras un demonio, tendrías una conexión con 'cierta persona' y está más que claro que no quiero eso porque..."
"—Eres un demonio egoísta" —terminó su oración. Recordando las palabras que el contrario le dijo en su segundo encuentro.
"—Me conoces tan bien, Kyōjurō" —dijo contento por ver que aparentemente entendía sus motivos.
Sí, en esa noche, Kyōjurō supo que Akaza era tan "egoísta", como para dejar la propuesta de volverse demonio, para no tener que compartirlo con nadie más. ¿Debería estar feliz o decir que era "tonto", porque ni siquiera tenían una relación como para pensar en ello? No lo sabe y la verdad no intento pensar demasiado en ello, no le importaba mucho lo que ese demonio quisiera, sólo sabía que era una ventaja el que descartara su primera idea. Era relativamente menos molesto escucharlo decir que "Estaba enamorado" a "¡Conviértete en demonio!", pues con el enamoramiento se evitaban las peleas en su mayoría de veces, sí "mayoría" porque Kyōjurō no va a olvidar las veces en las que atacó a Akaza antes de que se acostumbrara totalmente a su presencia e incluso le tomara algo de confianza como para hablar con él con cierto grado de tranquilidad.
Si tenía que ser sincero, no negará que nunca se imaginó estar tan "a gusto" con un demonio, menos con alguien como Akaza. Por muy fastidioso que resultara al inicio, al final llegó a soportarlo y a dejar de usar la palabra "molesto" con la misma frecuencia que antes, porque antes la usaba más de tres veces seguidas al tener a Akaza frente a sus ojos.
¿Akaza apariencia? Era molesto.
¿Akaza hablaba? Era más molesto.
¿Akaza hacía referencia a sus sentimientos? ¡Era mil veces más molesto!
Esa palabra ya estaba por ser su favorita debido a lo mucho que la usaba durante una sola noche. Por un momento quiso buscar otra forma para describir ya que sería bueno para ampliar su vocabulario, pero luego de pensarlo, no era realmente necesario y menos al reducir el uso de la misma, para su suerte. Aunque está claro que pasaron muchas cosas que a Kyōjurō no le gustaron para que haya llamado a Akaza "molesto", incluso por más de tres veces seguidas en una noche. Podían ser momentos fastidiosos o unos que realmente no quiere volver a repetir, pero que extrañamente le terminaron por mostrar un muy curioso aspecto del demonio que lo molestaba.
Primero vamos con los momentos fastidiosos, los que incluso podían llamarse incómodos por ciertos momentos de silencio o por palabras que Kyōjurō no esperaba escuchar por parte de Akaza, como frases que para cualquiera podrían sonar muy bonitas, pero para él sólo resultaba incómodo porque el hecho de que se las dedicaran a él: "Qué alegría verte, mi querido sol", "Te ves hermoso a la luz de la luna", "Ya quería ver a mi humano especial". Sí, cosas así vergonzosas le llegaba a decir ese demonio para expresar su cariño ¿Era tierno? Quizás ¿Le importaba? No, y por ello Kyōjurō solía responder de esta manera para arruinar el momento de Akaza:
"Si fuera un sol, ya te hubiera quemado".
"Lamentablemente esa misma luz me deja verte la cara".
"Qué lástima que yo no quisiera verte".
Las palabras salían inmediatamente mientras miraba directamente al indeseado visitante; sin pensar en las consecuencias, sin filtro alguno, las dejaba ir. Y mientras más tranquilo observara al demonio, mientras que más calmado estuviera, el impacto de aquellas frases parecía ser mayor y era mucho más "divertido" cuando podía acompañarlas con una sonrisa mientras miraba a Akaza a los ojos.
Tenía que admitirlo, amaba cuando Akaza dejaba su actitud animada de lado por unos segundos, para luego verlo sin su característica sonrisa y luego escuchar las siguientes palabras:
"—¿Te gusta arruinar el momento, no?".
Y con su "tan hermosa sonrisa", según palabras del demonio, respondía con leve malicia:
"—¿Se me nota mucho?".
Según palabras de Akaza: "Sí y mucho".
¡Cosa que era verdaderamente cierta! Le gustaba fastidiar esos intentos de ¿Cómo debía llamarlo? ¿"Cortejo"? Sí, sería la palabra adecuada, pues con los momentos en los que ese maldito demonio intentaba "convencerlo" de pasar tiempo con él y hasta tener la relación que Akaza tanto quería, no le podía dar otro nombre. ¡Ah, pero qué dice, claro que puede y ese nombre era: ...!
"Una gran tontería".
¿Sonaba cruel? ¡No importaba! ¡No podía llamarlo de otra manera! Oh, bueno, en realidad podía llamarlo "fastidio", pero mejor recordarle lo tonto que resultaba pedirle a él una relación. Aunque aquella palabra, también la usaba para otros instantes, cuando Akaza insistía, eso era lo fastidioso. Y está más que claro que esos "fastidios", causados por sus "tonterías", habían logrado colmarle la paciencia en más de una ocasión.
Akaza solía seguirlo durante gran parte de la noche, le hablaba una y otra vez, también trataba de acercarse ¡Como si realmente se tuvieran confianza y no fueran un demonio y un humano! ¡Un demonio y un cazador de demonios! Ese tonto, realmente parecía olvidar muchas cosas y entre ellas, parecía olvidar algo realmente importante: Que Kyōjurō no le tiene agrado alguno a la gran mayoría de demonios.
Sí, "mayoría" porque ya le había tomado afecto a la hermana de su alumno Tanjirō. Esa era una excepción, pero también es otro tema.
Porque el punto de ahora, es mencionar las veces en las que quiso callar a Akaza hasta a puño limpio mientras le gritaba "¡Cierra la maldita boca!", por no decir palabras más fuertes.
Llegaba a ser interesante el ver como Akaza esquivaba sus puños o directamente su espada, mientras le recordaba que no buscaba pelear con él. Cosa que el rubio ni tomó en cuenta por cosas claramente obvias:
Primero, que no le diga cosas como "No quiero pelear contigo", como si realmente le disgustara el combate ¡Porque era obvio que Akaza le gustaba pelear! Ah, pero cuando está con su "Amado humano" es otro tema ¿No? Mejor que no le viniera con esa estupidez.
Segundo: Porque no quería estar en relativa "Paz" con Akaza, porque si estaba reaccionando de forma agresiva con él, era porque ya no tenía paciencia alguna para soportar ni su voz, ni mucho menos su presencia. Quería callarlo de forma definitiva y sólo podía pensar en cortarle el cuello ¡O darle un puñetazo! ¿Se notaba mucho que amó darle un golpe en el rostro? ¿Sí? Ojalá que sí.
Y volviendo al tema de cómo era cuando perdía los estribos, aparte de gritarle que cerrada la boca y obviamente tratara de cortarle el cuello, aparte de soportar el que Akaza pudiera esquivarlo, también tenía que aguantar el típico "Kyōjurō, tranquilo" de parte de ese demonio.
Oh, todavía recordaba desde la primera hasta la última vez que él había intentado apaciguarlo con esas palabras "Tranquilo", "Cálmate". Quiso reírse ¿"Calmarse"? ¡¿Realmente le pedía "calmarse", luego de tener que soportarlo casi cada noche?! ¡Más le vale no haber intentado hacerlo reír, porque claramente no le resultó! Y tampoco logró su objetivo, pues obtenía la siguiente respuesta:
"—¡Cállate, sólo cállate! ¡Ya tengo suficiente con verte casi cada maldita noche!".
No era agradable perder la calma, pero vaya logro el de ese idiota al hacer que Kyōjurō perdiera su paciencia tan rápido y ni hablar de cuando trataba de tranquilizarlo. Allí el rubio ya tenía el arma lista para cortar su cuerpo e intentar decapitarlo, cosa que hacía que nuevamente Akaza dijera las malditas palabras: "Cálmate", "Tranquilo" y "No busco pelear", las que realmente iban totalmente al contrario de la actitud que lamentablemente conocía tan bien.
Lo odiaba, pero agradecía que aquel enojo, que la incluso naciente rabia, le diera un impulso más para cortar su maldito cuello. Su espada se agitaba con furia, su mirada transmitía por completo el enojo de su ser y ni hablar de cuando concentraba su respiración para no cansarse.
La hoja rozaba la piel de Akaza, ambos se movían tan rápido que si un tercero los observaba, no podría seguirlos con la mirada.
Puede recordar uno que otro detalle, entre ellos, el siguiente diálogo:
"—¡Oye, tranquilo!" —era típico, tan típico que claramente se lo veía venir, pero ¿Acaso eso lo detuvo? ¡No! Eso no bastaba— "¡Kyōjurō!" —escuchó su nombre con lo que parecía ser fastidio, claro, Akaza también podía perder la paciencia por la situación que ya había pasado más de una vez. Recuerda como los ojos de ese demonio comenzaban a mostrarse más severos, recuerda como ese demonio tomó aire y también recordaba perfectamente lo siguiente— "¡Kyōjurō, cálmate ya!" —cómo su voz sonaba un poco más grave que de costumbre, como la seriedad en su rostro se mantenía y cómo tenía que seguir esquivando sus ataques. Intentó usar una faceta un poco más severa, quizás intimidante, pero ¿Acaso eso le dio algún resultado? ¿Acaso eso lo detuvo aunque sea por un segundo? ¡No!, ¡No! ¡Y no!
Y claramente se lo hizo ver, cuando con más enojo, respondió:
"—¡¿Crees que con ese tonito me asustas?!" —mientras que aferrándose más a su arma, eligió continuar en lugar de tenerle alguna lástima a Akaza, como para darle la pausa que buscaba. Tenía que dejarle claro una cosa: Que hay muchos trucos que por muy "efectivos" que parescan, en realidad son completamente inútiles.
La expresión que obtuvo de ese demonio cuando acertó un corte en su torso no tuvo precio. Hubiera sido mejor si tan solo ese maldito no se hubiera alejado de él, para luego terminar en la rama de un árbol cercano.
"—Por lo que veo, no lo hago" —respondió la pregunta claramente retórica de Kyōjurō. Y no lo hizo con seriedad, lo hizo con esa sonrisa que el rubio tanto amaba borrarle por al menos unos segundos— "Y no tienes idea de lo mucho que me gusta eso".
"—Lamentablemente sí la tengo" —dijo apretando los dientes, parece que lastimosamente no logra causarle desagrado alguno ni atacándole.
"—Entonces también sabes cuánto me gusta conocer más de ti. Porque algo me dice que nadie sabía que podías ser así de agresivo ¿O me equivoco?" -
—preguntó viendo aquella situación tan tensa como algo "Bueno"... Definitivamente ese tipo tenía algo raro en la cabeza.
"—Nadie me ha molestado tanto como tú" —respondió ya más calmado que antes. Realmente nadie, ¡NADIE! había generado tanta molestia en él, como lo había hecho Akaza.
"—Entonces creo que puedo estar feliz con eso" —comentó, aún viendo su enojo, incluso su herida, como algo interesante y hasta "Bueno", de conocer. ¿Acaso era porque estaba viendo una "nueva faceta" provocada por él? ¿Por eso le gustaba? Bien, ahora Kyōjurō podía pensar esto: Akaza no sólo parecía tonto, ahora parecía estúpido—, "aunque tampoco es que busque que me odies" —bien, quizás habló antes de tiempo. A ese demonio sólo le gustaba molestar. Ahora que sabe eso, ya no es "Estúpido", ahora vuelve a ser "Tonto".
"—Como que es un poco tarde para eso" —comentó con algo que ya le había dicho más de una miserable vez.
Apenas dijo eso, pudo escuchar como la voz de Akaza tomana el sonido de una risa, esa risa que también ha escuchado más de una ocasión y que dependiendo de su humor, podía soportarla u odiarla con toda el alma.
Momentos como esos era un tanto frecuentes, pero la calma regresaba más rápido de lo que se esperaba y a la siguiente noche que lo veía, podía actuar más apacible y Akaza menos insoportable. En su mayoría resultaron ser momentos más fastidiosos que incómodos, pero bueno, seguía siendo algo desagradable.
Pero también hubo otro momento que resultó ser más tenso y molesto, de lo que el cazador esperaba. Una noche aunque resultara desagradable al inicio, le mostró algo que no pensó ver y hasta le dio el paso libre a la sorpresa para invadirlo.
Bien, ahora vamos con el momento que Kyōjurō ni de broma quiere repetir, el que en realidad llegó mucho después de "acostumbrarse" a Akaza. Una situación que nadie quisiera pasar, por la gran posibilidad de no correr con la misma suerte que tuvo él en ese instante.
Una noche en la que la brisa probablemente era fresca, la luna brillando como pocas veces solía hacerlo y una tranquilidad aparentemente imperturbable. Un momento perfecto para dar un paseo o hasta para dormir sin que algo te lo impidiera, sonaba bien ¿No? La respuesta era en definitiva un "Sí", por parte de varias personas, pero lastimosamente había alguien que no podía disfrutarla como se debía. No se le permitía ni descansar aunque estuviera en la comodidad de su hogar.
¿Qué lo detenía de incluso dormir? Algo que realmente odiaba llamar por su nombre, pero muy simple de describir. Su piel ardía hasta el punto de teñir sus pómulos en rojo, su respiración llegaba a alterarse, se movía una y otra vez bajo las mantas para encontrar una posición en la que se encontrara cómodo.
¿Parecía una enfermedad? ¿Acaso un resfriado con algo de fiebre? Hubiera preferido que sí, pero lamentablemente era algo que no estaba ni cerca de ello. Era algo que detestaba, pero que lamentablemente veía tarde o temprano, bueno, en realidad tarde, pues "eso" sólo le ocurría una vez cada seis meses... Algo que ocurría sólo por la tontería para intentar reproducirse. ¿Ya se sabe que es lo que lo molesta? Sí, sería imposible no saber de qué se trataba:
El miserable, desagradable y repulsivo celo. La asquerosa sensación de calor que se presentaba en su cuerpo luego del transcurso de varios meses. La odiaba con todo su ser, lo hacía sentirse enfermo, lo hacía sentir furioso y sólo podía pedir una cosa, la única que podía darle la total tranquilidad en esos días: ¡Qué el tiempo pasara rápido! ¡Que ese maldito estado se fuera y no volviera nunca! ¡¿Qué más podía querer?! ¡Nada, absolutamente nada, sólo aquello! Porque realmente lo enojaba, le daba rabia y hasta dejaba de ser él mismo por los momentos donde en lo único que podía pensar era hasta en golpear algo para calmar la impotencia de no poder detener la mierda por la que pasaba, de una forma definitiva.
Lo único "bueno" era que ahora sólo tenía que aguantar unas veinticuatro horas, a diferencia de antes, que eran tres miserables días. Podría parecer exagerado de su parte el reaccionar así, pero no podía reaccionar de otra forma y lo único con lo que podía calmar su mal temperamento, era con maldiciones. Podría hacer eso por horas hasta apaciguarse y lo hubiera hecho ahora mismo de no ser porque algo, mejor dicho "Alguien", se lo impidió...
Recuerda tener los ojos abiertos, atentos mirando la puerta que daba hacía el exterior ¿Por qué la miraba en primer lugar? Por un ruido, uno que a los pocos segundos volvió a escucharse junto a una imagen, la imagen de aquella puerta abriéndose mientras que una mano y una cara conocida entraba en la habitación, la que inmediatamente le había dado una mirada junto a un gesto aparentemente amigable. Todavía recuerda las primeras palabras que el intruso le había dedicado.
"—Hola, Kyōjurō".
Era Akaza, era nuevamente ese irritante demonio ¡Y no pudo llegar en peor momento! Kyōjurō apretó los dientes, le dedicó todo el desagrado posible con su mirada e hizo lo que toda persona haría en su misma situación... Moverse, tomar la espada que tenía junto a él y colocarse en posición, listo para lo peor. ¿Qué más se esperaba, eh? ¿Que actuara tranquilo? ¿Que no pudiera moverse? No, él no era así y menos en estos momentos, no cuando tenía la agresividad a tope y las obvias ganas de destrozar algo, en este caso, alguien.
Sus manos se aferraban a su arma con todas sus fuerzas y sus ojos lo miraban atentamente en caso de cualquier movimiento que resultara en un problema para él. Agradecía haberle hecho caso a su parte más precavida y dejar su nichirinto cerca, porque por lo mucho que Akaza solía buscarlo, ya podía imaginarse el momento en el que ese idiota se atreviera a pisar su hogar sólo para fastidiarlo más, y vaya que tenía razón.
No se encontraba de buen humor, no tenía ganas de verlo y menos de hablarle.
"—Lárgate o te mataré" —advirtió con una cara que no había visto ni Akaza, con la voz grave, claramente intimidante para cualquiera. Una clara advertencia de que hablaba en serio y que no va a tolerar ninguna broma.
"—Estás más agresivo que de costumbre" —comentó el demonio con su expresión habitual, aparentemente todavía sin ver o siquiera sentir algo más "fuera de lo común" dentro del cuarto. Ni siquiera el aroma que venía directamente del cuerpo de Kyōjurō. Vaya, parece que es otro alfa con pésimo olfato. Aunque ahora que lo piensa, no puede ser mejor.
"—Sabes que nunca me gustó verte" —respondió con el mismo enojo contenido, quizás empezando una cuenta atrás para ver cuánto le tomaría arremeter contra Akaza.
"—¿En serio? Yo ya creía que eramos más cercanos" —dijo con la misma sonrisa que tenía al inicio— "¿Por qué el cambio, hm?" —preguntó casi confirmando las sospechas de Kyōjurō. Bien, definitivamente quería ir y cortar su cuello por escuchar aquellas palabras que ya podía considerar estúpidas.
"—Me sorprende que no lo notes" —comentó siendo tan piadoso como para darle una maldita pista de la situación, no está seguro de si debió hacer eso, pero sí sabe que si intenta hacerle algo, lo acabará.
"—¿Qué debería notar? Eres tú quien actúa... de esta forma..." —interrumpió su diálogo por unos segundos, en los que se escuchó un muy leve "sniff", lo suficientemente audible como para notar que como si se tratara de un perrito, estaba buscando un olor en el aire, un aroma que en realidad era más notorio por el enojo de Kyōjurō. Supo que él ya había detectado lo "anormal" de la situación, cuando vio cómo dejó de sonreír.
"—Ya lo notaste ¿No?" —preguntó el rubio ya listo para dar un paso al frente y clavar su espada en el torso de Akaza.
"—Llegué en un mal momento" —respondió mientras lo miraba con calma, sin mostrar una expresión diferente por varios segundos, sin decir ni una sola palabra tampoco, hasta que se escuchó un suspiro de su parte, luego el siguiente comentario— "Me iré".
Un segundo ¿Se va? ¿Así nada más? ¿Sin burlarse por encontrarlo en esa asquerosa situación? ¿Sin hacer algo, por ver que se encontraba en una situación que podría considerarse una "oportunidad de oro"? O eso sería para un miserable bastardo de mente retorcida. Estaba de más decir que Kyōjurō suavizó su expresión al oír esas palabras.
"—¿En serio?" —preguntó incrédulo, sin soltar su espada ni por un solo seguido. Le costaba creerlo.
"—No tengo razones para quedarme. No contigo así" —dijo con simpleza, acercándose a la puerta nuevamente. Estando parado frente a esta dándole una última mirada— "Te lo explicaré en mi próxima visita, sé que te puede parecer 'extraño'. Pero será bueno para que me conozcas" —fueron sus últimas palabras antes de irse, incluso esfumando todo rastro de su presencia.
El rubio se quedó inmóvil, extrañado, pero también inusualmente tranquilo por tal suceso. Creyó que vería un demonio desesperado, uno que se dejaría llevar su "egoísmo" e intentaría tomar lo que tanto quería: A él.
Pero no fue así, no lo hizo, ni siquiera mostró satisfacción al encontrarlo en una situación que sólo para él sería favorable. Se fue y hasta dijo que le explicaría en otro momento.
Kyōjurō pudo guardar su espada, pudo dejarla junto a él e incluso pudo sentarse tranquilamente sobre el suelo. Pudo mantener la calma a pesar de la sorpresa por una situación que consideraba improbable, pudo incluso olvidar el calor en su piel y pudo dejar ir el aire tranquilamente. Pero no pudo procesar adecuadamente la situación, ni siquiera pudo dormir por el resto de la noche.
Tenía mucho en qué pensar, tenía preguntas hechas a causa de esos pensamientos y un gran deseo por obtener respuestas. Esta era una de las pocas veces en las que quiso saber algo de Akaza, quería conocerlo, debía conocer más de ese fastidioso demonio para entender lo que pasaba.
Aunque probablemente debió tener una pista al recordar algo que la tercera luna ya le había dicho incontables veces, como posible respuesta: "Porque lo amaba". O quizás había otro motivo, porque sólo pensar en ese, sería muy ingenuo por parte de Kyōjurō y él no se considera ingenuo.
Ahora tenía que hacer lo único que podía en ese momento: Esperar. Esperar a recuperarse y esperar a que Akaza llegara con él para tener aquella conversación que "serviría para conocerlo". Nuevamente deseaba que el tiempo pasara rápido.
Pasó un día, pasó una noche; pasaron dos días, pasaron dos noches; pasaron incluso tres y aún no había rastro de Akaza. El rubio estaba impaciente, incluso rozando lo ansioso por tener una pequeña señal de que ese demonio se encontraba cerca. Por primera vez quería ver esos ojos color ambar, escuchar un saludo con esa voz tan conocida ¡Incluso ver esa estúpida sonrisa que tanto le molestaba en la mayoría de ocasiones! ¡Cualquier cosa que le indicara que Akaza estaba cerca sería de ayuda! No importaba que fuera.
Soltó un suspiro mientras rascaba su cabeza, producto del fastidio por el que estaba pasando.
"—Maldito idiota" —dijo recordando la intriga que lo recorría. Todo por culpa del demonio que no aparecía desde hace unas noches atrás y se había ido, para colmo casi prometiendo explicarle el porqué había elegido dejarlo tranquilo en aquella ocasión. Quería decir más cosas, quería seguir insultando en voz baja con tal de desahogarse hasta estar más tranquilo, para luego recordar que pronto llegaría la noche y que posiblemente, sólo posiblemente, Akaza podría ir a verlo de una maldita vez por todas.
Ahora tenía que ser paciente, solamente tenía que esperar "lo mejor". Sí, por primera vez en sus veinte años de existencia, sintió que era "lo mejor" encontrarse con un demonio y no cualquier demonio, sino el que casi lo mata y por sorpresa logró desarrollar sentimientos románticos hacia él, incluso llegando al punto de disculparse por sus acciones en su segundo encuentro. Podía ser estúpido llamar de esa forma a la posibilidad de volverlo a ver, pero no importaba, mejor verlo y recibir las respuestas a sus dudas, a no resolverlas nunca.
Ahora tenía que esperar a la llegada de la noche y a la luz de la luna para verlo directamente a la cara. Debía respirar, calmarse y no maldecir su impaciencia, ni al tiempo que parecía ser lento.
"—Cálmate" —dijo para sí mismo mientras cerraba sus ojos por un instante.— "Mientras menos pienses en ello, más rápido pasará el tiempo" —trató de convencerse con lo más lógico.
Ahora queda clara una cosa, que no va ha hablar de la espera que tuvo que pasar para volver a hablar con Akaza, va a ir directo al punto, directo a la calmada noche en la que ambos estaban sentados uno al lado del otro. No habían dicho ni hecho mucho, apenas se tuvieron en frente, resultó ser Kyōjurō quien había elegido sentarse primero y luego hacerle una seña a Akaza para que lo acompañara, para que estuviera cerca de él. Se había presentado un silencio claramente incómodo, un momento en el que uno no sabe qué decir, por lo que no se puede dar inicio a la conversación que tanto había ansiado tener.
Da una pequeña mirada al demonio, este había llegado a realizar una acción similar e inmediatamente desvían sus orbes para evitar el contacto visual, aunque todavía busquen observar al otro. El ambiente es algo tenso, el rubio traga saliva y suelta un suspiro. No quiere esperar más, si no empieza a hablar Akaza, entonces tiene que hacerlo él.
"—Tardaste mucho en volver" —pronunció con tranquilidad mientras miraba disimuladamente al contrario.
"—Quería asegurarme de que estuvieras bien para cuando volviera, pensé que necesitabas tiempo" —respondió sin su sonrisa habitual, hablando de forma sincera y tratando aquello con la seriedad que se debería tener.
De acuerdo, no es un mal comienzo.
"—Realmente te preocupaba que estuviera bien ¿No?" —dijo ahora observando la consideración de Akaza. Claro, él no tenía idea de los cambios que había atravesado hace años, él no sabe ese detalle y por eso le dio el tiempo que normalmente requeriría para recuperarse. Tomó precauciones, pero quiere saber porqué.
"—Ya te había dicho que no me quedaría contigo en ese estado, por eso me fui" —le recordó la incógnita que todavía no resolvía.
Ahora sólo estaban recordando lo que había pasado en su último encuentro, pero no es suficiente, eso no basta y Kyōjurō con las palabras en la punta de la lengua, no puede aguantar más esa situación.
"—Dijiste que me explicarías el porqué te fuiste" —mencionó, usando las palabras de ese demonio— "Así que seré directo contigo. Pudiste haber actuado como un verdadero 'demonio egoísta' y hacer muchas cosas que no tengo el maldito animo de decir, pero no lo hiciste. ¿Por qué?" —fue directo al punto que tanto lo molestaba, la duda que le había atormentado hasta durante el día. Sus ojos lo miran directamente, tiene toda su atención y lo sabe, por lo tanto espera recibir lo mismo.
El demonio suelta un suspiro, por un momento creyó verlo apretar las manos, luego mirar al suelo antes de oírlo decir:
"—Porque hubiera sido débil" —respondió frunciendo por un momento el ceño, recordándole algo que ya había dicho sobre aquella desafortunada característica—. "Caer por un maldito aroma, sentir ese impulso de hacer algo que realmente yo no quiero, por culpa del 'instinto', me hace pensar que estaría siendo débil al no poder controlarme. Y sabes perfectamente que odio a los débiles" —le recordó ahora las palabras que había utilizado la primera vez que se vieron—. "La idea de ceder ante algo así de repugnante... ¡No me da más que asco! ¡Caer ante algo así por no tener la fuerza para controlarlo, sólo me hace pensar en cuán débil se puede ser, y no pienso ser así! ¡Preferiría quedarme bajo el sol, antes que dejarme controlar por algo como esa mierda llamada 'instinto'!" —dijo sin control alguno, con amargura total y hasta sentenciando que él mismo se expondría ante la luz del sol, antes que caer en lo que tanto odia. En verdad es un demonio, un alfa, bastante peculiar. Kyōjurō lo mira atentamente, sin atreverse a interrumpir— "Lo que yo hago es pelear, no follar. No pienso perder el tiempo con esa mierda... Es simplemente repugnante ¿Me entiendes, Kyōjurō?" —preguntó relativamente más calmado que al inicio, pero sin quitar toda la amargura de su rostro.
"—Mejor de lo que crees. Yo también lo odio, lo hago con toda el alma" —confesó, encontrando un disgusto que tenían en común. No eran tan, tan, tan diferentes— "Algo me dice que tienes más que decir ¿No? Porque si tanto lo odias, debe haber más" —comentó recordando el tono de Akaza, el desprecio a su insinto y la expresión que tenía todavía— "Habla, te escucho".
"—Se nota que me conoces" —respondió dando una pequeña sonrisa, tomando aire y dejándolo ir inmediatamente.— "Ya debí dejarlo claro, lo odio, me estorba y me importa una mierda si es 'la naturaleza'... No voy a aceptar eso, al contrario, no puedo hacer más que rechazarlo. No seré débil, no caeré por lo que quiere esa tontería del 'alfa interno', porque no soy yo. Hace más de un siglo elegí ser fuerte con ese aspecto también..." —dijo nuevamente soltando un suspiro.— "Maldita sea, aquí es donde tengo que admitir que tenías razón... ¿Recuerdas cuando me dijiste que la fuerza no estaba solamente ligada al cuerpo?"
"—Sí, lo recuerdo perfectamente" —respondió recordando perfectamente sus palabras.
"—No quiero decirlo, pero si no hubiera desarrollado mi autocontrol, si no hubiera sido fuerte en ese aspecto, definitivamente me sentiría asqueado de mí mismo por ser lo que tanto detesto... No te conocía en ese entonces y no me había dado cuenta, pero... Sí tienes razón, no sólo basta tener fuerza física" —reconoció con aparente dificultad al ver que su anterior forma de pensar llegaba a ser errónea. Era la primera vez que incluso parecía querer maldecir su orgullo.
"—No me esperaba que lo admitieras" —respondió disimulando el impacto que causaron sus palabras, apenas demostrándolo con la mirada, pues la forma en la que tiene los ojos abiertos, da una clara señal de lo que piensa.
"—Tampoco es como si lo hiciera con mucho gusto" —comentó mirando los ojos contrarios, se le veía con una sonrisa en el rostro. Parecía estar mucho más tranquilo que antes, cosa que resultaba bastante buena, porque si no se detenía, Kyōjurō también hubiera expresado su desprecio total por el tema del "instinto" que nada más obligaba a su cuerpo a sentir un calor que no quería, para luego buscar una forma de reproducirse. No quiere tocar mucho el tema, lo odiaba demasiado y ahora, el recordar que hace relativamente poco tiempo había pasado por eso, solamente hacía que compartiera el asco de Akaza.
"—Entiendo perfectamente cómo te sientes" —se le escuchó decir con ciertos buenos animos, los cuales eran para olvidar una parte del tema y también porque realmente entiende lo que es decir algo sin gusto alguno, por ejemplo: El que Kyōjurō admitiera que conoce ciertos aspectos de Akaza— "Aunque... Ahora hay algo más que quiero saber" —dijo borrando por un momento los ánimos que tenía hace unos segundos, reemplazando aquello con aparente curiosidad.
"—¿Y eso qué sería?" —preguntó listo para responder su nueva duda ¿Qué más querría saber? ¿Acaso dijo algo "extraño", "peculiar" o "curioso" sin darse cuenta?
"—Dijiste que rechazas parte de tu naturaleza" —hizo una pequeña pausa para ver a Akaza asentir con la cabeza, una señal de recordarlo, una señal para seguir hablando—, "pero aún así te sentiste atraído por un omega ¿Qué pasa con eso?" —cuestionó verdaderamente extrañado, sin la más mínima intención de colocar en duda la decisión de Akaza sobre rechazar lo que su "alfa interno", por pedía por "naturaleza", si al final se terminó interesando por él.
Pudo ver algo de sorpresa en la mirada contraria, quizás no había pensado en eso o quizás no se esperaba la pregunta. No estaba seguro de eso, aunque quizás debió tener una pista de que las cosas estarían mejor de lo que esperaba, al escuchar lo siguiente:
"—Te lo diré de esta forma" —respondió con un gesto que parecía ser bastante amistoso— "Niego el instinto que trata de obligarme a hacer cosas que yo no quiero, pero no niego mi atracción hacia ti. Son cosas distintas" —explicó con el mismo gesto que al inicio, quizás mostrando una sonrisa de aspecto más suave, listo para continuar lo que parecía ser la parte más importante de su diálogo— "Porque yo no no te vi como omega, te vi como hombre. Independiente de lo que fueras, ya estaba interesado" —reveló, ganando el claro impacto del rubio, pero con una frase más— "Y tampoco es como si lo hubiera sabido en un inicio, apenas me enteré que eras omega cuando me lo dijiste" —confesó.
Bien, eso pudo sorprender a una que otra persona en circunstancias normales, pero ya que Kyōjurō estaba tomando cierta situación en cuenta, solamente respondió:
"—Bueno, tiene sentido. A veces se sabe por el aroma y el mío nunca fue... Hmm. ¿Cómo decirlo? ¿'Dulce'? ¿O quizás 'común'?" —dijo pensativo mientras cruzaba sus brazos para encontrar un modo de describirlo, cosa que resultaba un tanto complicada. Porque era cierto, no era dulce, no era común y hasta costaba encontrar alguna otra fragancia para compararlo.
"—No lo sé y creo que no podría importarme menos" —interrumpió el demonio, quizás para que no se molestara en buscar alguna definición para el aroma que no le dio pista de su casta—. "De todos modos, hace tiempo que no reacciono a ellos y no los encuentro tan atrayentes" —comentó mientras hacia la acción de estirarse, quizás para dar a entender que no podía ser más irrelevante.
"—¿Hasta ese punto llegaste?" —preguntó curioso. Sin duda, Akaza era alguien peculiar. Debió tomarlo en cuenta desde hace ya tiempo.
"—No quería caer ante algo tan tonto, ya lo dije" —repitió mirándolo a la cara. Ya le dijo que había desarrollado autocontrol para no dejarse llevar por lo que tanto le asqueaba, para no perder la cordura por algo tan simple— "¿Hay algo más que quieras saber?" —le mostró otra oportunidad para saciar su posible curiosidad
Aunque recibió una expresión pensativa, el rubio pudo estar a punto de responder un simple "No", pues Akaza ya le había dicho que rechazaba aquella parte del instinto, que incluso lo odiaba. Con eso debería ser suficiente para saber, ya que hasta le contó desde hace cuánto y hasta qué punto llevó su autocontrol con el tema de los aromas, y que estas ya dejaron de tentarlo o hasta hacerlo reaccionar.
El cazador coloca una mano en su mentón, parece que no tiene que pensar en nada más. Porque ¿Qué más podía tentar a un alfa aparte de las feromonas liberadas en un aroma extrañamente dulce? Nada. O eso le gustaría pensar, porque ahora que recuerda, hay algo más. Algo que incluso podría condenarlo de no ser por un detalle que algunos llegan a olvidar en ocasiones. Agradece recordarlo ahora, tanto la nueva tentación, como el detalle que ya luego puede mencionar.
"—De hecho, creo que sí hay otra cosa" —dijo mientras respiraba profundamente, antes de decir otras palabras más, mientras que movía su mano derecha para recoger y apartar, el cabello que cubría la parte izquierda de su cuello— "Ahora sé que rechazas el aroma y sus efectos, pero recordé algo más. Y no sé si es algo que tú puedas evitar tanta con facilidad, aunque no malinterpretes, no es que dude de ti" —continuó, no solamente ganando la atención de Akaza, también su mirada, y con razón, pues ahora su otra mano soltaba el primer botón de su uniforme, incluso el de la camisa—. "Puede que no sea muy adecuado de mi parte, pero realmente quiero preguntarte esto..." —hizo una pequeña pausa antes de soltar un pequeño suspiro, mirar a los ojos de Akaza y hasta sonreírle, para luego de unos segundos, expresar su duda— "Si se diera la oportunidad y te llegara el impulso de hacer 'Algo más', si sabes a lo que me refiero, y sin que sea la misma parte del instinto que tú detestas. ¿También lo rechazarías, aunque sea algo en sí 'distinto', Akaza?" —preguntó ganando la mirada un tanto sorprendida del contrario. Sabe que no se esperaba algo como eso, mucho menos se esperaba que para realizar esa pregunta Kyōjurō dejara parte de la piel de su cuello, hombro y hasta de la nuca, expuesta. El rubio sigue sonriendo, sabe perfectamente que Akaza lo entiende, sabe a muy bien que ya captó el mensaje claramente indiscreto.
Akaza ya sabe que Kyōjurō habla de la tentación que podría darle el impulso de llegar a marcarlo. Sabe muy bien porque incluso está mostrando su piel de una forma que podría resultar peligrosa. Es una prueba, y una que solamente puede responder con la más pura verdad, porque cualquier mentira sería descubierta de inmediato y arruinaría por completo el ambiente donde llegaron a mostrar confianza.
El cazador espera tranquilo, paciente, listo para cualquier cosa y sin borrar la sonrisa de sus labios. Solamente mira la imagen del demonio, quien suspira y desvía la mirada antes de responder:
"—Pero claro que sí. No gano nada con eso y realmente sería inútil el siquiera imaginarlo" —dijo antes de volver a estirar sus brazos y restarle importancia al asunto— "Además, incluso si hipotéticamente llegara a quererlo, no es como si solamente dependiera de mí. Sé perfectamente cómo funciona esa tontería" —continuó antes de mirar nuevamente los ojos de su querido humano, incluso compartir el gesto de este.
Ensancha su sonrisa con verdadera alegría, bien, Akaza ya había logrado ganar parte de su confianza.
"—Algunos suelen olvidarlo, me alegra que lo sepas" —respondió ahora acomodando su ropa con tranquilidad. Eso confirma que Akaza no es idiota.
"—Depende más de ti, que de mí. Sé perfectamente que si no me aceptas, podría incluso arrancarte un trozo de carne y ni así se haría una tontería de enlace" —comentó con una descripción un tanto gráfica del asunto, la que logró que Kyōjurō llegara a reír.
"—Mejor no digas eso, ¡Imaginarlo me duele!" —respondió entre risas por la imagen en su cabeza, quizás por nerviosismo o por la expresión que eligió usar Akaza.
"—¿Te sirve si te digo que lo siento? Fue el único ejemplo que se me ocurrió" —trató de defenderse, compartiendo la expresión de Kyōjurō, quizás pensando en si había llegado a ser "Muy brusco" con sus palabras.
"—Hm. Diría que sí" —respondió con una sonrisa despreocupada, casi divertida, para luego soltar un suspiro y hacer la misma acción que Akaza hizo en más de una ocasión, estirarse. Si lo hace para restarle importancia al asunto o si realmente trata de relajar su cuerpo, solamente él lo sabrá- "Ahora hablemos de otra cosa. Estos temas por alguna razón me molestan ¿Te parece bien?".
"—Me parece perfecto".
Quizás está de más decirlo debido a lo obvio que es el asunto, pero está más que claro que luego de esa conversación las cosas fueron extremadamente más tranquilas entre los dos. Visitas igual de frecuentes, una conversación que en lugar de causar fastidio o que terminara en un intercambio de golpes; llevaban por el camino contrario, incluso haciendo que las noches se volvieran más amenas para el cazador, aún si era acompañado por el demonio que tanto había dicho odiar.
Caminatas tranquilas, agradables conversaciones en las que incluso llegaban a hablar de qué habían llegado a hacer antes de verse, una ocasional broma o hasta un simple chiste, ya sea por parte del demonio o hasta del cazador, quien se mostraba de un excelente humor aunque se encontrara con la usual actitud de Akaza. Al principio le costó un poco creer que llegó a incluso reírse por un comentario del demonio, cuando tocaron un tema en verdad irrelevante para ambos, pero en lugar de pensárselo demasiado, simplemente hizo lo que cualquier persona hubiera hecho: Lo dejó pasar y siguió hablando.
Y fue esa acción, la que hizo que llegara a disfrutar un poco más la situación. ¿Por qué mencionar esto? Porque resultó ser un poco más relevante de lo que esperaba.
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Bien este es otro capítulo que estaba ansiosa por mostrar y como ya se me hizo costumbre ¿Qué les pareció todo esto? :3
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