Capítulo diecisiete: "Todo a su tiempo"

Por mucho que le hubiera gustado empezar ahora con nuevos recuerdos ahora, su mente no se lo permitía. No luego de tener presente el conflicto, la tensión que había pasado con Senjuro cuando este descubrió que el mismo demonio que pudo haberlo matado, era también el mismo "amigo" que tan alegre lo había hecho durante esos días. No podía ignorar lo que sucedía frente a él, por mucho que lo quisiera. Menos cuando la ya mencionada y desagradable tensión, se presentaba cada segundo que tenía a Senjuro delante de él.

A la mañana en la que vio a su hermanito cocinando, no solamente lo vio usando el cuchillo para cortar de una forma más rápida que de costumbre, sino que aparte de notar el sonido del metal más fuerte al tocar la tabla de madera, podía ver perfectamente que el menor de la familia no estaba de buen humor en absoluto.

Ni siquiera se sintió seguro cuando trató de imaginar acercarse al más joven. Algo dentro de él hacía que recordara las palabras de su padre sobre una situación similar, y una sensación similar al peligro le decía que al mínimo paso que diera, probablemente haya una nueva marca en la pared, junto a su cabeza. Es extremo imaginar que Senjuro le tiraría un cuchillo, pero una parte de él trataba de conservar la calma luego también recordar que el más joven de los Rengoku dijo que "nunca haría nada para lastimarlo". Esa era la única razón por la que creía que nada pasaría entonces.

"Pero mejor prevenir que curar" ¿No?... vaya, apenas empezaba esa mañana y ya estaba haciendo un lío por la idea de solamente acercarse a su hermano. Si tanto se complicaba ahora, ¿cómo sería después?. En serio ¿Cómo sería cuando realmente tendría que acercarse para dirigirle la palabra adecuadamente? No le gusta imaginar la tensión y posible frialdad con la que Senjuro podría hablarle. Detesta con toda su alma la idea de que haya alguna tensión entre ellos, y con razón, pues durante varios años ellos han tenido una buena relación y su primera discusión fue hace cuatro años. Cuatro años han pasado desde la primera vez que Senjuro le levantó la voz e incluso le llamó idiota, y apenas unas horas habían trascurrido desde la última vez que Senjuro había elegido dejar de lado la imagen de una persona tranquila.

La situación no le gusta en absoluto. Hace que su cabeza de vueltas y se sienta incómodo, muy incómodo, tanto como para por preferir por unos segundos no ver a su hermanito hasta sentir que podría. Quizás ya ha repetido eso, ¡Pero es inevitable! ¡Esa idea no abandona su cabeza! Lo sigue a todos lados, desde la entrada de la cocina hasta los pasillos de su casa, y desde los pasillos hasta su habitación, en la que apenas entró, cerró la puerta y soltó un suspiro. Suspiro que inmediatamente llamó la atención del otro presente en la habitación.

"—¿Estás bien?" —fue la pregunta que probablemente fue la única que se le pudo ocurrir para empezar una conversación. Akaza permanece sentado frente a él, recibiéndolo con una preocupación notoria.

Quisiera calmar al demonio, pero no puede, por mucho que quiera.

"—No, la verdad es que no lo estoy" —respondió sincero. Tan honesto como hace tiempo prometió que lo sería. Sabe que puede contar con él para sus amarguras. La calmada expresión de Akaza se lo confirma nuevamente.

El rubio se sentó frente al demonio apenas dio un paso lejos de la puerta ya cerrada detrás de él.

"—Es por tu hermano ¿Cierto?" —probablemente lo dijo para dar un inicio adecuado a la conversación, pero el cazador ya estaba seguro de que él tenía perfectamente claro de lo que trataba el asunto. Tan claro como para seguir hablando— "Vaya, ni siquiera tus compañeros te habían preocupado tanto" —comentó, recordándole que a diferencia de la situación en donde habían estado frente a los pilares.

El momento en donde estuvo a nada de perder las manos y en donde debió ganarse la desconfianza de Shinazugawa, era una situación que ni siquiera había llegado a quitarle el sueño. Una cosa eran sus compañeros y otra su familia. Puede sonar mal, pero así eran las cosas. En su caso, simplemente son así.

"—Senjuro es una de las personas con las que no soportaría estar en malos términos" —explicó, para luego ver al contrario acercarse más a él. Sentándose justo a su lado, quizás para explicar que lo tenía para escucharlo, incluso para apoyarlo. El punto era que estaba allí.

"—Lo sé. Me dijiste que ustedes eran unidos desde pequeños" —comentó pensando en una anécdota pasada. Una simple mención de la infancia de los Rengoku, una infancia en la que ambos simple y tranquilamente estaban juntos.

Aunque esa unión, en más de una ocasión pareció debilitarse mediante ellos crecían. Kyōjurō sin quererlo se distanciaba por centrarse en sus deberes, no le decía qué cosas le pasaban y fue a la edad de sus dieciséis años y a los diez de Senjuro, que vio cómo esa ya mencionada distancia había hecho que el menor perdiera su paciencia. Fue a gritos que le pidió saber de él, fue a gritos que le mostró su frustración y compartió su dolor. Luego de eso, no solamente estuvieron más cerca uno del otro, sino que para cumplir eso, prometieron contarse todo. Y está claro que desde que él comenzó a hablar con Akaza, esa promesa sin planearlo se había olvidado. No, en realidad se había roto.

"—Creo que tengo miedo de cómo podrían ser las cosas entre nosotros por haber roto nuestra promesa" —dijo en voz alta uno de sus pensamientos. Contar sus pesares es relativamente más fácil, pero sigue sin sentirse cómodo.

"—¿Promesa?" —preguntó con evidente curiosidad. Es una de las cosas que aparentemente no le había comentado en voz alta. Bueno, ¿Qué le cuesta explicar? No tiene nada de malo contarle de ello.

"—Hace unos años prometimos contarnos todo. No quiero alargarme demasiado, pero te diré que fue en una época donde estaba un tanto alejado de Senjuro y él se preocupó por mí. Por eso prometimos contarnos todo... aunque como verás, resultó ser 'casi', todo" —explicó omitiendo varios detalles de aquella vez. En otro momento le puede decir todo—. "Aunque tenía motivos para ocultarselo, de todos modos puedo entender que esté enojado...aunque por alguna razón siento que en el fondo podría odiarme". —dijo apenas la idea cruzó por su mente. ¿Estará exagerando? Porque, vamos ¿Senjuro, odiarlo? ¿Enojarse hasta el punto de odiarlo? ¿En qué está pensando? "Odiar" es una palabra muy fuerte, no se puede mencionar a la ligera. Y no puede imaginarse que su hermano menor llegue a odiarlo, por muy enojado que esté. En realidad, no quiere imaginarlo.

Por alguna razón está tentado a decir... que le da cierto temor esa idea.
No, en realidad será honesto. Tiene miedo.

No es la primera vez que le oculta cosas a su hermano, y ver que le había escondido algo de esa magnitud podría ser suficiente razón para que el menor de los Rengoku recuerde el pasado y la frustrante situación de no tener idea de nada de lo que le pasaba. Recordar los años de silencio era suficiente razón para que Senjuro explotara y hasta comparara el desagrado de las situaciones. Con hartazgo uno fácilmente puede dejarse llevar y decir que siente odio, y quién sabe, al final hasta podría pasar a ser justamente eso.

Vaya, no pensó que en el fondo pudiera tenerle tanto temor a esas cosas. Es interesante como el pensarlo demasiado puede hacer las cargas más pesadas. Que situación tan familiar era esta.

"—Se nota que le importas, es imposible que te odie" —dijo el demonio colocando una mano en su hombro—. "Está enojado, sí, pero tampoco podías decirle que hablabas conmigo luego de lo que hice. Necesita tiempo para procesarlo y cuando lo notes tranquilo, podrás hablar con él como se debe" —siguió hablando mientras ahora acariciaba su hombro. El toque es tibio—. "O eso creo. No tengo idea de lo que es tener hermanos o este tipo de situaciones" —comentó sin detener su caricia. Bien, incluso si no tiene idea, sus palabras le parecen acertadas—, "pero a lo que quiero llegar es que todo estará bien. Puedes estar tranquilo".

"—Gracias... me calma que digas eso" —respondió mientras se recargaba en el hombro contrario. Bien, solamente debía darle tiempo al asunto, pero ahora que lo piensa ¿Cuánto tiempo debería ser? Era su segunda discusión con Senjuro, pero era la primera vez que tendría que mantener distancia por un tiempo indefinido. A su parecer es demasiado tenso, y no quiere angustiarse más de lo necesario. Tiene varias cosas que hacer también y si no se tranquiliza, le jugará en contra. Terminó soltando un suspiro para dejar ir parte de la preocupación. Quizás esa señal también anime a Akaza, igual parece preocupado— "Bueno, entonces dejaré que se calmen las cosas y que sea el momento para hablar" —dijo en voz alta para que el demonio esté enterado y también se mantuviera en calma. Incluso estiró los brazos como señal de que trataría de relajarse un poco.

"—Es lo mejor que se puede hacer" —comentó el demonio con una pequeña sonrisa—. "Por cierto, Kyōjurō" —lo llamó. Definitivamente sería un cambio de tema.

"—¿Sí?" —dijo dándole toda su atención.

"—Cómo sé que tendrás que salir, necesito que me digas dónde vas a estar para poder ir cuando anochezca. Si llego a tiempo, me encargo del demonio. Tengo que comer" —comentó con tranquilidad. Cierto, han pasado horas desde que Akaza consumió algo, aparte de que no estaba muy seguro de si lo que comió ayer saciaría su apetito. Bien, algo más ocupara su mente ahora.

"—También puedo ir por carne para ti" —respondió con algo que sería más sencillo que solamente esperar a la noche. Akaza le dijo que la carne de cerdo resultó ser la que más lo llenaba. Conseguirla no le tomaría mucho tiempo.

"—Sí, pero de todos modos quiero que me digas. Tampoco es que quiera, o pueda, quedarme aquí todo el día" —habló de lo evidente. Claro, Akaza no parece ser el tipo de persona que le guste estar encerrado tanto tiempo—. "Además de que quiero estar contigo" —bien, ese era otro motivo más. Y si debía ser sincero, le parecía muy tierno.

"—Entonces te lo diré luego. Iré por carne para que comas ahora, así aguantas a la noche. Si llegas a tiempo y no he matado al demonio, es todo tuyo ¿Te parece?" —era el mejor trato que podía ofrecerle en este momento. Hacer que Akaza pase hambre puede ser un problema más a futuro, así que ya verá cómo se organizan para evitar cualquier problema que pueda ocasionar la posibilidad de ese escenario.

"—Claro que sí. Correré apenas se oculte el sol" —respondió tranquilo. Perfecto entonces.

"—Y yo no tardaré mucho en volver" —dijo luego de oírlo. Después se puso de pie para salir de la habitación.

"—Te esperaré" —fue lo último que escuchó antes de llegar a los pasillos. Solamente era salir y volver. También aprovecharía para tomar algo de aire y despejarse. Eso le haría muy bien.

Paso a paso, con calma, simplemente se dedicó a dirigirse a la salida de su hogar. Fuera del ruido de sus pasos, se encontró el más puro silencio acompañando de la simple suerte no encontrarse con nadie. ¿Cuánto rato pasó desde que vio a Senjuro? Quizás en ese tiempo pudo haber ido a otro lado y él ni enterado. No sabe si tomarlo como algo bueno o hasta "malo", ya que es cierto que pensó en darle espacio, pero ahora que no lo ve, no sabe si es coincidencia o si buscan evitarse mutuamente.

Maldita sea ¿Por qué le da tantas vueltas a ese tipo de asuntos? ¿Por qué los sobreanalizaba tanto? ¡No hace más que revolverle la cabeza! Lo confunde, le hace dudar, incluso temer ¡Y él no es así! Es cierto que una situación como esa es algo realmente incómodo, abrumador, ¡Pero eso no debería ser nada si lo comparaba con otras situaciones! La reunión que tuvo con su líder, con sus compañeros; otros momentos de tensión que se resultaban peores cuando uno lo pensaba con lógica. Enfrentar demonios de un calibre similar al suyo, casi morir por ellos en más de una ocasión y pensar en lo que pudieron ser sus últimos momentos con sus seres queridos, eso era aterrador. Eso eran momentos más tensos, más angustiantes, era simplemente peor.

Suspira pesadamente al ver que se ahoga en sus propios pensamientos otra vez. ¿Cómo le puede costar tanto quedarse derecho y no sobreanalizar la simple coincidencia de no encontrarse con su hermano en el pasillo? ¡No es como si fuera una situación tan atípica de todos modos! No siempre puede ver a Senjuro en la misma habitación cuando entra en ella y no anda como un dramático pensando en si él se estaba alejando de él o no. ¡Aunque sea de lejos lo verá en cualquier otro momento del día, incluso si lo hace de lejos! Debe respirar, debe calmarse, más ahora que ve que ha pisado el piso con más fuerza que de costumbre; y además, por estar tan perdido en sí mismo, se ha dado cuenta que no estaba ni cerca de la salida. "Genial", "Perfecto", no puede evitar ser sarcástico. Qué estúpido que se distraiga tanto.

La puerta no debería estar tan lejos. Retomar el camino no debería ser complicado, solamente debía avanzar e ignorar lo demás. No tiene porqué ver relevante el sonido de sus propios pasos, no tiene que mirar las murallas que no lo llevan a ninguna parte; tampoco tiene que mostrar curiosidad por las puertas que están cerradas y que no lo llevaran a su destino.

No tiene que prestarle atención a esas cosas... o eso se quisiera repetir de no ser por una diferencia. Hay una puerta abierta, hay luz que se escapa por aquella abertura y también se puede escuchar un sonido diferente al de sus pisadas. Tiene un presentimiento, y es su normalmente maldita curiosidad, quien le pide ir a confirmarlo.

Con cuidado avanzó, en silencio se acercó y sin problema observó que pasaba dentro de la habitación. El menor de la casa colocando platos sobre la mesa. Cierto, el desayuno estaba cerca. ¿Por qué lo olvidó? ¿Cómo pudo hacerlo? Es... extraño. Necesita salir y tomar aire.

Dio un paso que resultó ser más fuerte que los otros. Juraría que fue sin querer, pero eso no serviría de absolutamente nada, no cuando ya llamó la atención de su hermanito. Se encontró con su rostro estando casi en blanco, parece que no ha cambiado la cara en un buen rato. No le da muy buena espina... quiere sentirse tranquilo de alguna forma. Y lo único que se le ocurrió para eso, fue tratar de darle una sonrisa. Un cálido gesto para tratar de mostrarle que las cosas no tenían que ser tan pesadas entre ellos...

Hubiera sido lindo si Senjuro no hubiera desviado su mirada dos o quizás tres segundos después. Debe admitir que se sorprendió cuando vio eso. Era la primera vez que Senjuro lo evitaba de una forma tan directa, incluso llegando a generar una leve sensación de frío en él. Es nuevo y no le gusta para nada, pero ¿Qué más puede hacer? No mucho... solamente alejarse y recordar que quería salir de la casa para conseguirle alimento al demonio en su habitación.

Esta vez ni siquiera se molestó en querer describir cómo había salido de la casa. No quiere hablar de lo incómodo que le resultó no poder decirle nada a su hermano y que este tampoco tratara de decirle algo. Solamente se apresuró a llegar al exterior para comprar carne para Akaza.

Se encargó de tomar tanto aire como necesitara durante el camino. Cerró los ojos en más de una ocasión para tomarlo como una pausa y suspiró casi al mismo tiempo de eso. Una frase llegó a su mente. Palabras que puede escuchar tanto con la voz de Akaza, como con la suya:

"Todo estará bien".
Algo que espera, algo que quiere, algo por lo que está a nada de rezar.

¿Cómo puede recuperar su paz?
Una respuesta dada minutos atrás se presenta en su cabeza.
"Solamente dale tiempo".
No es como si tuviera otra alternativa realmente. No hay de otra. Hará eso. Dejará pasar el tiempo, por mucho que le disguste la idea de la espera. Es lo mejor que puede hacer.

Y así lo hizo. Hubo momentos donde los segundos parecían ser minutos y los minutos horas. Ha pasado por momentos como esos y no le cuesta en absoluto describir cómo se sentía el pasar del día... aunque hubiera sido peor si hubiera estado solo.

En una situación como esa, estaba alegre de haber pasado tiempo con su "amigo". Akaza había llegado temprano en la noche que le tocaba trabajo, a los minutos él ya estaba devorando a su oponente... cosa que Kyōjurō no vio directamente, ya que imaginar eso se le hacía desagradable, igual que la idea de verlo. No le tomó mucho voltearse. Simplemente trató de ignorar el sonido de los mordiscos, era simple intuir que el demonio tenía hambre. Mucha hambre. Quizás le deba dar de su sangre y comprar un poco más de carne para él en otro momento... sí, eso puede hacer.

"—En un momento termino, Kyōjurō" —se le escuchó decir al demonio detrás de él. Con la prisa con la que se le escuchaba masticar, claramente le tomaría poco. Perfectamente le puede esperar.

"—Tranquilo, toma tú tiempo. La noche es joven" —respondió más que dispuesto a mostrarse paciente con él. Recordar que la noche había comenzado hace no mucho, al menos a su parecer, lo dejaba tranquilo. Podría matar el tiempo que quedaba con la compañía de Akaza. Eso le gustaba más. Soltó un suspiro para tratar de transmitir algo de calma.

Por un momento creyó que podría hasta observar el piso y ver si encontraba hormigas. Sería algo demasiado infantil de su parte, pero toda opción era buena para pasar el rato. Todo sirve para lograr aquello, ¿Para qué lo repite? Pues porque es lo único que se le ocurre para cumplir su cometido.

"—Listo, ya terminé" —se escuchó a sus espaldas con tono que rozaba la alegría, sin duda se notaba su satisfacción al ya tener el estómago lleno. Entendía perfectamente ese sentimiento.

"—Qué bueno ¿Cómo te...?" —intentó decir mientras se daba la vuelta. Quería mostrar un poco de cortesía al preguntar cómo se sentía ahora, pero se quedó con las palabras en la boca al ver algo que en realidad había descubierto esa misma mañana. Ver la boca de Akaza cubierta con manchas de sangre era el perfecto recordatorio de que él era un comedor desordenado. Soltó un suspiro, lo único que le calmaba de aquella imagen que otros podrían considerar "aterradora", era la sonrisa del otro hombre frente a él. No pudo evitar devolverle el gesto, aunque eso pareció descolocar al demonio.

"—¿Sucede algo?" —interrogó claramente extrañado.

"—Quédate quieto" —pidió sacando un pañuelo que guardó desde la mañana. En realidad se veía venir ese escenario. Con calma, comenzó a limpiar la boca de su querido demonio, quien inmediatamente entendió el porqué de su anterior silencio.

"—Ah, era eso..." —dijo mientras se dejaba retirar los restos de sangre. Por alguna razón, escucharlo, le dieron una leves ganas de reír. ¿Será que siente algo de ternura, a pesar de lo "aterrador" que sería normalmente, y nada más quiere expresarlo de alguna forma? Quién sabe, es posible.

Hubiera pensado más en eso, pero ya que por fin había limpiado sus labios, no había razón para seguir. Mejor caminar sin prisa a cualquier lugar... cualquier lugar que no fuera su casa.

"—Vámonos. El trabajo está hecho, no tienes hambre y hay mucho tiempo para regresar" —mencionó con expresión tranquila, las varias cosas buenas de esa noche. ¿Hace cuánto que no sentía eso? Quizás no fuera hace tanto como se imagina, pero no puede evitar pensarlo.

"—Tienes razón" —respondió ya colocándose a su lado para emprender un camino que quizás podría resultar más largo de lo que originalmente resultaría. Todo dependía de cuales fueran sus ganas de regresar—. "Además, hay algo que quiero preguntarte".

Su corazón se sintió en paz. ¿De qué podrían hablar hasta regresar a su habitación? ¿Qué cosa será la que probablemente lleva todo el día en la mente de su querido demonio, y que ahora tiene la oportunidad de mencionar? Mientras que no lo haga pensar en lo que lo aflige, hasta podría decir que se muere por saber.

"—¿Y eso qué sería?" —interrogó listo para mantener una conversación que seguramente terminará siendo entretenida. Oh, ya lo imagina y eso lo hace sentir...

"—Te ves mejor que en la mañana, pero de alguna forma te sigo notando tenso. ¿Te sientes bien?".

Bien. Hace tan solo unas fracciones de segundo hubiera dicho que estaría "feliz", pero ya no es así del todo. Sabe que Akaza no quiere ponerlo mal por recordarle su tensión de la mañana, en realidad fue algo muy dulce que se preocupara por él, pero... por ahora no quiere pensar en eso, no cuando ya le dio el consejo de esperar. Si ignora el asunto por un rato, podría pasar el tiempo más rápido... ¿No? Sinceramente no está seguro de porqué ese pensamiento le estaba diciendo las cosas en realidad eran lo opuesto a lo que se obligaba a pensar. En el fondo sabe que eso no puede ignorarse. Solamente retrasa las cosas.

Y no sabe porqué, pero prefiere retrasar lo inevitable. No quiere hablar de eso, aunque él claramente no está bien. No es la primera vez que evita hablar de cómo se siente.

"—Hm, mejor hablemos de eso más tarde. Quiero dejarlo para después, pero no te preocupes. En sí, estoy mejor que antes" —comentó con cierta mentira blanca. Lo que lo hace sentir mejor, es la idea de distraerse. Quiere hacer eso, sabe que Akaza lo conoce y probablemente le hará caso... bueno, en realidad, con suficiente suerte será así.

Lo ve soltar un suspiro.

"—Confío en tu palabra" —respondió antes de colocar una mano en su hombro. A los segundos esta misma se deslizó suavemente por su espalda. Una caricia gentil— "¿Te encontraste algo interesante hoy?" —una pregunta que ahora sí podría responder con gusto.

"—Hm, puede ser, deja que te cuente" —una respuesta que tomaba menos trabajo pensar.

Creyó tener de vuelta, aunque sea un pequeño fragmento de su anterior tranquilidad. Es algo muy bonito, pero... no es lo mismo. No puede disfrutarlo plenamente.

Ni las risas, ni la voz de Akaza, ni siquiera pudo ponerle atención a la sonrisa que tanto le encantaba ver. Fue agradable, no puede negarlo, pero no se sentía tranquilo, y si en algún momento logró olvidar su pesar, pues solamente fue por unos fugaces instantes. Un escalofrío lo recorría cuando recordaba que tenía que regresar a su casa. Cuando tocó cruzar la puerta, no pudo evitar pasar con un silencio mayor al de otras noches. La idea de que alguien estuviera despierto, no le gustaba para nada. Aparte de Akaza, no está seguro de querer hablar con alguien más.

Al llegar a su futón, no pudo evitar pensar en lo mucho que quería dormir para llegar al día de mañana. Una de las cosas que tranquilizó su corazón, fue nuevamente ver al demonio recostado junto a él, deseándole buena noche. Amaba eso... simplemente amaba tener algo como eso. Era algo que le endulzaba la noche y hasta lo ayudaba a conciliar el sueño.

Un dulce sueño que podía disfrutar hasta que sus ojos se abrían. Despertaba con ganas de seguir en cama, aún si tenía suficiente energía como para empezar el día. Luego de elegir levantarse, nuevamente pudo divisar al demonio junto a él. Nuevamente lo escuchó decir "Buenos días", aunque lo único bueno de esa mañana, resultó ser eso. Después de salir de su cuarto, nuevamente se encontró con el silencio de su hogar.

Otra vez pudo observar a la distancia la figura de su hermanito. Un paso fue lo que trató de avanzar para aunque sea decirle buenos días... fue evitado totalmente. Con suerte lo miró, pero nuevamente no se molestó en dirigirle palabra alguna. Es angustiante. Hace que un escalofrío recorra su espalda y su mente no puede evitar pensar "¿De verdad esto se repetirá?" No le gusta esa idea. Detesta esa idea. Por un segundo estuvo a nada de incluso decirse "¿Por qué traté de arreglar esto con distancia? ¡Debí hablarle directamente esa noche!", todo por culpa de su impaciencia. Sabe porqué no puede acercarse, eso es por las palabras de su padre. Él cometió un error y no respetó el espacio de Senjuro, no le dio tiempo; y luego de eso pasó algo de lo que no tiene idea, por haber dejado la conversación inconclusa.

Recordar ese detalle lo hace suspirar con cansancio. Algo le dice que no se arriesgue, que no sea imprudente, pero a la par quiere insistir y hablar con su hermano menor. ¿Por qué tiene que ser tan complicado? ¡Odia no poder hacer nada! Con suerte es que no ha gritado por la frustración o incluso ir a desahogarse con Akaza. Quizás es porque ya tiene una idea de cómo podría ir la conversación y eso sería volver a escuchar el consejo de "Trata de esperar", "Dale tiempo y espacio".

Cerró los ojos por un momento. Tener deseos contradictorios era lo peor. Esta era una de las pocas veces en las que ese tipo de pensamientos lo atormentaban de tal manera. No solamente dándole amargura, no solamente tomando posesión de gran parte de sus pensamientos... sino también quedándose con él por gran parte del día.

Desde que se despidió de su familia, hasta cuando salió de casa. Y por supuesto, hasta la tarde de ese mismo día. Tarde que por cierto, no pasó solo. Se terminó encontrando con alguien que también era muy especial para él.

"—¡Rengoku-san!" —se le escuchó a una alegre voz femenina. La pilar del amor hizo presencia. Tan radiante como se le conoce.

Es tan, pero tan linda verla ahora. Apenas tiene palabras para describir lo agradable que se siente ver su rostro.

"—¡Qué bueno verte, Mitsuri!" —saludó con ánimos similares. Con solamente aparecer ya estaba animando su día— "¿Cómo estás?".

"—¡Bastante bien!" —respondió la joven, acortando la distancia hasta estar justamente a su lado— "¿Y qué tal? Sé que ha pasado poco desde la reunión, pero tampoco he sabido nada luego de ella. ¿Todo está bien con Akaza?" —preguntó claramente preocupada. Con esa duda, llegó a recordarle que ella llegó a mantener una pequeña conversación con el demonio. No estaba enterado sobre los que temas que tocaron, pero verla preguntar por él, con tan buen ánimo, podría ser una buena señal. Quizás se llevaron bien, dejando de lado la primera impresión que le pudo dejar de Akaza, luego de contarle de su primer combate.

Con eso en mente, la verdad es que está más tranquilo con la idea de responderle.

"—En sí, diría que las cosas han estado bien. Akaza está tranquilo, y cuando llegó, mi padre reaccionó relativamente mejor de lo que esperaba... las cosas han estado mejores con él desde hace unos días" —comentó para luego observar la expresión de la joven. Ver sus labios formar una pequeña "o" es la perfecta señal para mostrar su sorpresa. Ella estaba enterada de qué cosas pasaban en su casa.

"—Eso... ¡Eso es muy bueno! ¡En es realidad maravilloso!" —dijo tratando de no hablar más fuerte de lo que ya había hecho. Se notaba tan feliz, que incluso creyó que le contagiaría aquella tierna sonrisa que yacía sobre su rostro— "¡Estoy tan feliz de que las cosas hayan salido bien! Por cierto, hay algo que quiero preguntar ¿Akaza está en su hogar ahora, no?".

"—Eh, sí. Él se queda conmigo, a menos que tenga que salir para que Kibutsuji no sospeche. Afortunadamente se las ha arreglado para que eso no ocurra" —respondió pensando en lo afortunados que eran por evitar aquel escenario, razón por la que también se adelantó a cualquier posible pregunta sobre ese tema— "Por cierto ¿Por qué la duda?" —interrogó ahora él al darse cuenta de una extraña sensación dentro de su pecho.

"—Bueno... quería preguntarle ¿Cómo reaccionó Senjuro? Debió estar muy asustado al ver a un demonio como Akaza" —dijo con una angustia que no se molestó en ocultar.

Si hubiera estado de mejor humor, probablemente se hubiera reído al momento de decirle la verdad. Porque esperar que su hermanito se asustara, era natural, pero recordar la realidad era algo que visto desde otro punto de vista, puede rozar lo cómico, solamente por lo irónico que resultaba la situación.

"—Senjuro hizo varias cosas... pero asustarse no fue una de ellas" —respondió con una curva en sus labios que nada más fue hecha para quitarle toda posible tensión al asunto. Aunque observar el rostro de Kanroji, lo hizo notar que su curiosidad solamente llegó a aumentar.

"—¿En serio?" —dijo claramente sin entenderle. Y con razón, ella solamente había podido conocer la faceta más tranquila de su hermano, porque ella nunca hizo algo que lo hiciera enojar, y si en una ocasión Senjuro habrá llegado a molestarse en su presencia, pues claramente no ha hecho al mismo nivel que el de la otra noche.

"—¿Recuerdas que mi padre fue el que mejor reaccionó?".

"—Eh, sí..." —parece que está entendiendo por dónde va.

"—Pues Senjuro fue quien reaccionó peor... y no te voy a mentir, me sorprendió verlo así. Él estaba furioso" —comentó tratando de dejar en claro cuán serio era el asunto. Mitsuri lo entendió perfectamente.

"—¿Qué más pasó?" —preguntó acercándose, colocando una mano sobre su hombro como señal de apoyo. Puede contar con ella y lo sabe.

"—Bueno..." —dijo antes de soltar un suspiro. No estará mal decirle, si va de a poco ¿Verdad? — "Aparte de lanzarle una navaja a Akaza... también discutimos por ocultarle que hablaba con él. No podía simplemente decirle que hablaba con Akaza, ya que antes había peleado con él y Senjuro conocía esa historia. Y ahora estoy pensando en qué hacer para arreglar las cosas con él, porque no me gusta la tensión que hay entre nosotros. Hice mal al no decir ni una palabra antes, pero quiero arreglarlo, y no sé qué hacer... no estoy seguro de si pedir ayuda, siquiera" —hizo un pequeño resumen tratando de no sonar demasiado apresurado o incluso desesperado por recordar sus propios errores. Quizás estaba tan angustiado, que por ello no dudó en desahogarse con Mitsuri apenas tocó el tema. No sabe si es bueno o malo el haber dejado caer tal cantidad de información de golpe.

Ver el asombro para nada disimulado de Mitsuri le hace cuestionarse si debió de abrir la boca o no, aunque ver que ella logró recuperar la compostura, como todo pilar respetable, lo hizo sentirse más calmado. La joven aclaró su garganta antes de hablar.

"—A-admito que no me esperaba una reacción tan agresiva por parte de Senjuro, ¡P-pero también tiene sentido, enterarse de cosas como esas, así, tampoco iba a estar tan calmado!" —dijo evitando tartamudear. Debe estar buscando las palabras adecuadas para hacerle entender que como todo humano, Senjuro tendría cierto límite para algunas situaciones. Ocultarle su relación con Akaza era un ejemplo de ello, igual que una situación ocurrida hace cuatro años. La primera vez que Senjuro explotaba para gritarle.

"—Yo tampoco esperaba que reaccionara bien. Ni de chiste esperaría eso, pero lo que no vi venir fue que Senjuro le atacara tan directamente. Me reacción fue similar a la tuya. Sé que pudo haber sido diferente, de haberle comentado algo, pero no lo hice y mi preocupación ahora es ver cómo puedo hablar con él, porque es lo único que no sé, Mitsuri. Seré sincero, estoy angustiado" —comentó sin tratar de negar sus errores. Sabe que hizo cosas mal, al volver a recurrir al silencio para no decirle nada a su hermano, y ahora necesita saber qué puede hacer para arreglar las cosas. Quizás suene repetitivo, pero es una forma de pedir ayuda. Otra vez, es un momento en el que él como hermano mayor, no tiene respuestas. Ni una sola.

Siente a su alumna tocar su hombro en un intento de apoyo. Ese tipo de acciones realmente llevaban paz a su corazón, quizás sea porque es una de las veces en las que se atreve a contar los problemas que tenía dentro de este.

"—Me imagino que le has dado su espacio ¿No? Digo, luego de una situación así... es lo mejor" —fueron las palabras de Mitsuri, esperando lo mejor de aquella situación. Una simple acción como esa, podía hacer una gran diferencia.

"—Sí, lo hice. No quiero que las cosas se pongan más tensas y ahora debo ver cómo me acercaré a Senjuro, porque él apenas y me mira" —comentó con una mano en el mentón, dando la clara señal de que seguía pensando en una manera de no arruinar las cosas, al momento de acortar la distancia con su hermano menor.

"—Hm, ¿Qué tal si va de a poco, o intentan hacer algo juntos? Algo que les guste a los dos y no pueda rechazar, cuando se le note más tranquilo, claro. Yo hacía eso cuando era más pequeña y mis hermanitos y yo discutíamos" —comentó la joven. Cierto, Kanroji tiene varios hermanos menores, claro que va a saber del tema. Quizás hasta sepa mucho más que él.

"—Bueno, eso en realidad no parece mala idea. Aunque creo que hay varias cosas que no compartimos, aparte del entrenamiento..." —respondió con un comentario a medias. Con esas palabras en cuenta ya se está imaginando un escenario que no le genera mucho agrado. La imagen de Senjuro con la espada de madera en mano, simplemente le hace pensar en que él nada más aprovechará para desahogarse en combate. Prefiere tener una actividad pacifica.

"—Hmm..." —emitió pensativa la joven, colocando una mano bajo su mentón para buscar una idea adecuadamente. Incluso llegó a inclinar la cabeza hacia un lado, para después cerrar los ojos. Tan solo fueron unos segundos de silencio, hasta que la joven habló— "¿Hay algo que ustedes quisieran hacer juntos? ¿Algo como... ir a comer? ¿Pasear? ¿Ir a algún lugar?" —dijo mirándolo fijamente, esperando una respuesta. Ahora era su turno tener que pensar.

Y con los brazos cruzados, comenzó a buscar en su memoria alguna conversación con su hermanito. Sabe que hay algo que los dos querían hacer, pero la falta de tiempo debido a su trabajo no se lo permitía. Hay algo, y ese "algo" tiene la pinta de ser muy especial. Sí, seguro que lo es, por algo es que se toma tanto tiempo en pensar en ello e imaginar que es por su importancia, que Senjuro no lo rechazaría.

Sus ojos se abrieron de gran manera por un par de segundos. Ya tiene su respuesta, y es algo que sin duda resultaba importante para ambos hermanos. No puede evitar sonreír antes de mirar a Mitsuri.

"—Ya recordé. Hay un lugar al que Senjuro y yo hemos querido ir desde hace mucho tiempo. ¡Con suerte, podré llevarlo tan pronto como pueda! ¡Gracias por la ayuda, Mitsuri!" —dijo antes de darle un abrazo por el apoyo. La joven no dudó en corresponder el contacto, era tan linda.

"—¡Me alegra poder ayudar!" —respondió animada, antes de que la soltara— "Espero que pueda arreglar las cosas con Senjuro, mucha suerte" —dijo antes de cerrar sus manos con emoción.

"—Te lo agradezco" —habló ya con el corazón más calmado. Estaba feliz de poder tener como amiga a alguien tan buena como lo era Mitsuri— "¡Ahora dime cómo estás tú! No puedo acaparar la conversación luego de tu ayuda ¿Qué tal tu día?" —preguntó ahora él. Una conversación, no es conversación sin escuchar a la otra persona. Al menos a su parecer.

"—¡Todo ha estado bien! De hecho, iba en camino a ver a Iguro-san y ver si estaba ocupado, ya que me dijo que estaría con Shinazugawa-san" —comentó tranquila, con su sonrisa de costumbre y ánimos característicos. Parece tener los planes perfectos para un buen día con el pilar de la serpiente y probablemente también con el pilar del viento.

"—¿Con Shinazugawa?" —preguntó curioso. Sabe que ellos se llevan bien, pero si le tomó algo desprevenido.

"—Iguro-san me dijo que le había pedido hablar. No me comentó más detalles, pero me dijo que podía ir a verlo de todos modos. Con suerte, puede que hable con Shinazugawa también, ¡y sería genial, llevo mochis conmigo! Lo vi comerlos una vez, puede que a él también le gusten" .—dijo mostrando lo que no había notado con anterioridad. Una cajita donde llevaba las mencionadas golosinas.

No pudo evitar sonreír por eso, a la par que tuvo un presentimiento de lo que podría estar hablando Shinazugawa con Obanai. Prefiere dejar ese tema para luego. No quiere rozar algo similar a la paranoia, si es que no tiene otro nombre.

"—¡Entonces espero que tengan un buen día! Pasenla bien hoy, Mitsuri" —habló sonriente mientras daba un pasó lejos de la joven, forma de decirle que ya no la detenía más— "Yo mientras me voy a organizar para salir con Senjuro. Espero que se diviertan y que Shinazugawa y Obanai estén bien". —dijo ahora, para que ella no sintiera que debiera quedarse más tiempo.

La joven le devolvió la sonrisa mientras daba unos pasos al frente, siguiendo con calma su camino.

"—¡Cuídese mucho! Si puede, dele mis saludos a su familia, ¡y a Akaza también!" —comentó moviendo su mano a manera de despedida mientras lo observaba.

El rubio también movió su mano para terminar la interacción, aunque no siendo ese su verdadero final, pues no puede dejar que se vaya sin decirle lo último.

"—¡Lo haré! Y muchas gracias por tu ayuda Mitsuri, te deseo toda la felicidad del mundo!" —fueron sus palabras con su característica alegría. ¿Cómo no decir eso luego de la idea que le dio, y que no puso pensar antes debido a su tensión? En este momento es imposible, al menos a su parecer.

Vio a la otra omega sonreír antes de apresurar su andar con emoción. Él también debería hacer lo mismo, ir a organizarse tan pronto fuera posible para la salida que ojalá y pronto tendría con su hermano menor. Una parte de él está impaciente, luego de recordar que esos planes también los había mencionado en el pasado, luego de haber entrenado con Senjuro, en un agradable descanso. Momentos tan dulces que no puede creer que olvidó por tanto tiempo.

Aprieta los puños mientras recuerda la sonrisa que su hermanito le mostro ese día. Lo compensará. Arreglará las cosas sí o sí.

Y nada se lo va a impedir... sí, nada se lo va a "impedir", pero sí hay algo que se lo va a "retrasar", cosa que al ser tan diferente perfectamente podía meterse en su camino. ¿Qué era aquello que ahora lo obstaculizaba? Algo que desde los quince años lo acompañaba... el deber, el trabajo.

Esa tarde no pudo ver lo que quería, por estar dirigiéndose a una misión, en la noche mucho menos. Debía volver a su hogar, ver que Akaza estuviera bien o que incluso haya ido a buscar algún demonio para alimentarse. Ya luego de eso podía respirar tranquilo, poner atención a las heridas hechas esa noche, junto las que todavía estaban en sus manos, y ya luego podía pensar en si dormir o pasar la noche en vela hasta que salga el sol y recién allí ver si pegaba el ojo o no.

En la mañana de ese día, claramente se repitió lo de las otras veces: Apenas poder hacer contacto visual con Senjuro, aunque con la sutil diferencia de que esta vez le avisó que el desayuno estaba listo. En algún momento se quedó dormido, pero ver eso le hizo sentir tranquilo. Su hermanito igual se le había acercado, cuando hasta su padre le pudo haber dicho algo.

¿Lo tomó como buena señal y motivación para organizarse con la futura salida? Por supuesto que sí. Y lo primero que hizo aparte de terminar su comida y despedirse de sus familiares, y del demonio de su cuarto; fue primero a comprobar en qué horarios podría salir con su hermano menor. Cosa que no fue sencilla, pues como su cuervo le decía que no se desviara del camino cuando iba en dirección a cumplir sus deberes una vez más, apenas y pudo echar un ojo a lo que buscaba.

Un largo camino fue el que tuvo que emprender durante ese día, también durante el siguiente, repitiendo lo mismo una y otra vez durante toda la semana. Por primera vez sintió cómo era que las misiones lo alejaban de su hogar, primera vez en cinco años que llegó a sentirse... cansado, pero realmente cansado. Y es extraño porque eso normalmente no sería un problema para él ¿Acaso será por las cosas que han pasado estos días, y esto nada más es una forma de manera de hacerle ver un aparente estrés? Es lo más posible, quizás la única resrespuesta que tenga. Y esa respuesta le parece desagradarle, incluso lo hace suspirar con cansancio y lo que parece ser frustración.

"—Controlate. Llevas años haciendo esto. Todo estará bien, pronto habrá tiempo y arreglarás las cosas con Senjuro" —trató de decirse mientras alejaba los cabellos que cubrían su rostro. Se había inclinado antes de darse cuenta debido al aparente agotamiento.

Oh, bien en el fondo de su ser sabía que las cosas no serían tan fáciles como quisiera que lo fueran. Menos cuando aparte del agotamiento y las heridas que si no habían sanado, lo estorban durante el día, también había surgido la siguiente situación:

La llegada de una carta que le indicaba que debía de llevar a Akaza con la demonio llamada Tamayo.

Un momento muy importante por el que no podría presentar algo similar a una queja. No luego de tener presente que es por esa mujer que puede hallar una forma para ayudar a Akaza a romper ya por completo los lazos con Kibutsuji. Y además... porque el asunto que él debe ver, no puede hacerlo durante la noche, sino que durante la tarde. Se sintió mal cuando suspiró con cansancio luego de leer aquella carta, pero supuso que eso nada más debía por el agotamiento, de otra forma, no había manera de reaccionar "mal", por decirlo de alguna forma.

Nuevamente puede sentir el aire saliendo de sus pulmones en forma de suspiro. Hasta que sintió algo apoyarse en su espalda, bueno, en realidad "alguien". Sabe bien de quién se trata.

"—Con suerte esto no tardará mucho, tranquilo. Debes estar agotado" —se le escuchó decir al demonio detrás de él, apoyando su cabeza sobre su hombro para asomarse y ser visto por el cazador. Como Kyōjurō no había tratado de disimular su estado de ánimo, tiene sentido que Akaza trate de calmarlo. Agradece mucho eso.

"—No te preocupes por mí ¿Bien?, solamente hay algo que debo ver en estos días. Luego de hacerlo, estaré más tranquilo, lo prometo" —respondió mientras colocaba una mano en la cabeza ajena. Una caricia que resultó relajante para los dos.

"—Hm, de acuerdo..." —dijo sin alejarse del contacto ajeno, antes de exhalar y cerrar los ojos por un par de segundos— "Entonces, ¿Vamos? Ya está siendo hora" —comentó señalando el cambio en el escenario. Hay poca luz solar.

¿Tanto tiempo estuvo distraído como para ya llegar al atardecer? Quizás.

"—Andando entonces" —respondió finalizando la caricia en la cabeza del contrario. Será un largo camino para llegar con la demonio llamada Tamayo. Mientras más pronto salgan, mucho mejor para todos.

Bien, desde allí se sabe que simplemente caminó junto al demonio en la dirección donde le dijeron que se hallaba la señora, la primera en cortar lazos con Kibutsuji; la mujer que ayudaría a Akaza a romper completamente esa conección. Un gran paso para ellos, para que el demonio pueda tener una libertad más y su tranquilidad de vuelta.

Ya puede recordar cuando llegaron a su destino, ambos ya estando dentro de una habitación, con la señora frente a ellos. En su cabeza apenas y tiene presente la conversación completa de esa noche. Pero no quiere explayarse demasiado en ese asunto, menos cuando en lugar de estar escuchando cómo Akaza podría liberarse de Muzan y no correr peligro a cada minuto del día; su mente había elegido desviar su atención de uno de los temas más importantes de su vida, a los planes que tenía con Senjuro y de los que no había podido completar ni el primer paso de estos.

Sonidos apenas entendibles debido a la voz de la mujer y la de Akaza, era lo que llegaba a sus oídos. No sabe si le van a terminar comentando algo, y no tiene idea de qué responder si eso llega a pasar. Ve a Akaza tranquilo, tanto como la mujer frente a ellos. La cosa parece ir bien y eso lo calma, lo calma más de lo que podría esperar, aunque no puede evitar sentirse mal por tener la mente en otro lado.

La culpa lo invadió, pero no es como si fuera a ceder a la idea de seguir pensando en su hermano. ¿Cuánto tiempo habrá estado distraído? ¿Cuántos minutos se habrá desconectado del mundo? ¿Habrá llegado a la hora? Un momento, ahora que lo piensa ¿Cuánto tiempo tenían que estar hablando con Tamayo? No lo recuerda.

Aunque ya no tendría que hacerlo.

"—Por el momento esto será todo. Espero verlos pronto" —la voz de la mujer se hizo presente con claridad en la mente de Rengoku, quién apenas escuchar el aparente final, fue que eligió poner atención. Qué vergonzoso.

"—Igualmente" —fue la respuesta de ambos. Akaza sonando tan sereno como se debería estar, y él tratando de disimular la incomodidad y su casi obvia falta de concentración.

Hubo un silencio muy incómodo al momento de salir, por lo menos al parecer de Rengoku. Y que Akaza lo tomara de la mano para salir, y que incluso siguiera haciéndolo, no lo ayudaba a calmarse para nada. Todo lo contrario.

"—Estabas muy disperso" —fue el comentario que abandonó la boca del demonio junto a él. Siempre tan directo. No está seguro de si en este momento considerarlo bueno o malo, pues el tema tarde o temprano se haría presente. Y en ese momento, no le gustaba la idea de dejar las cosas para después.

"—Perdón por eso" —se disculpó inmediatamente. Aquí es donde haría mención de que si hubiera un agujero donde meterse junto a su vergüenza, no se lo pensaría dos veces antes de entrar en él. Le resultaba patético no haber estado atento a algo que resultaba tan importante para ellos dos.

"—Puedes estar tranquilo". —respondió Akaza mirándolo de forma apacible. No puede detectar ni un rastro de molestia en su rostro.

"—¿Qué?". —expresó sin entender. ¿Cómo lo puede dejar ir tan fácil? A su parecer, lo que hizo resultaba simplemente imperdonable.

"—Que no te preocupes. Ese tema realmemte me involucra más a mí, que a ti. Sé que ese tema también te importa mucho, pero por más que quieras, en realidad no hay muchas cosas que puedas hacer. Con saber que estás conmigo mientras busco cómo alejarme de ese tipo, estoy perfectamente bien". —dijo mostrándole una verdad. Kyōjurō puede apoyarlo y acompañarlo, pero aparte de eso, no hay otra forma en la que se pueda involucrar para ayudarlo.

Pero eso no le quita el mal sabor de boca para nada. ¿Qué tipo de hombre sería si deja las cosas así?

"—Así es, este tema es muy importante para los dos. Por eso no me perdones tan fácilmente ¿Bien?" —respondió tomando su mano con más firmeza. Oye un pequeño suspiro, sabe que Akaza lo entiende, y que no va a tratar de convencerlo de lo contrario.

"—Hm, bien. Entonces me lo tendrás que compensar de alguna forma ¿De acuerdo?" —comentó tomando en cuenta sus palabras.

"—Perfecto" —respondió extrañamente más tranquilo de lo que se podría esperar—. "¿Y qué se te ocurre?" —preguntó dispuesto a tocar ese tema de inmediato.

"—Pensaré en eso después. Mientras, piensa en arreglar tus cosas, si estuviste disperso aquí, no quiero imaginar que te ocurra en otro lado ¿Bien?" —fueron sus palabras con un tono más calmado. Sigue sin soltar su mano, una forma de mostrarle que claramente estaban juntos en todo esto.

"—No te preocupes por mí, estaré bien. Solamente debo ir a un lugar y podré hablar con él adecuadamente" —el demonio ya sabe de quién habla.— "Y ahora toma el tiempo que necesites para pensar, haré lo que quieras" —dijo con tranquilidad mientras aceleraba un poco el paso, una manera de decirle que mejor se centrara en eso. De esa forma, el camino puede ser más ameno.

"—Lo haré, lo haré" —respondió ahora dejando salir una efímera risilla, para quitar toda posible tensión en la caminata— "y Kyōjurō, confío en que estarás bien" —finalizó, estando a su lado para que mirara su rostro.

No pudo evitar sonreírle.

"—Gracias". —dijo con una calma que no pudo sentir desde hace ya varios días. Por un momento creyó sentir que verdaderamente el peso en su cuerpo pudo esfumarse por aunque sea un momento. No pudo evitar acariciar con su pulgar suavemente la mano del demonio, la que por cierto, no tenía ganas de soltar.

Un camino casi en completo silencio, pero sin alguna incomodidad, fue lo que se hizo presente después. Dejando las tensiones de esa noche, para el momento en el que regresaran a la finca Rengoku.

Esas horas en las que estuvo con Akaza, fueron sus unos ratos de descanso, antes de ver que regresaría a lo que se convirtió en rutina: La distancia con su hermano, la tensión en su casa generada por ello; un silencio dentro del hogar solamente desaparecía con leves conversaciones que lograba tener con su padre; un trance provocado por el aburrimiento que nada más se esfumaba con la voz de Akaza; un vacío que se llenaba con el sonido de los pasos sobre el suelo.

Sin duda algo muy aburrido de ver ¿Cierto? Claro que lo fue, pero no es como si eso no hubiera tenido un final. Uno que por muy tardado que fuera, llegó. Un fin cuyo preludio hizo predencia cuando en una tarde donde el generalmente atareado hashira, pudo conseguir el tiempo necesario para dirigirse a un destino que nada más él conocía, debido a que nunca hizo mención de este en voz alta.

Un destino que resultaba ser un secreto para cualquier persona que tuviera el papel de ser su espectador. Mientras que él nada más tomaba el rol de generar aquella intriga, hasta que llegara el momento de revelar sus planes.

Una sonrisa hecha con dulzura, era lo que mostraba su rostro, una vez que pudo dirigir sus pasos hacia su hogar.

"—Solo un poco más, y podremos hablar, Senjuro". —fue su pensamiento mientras aceleraba su caminar. De nada le serviría negar que se sentía ansioso por encontrar a su hermanito.

Sus pasos se aceleraron más de lo que esperaba. Corrió tan rápido que apenas le tomó unos minutos llega a su hogar para buscar a Senjuro por el interior de la finca. El sonido de sus pasos era lo único que se escuchaba, a veces por un pasillo, a veces por otro y por un momento hubo una pausa en el sonido, para que luego se escuchara el mismo ruido, mas no con el mismo ritmo. Era lento, mucho más lento. "¿Por qué?" Es una buena pregunta, la respuesta es la siguiente:

Senjuro no estaba en casa.

Y eso resultaba bastante nuevo para él. No sabe si era por la hora del día, que pensaba que resultaba más probable estar dentro de casa, a otro sitió; o si resultaba "nuevo" ya que él rara vez estaba por tanto tiempo dentro de su hogar, durante el día. Sí, eso puede ser más probable, pero ya no puede pensar en eso. Tiene que ir por su hermano menor, no puede posponerlo para más tarde.

Así que, chocando sus palmas para darse ánimos, con la misma velocidad, fue a ver si había olvidado revisar algún lugar de la casa. Luego de abrir la puerta, estuvo corriendo otra vez por los pasillos de la finca, nada más pensando en encontrar al menor de la familia y por ir a toda prisa, fue que apenas y se dio cuenta que tenía a su padre en frente.

"—Más cuidado". —habló el mayor sin sonar verdaderamente molesto.

"—¡Lo siento, padre!" —se disculpó inmediatamente por su descuido, retomando la compostura para aprovechar de hablarle un poco más— "Estaba buscando a Senjuro ¿Lo has visto?".

"—Ah, Senjuro salió hace un rato. Probablemente regrese en pronto". —respondió tranquilo, pasando lentamente por su lado, pero sin distanciarse demasiado. Está claro que no está dando un simple recorrido por la casa, pero ese asunto no le incumbe.

"—Ya veo, gracias. Me pregunto si estará cerca, realmente tengo algo que hablar con él". —comentó cruzando los brazos por un instante, pensando en qué lugares podría estar Senjuro ahora.

"—Podrías ir a buscarlo, no debe estar lejos". —respondió su padre mientras daba un paso lejos de él.

Era una buena idea salir a buscarlo ahora. Si es probable que no esté lejos ¿Qué tanto se puede demorar en buscarlo? Si se apresura y pone atención al ambiente, serán un par de minutos.

"—Hm, entonces eso voy a hacer". —habló en voz alta luego de pensarlo. Terminó dando media vuelta para ir de camino a la salida de la casa.

Una sonrisa en su rostro estuvo presente durante todo el recorrido, por la idea de simplemente salir de la casa y tener la suerte de hallar al Rengoku menor.

"—Suerte con Senjuro". —dijo una voz a su lado, haciéndole saber que no había salido solo de la casa, y logrando que algo de sorpresa se mostrara en su expresión, al momento de abrir un poco más sus ojos.

¿Por qué su padre habrá elegido salir? Para acompañarlo definitivamente no, pues por algo le deseaba suerte en su búsqueda. Ni siquiera llegó a decirle un "Gracias", antes de observar que su progenitor comenzaba a caminar en una dirección opuesta a la que sería la suya. La perfectamente conocida curiosidad no se hizo esperar.

"—¿Y adónde vas?". —no se contuvo a preguntarle. Para él tampoco es común ver a Shinjuro salir de casa, con algo que parecía ser un buen humor.

"—A ver a un amigo. Hay mucha tensión en la casa". —respondió contando tanto sus motivos, como su destino. Comparte totalmente su opinión sobre el ambiente en su hogar, pero todavía no puede procesar la primera parte de su oración.

"—¿Tienes amigos?". —preguntó sin molestarse en sonar no solamente entrometido, sino que también grosero, muy grosero, para gusto; pero por mucho que eso le desagradara en situaciones comunes ¿Cómo no evitar preguntarlo en momentos como estos? Era sencillamente imposible.

Ve a su padre voltear para mirarlo. Apenas lo vio soltar un suspiro antes de escucharlo hablar otra vez.

"—Sí, sí tengo. Le dije que lo vería. No te preocupes, volveré sobrio" —dijo soltando... una risa. Una efímera risa, al terminar su respuesta. Otra faceta más calmada que las que pudo ver a lo largo de diez años de su vida—. "Regresaré algo tarde". —avisó antes de seguir caminando.

Ni siquiera le pudo responder, pero no se sintió intranquilo de ninguna manera. La intriga lo invadió por completo, pero fuera de eso, no pudo sentir algo que se considerará negativo de ninguna manera. Por muy nuevo que fuera el tema de la amistad de su padre, no podía ponerle atención ahora.

Se dio una palmada en el rostro antes de emprender marcha en su búsqueda. ¿Cuánto tiempo tuvo que avanzar en línea recta? ¿Cuántas veces tuvo que dar vuelta en las esquinas de las calles que solía recorrer con Senjuro? ¿Cuánta gente tuvo que ver con la esperanza de reconocer la figura del menor? No está seguro de eso, pero sí puede decir que eso solo lo pone más ansioso.

¿Debió preguntar hace cuánto tiempo había salido Sennjuro? Hubiera sido útil, es decir ¿Y si él ya había regresado a casa, mientras que él seguía en la calle? No faltaba la posibilidad. ¿Y si se trataba de eso? ¿Qué sería lo mejor? ¿Buscarlo, o regresar por si las dudas? Si tan solo no viera ambos escenarios totalmente posibles, sería más sencillo.

"—Maldita sea". —murmuró mientras seguía caminando. Terminó por elegir dar una vuelta más, antes de regresar a casa. Un suspiró abandonó sus labios antes de cerrar sus ojos para tomarse un descanso del mismo escenario. Gente que desconoce, caminando frente, junto y hasta detrás de él. Hay muchas personas a su alrededor, pero no la que busca. No puede evitar pensar que no es justo, menos ahora que por fin había conseguido lo que quería.

Trata de calmarse. Desesperado no se gana nada, menos en esta situación. Mira el cielo para hacerse una idea de la hora. Su corazón trata de mantenerse tranquilo al ver que todavía tiene tiempo para hallarlo. Solo tiene que buscar más.

Nuevamente retomó el camino, esta vez eligiendo buscar alrededor de su casa. Tuvo el presentimiento de que cerca de allí podría encontrar algo. No supo a quién agradecer cuando vio que no estaba equivocado.

A tan solo unos metros, podía ver a su hermanito, pero Senjuro no estaba solo. A su lado pudo ver a un muchacho que aparentaba a lo mucho quince años. Lo más llamativo de ese joven era su cabello rojo. De no ser porque la tonalidad de este, era más claro, definitivamente lo hubiera confundido con Tanjiro, de no ser por su vestimenta.

Un pequeño recuerdo se hizo presente en ese momento. Un nombre llegó a su cabeza y estuvo a nada de salir de su labios. ¿Será ese chico, el amigo de Senjuro, "Haruki"? Luego de acercarse más, pudo distinguir que su hermano sonreía. Sí, probablemente era él.

"—¡Senjuro, al fin te encuentro!". —exclamó sin ocultar su alegría por tenerlo en frente. ¿Cómo hacerlo luego de tantas vueltas que tuvo que dar para aunque sea poder verlo?

El menor apenas lo escuchó, volteó inmediatamente en su dirección, y no fue el único, hasta su aparente amigo le había prestado su atención mientras se dirigía hacia Senjuro.

"—Él es tu hermano ¿Cierto?". —preguntó el joven de cabello rojo. Por dentro tiene la duda de si Senjuro habrá hablado de él, o si nada más lo intuye por el innegable parecido. Ya luego podría saberlo, si es que las cosas salen bien con su hermanito.

"—Sí, él es Kyōjurō". —respondió el menor de los Rengoku mientras borraba la sonrisa que pudo ver a la distancia. No pudo evitar pensar en que hay una razón para que no oculte su amargura.

"—¡Un gusto conocerte, muchacho!". —saludó tan animado como normalmente lo estaría. Si pudiera, con gusto se aseguraría de hacer una agradable conversación para conocerlo, pero en este momento no podría ser. Sería muy incómodo si pensaba en cómo estaban las cosas ahora.— "Lamento interrumpir, pero estaba buscando a Senjuro para hablar" —soltó de golpe, mirando como el joven desviaba sus ojos hacia el rubio menor.

"—¡Ah, ya veo!" —respondió un nerviosismo apenas notable. Nuevamente le dio una mirada al Rengoku menor— "Entonces, Senjuro...".

"—Tranquilo, de todos modos me tenía que ir pronto" —dijo de inmediato, para luego dar un paso lejos del muchacho, para dejar en claro que se podía ir sin algún problema— "Nos vemos pronto, Haruki. Dale mis saludos a tu tío" —incluso se adelantó con la despedida.

"—Lo haré. Te veré después entonces, Senjuro" —respondió ahora dándole una mirada a él, antes de hacer una pequeña reverencia— "Adiós, Rengoku-san".

Y luego de esa despedida, lo vieron alejarse con tranquilidad. Puede decir que está perfecto, ahora por fin puede hablar con su hermanito.

"—Entonces, él es Haruki. Parece ser un buen chico" —comentó con una sonrisa para empezar de alguna forma la conversación.

"—Lo es" —concordó el menor antes de cruzar los brazos y verlo directo a los ojos—. "¿Y de qué quieres hablar? ¿Tiene algo que ver con el demonio ese?" —interrogó yendo directo al punto. Sin dudar ni un segundo en mostrar su desagrado ante una posible idea de hablar sobre Akaza.

"—No, para nada. Él no tiene absolutamente nada que ver" —respondió con una sonrisa apacible, con una calidez que el contrario no parece cómodo de ver—. "Esto algo solo entre tú y yo".

El más joven se mostró extrañado. La sonrisa de Kyōjurō no pudo evitar crecer.

"—¿Entonces de qué se trata?" —preguntó con un tono que dejaba ver mejor su confusión.

"—Te quiero llevar a un lugar" —comentó dejando aún la tortuosa intriga en la conversación. Senjuro está sujetando la tela de su manga izquierda. Está impaciente.

"—¿Y a qué lugar?" —volvió a preguntar con una pizca de impaciencia.

"—Al teatro Noh, a ver la obra de Hagoromo. Por fin tengo tiempo, y quería llevarte" —reveló por fin, con la misma calma del principio. No pudo evitar emocionarse al ver que la expresión de Senjuro se había suavizado de golpe por culpa de la sorpresa— "¿Quieres ir conmigo?" —preguntó dando un paso más cerca del menor. Apenas le había dado tiempo para procesar el asunto, si lo presionaba para responder, se estaba arriesgando tanto a una respuesta negativa, como positiva.

Para él y para Senjuro, la idea de ir a ver esa obra juntos, era mucho más importante de lo que podría parecerle a cualquier persona. Por eso es que una parte de Kyōjurō siente, por no decir que sabe, que él no podría rechazarlo por muy enojado que esté con él.

Ve a su hermano menor mirar el suelo por un momento, luego frunce el ceño antes de sujetar la tela de su ropa con más fuerza. Unos cuantos segundos después, vio a Senjuro soltar un suspiro que mostraba más cansancio que otra cosa. Su rostro por fin muestra algo más aparte de la amargura, aunque esa emoción no sabe cómo nombrarla.

"—¿Y cuando sería?". —habló dándole claramente un sí. No por nada lo preguntaría. Su corazón se siente ansioso. Ya era hora.

"—Esta misma tarde". —respondió colocando su mano en el hombro de su hermano menor.

Ese fue el último recuerdo que tuvo antes de poder llevarlo a donde quería. A ver la misma obra que sus padres venían en su juventud, y que por anécdotas suyas, ellos quisieron ir.

Ya era el momento de ir y llevar a su hermanito Senjuro.

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Bien, aquí está la actuación >:D. Tomó mucho rato para esto, lo sé y lamento decir que también tomará rato hacer el siguiente, pero haré lo mejor.

Nos vemos a la próxima.

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