Capítulo dieciocho: "Las tensiones no son eternas"
La obra de hagoromo, "El manto de plumas". Una de las obras más populares en el repertorio del teatro Noh, y la que sus padres iban a ver con frecuencia debido a que era la favorita de su madre, razón por las que ambos hermanos se vieron envueltos por la curiosidad y se prometieron verla alguna vez. Un día en el que el mayor de los dos tuviera tiempo suficiente para compartirlo con su hermanito.
Esa era la razón por la que ahora estaba recordando la tarde en la que se encontraba sentado en silencio junto a su hermano menor en el interior del teatro. Cuando entraron a ver la función, no habían intercambiado ni una sola palabra, durante el camino fue igual.
En ese momento simplemente permanecían sentados, listos para mirar la historia de aquella obra. Historia que sin duda le hubiera parecido más interesante si es que le hubiera dedicado su total atención.
En lugar de presenciar cómo interpretaban la historia de cómo el pescador Hakuryô encontraba un abrigo de plumas, que le daba el título a la obra, y que además pertenecía a un angel; eligió desviar la mirada para observar cómo el más joven de los dos sí parecía estar atento a todo lo que pasaba. Una minúscula parte de él sintió envidia por verlo tan calmado, y la otra parte de su ser ya se estaba regañando por pensar eso. Si tanto quiere la misma tranquilidad de su hermano, nada le costaba respirar, mirar al frente y recordar que luego podrían hablar de todo esto. Solamente debe esperar, y quizás pensar en disfrutar la historia que sus padres, en especial su querida madre, venían a ver en su juventud.
Hace un rato había recordado detalles de la obra. ¿Por qué no ir por el resto de la trama? Ya había hecho mención de como el pescador había encontrado el objeto, ¿por qué no comentar cómo lo fue lo siguiente? Luego de que el pescador conocido como Hakuryô recogiera el abrigo de plumas con la intención de llevárselo como un tesoro familiar, inmediatamente hizo presencia la dueña de dicha prensa, un ángel, una doncella celestial que había dejado su abrigo para ir a bañarse.
Interesante ¿No? Para él sí. Más cuando se presenta la siguiente situación, la forma en la que aquel ser divino pide su prenda de vuelta y tuvo la suerte de toparse con las negativas del humano, aunque para la fortuna del angel, Hakuryô se conmueve con lo que ya llegan a ser súplicas y accede a regresarlo, con la condición de que dance para él. La doncella celestial, en señal de gratitud al humano, acepta y termina danzando para el humano, para luego tomar lo que le pertenece y alejarse volando en el cielo.
Eso es todo lo que recuerda para una descripción general de la historia, aunque ahora que lo piensa, en una ocasión escuchó algo que le pareció curioso. Que en la conversación entre la doncella y el humano, el pescador muestra sospechas de que realmente sea un ángel y ella le amonesta, diciendo que las dudas pertenecen al mundo de los mortales y que en el cielo no hay engaños. Esas palabras bastaron para avergonzar al pescador y que este le devuelva su abrigo.
Luego de haber recordado ese detalle que le habían comentado de la obra, no pudo evitar tomar solamente una frase para pensar en su situación actual. No es que piense buscar coincidencias o algo que resulte profundo, es algo totalmente al azar, solamente eso. Pero no puede evitar pensar en la frase que dice que las dudas pertenecen solamente al mundo mortal y que en el cielo no hay engaños. Pensar en la simple palabra "engaño", lo hace relacionar esa palabra con "mentira" y termina pensando en la voz de su hermano menor.
Senjuro no ha dicho ni una palabra, pero ya puede imaginarlo llamándole mentiroso por haber faltado a la promesa de contarse todo y no le cuesta verlo gritándole furioso que lo engañó al ocultar que hablaba con un demonio que perfectamente pudo matarlo. El pesar en su pecho hace que tenga un mal sabor de boca, pero no le queda más que anticiparse y estar listo para lo que venga.
"—Solo un rato más" —pensaba antes de suspirar.
¿Cuánto rato tendría que pasar exactamente para sentir que aunque sea llevaban la mitad de la obra? Claramente mucho, pero mucho más de una hora... no va a recordar directamente todo el tiempo de espera. Ya fue mucho tener que vivirlo una vez, como para hacerlo nuevamente en sus memorias.
Aparte, no le cuesta nada recordar el momento en el que salieron del teatro en completo silencio, con una nada más aparente tranquilidad luego haber pasado tanto tiempo sin hablarse o dirigirse la mirada directamente. Tampoco le cuesta recordar la pequeña incomodidad que le generaba el silencio que con mucho gusto intentó romper.
"—¿Qué te pareció la obra, Senjuro?" —preguntó más calmado de lo que se podría esperar normalmente. Si va demasiado rápido las cosas podrían ser mil veces más tensas de lo que le gustaría.
"—Sinceramente... me encantó". —dijo el menor antes de tomar un respiro y cerrar los ojos por un instante. Le acaba de dirigir la palabra sin alguna demora, sin desagrado. Luego de todo el tiempo que ha pasado sin hablarse tan calmadamente, le parecía demasiado bueno para ser verdad.— "Pero... no creas que con esto te perdonaré tan fácilmente".
Sí, definitivamente era demasiado bueno para ser cierto. Afortunadamente no es como si se esperara resultados similares, así que se ahorraba la pena de no tenerlos.
"—No esperaba que lo hicieras" —expresó en voz alta sus pensamientos.
"—¿Entonces?".
"—Tenía que hablar contigo para arreglar esto. No me gusta cómo están las cosas entre nosotros, Senjuro".
"—Oh, ¿No te gusta el silencio? Déjame decirte que a mí tampoco, y estoy perfectamente seguro de que lo sabes". —comentó con una clara referencia a la razón de su conflicto. El más joven cruzó los brazos, su mirada reflejaba amargura pura. Esa expresión la ha visto varias veces en otro rostro, no puede evitar sentir algo de pena por recordarlo.
"—Lo sé, claro que lo sé. Y seguro que tú debes saber porqué no te lo pude comentar en su momento". —respondió yendo por el lado más lógico del asunto, algo que seguramente su hermano no podría negar por muy enojado que esté.
"—Oh, claro, porque se trataba del demonio que casi te mata, y que si no lo hacía, te dejaba tuerto o te destrozaba un pulmón. Seguramente no querías preocupar a tu hermano menor con la idea de que la tercera luna superior te visitaba desde hace quién sabe cuánto, con la posibilidad de que volviera a lastimarte".
Sí, principalmente sería por eso que no le podría haber contando algo a Senjuro. El demonio que casi lo mata, juntándose con él como si nada, y que su hermano menor lo supiera. Ya podía imaginarse el escenario hipotético de Senjuro explotando en posible pánico al saberlo, mientras le dice de una y mil maneras que lo mejor sería alejarse de Akaza, o planear algo con el resto de cazadores para asesinarlo.
"—Si te lo hubiera dicho antes, hubiéramos discutido de igual forma". —o incluso peor.
"—Pero hubiera estado contigo desde el principio, te hubiera acompañado y también hubiera visto alguna forma de ayudarte con él".
"—'Ayudarme'..." —repitió sin poder evitar suavizar su rostro por el sentimiento que provocaban las palabras de su hermanito. Sus intenciones no tardan en tocar su corazón, pero no puede evitar hasta subestimarlo. ¿Cómo lo habría ayudado específicamente?— "Senjuro, para hacer eso, ¿Habrías aceptado que aunque sea hablara con Akaza?".
Una duda sencilla de responder. Algo tan, pero tan simple que no hizo falta ni cinco segundos para poder oír su ya esperada respuesta.
"—No, no lo hubiera aceptado. Los demonios no son de fiar en absoluto". —un pensamiento perfectamente claro para alguien que conoce a esas criaturas. No esperaba menos de alguien que era descendiente de cazadores de demonios. Hace un par de meses él creía exactamente lo mismo.
Hasta que conoció la excepción.
"—Tomando en cuenta tus palabras ¿Quieres que meta a los Kamado a la conversación?" —de alguna forma no pudo evitar sentir que esa jugada fue sucia, pero con esa sensación de lado, ya estaba listo para seguir hablando con él más joven, quien pareció perder la compostura por un segundo al recordar a la hermana de su querido amigo Tanjiro. Kamado Nezuko, aunque estuviera feliz de haber conocido a esa demonio en la misión del tren, nunca creyó agradecer tanto por su existencia.
Más cuando observa que Senjuro pareció haber perdido sus palabras. Ya tiene una idea de cuáles encontrará primero.
"—¡Pero ese caso es diferente!" —ellos son totalmente diferentes, si hay que empezar con algo.— "¡No hay manera de compararlos!" —al menos no si lo que quiere son palabras que le beneficien.
"—Pero hay una forma de mostrar que existen demonios diferentes. Nezuko nunca asesinó a nadie, es cierto; y Akaza dejó de tomar vidas humanas, colabora con nosotros dándonos información y ayudando con el exterminio de demonios. A mi parecer, aunque Akaza tuviera un inicio diferente a Nezuko, se ganó la confianza que le tengo ahora. Se ganó su segunda oportunidad, Senjuro". —respondió con calma, firme en sus palabras y con la imagen del esfuerzo de Akaza perfectamente clara en su mente, a pesar de la sangre que debió derramar hace siglos, ahora está evitando derramar más.
Puede ver el rostro de su hermano menor deformandose por el enojo. La forma en la que frunce el ceño con ira, la forma en la que aprieta la mandíbula, el brillo en sus ojos que nada más muestra el desacuerdo y el rechazo por sus palabras. Todo eso le resulta amargamente familiar. Pero no lo detendrá de expresarse, sea lo que le vaya a decir en este momento.
"—Maldición..." —dijo tratando de calmar su respiración.— "¡Maldita sea, Kyōjurō! ¡¿Por qué tienes que ser así?! ¡Siempre has sido malditamente ingenuo!". —exclamó sin contenerse. Entiende perfectamente el descontento de su hermano menor, entiende perfectamente la desconfianza latente, pero...
¿"Ingenuo"? Puede que esa palabra lo describa al tratarse de Akaza, pero ¿Por qué decir "siempre", cuando con incluso "cómo puedes ser así", era más que suficiente? De alguna forma siente que hay algo que Senjuro le oculta.
"—Senjuro ¿A qué...?" —y ni siquiera pudo terminar antes de ver como el menor de los dos se le acercaba con un paso fuerte, antes de seguir hablando.
"—¿Sabes? Ahora que lo pienso, ni siquiera debería sorprenderme. Es decir, ¡Si le diste una oportunidad a alguien como 'él', entonces perfectamente podías darle una a Akaza!". —exclamó sin calmar su tono, incluso llegando a rodar los ojos al momento de mencionar lo que para él podría haber resultado predecible con suficiente atención. Pero, con la mención de un tal "él", la duda del mayor no se llegó a disipar en absoluto, sino todo lo contrario.
"—Senjuro, ¿De quién más estás hablando?" —preguntó apenas el más joven había finalizado su diálogo, probablemente interrumpiendo la posibilidad de que comenzara otro para describir más de su supuesta "ingenuidad".
Para su fortuna, Senjuro había elegido poner atención a sus palabras y tomar suficiente aire para llegar a un estado que se puede describir como aparente "calma".
"—¿No es obvio? Hablo de papá. Si le diste una oportunidad a un desastre como él, perfectamente podías darle una a ese demonio también, Kyōjurō. Siempre le das oportunidades a quién no lo merece". —dejó ir con amargura, con frialdad y un toque de veneno que nunca esperó oír en su voz, por muy enojado que estuviera.
"—¿Desde hace cuánto piensas así, Senjuro?". —interrogó desconcertado al escuchar las palabras dirigidas tanto al demonio como a su padre, tratando de ver quién pudo haberse llevado la mayoría del desprecio.
El menor simplemente se cruzó de brazos, sosteniendo su mirada con la suya antes de responder.
"—Años, Kyōjurō. Probablemente gran parte de mi vida". —reveló sin algún temblor al hablar.
"—¿Y por qué nunca dijiste nada hasta el momento?". —preguntó descolocado por la nueva información. Tanto tiempo, y las cosas solamente las llegó a ver por la superficie. Una cosa era ver a Senjuro preguntando si su padre en algún momento estaría bien, con lo que aparentaba ser nerviosismo, y hasta quizás con las mismas esperanzas que el propio Kyōjurō tenía, y otra era escuchar que ese sentimiento probablemente nunca lo compartió, o lo dejó de lado muchísimo más rápido que él.
El menor siguió con una expresión más serena que la de hace unos instantes.
"—Kyōjurō. En esos momentos tenías tantas esperanzas de ver un cambio, ¿De verdad crees que hubiera sido prudente de mi parte decirte que era una pérdida de tiempo?". —comentó con una pregunta claramente retórica mientras alejaba unos mechones que se habían colado por su rostro luego de estar tanto tiempo alterado.
Bien, Kyōjurō no puede negar que esas palabras realmente llegaron a golpearlo. ¿Por eso nunca mencionó algo al respecto al tema de su padre aún si tanto le molestaba? Es decir, si esto había empezado por el silencio de Kyōjurō, ¿Por qué Senjuro hizo lo mismo con algo así? Él le pidió prometerle que se diría todo, entonces ¿Por qué él también faltaba a la regla, desde hace incluso más tiempo que él? ¿No es eso... hipócrita?
"—Sen...". —y nuevamente, el pequeño no lo dejó terminar. Sacando todo lo que debió guardar en su pecho durante el paso de quién sabe cuántos años exactamente.
"—A lo que quiero llegar ahora, Kyōjurō. Es que te estás arriesgando a una decepción, te arriesgas que te traicione, a que te haga daño. Y yo no quiero eso. No quiero que te lastimen". —le recordó la principal razón de porqué estaba molesto con él por haberle ocultado su relación con Akaza. Su preocupación, Senjuro siempre ha estado al pendiente de él cuando de las misiones y sus heridas se trataba, siempre esperando que saliera con el menor daño posible físicamente; y ahora hasta le dejaba en claro que también se preocupaba por su corazón.
Aunque él sabe perfectamente que el más joven no tiene que preocuparse por eso ahora, pues tiene perfectamente claro lo que va a pasar con el demonio. Él no será traicionado, no será lastimado, y mucho menos caerá decepcionado como Senjuro espera por tenerle esperanzas a Akaza. Pues si tiene que dar un ejemplo de que ha valido la pena seguir creyendo en alguien, ya tiene al indicado.
Así que, para aprovechar que su hermano aparentemente estaba llegando a un momento de lo que parecía ser tranquilidad, al ya no desahogarse con gritos, dio un paso cerca de él, colocó una mano en su hombro, y siguió lo que ya podía llamarse "conversación".
"—Senjuro, sabes que yo siempre apreciaré que te preocupes por mi. Esta vez no es la excepción, lo agradezco bastante. Y para hacer que te tranquilices, te quiero decir esto: No todo en la vida puede ser una decepción, y tenemos una prueba de ello". —dijo ahora sujetando el otro hombro de su hermanito, incluso colocándose a su altura para mostrarse más cercano a él, tal y como siempre lo han sido.— "Ya viste que nuestro padre está cambiando ¿No? Ha dejado de beber, trata de hablar más con nosotros. Si él pudo volver a ser la persona de antes, sí él cambió; nadie dice que alguien como Akaza no pueda".
Pensó que con sus palabras Senjuro parecería aceptar darle aunque sea una pequeña parte de la razón con ese tema, pero en vez de eso, por primera vez en minutos, pareció verlo lo suficientemente cansado como para gritar o alzar la voz. A lo mucho frunció el ceño, apretó los labios con molestia y tomó aire antes de responderle.
"—Él ni siquiera cambió por nosotros, o al menos no por tus esfuerzos". —comentó con un tono apagado, desviando la mirada, ganando toda su curiosidad. Aquí es donde nuevamente tiene presente que se había perdido muchas, pero en verdad muchas cosas en su tiempo de ausencia.
"—¿A qué te refieres, Senjuro?" —preguntó sin tener otras palabras que utilizar. Lo escuchó perfectamente, trata de procesar el asunto, intenta imaginar cuál podría ser el otro motivo por el que su padre elegiría salir de su depresión y ponerse de pie nuevamente.
"—A eso. No cambió precisamente por nosotros. ¿Él no te dijo nada de un 'amigo', en algún momento?" —habló recién sosteniendo su mirada. Sí, lo había hecho, y para hacérselo saber, no quedó más que asentir con la cabeza.— "Fue más por su intervención, que por la tuya, que por fin dejó de beber. No es que Yasahiro-san no me agrade, todo lo contrario, pero me da cierta pena pensar que por un 'amigo', por fin se dignara a cambiar, en lugar de los esfuerzos de su propio hijo, que para colmo lleva años pendiente de él... ¡Hasta el tiempo que le tomó tiene una gran diferencia!" —exclamó luego de haber intentado quedarse tranquilo. Nuevamente se presenta una historia de la que no conoce ningún miserable detalle.— "¿Eso no te hace sentir aunque sea... extraño, Kyōjurō?" —preguntó mirándolo directamente. Como quisiera poder descifrar qué emociones están mezcladas en la mirada de su hermanito.
"—Para nada. Estoy sorprendido, es cierto, pero no puedo estar más alegre de que igualmente tuviera una razón para levantarse, y además, si también trata de hablar con nosotros, entonces no puedo pensar que no formamos parte de esa motivación también, Senjuro". —dijo con su característica honestidad. Después de todo, si es una mejora, ¿Por qué no estar feliz, independientemente de lo que la motivó? Eso era lo más adecuado, y no tardo en hacérselo saber.— "Prefiero mil veces alegrarme por esto, a hacer otra cosa. Todos tienen una motivación, no importa cuál sea, si esta los ayuda, entonces todo está perfecto".
El menor cruzó sus brazos ante sus palabras, mas no trató de alejarlo luego de soltar un suspiro. Ya puede ver que nuevamente no quiere tomar muy en cuenta lo que está diciendo.
"—Si la motivación 'no importa', porque de todos modos hay un cambio, entonces nadie dice que no haya otra razón por la que ese demonio ahora hace lo que hace, perfectamente puede tener algo más entre manos". —y volvió a insistir en algún engaño por parte de Akaza.
Y en lugar de fruncir el ceño por su entendible insistencia, simplemente le sonrió, agradeciendo que su hermanito ni luego de decirle eso, había tratado de alejarlo de él.
"—Si él tuviera otro motivo, independiente de cuál sea, definitivamente me lo diría de inmediato. Él nunca se guarda nada". —respondió tranquilamente, con toda la seguridad del mundo, y hasta con algo de diversión al ver que Senjuro lo miraba con una expresión que parecía decir "Y otra vez vienes con eso"; aunque él también insistía mucho con la desconfianza.
"—Sigo sin entender cómo puedes hablar de él como si fueran tan cercanos". —dijo con un tono cansado, casi como si incluso se estuviera rindiendo al ver que efectivamente seguía manteniendo su postura con el tema de su confianza con Akaza. De alguna manera no puede evitar sonreír, para después seguir hablando.
"—Eso es porque lo somos, Sen. Akaza y yo somos cercanos, y si me vas a preguntar cómo es eso posible, entonces te lo diré todo en este momento. Si esto empezó por no contarte la historia, en este momento te diré todo". —habló tan calmado como en su anterior diálogo. Logrando ganar la atención de su hermano menor.
"—¿Absolutamente todo, Kyōjurō?". —se le escuchó curioso, queriendo asegurarse de que le dijera la más pura verdad.
"—Así es, todo. Cada detalle que pueda recordar" —prometió antes de mover sus manos de los hombros de Senjuro, para buscar las manos de su hermanito y tomarlas firmemente entre las suyas.—, "pero a cambio tú también me dirás todo lo que me he perdido, ¿Bien? Porque veo que hay muchas cosas que desconozco en este momento".
El más joven simplemente dejó que su hermano mayor tomara sus manos antes de bajar la mirada por un segundo, como si estuviera reflexionando en si aceptar o no ese trato, que era el único y el más justo al que podrían llegar ahora.
"—Te diré todo también". —prometió mirándolo a los ojos con la firmeza que conoció en la noche donde había surgido su primer conflicto luego de cuatro años.
"—Caminemos entonces. Mientras, te contaré cuándo y cómo fue la vez que me volví a encontrar con Akaza". —dijo mientras sujetaba la mano izquierda de su hermano menor, caminando juntos, comenzando a narrarle la historia de cómo fue su segundo encuentro con la tercera luna superior.
Obtuvo la total atención de Senjuro con cada una de sus palabras, las reacciones del joven beta habían sido similares a las suyas cuando le contó lo molesto que había sido Akaza en sus primeros encuentros, y tampoco dudó en comentar en voz alta algunos pensamientos que el propio Kyōjurō tuvo en esas noches. No pudo evitar soltar una risa e incluso decirle que ellos definitivamente pensaban igual respecto al demonio en el inicio. Hasta una sonrisa se hizo presente en el rostro de Senjuro cuando le dijo esto.
Y así fue como siguió contándole de las noches que se veían, y todo se mostró tranquilo en la faz de su hermano hasta que le habló de la noche en la que por primera vez él había sentido curiosidad por la forma de actuar de Akaza. Y esa fue le noche en la que lo había encontrado en celo; con esa simple frase, su hermano ya estaba expresando enojo y preocupación a la par en su rostro, pero todo se calmó cuando le dijo que esa misma noche, el demonio ni siquiera se había dado cuenta de su estado, y que cuando lo hizo, se retiró inmediatamente; mas no sin antes prometerle que le explicaría en otro momento el porqué de esto. La curiosidad de Senjuro parecía estar hasta el tope y probablemente también se había ganado una buena impresión al ver que Akaza en el fondo era un hombre decente y no solo un demonio.
Luego de contarle sobre la noche donde Akaza y él hablaron de su rechazo al instinto y el autocontrol que desarrollaron, viendo que tenían algunas cosas en común y que hasta podían hablar de una manera tranquila, llegando a incluso ser amena, Senjuro pareció entender porqué y cómo era que un demonio como Akaza podía tener su confianza, y hasta su respeto.
No era más que una buena señal para el Rengoku mayor. Y por supuesto que siguió contando todo lo que pasaron juntos, desde la noche que se tomaron más confianza, una vez donde incluso tuvieron un combate amistoso, aquella noche en la que Akaza le mostró sus dibujos luego de empezar a conocerse, otra donde se había preocupado por el frío que podría pasar el demonio, y luego le contó de la vez en la que se había lastimado la pierna y Akaza lo había ayudado a caminar... y también donde se había puesto a analizar las cosas que hacía con el demonio y que sin quererlo había comenzado a disfrutar.
También le dijo del día en el que entró en conflicto justamente por intervención de Senjuro, con la simple pregunta de si ya no estaba tratando con "demonios molestos". Le contó de todo lo que analizó y luego de la noche en la que se puso a hablar con Akaza, y donde también llegó a la conclusión de que lo quería, que amaba todo lo que hacía con él y que no quería que alguna situación le quitara su felicidad. Sí, le dijo que Akaza lo hacía feliz, y que aquello era algo que compartían, y que por supuesto ambos iban a proteger con todo lo que tuvieran.
Y que para proteger esa alegría, entonces ya habían hecho un plan. Allí fue donde le dijo que fue idea suya que Akaza le contara la información de alguna luna demoniaca, para que vean que él podía ser un aliado indispensable para ellos. Fue un enredo decirle un resumen bien resumido de las cosas que pasaron en el distrito rojo, desde cómo tuvo que hacerse pasar por un cliente para pasar desapercibido y reunir información adicional; hasta el tema de la pelea y la destrucción. Luego de eso, Senjuro ya estaba totalmente enterado de su estado, ya que había ido a visitarlo junto a su padre.
Veía a Senjuro asentir con la cabeza mientras este parecía buscar ese día en sus propias memorias, quién sabe si buscando sus propios recuerdos sobre cómo habría empezado el día o si buscaba el momento que le describió. Ya luego lo sabría, pues en unos momentos será el turno de Senjuro para contarle las cosas que habían pasado fuera de su vista.
A los segundos después, le contó de la reunión que tuvo con Ubuyashiki y de cómo este no dudó en que le presentaran a Akaza. El rostro de sorpresa y preocupación de Senjuro nuevamente se hizo presente, quizás por imaginar los riesgos a los que se estaba exponiendo su líder sin estar seguro al inicio de si resultaría seguro o una sentencia de muerte. Lo bueno era que él ya sabía que Akaza no tenía planeado hacer algún mal. Después de la exitosa reunión con Kagaya, tocó describirle la reunión de los pilares y la reacción de sus compañeros. Ahora su hermano menor tenía la boca abierta al escuchar que las heridas que todavía no sanaban totalmente en sus manos, habían sido hechas por Shinazugawa Sanemi, cuando se había puesto en medio para que este no tocara a Akaza.
Unas palabras más bastaron para resumir todo hasta donde Senjuro y su padre se enteraron de su relación. Un suspiro salió de la boca del más joven al terminar de contar lo que en este momento es historia.
"—Más le vale protegerte tanto como tú lo haces con él. Te jugaste el cuello desde hace meses con solo hablarle, y hace tan solo unas semanas, también las manos". —dijo antes de sujetar con más fuerza la todavía lastimada extremidad de su hermano. Lo bueno era que esa herida había cerrado adecuadamente y ya no le generaba molestias.
"—Lo hace, no por nada Sanemi terminó con la nichirinto rota". —le recordó con una pequeña risita. Los dos se cuidan mutuamente, no quiere que olvide eso.— "Y bueno, esa es la historia de cómo Akaza y yo comenzamos a hablar, y de cómo llegamos a esto".
"—Ahora entiendo perfectamente porqué se quieren tanto". —comentó teniendo todavía muy presente todo lo que le contó.
"—Y me siento tranquilo de que lo sepas". —respondió antes de mirar fijamente a su hermanito.— "Y ahora, es tu turno, Senjuro. Puedes tomar todo el tiempo que quieras para contarme lo que ha pasado mientras no estuve". —le recordó su parte del trató con calma. Será todo oídos a cada detalle que le comente.
"—Cierto, cierto...". —murmuró mirando el piso por un instante, antes de verlo a él.— "Bueno, lo haré. No podré contar tantó como tú ya que claramente hay cosas que no he visto, ni siquiera sé si te pueda organizar alguna fecha, pero empezaré con esto. ¿Recuerdas que te hablé de Haruki, mi amigo?" —empezó a hablar apenas aclaró un poco su garganta, mirando fijamente a su hermano mayor para aseguarse de que estaba atentó. Kyōjurō asintió con la cabeza.— "Pues cuando lo conocí, hablé mucho con él, nos juntamos muy seguido y un día de esos hasta conocí a su tío, él trabaja en una florería, y cuando nos presentamos, dijo que conocía a nuestro padre y preguntó por él" —empezó a explicar su relación con el muchacho del otro día, y el que este también tenía con el "amigo" de su padre—. "Su nombre es Fujioka Yasahiro, y cuando le dije cómo estaba papá en ese momento, él fue a verlo un tiempo después. Primero fue un día, luego fue otro, y otro. Yo no podía verlo tan de cerca ya que papá estaba de pésimo humor, y hasta Yasahiro-san me pedía que me alejara, así que iba a pasar el rato con Haruki, y con otro niño que conocí un tiempo después. Él me decía que si necesitaba algo, perfectamente podía ir con él para hablar... me calmó mucho eso". —dijo contando ya la primera parte de la historia que desconocía.
Entonces, él tío de su nuevo amigo era un aparente conocido de su padre, y este fue por varios días a verlo. Bien, ya está entendiendo. Y como dato aparte, Senjuro ya había conocido a un niño más. Sin duda esto es interesante, muy interesante, pues uno no va como si nada a la casa de un tipo que en esos momentos no aceptaba ver a nadie, y menos ánimos tendría de hablar con alguien fuera de su casa.
"—Entiendo, ¿Y que más pasó?" —interrogó claramente curioso por el resto del asunto.
"—Bueno, había días en los que al regresar a casa luego de estar con Haruki y con Karasu, vi que habían menos botellas que de costumbre". —dijo revelando tanto el nombre del otro niño, como un dato que resultaba sumamente importante. El hecho de que disminuyera la cantidad de alcohol en lo que parecía ser un pequeño periodo de tiempo, era un avance simplemente impresionante.— "Una vez le pregunté porqué era que venía tanto a verlo, y él me dijo que era porque lo apreciaba bastante. Debo serte sincero, no pensé que en este mundo, en ese instante, hubiera alguien que dijera eso aparte de ti". —confesó, dándole la sorpresa de que alguien compartiera el mismo motivo que él para querer ayudar a su padre.— "Seguí visitando a Haruki y Yasahiro-san, y él venía a ver a papá todavía, a la par que me contaba que yo podía estar tranquilo, que todo estaría bien, que podía contar tanto con él como con Haruki". —siguió contando con tono y expresión apacible, dejando ver lo seguro que se sentía con un apoyo más aparte de él. Mostrándole que parecía confiar muchísimo en esa persona.— "Luego de un muy buen tiempo más, el alcohol volvió a disminuir. Y varias semanas después, donde tú estuviste fuera... no me había dado cuenta cuando ya no habían botellas en casa. Ni una sola, Kyōjurō". —dijo ahora mirándolo a los ojos, como si hasta el momento estuviera sorprendido por ello.
Y obviamente no era el único.
"—Es un cambio gigantesco..." —comentó pensando en ello, también en el tiempo que debió tomarle a Fujioka lograr eso con quién sabe cuánto esfuerzo y persistencia detrás. No lo conocía personalmente, pero si se diera la oportunidad, no dudaría en aprovecharla para decirle gracias por ayudar con su padre, y por darle una seguridad que aparentemente él no pudo darle por completo a su hermano menor.
"—Y tengo que contarte lo que pasó unos días antes de que terminaras la misión junto a los otros muchachos, y de que fuéramos a verte a la finca mariposa". —dijo la parte que más lo intrigaba hasta el momento. La historia que su padre apenas y le pudo contar la noche que Senjuro los interrumpió.— "Fue en la tarde, yo estaba haciendo mis cosas y luego él me llamó. Fue la primera vez que lo veía actuar así de tranquilo en toda mi vida, al menos que yo recuerde". —comentó, soltando su mano, cruzando sus brazos nuevamente.
"—¿Y qué pasó en ese momento?". —preguntó recordando lo poco que Shinjuro le había dicho de aquella vez.
"—En resumen, él se disculpó por la forma que actuó todos estos años. Sé que a ti debe parecerte algo muy importante, es el cambio que siempre quisiste ver desde que murió mamá. Pensé mucho en ti cuando él dijo eso... pero no pude estar tranquilo, no pude ponerme completamente en tu lugar". —reveló cerrando los ojos antes de tomar aire. Por supuesto que esto es algo sorprendente para él, pero no piensa interrumpir a su hermano en lo que parece ser el momento de más tensión.— "No pude aguantar. Le dije que no iba a tomar su mejoría en serio con un 'lo siento', que probablemente tú estarías alegre de oír eso, pero que yo simplemente no podía, menos al tomar en cuenta cómo pasaron. Ya te dije que Yasahiro-san me agrada, pero una parte de mí no consideró justo que él cambiara por un 'extraño', en vez de los esfuerzos de su propio hijo, que para colmo lleva años pendiente de él. Le grité muchas cosas que sinceramente no soy capaz de repetir frente a ti en este momento, pero como resumen le grité que no lo perdonaría tan fácilmente luego de tanto tiempo, que no olvidaría las veces que me decía que era débil a pesar de que él no se encontraba en posición para decir eso. Grité que tampoco podría olvidar el tiempo donde lo veía borracho y hasta donde sentía miedo de que su reacción fuera peor. Le dije que ya fue mucho tiempo teniendo miedo, y que ya no quería temerle nunca más... grité muchas cosas, al punto de que me dolió la garganta, y me sorprendió que el no se esperara ninguna de las cosas que le dije".
Si Kyōjurō debe ser sincero, tampoco se esperaba ni la mitad de las cosas que Senjuro acababa de describirle. Se le estrujó el corazón ver todo lo que su pequeño hermano se había guardado por tanto tiempo.
"—Senjuro...".
"—Mira, sé que ya puede sonar muy trágico, desde aquí veo que te puedes estar culpando por no haberte fijado en estas cosas, pero... supongo que una parte de mí se sintió tranquila luego de soltar todo eso. Incluso cuándo papá me miró y dejó incluso más en claro que se arrepentía por todo, que hasta se mostraba decepcionado de si mismo al escucharme. Debo admitirlo, al tiempo después, cuando vi que trataba de acercarse con más cuidado, se sintió como si pudiera tomar en serio su palabra. No fue una disculpa vacía". —dijo mirando a los ojos de su hermano mayor, tratando de calmar todo sentimiento que seguro el más joven adivinó que surgiría.— "Y además, el té que me dio para el dolor estaba bueno". —comentó con una pequeña risa al final para eliminar la tensión.
"—Prometo que pondré más atención a las cosas que pasen en casa de ahora en adelante". —dijo sin contenerse a abrazar a su hermanito, todavía con dolor en el pecho por todo lo que se había perdido por su ausencia y el silencio que no notó hasta el momento. No tardó en sentir la mano de Senjuro sobre su cabeza, acariciando su cabello con una suavidad que recordaba perfectamente desde la primera vez que la sintió. La primera vez que su hermanito lo consoló hace cuatro años. El momento en el que su relación había tenido un cambio para bien de los dos.
"—Escucha. Este asunto ya pasó. Ya no tengo miedo, estoy tranquilo y como verás, ya te conté todo lo que me atormentaba. Puedo decir que todo está más tranquilo, así que cálmate, ¿Sí?" —dijo acariciando con la misma delicadeza de antes, con un tono más tranquilo que el que usó para contar la historia. Probablemente Senjuro también se sentía más ligero ahora que había soltado todo.
"—De acuerdo... intentaré". —respondió antes de darle un último apretón en su abrazo para luego dejarlo ir ya completamente.
"—Entonces, ¿Algo más que quieras saber? Te conté prácticamente todo de lo que sucedió en casa". —comentó con incluso una sonrisa. Si debe ser sincero, luego de todo lo que debe procesar con la amistad de su padre, los sentimientos de Senjuro y las ganas de saber más de sus amistades para no perder más detalles de su vida; con gusto diría que ya no tiene ni una sola cosa más que preguntarle al pequeño.
Pero sí la hay, y es una cosa muchísimo más insignificante de lo que se podría esperar si recuerda la seriedad con la que habían empezado a hablar del tema.
"—En realidad sí, aunque es irrelevante. Senjuro, ¿Cómo se hizo la marca que está en la pared de la cocina?" —interrogó al ver que su hermano no había dicho nada, pero absolutamente nada respecto a eso. Su curiosidad se disparó cuando vio los orbes de su hermano mirar a un lado cualquiera antes que a él, incluso mostrando un escalofrío ante sus palabras. ¿Ocultaba algo más? Oh, Senjuro.
"—Bien, lo diré. Eso fue de los días en los que aún no procesaba la disculpa de papá y necesitaba mi espacio". —dijo rascando su nuca con su mano derecha, mirándolo de reojo. Como respuesta, Kyōjurō lo miró con brazos cruzados en señal de "Dime más, estoy esperando".— "El punto allí es que papá no era bueno respetando espacios, y eso fue lo que se me ocurrió. Quizás fue un reflejo, tal vez fue instintivo, pero en resumen, pues... claramente le tiré el cuchillo". —reveló ahora sí evitando por completo el contacto visual con el mayor.
"—Que tú... ¡¿Que tú qué?!" —fue lo único que pudo exclamar, estando a nada de quedar con la mandíbula en el piso por el impacto que le generó. ¡¿No que se habían contado todo...?! Oh, cierto. "Todo lo sucedido en casa", y ahora que lo piensa, ¡Ni siquiera eso es "todo", faltan muchos detalles del asunto de su padre con el tal Yasahiro! Sí hay una próxima vez en la que se cuenten lo que sucede en sus vidas, probablemente se asegure de reunir tanto a Senjuro como a su padre en el mismo lugar para ahora sí no perder nada.
"—¡Ya te dije que fue para mantenerlo a raya! Yo no quería hablar, se lo dije con palabras, ¡Y el muy bruto no hizo caso! Sé que está mejorando en ese aspecto, ¡Pero en ese momento no estaba así!" —se trató de defender el pequeño rubio con un nerviosismo notorio.— "¡Además no le hice daño! Tengo buena puntería, ¡Jugar con Karasu me ayudó a afinarla bastante, incluso!" —dijo ahora revelando una de las actividades que realizaba bajo quién sabe qué circunstancia, en compañía de su segundo amigo. Eso no lo ayudó a que Kyōjurō dejara su expresión de reproche de lado.
"—Tienes mucho que contarme de tu vida personal ahora, Senjuro". —habló revolviendo el cabello de su hermano menor. No hay duda de que todos siempre mantendrán secretos con algún aspecto. Si llega a haber otro momento, probablemente hasta le pida que le presente a sus dos amigos para ver todo a detalle.
"—¡Ya no es algo que haga! Eso era antes. Karasu y yo ya no jugamos a eso". —trató de explicarse, mostrándole qué cosa era historia y cuál otra era el presente.— "Además Haruki también nos regañó cuando lo supo. No eres el único". —informó sobre la aparente responsabilidad del otro muchacho.
"—Qué bueno que tu amigo los cuida entonces. ¡Tienen que tener mucho cuidado!" —exclamó mientras tomaba su mano para ir ya caminando a casa. Ya era muy tarde.
"—Lo tenemos, lo tenemos. De hecho, desde que Karasu fue adoptado por Yasahiro-san, trata de ser cuidadoso y no meterse en problemas con juegos bruscos". —y volvió a revelar información de sus amistades, y de la precaución que aparentemente estaban tomando desde hace un buen rato.
"—¿Sabes? Si puedes, presentame a tus amigos un día. No vendría mal conocerlos". —propuso nuevamente revolviendo el cabello de su hermanito.
"—No somos tan revoltosos como lo eran tú y tus amigos a nuestra edad". —dijo Senjuro con una sonrisa enorme, recordándole las dos personas que el pequeño logró conocer justo en el momento donde él podía contar como "revoltoso". Su adolescencia.
"—¿Hablas de Chiaki y Kotaro?" —preguntó teniendo perfectamente claro en su memoria la apariencia y los nombres de sus dos ex compañeros. Nakamura Chiaki, el joven que lo salvó hace cuatro años, y Mado Kotaro, un muchacho que contaba con gran energía a la hora del combate y cero piedad con sus oponentes... fueran de la especie que fueran.
"—Esos mismos, ¿Cómo están, por cierto?". —desvío todo tema tenso mientras caminaba pegado a su hermano mayor. Claro, él era consciente de la amistad que tenía con ese par en sus primeros años como cazador.
"—Ellos están bien. Seguimos mandándonos cartas y nos vemos en persona una que otra vez". —respondió pensando en ellos. Era complicado verlos desde que se retiraron del cuerpo de exterminio. Si no mal recordaba, ellos vivían juntos desde ese momento.
"—Eso es bastante bueno... hermano". —dijo usando esa palabra que mostraba que todo ya podía estar tranquilo entre los dos.
"—Pero de todos modos me presentarás a tus amigos". —le recordó, ganando una risa del más pequeño.
Luego de esa agotadora tarde, ellos simplemente caminaron hasta llegar a su hogar, donde podrían tomar un descanso de la larga caminata y empezar con energías suficientes para la próxima vez que saliera el sol. ¿Qué tan despistados había que ser para no darse cuenta cuando se hacía de noche? Una pregunta que no se molestará en responder. En ese momento solo bastaba recordar como había entrado a la finca con su hermanito para por fin poder tener algo de paz y...
"—¡¿Qué estás haciendo aquí, maldito?!".
"—¡Cierra la boca, juré romperte la cabeza la próxima vez que te viera, frentón!".
Sí, hasta allí había llegado la idea de tranquilidad para Rengoku Kyōjurō esa noche. El panorama era el siguiente: Su tsuguko peleando con uñas, dientes y probablemente también con la cabeza; contra su querido demonio, el que claramente no se mostraba nada tranquilo con la idea de dejarlo salir ileso. No cuando en una ocasión le comentó a Kyōjurō que Kamado Tanjiro había tenido el atrevimiento de llamarlo cobarde y varios insultos más, cuando este de retiró por la presencia del sol.
Ese momento no estaba muy claro en su cabeza, pero a juzgar por los gritos de Akaza, efectivamente Kamado lo había hecho enojar terriblemente.
Un cansado suspiro salió del joven adulto mientras sujetaba el puente de su nariz, cerraba los ojos y se resignaba por el momento a escuchar el ruido de los golpes y los insultos que se dedicaban el cazador más joven y el demonio a cada segundo. ¡¿Cuánto tiempo llevan así y cómo es que nadie los detuvo en primer lugar?!
"—¿Qué pasó aquí?". —escuchó detrás de sí la voz de su padre, quién realmente acababa de llegar. Bien, eso explica porqué no les han puesto un alto hasta el momento.
"—Deja que yo me encargué". —habló el primogénito de la familia antes de aclarar su garganta y ponerse firme para interrumpir la pelea.— "¡Akaza, Kamado, basta en este instante!" —gritó con su tono característico, poniéndole una condenada pausa al demonio y a su alumno. Con brazos cruzados estaba esperando que estos se separaran, y el primero en actuar fue su querido Akaza, dejando al pelirrojo estupefacto por verlo así.
"—¡Rengoku-san, la tercera luna superior...! ¡É-él, está aquí...!" —trataba de hablar aún recuperándose de lo que parecía ser un shock.
"—Lo sé, Kamado. Akaza es nuestro aliado". —dijo con un tono que apenas y podía demostrar el cansancio que sentía en este preciso momento. No le pudo comentar a Tanjiro de la situación por estar preocupado por su hermano, y de hecho, ningún cazador fuera de los pilares y el patrón estaba enterado de la ayuda de la tercera luna demoniaca. No podían arriesgarse a que un cazador deje ir el comentario y este llegara a oídos de un demonio común o peor, Kibutsuji Muzan. Ahora puede ver el rostro estupefacto del pelirrojo y a la par sentir cómo tendrá que explicar desde el inicio lo que hace Akaza con él... Otra vez.
"—Yo le explicaré". —se ofreció inmediatamente Senjuro para su sorpresa, tomando inmediatamente al otro muchacho del brazo para llevarlo probablemente a su habitación.— "Hablamos más a detalle de eso mañana". —dijo antes de voltear y luego seguir llevando prácticamente a rastras al joven Kamado.
Bendito sea su hermano por ayudarlo ahora, porque si debe ser sincero, no estaba de ánimos para lidiar con este asunto otra vez. Por su parte, luego de tomar aire, también tomó a Akaza para llevárselo a su habitación, pero no empezó su marcha hasta darle un último vistazo a su padre, quien lo miraba curioso quizás tanto por lo que estaba pasando entre su tsuguko con Akaza, como lo que podría haber pasado entre él y Senjuro, para que este le ayudara a calmar las aguas.
"—¿Todo está bien?" —preguntó su progenitor confirmando sus sospechas.
"—Mira, mañana te daré el resto de detalles, lo prometo. Aunque sí te puedo decir que todo está bien ahora, así que no te preocupes, padre". —dijo con una sonrisa cansada mientras tomaba la mano del todavía intranquilo demonio, viendo como su progenitor asentía con la cabeza. Ya podía irse tranquilamente, pero no sin antes...— "¡Por cierto, cuando puedas, presentame a Yasahiro!" —pidió recordando al amigo de su padre, con el que seguramente debió estar muy entretenido durante aquella tarde, ya que no por nada había llegado a esta hora.
A lo mucho pudo escuchar un "De acuerdo, lo haré", antes de ya estar caminando por el pasillo de la mano de su querido Akaza, quien mantenía un agarre firme durante todo el camino.
"—¿Quieres decirme lo que pasó?". —preguntó dándole una mirada por el rabillo del ojo a su acompañante, quien parecía tener una gran amargura en su rostro.
"—Mira, lamento si hicimos mucho escándalo, ¡Pero no podía contenerme luego de recordar lo que ese bastardo me dijo!". —exclamó tratando de medir su volumen para no sonar peor de lo que podría estar.— "Además, él empezó. Yo estaba bien tranquilo y fue él quien dio el primer golpe. Yo solo le seguí". —se trató de explicar mientras entraban a la habitación, donde recién allí Kyōjurō soltó su mano para ir y acomodar su futón.
"—No importa quién empezó y quién no. Sé que no te agrada Kamado, pero tienes que tratar de medirte un poco más. No quiero que alguno de los dos se lastime. Tanjiro es humano y no se regenera como tú lo haces; y aunque esa sea una habilidad tuya, tampoco quiero que te hagan daño". —dijo preocupado, dándole una mirada con el ceño fruncido en preocupación. El demonio soltó un suspiro ante esos ojos para después acercarse al pilar, quien por cierto, le estaba haciendo señas para dejar en claro que lo quería a su lado en ese mismo instante.
"—Lo sé, lo sé. Trataré que no vuelva a pasar". —respondió mientras rodaba los ojos. Kyōjurō sabe perfectamente que no le prometerá nada que no pueda cumplirle.
"—Con eso me basta". —dijo antes de tomar al demonio y llevarlo rápidamente consigo al futón ya listo en el piso, acomodándose muy cerca de su querido demonio. Estaba cansado y no tenía ánimos para tenerlo lejos de sí. Se lo dejó bien claro cuando se aferró a su cuerpo en un abrazo. Pudo oír a Akaza suspirar antes de mostrar una sonrisa.
"—¿Y cómo te fue con tu hermano?" —preguntó el demonio mientras empezaba a acariciar su cabeza.
"—Ya pudimos arreglar todo y estoy muy feliz por eso. Como no tienes idea". —respondió con cansancio y alegría a partes iguales. Como si recién en ese instante dejara ir el estrés y el agotamiento que sentía desde hace ya varias semanas. Física, mental y emocionalmente, estaba más exhausto de lo que pudo esperar.— "Voy a dormir ahora, estoy agotado y tengo que hablar con Tanjiro sobre esto mañana".
"—Tenemos" —agregó el demonio sin terminar sus caricia—. "Ya te encargaste de hablar con Senjuro, mañana los dos hablamos con él".
La manera perfecta para aliviar el peso de sus hombros.
"—Gracias...". —murmuró cerrando sus ojos, acurrucandose en la calidez ajena.
"—Descansa, Kyōjurō". —susurró el de cabello rosa.
"—Buenas noches, Akaza". —le deseó ya a un solo paso de caer presa del sueño.
Ese fue el día en el que por fin pudo arreglar todo con su hermano, saber más cosas de las que ocurrían en su casa, y donde se prometió estar más pendiente de su familia y no solo de su trabajo para ya no perderse ni un solo momento. Uno de los días más agotadores emocional y mentalmente hablando.
Ahora que lo piensa, no puede evitar preguntarse si ese día había sido uno de los más alterados de su vida, o si podía contar como uno de los más tranquilos, una vez tratara de compararlo con las memorias que venían a continuación.
Quién sabe si será bueno que para él la noche sea tan larga, o que sus ganas de dormir estén entre ir y venir, pues aún quedan varias cosas que contar.
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¡Por fin terminé este capítulo! Los diálogos de Kyōjurō y Senjuro me costaron muchísimo más de lo que me hubiera gustado por problemas de no haberlo planeado bien >:'D
Pero bueno ¿Cómo están luego de tanto tiempo?
¿Felices de ver la actualización, aunque puede que la otra tome tiempo también? Personalmente estoy feliz por esto.
Por fin pude meter algunas de las cosas que tenía guardadas. Y entre ellas, la mención de unos Oc's que tenía relacionados con los Rengoku.
Gracias a una personita que tenía intriga con dónde estaba Chiaki, el muchacho que ayudó a Kyōjurō hace unos capítulos, aproveché para dar información de él, y para meter otros Oc's más. Espero no haberles revuelto mucho la cabeza, pero quería hacerles una mención.
Estoy emocionada por haber puesto esto luego de tanto tiempo. Y antes de retirarme para seguir trabajando en el fic, quiero venir con la siguiente pregunta:
"¿Qué les pareció el capítulo de hoy?".
Como siempre, espero que haya sido de su agrado leerlo.
Se despide, Neli.
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